Entrevistamos a Sergio Gálvez Biesca: doctor en Historia Contemporánea, actualmente es investigador del Instituto Ibero-Americano de la Haya por la Paz, los Derechos Humanos y la Justicia Internacional así como en la Universidad Carlos III de Madrid en el Proyecto de I+D «Historia y Memoria Histórica on line. Retos y oportunidades para el conocimiento del pasado en Internet». Ha sido docente en la Universidad Complutense de Madrid, en la UNED y en la Universidad de Buenos Aires. Diplomado en relaciones laborales, entre otros posgrados, ha dirigido diversos proyectos I+D relacionados con el proceso de recuperación de la memoria e historia democráticas y la Justicia Transicional en España. Dos son sus líneas de investigación centrales: las políticas públicas de memoria y la historia del movimiento obrero español en la segunda mitad del siglo XX. Autor de más de medio centenar de publicaciones científicas, igualmente, ha sido productor ejecutivo y comisario de exposiciones científico-artísticas con proyección nacional e internacional. Cuenta de X.
Eres de las pocas personas que se hacen eco del Modelo Español de Impunidad acuñado por el Equipo Nizkor. ¿Crees que ese modelo sigue vigente? ¿La izquierda ha participado de alguna manera en ese modelo?
Me acuerdo perfectamente del impacto que me ocasionó la lectura del denominado “Informe Nizkor”. Decía en términos jurídicos lo que más o menos habías ido elaborando por tu cuenta. Nos situamos en 2003. Al principio de casi todo lo que fue y es el movimiento social por la memoria democrática. Entonces con una fuerza tremenda de asociaciones como la ARMH o el Foro por la Memoria en el que comencé a echar una mano; y claro es que oías a compañeras como la abogada Virginia Díaz hablando de que las exhumaciones aparte de ayudar a recuperar unos restos y una historia y memoria colectiva; ante todo, y en lo fundamental, servía para sustentar las bases jurídicas de que tanto durante la Guerra de España como en el franquismo existió una política sistemática de crímenes de lesa humanidad: y decía claro ahí está la clave. También es verdad que afirmabas lo anterior en público y te miraban como un loco. Y justo todo esto ahora forma parte de un extenso consenso a nivel jurídico e historiográfico aunque no tanto a nivel político.
Da vértigo pensar que, de una forma u otra, llevas un cuarto de siglo en diferentes batallas al respecto. Y frente a tanto agoreros estamos muchísimo mejor pero todavía tan lejos de lo que nos marca el Derecho Internacional. Falta muchísimo por hacer. De eso te das cuenta cuando has estado en la elaboración de la Ley de Memoria Democrática y te dejan tocar aquí, tocar allá, meter tal y cual artículo, por ejemplo, en la parte del acceso a los archivos o el registro estatal de víctimas, pero nombra tú la Ley de Amnistía y muro de hormigón. La sombra del #ModeloEspañolImpunidad es alargada dentro y fuera de la academia y con más presencia de lo que el personal se puede imaginar dentro de la Función Pública. Por ejemplo, a nivel de la AGE (Administración General del Estado) todavía hoy no se ofrece -ni tenemos constancia de que se haya dado- ningún curso de formación en Derechos Humanos. Lo he explicado en mil sitios: no se puede tratar a las víctimas de los crímenes del franquismo cuando llegan a un archivo público como sospechosas; cuando están reclamando su Derecho a la Verdad y a las Garantías de No Repetición.
En esta intrahistoria nacieron las redes sociales y del cabreo, del hartazgo ante la oleada del revisionismo y negacionismo empecé a etiquetar cientos de publicaciones como #ModeloEspañolImpunidad: se refirieran al pasado como al presente. Entre tú y yo, sirve un poco para todo: para denunciar a los jueces fascistas que inundan el Poder Judicial, a los cuerpos y fuerzas armadas cuando se pasan por el forro la Constitución, normas y reglamentos propios, a partidos políticos que hacen exaltación de un régimen criminal como fue el franquismo. A todos los une lo mismo: la ley de punto y final que fue, en gran medida, la Ley de Amnistía y otras tantas normas y actuaciones, así como la ausencia de ninguna -insisto, ninguna- medida de depuración. Aquí sí que somos únicos y excepcionales al compararnos frente a otros países con pasados traumáticos.
De todas estas experiencias interconectadas surgió la idea de realizar un dossier monográfico en formato de homenaje al “Informe Nizkor” a las dos décadas de su publicación. La revista Historia Actual Online acogió el proyecto. Gente magnífica que se la jugó con el proyecto. Costó muchísimo sacar adelante el dossier: “El «Modelo de Impunidad Español»: pasado, presente y futuro (1977-2020)”. Y lo petamos en su momento por la feliz coincidencia de que mi admirado Ramón Sáez Valcárcel fue nombrado miembro del Tribunal Constitucional y participaba con un artículo. En el agitprop de la publicación nos echó una mano Olga Rodríguez con un generoso reportaje en el diario.es.

Homenaje organizado por la Asociación Recuerdo y Dignidad de Soria a las víctimas de la “Fosa de los Maestros” de Cobertelada (foto: Lo que somos)
En un reciente debate planteabas que «el final del franquismo se explica por los trabajadores y organizaciones, comunistas en su mayoría, que fueron laminando el régimen hasta que fue imposible un franquismo sin Franco». ¿Crees que las y los jóvenes militantes tienen esco claro o han interiorizado una transición modélica, sin
ataques y asesinatos de la extrema-derecha…
Por supuesto que no. Los nuevos consensos en la academia como producto de los avances en las líneas de investigación -y que España han residido en el pack básico de desterrar mitos como a aquello de que ambos bandos fueron igual de culpables- tardan años en trasladarse a ámbitos políticos y mediáticos. No te digo ya a nivel educativo. Estoy rodeado de profes de secundaria y todos señalan con absoluto espanto el crecimiento exponencial de los valores de la extrema derecha en los chavales a partir de los 14-16 años. Y, qué casualidad, la mayor parte de varones, blanquitos, bien comidos y con papas y mamas que se piensan -hablamos de los chavales, pero del papel de los padres/madres…- que son de la “clase media” -como un fenómeno ya mitológico- cuando no dejan de ser unos asalariados atrapados en deudas y pauperizados en las expectativas generacionales y de clase.
Te añado otra cosa más -y me vas a disculpar la auto-publi-. Esto forma parte de un fenómeno histórico que señaló hace exactamente 30 años James Petras en su conocido informe censurado por el Ejecutivo socialista. La tesis es bastante sencilla: como producto de la reestructuración del modelo capitalista español la “generación de nuestros padres” -ya un pasado reciente- vivirán (han vivido) peor que la anterior como fenómeno inédito en las sociedades industriales. Esto es también un nuevo consenso que se presenta como de actualidad, pero que sociólogos e historiadores llevamos décadas estudiando. En suma, tenemos que abordar la Transición y la mal llamada “modernización socialista” en términos de clase, de conflicto, desde abajo y con los de abajo y no como una mera lucha de relatos y peleas entre élites. Algunos -como en mi caso- lo intentamos hace más de 10 años con una tesis sobre las reformas laborales precarizadoras del PSOE: aquello fue caminar por el desierto académico; el problema es que hoy seguimos más o menos igual. Sigue resultando complicado investigar aquella época, más que por el acceso a las fuentes primarias por la ausencia de líneas de investigación a las que agarrarse y de paso no quedar marcado.
Vuelvo a la pregunta: por supuesto que no. Me vale -y máximo respecto a los jóvenes militantes- con que su conocimiento aguante una explicación básica lejos del relato edulcorado y falsario tan típico de la historia oficial. Justo aquí es donde tenemos que lanzar una ofensiva democrática, antifascista y de clase para frenar el creciente fenómeno revisionista y negacionista entre los chavales de 16 a 24 años, acompañados de todo lo malo y chungo que forma parte del ideario de la extrema derecha y fascista. No lo tenemos fácil. Y te puedo asegurar como padre de dos chavales de 12 y 14 años que con que consigas explicarles y que entiendan lo que es el fascismo llevas mucho ganado.

Althusser decía que la filosofía representa la lucha de clases en la teoría. ¿Y la historia? ¿Cuál es el papel del historiador/a en la actualidad?
Te reformulo la pregunta para ir al grano. ¿Cuál es el papel del historiador social hoy? Entendiendo como historiador social quien es capaz de ir más allá de lo establecido y de paso quien es capaz de complicarse extraordinariamente la vida con el riesgo incluido de quedarse marginado o llegado el caso sin curro… Ya lo dijo Fontana hace muchísimo tiempo: la historia social como proyecto no de presente sino de futuro. He reflexionado bastante por escrito así como he tenido mis encontronazos como en cierto dossier de Hispania Nova con Santos Juliá. A pesar de lo mal que se pasa merece mucho la pena; más que nada porque te permite irte a la cama con la conciencia tranquila. Entiendo que el historiador profesional comprometido con su sociedad no solo debe escribir para los suyos; sino que ha de traspasar las fronteras del saber académico empeñándose en socializar conocimientos.
Con un compromiso inquebrantable con la verdad histórica, entendida como aquella sometida a la teoría y metodología propia de la Historia como Ciencia y que ha de ayudar a mejorar nuestro conocimiento de lo histórico en su más amplia acepción. A todo esto, a lo mejor el personal se imagina que los Departamento de Historia Contemporánea son un nido de rojos -algún marxista hubo, hay, acá, allá, siempre controlados-; todo lo contrario, otro espacio en donde no existió depuración ni ajuste de cuentas con el personal proveniente del fascismo patrio. Y pese a todo tenemos decenas de ejemplos de ese compromiso por los combates por la Historia -desde Tuñón de Lara, pasando por María Carmen García-Nieto París, el citado Fontana, Carme Molinero, Paco Espinosa, Paco Moreno Gómez, Julio Aróstegui, Ángel Viñas o Paco Erice, entre decenas de casos- y que han logrado desmontar los mitos y las mentiras instalados en la academia acerca de la Guerra de España, en el franquismo, en la Transición; pero también con respecto a determinados personajes claves de nuestra contemporaneidad; retrocediendo también en el tiempo sobre la restauración, la abolición del esclavismo, la teórica ausencia de la lucha de clases en España como supuesta causa-efecto de un país retrasado en la Revolución Industrial. O resituando en su exacto lugar el papel del Partido Comunista de España como el partido del antifranquismo.
Auténticas barbaridades que han perdurado durante años en los manuales al uso dejando en su margen (con suerte) al pueblo, a la clase obrera, el movimiento obrero y sus organizaciones de clase, pero sobre todo a los ciudadanos, a los de abajo, a las mujeres, a los niños… A los que nunca se les nombraba con nombre y apellidos o ni siquiera aparecían en las notas a pie de página. Me gustaría cerrar la pregunta con una pequeña reflexión sobre el lenguaje académico. No es original ni mucho menos. Al respecto de una presentación de la publicación de la tesis de Pepe Hinojosa sobre el PCE en Extremadura en la Guerra Civil; la profesora de Historia Contemporánea Pilar Domínguez insistió en la facilidad de su lectura, en su capacidad de hacer llegar una materia no sencilla a un público general. Y lo explicaba de la siguiente forma: Pepe ha sido profesor de historia de secundaria toda la vida y ese necesidad de comunicarse a esos niveles ayuda muchísimo a la imprescindible trasmisión del conocimiento histórico. A los “académicos” lo de mirar para abajo para ver cómo escriben los profes de secundaria no les vendría mal, aunque no pocos egos sufrieran con la experiencia.

Fue bochornosa la imagen de los secretarios generales de CCOO y UGT durmiendo una noche en una iglesia como medida de presión para la reducción de jornada. Escribiste el magnífico La gran huelga general – El sindicalismo contra la «modernización socialista». ¿Qué queda de CCOO o UGT de aquella época? ¿Y crees que hay alternativa a ese sindicalismo, en organizaciones como CGT a nivel estatal o ELA, CIGA o SAT en sus ámbitos?
En lo básico quedan las siglas, una memoria y una historia compartida. El capital político y humano fue liquidado en pos de un sindicalismo que, con o sin etiqueta de clase, hoy es un mero paquete de servicios en lo esencial. Para que no haya equívocos, lo dice un militante de CCOO, con dos décadas de, al menos, pagar las cuotas. La época de Antonio Gutiérrez y de la de Fidalgo, aquella de la “modernización” de la organización para aparecer como responsable (y sumisa) ante los poderes económicos fue tan salvaje con la expulsión de facto de más de un tercio del sindicato que llegó a representar el sector crítico; que no se ha recuperado ni se va a recuperar en su expresión originaria, la de un sindicalismo asambleario, de clase y combativo.
Creo que es una auto-trampa o directamente una falta de conexión con la realidad cuando la Ejecutiva del sindicato te dice que tiene más de un millón de afiliados y que “adelante”. Perfecto. Un millón frente a veintiún millones de asalariados significa que no llegas al 5% de la población. Trampear con las estadísticas no va a resolver el problema de los sindicatos de clase ni los problemas reales de la clase trabajadora. A todo esto, cierto es que se ha ido recuperando cierto respeto, cierto protagonismo…pero es que se había tocado fondo por los numerosos errores y todavía más ante la debilidad ideológica y cultural frente a la ofensiva neoliberal de esta últimas décadas y su continuado ataque al sindicalismo y al propio concepto de clase.
Y no hay que inventar nada: trabajo a ras de suelo, asambleas en el tajo y reconectar con los tuyos. Pienso en dos palabras: desconfianza y descrédito. Y creo que mi sindicato -no entraré en el resto de las centrales sindicales mencionadas, pues, me merecen un extraordinario respeto político- carece de respuestas sólidas ante las preguntas diarias que se formulan las y los trabajadores en sus puestos de trabajo. Falta muchísimo trabajo ideológico, cultural y político; falta muchísimo en mejorar -y este es un punto clave- en la asesoría jurídica; y falta recuperar la triada, presión-acción-negociación. Entras en la web de CCOO y puedes adquirir descuentos de todo tipo, incluidos los tratamientos capilares. 5 clics y tienes el código de descuento. Intenta contactar con el servicio jurídico o con el representante más cercano para que te eche una mano con una urgencia y en pocos casos te las ves y te las deseas. A nivel del trabajo diario se ha producido una desconexión entre los trabajadores y los representantes con muy contadas excepciones. Por ahí es por donde hay que empezar y dejarse de tantos números y estadísticas. E inclusive de no ser tan amables, ni siquiera, con este Gobierno en lo relativo al Departamento de Trabajo.
Asusta muchísimo ver tan desarmadas a las Comisiones Obreras y en general a la mayor parte de la clase trabajadora (carente de cualquier organización y que rechaza la idea del sindicato frente a la ultra-ideología del individualismo), ante el más que previsible ascenso al Ejecutivo de la extrema derecha. Y estos lo tienen clarísimo: nosotros somos sus enemigos de clase y van con todo y a por todo y entre sus sueños húmedos se hayan las palabras persecución, criminalización e ilegalización. Aguantará el envite un sindicato que lleva sin convocar una huelga general (de las de verdad) más de 10 años y que renunció hace tiempo a hacer del conflicto capital- trabajo su razón de ser? Lo dudo.


