Durante el año 2024 se puso de moda en Tik-Tok hablar de “tu imperio romano” para referirse a las obsesiones personales. La frase, ahora dicha con humor, podía referirse perfectamente a la ornitología, pero la referencia original señalaba hacía a una supuesta obsesión de algunos hombres con la temática.
Esta obsesión masculina de época por lo romano y, en un sentido más amplio, por las llamadas culturas clásicas, podría ser la vulgata de una afirmación simbólica mantenida en el tiempo por los espectros sociales más reaccionarios, que han anidado en la propaganda volcada en las redes por las nuevas tecnoélites, recientemente asociadas al gobierno de Donald Trump –que ya utilizó imaginería romana en su primera campaña electoral– y otros movimientos reaccionarios.

Elon Musk y Marc Zuckerberg son dos buenos ejemplos de exhibicionismo a través de las citas clásicas. “Cuanto más corrompe el Estado, más numerosas las leyes”, dijo el primero citando descontextualizadamente a Tácito. También ha invocado en sus comunicaciones en X al dictador romano Sila o hecho paralelismos poco velados entre los movimientos migratorios y el final del Imperio Romano. En la web Pharos, de Vassar College, pueden encontrarse decenas de ejemplos de la utilización de la cultura clásica como coartada de la nueva tecnocasta en general y Elon Musk en particular.
Pero los vasos comunicantes entre las caracterizaciones másmainstream de las nuevas extremas derechas y los grupos supremacistas de base son constantes. También en esto. Ashton Kingdon hace en Hooked on Classics: The Far Right’s Appropriation of Ancient Greece and Rome una breve genealogía de la utilización del mundo clásico que sirve para entender su adopción por la extrema derecha norteamericana en la última década.

En 2015 el líder supremacista Richard Spencer caracterizó la idea de un etnoestado blanco en el continente americano como “una reconstitución del imperio romano”. En 2017, los manifestantes reunidos en Charlottesville bajo el lema “unite the right” desfilaron con máscaras de emperadores romanos como Adriano o Marco Aurelio e inscripciones como “protect your heritege”. Durante el intento de insurrección del 6 de enero de 2021, varios asaltantes del Capitolio llevaban cascos corintios en recuerdo de los guerreros espartanos. En 2024 Elon Musk se mostraba en redes sociales autonueado con inteligencia artificial como un dictador romano para cerrar el círculo.
La cultura clásica ha sido utilizada como encarnación de la civilización occidental muchas veces con anterioridad. Su identificación con la extrema derecha tampoco es una novedad. El saludo romano, las águilas heráldicas o las falanges son los ejemplos más obvios de su adopción de la iconografía romana en el siglo XX. Pero, si bien es pertinente atender al uso propagandístico de lo romano como un elemento de continuidad dentro de las genealogías de las extremas derechas, puede ser interesante mirar también a las particularidades de sus actuales encarnaciones.

En el imaginario que permea la red con los colores saturados de las previsualizaciones de YouTube, lo romano se muestra como una referencia clara a una masculinidad inflamada en oposición con el feminismo, lo LGTBI+ o “lo woke”, entendidos todos como elementos de degeneración. El equívoco de la blanquitud de la arquitectura y la estatuaria clásica (en realidad, sus colores se perdieron por obra de limpiezas excesivas o el paso del tiempo) podría funcionar como ironía frente a la utilización de la estética grecorromana como sinónimo de la blanquitud humana. Por ejemplo, el foro supremacista blanco –y nazi– Stormfront ha utilizado como imagen el Partenón. En el mismo sentido, la imagen de un imperio racialmente homogéneo y blanco no se compadece con la realidad de un gran territorio cuyos habitantes mantuvieron interacciones constantes con pueblos mediterráneos y del norte de África.
Tampoco los soldados espartanos, tomados como una suerte de supersoldados y salvadores de la raza blanca en la batalla de las Termópilas, fueron los protofascistas que estos grupos celebran con la adopción del casco corintio y la exhibición del lema ΜΟΛΩΝ ΛΑΒΕ (Molon labe). La frase, que significa “ven y tómalo”, se atribuye al rey Leónidas I, que supuestamente se la dijo al rey persa Jerjes I cuando este pretendía que los espartanos entregaran las armas. Los persas serían, en una traslación tan simplona como evidente de la propaganda historicista, los migrantes cuya invasión es vehículo de la teoría de la Gran Sustitución en la actual sociedad occidental. También podemos tomar el caso de la letra griega lambda (ʌ), que los espartanos llevaban en los escudos y se ha convertido en simbología racista (singularmente islamófoba) en Europa y Estados Unidos.

La idea de pueblo armado como pueblo libre encarnada en Esparta no es nueva entre la derecha reaccionaria y, en su visión económica, Molon labe ha venido a significar también una expresión de la lucha libertariana contra el Estado. Durante la pandemia, vimos impreso el lema en mascarillas en Estados Unidos. Esta hermandad espartana se ha mostrado además en la inspiración de “grupos de entrenamiento espartano” –milicias armadas de extrema derecha–, que llegaron a ser anunciadas en el portal conspiranoico Infowars.
La jugada es similar –más intensa, si cabe– en lo referente a la iconografía romana, donde las apropiaciones equívocas e interesadas también son abundantes. Así, el SPQR romano se utiliza únicamente en su caracterización de emblema militar a pesar de pertenecer al ámbito cívico (Senatus Populusque Romanus).
La filosofía clásica como life-hack
En el plano de las ideas, el auge de la estética y el trasfondo romano está también muy presente en los círculos de la alt-right a través del estoicismo. En su caracterización actual, constituye una justificación filosófica de la forma de vida decididamente neoliberal que, a menudo, incluye ideas misóginas y nativistas. El autor Matthew Sharpe se ha referido a los seguidores de última hora –al fin y al cabo, Las meditaciones de Marco Aurelio siempre fueron un best seller– como alt-stoicos.

Aunque la raíz de esta escuela filosófica hay que buscarla en el mundo griego (fue fundada por Zenón de Citio en la Atenas del siglo III a. C), son las reverberaciones romanas de Séneca o Marco Aurelio las que han llegado hasta nuestros días con más profusión, dando una idea fragmentaria del corpus estoico.
Los neo-estoicos seleccionan de forma superficial fragmentos de las Meditaciones, que se convierten en aforismos asociados al management y situados históricamente en una fase neoliberal de fusión total de las esferas de lo laboral y lo personal. Una manualización que, como ha dicho Bunn, llega a los extremos de la “gamificación del estoicismo”, como si se tratase de superar las distintas pantallas de un videojuego hasta llegar a ser un auténtico emperador romano y emular al mismísimo Marco Aurelio.
La doctrina se hizo importante hace unos años en círculos tech de Sillicon Valley y ha hecho aparecer numerosos libros de inspiración estoica para afrontar la vida y los negocios, como los best sellers de Ryan Holiday, que también dirige un sitio web llamado Daly Stoic, un canal de vídeos y una newsletter de consejos estoicos de moda ente las élites estadounidenses.
Las doctrinas de Zenón sobre el autocontrol, posteriormente heredadas por Séneca, son reinterpretadas un par de milenios después por Jack Dorsey, CEO de Twitter, que hace gala de tomar baños fríos. Steve Banon también cita con frecuencia a Marco Aurelio y el estafador LLados incita a sus seguidores a liberarse de los apegos que limitan su crecimiento dejando atrás a la familia. Donna Zuckerberg escribió sobre ello en Not all dead white men. La clasicista y hermana del fundador de Facebook pasó dos años investigando la manosfera y las comunidades Red Pill en internet, donde la iconografía romana y la filosofía estoica se utilizan profusamente para respaldar mensajes de odio.
Pero esta visión del estoicismo parece haber permeado, aparentemente despojada de sus aristas más radicales, en otras esferas de la sociedad. Baste como ejemplo este apartado dentro de la web de la compañía española Iberdrola donde se presenta la doctrina “ para empresarios de éxito, entrenadores personales o escritores”.
El estoicismo moderno sirve también como respaldo de la existencia de desigualdades sociales. Es fácil encontrar en YouTube vídeos de mercachifles del emprendimiento haciendo uso de la aceptación del destino estoica. “Es mejor ser rico que pobre, pero un estoico verdadero manejaría cualquiera de los dos”, decía Séneca y repiten los memes de internet, ahondando en el viejo adagio del emprendedor sobre la aceptación de los fracasos como jalones hacia el gran éxito final, inequívocamente identificado el éxito económico.
En su versión terapéutica (además de haberse convertido en mimbre de múltiples libros de autoayuda es fácil encontrar terapias basadas en sus enseñanzas) sirve para exorcizar emociones incómodas, como el sentimiento de culpa. El estoicismo entendido como algoritmo convive en la ética de las nuevas élites político-empresariales con otros life-hack productivistas, como las microdosis de alucinógenos, el ayuno intermitente, distintas versiones del ejercicio extremo y, en última instancia, el transhumanismo. Todo un collage cultural al que es difícil sacar sentido por lo que tiene de pastiche, pero que nos habla de los nexos entre el capitalismo de Sillicon Valley y las formas más primarias de autoritarismo de corte fascista. Habrá que pedir ayuda a los clasicistas para leer bien a los clásicos.
BIBLIOGRAFÍA:
Bunn, P. (2022). Silicon Valley Stoics? Life-Hacking, Transhumanism, and Stoic Therapy. The Political Science Reviewer, 46(1), 1-28.
Hodkinson, S. (2022). Spartans on the Capitol: recent far-right appropriations of Spartan militarism in the USA and their historical roots. Classical Controversies: Reception of Graeco-Roman Antiquity in the Twenty-First Century, 59-84.
Kingdon, A. (2024). Hooked on Classics: The Far Right’s Appropriation of Ancient Greece and Rome. In The World White Web: Uncovering the Hidden Meanings of Online Far-Right Propaganda (pp. 69-91). Cham: Springer Nature Switzerland.
Rosenberg, J. (2020). THE GRUELING CLASS: Why Silicon Valley loves Stoicism. Mother Jones, 45(1), 55-59.
Sharpe, M. (2018). Into the heart of darkness or: Alt-stoicism? Actually, no…. Eidos. A Journal for Philosophy of Culture, 2(4 (6)), 106-113.
When the Richest Man in the World Loves Classics. (2025, enero 31). Pharos. Doing Justice to the Classics. https://pharos.vassarspaces.net/2025/01/31/elon-musk-nazi-salute-classics-roman-empire-latin/

