Biografías CNT Guerra civil Española Represión

La inacabada memoria y pena de muerte de Francisco Maroto del Ojo

Francisco Maroto del Ojo es, quizás, el anarquista granadino más conocido. Nacido en 1906, se crió en el barrio de San Cristóbal, una parte del Albaicín que se distinguía por sus cuevas y caminos de tierra. Su residencia familiar fue la «calle» Murallas de San Cristóbal número quince, que a menudo se confundía con la Plaza de San Cristóbal, seguramente porque las «fronteras» de ambas zonas serían más que difusas. Maroto fue ebanista de oficio, aunque durante algunos años trabajó como peón en la construcción. Vivió en varias ciudades como Sevilla o Salamanca, pero residió principalmente en su Granada natal y, posteriormente, Alicante, al encontrar trabajo de su oficio en dicha localidad.

Un joven Francisco Maroto del Ojo, en 1933 (Granada Gráfica).

En Granada encabezó varias huelgas y luchas sociales, especialmente la resistencia contra el Golpe de Estado del general José Sanjurjo, que se frenó en seco gracias a la decidida actuación de los trabajadores. Pero constantemente perseguido, por 1934 salió hacia Madrid, donde conoció a su compañera, Dolores Martínez Hernández, y desde allí se dirigió a Alicante, donde se estableció y se integró en el Sindicato de la Madera de la CNT alicantina, a la que representó en el Congreso de Zaragoza de 1936. Destacando en una huelga, fue detenido y llevado a la prisión de Orihuela. La sublevación militar de Julio de 1936 estalla cuando se encontraba preso. Sus inacabadas memorias nos dan detalles sobre su actuación en estos momentos. Tras llevar una carta a su sindicato por medio de su compañera, los anarquistas alicantinos piden al Gobernador Civil la libertad de Maroto, y así lo consiguen. Lo recogen en coche y lo llevan de vuelta a Alicante, y allí, tras un mitin de todas las organizaciones juveniles, consiguen arrastrar al público y se dirigen al Cuartel de Infantería, donde existían colaboradores entre los soldados, y logran acceder y tomar las armas que encontraron. Poco después organizará lo que se llamará la Columna Maroto, que marchará hacia Guadix en tren, para formar parte del frente de guerra en Granada. Entre otras operaciones, llega a ocupar, tras varias escaramuzas, el amplio frente que existe en la zona que hoy es el pantano de Quéntar y sus alrededores. Pero tras la pérdida de Málaga y el sufrimiento de sus refugiados, el Comité de la CNT de Andalucía convoca un mitin en Almería criticando el maltrato del Gobernador Civil de Almería, Gabriel Morón, contra dichos refugiados y los combatientes que se retiraron durante la caída de Málaga. En dicho mitin intervino Maroto, que llevó sus conclusiones -entre ellas, la dimisión del Gobernador- a Morón, que no se tomó bien lo ocurrido y ordenó, tiempo después, la detención de Maroto, en un largo y penoso proceso judicial que acabará con su condena a muerte, en el marco de los ataques políticos contra los anarquistas y las iniciativas revolucionarias durante la contienda. Tras una dura campaña por su liberación, se logra anular la condena a muerte y Maroto saldrá libre, para tomar parte nuevamente en el frente, ya militarizado y condicionado. Con la derrota militar, intenta huir por Alicante, pero será uno más de los miles de rezagados, y caerá preso en un campo de concentración. Nuevamente su compañera interviene y consigue aprovecharse de las circunstancias para salir a su encuentro y ayudarle a escapar. Lo esconde en una cueva construida como refugio anti-bombardeo en una casa de la calle Huerta.

En dicho escondite comienza a escribir unas memorias de su actuación durante la guerra, a la que acompaña algunas reflexiones. Maroto es descubierto y se localiza el cuadernillo en el techo del váter y nos ha llegado adjunto al sumario del proceso contra Maroto que se conserva en el Archivo Histórico de Defensa, en Madrid, con la signatura 16305/2 y el número 6641 del año 1939 del Juzgado Militar de Elda. Quien conoce la investigación histórica de la represión franquista sabe bien que existe mucha dispersión en la localización de los sumarios y sentencias de los represaliados, si es que se conserva. En el caso de los granadinos pueden encontrarse papeles en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, en el del Cuartel Cervantes, o en el del Juzgado Togado Militar número 23 de Almería, entre otros.

Hemos podido, por fin, localizar el expediente de Maroto en el mencionado Archivo Histórico de Defensa, que también se corresponde a los procesos de los implicados en su encubrimiento: su compañera Dolores Martínez Hernández, la madre de ésta Felisa Hernández Palazuelos, el colectivista hostelero Arturo Vicens Sanjuan, y los liberados por sobreseimiento Vicente Enríquez Lloret, Manuela Gutiérrez Bou y Clotilda Vicens Gutiérrez.

En dicho sumario encontramos varios datos interesantes, pero destaca claramente una memoria de Maroto que no llegó a terminar por ser descubierto. No pudo escribir muchas páginas, y solo llega hasta el comienzo de las operaciones en Güejar Sierra, pero deja un relato completo de sus actuaciones durante la sublevación militar de 1936, sus reflexiones sobre la historia y las causas de la «tragedia» que fue la guerra, y algunos detalles más. La transcripción se realizó usando la versión manuscrita como la copia mecanografiada del juzgado militar. Con todo, existen detalles del sumario que mencionaremos brevemente. El objetivo con dichas aportaciones y la transcripción es ser utilizado por otros investigadores pero consideramos que puede existir también interés entre los lectores en general. Quien quiera conocer datos específicos sobre Maroto puede consultar la biografía que escribió Miquel Amorós sobre él (Maroto: el héroe; Virus; 2011) así como las menciones que realizan José Antonio Alarcón Caballero (El movimiento obrero en Granada en la II República, Diputación Provincial de Granada, 1990), Rafael Gil Bracero (Revolucionarios sin revolución, Universidad de Granada, 1998) o en la tesis que realizó quien escribe (De la teoría a la práctica, 2021, en web DIGIBUG).

El sumario

La Dirección General de Seguridad envió una diligencia el 29 de Enero de 1940 informando que a las 12:50 horas del 23 de Enero de 1940 el cuerpo de policía de la Comisaría de Investigación de Alicante, con ayuda de miembros de Falange Española, detuvieron en una cueva-refugio que existe en un muro de un patio de una casa en la Calle de la Huerta número 62 a Francisco Maroto del Ojo. Se menciona que es un «destacado anarquista de acción» y que le busca el Gobernador Civil de Granada desde Mayo de 1939. Señalan que la entrada de la cueva estaba disimulada por cajas conejeras. Parece ser que la cueva fue un refugio anti-aéreo durante la Guerra Civil. Maroto vivía en la planta baja de la citada casa. Dolores Martínez Hernández, de 35 años, hija de Ventura y Felisa, natural de Madrid, modista, es su amante. Su madre es Felisa Hernández Palazuelos, de 60 años, viuda, hija de Luis y Marcelina, natural de Burgos. Maroto y Dolores llevan viviendo unos cinco años juntos. En la primera planta vive Arturo Vicens San Juan, de 45 años, casado, camarero, hijo de José y Estefanía, natural de Paterna (Valencia). Su mujer es Manuela Gutiérrez Bou, de 47 años y natural de Alicante. Estos últimos tienen una hija, Clotilda Vicens Gutiérrez. Todos ellos son muy amigos de Maroto. Posteriormente hubo un detenido y se realizó el registro de toda la casa, encontrándose sobre la techumbre de un «W.C.» que hay en el patio un cuaderno escrito a mano por Maroto. Estaba recubierto de tierra para esconderlo mejor.

Maroto fue sometido a interrogatorios y en todos ellos negó todas las acusaciones que se le hace sobre sus supuestos desmanes durante la guerra. Tampoco quiso dar ningún nombre ni delatar a nadie. Señalan luego que desde hace unos diez años pertenece a la FAI, siendo por ello constantemente arrestado. Fue presidente del Sindicato de Carpinteros de Alicante, y, típico en los procesos judiciales franquistas, se asegura que siempre aconsejó la violencia en los conflictos sociales, siendo un agitador muy peligroso.

En Julio de 1936 estaba en la cárcel de Orihuela a raíz de una huelga producida en Alicante durante el mes de Junio del mismo año. Liberado durante el levantamiento militar, aconsejó al Gobernador de la provincia la toma de los cuarteles, recibiendo el «Convento de las Monjas» y allí se estableció, con una «checa» propia de la FAI, desde la cual operó todos sus actos vandálicos: detenciones, registros, saqueos, incendios. Si no fue autor director, sí fue el inductor de los asesinatos de personas derechistas. Las víctimas fueron enterradas en el cementerio «clandestino» de Santa Faz, que ha sido exhumada y han encontrado a noventa personas.

«Reunió, dirigió y capitaneó» una «muchedumbre de indeseables» que protagonizaron el asalto al cuartel de Benalúa, donde se apropió de municiones y correajes, más ropas y otros bienes. Luego «organizó» la Columna que llevaba su nombre. Por donde pasaban destruían cosechas, quemaban casas y asesinaban a las personas de ideas derechistas, «sembrando el terror«, especialmente por Guadix, por donde permanecieron bastante tiempo.

El jefe de Falange Francisco Herrández Jover relata que huyendo del frente en un vehículo llevaba un hilo de alambre con «infinidad» de orejas de personas que había asesinado en la parte anterior del parabrisas, como un «trofeo de barbaries rojas«.

El Ayuntamiento de Guadix informa que a finales de Julio o principios de Agosto se presentó Maroto en Guadix con una «cuadrilla de forajidos«, comenzando una «sangría» y «despojos» de vidas y haciendas, siendo su secuaz más conocido el «Lourda», el cual asesinó a Ángel Herrández Puertas, Anselmo García Muñoz y dos hijos de éste último. Su cuadrilla también mató a los canónigos Antonio Fajardo y Ambrosio Martínez. Tuvo una radio en la que realizaba su propaganda «a tono con la bestialidad de sus locutores y el medio en que se vivía«. Obligó a encuadrarse en su Columna a muchas personas, aterradas si se negaban. Y culmina: «Cuanto de antiespañol y de fiera puede decirse de un hombre, se le puede aplicar de agraciado de quien informo«.

El Ayuntamiento de Almería, por su parte, informa que Maroto fue al campamento de Sotomayor. Con sus fuerzas dio un mitin en el Teatro Cervantes, tras el cual fue al Gobierno Civil para entrevistarse con Gabriel Morón, que al saber que iba Maroto tomó precauciones. Tras la entrevista, Maroto volvió a su campamento. Todo ello ocurrió tras la toma de Málaga. No puede informar de mucho más porque actuó sobre todo en Guadix y Alicante.

En el informe del Gobierno Civil franquista de Almería, con fecha 8 de Febrero de 1940, se insiste en su criminalidad, consistente en alardear sus ideales anarquistas. No llega a concretar ningún hecho delictivo: basta con ser libertario. Informa que comenzado el Alzamiento, organizó la Columna Maroto y marchó a Guadix, llegando a un lugar conocido como El Molinillo, para poco después ir al frente y acampar en la sierra, aumentando su personal y reorganizándose varias veces. Instaló una radio con la que hizo la propaganda que consideró conveniente e insultó a las autoridades enemigas, especialmente a sus generales. Asegura que persiguió a todo tipo de personas de derechas, pero en especial a los desertores que intentaban pasarse a la zona enemiga. Tras la toma de Málaga intentó tomar el Gobierno Civil de Almería y detener al Gobernador con su columna, para hacer la justicia que consideraba oportuna con los detenidos derechistas con los que disponía el Gobierno Civil. Pero no logró detener al Gobernador, y el detenido fue él, siendo condenado a muerte, para ser indultado y puesto en libertad.

El Molinillo (granadanatural.com).

En la diligencia número 36 del Sumario, también del Gobernador de Almería, se afirma que Maroto del Ojo dio un mitin a principios de Agosto de 1936 exhortando masacrar al clero y a los burgueses, lo cual ocurrió el día 13 de dicho mes en el buque Capitán Segarra. Interpreta que dicha acción fue llevada bajo su influencia, aunque no estuviese materialmente. Y el día 15 fueron llevados 29 presos derechistas a la playa de la Garrofa y allí fueron ejecutados. Cuando cayó Málaga, cercó el Gobierno Civil de Almería con morteros y ametralladoras, tomando también las calles de acceso a la Catedral. No pudo apoderarse del Gobierno Civil gracias a la energía del Gobernador, que ordenó su detención. Ese mismo día dio un mitin en el Teatro Cervantes con el altavoz del Círculo Mercantil, animando al crimen y asaltar a la «Prisión Ingenio», que no logró al ser detenido por el Gobernador. Poco después fue liberado, acampando con su tropa en Viátor, Serón y Vera. Hizo todo tipo de requisas y desmanes, especialmente en Guadix donde hizo «verdaderos horrores». Estuvo en los frentes de Vélez de Benaudalla y Guadix. Conviene hacer notar al lector que la imprecisión es algo característico en la documentación franquista, pero lo reproducimos porque dan alguna pista y dato correcto. Obviamente, el Gabriel Morón, el Gobernador Civil de Almería, no usó ninguna «energía» para detener a Maroto, sino más bien el engaño, pues el incidente fue mucho más pequeño de lo que se dijo después, y Maroto simplemente se marchó pensando que no se había más que un desencuentro verbal. Fue detenido por una patrulla de control ya alejándose del lugar, y porque no opuso resistencia alguna, quizás considerando que se dio una confusión o que debía responder a alguna chiquillada de un Gobernador ofendido.

Gabriel Morón, enemigo mortal de Maroto.

El juez pasa a inquirir sobre el intento de fuga que se organizó para sacar a Maroto del país. Mercedes Martínez Serrano es interrogada e informa que medió en la entrega de 200 pesetas de una amiga llamada Carmen para Lola, «esposa» de Maroto, el cual a su vez puso 300 pesetas, que reunió para entregar al abogado Rodríguez de Vera, con un total de 500 pesetas, el cual pagaría la salida del país por medio de un coche, habiendo concertado la recogida al atardecer en el Castillo de San Fernando. Esta Carmen es Carmen Llesares García. Declara que es amiga de Dolores Martínez Fernández, «Lola», desde antes de la guerra, y que conocía de vista a Maroto. Lola estuvo con Maroto por la provincia granadina durante los años de la contienda bélica. Cuando volvió a verla, le dijo que Maroto estaba en Alicante en la calle de la Huerta, sin indicar el número de la casa.

Se adjunta entonces las fichas de antecedentes de Maroto. Hay dos de ellas más otras que parecen coincidir pero pueden resultar personas distintas:

– Francisco Maroto – Alicante – C.N.T. – Dirigente (Ref. Leg. P.P. nº 11 decl. 359 y 370.). Cometió desmantes (en el 350) – C.N.T. Teniente Coronel (Ref. Leg. P.P. nº 11 decl.).

– Francisco Maroto – Villafranquza (Alicante) – C.N.T. Propagandista rojo (Ref. Leg. P.P. nº 11 decl. 382).

– Maroto – Alicante (Ref. F.E.T. SS Nº 5) Anarquista la prensa roja dirigente anarquista.

Voluntario C.N.T. – Al frente de una columna salida los primeros días al frente – Comandante luego del ejército (Reg José García P. 3127.

C.N.T. – Extremista – Carpintero (Ref. Vicente Busquien(___) SIN Zaragoza 24-0.

– Maroto – Alicante – C.N.T. – Jefe de un grupo de milicianos Leg. P.P. nº 36 decl. 1).

– Maroto – Causa nº 309 Juzgado Jefes y Oficiales folio. De declaración de Eduardo Ruiz Funes. Jefe de una columna de milicias rojas se dedicaba a sacar personas de (___) y asesinarlas.

Llegamos a un informe del Gobierno Civil de Granada, que echa mano de sus archivos. Dice que tiene en esos momentos 34 años, carpintero, natural de Granada, hijo de Manuel y Antonia, que tuvo domicilio en la ciudad de Granada en la Placeta de la Cruz nº 20. Destaca desde el año 1925 como uno de los «mayores propagandistas del anarquismo«. Ha viajado no solo por la provincia de Granada sino en otras capitales del país para extender el anarquismo. Le definen como sujeto de acción y peligroso. En Agosto de 1928 es detenido en Sevilla como agitador en la huelga de albañiles y haber ejercido coacciones durante la misma, siendo finalmente deportado a Puebla de Montalban. Ha sido Presidente de la Federación Local de Sindicatos de Granada y también ha estado en otros cargos importantes de la directiva. Ha participado en todas las asambleas y mítines de importancia del anarcosindicalismo granadino desde 1929 destacándose por su «osadía en el uso de la palabra«, sus «modales descarados» y sus «ataques a todo lo que representaba Autoridad y Gobierno, predicando continuamente el atentado personal, la acción individual y agresiones directas«, aconsejando a las masas «la provocación de conflictos sociales, utilizando la metralla, la pistola y la pólvora«. Destacó especialmente en las huelgas revolucionarias granadinas de Diciembre de 1930, Junio y Octubre de 1931, Abril y Noviembre de 1932. Fue miembro de casi todos los Comités de Huelga. Por ello ha sido detenido infinidad de veces, y también por su actitud en asambleas y mítines recibió cargos por injurias y calumnias. Agresivo, deja traslucir fácilmente su pensamiento, y se enfrentaba rápidamente con las autoridades, aconsejando una campaña de agresiones y asesinatos, empezando contra el Gobernador Civil. Recomendaba realizar asaltos y desmanes hasta conseguir la implantación del comunismo libertario. Era ídolo de las Juventudes Libertarias, por lo que era frecuente verlo en las calles rodeado de jovenzuelos de 14 a 20 años. En el mitin del Primero de Mayo de 1931 llegó a exacerbarlos contra el inspector y los agentes de vigilancia presentes en el acto. En Noviembre de 1932 fue sorprendido cuando empuñaba un «formón» dispuesto a atacar por la espalda a un Guardia de Asalto. También fue detenido por el mitin del Primero de Mayo de 1933 en la Plaza de Toros y dirigir la huelga de ese mes y año. También estuvo en el proceso judicial junto a un grupo de anarcosindicalistas por la colocación de explosivos. Creen que el Alzamiento le sorprendió en Madrid. No se conoce bien su actuación durante los primeros días, pero se sabe que será Teniente Coronel de la columna que lleva su nombre, operativa en la provincia de Granada, dejando «recuerdos funestos» ya que su principal misión era cometer desmanes e incautar haciendas.

Sigue otro informe, casi idéntico, que parece haber sido base del anterior del Gobernador Civil. Es de la Falange Española Tradicionalista de Granada. En el escrito añade el dato de que se considera que su Columna asesinó a 75 personas en el comienzo de la contienda, entre ellas Jesús Vaca Balboa, Antonio Fajardo García, Julio de los Reyes y Jesús Reyes.

Para su Columna reclutó a varios presos especializados en ciertos crímenes. Formó unas escuadras que llamó «Pilla-cura», que recorrían los pueblos en busca de sacerdotes para llevarlos a disposición de sus jefes, los cuales los martirizaban horriblemente en una casa de Guadix denominada «de la Columna».

En total, se cree que asesinó a cuatrocientas personas, so pretexto de que querían evadirse al enemigo.

La Comisaría de Vigilancia tramita otra diligencia indicando que Maroto se apoderó de un vehículo Hispano propiedad de Manuel Prich. Al respecto, se adjunta la Causa nº 5173 (7-F-40) titulada «Busca y captura de un tal Maroto». Es del Juzgado Militar de Alicante.

La denunciada fue realizada por Santiago Marín Yuste, registrada a 8 de Agosto de 1939, contra un «tal Maroto». Marín es natural de Murcia (Cieza), jornalero de 59 años. Dice que en Diciembre de 1937 era jardinero en el domicilio de Manuel Prich, cónsul de Suecia. Tenía un vehículo marca Hispano Suiza con una capacidad de 32 kilómetros por hora. Un día se presentaron varios individuos, entre ellos Maroto, muy popular por aquellos días, para apoderarse del coche. Fue advertido que violaba derechos y convenciones internacionales y en especial la de Suecia, pero respondió que para él no existían más leyes que la de la violencia y pistola. Especifica también que para ponerlo en servicio llamaron a Diego Coronado alias El Manchao, el cual ya había prestado servicios anteriormente al cónsul de Suecia como chófer y es vecino de Alicante, en la barriada de la Florida. En las siguientes diligencias se ve que vive en la Avenida del Conde de Soto Ameno nº 18.

No tarda en declarar Diego Coronado Mellado. Tiene 42 años y es natural de Águilas (Murcia). Es chófer de oficio. Trabajó durante 12 años con Manuel Prytz junto a su hermano Carlos pero en 1935 fue despedido por sus ataques de reuma, que añun sufría por Abril de 1937. Un día se presentaron tres o cuatro individuos que no conocía y le invitaron a subir al coche, siendo llevado al garaje García donde le preguntaron si conocía de quien era un coche que había allí, contestando que era de Manuel Prytz. El vehículo se encontraba averiado y no sabían arreglarlo, por lo cual lo examinó y encontró que la «dificultad» estaba en la «parte eléctrica», que él no entendía. Le obligaron a buscar a quien arreglase ese tipo de averías, que en su caso se llama Benito, el cual tras llegar miró el vehículo y pudo comprobar que solo estaba cambiado el cable. Lo reparó al instante.

En la siguiente diligencia, la Comisaría de policía informa que han buscado al tal Maroto por los campos de concentración de Alicante, sin éxito: ya había escapado.

Hay otra declaración de Diego Coronado, que ha cambiado de domicilio (Pintor Gisbert, barrio de San Blas, Alicante). En esta ocasión cambia el mes de Abril de 1937 al de Diciembre y añade que uno de los individuos que fueron a verle era Maroto. Añade que fue chófer de este coche y otros del mismo propietario. Añade que sabe que quien sugirió ir a buscarle para arreglar el coche se llama Antonio alias el Alcaldete que trabajaba en el garaje García. Preguntan si cooperó en el robo del coche, contestando que no, y que eso lo demuestra el propio Pritz quien le dio dinero para comprarse un coche propio y vivir por su cuenta. Le preguntan quienes pueden hablar a su favor sobre sus posturas políticas, y da dos nombres, uno de ellos es el jefe de Falange de Benalúa, un tal Federico.

Declara Benito Llavador Verdú el 1 de Diciembre de 1939. Es natural de Alicante y su oficio es mecánico eléctrico. Vive en la calle General Primo de Rivera nº 2, Alicante. Dice que Diego fue a pedirle que arreglara una avería y así lo hizo. Entre los otros que le acompañaban solo conoció a Maroto.

Declara Francisco Maroto del Ojo el 30 de Enero de 1940. Dice que no sabe nada de un coche de Manuel Prich ni estuvo en su casa. Tampoco conoce a Benito Llavador ni a Diego Coronado. En Diciembre de 1937 se encontraba preso en el Cuartel de Etapas de Úbeda. Hay una segunda declaración el 9 de Abril. Dice que fue detenido el 23 de Enero de 1940 y se encuentra en el reformatorio de adultos de Alicante. No ha pertenecido a ninguna organización política. Desde que empezó a trabajar fue miembro de la CNT, en la cual siguió durante la guerra. El Alzamiento le sorprendió en Orihuela estando preso gubernativo por motivo de una huelga parcial declarada días antes. Fue liberado de la cárcel por sus compañeros, tras celebrar una reunión y hablar con el Gobernador Civil. Sus compañeros recibieron una carta de Maroto escrita desde la cárcel, que motivó las decisiones de aquella reunión. Cuando fue libertado fue directamente a su casa, más tarde al local de CNT, que es la Casa del Pueblo. Cuando fue allí habían pocas personas, por lo que salió a la calle a buscar a sus amigos.

Se le lee sus propias cuartillas y niega algunos momentos de lo que él mismo escribió, esto es, que participó en el asalto al Cuartel de Infantería. Ignora quienes eran los militares colaboradores del cuartel y que de esos hechos tiene noticias por personas que estuvieron en el asalto. Estuvo en el mitin de la Plaza de Toros pero como espectador.

Dice que la Columna que tiene su nombre estaba realmente era mandada por un comité, compuesto por un tal Antonio Vázquez, un tal Piera, un tal Alonso Alonso, y Julio Bravo, todos ellos de la CNT. El declarante solo era un soldado más. Sus reuniones con el Estado Mayor eran informales, y nunca tomaron acuerdos. El armamento se entregaba al mencionado Comité, y no a él personalmente. Niega que fuese el Presidente del Sindicato de Carpinteros de Alicante y no recuerda quien desempeñaba dicho cargo. Se hace muy tarde y dan por terminada la declaración para continuarla otro día. Obviamente, sus respuesta solo pretenden salir lo más airoso posible al proceso judicial, cuyas promesas son funestas para Maroto. Los nombres que dan son personas ya en el exilio o fallecidas.

La declaración continúa el 13 de Abril. Escapó del puerto y del campo de concentración y en la calle se encontró con su compañera Dolores Martínez y desde allí fue al domicilio de Huerta número 62, donde ya existía una cueva construida como refugio anti-aéreo. Cubrió la entrada con cajones que eran criaderos de conejos. Su compañera Dolores le facilitaba la comida que compraba con dinero que tenían guardado en el Banco Río de la Plata, unas 1.605 pesetas. Les quedaban unas 63. Su compañera escondió las cuartillas en la techumbre de un váter.

Niega que diese orden alguna para detener personas derechistas en Alicante. Desconoce que miembros de la FAI utilizaran el cementerio del Monasterio de la Santa Faz de Alicante.

Admite ahora su participación en el asalto al cuartel, pero que estaba permitido por el Gobernador Civil y que tras el mitin, excitó a la gente y fueron al cuartel, con quienes se entendieron con militares colaboradores y entraron. Dentro insultaron a los oficiales y se apoderaron de las armas. Él estuvo forzando la puerta Santa Bárbara (santabárbara es como se llaman a las puertas donde se guarda el material con pólvora y armas), donde guardaban las armas y municiones del cuartel. Con el armamento fueron al Salón España, donde tenían un cuartel los de la FAI, y allí pusieron lo que encontraron a fin de que los socialistas no se hicieran con todas.

En la Columna no recuerda bien las personas que allí había. Entre ellos a un tal Vázquez, otro llamado Llopis. No sabe donde estarán, pero Vázquez falleció. En el asalto recuerda que estuvo Belled, ya fusilado. También José García Pérez y Antonio Martínez, entre otros. La Columna estaba compuesta en casi su totalidad por personas de la CNT. Pusieron una cheka en la Casa del Álamo, conocida por los portales de mármol que tiene. La Columna se dirigía entre Antonio Vázquez, Julio Bravo y Alonso. Con su consentimiento, se realizaron todo tipo de martirios y asesinatos que mencionan los informes. Los canónigos Antonio Fajardo y A. Martínez fueron llevados a su despacho y allí dio orden para asesinarlos.

Antonio Vázquez.

Los médicos de su Columna fueron López Peña y Casas García. También había un tal Adriano. Dos hijos de Peña eran practicantes, entre otros. Conoce a Vicente Enríquez Lloret, quien acostumbra a beber.

Dice que una mujer hizo una recaudación para facilitar la huida del abogado Manuel Rodríguez de Vera. Mercedes Martínez Serrano hizo de enlace para ello. Lo llevaron a una finca de Alicante. En todo ello no tuvo participación alguna Vicente, pues no estaba a la altura de llevar gestiones tan importantes y delicadas.

Tras la toma de Málaga, marchó desde la Sierra a Almería, con una comunicación para recibir armas y distribuirlas entre las fuerzas de ese sector. En Almería se hizo un mitin en el Teatro Cervantes para protestar contra la mala y sectaria actuación del Gobierno Civil. Las conclusiones que llevaron al Gobierno Civil consistían en que abrieran el comercio, alojamiento de refugiados, y la libertad de los detenidos izquierdistas que existían en aquellos días. Anteriormente tomó con morteros, ametralladoras y otras armas automáticas las bocacalles de la Catedral y del Gobierno Civil. En su disputa con el Gobernador le llamó débil porque no había asesinado a las personas de derechas. Pretendían, tras matar a los derechistas, asesinar al Gobernador Civil y a su personal. No lo logró y en la retirada fue detenido en un control. Fue juzgado pero por incompatibilidad del Fiscal y falta de pruebas logró la libertad.

Nuevamente no termina la declaración. Es fácil suponer por qué se dieron los cambios bruscos y absurdos de Maroto.

Sigue el 14 de Abril. Informa que su compañera es Dolores Martínez Hernández, viven juntos desde hace 4 ó 5 años, incluidos los de la guerra. Estuvo con él e ignora si ella tenía conocimiento de todos los crímenes que se cometía allí. Felisa Hernández Palazuela es la madre de su compañera, pero no han vivido juntos. La pareja de vecinos que ocupan la primera planta en el número 62 de la calle Huerta son Arturo Vicent Sanjuan, Manuela Gutiérrez Bou y su hija Clotilde Vicent Gutiérrez. Maroto no tenía ningún contacto con ellos pero sí Dolores. Francisco aconsejaba que evitara hablar con la gente para ocultar mejor su presencia. Arturo tenía problemas con la bebida. No sabía nada de su plan de fuga ni la del abogado Rodríguez de Vera.

Maroto menciona que llevaba un alambre en el parabrisas con docena y media de orejas cortadas a derechistas que había asesinado junto a la gente del comité de su Columna. Dice que no tuvo parte en lo que ocurrió en el cementerio del Monasterio de la Santa Faz, y que tampoco sabe con certeza quienes fueron, pero seguramente serían gente de CNT y FAI.

No le suenan los nombres de Ángel Puertas y Anselmo García Muñoz, quienes fueron asesinados junto a dos hijos de Anselmo, y se cree que el autor fue Lorda. Maroto le extraña que haya sido él porque era alguien del Comité Regional, ubicado en Baza, y no cree que fuera posible que fuera el autor.

Informa que también cometió asesinatos en Jerez del Marquesado. Antes de la revolución, vivió en Granada en la Placeta de la Cruz número 20. Su famosa radio llegó hasta Sevilla y otras partes de Andalucía, no solo Granada. No tuvo cargos en su sindicato porque no le gustaba. En los años veinte fue detenido en Sevilla durante una huelga por coaccionar con una pistola. Fue deportado a La Puebla de Montalbán. En sus mítines predicaba constantemente el atentado personal, la acción individual y la acción directa contra las autoridades, policías y particulares, aconsejando a las masas la provocación de conflictos sociales, utilizando la metralla, la pólvora y la pistola.

En 1932, en Granada, dio un mitin en el Teatro Cervantes donde animó a la gente a realizar una campaña por el asesinato y agresiones contra autoridades y capitalistas, empezando por el señor Gobernador Civil. Asimismo aconsejaba más asaltos y desmanes hasta implantar el comunismo libertario. En el mes de Noviembre fue detenido con la mano en alto a punto de asestar un golpe con un formón a un guardia, pero esta causa fue sobreseída. En el juicio contra anarcosindicalistas granadinos por colocación de bombas él estuvo entre los acusados, pero el caso fue sobreseído. Nuevamente la declaración no termina.

Continúan el día 15. Maroto, en el interrogatorio, reconoce que la Iglesia está llena de ternura y «obras buenas que prestigieran España«. Preguntan por Tortosa y responde que es de CNT y de Madrid y que vivió en Alicante. Verdú fue teniente coronel en su Columna desde los primeros momentos. Sí llega a afirmar que los asesinatos cometidos por Jerez del Marquesado no fueron cometidos por él personalmente, pero no niega que ocurrieran. Trató con respeto a los cien Guardias Civiles que se agregaron a su Columna. En Jerez del Marquesado llegó un maestro llamado Francisco, algo desesperado porque estaba siendo perseguido por los rojos, y le salvó en los primeros momentos, pero no pudo evitar que luego fuera fusilado, acusado de espionaje. El suboficial de la Guardia Civil Francisco Parra (de Granada) del puesto de Cúllar Baza también fue perseguido por los rojos y a él sí pudo salvarle en el momento que permaneció a su lado. Fue encarcelado en dos ocasiones y en las dos Maroto logró liberarlo. También salvó a un médico de Guadix, José Pareja, a Manuel Fallana y su familia, de Almoradí, y a Eugenio Galdeano Rodríguez de Jaén. También a un tal Aznar jefe de Artillería de Costa de Almería, quien fue detenido y llevado a Baza preso, siendo libertado y destinado a la Fábrica de Guerra de Linares. El Teniente Coronel de la 89 Brigada Mixta, Villagrán, fue sometido a un proceso judicial grave por parte de los socialistas como presión política. Consiguió liberarlo pero luego fue procesado otra vez, hasta que llegó la victoria franquista y fue nombrado Comandante por las fuerzas militares franquistas, y él puede testificar a su favor. Le quitó una fotografía religiosa al Coronel Arellano para que no fuera descubierto y perseguido. Manuel Cañadilla, maestro nacional perseguido por los rojos en la zona de Baza porque era de Falange y Camisa Vieja, fue incluido en su Columna y le asignó el cargo de Teniente a fin de tenerlo cerca para que no lo asesinaran. Un abogado, José María, de Baza, supuesto jefe de la sublevación en la zona bastetana, se escondió con su familia, hasta que fue descubierto en Octubre de 1938. La sobrina, también oculta, escribió una carta a Maroto para pedirle ayuda, y él respondió que había hecho una imprudencia, pues las cartas son intervenidas y se estaba exponiendo. Decidieron mantener el anonimato y estuvo con el abogado de aquella familia.

Explica el paso de su Columna en los primeros meses: Guadix, a los cuatro días a Jerez del Marquesado, al día siguiente al Collado del Alguacil, a los cuatro o cinco días a Lastonares, luego hacia el Cerro del Avellano.

El 18 de Febrero fue detenido en Almería y salió de la cárcel a mediados de Mayo de 1938.

Siguen las declaraciones de los otros encartados. Clotilde Vicens Gutiérrez apenas tiene 17 años de edad. Comparece su abuela Ramona Bou Beltrán, de 82 años. Fue detenida por solo vivir en la casa de arriba del lugar donde se escondía Maroto. Fue llevada a los sótanos del Gobierno Civil y de ahí al Reformatorio de Adultos, estando presa e incomunicada. La abuela se ha hecho cargo de sus dos hermanos, menores, a los que a duras penas puede mantener con su sueldo de portera. Pese su juventud Clotilde trabajaba como sirvienta y se ganaba unos céntimos por los niños que iban a aprender a leer, escribir y otras enseñanzas, en su casa.

El 19 de Marzo declara Clotilde Vicent Gutiérrez. Estuvo afiliada en la FUE por estar estudiando en la Escuela del Comercio durante la guerra. Cuenta que ella solo vio que una mujer soltera ocupó la parte baja de la casa y que decía que vendría su madre a acompañarla, como así ocurrió al final. Solo notó que la casa estaba casi siempre cerrada y salía la mujer pocas veces. Ella firma como Clotilde Vicent.

El 18 de Abril declara Dolores Martínez Hernández, de 35 años, natural de Madrid y vecina de Alicante, hija de Ventura y Felisa. Dice que fue detenida el 23 de Enero y se encuentra en el Reformatorio de Adultos. Que estaba afiliada a la CNT. Tiene vida marital con Francisco Maroto del Ojo desde hace cinco años. Marchó a Guadix a los dos meses de salir la Columna Maroto. Vivía en su casa y nunca tuvo conocimiento de las fechorías que cometía, siendo cierto que era alguien muy reservado. Y por ello mismo nunca ayudó a Maroto en ninguno de sus crímenes. Tras la guerra buscó casa para alquilar y en el contrato de alquiler de Huerta nº 62 no informó al casero de que era la compañera de Maroto. No tenía trato con los vecinos, a los cuales también les ocultó que era la mujer de Maroto. Con ellos apenas trataba, tan solo algunas entrevistas por razón de la casa. Entonces vino su madre y cuando se enteraron que llevaban a Maroto del puerto al campo de concentración decidieron actuar. Lo encontraron y le ayudaron a escapar, lo alojó en la casa de la calle Huerta. Que no lo denunció porque creía que nunca había hecho nada malo, y porque habiendo vivido cinco años con él le quería. Comían del poco alimento que compraban, sin haber molestado nunca a nadie para ello. Conoce a Mercedes Martínez Serrano desde mucho antes del Alzamiento, no por amistad pero sí por tratos. Se comprometió a sacar a Maroto por medio del abogado Manuel Rodríguez de Vera. Le dio 500 pesetas pero ya no volvió a aparecer, seguramente por miedo al ser detenido Maroto.

Durante la guerra comían de Intendencia, que facilitaba lo que querían. A la casa iban muchas personas, unas solo a comer, otros a cenar, y algunos a pasar la noche.

Hay declaración de Vicente Enríquez Lloret alias el «Chiquillo». Es de Altea, vecino de Alicante, pescador de oficio (quizás más bien vendedor de pescados) y tiene 44 años. Antes del Alzamiento siempre ha sido un votante de derechas aunque nunca ha pertenecido a ningún partido político. Durante la guerra se afilió a la UGT para poder seguir ejerciendo su oficio en el pescado. Conocía de vista a Maroto desde dos años antes al Alzamiento, pero sin ninguna vinculación política o personal. No sirvió en el Ejército Rojo ni acudió a la llamada de su quinta. Ignoraba que Maroto estuviera escondido y nunca hizo nada por ayudarle a escapar ni para sobrevivir. Asegura que colaboró en lo que pudo con las derechas durante la contienda.

Arturo Vicens Sanjuan es natural de Paterna y vecino de Alicante, camarero, de 45 años. Dice que antes del Alzamiento era afiliado a la UGT pero en 1937 se pasó al Sindicato del Ramo de la Alimentación de la CNT. Trabajó en el Bar Cocodrilo y fue el delegado de la CNT de este establecimiento cuando se colectivizó. Fue llamado a quinta pero no llegó a servir porque al poco tiempo de incorporarse fue desmovilizado. No conocía a Maroto. Él vivía en la planta de arriba de donde estaba escondido. No sabe responder si, de haberlo sabido, lo hubiera delatado, o se hubiera mudado a otra casa. Su esposa tampoco lo sabía.

Le sigue la declaración de Felisa Hernández Palazuelo, de 62 años, natural de Burgos y vecina de Alicante. Es la madre de Dolores, la compañera de Maroto. Dice que no tenía trato con él y aunque sabía que estaba escondido no lo denunció por temor a represalias. No sabe qué tipo de persona es. Es católica y no de izquierdas, siendo detenida en Madrid en Agosto de 1936 hasta Noviembre.

Adjuntan en el sumario una denuncia contra Manuel Follana López, quien parece ser compinche directo de Maroto y que conoce sus «andanzas». En el proceso también se menciona a Carlos Salazar Tamareo alias el «Argentino», otro colaborador peligroso de la Columna Maroto. Aseguran que Queipo de Llano mencionó al capitán Follana en su famosa radio durante la guerra.

Follana es vecino de Almoradi, de 43 años en 1940 y electricista de profesión. El denunciante es Roque Grau, falangista, que relata cómo el 19 de Julio unos cien falangistas marcharon desde la finca Torreta hacia Alicante y liberar a José Antonio Primo de Rivera. En el camino vieron una camioneta de Adrián Viudes (de Almoradi) que se apropiaron al instante. Follana se enteró del incidente e informó a las autoridades de Almoradi de lo que estaban haciendo los falangistas. Desde allí se llamó al Gobernador Civil de Alicante para advertirle del ataque falangista, por lo que pudo prepararse. La preparada resistencia alicantina causó la muerte de 52 falangistas que componían dicha expedición.

Follana no tiene problema alguno en decir, en su declaración, que es de derechas, y que durante el Alzamiento fue un voluntario de la Columna Maroto, llegando a ser capitán. Era uno de los «speaker» de la Radio de Maroto, haciendo «propaganda roja», insultando a los generales franquistas. Es católico.

Habla Manuela Gutiérrez Bou, natural y vecina de Alicante, sirvienta, de 41 años. Ella es esposa de uno de los detenidos y nunca ha pertenecido a ninguna organización política o sindical. No sabía que Maroto estaba escondido y solo observaba que la puerta estaba siempre cerrada y que las mujeres que vivían allí eran de conducta muy retraída.

Otra declaración de Arturo Vicens. Repite lo dicho anteriormente aunque parece que era de la UGT desde el Alzamiento y no antes, hasta que ingresó en CNT. Menciona que Dolores era enfermera del Hospital de Sangre y que tenía pensado volver a Madrid. Solo le pareció llamativo que la puerta estuviera siempre cerrada. Las indagaciones de la Comisaría afirman que Vicens ya era de UGT antes de la guerra. Cuando se colectivizó el Bar Cocodrilo pusieron a los dueños como simples camareros, «tratanto de tirarlos a la calle«. Es de izquierda y contrario a la Causa Nacional. El alcalde dice lo mismo, aunque solo conoce que era de CNT. En otro informe, de la Guardia Civil, sobre Arturo Vicens, se añade a lo ya dicho que el dueño del Bar Cocodrilo también es izquierdista, de mala conducta y contrario a la Causa Nacional. Con todo, califica como «incautación» lo que fue la colectivización del bar, y responsabiliza a Arturo Vicens, que quedó como protagonista y «dueño». Más tarde señalan que Vicente Enríquez, el propietario del bar, votaba a las derechas antes del Alzamiento. Durante la guerra se afilió a la CNT aunque no acudió a la movilización militar. Era derechista pero conocía a Maroto por medio de Demetrio, un amigo en común, que está ahora en el extranjero, que intervino para evitar la incautación de una finca de Vicente, que logró gracias a la intervención de Maroto. En la actualidad Arturo vive vendiendo cerillas, papel de fumar y material semejante, que pudo comprar con dinero facilitado por Maroto.

Se dan unas conclusiones de la investigación: la Columna Maroto estableció checas en un garaje y en una casa nobiliaria llamada Portales de Mármol, en la Plaza del Álamo. Allí se cometían asesinatos y barbaridades con intervención directa de Maroto unas veces, e indirecta en otras. Mataron a Antonio Fajardo, Antonio Martínez, Ángel Hernández Puertas, Anselmo Muñoz y dos hijos de éste último. Aterrorizó Guadix en general y así obligó a los médicos López Pena y Casas García a servirle. En el episodio del Gobernador de Almería se reconoce que Maroto pedía la libertad de los detenidos izquierdistas, pero no hace mención de vencer al Gobernador con el propósito de asesinar a los presos derechistas irregularmente. Como muestra de su crueldad, mencionan que tenía en el parabrisas un trofeo lleno de orejas cortadas a sus enemigos. El informe se para para recordar que sus ideas son «asesinas y destructoras«. En lo demás, es una síntesis de las declaraciones anteriores y, sobre todo, de las cuartillas de Maroto descubiertas. Sobre Dolores Hernández da a entender que por vivir con Maroto conocía todas sus actividades y crímenes. Le ayudó en todo lo que necesitó. Su madre no es tan peligrosa pero sí encubrió a Maroto. Arturo Vicens es alguien peligroso para la Causa Nacional. De Vicente Enríquez dicen que es alguien bebedor y que durante la guerra se unió a la CNT pese a sus antecedentes derechistas. Se da una valoración positiva sobre Manuela y Clotilde.

Vemos sentencia del 23 de Diciembre de 1939 contra Manuel Follana, mecánico electricista de 43 años, natural y vecino de Almoradí. Su Causa es la 4423. En su sumario se dice que fue trasladado a Guadix por su condición de mecánico electricista, oficio que se necesitaba para la radio de Maroto, por lo que fue asignado como Capitán de Transmisiones. Se menciona que al principio del Alzamiento fue perseguido y encarcelado por los rojos, sufriendo una prisión atenuada en su domicilio. En Enero de 1939 el Ejército Rojo le da de baja por «desafecto» y le persigue. Por ello es absuelto en esta sentencia.

Vemos un escrito del Bar Cocodrilo, que se encuentra en un Centro Deportista y está especializado en mariscos, según su membrete. Certifica que Arturo Vicens ha trabajado como camarero desde 1933 hasta el Alzamiento. Desde entonces se puso a trabajar en el Bar Rambla en Avenida Méndez Núñez. No se observó actividades políticas durante su trabajo. Es cierto que estuvo en el cargo de Control del Bar Cocodrilo durante la guerra pero no se le puede tachar nada y que actuó con total honradez. El firmante, Ramón Lledó, es de derechas, socio co-fundador del Centro Católico y partidario del Cuartel del Generalísimo, todo lo cual era conocido por Arturo, que aún sabiéndolo no ejerció represalias contra él. En la declaración de Arturo se menciona que estuvo trabajando en el Bar Nacional y en el Ivory, y que pasó el final de la guerra en Concentaina, tras pasar antes por Alcoy. Por confidencias, se sabe que Maroto le dio dinero para tener un puesto de venta ambulante. Citan su cargo en la revolución como «Delegado de Control».

El informe del alcalde de Alicante sobre Felisa Hernández Palazuelo señala que llegó desde Madrid en Julio de 1938. Es una partidaria incondicional del Frente Popular. Sobre Dolores Martínez Hernández dice que es una antigua militante del Partido Comunista, CNT y FAI. Es una incondicional partidaria de las doctrinas de estas últimas. Fue miliciana de la Columna Maroto, delegada del Hospital de Sangre de Guadix y también alcaldesa de la misma localidad. Destacó en la persecución contra personas derechistas. De Arturo Vicens señala que era de CNT y que se incautó del Bar Cocodrilo. De Vicente Enríquez menciona que era afiliado de la UGT desde Julio de 1936 y que era gran amigo de Maroto, lo cual le sirvió para que no fuese movilizado. En la retaguardia tuvo una intensa actividad a favor del Frente Popular. De Clotilde solo dice que daba clases a niños menores de diez años, no se le conoce ninguna actividad política ni criminal. De Manuela Gutiérrez se dice que es persona de orden y buena conducta.

Hay un escrito del fiscal militar, donde se repiten las acusaciones contra Maroto y el relato que han hecho contra él. Sí añade los nombres de los soldados que colaboraron con el asalto al Cuartel de Infantería de Alicante: José García Pérez y Antonio Martín. Pide contra él pena de muerte por garrote vil, treinta años para Dolores Martínez y Felisa Hernández, doce años contra Arturo Vicens. Absolución para Manuela, Clotilde y Vicente. Es 28 de Mayo de 1940.

Llega la sentencia:

«Francisco Maroto del Ojo, de 34 años de edad, soltero, carpintero, natural de Granada y vecino de Alicante, sujeto de pésima conducta y antecedentes político sociales, afiliado con gran antelación al advenimiento de la República a las organizaciones C.N.T. y F.A.I., en las cuales ostentó diversos cargos directivos, presidiendo asimismo la Sociedad de Carpinteros de esta localidad y gozando de gran prestigio y ascendiente entre la clase trabajadora en general y particularmente la de Granada, Sevilla y Alicante, a la que envenenó con sus predicaciones extremistas, tomando parte en numerosos mítines en los que preconizó la acción directa para conseguir por medio de la violencia la implantación de los ideales anarquistas; elemento destacado en huelgas revolucionarias, motines y cuantos desmanes se organizaban en merma del principio de Autoridad, autor directo de atentados contra la fuerza pública, todo lo cual le valió ya el ser detenido varias veces en épocas anteriores y deportado en cierta ocasión desde Sevilla a Puebla de Montalbán y en otra a la ciudad de Orihuela, en cuya Prisión se encontraba el 18 de Julio de 1936, como consecuencia de su actuación en determinados sucesos político sociales que tuvieron lugar en esta Ciudad a fines de Junio anterior, siendo libertado a los cuatro días de iniciarse el G.M.N., estableciendo seguidamente su Cuartel General en el Convento de las Monjas de la Sangre, en cuyo edificio funcionaba la checa de la F.A.I., participando el procesado en innumerables registros, detenciones y otros desmanes ocurridos en aquellas fechas, dedicando su actividad en los primeros momentos a consolidar la situación marxista celebrando a tal efecto diversas entrevistas con el entonces Gobernador Civil al objeto de conseguir pasara a sus manos el armamento del Cuartel de Infantería de esta Plaza con objeto de armar al pueblo y garantizar con ello el triunfo extremista en esta población, y, al no ser atendido en tales peticiones, planeó y preparó cuidadosamente el asalto al Cuartel de Benalúa de esta Plaza, aprovechando a tal efecto la circunstancia de darse un mitin por las Juventudes Unificadas en la Plaza de Toros de esta Capital, en 3 de Agosto, al cual asistió el Maroto soliviantando los ánimos para lograr sus propósitos, consiguiendo que, una vez terminado el acto, las turbas se trasladaran en camiones al Cuartel, cuya guardia, puesta de acuerdo previamente con Maroto, cedió paso franco a los asaltantes, los cuales, tras vejar e injuriar a los Oficiales en él detenidos, apoderándose del armamento existente, no sin antes haber forzado la puerta de la santabárbara, transportando las armas y municiones al Cuartel de la F.A.I., instalado en el Salón España. Organizó una columna anarquista, que tomó su nombre, a la que proporcionó las armas sustraídas en el asalto al Cuartel, al frente de la cual en 4 de Agosto salió para Guadix, en cuya población instaló su Cuartel General, montando una checa.»

Los asesinatos de Ambrosio Martínez y Antonio Fajardo fue por orden expresa de Maroto. Pero en otros casos también fue responsable de otras muertes, aunque no expresamente. Marchó luego al frente de Granada y tomó parte en «numerosas operaciones de guerra en contra de las fuerzas nacionales«. Cometió crímenes en Jerez del Marquesado. Luego fue a Málaga, que evacuó al ser ocupada por el ejército franquista, trasladándose a Almería, donde organizó un mitin contra el Gobernador Civil por su actitud pasiva de no matar a los presos derechistas. Relata los acontecimientos ya descritos y como detalle novedoso comenta que el episodio del coche con las orejas cortadas eran dieciocho y se vio en Muchamiel. Dichas orejas eran de personas asesinadas por su Columna.

De Dolores Martínez se dice que es de CNT desde antes de la sublevación. Fue amante de Maroto y le ayudó en su vida. Fue mediadora cuando estaba en la cárcel de Orihuela, marchó a Guadix para seguirle y suponen que «culminó» sus actividades delictivas. Tras la guerra y la detención de Maroto, se aprovechó de las circunstancias para liberarle, esconderlo y buscar una forma para sacarlo del país. De su madre solo se dice que se desconoce su afiliación y que solo acompañó a su hija y a Maroto, al que no delató.

De Arturo Vicens solo se dice que estaba en la UGT y luego a la CNT, siendo el delegado de control del Bar Cocodrilo, que fue incautado. Fue correcto en el ejercicio de sus funciones y no molestó ni perjudicó al propietario. No está probado que conociera la presencia de Maroto bajo su casa en la calle Huerta.

Se condena a muerte a Maroto por el delito de Adhesión de Rebelión Militar, con los agravantes de peligrosidad y perversidad. Treinta años a Dolores Hernández, cuyo delito excede el simple encubrimiento. En cambio, sí es el caso de Felisa, cuya actuación fue bastante pasiva, y por tanto solo se impone seis años de reclusión mayor. Arturo Vicens tuvo una actuación poco continúa en apoyo a la «rebelión militar» y se considera que carece de peligrosidad, por lo que es condenado solo a un año. La sentencia se aprueba el 19 de Junio de 1940 y se cursa el 21 del mismo. El 8 de Julio se da un plazo de ocho días para cumplir la ejecución de muerte.

A las cinco de la mañana del 12 de Julio de 1940 es ejecutado por fusilamiento Francisco Maroto del Ojo en el Campamento de Rabasa. El médico militar Hermenegildo del Barrio confirmó la defunción por heridas de armas de fuego.

Campamento militar de Rabasa.

El 19 de Diciembre de 1945 salió en libertad condicional Felisa Hernández.

El 19 de Junio hay otro informe de la Dirección General de Seguridad contra el pescatero Vicente Enríquez, que le acusa de ser enemigo de la Causa Nacional y un antiguo militante del Partido Comunista y que estuvo en la célula quinta del radio de San Fernando. Informan también sobre Dolores Martínez, que es una antigua militante del Partido Comunista y luego de CNT y FAI. Miliciana de la Columna Maroto, gran propagandista roja. Fue delegada del Hospital de Sangre y según algunas referencias alcaldesa de Guadix. «Es persona peligrosa y altamente enemiga de la Causa Nacional«. De Arturo Vicens que era de la CNT y que se hizo con todo el control del Bar Cocodrilo, y aprovechaba todas las conversaciones para hacer propaganda de su ideología extremista. De Felisa Hernández Palazuelo añaden que es hija de Luis y Marceline, y que no se sabe nada de ella en cuanto sus actividades políticas. De Manuela Gutiérrez solo se dice que no se la puede considerar como afecta al Alzamiento.

El 22 de Abril de 1946 (se tramita el 30) Felisa Hernández envía un escrito para pedir la libertad de su hija, Dolores Martínez, que está en la Prisión de Mujeres de Málaga. Felisa tiene 80 años y está muy mayor para trabajar, por lo que depende de la caridad, de la cual nunca antes tuvo que recurrir antes. Quiere que su hija sea liberada porque dependía económicamente de ella. Solicita el indulto que se recoge en el Decreto del 9 de Octubre de 1945. Dolores también eleva un escrito pidiendo su liberación por la misma razón. El 10 de Mayo de 1946 se concede su libertad. Cuando sale va al barrio de Vallecas, en la calle Requena número 36.

Transcripción

DEDICATORIA

A ti madre, con todo el afecto y cariño en que son capaces mis nobles sentimientos dedico como recuerdo sentido estas líneas. Te lo mereces, eres una heroína, una mujer de la rancia estirpe espartana. Diste un hijo en los primeros días del movimiento asesinado por la mano del fascismo criminal. No sé si tu hijo Manuel, mi otro hermano, habrá caído también, y quién sabe si más tarde caeré yo. Toda tu familia sacrificada por la mano del verdugo. ¿Por qué? Por pensar libremente, por sentir hondo los dolores y las penas de los suyos, los sin pan, los miserables, los eternos parias. No te aflijas madre. Pronto sonará la hora de la venganza y entonces…

La balanza volverá a su equilibrio. Siempre pensé en ti y muchas veces creí realizado el sueño de poder abrazarte, mas la sombra trágica del verdugo lo impidió. ¡Calma madre! Todo llega, y si yo no puedo abrazarte, ya lo harán otros por mi, pues es muy numerosa mi familia, tu familia, la gran familia que ya afila las armas y se prepara para la gran batalla, para la batalla final.

Para vosotros también, queridos sobrinos, a los de uno y otro hermano, os dedico este libro, y con él, os rindo tributo de mis sentimientos. Sois niños aún, por lo que no ha sido posible que el lobo haya clavado en vuestras carnes sus inmensas garras, mas no olvidéis el camino que siguieran vuestros padres para que jamás vuestras manos se junten para aplaudir al asesino de vuestra tierna felicidad que siempre, a través de vuestra existencia, guardéis como precioso tesoro el odio profundo hacia los que os privaron de vuestros padres, que son los mismos que dejaron a tantos otros niños como a vosotros, sin padres. Sois vosotros los que tenéis el deber de seguir la obra emprendida, procurando que la raíz de vuestras ideas arribe triunfante a las bellas playas de la libertad. Con esto habréis cumplido vuestro deber.

A ti también, querida compañera, sublime mujer, puesta firme que en las horas difíciles supiste imponerte a las circunstancias y salir vencedora, también al ánimo que me faltaba y ayudándome a burlar al verdugo, cuya trágica silueta dejó de proyectarse sobre mi, gracias a tu noble esfuerzo. A ti criatura de fino sentimiento y gran entereza te rindo mi más sincero cariño y reconocimiento por tu gran espíritu de sacrificio.

No quiero terminar sin antes rendirle tributo de agradecimiento a todos aquellos que me ayudaron a salir airoso de tal difícil trance, cuya ejemplar conducta se le rindo a todos los que dejándose fascinar por la primera impresión contribuyeron hacer que aumentara el tributo de sangre a la fiera implacable.

PRÓLOGO

Al empezar los primeros trabajos de este libro, lo hago sin saber si podré darle fin, pues depende de la casualidad, del hecho fortuito, de que mis verdugos -que son los del pueblo- den con el reducido espacio que me sirve de escondite. Si esto ocurre, no cabe duda de que mi obra no será terminada, ya que seguirá el mismo camino que tantos otros siguieron, por esto, por si llegase ese momento, es por lo que me decido a emprender esta obra, para que a guisa o forma de testamento, le quede a mi familia, la gran familia trabajadora, una huella de mis experiencias y reconocimientos durante el Movimiento.

Estamos a fines de Junio de 1939, pronto va a hacer tres meses que mi compañera, en unión de otras heroínas, me sacaron del campo de concentración para reunirme con ellas.

Desde los primeros días quise empezar esta obra, pero el dolor inmenso que en mi hacía mella por nuestra honda tragedia, me tuvo anonadado durante días, semanas y meses. Decidí por fin realizarla, la cual una vez terminada pasará a manos seguras para esperar la hora oportuna de poder ser lanzada a la publicación para conocimiento general de todos.

Mi deseo es que si yo no puedo ver el final de esta tragedia le mande una copia a los compañeros anarquistas de la Argentina; otra al peninsular de la F.A.I. como asimismo a los compañeros de Granada, de la Región Centro y Levante para que ellos procuren por todos los medios la publicidad de la misma.

Al manifestar por medio de la pluma mis pensamientos, lo hago con toda valentía, por ello quiero que esta obra vaya a parar a manos de hombres conscientes de anarquistas [subrayado] evitando de esta forma el verla saboteada por aquellos que, sintiéndose molestos por los conceptos aquí vertidos pretendan ahogarla bajo la presión de falsos puntos de amor propio, así pues, queridos compañeros, recibe desde el fondo de mi alma el más efusivo abrazo que en mi azarosa vida haya podido tributaros.

CAUSAS QUE MOTIVARON LA TRAGEDIA

Para no vernos en la necesidad de volver constantemente hacia atrás la vista, analizaremos a grandes rasgos las causas principales de nuestro dolor actual.

No cabe duda alguna que la causa principal de la actual tragedia la tienen los políticos de nuestra Segunda República. A ellos pues hay que acusarles con entera valentía. No voy a ser yo quien se extienda en largas consideraciones sobre el particular, pero tengo necesidad de aclarar algunos extremos con el fin de dejar sentados los precedentes necesarios para continuar la obra emprendida.

La Primera República fue disuelta por el puntapié grosero del General Pavía, en cuya persona se concretaron las conspiraciones de todos los elementos degenerados de la Nación Española, no olvidando al clero, el cual tenía a su cargo el principalísimo papel.

En la Historia de esta Primera República se ven y se sacan sabrosas enseñanzas, las cuales jamás pueden ser olvidadas por quienes llevan sobre sí la responsabilidad de la organización del país por detentar la gobernación del mismo. Pero nada de esto se hizo, los políticos de nuestra Segunda República, lejos de abordar los problemas a fondo, se entretuvieron en dar vueltas y más vueltas alrededor del problema, haciendo leyes que en nada beneficiaban al país y que en mucho lo perjudicaban, ya que quedaban en pie las viejas instituciones, que constituían una amenaza perenne para las libertades populares. En una palabra, hicieron el viejo y conocido papel del «Nano de las Ventas», o lo que es lo mismo, el ridículo constante.

No podían los políticos olvidar la Historia de España, como tampoco sus enseñanzas, de las cuales está llena. ¿Qué es la Historia de España? No es más ni menos que un cúmulo de hechos en los cuales la traición, el despecho y el egoísmo más desenfrenado desempeñaron su principal papel. Luchas de padres contra sus hijos, de hijos contra sus padres, de hermanos contra hermanos, muertes repentinas de unos y otros, de sus esposas y nobles, todo porque quítame allá esas pajas. Guerras civiles movidas por cualquier despechado que creyendo que no se le había dado todo lo que él creía, hacía armas contra Dios y su madre. Vicios y depravaciones sin fisón, con una tiranía comparable con la de hoy el broche que rema el trayecto de tal tiempo a cuyo resonido llamaron historia.

Hay en nuestra historia una institución que no podemos olvidar y que lleva por lema una cruz y al lado todos los elementos de altura, tanto físicos como morales, que han sido capaces de inventar unos hombres que toda su ciencia estriba en retorcer almas, conciencias y miembros. Esta institución es el clero, el cual fue siempre árbitro y y amo absoluto de los destinos de nuestro país. Sobre todo desde que los Reyes Católicos emprendieron la obra piadosa de quemar vivos a hombres y mujeres. Esta política católica fue más tarde la causa de un sinfín de desastres que fueron reduciendo nuestro suelo a la mínima expresión. A partir de este reinado podemos decir que en España quien gobernó fue el Papa -Su Santidad-, que Dios guarde muchos años en su seno para bien de los hermanos a través de los confesores de estos (los reyes) y los inquisidores.

Salvo raras excepciones, puede decirse que España careció de gobernantes inteligentes que supieran encausar sus problemas. No ocurre otro tanto con los déspotas: de estos están llenas las páginas de la Historia rivalizando unos y otros para ver cual de ellos era más bruto.

En nuestra Historia termina un hecho y esta es la militarada, a la cual nunca le faltó el incienso de algún obispo que otro por innoble e injustificable que el hecho pudiera ser -había que derramar sangre y nada más-. Estas militaradas tenían varios caracteres, unas locales, en que un señor se apodera de una plaza y allí sentaba sus reales si no podía seguir adelante, y también las ha habido de más altos vuelos, dándose estos hechos con una frecuencia harto alarmantes, los cuales les han ido suministrando un gran caudal de experiencias a los que son en el pensar y en el sentir como una prolongación del ayer.

¿Cuando faltó en nuestro suelo las conspiraciones en las que hubiese estado metido algún prelado? Nunca, en estas conspiraciones se usaban todos los procedimientos, desde el puñal hasta el veneno, viniendo a pelo aquello de que ‘el fin justifica los medios’.

Que yo no sepa Historia está justificado, ya que toda mi vida no hice más que trabajar como tantos otros, pero que no la sepan los políticos de España no tiene justificación. Pero lo doloroso del caso no es eso, sino que conociéndola como la conocen, la olviden tan fácilmente con grave perjuicio del pueblo, único soberano al que hay que rendirle pleitesía.

Se tiene la experiencia de la Primera República y de la Historia en general, luego, entonces, ¿por qué no se aborda el problema con toda su magnitud? Cobardía sin límites y con ella irresponsabilidad manifiesta de todos los políticos. Ese es el problema.

Los militares de esta República no podían ser distintos a los de atrás, a los de ayer, y siendo así, ¿por qué no se cortó por lo sano?

Cuando se daban decretos que en apariencia iban en contra del clero y se quemaban iglesias, qué risa habían de sentir estos eternos traidores al contemplar los cañones y ametralladoras que el Gobierno tenía entregados a su custodia y que eran, no cabe duda, el verdadero símbolo del poder.

¿Qué es el Gobierno sin la fuerza? Un Gobierno sin la fuerza es lo mismo que una fuerza sin Gobierno. Esto está claro, por ello no podrán tener disculpa alguna ante los ojos del mundo, aquellos que por haber regido los destinos del pueblo español dieron lugar a que tan magna tragedia llegasen a España a convertir su suelo en un grandioso panteón de mártires de la libertad.

Dos factores fueron y son los principales de nuestra tragedia. Uno el clero, el otro el militarismo. Una vez se juntan en vergonzoso maridaje, la espada y la cruz, no importándole a ambos llenar la península de extranjeros e incluso de aliarse con el Sultán de Marruecos, abriéndole a los moros las puertas de Tarifa, al igual que aquel caballero traidor -según ellos- se las abrió un día para vengarse de la ofensa que le infringiera su soberano, viéndose con ello la península invadida una vez más por los infieles, que no quita para que el Papa de sus bendiciones a troche y moche para unos y otros.

El Gobierno de la República debió de dar un certero mazazo a estos focos de la España corrompida. ¿Cómo? Destituyendo en el acto a todos los que hubiesen sido una amenaza para ésta. Se podrá decir que a donde iba el Gobierno a por Jefes del Ejército para cubrir las vacantes, a lo cual se le podía contestar que los buscara a donde los buscó una vez surgido el movimiento: en el Pueblo. Ya que éste es la cantera inagotable que surte a la Historia de todos los elementos necesarios en las difíciles situaciones. Pero no aquellos políticos que lejos de hacer una política para el pueblo, la hicieron de espaldas a éste y de cara a los bastardos intereses de sus enemigos. Una vez asegurado el poder y la fuerza que un Ejército da, poniéndolo en manos seguras, todo hubiese sido cantar y coser, ya que afianzándose ese poder y esa fuerza se hubieran podido acometer todas las empresas habidas y por haber, por temerarias que éstas hubieran podido resultar. Esto unido a la política antiproletaria que la República hacía dio lugar a tan desesperada situación. Más adelante veremos lo que son los militares de este pueblo tan noble como heroico.

Se sabía que se conspiraba pero nada se hacía para remediar la situación. No cabe duda que una gran medida hubiera sido licenciar a todas las quintas, tanto del Ejército del Mar como de Tierra, antes de dar lugar a que cuajasen los pensamientos de esta gente.

¿Si conocían la Historia y con ella a los militares, por qué dejaron que éstos se sublevaran? ¿Para qué querían la Dirección General de Seguridad? Para los trabajadores seguramente, pero jamás para vigilar a los adversarios del pueblo, por ello, se vio a la trágica figura de la Guardia Civil tomar vuelos insospechados hasta entonces, sin que nadie se atreviese a cortarles las alas, y es que aquellos señores estaban más cerca de los representantes de la España negra que la del pueblo, y si no, la primera la tenemos en que muchas capitales cayeron en manos de la traición por negarse los Gobernadores de la República por facilitarle armas a los trabajadores con que defender sus libertades y sus propias vidas. Dura ha sido la lección recibida, de la cual debemos sacar una gran enseñanza.

Con lo expuesto hay bastante para demostrar la raíz misma del mal, huelga pues, señalar miles y miles de motivos, los cuales al lado de los dos señalados son de orden secundario. A través de estas páginas iremos viendo la catadura moral que son los hombres que por Gobernantes hemos tenido para vergüenza de todos, ya que entre otras virtudes ha ocurrido este movimiento para que cada cual demostrase lo que era, y así poco a poco, como el hombre que va despojando de sus adornos superficiales a la hembra, hasta dejarla al desnudo, ha sido el movimiento quitándole la careta uno a uno de estos falsos valores de la política nacional mostrándolas al desnudo ante sus gobernados, haciendo con ello que la farsa vuelva a repetirse.

Empezaré relatando toda mi participación en este movimiento. Lo haré con toda la minuciosidad posible, ya que carezco de mi archivo donde minuciosamente guardaba toda la documentación relacionada con mi persona, a la cual iban ligadas personas de «alto relieve» en la política nacional. Esta rica documentación hoy en el fondo del Mediterráneo.1

A últimos de junio de 36, empezó a moverse en Alicante la clase trabajadora. Esta quería que se le respetara la jornada legal de las ocho horas, ya que ésta era un mito en esta hermosa tierra alicantina. Además pedían un aumento de salario y la semana de 44 horas. Por entonces estábamos en huelga los carpinteros y los carroceros por el Sindicato de la Madera; los albañiles y los pintores por el Sindicato de la Construcción; los panaderos por Artes Blancas; y por el de Higiene los recogedores de la basura, los cuales en Alicante trabajan a salario con un contratista, el cual se quedaba con la contrata anual en el Municipio de la ciudad. El tiempo se prolongaba y la patronal se mostraba reacia, a excepción de la patronal de carroceros y carpinteros, las cuales a poco cedían y estos dos gremios volvían al trabajo. Ante esta resistencia del resto de la patronal y lo pesado que se hacía el seguir en estado de parsimonia, se hablaba de ir a la huelga general y a buen seguro que se hubiese ganado, a pesar de situar de rompe huelgas los albañiles de la U.G.T. en la cual estaban también los patronos albañiles como afiliados, siendo esta organización la que coaccionaba a estos para que no cedieran, por temor a que un triunfo de los huelguistas mermara sus listas de afiliados. Es obvio el decir que en aquella fecha tuve una participación muy directa, la cual me valió la prisión y la deportación consiguiente. Fui preso y deportado a Orihuela donde permanecí hasta cuatro días después de alzado el movimiento fascista. En la cárcel de Orihuela había conmigo gran número de fascistas presos de aquellos pueblecitos cercanos. Entre ellos habían significados caciques de la huerta. Pasé días amargos hasta no poder más, días que no dormía y me pasaba las noches sentado, con el oído atento y sin más arma que el banquillo que tenía en la celda, con el cual estaba dispuesto a defenderme. Entre tanto, los compañeros de Alicante fueron a pedir mi libertad al Gobernador, a lo cual se negaba a realizar. Dio casualidad que vino mi compañera a verme a la cárcel y con ella mandé una carta harto elocuente a mi sindicato. Cuando regresó a Alicante con la carta estaban reunidos los trabajadores y los compañeros. En aquella reunión se leyó mi carta, el clamor fue unánime, una sola voz resonó en el salón, se pedía mi libertad. Al terminar la reunión fue la Federación Local de Sindicatos a ver al Gobernador para exigirle mi libertad, nada de pedir, la hora no repara otra cosa, y entonces no hubo más remedio que ponerme de patitas en la calle. Aquella misma noche y en un auto regresé a Alicante donde siempre encontré afectos sin fin, los cuales eran hijos de nuestro afecto y cariño.

Al encontrarme entre los míos pregunté qué medidas se habían tomado para qué aquí, en esta ciudad, no pudiese triunfar el fascismo. Éstas se habían limitado a la declaración de la huelga general. Huelga general que la hacían los obreros con las manos limpias por no estar provistos de armas. Mientras esto ocurría, se acercaban a mi soldados del cuartel de ametralladoras para exponerme la situación crítica que dentro del cuartel tenían, y los preparativos que tenían que en su interior realizaban los Jefes y Oficiales del mismo. El cuartel era mi pesadilla, allí estaban las máquinas, los fusiles y las bombas de mano. Eso sí era efectividad y no una huelga general sin armas. Reuní a mis compañeros y les expuse la situación en Alicante con aquel cuartel, el cual era una incógnita, y por lo tanto una amenaza para la ciudad. En esta primera reunión se acordó exponérselo al Gobernador por medio de la Federación Local a ver lo que éste decía. En esta ocasión fui yo con la Federación. Se le expuso al Gobernador nuestro criterio y éste, como todos los Gobernadores, no vio tal peligro, ya que él contaba con la palabra de honor del Coronel del Batallón, según nos dijo. Ante estas infantiles manifestaciones le contesté un poco agriamente, subiendo de tono la escena cuando le hice responsable de lo que pudiera ocurrir en Alicante si el cuartel se sublevaba, estando a punto de provocar una situación personal entre él y yo, al afearle agriamente su conducta. Lo mismo que entramos en el Gobierno Civil, salimos. Es decir, si antes de entrar llevábamos alguna esperanza, al salir lo hicimos decepcionados en absoluto. A partir de aquella reunión me convencí que no había más remedio que actuar por cuenta propia desligándose de todo apoyo oficial. Mientras caldeaba el ambiente de la clase trabajadora respecto al cuartel, procuraba llevar el ánimo de los compañeros en las distintas reuniones que tuvimos para ir al asalto del mismo y por la violencia apoderarnos de él. En todas estas reuniones se me hacía ver que era muy expuesto realizar dicho asalto aunque siempre se reconocía la necesidad de esto. Para mí era una obsesión el acuartelamiento de la tropa y la permanencia de las armas en poder del mismo.

A los vigilantes nocturnos de la ciudad se les había dicho que en caso de notar algo anormal tocaran los pitos para despertar al pueblo y darle tiempo para reunirse y defenderse. Varias noches consecutivas tocaron los silbatos de alarma, los cuales hicieron que todo el mundo saliera a la calle. El nerviosismo iba creciendo, la hora se aproximaba.

Mientras todo esto ocurría, los comunistas, los socialistas y los republicanos (a los cuales pertenecía el Gobernador), se esforzaban por dejar a la C.N.T. y a la F.A.I. al margen en absoluto de toda actividad política y social. Así vimos que a pesar de existir un acuerdo, tomado en el Gobierno Civil, de que las armas se darían por igual a todas las organizaciones y partidos. Pero éstas solo se dieron a republicanos, socialistas y comunistas, dejando al margen a nuestras organizaciones. Es decir, se les daba las armas a aquellas entidades que carecían de gente para manejarlas, dándose el espectáculo por la calle de ver gente imberbe con sendos fusiles, mientras la gente aguerrida paseaba sin armas de ninguna clase. Esto nos indignó a todos, teniendo que irnos al Gobernador por su falta de seriedad. Todavía no se había batido al enemigo y ya empezaban los turbios manejos de la política, por pretender anular la parte más vital de la lucha que empezaba… ¡Quién había de decirnos que semejantes procederes, aumentado y corregido con el tiempo, había de llevarnos a la trágica situación actual. Se repartieron entre todos cien fusiles, con sus correspondientes dotaciones y correajes, en medio de esta lucha iba transcurriendo el tiempo, pero no pasaba en balde. Nosotros manteníamos estrecha colaboración con elementos del interior del cuartel, los cuales vivían de acuerdo con nosotros, estando próximos los últimos toques para realizar el asalto, había pues que esperar un poco.

Reunidos otra vez los compañeros, se estudió la forma de llevarse las armas sin que nadie se pudiese aprovechar de ellas en un sentido particular. En dicha reunión se ultimaron todos los detalles de la empresa.

Ya hacía días que yo venía haciendo labor para formar columna y con ella marchar hacia el frente de Granada. Eran muchos los compañeros que estaban dispuestos para realizar tal empresa. Así se lo hice ver a la organización, la cual lo vio muy bien, y más tarde, en unión de éstos, [se comunicó] al Gobernador. Éste vio el cielo abierto, pues de esta forma me perdía de vista, ya que no se fiaba de mi -cosa que me honraba-. De palabra me dio todas las facilidades habidas y por haber, pero de hecho, nada. Pedí fusiles para armarnos, se me contestó que me darían cien, pero esto nunca llegaba, después se me dijo que marchara sin armas y que en Murcia me las facilitarían, pues así se lo había prometido su compañero el Gobernador de Murcia. Fingiendo haber tragado el anzuelo le dije que se me preparara el tren que había de conducirnos hacia dicho frente, y así fue, el tren se preparó.

El día 3 de agosto del año indicado se dio un mitin en la Plaza de Toros de Alicante, organizado por las Juventudes de todos los partidos y organizaciones, por lo cual era un mitin juvenil. Para este mitin preparamos nosotros, los de la C.N.T. y F.A.I. varios camiones y coches ligeros, así como las armas que poseíamos. Con estos camiones y coches repletos de gente nos dirigimos a la Plaza de Toros. Una vez en la plaza y en voz baja emitimos la especie de que «al final del mitin al cuartel». Los chóferes ya estaban prevenidos, y así compenetrados todos esperamos al final del acto. Como nota simpática haré contar que en aquel mitin habló el viejo compañero Tortosa, de Madrid, que de paso se encontraba en Alicante.

Antes de ir al mitin nos pusimos de acuerdo con la gente del cuartel. Éstos en unión de otros compañeros que habían allí dentro estaban en el secreto de lo que se preparaba.

El mitin había terminado y como un solo hombre montaron todos en los referidos vehículos poniendo rumbo al cuartel de ametralladoras. La comitiva pasó por delante del Gobierno Civil cantando nuestros himnos. El Gobernador se asomó al balcón y respiró fuerte, pues creía que era la columna que marchaba al frente. Sin parar seguimos nuestro camino colándonos de sopetón con coches y todo en el interior del cuartel. En un abrir y cerrar de ojos pasaron las armas que allí había a nuestro poder, las cuales fueron trasladadas de urgencia a nuestros domicilios sociales, que eran varios. A poco de efectuado lo anotado llegan los guardias de asalto al mando de un comandante, los cuales empezaron por quitarles las armas a todos los que habían dentro del cuartel. Yo me encontraba en aquellos momentos forzando la puerta de la Santa Bárbara y al enterarme de lo que allí pasaba salí, encontrándome en el patio a personas del partido socialista alicantino con escopetas, en unión de otras de distinto matiz político. Estuve a punto, al verlos, soltar una carcajada. Había que ver la cara tan larga que tenían. Digo, la C.N.T. con armas. Vamos, eso no podía tolerarse. Como decía, se nos quiso desarmar, de lo cual se desistió después de una violenta discusión, ya que teníamos armas y podíamos hablarnos de tu a tu. Desde aquel día la Organización Confederal y la específica tuvieron un puesto de honor en la ciudad alicantina. Ya iba siendo hora.

Cuartel de Benalúa o de Infantería de Alicante.

La noche del asalto la pasé en el cuartel organizando la columna y al otro día, 4 de agosto, a las 6 de la tarde, salía el tren que nos conducía rumbo a Guadix.

Fue un momento de emoción grande. Los andenes de la estación repletos de gente, hombres y mujeres, despedían, unos a sus deudos, otros iban allí atraídos por la afinidad y simpatía, se abrazaban los amigos y compañeros, se daban vivas y se hacían votos por el triunfo de la causa, y así, con las banderas al viento y en medio de aquel entusiasmo en todas cuantas estaciones parábamos. Todos hacían esfuerzos por rivalizar en demostraciones de simpatía. Qué días más felices aquellos en que todo un pueblo, en pie, defendía su libertad.

El día 5 llegaba el tren a la estación de Guadix. Ya estaba sobre tierras de Granada, pronto se me asigna una parte de aquel frente y podía luchar contra los seculares adversarios de mi clase. Ya lo veremos.

Aquella alegría y satisfacción por mi sentidas no me hacían presagiar las amarguras y sinsabores que me estaban reservadas. Cercano estaba el día en que sería el blanco de todos los disparos.

Apenas puesto el pie en la provincia de Granada, empecé a tropezarme con viejos compañeros, los cuales me recibieron con gran alegría. Aquel mismo día hice mi presentación en el E.M. Estaba de Jefe del Sector de Guadix el Teniente Coronel Verdú, inválido de la guerra de Melilla. El Cuartel General del Sector estaba situado en el Hotel Comercio de la ciudad. No crea el lector que el hotel era ocupado por dicho E.M., no, pues este solo ocupa una pequeñísima habitación donde apenas había sitio ni para media docena de personas y donde estaba también el teléfono con su malísima red de comunicaciones, por lo cual había que hablar a fuertes gritos para poder hacerse entender con los puestos próximos.

Mala impresión me produjo ver a un Estado Mayor en un hotel y en aquellas condiciones, donde tenía un campo abonado los espías, ya que era lo mismo que tenerlo en medio de la calle. ¿Es que no se les ocurrió a estos profesionales requisar una casa? Si hubiese sido para defender la causa del fascismo no cabe duda que lo hubieran hecho, pero como era para defender las libertades populares, causa que ellos no sentían, no les interesaba en absoluto. Además, ¿para qué más espías que ellos?

Con mi fuerza acuartelada permanecí varios días hasta que me dieron 80 fusiles para armar a los compañeros que había sin armas. Una vez éstas distribuidas, me dijeron que pronto entraríamos en acción. Efectivamente, un día fui llamado al Cuartel General y en él se me presentó el General Martínez Cabrera, Jefe de todo el frente de Granada. Después de grandes alabanzas, propias del hipócrita, me dijo que había que hostilizar al enemigo por la parte de Güejar Sierra, y si era posible, tomar aquel pueblo, pero para evacuarlo después, ya que no era objetivo, por encontrarse en una hondonada u olla. Para realizar esta operación de hostigamiento, se me agregó una máquina con personal profesional, al mando de la cual iba un sargento llamado Carrión, excelente persona, como así el resto del personal de la misma. También se me agregó un viejo sub-oficial de Caballería, hombre bueno pero sin facultades de ningún género. Con el sub-oficial de Caballería vinieron dos sargentos de artillería.

Cuando me llamó el General Martínez Cabrera se encontraba en la ya mencionada habitación del Hotel el Jefe del Aeródromo de Guadix, y Jefe de la Aviación de aquel frente, el cual tenía dos pobres y miserables aparatos de 180 por hora para todos los servicios. Con él se convino que dichos aparatos y nosotros actuaríamos de conjunto. Una vez todo convenido, partimos el día 12 de agosto en camiones para el pueblo de Jerez del Marquesado. Una vez en este pueblo, se me dio la orden de que me hiciera cargo de 100 guardias civiles que según el E.M. eran de absoluta confianza. Al mando de éstos había un sub-oficial del mismo cuerpo.

El general Martínez Cabrera supervisando las milicias de Cartagena en Colomera (ABC, 31 Diciembre 1936).

Güejar Sierra es un pueblecito situado en las estribaciones de Sierra Nevada y final del trayecto del Tranvía Granada-Sierra Nevada. Se une con la capital una magnífica carretera de primer orden y se tarda desde el mismo a la ciudad,, en un coche, unos 19 minutos. La posesión de este pueblo debía de haber sido de importancia, y lo era, no obstante el criterio del E.M.

La situación en Granada en aquel entonces era crítica. Estaba en nuestro poder Alcalá la Real y Loja, por un lado, y por otro Motril. Era pues imposible la entrada de refuerzos en dicha capital.

Güejar Sierra en la actualidad.

En aviones entraron la 6ª Bandera del Tercio y algunas fuerzas de Regulares, las cuales venían de Ceuta. Cuando hicieron su entrada en la capital granadina la 6ª Bandera del Tercio y desfiló por las calles la alegría asomó en los tristes rostros de la burguesía fascista. ¡Ah! Ya estaban salvados. Con aquellas fuerzas pronto los rojos abandonarían el campo y saldrían corriendo. Ya lo veremos.

Antes de seguir adelante, debo de hacer unas aclaraciones, las cuales envuelven una sincera confesión. Por mandato de la Organización iba como Delegado General de la misma por lo cual era el que sobre sí llevaba el peso de la misma. ¿Qué cualidades eran las mías en el orden militar? Para dar una idea de ello baste decir que ni hice el servicio por haberme librado mi padre cuando me tocó, llegando mi ignorancia en esta rama hasta no saber desarmar mi fusil. Es decir, sobre este particular, mi ignorancia era absoluta. Contando solo con mi espíritu, un poco amigo de la escaramuza.

El día 19 de agosto salimos de Jerez del Marquesado para el Collado del Alguacil, base de partida para la iniciación de la operación mencionada. Después de caminar durante cinco horas consecutivas por escarpados montes, llegamos a nuestro destino. Al otro día a las cuatro de la mañana formaba los compañeros para salir a cubrir el objetivo. Aquella mañana, la del día 14, ni tomamos el desayuno, ¿para qué?, todos íbamos contentos hasta más no poder, ¿qué se hará?, nos preguntamos todos. A las dos horas de camino divisé al enemigo que con las mismas intenciones que nosotros venían a nuestras posiciones. Distribución inmediata del personal en lo que pudiera servirnos de puntos de apoyo para una retirada y avance del resto de la gente. El enemigo venía por un camino de herradura que existe en las estribaciones de un granero que se le conoce con el nombre de «Cala». Nosotros marchábamos por la cuesta de los cerros que eran y son una prolongación de la cuesta del mencionado. Para llegar nosotros a este gran montículo faltaba un gran trecho. Para dominar ellos no había más que subir perpendicularmente. El que llegara antes sería pues el más fuerte. Se entabló el pugilato para ver quienes se apoderaban de las alturas. Poco después eran éstas coronadas por nosotros.

1No conocemos el contenido de esta documentación, pero una parte debe corresponder al famoso proceso judicial conocido como «Asunto Maroto». Asimismo es probable que el borrador del «Anecdotario de la Columna Maroto» que escribió o estaba escribiendo junto a José Pérez Burgos, se perdiera, en lo que sería la huida en barco por los puertos levantinos, y arrojara al mar, por no encontrar una embarcación con sitio disponible. De su proceso judicial existen copias en varios archivos, destacando el de la CNT en el Instituto Internacional de Historia Social (Ámsterdam). En su conjunto se puede considerar que se conserva bastante completa, existiendo recopilaciones de diferentes papeles propios de la campaña de liberación que se desató en favor de Maroto. Con todo, es una pena la pérdida de lo que hubo de arrojar al mar por las circunstancias.

2 comentarios

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.