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Cuatro extranjeros en la Rosa de foc

H. E. Kaminski, George Orwell, Franz Borkenau y Burnett Bolloten. Todos ellos tienen varias cosas en común (al margen de lo obvio: su obra al respecto) los cuatro estaban en España al inicio de la contienda y sus descripciones del furor revolucionario en Cataluña son deslumbrantes.

Aunque España siempre ha atraído la atención de los eruditos extranjeros piénsese en los románticos «aventureros» del S. XVIII, fue durante el convulso período que va de proclamación de la segunda República, el triunfo frentepopulista del ’36 y el posterior golpe de Estado cuando un buen número de observadores de diferentes países; periodistas, fotógrafos, escritores, antropólogos o sociólogos, generalmente prodemócratas, de izquierdas o liberales, se dedicaron desde el terreno a escribir sus impresiones.

muertosEn mi opinión, cuatro de los más destacados y cuyos trabajos respectivos son los más correctos e inquisitivos fueron H. E. Kaminski, George Orwell, Franz Borkenau y Burnett Bolloten. Aunque de diferentes visiones ideológicas y profesionales, los cuatro tienen varias cosas en común: estaban en España antes del estallido de la contienda, eran objetivamente simpatizantes de la República y sus descripciones del furor vivido aquellos días en Cataluña son magistrales.

El conocido y citado bucólico y potente pasaje de Orwell en su Homenaje a Cataluña: «Por primera vez en mi vida me encontraba en una ciudad en la que la clase trabajadora llevaba las riendas, todos los edificios estaban en manos del proletariado y cubiertos con banderas rojas o rojinegras los templos habían sido destruidos o incautados, […] camareros y clientes se miraban por primera vez a la cara como iguales, las formas serviles habían desaparecido, nadie decía ‘Usted’, ‘don’ o ‘señor’, todos se trataban de ‘tú» y se saludaban con un ‘Salud’ […]» es una impecable declaración de principios «nunca estuve en un país dirigido por los propios obreros«

No menos interesante es la observación de Kaminski en Los de Barcelona«[…] En todas las casas, en todas las paredes, en todas las vestimentas, en los coches y vagones, en cualquier sitio se ven frases y dibujos alusivos a la lucha contra el fascismo […] esta propaganda no se ve organizada ni artificial, no procede de ningún ‘ministerio’, surge del fondo del alma del pueblo […]». Partidario de una alianza antinazi entre los social-demócratas y el partido comunista alemán, en febrero de 1933 y tras la victoria del nazismo, abandona Alemania y se traslada a París donde se acerca a los círculos del anarquismo, especialmente al anarcosindicalismo de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT).  Entre septiembre de 1936 y febrero de 1937, Kaminski asiste en España a la Revolución social en Cataluña. De esa experiencia, surge Los de Barcelona, «la historia de quienes la hacen: el pueblo», un testimonio (que quizá peca de exceso de lírica y optimismo) sobre «aquellos días confusos de entusiasmo en que la experiencia libertaria catalana representaba, tras el fracaso ruso, la esperanza de un mundo que quería cambiar y tenía que hacerlo».

Por su parte Borkenau, mucho más analista y calculador que Orwell (ya en 1929 se fue del KPD, Partido Comunista Alemán, ante la deriva estalinista)

Desde España describe un panorama utópico y preñado de futuro:«

[…] Talleres y fábricas socializados, ausencia de policía, sacas y ejecuciones sumarias, el pueblo armado por las calles … ¿Acaso no es eso a lo que se llama ‘revolución’?» aunque muy atinadamente ya apuntaba» […] aunque los comunistas ya desde el primer día tras la victoria en Barcelona comenzaron a plantear demandas económicas, tales como pensiones para las viudas de los caídos en la combate y dinero para ampliar su estatus, mientras que, por el contrario, los anarquistas no dijeron una sola palabra acerca de jornales, salarios, pensiones u horas de trabajo, argumentando que todo sacrificio ha de estar supeditado a la Revolución sin esperar recompensa […]».

Bolloten, desde una perspectiva más amplia, apunta ya en el principio lo que será el leiv motiv fundacional de su tesis: «Aunque el estallido de la guerra fue seguido de una Revolución social a gran escala -en algunos aspectos más profunda que la bolchevique en sus inicio- a millones de personas lúcidas fuera de España se les ocultó su profundidad, su magnitud y su mera existencia gracias a una política de duplicidad e hipocresía sin parangón en la historia«

Entre los textos de los cuatro se puede ir trazando una excelente composición de lugar sobre lo que fueron los primeros momentos y cómo llegaron a muchas conclusiones que los miembros de los sucesivos gabinetes ministeriales republicanos jamás demostraron atisbar siquiera.

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En Homenaje a Cataluña, afirma  «vine a España a matar fascistas, porque alguien tenía que hacerlo», fue de los pocos que tuvo la agudeza de ver como la nuestra no sería más que el preludio y prueba de una guerra mundial. Llegó con las brigadas internacionales gracias a los auspicios del Partido Laborista británico (pese a no estar afiliado a éste) y fue asignado al POUM, aunque tiempo después declararía que «de haber conocido mejor entonces la situación política española me habría unido como miliciano con la CNT«. El éxito del libro revivió entre los historiadores el interés por los citados sucesos de mayo en los que, bajo una campaña emprendida por un recién creado PSUC, llegaría el imperio de terror de la GPU (Administración Política del estado, policía secreta soviética luego conocida por NVDK) durante esas cainitas jornadas de mayo del ’37 (en las que Orwell llegó a ser herido en el cuello) el POUM fue sumariamente eliminado y su líder Andreu Nin secuestrado, torturado y asesinado por ‘técnicos’ rusos y la connivencia de destacados miembros del gobierno, así como ideólogos afines como Bernieri y Barbieri entre otros tantos. Por su lado la CNT, cuyo comportamiento durante la lucha fue fuente de escisiones y controversia al entrar a formar parte de un gobierno (un auténtico oxímoron para cualquier librepensador ácrata) también perdió gran parte de su hegemonía y credibilidad en este conflicto; se vio en una de las más duras disyuntivas de su historia y mayor fuente de conflicto, aún hoy escenario de múltiples discusiones entre la familia libertaria.

Por suerte, la obra de Burnett Bolloten, denigrada hasta el hartazgo y considerada «obra de la CIA», está siendo cada vez más aceptada e integrada en la bibliografía sobre este período, ya es inexcusable, tras décadas en la sombra, injustamente calificada de filo-franquista por quienes la consideraban como «otro ataque más al comunismo» y aquellos cuya particular y partidista visión de la historia se veía claramente comprometida con su arrollador despliegue de datos contra el que resultaba imposible debatir; pocos autores han dedicado una vida entera al estudio e investigación de un lustro escaso de un país pequeño en un continente con parpadeantes y eternos conflictos, pero esto parecía importar poco a los autores universitarios burgueses o marxistas (aunque sólo lo sean en el ámbito metodológico). Pero el inmenso trabajo de Bolloten no es sólo pirotecnia documental: no solo vivió el estallido del conflicto mientras trabajaba como corresponsal de Associated Press y fue testigo de aquel julio en la Barcelona revolucionaria, lo que le aporta un plus de verosimilitud a su incansable lucha vital por desarrollar más y más su libro con el paso de los tiempos, sino que los continuados aportes documentales y nuevas entrevistas la hicieron pasar de las 400 páginas a las casi 1.300 en su última edición de 2015, además de contar con un anexo bibliográfico que la convierte en la más completa jamás realizada sobre el tema: 76 páginas con unos 600 libros citados, centenares de documentos y múltiples entrevistas.

El gran engaño llegó a España por primera vez en 1964 en una edición que el falangista Luis de Caralt retradujo y manipuló al gusto del Movimiento, con un prólogo insulso y retorcido Manuel Fraga, que estaba a punto de ser nombrado ministro de Información y el libro fue usado (como lo fueron las memorias de Adolfo Bueso, Olaya Morales o Abad de Santillán entre otros) como ariete intelectual en los embites contra el PCE (ávido de entrar en las instituciones en los 70), en unos momentos en que el régimen hacía aguas por todas partes. Aunque tampoco podemos obviar que en la cúpula de aquél partido se encontraban algunos de los principales objetivos de los dardos «bollotianos»,  como Dolores Ibarruri y Santiago Carrillo, dirigentes del PCE y JSU en aquellos años, por tanto cómplices de toda la política arribista, represiva y antirrevolucionaria que se llevó a cabo.

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Bolloten en 1980

Tras las acciones legales emprendidas por el representante de Bolloten, Caralt retiró el prólogo aunque el daño estaba hecho y en plena psicosis de la guerra fría ya había calado como tendencioso gracias a aquella portada ultrasensacionalista (que mostraba un país con el «estigma» de la estrella roja ocupando la península) pasó a formar parte del imaginario común del españolito catequizado medio.

1ª edición de la obra de Bolloten en su edición de Caralt y prólogo de Manuel Fraga

El gran engaño fue toda su meta, siguió trabajando en él toda su vida, acumulando una correspondencia impresionante con los principales personajes, de Tarradellas a García Oliver pasando por el general Miaja, este voluminoso documento es conocido como el ‘Cuestionario Bolloten‘, seguramente el archivo más consultado y recurrente para cualquier estudioso. Hoy, cerca de un millón de microfilms, libros, revistas, folletos y cajas de documentos alimentan la Hoover Institution de Stanford, donde está depositada su inmenso trabajo. Y no hay un sólo texto actual  digno de reseña que no lo incluya en algún punto de su apéndice bibliográfico.

La aventura de Borkenau es mucho menos densa y abrumadora aunque sus clarividentes dotes investigadoras anticipan la catástrofe ya en 1936 -y no me refiero a perder la guerra sino a ver llegar el fin de la unidad antifascista que supuso el frágil Frente Popular-

Alcanzó a ver que los comunistas no estaban cumpliendo con su papel de vanguardia y referente obrero, sino que, aliándose con la burguesía y los pequeños propietarios, se dedicaron concienzudamente a destruir la obra colectivizadora y demás logros libertarios por su mera supervivencia política. Más allá de esta imprescindible admonición alcanzó a atisbar la idea de la historia desde abajo; «existe un actor mucho más importante que cualquier líder de las facciones; el propio pueblo español […]», lo que se puede traducir en la práctica por el estudio de la historia desde abajo, la visión «thompsoniana», el método más digno de este oficio, acudiendo a la memoria oral del pueblo llano -alejándose de las grandes figuras históricas- y combinándolo con las técnicas académicas modernas de investigación.

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Franz Borkenau

Borkenau era sociólogo de formación lo que le proporcionó un método único en aquella labor de historiar un acontecimiento, llegó a España pensando en una lucha de la derecha contra la izquierda, su capacidad de observación le hizo comprender que arrastraba taras de su educación europea, vio que la española no se parecía nada a la idea de «guerra» que le habían inculcado, comprendió que, a diferencia del resto de Europa, los partidos políticos españoles no tenían equivalentes fuera, que éste era un conflicto atípico, observó cómo la tramoya-motor tras la situación española no tenía reflejo en Europa. Rompió con el estereotipo clásico del periodista extranjero tipo Hemingway y, como Orwell, supo amoldarse a las características del país y apreciar desde otro ángulo el desarrollo de los acontecimientos. En el prólogo a la primera edición escribió:

«Naturalmente que desde el punto de vista militar habrá un vencedor y, finalmente, un vencido, pero desde el prisma político, todos sin excepción serán derrotados»

 

Quiero destacar aquí su imprescindible valoración de la eclosión revolucionaria en Cataluña y en eso los cuatro son testigos de excepción, con una aguda e insobornable capacidad de análisis y cuya empatía con aquel pueblo libre, sin gobierno y dueño de la calle proporciona un ángulo diferente del oficialismo académico que durante décadas se dedicó a estudiar solamente las interrelaciones del poder político o militar, e incluso, algunos con especial empeño en poner al gobierno leal en la misma balanza que al bando de militares sublevados y, no lo olvidemos, dirigidos desde las sombras del pujante fascismo internacional, el poderoso caciquismo patrio y la santa madre iglesia. Ese ‘revisionismo’ tiene hoy en día mucha relevancia y el poder de alcanzar a las mentes más manejables e iletradas y logrando el objetivo de difuminar la historia real, ningunearla u obviarla directamente para dar rienda suelta a sus especulaciones, versiones particulares de los hechos escritas ad hoc para sus mitos filo-franquistas.

Por desgracia vivimos en una época en que la gente, ante mil libros que, por descontado, necesitan ser leídos e investigados, prefieren agarrarse a los tópicos y mantras que, aunque ya obsoletos por absurdos y falaces han encontrado un caldero en una nueva generación de insatisfechos que necesitan de simplezas y «culpables» a los que achacar cualquier mal…   

Y así es como se llega a un país en el que se hace bandera de la idiocia y discurso de la ocurrencia más conveniente por falsa que sea.

El neofascismo de hoy no tiene mejor aliado que el aborregamiento y la falsedad ante la ignorancia rampante.  A estas alturas del siglo y viendo los paralelismos con el anterior, el dicho de Santayana: «aquellos que desconocen su historia están condenados a repetirla» tiene una vigencia aterradora.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

  1. -Borkenau, Franz El reñidero español, relato de un testigo de los conflictos sociales y políticos de la Guerra Civil en España. Ruedo Ibérico 1971
  2. -Orwell, George Homenatje a Catalunya Virus ed. 2011
  3. -Bolloten, Burnett El gran engaño. Luis de Caralt 1964   •La lucha de las izquierdas por el poder. Alianza 1979  •La Guerra Civil española: Revolución y Contrarrevolución (Actualización y prólogo de G. Esenwein) Alianza 2015
  4. -Kamiski, H. E. Los de Barcelona. (Prólogo de José Peirats) Eds. del Cotal 1973

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