Fascismo Franquismo Guerra civil Española

Los Moros de Franco

El 17 de julio de 1936 por la tarde el primer movimiento del golpe de Estado previsto para el día siguiente tuvo lugar en Melilla, precipitado por un registro policial. En las hora siguientes la sublevación se extendió por todo el Protectorado de Marruecos. El control desde el primer momento de la zona por parte de los rebeldes se ha considerado siempre decisivo para entender el desenvolvimiento de la guerra ya que estaba estacionado el llamado Ejército de África. Se trataba de una unidad independiente de la Península formada por regulares, moros y legionarios españoles, y en los primeros meses de la contienda era la única de choque de que disponía Franco bajo su mando.

¿Por qué fue fácil para los sublevados obtener la aquiescencia de las autoridades marroquíes? ¿Qué empujó a la mayoría de los nacionalistas de la región a confiar en los militares rebeldes españoles? ¿Quiénes eran los nativos que se alistaron para ir a limpiar de rojos la Península y cuál fue su motivación?

Para intentar responder a estos interrogantes es preciso remontarse a unos años atrás. El 27 de noviembre de 1912, el entonces Ministro de Estado Manuel García Prieto, en representación de España e Isidore Geoffray, embajador de Francia en Madrid, en representación del gobierno de París, acordaron ejercer un régimen de protectorado sobre Marruecos conforme a las condiciones establecidas en la Conferencia de Algeciras de 1906.1

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Fotografía de la firma del tratado de la Conferencia de Algeciras de 1906. Fuente: Wikimedia

En la Conferencia de 1906 no se hablaba de “protectorados” sino de “zonas de influencia” La diferencia estriba en el grado de implicación de cada gobierno europeo en la política del ejecutivo marroquí. Georges Surdon en su libro France en Afrique du Nord (Éditions Alger Républicain, 1946) ofrece una definición clara del concepto de protectorado:

Un Protectorado es un tratado concluido entre un Estado occidental y un soberano de civilización oriental o extremo oriental, para el cual el concepto de soberanía es radicalmente diferente del que tiene el primero, y en virtud del cual el soberano protegido abandona al Estado protector los poderes que corresponden al concepto occidental de soberanía externa y de soberanía interna, conservando para sí el atributo puramente oriental y teocrático de esta soberanía, con la finalidad común a las dos partes de instituir en el país protegido un régimen que consistirá en la edificación de un sistema occidental de gobierno, respetando la religión autóctona de la población, con un material obtenido en el país protegido, por medio de un sistema legislativo común y de origen autónomo, en el que participa el Estado protector a través de la iniciativa y de la promulgación, mientras que el soberano no hace sino estampar su sello.2

El Protectorado francés, —450.000 km2 con más de cinco millones de habitantes—, había sido establecido oficialmente el 30 de marzo de 1.912. A España le tocaba solamente el 5% del territorio total de Marruecos, con una población de 750.000 personas. Se preparó un tratado con el sultán que fue oficialmente firmado en Marraquech, en mayo de 1.913. En él se fijaban ya los derechos y obligaciones de Madrid y se acordaba que pasaba a ser ahora protectorado. Se fijaba que la administración y el gobierno de la zona correspondía al jalifa. Incumbía a España velar por la tranquilidad y prestar asistencia al gobierno marroquí de su territorio para la introducción de todas las reformas administrativas, económicas, financieras, judiciales y militares de que estuviese necesitado; presentar los candidatos para el cargo de jalifa (que no podía ser mantenido en sus funciones ni destituido sin consentimiento del gobierno español); intervenir en los actos de la autoridad marroquí y establecer una organización judicial inspirada en su legislación propia.

La zona estaba gobernada, como se ha dicho, por un jalifa que era el representante del sultán, con poder legislativo, siendo asistido por un gobierno, el Majzen jalifiano (presididio por el gran visir), y una Casa jalifiana. Solo dos jalifas ocuparon el cargo antes de la independencia de Marruecos: Muley el Mehdi (1913-1923) y su hijo Muley el Hassan bin el Mehdi (1925-1941 y 1945-1956).3

La administración de los territorios se hacía por medio de los caidatos, teniendo a su cargo la gestión de un determinado territorio más o menos extenso y comprendiendo una o varias poblaciones marroquíes, cabilas. La ciudades eran regidas por los bajás , mientras que los caídes hacían lo propio en el ámbito rural. La administración de la justicia jerifiana estaba asegurada en esas mismas poblaciones o ciudades por los caídes o jueces. En cuanto a la realidad de la estructura administrativa española, se ejercía por un Alto Comisario que era el representante de España en la zona del Protectorado, asistido de delegaciones (Servicios Indígenas, Fomento y Hacienda) y, al mismo tiempo, el gobernador general de sus plazas de soberanía, Melilla y Ceuta.4

En este esquema, la figura de los interventores , interlocutores locales ante los notables coloniales tuvo una importancia extraordinaria.5

El dominio efectivo del territorio no se conseguiría hasta el año 1927 por la resistencia local a aceptar el dominio españo,l lo cual se tradujo en violentos enfrentamientos que produjeron innumerables bajas en la población civil. Se llegó incluso a proclamar en 1921 (hasta 1926) la República del Rif bajo el control de Abd-el-Krim El Jatabi (Ajdir, Marruecos, 1862- El Cairo, 1963). Para doblegarla no se tuvieron contemplaciones ya que se bombardearon poblados, se quemaron viviendas y campos de cultivos y llegarían a utilizarse incluso armas químicas.6

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Fuente: Reclutamientos en Orihuela (19112-1927)

Como es bien sabido, la ocupación del norte de Marruecos provocó, ya desde años antes oposición también en la Península con episodios como la Semana Trágica de Barcelona de 1909. Para los militares, sin embargo, el territorio se había convertido en una especie de premio de consolación, una razón de ser, y un objetivo con el que justificar, tanto una vocación -cuando la había-, como una nómina.7

Ortega y Gasset hizo una descripción clara y concisa del sentimiento de los oficiales destinados en Marruecos:

Marruecos hizo del alma de nuestro ejército un puño cerrado, moralmente dispuesto para el ataque (…) desde aquel momento viene a ser para el grupo militar una escopeta cargada que no tiene blanco a qué disparar (…) ejército en perpetua inquietud, queriendo gastar la espiritual pólvora acumulada y sin hallar empresa congrua en qué hacerlo.8

Se comentaba anteriormente que el control real de la zona estaba en manos del ejército. Las Comandancias Generales de Melilla, Ceuta y Larache que incluían una serie de comandancias militares subordinadas, fueron de hecho, el epicentro del poder en el territorio. Así lo afirma Luis María Cazorla-Prieto en El general Silvestre y la sombra de el Raisuni (Almuzra, 2013):

Allí se encontró la capacidad decisoria colonial en asuntos claves para el Protectorado; ya que el Alto Comisario, jefe e inspector supremo de la acción española en el Protectorado, se vio frecuentemente “contestado” por caracterizadas personalidades militares de las Comandancias.9

El sector económico más importante y activo era el terciario, especialmente la actividad comercial. La importancia del comercio y de las firmas comerciales nos indica cuál fue el verdadero negocio del Protectorado español de Marruecos: proveer de los productos necesarios al ejército colonial y al conjunto de la población civil hispana asentada en Marruecos. El abastecimiento de las tropas españolas e indígenas (vestuario, calzado, armamento, alimentación) fue la oportunidad para muchas empresas españolas de conseguir jugosos contratos para equipar al ejército. Lo mismo hay que decir con respecto al contingente de colonos españoles que se desplazaron a Marruecos, aposentándose preferentemente en las ciudades, dado que fueron continuamente abastecidos desde España.

No se avanzó mucho en la construcción de carreteras modernas, aunque sí se creó una red de pistas de tierras a través de todo el territorio, más con fines de control que con el ánimo de fomentar la actividad mercantil y el desplazamiento de pasajeros.10

Detrás de las empresas más rentables (minería, ferrocarril, eléctricas y de colonización en general) estuvo la oligarquía financiera española, representada por el capital vasco, madrileño y catalán, gracias a su control de la banca privada. Esta última, a medida que transcurrieron las décadas, fue teniendo un papel cada vez más importante en la economía marroquí -Bilbao, Urquijo, Vizcaya, Español de Crédito, Hispano-Americano, Hispano-Colonial, Unión Minera-. El sector naviero también supo sacar provecho de las relaciones con la colonia, especialmente la Trasatlántica, la Transmediterránea y Sota y Aznar. Igualmente cabe citar llegadas más tardías, aunque sumamente prove­chosas, como la de Juan March, gracias a la concesión del monopolio del tabaco. No obstante, no hay que perder de vista que se trató de una modesta penetración financiera efectuada bajo la cobertura protectora estatal.11

En los últimos años veinte y al principio de la década de los treinta va tomando cuerpo el activismo del nacionalismo marroquí en el Protectorado español, antes incluso que en la zona francesa. En esta última, el 16 de mayo de 1930 el sultán Muhammad ben Yusef (futuro Mohamed V) había promulgado el llamado Dahir Bereber, un decreto que pretendía dividir Marruecos en dos zonas jurídicamente diferenciadas. El mismo fue percibido por los árabes como un intento de división y de cristianización por parte de las autoridades de París y actuó como catalizador del nacionalismo indígena 12

En 1931 la Oficina Mixta de Información en Tánger comenzaba a evaluar las influencias mutuas de los nacionalistas de ambos protectorados. Así, un informe reflejaba cómo los servicios españoles intentaban evitar que las acciones de las autoridades francesas acabaran motivando expresiones anticoloniales, que pudieran impactar en el conjunto del territorio y desatar un clima más hostil en contra de las potencias ocupantes.13

Ese mismo año, en junio, una comisión de musulmanes procedentes de Tetuán visitó a Alcalá-Zamora con propuestas claras sobre los cambios que deberían introducirse en la zona bajo control hispano. Los servicios españoles atribuyeron al dirigente nacionalista Aldeljaleq Torres del Partido de las Reformas Nacionales (PNR), entre otras, las siguientes demandas:

  1. Libertad para la prensa musulmana,”porque no existe periódico alguno en nuestra zona sino el subvencionado por España”
  2. Creación de un Consejo Consultivo que obligaría a Madrid a contar con la opinión de los autóctonos en todo lo que se emprendiera en el territorio.
  3. El tener una representación musulmana en el Parlamento para que defendiera los intereses de los indígenas.
  4. Fijación en los presupuestos de las cantidades suficientes para la Enseñanza.
  5. Facilidades a los pequeños agricultores de la Caja del préstamo agrícola.

Un año y medio después, en el otoño de 1932, ante la no satisfacción de estas demandas, los nacionalistas marroquíes protestaron públicamente en Tetuán. En un manifiesto pedían elecciones municipales libres, libertad de prensa y la creación de un Consejo Superior constituido de marroquíes que se encargaría de votar el presupuesto general de la zona. Sus reinvindicaciones no fueron, de nuevo, atendidas, con la excepción de la relativa a la propia prensa. En efecto, el 1 de octubre de 1933 apareció en los kioscos la revista Essalam (La Paz) y, unos meses más tarde, el 1 de marzo de 1934, el semanario Al Hayat (La Vida). De hecho, en Tetuán circulaban y se comercializaban periódicos y libros prohibidos en el Protectorado francés lo cual, junto con la mayor pemisividad de que gozaban los nacionalistas marroquíes en la zona española, fue objeto de críticas y reproches en la prensa castrense gala como en la publicación La France Militaire.14

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Fuente: Actas I Congreso…

En lo relativo al desarrollo económico, el gobierno republicano se había limitado a dar cumplimiento a las obras en curso en 1928 aunque sí que se avanzó en el ámbito educativo y en lo referente a la urbanización. Se siguió con la construcción de la carretera Tetuán-Melilla , obra clave del programa de Obras Públicas del 28. En el verano de 1933, Casares Quiroga dijo que el gobierno estudiaba un plan para hacer en norte del Protectorado una expansión de la industria y el comercio español.15

Lo cierto es que todo se quedó en buenas palabras y que la inversión del Estado en la zona incluso después de la pacificación del territorio en 1927, siguió beneficiando a los militares. Además, la burocracia civil que comenzó a surgir en los años treinta terminó aliándose con el ejército colonial para repartirse el poder y la participación en los negocios que generaba la misma presencia española en el protectorado. No en balde se ha hablado del complejo burocrático-militar en Marruecos. Este nuevo grupo se destacó como el principal beneficiario de la “protección” dispensada por España a la colonia.16

Los militares africanistas se mostraron especialmente descontentos con las medidas introducidas por Azaña, particularmente con las que tenían como objetivo la reducción del ejército de Marrruecos y el propósito de colocar las riendas del Protectorado en manos del elemento civil (primacía del alto comisario civil sobre el jefe militar de la zona, sustitución de los interventores militares por otros civiles).

Solo durante el Bienio Negro, con la ocupación por el gobierno republicano del enclave de Sidi Ifni el 27 de marzo de 1934 y la participación de la Legión y los Regulares de Marruecos en el aplastamiento de la Revolución de Asturias de octubre del mismo año, se estableció cierta complicidad entre las autoridades de Madrid y los oficiales destinados en el norte de África.

Aún así, los altos comisarios que nombró la República desde Madrid entre junio de 1931 y julio de 1936 para dirigir la tarea colonial (López Ferrer, Juan Moles, Rico-Avello y Álvarez Builla) probablemente no fueron los más acertados. Este último, Arturo Álvarez Builla, Capitán de Artillería y Aviación, fue quien tuvo que hacer frente a la sublevación militar el 17 de julio de 1936. Él y el General Jefe Gómez Morato fueron detenidos por los golpistas y el primero sustituido por el coronel Eduardo Sáenz de Buruaga. El general de brigada Juan Luis Beigbeder (Cartagena, 1888- Madrid, 1957) se hizo cargo entonces de la Delegación de Asuntos Indígenas y al día siguiente acudió a informar de la rebelión militar al jalifa Muley Hassan y al gran visir de Tetuán, Ahmed el Jaunia y obtuvo el apoyo de ambos. Se produjo, eso sí, un momento de grave tensión en Tetuán al ser la ciudad bombardeada por la aviación republicana con un balance de 15 muertos y 40 heridos. Las ocho bombas arrojadas alcanzaron una mezquita y sus alrededores. Inmediatamente se formó una manifestación delante del edificio del Alto Comisariado, que también había sido dañado, y gracias a la intervención de Beigbeder (que solicitó la ayuda de su amigo el visir Ahmed el Jaunia), la cosa no fue a más.17

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Prensa local del protectorado anunciando el golpe de estado. Fuente: Público

La figura de Beigbeder es crucial para entender por qué resultó bastante sencillo para los sublevados el hacerse con el apoyo de buena parte de la población del Protectorado. El militar recibió en julio de 1936 a Mohammed Dud y Tuhami el Ouazzani, dirigentes nacionalistas tetuaníes, sensibles al panarabismo naciente y cada vez más seducidos por la política árabe del III Reich. Beigebeder había ocupado, además, entre 1929 y 1934 el cargo de agregado militar en Berlín y, desde su regreso a Tetuán habia establecido estrechas relaciones con la red nazi presente en la ciudad. Supo muy bien poner en valor el conocimiento del territorio, su dominio de la lengua árabe y sus contactos internacionales.18 No todos los nacionalistas locales, sin embargo, dieron soporte a los militares sublevados. Es el caso del anteriormente mencionado Aldelhaleq Torres el cual, después de las elecciones del 16 de febrero de 1936 advirtió al gobierno de Madrid de la amenaza de golpe que se perfilaba en Marruecos, fomentado por el ejército colonial con la participación de elementos de la ultraderecha falangista en Tetuán, Larache y Ceuta. Los militares africanistas lo consideraban próximo a los republicanos y francmasones e incluso preveían su eliminación física en caso de resistencia. Todo ello formaba parte de las 25 instrucciones secretas del 25 de mayo establecidas por Mola y confirmadas por las del 30 de junio. Beigbeder convenció, a pesar de todo, al intransigente general Orgaz para que se limitase a asignarlo a una residencia vigilada. 19

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Juan Luis Beigbeder. Fuente: Página personal de José Carlos Canalda

Beigbeder, no obstante, fue más allá y con una indudable habilidad le propuso a Torres ayudarle a fundar el partido que le había rechazado la República, imponiéndole, sin apenas esfuerzo como condición principal: que calcara su modelo organizativo del de las falanges árabes que ya existían en el Oriente Próximo especialmente la libanesa de Shakib Arslan (Chueifat, Líbano, 1869- Beirut, 1946). De hecho, el propio Arslan participaría en octubre de 1936 en Tetuán en el Congreso de la Asociación de Estudiantes Norte-Africanos (A.E.M.N.A) que había sido prohibido por las autoridades francesas en su zona de ocupación.20

El mismo día 19 de julio, una notable parte de los rifeños coordinada por Suliman Al-Jatabbi, el primo de Abd- el-Krim, se reunió con un grupo considerable de caídes de la región en Adjir con la intención de predisponerles a favor de Franco. La mayoría de las autoridades nativas simpatizaba con los sublevados de los cuales -pensaban-, podían sacar más partido que de los franceses21. Unos franceses, menos pemisivos con los nacionalistas en su Protectorado y que eran favorables al gobierno republicano español. Los sublevados se encargaron, igualmente, de vender muy bien la idea de unos rojos ateos y enemigos de la religión y, por tanto, potencialmente adversarios de los musulmanes.

Los jefes militares del Protectorado habían empezado pronto su labor de captar voluntarios entre los marroquíes, incluso en Sidi Ifni, el Sáhara o la zona francesa. En este último caso hacía falta informar a los militares galos, cosa que no se hizo. A los jóvenes les atraía la paga, alrededor de 4 pesetas diarias y, como ya se ha comentado, los llamamientos que acentuaban unos valores casi propios de la yihad contra los “sin Dios” marxistas.22

Adnan Mechbal pone de relieve el doble juego llevado en la zona española por el aparato jajzení (el jalifa, sus ministros, gobernadores, caids, moqadems, zauías, chorfas y notables) quienes respondieron positivamente a las solicitaciones de los generales insurrectos facilitándoles el reclutamiento y el alistamiento de los súbditos del Sultán, sin atribuirlo al Sultán. Este, el 6 de septiembre de 1936 en una declaración recordaba implícitamente el statu quo fijado por el tratado del Protectorado del 1912 (que confería al Sultán un papel simbólico de garante de la neutralidad de su administración y de todos sus súbditos con respecto a las vicisitudes políticas y militares de los protectores), desaprobaba el reclutamiento, pero no el reclutador en una muestra más de ese doble juego a que se refería Mechbal.23

El mismo mes de septiembre, el gobierno republicano español denunciaba la ilegalidad jurídica internacional del reclutamiento. Franco, sin embargo, se posicionó, muy hábilmente, a favor del Sultán acusando a los republicanos y a Francia de amenazar la soberanía de este último y de traicionar el espíritu del tratado de 1912.24

¿Cuántos marroquíes fueron reclutados? No hay unanimidad en las cifras. El diplomático e hispanista Bouhhaleb el Attar habla de “cerca de 100.000 combatientes del Norte de África”. Según él, eran jóvenes que se enrolaron en lugares donde reinaba la miseria y la ignorancia y fueron, precisamente éstas las que los empujaron a luchar por los caminos y pueblos de la Península. Las zonas de extracción de los soldados eran mayoritariamente las montañas del Rif.25

Mohamed Lamraoui, por su parte, en su TFM, estima entre 70.000 y 100.000 los marroquíes procedentes del Protectorado español que lucharon durante la Guerra Civil en el bando sublevado. Se trataba de una presencia considerable ya que se trataba -afirma-, del 7’5% de la población de la zona controlada por España. Los hombres tenían edades comprendidas entre los 15 y los 50 años.

En la misma línea que el Attar, Lamroui atribuye a la miseria y a la ignorancia el que se alistaran en el ejército rebelde. El reclamo era jugoso ya que recibían una paga de 180 pesetas mensuales, con dos meses de anticipo y cuatro kilos de azúcar, una lata de aceite y tantos panes como hijos tuviera la familia del soldado.26

El periodista Tomás Barbullo habla de “cerca de cien mil marroquíes de entre 16 y 50 años” reclutados en las cabilas del norte y “en los miserables poblados del Ifni”. Entre ellos hubo 20.000 muertos en combate a los que habría que sumar los que fallecieron como consecuencia de enfermedades y los mutilados. Cuando terminó la guerra, los que quedaron vivos fueron licenciados y repatriados sin contemplaciones. Según Barbullo, los militares reclutaron a marroquíes a través de la red de caídes y amigos que el Ejército de África había tejido durante los años anteriores. Como Lamroui, el reportero subraya el reclamo económico, la paga de 180 euros y los alimentos lo cual hacía que “empujadas por el hambre, miles de familias enviaron a sus hijos al matadero27”.

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Jokin L. B, por su parte, avanza la cifra de 75.000 marroquíes que lucharon para Franco (alrededor del 7% de todas las tropas nacionales) en total, el 7’5% de la población marroquí y una décima parte de ellos procedía del Protectorado francés. En cuanto a los heridos y muertos en combate, en los registros incompletos solo hay contabilizados 62.272 voluntarios y constan 11.000 muertos. Esta cifra representaría un 18% del total incluso comparado con las bajas sufridas por las Brigadas Internacionales. Hubo protestas localizadas en contra del reclutamiento en agosto de 1936 y em marzo de 1937 en una parte de Beni Urriagel, la antigua cabila de Abd -el-Krim.28

Adnan Mechbal cuestiona las cifras de los restantes autores citados incluida la de que los alistados representasen el 7’5% de la población del Protectorado. Mechbal considera que tales estimaciones no se basan en cálculos específicos y rigurosamente científicos. El investigador de la Universidad de Angers insiste, además, en que el reclutamiento de los marroquíes a través de los trescientos cincuenta puestos establecidos apresuradamente en la zona del Protectorado español no se hizo en un espacio-tiempo continuo, sino que se extendió a loa largo de un periodo de más de dos años. Discontinuidad que se tiene que aplicar -sostiene-, también al traslado a la Península tanto de los reclutados como de las tropas coloniales profesionales.29

Como se ha señalado anteriormente la incorporación al ejército sublevado no suscitó la unanimidad entre los marroquíes. Hubo incluso algún intento de contactar con los republicanos en septiembre de 1936. Según el profesor Abdelmajid Benjelloun, de la Universidad de Rabat-Agdal, señalados trotskistas como David Rousset, Robert Louzon y R.L coincidieron con Altal-el-Fassi, M. Hassan el-Ouazzani y Omar Benbdeljalil en la ciudad de Fez para considerar la posibilidad de un acercamiento de los activistas locales a la República a cambio de determinadas concesiones.30 Una delegación del Comité de Acción Marroquí (CAM) encabezada por los representantes mencionados antes, se trasladó a Barcelona donde suscribió un acuerdo con el Comité Central de Milicias Antifascistas (en adelante, CCMA) el cual fue, ulteriormente, rubricado por la Generalitat bajo la presidencia de Companys. Según los términos del mismo, los nacionalistas marroquíes se comprometían a sublevar las cabilas norteñas del Protectorado en contra de los militares rebeldes a cambio de que la República les reconociera una autonomía similar a la de Cataluña. Con posterioridad, una delegación del CCMA se trasladó a Madrid para recabar el apoyo del gobierno central, presidido por Largo Caballero. Un apoyo que no recibió ya que el ejecutivo republicano español temía que el gobierno francés se alarmara por el estallido de un movimiento revolucionario y nacionalista que cuestionase también su dominación colonial.

Los republicanos perdieron, quizás, una oportunidad de cambiar el signo de la guerra. Lo cierto es, sin embargo, que tampoco en el terreno de la propaganda fueron precisamente hábiles. De hecho, en sus carteles, en la prensa, en los romances, etc, se desplegó una representación del “moro” (término más utilizado en el romancero republicano para referirse a los marroquíes aunque también se utilizasen a menudo los de “marroquíes” y “rifeños”) extremadamente repulsiva, haciéndole responsable de unos crímenes, no ya de guerra, sino que estarían relacionados con su supuesta naturaleza sanguinaria. Al respecto Francisco Sánchez Ruano ha estudiado la imputación a los norteafricanos de horrendos crímenes de guerra, presentando testimonios orales que inculpan a otros grupos rebeldes (legionarios, requetés, Guardia Civil, etc) en la represión tanto o más que los moros.31

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La deshumanización del marroquí que combatía con las tropas de Franco no se aplicaba a los italianos o a los alemanes que luchaban igualmente en el bando sublevado. Aquel era considerado como un enemigo ancestral de lo español. En palabras de Xavier Domingo:

A Franco se le excusa, por ejemplo, hasta cierto punto, que se hiciera ayudar por el alemán o el italiano. Pero no se le perdonan las harkas morunas… para el subconsciente de muchos españoles, lo que justificaba la presencia de esos indígenas del Atlas en las filas de Franco, más que razones políticas o militares, era el deseo de humillar al rival en su “honor.” De mancharlo y reducirlo a la nada psicológica. Los moros no estaban allí para guerrear sino para “violar” a las mujeres del pueblo español… Lo más posible es que la mayor parte de los mismos campesinos marroquíes mercenariados por el ejército franquista por cuatro chavos, -siempre más que la miseria tremenda del propio país-, fueran inconscientes del tremendo pavor sexual que despertaban.32

Los rebeldes, por su parte, sabedores del miedo que despertaban los soldados norteafricanos les prometían mujeres blancas como le confesaron mandos militares al periodista norteamericano John Whitaker, el cual lo reveló en unas declaraciones hechas a la revista Foreign Affairs en octubre de 1942:

Nunca me negaron que hubiesen prometido mujeres blancas a los moros cuando entrasen en Madrid. Sentado con los oficiales en un vivac del campamento les oí discutir la connivencia de tal promesa; sólo algunos sostenían que una mujer seguía siendo española a pesar de sus ideas “rojas”. Esta práctica no fue negada tampoco por El Mizzian, el único oficial marroquí del ejército español. Me encontraba con este militar en el cruce de carreteras de Navalcarnero cuando dos muchachas españolas, que parecían no haber cumplido aún los veinte años, fueron conducidas ante él. Una de ellas había trabajado en una fábrica de tejidos de Barcelona y se le encontró un carné sindical en su chaqueta; la otra, de Valencia, afirmó no tener convicciones políticas. Después de interrogarlas para conseguir alguna información de tipo militar, El Mizzian las llevó a un pequeño edificio que había sido la escuela del pueblo, en el cual descansaban unos cuarenta moros. Cuando llegaron a la puerta, se escuchó un ululante grito salido de las gargantas de los soldados. Asistí a la escena horrorizado e inútilmente indignado. El Mizzian sonrió afectadamente cuando protesté por lo sucedido diciendo: “Oh, no vivirán más de cuatro horas.33

¿ Qué conclusiones podríamos extraer de lo hasta aquí expuesto?

1ª La Segunda República decepcionó las esperanzas de cambio que habían depositado en ella los nacionalistas marroquíes. No hubo una mejora notable de las infraestructuras ni se permitió autonomía para la región. Sí que es cierto que las publicaciones en árabe de los activistas marroquíes (y los mismos activistas) circulaban con mayor libertad en el Protectorado español que en el francés, pero ello no fue suficiente para seducirlos para la causa republicana.

2ª La mayoría de los historiadores y especialistas consideran que la miseria, la acuciante necesidad de ganarse la vida y, en muchos casos, de mantener una familia fue el principal motivo para alistarse en las tropas sublevadas.

3ª Los militares rebeldes demostraron una gran habilidad para ganarse el apoyo de los marroquíes. Prepararon con tiempo el reclutamiento y su control efectivo del territorio (que detentaban allí el poder real en detrimento de las autoridades de Madrid) les facilitó enormemente la tarea. El papel de figuras como Beigbeder fue clave al respecto. Fueron también hábiles al presentar a los republicanos como ateos enemigos de la religión y, por tanto, del Islam.

4ª La República no aprovechó la oportunidad que se le presentó en septiembre de 1936 de dar la vuelta a la situación en el Protectorado. No sabemos si la tentativa hubiera tenido éxito, pero es que ni siquiera se intentó por miedo a la reacción de Francia.

5ª Francia y, especialmente sus militares en la zona, no veían con buenos ojos la permisividad de que gozaban los nacionalistas marroquíes en el lado español. Ello podría explicar, en parte, tal vez, el reclutamiento de nativos en su territorio, tanto más sorprendente cuanto que en la época gobernaba en París el Frente Popular, aliado de Madrid.

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Notas

1 Silvia Beltrán Marco, Las dos caras del colonialismo en Marruecos. Trabajo de fin de grado (32599).Grado en Traducción e Interpretación. Línea de investigación: Contrastes culturales. Hamel Benbernou Hamidou (tutora). Universidad de Alicante. Fecha de entrega: 4 de junio del 2015 (en línea) (consulta 25/0872018). Disponible en: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/47867/1/Las_dos_caras_del_colonialismo_en_Marruecos_BELTRAN_MARCO_SILVIA.pdf
2 Georges Surdon, France en Afrique du Nord. Argel: Alger Républicain, 1946. Citado por: Silvia Beltrán Marco Las dos caras del colonialismo en Marruecos. Trabajo de fin de grado (32599).Grado en Traducción e Interpretación. Línea de investigación: Contrastes culturales. Hamel Benbernou Hamidou (tutora). Universidad de Alicante. Fecha de entrega: 4 de junio del 2015 (en línea) (consulta 25/0872018). Disponible en: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/47867/1/Las_dos_caras_del_colonialismo_en_Marruecos_BELTRAN_MARCO_SILVIA.pdf
3 “Protectorado de España en Marruecos”. En: Biblioteca Nacional de España, (en línea) (consulta 27/08/2017). Disponible en: http://www.bne.es/export/sites/BNWEB1/webdocs/Servicios/Informacion_bibliografica/Exposiciones_bibliograficas/Protectorado_de_Espana_en_Marruecos_1912_1956/PROTECTORADO1.pdf
4 Miguel Martín, El colonialismo español en Marruecos (1860-1956). París: Ruedo Ibérico, 1974, pp.13-14 (en línea) (consulta 27/08/2018).
5 Josep Lluís Mateo Dieste, El “moro” entre los primitivos. El caso del Protectorado español en Marruecos.J. Nogué y J.L.Villanova (editores). Barcelona: Fundación La Caixa, 1997. Citado por: Eloy Martín Corrales en “El Protectorado español en Marruecos (1912-1956). Una perspectiva histórica.” En: España en Marruecos (1912-1956). Discursos geográficos e intervención territorial, Lérida: Editorial Milenio, 1999, pp.145-158.
6 Ibidem.
7 Víctor Morales Lezcano El colonialismo hispano-francésen Marruecos (1898-1927).Granada: Ed. Universidad de Granada, 2002. Citado por: Silvia Beltrán Marco Las dos caras del colonialismo en Marruecos. Trabajo de fin de grado (32599).Grado en Traducción e Interpretación. Línea de investigación: Contrastes culturales. Hamel Benbernou Hamidou (tutora). Universidad de Alicante. Fecha de entrega: 4 de junio del 2015 (en línea) (consulta 25/0872018). Disponible en: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/47867/1/Las_dos_caras_del_colonialismo_en_Marruecos_BELTRAN_MARCO_SILVIA.pdf
8 Ibidem.
9 Luís María Cazorla Prieto. El general Silvestre y la sombra de el Raisuni. Ed: Almuzara, 2013. Citado por: Silvia Beltrán Marco Las dos caras del colonialismo en Marruecos. Trabajo de fin de grado (32599).Grado en Traducción e Interpretación. Línea de investigación: Contrastes culturales. Hamel Benbernou Hamidou (tutora). Universidad de Alicante. Fecha de entrega: 4 de junio del 2015 (en línea) (consulta 25/0872018). Disponible en: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/47867/1/Las_dos_caras_del_colonialismo_en_Marruecos_BELTRAN_MARCO_SILVIA.pdf
10 Josep Lluís Mateo Dieste, El “moro” entre los primitivos. El caso del Protectorado español en Marruecos.J. Nogué y J.L.Villanova (editores). Barcelona: Fundación La Caixa, 1997. Citado por: Eloy Martín Corrales en “El Protectorado español en Marruecos (1912-1956). Una perspectiva histórica.” En: España en Marruecos (1912-1956). Discursos geográficos e intervención territorial, Lérida: Editorial Milenio, 1999, pp.145-158.
11Ibidem.
12 En la primera, que coincidía con el mundo urbano y arabizado, regiría la ley islámica (Sharia). En la segunda, que coincidía con el mundo rural y bereber, donde rige el derecho consuetudinario, se iría introduciendo la ley francesa y se le sustraería de la jurisdicción del sultan. Rachid Ahmed Raha “El Dahir Bereber contra los bereberes.”En: Aldaba.Revista del Centro Asociado de la UNED en Melilla, 1993, núm 21, pp.161-165 (en línea) (consulta 31/08/2018). Disponible en: http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:Aldaba-1993-21-2100/Documento.pdf
13 Yolanda Aixelá- Cabré “El activismo nacionalista marroquí (1927-1936)- Efectos del Protectorado español en la historia del Marruecos colonial.” En: Illes i imperis, núm 19, 2017, p.147 (en línea) (consulta 31/08/2018). Disponible en: https://www.raco.cat/index.php/IllesImperis/article/view/20.8050.02.24
14 Mohamed Boundi “Nacionalistas tetuaníes en el Protectorado español”. En: Periodistas en español, 12/06/2015, (en línea) (consultra 31/08/2018). Disponible en: https://periodistas-es.com/nacionalistas-tetuanis-protectorado-espanol-54153
15 Jokin L. B. “El Protectorado Español de Marruecos bajo la Segunda República Española.” En:El camino ardiente 24/06/2012, (en línea) (consulta 01/09/2018). Disponible en: https://elcaminoardiente.wordpress.com/2012/06/24/el-protectorado-espanol-de-marruecos-bajo-la-segunda-republica-espanola/
16 Josep Lluís Mateo Dieste, El “moro” entre los primitivos. El caso del Protectorado español en Marruecos.J. Nogué y J.L.Villanova (editores). Barcelona: Fundación La Caixa, 1997. Citado por: Eloy Martín Corrales en “El Protectorado español en Marruecos (1912-1956). Una perspectiva histórica.” En: España en Marruecos (1912-1956). Discursos geográficos e intervención territorial, Lérida: Editorial Milenio, 1999, pp.145-158.
17“Bombardeo de Tetuán.” En: Wikipedia. La enciclopedia libre. (última actualización 21/06/2018) (consulta 03/09/2018). Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Bombardeo_de_Tetu%C3%A1n
18 Adnan Mechbal “Los Moros de la Guerra Civil española: entre memoria e historia.” En: Amnis. Revue de civilisation contemporaine, núm 2, 2011, (en línea) (consulta 03/09/2018). Disponible en: https://journals.openedition.org/amnis/1487#quotation
19 Ibidem.
20 Juliette Bessis La Méditerranée Fasciste. L’Italie musolinienne et la Tunisie.París: Khartala. Publications de la Sorbonne, 1981. Citado por: Jesús Albert, “Las relaciones entre los fascismos y el movimiento nacionalista árabe.” En: Revista de Estudios Internacionales Mediterráneos. REIM, nº 6 (septiembre- diciembre 2008). pp. 53-57. ISSN 1887-4460(en línea) (consulta 05/09/2018). Disponible en. https://revistas.uam.es/index.php/reim/article/view/784
21 José Fernando García Cruz “ Las fuerzas militares nativas procedentes del Protectorado de Marruecos. Trascendencia política de su aplicación en las operaciones militares durante la Guerra Civil española.” En: Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea .núm 2 (2001-2002)
22 JokinL. B. “El Protectorado Español de Marruecos bajo la Segunda República Española.” En:El camino ardiente 24/06/2012, (en línea) (consulta 01/09/2018). Disponible en: https://elcaminoardiente.wordpress.com/2012/06/24/el-protectorado-espanol-de-marruecos-bajo-la-segunda-republica-espanola/
23 Adnan Mechbal “Los Moros de la Guerra Civil española: entre memoria e historia.” En: Amnis. Revue de civilisation contemporaine, núm 2, 2011, (en línea) (consulta 06/09/2018). Disponible en: https://journals.openedition.org/amnis/1487#quotation
24 Ibidem.
25 Boughaleb el Attar “Los marroquíes en la Guerra Civil.” En : El País, 17/08/2018, (en línea) (consulta 05/09/2018). Disponible en: https://elpais.com/diario/2009/04/10/opinion/1239314405_850215.html
26 Mohamed Lamraoui La participación árabe en la Guerra Civil Española.Árabes franquista y árabes republicanos.Trabajo de Fin de Máster. Dra Benmiderad Nacira (directora). Curso 2016-2017. Universidad Abou Beck Belakaid. Tlemcen. Facultad de Letras y Lenguas. Departamento de Francés. Sección de Español. (en línea) (consulta 06/09/2018).
27 Tomás Barbullo “Los moros de la cruzada de Franco.” En: El País, 01/03/2018, (en línea) (consulta 06/09/2018). Disponible en: https://elpais.com/diario/2008/03/01/babelia/1204329979_850215.htmlhttp://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:http://dspace.univ-tlemcen.dz/bitstream/112/11325/1/mamraoui-mohamed.pdf
28 JokinL. B. “El Protectorado Español de Marruecos bajo la Segunda República Española.” En:El camino ardiente 24/06/2012, (en línea) (consulta 01/09/2018). Disponible en: https://elcaminoardiente.wordpress.com/2012/06/24/el-protectorado-espanol-de-marruecos-bajo-la-segunda-republica-espanola/
29Adnan Mechbal “Los Moros de la Guerra Civil española: entre memoria e historia.” En: Amnis. Revue de civilisation contemporaine, núm 2, 2011, (en línea) (consulta 06/09/2018). Disponible en:https://journals.openedition.org/amnis/1487#quotation
30 Víctor Morales Lezcano “Madrid-Tetuán (1931-1936).” En: Historia 21, (en línea) (consulta 07/09/2018). Disponible en: http://www.archivodelafrontera.com/docs/historia-21-victor-morales-lezcano/
31 Francisco Ruano Sánchez Islam y la guerra civil española. Madrid: La Esfera de los Libros, 2004. Citado por: Carmen T. Sotomayor Blázquez “El moro traidor, el moro engañado: variantes del estereotipo del Romancero republicano.” En: Anaquel de Estudios Árabes, 2005, vol.16, p.239. (en línea) (consulta 07/09/20189.
32 Xavier Domingo Erótica hispánica. París: Ruedo Ibérico, 1972. Citado por: Carmen T. Sotomayor Blázquez “El moro traidor, el moro engañado: variantes del estereotipo del Romancero republicano.” En: Anaquel de Estudios Árabes, 2005, vol.16, p.239. (en línea) (consulta 07/09/20189.
33 Ignacio Cembrero “La última victoria de El Mizzian, el general exterminador”. En: El País 04/06/2016. (en línea),(consulta 08/09/2018). Disponible en: http://elpais.com/diario/2006/06/04/espana/1149372011_850215.html
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