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Entrevista a Antonina Rodrigo, por Ser Histórico

Antonina Rodrigo nació en el barrio del Albaicín, Granada, el 4 de Febrero de 1935. Su familia se trasladó al centro de la ciudad siendo aún niña. Con el tiempo vivirá en Francia y Barcelona, donde ha pasado gran parte de su vida, hasta su vuelta a su Granada natal, que siempre llevó en el corazón. Ha publicado en numerosas editoriales, entre ellas Planeta, la más importante del país durante una época.

Entre sus trabajos abundan las biografías de mujeres rebeldes, valientes y luchadoras, así como de estudios sobre temas populares, pero adquirió gran notoriedad por su faceta lorquiana, siendo una autoridad sobre la figura de García Lorca. Hoy, con casi 91 años (los cumplirá en Febrero), es una de las grandes referentes de la Memoria Histórica, pero también es una autodidacta que fue pionera en los estudios de las mujeres. Aún tiene mucho que contar, y desde Ser Histórico estamos entusiasmados de poder entrevistarla, tras un tiempo de espera, atendiendo a su salud, un tanto más delicada respecto a hace un año, cuando prácticamente estaba hecha un roble. Pero sigue recibiendo llamadas a todas horas, para invitarla a homenajes, eventos importantes y proyectos ambiciosos.

Esta entrevista la hemos hecho junto a un periodista de una revista de Alemania, al que dimos prioridad en el encuentro, ya que desde Ser Histórico tenemos facilidad de encontrarnos con Antonina en otros momentos. Nuestras preguntas se realizaron posteriormente, pero muchas de nuestras cuestiones ya se plantearon o la respuesta venía intrínseca en las palabras anteriores de Antonina. La entrevista se grabó. Hubo un segundo encuentro y se ha organizado para completar algunas informaciones, por lo que se ha organizado en el texto, por lo que la parte oral, aunque recoge fielmente lo dicho, sigue un orden distinto, pero importante para no ir y volver en cada tema.

Ser Histórico (SH): Antonina, ¿dónde estudiaste?

Antonina Rodrigo (AR): En Granada existía una escuela laica, un colegio republicano, que siguió funcionando durante el franquismo. Estaba en la calle Enriqueta Lozano. La llevaba una mujer que conocíamos como Doña Paquita. Nos hizo leer un Quijote para niños. Aprendimos a leer y escribir, a puntuar, a acentuar… En esa escuela no se cantaba el Cara al Sol ni se rezaba. Doña Paquita era una mujer maravillosa, muy buena, y valiente, solo unos pocos pudimos estar en su escuela durante aquellos años. Pero existía ya antes del franquismo. No creáis que no sufrieron represión: aunque la escuela se mantuvo, sus integrantes sí sufrieron condenas y castigos. Eran gente muy valiente.

Un maestro es muy importante en la vida de uno. Son quienes plantan las semillas. Yo me quedé en bachiller, soy autodidacta. Pero conocía a Domínguez Ortiz, un profesor, que sí explicaba bien las cosas. Me preguntó qué hacía yo, y le dije que yo escribía cuentos y relatillos, en la prensa franquista granadina, muy malos, pero ahí estaban. Me hice amiga de él y mantuvimos la amistad toda la vida, hasta que él falleció. Él era como Machado, un apóstol laico, alguien muy bueno.

SH: ¿En qué periódicos escribiste en tu época de juventud?

AR: En Granada, empecé a escribir algunas cosas en Patria, que era falangista, y en Ideal, el periódico que ha llegado hasta hoy, el más antiguo de los existentes en la actualidad. Ambos eran del régimen. Yo trabajé dando clases de educación vial, que entonces no habían muchos coches en Granada, pero habían. La educación vial para niños era algo nuevo. Entonces tenía una plaza, de periodista, que saqué por oposición, con un buen sueldo, muy importante para nuestra familia. Quería ir a Barcelona, pues por trabajo todos querían ir a Madrid y Barcelona. Más adelante, en Francia, empecé a trabajar en una tienda y luego en la prensa, donde notaron que llegaba una abundante correspondencia desde Granada relativa a los incidentes de tráfico. Ya les informé a qué se debía.

Por medio del periodismo empecé a hacer entrevistas a personas mayores. Una vez fui a México, y aproveché para ver a una anciana, del exilio, para entrevistarla. Me la encontré en una cama, muy apagada. En la casa, cuando llegué, me dijeron que ya era hora. «¡Ya era hora!» Querían la entrevista desde hacía tiempo. Cuando empezamos a hablar, ella empezó a encenderse y recobrar salud. Terminó cantándome canciones de la Guerra Civil. Es la entrevista que con más amor recuerdo. No era la primera, pero sí la más viva para mi.

SH:Quizás tu primera gran publicación es sobre Mariana Pineda, una mujer que fue ejecutada a garrote vil durante la monarquía de Fernando VII. ¿Qué nos puedes decir de Mariana y de tu libro sobre ella?

AR: Fui siempre una gran admiradora de Mariana Pineda, tal es así que poco antes de que se derribase el Beaterío de la calle Recogidas, donde ella estuvo encerrada, visité las celdas, al igual que otros muchos granadinos. Siendo muy joven, consciente de que no duraría mucho porque ya habían empezado las obras de demolición, visité a las monjas, que me enseñaron la celda donde estuvo. Ya se habían apalabrado las rejas, pues estaban vendiendo cosas del Beaterío para ganar algo de dinero. Las rejas hoy deben andar en casa de alguien, pero yo solicité las llaves de la celda, una enorme y de hierro. Hicieron una copia de las llaves para la persona de las rejas. Las monjas me firmaron un certificado asegurando que esa era la llave auténtica. Así la pude rescatar, me la quedé durante un tiempo, pero en cuanto pude lo doné a la Casa de Mariana Pineda, que es hoy es el Centro Europeo de las Mujeres, donde está expuesta en la actualidad, felizmente. Es una de mis hazañas.

Llave de la celda de Mariana Pineda en el Beaterío de las Recogidas. Centro Europeo de las Mujeres Mariana de Pineda.

Mariana Pineda se negó a delatar a sus compañeros, que luchaban contra el absolutismo de Fernando VII. No quiso delatarlos pese a que le iba a costar la vida y dejar a sus hijos abandonados. Para mí, murió por la libertad. Para mí está unido a García Lorca por ello. En esta vida es el mayor motivo por el que dar la vida. Pudo haberse salvado, delatando, o al menos aceptando las pretensiones amorosas de Pedrosa, el juez de su caso.

García Lorca, en su libro sobre la vida de Mariana Pineda, pidió datos históricos sobre ella, pero no se los daban. Eso era porque el hijo de Gallego Burín preparaba otra biografía, y no le facilitaba la investigación. Al final, no lo escribió ni nada. Gallego Burín cogió la carpeta donde estaba el proceso judicial de Mariana Pineda. No sé dónde estará ahora pero lo tuvo él. En el Archivo Histórico Nacional aparece en las fichas, pero cuando accedías solo veías una nota indicando que solo se conserva la portada. Eso lo cogió Gallego Burín y hay que seguir su pista para recuperarlo. Él y su hijo (Gallego Morell) ya han fallecido, ¿dónde estará ahora? Yo tengo una fotocopia, que conseguí de su hijo, que me lo hizo, y así lo anoté en mis citas al pie y sé que lo tuvieron ellos, pero, ¿el original? ¿hoy? ¿un documento tan importante? A mi me consta que los nietos han vendido cosas como cartas de Lorca. Por cierto, lo que publiqué en Alfaguara, la editorial que hizo Camilo José Cela, fue por Gallego Morell, que le habló de mí.

Y cómo llega hoy el caso de Mariana. Hoy hay un problema con sus huertas, por Camino de Ronda, por el Cañaveral. Ella deseaba que fuese para sus hijos. Pero la huerta, al igual que toda la herencia de Mariana, acabó en manos del Ciego Pineda, tío de ella. Estas huertas están ahora en disputa, ha salido en las noticias recientemente, porque quizás se destruirá el edificio tradicional que se conserva allí, un verdadero vestigio histórico de la Granada agraria.

SH: Cerca de donde naciste estaba la Casa de la Lona.¿Tienes recuerdos de esa famosa Corrala y de sus gentes?

AR: Muy pocos, pues me fui de ahí siendo niña. Sé que era una gran fábrica, muy antigua, donde se hacían las velas de la armada española, cuando se movían por la fuerza del viento. Era muy antigua, de tiempos inmemoriales. Tenía un gran patio. Allí vivían los trabajadores con sus familias, y allí siguieron aun cuando cerró como fábrica. Pero ya no queda nada hoy de la estructura, ni cuando era fábrica ni cuando era corrala.

Placa conmemorativa en el Callejón del Gallo de los vecinos a Antonina.

SH: En tu juventud en Granada, ¿llegaste a conocer quién era Francisco Maroto del Ojo, quien dirigiera una columna de milicianos en el frente de Granada durante la Guerra Civil? ¿Qué contaba la gente?

AR: Sí, sí. Maroto era alguien muy popular y conocido en Granada, aún en la postguerra. Tenía fama de ser alguien muy entregado, un incansable luchador. Un día me encontré un póster de él, quedé impresionada. En Granada se le ha estudiado, pero muy poco.

SH: ¿Has escuchado algo de Dolores García, su compañera?

AR: No, no la conozco. ¿Fue la compañera de Maroto?

SH: Así es. Era madrileña, y le acompañó cuando fue a vivir en Alicante. Tras la Guerra Civil y ser capturado y ejecutado Maroto, curiosamente marchará a Granada, donde montó un quiosco y tuvo contacto con los libertarios de la ciudad que quedaban durante el franquismo. Pero no hay muchos detalles y teníamos curiosidad por saber si sabías algo de ella. En el sumario que hay contra Maroto en un archivo militar de Madrid, salen bastantes datos sobre ella, descrita como una peligrosa anarquista.

AR: ¡Qué interesante! ¿Aún no hay nada escrito sobre ella? Pues debería haberlo.

Cartel de la Columna Maroto. Dibujado por Gallo.

SH: ¿Qué sabes de los Niños de la Noche?

AR: En Granada se ha hablado muchos de ellos. Estaban por arriba, andando el río Darro. Por ahí estaban los puestos de los milicianos. No llegué conocer a ninguno de los Niños. Sí a algunas personas salvadas por ellos.

Estuvieron los hermanos Quero con ellos. Los Quero estuvieron prácticamente solos plantando cara a Franco. Hace poco escribí sobre la madre de ellos.

SH: ¿Y de Agustina González, la famosa Zapatera?

AR: En Granada Hoy estuvimos escribiendo sobre ella en varios números, a dos páginas. Entonces nadie la conocía. Era una mujer muy culta, moderna y valiente. Tenía una tienda en la calle Mesones y le decían loca porque llevaba pantalones largos, y no falda. Alguien muy independiente, con su propio dinero: los reaccionarios no soportaban que fuera independiente de hombres y pensase por su cuenta. Cuando pasaba una manifestación cerca de su casa, salía con una bandera de la República para unirse a ellos. Fue asesinada en el Barranco de Víznar. García Lorca lanza algunos guiños sobre ella, pues la conoció. A mi al menos me recuerda a ella el final de Yerma, lo de la hija muerta de Bernarda Alba…

Ahora van a hacer una película y una obra de teatro sobre ella. Y se ha empezado a publicar algunos libros sobre su figura. ¡Qué bien! A quienes escriben o filman sobre ella, les digo que tienen ahí una tragedia. Cuando la van a fusilar, se puso de rodillas y miró a los cielos, a las estrellas, y les pidió clemencia.

Portada y contraportada de Las Leyes Secretas de Agustina González López, la Zapatera. Está en la Biblioteca Nacional de España y se puede consultar en su Biblioteca Digital.

SH: ¿Cómo conociste a Eduardo Pons Prades, tu compañero de vida?

AR: Le conozco por el libro de Mariana Pineda. La editorial que publicó ese libro tuvo a su plana reunida en el café Gijón con varios poetas y escritores. Entre ellos estaban José Camilo Cela y Eduardo. Alguien, un profesor (Gallego, imaginamos SH), le comenta cómo va la formación de la editorial de Cela (Alfaguara), y Cela le dice que habrá una colección sobre exiliados, y otra de «españoles que no murieron en la cama». Este profesor le dice que en Granada hay una joven que está escribiendo sobre esto. Cela me pidió el libro y se lo di. Lo editó tres veces. Tuve mucha suerte porque entonces solo había escrito un libro de teatro para niños. Y aparte, Pons trabajaba en la editorial, y allí nos conocimos.

Cela ayudó a Eduardo dando documentación para sus investigaciones históricas, que le negaban por ser quien era. Luego nos fuimos a París y no creas que allí era fácil. Eduardo conoció a Quico Sabaté, y cuando se hizo una película sobre él, fue Eduardo a los sitios por donde estuvo. Cuando le matan, le entierran fuera del cementerio, por no ser creyente.

Me decían que Eduardo era hijo de su padre, según me contaron, porque no conocí a mi suegro. Anarquista, sindicalista y magnífica persona, con el cariño y reconocimiento de todos.

SH: En el Exilio conociste a José Luis Gallo, anarquista y gran dibujante. ¿Qué nos puedes decir de él?

AR: Luis García Gallo era un anarquista vasco que dibujó grandes obras durante la Guerra Civil (entre ellas las de la Columna Maroto). Sabía hablar vasco aunque de joven salió de su tierra natal. Escribía también muy bien, pero se hizo famoso como dibujante. Militante y solidario, nunca cobró nada para la causa. En el exilio siguió con su actividad, pero se cambió el nombre por «COQ» (pues «coq» es «gallo» en francés, y le resultaba muy sonoro y pegadizo). Ridiculizó de modo sangrante a Franco, durante y tras la guerra (en Tierra y Libertad y otros periódicos), y tuvo que ocultarse muy bien en Francia, porque temía que fuese secuestrado por la policía franquista que estaba dentro de Francia actuando y llevado a España a gente para fusilarla. Gallo estuvo detenido por los alemanes. Lola Iturbe iba a los campos de concentración y le vio, muy deteriorado y desmoralizado. Tenía mucho carácter pero también mucho humor. Con él hice los aleluyas sobre personalidades progresistas y libres como García Lorca, Mariana Pineda, Antonio Machado, Miguel Hernández, Blas Infante, Ángel Ganivet, Manuel de Falla y muchos más. Él hacía los dibujos, yo los versos típicos que suelen acompañar a este estilo antiguo de literatura popular, que utilizaban los ciegos con sus lazarillos en las calles para ganarse unos duros. Era un género propio para personas iletradas.

Gallo vivió en París y no quiso volver a España hasta que murió Franco. Entonces, eligió Barcelona.

Estoy escribiendo un estudio sobre él. Espero terminarlo.

SH: Háblanos de Federica Montseny.

AR: La conocí. Una gran persona. Se han dicho muchas mentiras sobre Federica Montseny. Ella fue una gran mujer, una gran personalidad, clave en la historia del anarquismo y de España. La conocí personalmente, estuve en su casa muchas veces, y vivía en condiciones humildes y sencillas, nada que ver con lo que se ha llegado a decir o insinuar. Era una persona íntegra, entregada a las ideas anarquistas y al movimiento .

Mi primera noticia sobre ella era cuando niña, pues mi madre hablaba de ella y siempre decía que llenaba las plazas de toros, y claro, yo, niña andaluza, pensé que sería una torera de mucho éxito. Vi alguna foto, escondida, y me resultó extraño que la ropa no se correspondiera con la de un torero, y en esa instantánea se la veía gruesa, pero efectivamente estaba en una plaza de toros con mucha gente. Con el tiempo, me di cuenta que Federica Montseny no era una torera, sino una mujer muy buena, que quería que todo el mundo acudiera a la escuela y tuviera educación, que todo el mundo tuviera sanidad y que todo el mundo comiera. Más tarde la conocí en persona y escribí sobre ella. Me encargó el prólogo de uno de sus libros, Mis primeros cuarenta años. En ese prólogo relato un recuerdo: en el colegio, una niña me dijo que Federica era un demonio con cuernos y rabo, y que era verdad porque se lo había dicho su padre. Yo lo negué y quedó la cosa bloqueada, pero ahora con este prólogo podía decir lo que fue realmente Federica Montseny. A Federica le gustaba mucho que le contase la anécdota de ella como torera, se la conté mil veces pero le gustaba que se lo dijera yo, con mi forma de contarlo. También le gustaba que le cantara la canción de El Emigrante, una canción triste que habla de quienes se van del país.

Se ha dicho que vivía de la CNT, pero eso es falso. Su casa de Toulousse fue donada por el Estado francés, y ahora hay una placa en ese sitio. Yo estuve con ellos, sé cómo vivían, y cómo comían. El lujo estaba en las librerías, en los libros que tenían, que como en otros casos, para Montseny aquello era sagrado. Libros y revistas. Durruti hizo atracos, pero no vivió de ello, no fue por ambición personal, sino que fue para escuelas y libros. Como otros, Durruti murió más pobre que las ratas. El dinero… yo misma: en Chile visité a unos catalanes exiliados que vivían en buenas condiciones, pero llegué tarde porque me encontré a unas jóvenes manifestándose a favor del aborto, y obviamente decidí unirme a ellas, y por eso llegué tarde. Cuando se enteraron que era por el aborto, preguntaron si alguien me ha visto entrar en su casa. Pero aún sigo creyendo que hice bien.

Federica Montseny en una plaza de toros, pero dando un mitin.

SH: Cuéntanos del incidente que tuviste en la celebración del Premio Espejo de España que daba la editorial Planeta.

AR: Eso fue por Febrero de 1975, en Madrid, en el mismo hotel donde murió Durruti, en un acto que era de lujo, multitudinario, con la presencia de Manuel Fraga, entonces el ministro más importante de Franco. Planeta era la editorial más poderosa de España. En el acto estaba la televisión no solo de España sino también de muchos sitios de Europa. Estuvo Cela estaba entre los organizadores, y yo estaba convocada, como alguien de la casa editorial.

Al final del acto premiaron un libro llamado «García Lorca asesinado: toda la verdad». El autor era José Luis Vila-San-Juan. Como las autoridades presentes aún eran las franquistas y eran quienes entregaban los premios, yo me levanté y les grité, convencida que me iban a llevar a comisaría: «¡ustedes no podéis decir toda la verdad porque ustedes lo sabéis: ustedes lo asesinaron!». Con media Europa mirando con sus periodistas. Fue un escándalo, salió en toda la prensa, en España y Europa. Yo era de la Casa (Planeta, organizadora de esos premios). Pero nadie se levantó. Eduardo (Pons) me agarraba y me decía que me sentase, pero yo no me senté. Yo era de Planeta pero también lorquista y no me podía callar al ver eso. Pero al final no me arrestaron ni nada, y mira que Fraga estaba rojo como un tomate, con esa cabeza grandota que tenía. Gritaba algunas cosas pero no le entendí muy bien.

SH: Para los lectores: ese libro era favorable a la figura de García Lorca, y no negaba que fuese asesinado por los golpistas, pero venía a exculpar a Falange del asesinato, incidiendo en cómo los Rosales, con Luis Rosales a la cabeza, le intentaron salvar. Luis Rosales era un poeta amigo de Lorca y militante de Falange. Pero lo que no cuentan es que, siendo cierto que otras fuerzas golpistas que no eran Falange participaron y llevaron buena parte de la iniciativa, también es cierto que el sector más fuerte de Falange de Granada capital y de las agrupaciones de otros pueblos, sí le querían matar. De modo que el libro lleva a confusión y viene a exculpar a una organización que, al margen de algún grupo familiar, fue también parte, como lo prueba que Nestares nunca negó que estuvo presente en la ejecución, y era de Falange.

AR: Ellos saben dónde está el cuerpo de Federico. No está demostrado hoy pero a mi me parece todo muy claro. Tras la guerra, Franco hizo una ley para que se pudiera sacar de las fosas a los ejecutados y recuperar sus cuerpos, eso sí, pagando muchísimo dinero, lo cual no era accesible para casi nadie. Pero la familia Lorca pudo sacar el cuerpo de Fernández Montesinos, el alcalde de Granada que estaba casado con Concha, hermana de Federico. ¿Cómo no iba a hacer lo mismo con su hijo? Cuando murió Franco, le comenté a Isabel García Lorca (otra de sus hermanas) anunciar dónde estaba el cuerpo de su hermano, pero ella entró en cólera y dijo que no que no, lo cual me extrañó mucho. No me dio a entender que no sabían dónde estaba el cuerpo, si ese hubiera sido el caso. Y me pareció muy extraña esa reacción. Decía que se iba a convertir en un lugar de peregrinación y visitas de miles de personas. A mi me parecía maravilloso eso, pues eso es lo que pasa con todos los grandes hombres. Ella estaba irascible, créeme que eso no era normal. Ellos saben dónde está.

SH: ¿Y qué nos puedes decir de Salvador Dalí, al que conociste?

AR: Era un pintor extraordinario, pero estaba loco. Con siete años ya dibujaba de modo maravilloso. Me enfadé por algo horroroso que dijo de Lorca: «me alegro por todos mis amigos, especialmente por los que fueron fusilados». Ya desde entonces no quise tratar con él. Era franquista y no por ideales fascistas sino por egoísmo y miseria. Yo le conocí en su pueblo con mi compañero de vida (Eduardo), donde su casa estaba frente a la playa. Ahí estaba con unos científicos. Salió disfrazado como de sacerdote, haciendo el Dalí, el payaso pero hablando muy bien, haciendo su escenificación, como siempre muy sacrílegas. Hacía menos gracia cuando soltaba sus ramalazos franquistas.

En esa época, estaban las bromas y risas de los ricos contra los pobres. Mi madre llegó a casa un día y me contó que vio a una mujer que pedía para comer a unos ricos, y le dijeron «¿te gustan los pescaitos fritos?», y ella «sí, sí», y la mandan a irse diciéndoles «pues venga usted mañana»: dando a entender que ese día no le daba, y acaso se podría llevar las sobras y fríos. Obviamente el sentido es que no viniera mañana, y si lo hacía le repetiría la broma. Eso lo vi de pequeña y me pareció muy mal, aún siendo una broma. Se estaba buscando la vida.

Yo tomé mucha conciencia por otra cosa que me contó mi madre. Y es que iba por Gran Vía y se encontraron con una pareja que llevaba una caja de cartón. Se pararon y como eran pobres mi madre les dijo de invitarles para tomarse un café juntos. Preguntó por la caja y les dijeron que estaba ahí su hijo muerto, que iban a enterrarlo en una tumba de pobres. Mi madre le vio los deditos. Iban de camino al Cementerio, que está detrás de la Alhambra, que se llega por Reyes Católicos y Gran Vía. Ahí se despertó mucho mi espíritu rebelde. Estas cosas pasaban en esta época.

SH: ¿Qué nos puedes decir del 20N? En esa fecha sueles ir al Cementerio de Barcelona.

AR: Allí está la famosa tumba de Ferrer i Guardia, Durruti y Ascaso. Voy todos los años al acto conmemorativo donde se habla, se recita, se canta y se expone. No fui la última vez, pues mi salud ya empieza a limitarme. Pero si me encuentro mejor, vuelvo a ir.

En Francia vivíamos entre los exiliados, que se solían llamar como los «hijos de los republicanos». Se hacían muchas actividades para explicar qué pasaba en España. Ellos vivían pendientes de la radio, todos ellos tenían radio cuando, en Francia, el francés común no solía tener; era algo que me llamaba mucho la atención. Cada día esperaban la muerte de Franco. Imagínate lo que era eso. Ellos no podían pasar a España, era normal que viviesen así, como si la guerra hubiera terminado ayer. Habían emigrantes que no venían de la guerra, a veces legalmente, pero la mayoría no. Estos solían pasar por un río que separa la frontera con la ayuda de los «paseurs» (pasadores). Algunos fueron arrastrados por el agua, que algunos días tenían un caudal y corriente importante, aunque por lo general era tranquilo. Cuando pasaban, les teníamos que mantener y hacer los documentos falsos para pasarlos. Gallo estuvo en todo ello, era quien elaboraba las falsificaciones.

Antonina Rodrigo en el cementerio de Barcelona, en el homenaje del 20N a Durruti, Ascaso y Ferrer i Guaria. Foto de La Linterna Sorda.

En el Exilio los anarquistas eran como los apóstoles, gente magnífica pero sencilla. Yo iba más arreglada, entonces era muy alta, y rubia, por lo que me decían, si había que llevar algo comprometido, que lo llevase yo, porque a mi no me vigilaban ni miraban tanto la policía. Cuando le digo a la gente que yo soy anarquista, se quedan sorprendidos, no saben nada de anarquismo. Entonces les digo que es una maravilla, qué es eso de tener trece o catorce hijos: en el anarquismo se hablaba de que lo conveniente para la mujer era esperar dos años después de parir para que se restituyera físicamente el cuerpo. Promovía el naturismo.

Se recuerda mucho el 20N por ser la fecha de la ejecución de José Antonio Primo de Rivera y del fallecimiento del dictador Francisco Franco, pero nosotros debemos reivindicar que fue también el día de la muerte en combate, en el frente, de Buenaventura Durruti, que él no luchó por patriotismos abstractos y caprichosos, sino por la libertad y por el pueblo, por la gente. El 20N debe convertirse en un día popular del pueblo, sin los valores exclusivistas del fascismo.

Las mujeres recordamos a Durruti por ese episodio que se ha dado tanta difusión entre los anarquistas. Y es que, estando tan perseguido como estaba, era su mujer (¡su compañera de vida, más bien!) la que trabajaba como taquillera en un cine, y por eso él cuidaba la casa y su hija, como si fuera una mujer de la época. Así se lo reprochó algún compañero, pero Durruti respondió que si su mujer era la que trabajaba, él debía encargarse del hogar y de la crianza. En Madrid estuve en el hotel donde falleció, que durante la guerra fue un hospital. Era y es uno de los hoteles más lujosos de Europa, y era carísimo. Tuve curiosidad y pregunté a un camarero si conservan algo de lo de Durruti, me respondió afirmativamente y vino el director del hotel, que le dijo que no podía visitar la habitación, por estar ocupada en esos momentos, pero me enseñó una placa que indicaba que allí fue donde murió Buenaventura Durruti. Luego me invitaron a algo de comida, que no era poca cosa, porque vaya si era caro el hotel.

En la Transición, ganamos, pero no se hizo todo lo que se debía haber hecho. La Memoria Histórica es fundamental porque se trata de reivindicar referentes de gente que dieron sus vidas por la libertad y el bienestar de todos, sin desigualdades ni injusticias. Perder la Memoria Histórica permite que otros valores se impongan, como estamos viendo, donde parece que emergen los valores de la imposición, la violencia, el racismo y machismo. ¿Qué fue Franco? Uno de los grandes criminales del siglo XX. El fondo, el trasfondo, de la lucha y reivindicaciones de estas personas del pasado no son tan diferentes a lo que necesitamos hoy, salvando las distancias y diferencias históricas.

SH: Antonio Machado es otro de tus referentes, ¿qué nos puedes decir de él?

AR: Voy mucho a Colliure, donde falleció Machado. Cuando yo daba clases de teatro, se ideó ir de viaje de estudio a este pueblo, pero escucharon que íbamos a Francia, y claro, se entusiasmaron, pero pensando en París, en la Torre Eiffel. Ya se les explicó que era muy caro. Pero vamos, lo de Colliure terminó siendo un éxito, hay mucha historia allí. En el viaje fue un niño cuya familia fue muy represaliada por Franco, y al oír que hablaban mucho de la moneda francesa, el franco, se levantó y preguntó «seño, entonces, ¿Franco era bueno?», y me quedé muy impactada porque entendí que para él Franco era lo más malvado del mundo, entonces me explicaron lo de su familia, que fue terrible. Es una pena que hoy los niños no sepan lo que pasó, lo que se vivió, por qué ocurrió realmente todo. Por eso están virando hacia esas posturas, por ignorancia y desconexión con el pasado. Ese niño, en cambio, lo sabía todo y lo vivía día a día, no hacía falta decirle nada.

Las guerras no acaban nunca. Nunca. Mira lo que está pasando ahora. ¿Tu crees que aunque dejen de dispararse, terminará de verdad? Nunca acaban, es una ruina. En España, aunque los más jóvenes no sepan mucho, sí viven y sienten las consecuencias de todo lo que ha pasado. Ya no se sigue el modo de vida que existía antes, donde se dedicaba un tiempo al sindicato, el cual era parte del día de casi todo el mundo. Eso por ejemplo se perdió y hoy no se ha recuperado.

Antonio Machado, Miguel Hernández y García Lorca son los llamados «poetas del sacrificio»: Lorca fue ejecutado, Machado en el exilio, y Hernández preso (hasta morir). Machado quedó tan pobre, que terminó en una «tumba de pobre». Picasso y Camus compraron la tumba en la que está ahora. Mucha gente dice que Machado merece una mejor tumba, con lujos, pero Machado prefería una sencilla, así que está muy bien. Voy con banderas republicanas, que me gustan mucho, y también porque lo he usado como modo de resistencia en el franquismo, porque iba con ella, y me decían que estaba prohibida, pero yo les decía que nací en 1935 y esa era mi bandera, a ver qué hacían. Y se me quedó. Les molestaba y eso me gustaba. Pero es que además es muy bonita.

Yo siempre iré a Colliure a visitar la tumba de Machado, siempre. Soy una enamorada de su figura y obra.

Tumba de Antonio Machado con Antonina Rodrigo y amigos de Granada. Foto de Ideal, por Antonio Arenas.

También voy a Francia a homenajear a La Nueve, los españoles que encabezaron la liberación de París. Ahora se está reconociendo, pero hemos pasado toda la vida sin ese agradecimiento, que se ha logrado no hace mucho.

Nosotros nos hemos portado muy bien con Francia, pero ellos con nosotros muy mal. Habían madres que decían a sus hijos que se volviesen porque llegaban «rojos españoles», y los niños se quedaban extrañados, porque no veían que fuesen indios. En la playas que hicieron campos de concentración, pues ahí muchas parieron al lado del agua, sin medios para el parto. Fue muy duro. En todo aquello fue clave el uso de la manta. Hay que escribir un libro sobre la manta. No solo era para abrigarse, sino también era el techo del caminante, también su bolsa en algunos momentos. Servía para muchas cosas.

El año pasado estuve en el homenaje a las víctimas de La Desbandá, desde Málaga hasta Almería, pasando por Granada. Ojalá pueda ir este año, a ver cómo llego. Entrevisté a una mujer que perdió a su hijo en el camino, y no pudo pararse y quedarse con su niño muerto, porque tenía otros hijos y tenía que salir adelante. Dejó a su hijo atrás. Era de Málaga. Málaga era, según mi padre, era la ciudad más roja de España. Qué matanza que hicieron allí.

Cuando murió Franco, vinieron los veteranos de las Brigadas Internacionales y se recordó lo de la Desbandá. Los españoles les debemos mucho a esa gente. Debemos recordarles.

SH: Háblanos del esperanto, pues en nuestra web acuden personas interesadas en esta lengua internacional.

AR: Yo no sé hablar esperanto pero sé que existe y simpatizo con la idea de que sea la lengua internacional, en lugar de que sea el inglés u otro idioma. Me parece estupendo el esperanto, pero se le ha relacionado con el anarquismo, y claro, el mundo aún lo maneja las élites, y no van a dejar que se hable una lengua promovida por anarquistas. Ojalá se consiga los objetivos del esperantismo.

SH: Amparo Poch, gran mujer, al que dedicaste libros, fue una figura clave en el anarquismo, siendo parte de la faceta de la Sanidad de la revolución social. Pero curiosamente, recientes investigaciones señalan su militancia en el catolicismo social durante su juventud, realizando un interesante y difícil recorrido ideológico hacia el anarquismo. Como referente en los estudios de esta mujer, nos gustaría conocer su opinión al respecto.

AR: Yo no sabía que era religiosa. Ella con 14 años iba por los talleres de Zaragoza donde abundaban las mujeres trabajadoras, y les enseñaba cosas de la sexualidad femenina, de cómo eran nuestros cuerpos, sobre lo que ocurría cuando se unían con hombres y daba consejos sobre cómo cuidarse. Era información sexual, lo cual entiendo que todo ello era pecado para la Iglesia, sobre todo de esa época. Lo que yo he conocido de ella es la figura de una mujer irreligiosa.

SH:¿Qué consejos puedes dar para las investigaciones históricas sobre las mujeres?

AR: Ahora es que se ha perdido mucho lo que es Memoria Histórica, que es lo que conozco.

He dedicado mucho tiempo a la Memoria Histórica. En Sudamérica los exiliados me elogiaban que estuviese trabajando en estos temas. Entonces no había nadie. Siempre he trabajado en muy malas circunstancias y todo muy costoso económicamente. Yo cuando tenía que ir a un archivo, de otra ciudad, tenía que dormir en algún sitio, por ello iba a los conventos (de pobres), donde se pagaba barato por una cama, según tu clase social (ricas, universitarias o domésticas, éstas últimas eran las más baratas e iban a aprender tareas de casa; yo fui como universitaria). Pero no lo pasaba mal, porque estaba muy ilusionada, con eso podía con todo. Así fue mucho cuando estudiaba a Mariana Pineda en Madrid. En esa época trabajaba, pude ahorrar para ello.

Tras la muerte de Franco, aún había mucho miedo, y mucho franquista. Muchos exiliados volvieron pero se fueron otra vez a Francia, porque ya no era la España que habían conocido. Cuando iba a hacer entrevistas, me decían una hora, porque era cuando no estaba la portera. Cerraban las ventanas. El franquismo no había desaparecido del todo. Muchas porteras actuaron como chivatas, pero otras, que no colaboraban, estuvieron en silencio. Cuando murió Franco, nuestra portera salió corriendo, dirigiéndose a Eduardo (Pons), para decirle, a gritos, «ha muerto ese cabrón, que mató a mi hermano de 13 años y a mi padre, y los echó a un pozo». Lo podía haber dicho antes de la muerte de Franco, pero claro, tenía miedo. Al menos cuando murió Franco perdió ese miedo.

Yo ahora no sé cómo está la situación, lo que veo es que los archivos están en mejor situación, y hay más información. Pero sobre todo, lo que se necesita es más apoyo a los investigadores. Había mucho que contar y creo que aún queda mucho que contar.

Desde Ser Histórico mostramos nuestra gratitud a Antonina por recibirnos.

Exponemos una relación de sus obras:


Retablo de Nochebuena (1960).

Almagro y su corral de comedias (1970).

María Antonia la Caramba: el genio de la tonadilla en el Madrid goyesco (1972).

Margarita Xirgu y su teatro (1974).

García Lorca en Cataluña (1975).

Mariana Pineda, heroína de la libertad (1977).

Doctor Trueta: héroe anónimo de dos guerras (1977).

Mujeres de España: las silenciadas (1979).

Lorca – Dalí : una amistad traicionada… (1981).

Aleluyas de Mariana Pineda, Ángel Ganivet y García Lorca (1983).

Memoria de Granada: Manuel Ángeles Ortiz y Federico García Lorca (1984).

Figuras y estampas del Madrid Goyesco (1987).

María Lejárraga, una mujer en la sombra (1992).

La Huerta de San Vicente y otros paisajes y gentes (1997).

Mujer y exilio, 1939 (1999).

María Malla, los sueños incandescentes (2000).

Una mujer libre: Amparo Poch y Gascón, médica y anarquista (2002).

Mujeres para la historia. La España silenciada del siglo XX (2003).

García Lorca en el país de Dalí (2004).

Ana María Dalí y Salvador (2008).

María Teresa Toral, ciencia, compromiso y exilio (2012).

Mujeres olvidadas: las grandes silenciadas de la II República (2013).

Federica Montseny (2014).

Mujeres Granadinas Represaliadas (2018).

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