Guerra Fría Segunda Guerra Mundial

1945, una tragedia olvidada: la limpieza étnica de alemanes de Europa Oriental

Durante la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo en su recta final, ya terminado el conflicto, entre 12 y 16 millones de personas se vieron obligadas a desplazarse del territorio que les había visto nacer por el mero hecho de ser de etnia alemana. De entre ellos, al menos 500 000 murieron como consecuencia de estas expulsiones debido a los malos tratos, las enfermedades y las privaciones. En algunos casos, como en Pomerania (en la costa báltica entre el río Vístula y el río Oder), Prusia, la región de los Sudetes (cordillera que se extiende desde Dresde en Sajonia por el oeste, hasta la Puerta Morava, en la actual República Checa, incluyendo una gran parte de la provincia de Baja Silesia, en Polonia), Transilvania (en la región central de la actual Rumanía) Besarabia (que comprende la práctica totalidad de la exrepública soviética de Moldavia y Budzhak, en Ucrania) o el sur del Tirol, por citar unos cuantos ejemplos, la presencia germánica se remontaba al siglo XVI.1

Junio de 1945. Supuestamente ha llegado la paz y han callado las armas. Sin embargo, ello no implica en absoluto que hayan cesado las violencias y las exacciones en Europa. Más que la paz, en determinadas regiones del continente lo que ha llegado es la hora de la venganza. En Checoslovaquia, en Yugoslavia, en Polonia o en Rumanía (no haremos referencia en este artículo a los países bálticos) se desencadena la caza al Volskdeutsche, es decir, al “alemán étnico.” Cientos de personas, muchas de las cuales mujeres y niños son ejecutadas a lo largo de los meses de mayo y junio de 1945. Paradigma de la suerte que les esperaba a los germanos que vivían en estos territorios es la ciudad de Breslau, situada en plena Prusia oriental. El último censo realizado antes de la guerra contabilizaba 629 565 habitantes (la segunda ciudad del Reich), de los cuales el 97% eran alemanes, presentes en la urbe desde hacía siete siglos. Ya en enero, cuando se inició el asedio soviético, las mujeres, ancianos y niños habían sido evacuados en medio de un caos absoluto. Al capitular el 6 de mayo de 1945, cuatro días después de Berlín, Breslau, último foco de resistencia nazi, no es un más que un montón de ruinas. En las jornadas subsiguientes, los ocupantes del Ejército Rojo se entregan al pillaje, a la violación de mujeres y los militares alemanes se convierten en prisioneros de guerra. En cuanto a los civiles, son conducidos provisionalmente a campos improvisados en el exterior de la ciudad. Una ciudad que ya no les pertenece. De hecho es rebautizada Wroclaw y se convierte en una capital polaca. En los meses sucesivos, los habitantes son expulsados hacia el oeste dirección Berlín, Sajonia o Baviera. Por su parte, naturales de Vilnius (Lituania) o de Lvov (actual Ucrania), polacos expulsados de su tierra en el este de Polonia, son literalmente “rapatriados” a Breslau para que se convierta en Wroclaw.2

Breslau ejemplifica, como se apuntaba anteriormente, la migración forzada de los alemanes al final de la Segunda Guerra Mundial. Se pueden distinguir tres etapas. En la primera, en los meses que precedieron a la capitulación, varios centenares de miles de civiles germanos emprendieron la huida intentando escapar al avance de las tropas soviéticas. En una segunda fase, coincidiendo con el armisticio, se asiste a “expulsiones salvajes” de las poblaciones vencidas. Estas expulsiones se dan en un clima de venganza, especialmente contra los alemanes que constituían importantes minorías en el interior de Checoslovaquia y Polonia. Son expulsados de sus casas por los vencedores. Se firman decretos urgentes que les privan de sus bienes y son arrojados a las carreteras y caminos en la más absoluta indigencia. Se les hace pagar el hecho de “haber servido de 5a columna a Hitler. La tercera fase, la expulsión concertada y encuadrada de los alemanes tendrá lugar después de la Conferencia de Postdam (entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945).

El objetivo de Stalin era el de expulsar al máximo número de alemanes antes de las negociaciones de Postdam. Como contrapartida a los territorios que su ejército había arrebatado a los polacos para inserirlos en la Ucrania soviética, el dictador georgiano tenía previsto amputar un cuarto de la superficie del Reich alemán para dárselo a Polonia y desplazar esta en torno a 250 km más al oeste. La Conferencia de Postdam avala esta estrategia, es decir, la política de hechos consumados. El 2 de agosto de 1945 Churchill y Truman validan provisionalmente la línea Oder-Neisse como nueva frontera occidental polaca. Prusia oriental, Pomerania y Silesia (llamadas “las Tierras Reconquistadas”) se convierten, pues, en polacas. Además, el artículo 13 de los acuerdos autoriza las expulsiones de todos los alemanes residentes al este del citado límite, “ a condición de que sean realizadas de manera ordenada y humana.” Los desplazados serán tranferidos hacia Alemania, reducida a sus nuevas fronteras.3

division de Alemania 1945

Parte de la historiografía sobre los acontecimientos de la época tiende a presentar al gobierno de Varsovia como un mero títere de Moscú sin autonomía del Kremlin. No obstante existen documentos que indican conflicto de intereses entre los gobiernos polaco y soviético, al menos hasta 1948. Un ejemplo de ello, seria la carta enviada por Wladyslaw Gomulka (Krosno, Austria-Hungría, 1905- Varsovia, 1982), entonces ministro para las Tierras Reconquistadas (aunque llegaría a ser vicepresidente en el gobierno de unión nacional de Polonia), a Lebedev, embajador de la URSS en la capital del Vístula, así como a los comandantes militares Zukov y Rokossovskij.4 Las instancias de Gomulka tenian esencialmente un doble objetivo. Por una parte, el ministro para las Tierras Reconquistadas pretendía evitar fenómenos de “fraternización” entre los soldados soviéticos y los civiles alemanes, lo cual parece indicar que el comportamiento del Ejército Rojo en lo concerniente a las expulsiones no era precisamente intransigente. Por otra parte, la intervención oficial de Gomulka parece evidenciar una dificultad objetiva de control del gobierno polaco de los territorios exgermanos.

Hay que subrayar, asimismo, que en el caso específico del traslado forzoso de las poblaciones el papel de primer orden jugado por la Gran Bretaña que se encargó de recibir en su propio sector de ocupación en Alemania a un número de deportados incluso superior al que permaneció en el área de ocupación soviética.

Según Davide Artico, profesor de lengua y cultura italiana en el ateneo de Wroclaw y autor de diversas obras sobre la cuestión, la atribución exclusiva a un presunto régimen filosoviético de la responsabilidad de ser el artífice de la política de “Tierras Conquistadas” choca con una situación de hecho que se mantuvo al menos tres años en que diversas fuerzas de inspiración católica y liberal se pusieron de acuerdo con los comunistas en relación a la necesidad de llevar a cabo o no la deportación de todos los alemanes de la nueva Polonia. De hecho, Artico pone de manifiesto el boicot oficioso de las tropas de ocupación soviéticas que eran contrarias a la expulsión de los germanos que trabajaban como mano de obra barata en las fincas agrícolas requisadas por el Ejército Rojo.5

Es importante tener en cuenta, de todas formas, que la situación no era homogénea en todos los territorios en que se produjeron los desplazamientos forzados de población. Así, si en la Baja Silesia, los habitantes de lengua materna alemana oscilaban a 31 de agosto de 1939 en torno al 95%, en las vertientes septentrionales de los Sudetes el porcentaje se acercaba al 99%. En el primer caso , la explicación se encuentra en las dinámicas demográficas subsiguientes a la Primera Guerra Mundial y al plebiscito previsto por el Tratado de Versalles.6

Stefan Gledjura divide en cinco periodos el proceso de expulsión de la población germánica de Polonia:

Primer periodo: Corresponde a los meses de junio y julio de 1945 y afectó a unas 250 000 personas de Dantzig y las regiones situadas a lo largo del Oder y Neisse. Los métodos de expulsión fueron extremadamente violentos. Poco antes de empezar la Conferencia de Postdam, el traslado se suspendió, probablemente por orden de los soviets.

Segundo periodo: Se inició inmediatamente después de Postdam, de agosto a noviembre de 1945. Unas 400 000 personas fueron desplazadas principalmente a la zona soviética de ocupación de Alemania en condiciones parecidas a como se desarrolló el proceso de expulsión durante el primer periodo.

Tercer periodo: Tuvo lugar en 1946 y fue masivo ya que afectó a más de dos millones de personas trasladadas en su mayor parte a la zona británica de ocupación. A pesar de la letra del artículo XIII del Protocolo de Postdam, el proceso de expulsión no fue ordenado ni humana ni ordenadamente.

Cuarto periodo: Se da en 1947, año en que se procedió al desplazamiento de lo que quedaba de población alemana en las zonas de administración polaca y soviética de la Prusia oriental.

Este cuarto periodo se caracterizó por métodos relativamente humanos en el trato a los afectados.

Quinto periodo: Se extendió desde los años 1948 hasta 1951 y afectó a unas 350 000 personas. Las expulsiones posteriores se llevaron a cabo de un modo esporádico y en forma de repatriación. Si se tiene en cuenta que la población alemana sumaba nueve millones y medio de personas en los territorios en cuestión en la Polonia de 1939, se llega a la conclusión de que aproximadamente 2 100 000 personas abandonaron sus hogares antes de la llegada de las tropas soviéticas y polacas.7

La población germana de Polonia fue objeto, además, de una “polonización” obligatoria porque se prohibió el idioma alemán, se derribaron muchos monumentos históricos datados de siglos de antigüedad e incluso se modificó el nombre de ciudades como Danzig, rebautizada Gdansk; Breslau, como ya se ha dicho pasó a ser Wroclaw; Posen se convirtió en Poznan o Stettin en Szcenin. Respecto a aquellos ciudadanos que habían servido en la Wehrmacht o colaborado con el Eje (aunque en la mayor parte de los casos eran civiles inocentes), un total de 250 000 fueron castigados a servir como esclavos en los campos de trabajo de Glatz, Mielecin, Gronów. Sikawa, Jaworzno, Potulice, Lambinowice y Zgoda, pereciendo alrededor de 60 000 reos8.

A partir de noviembre de 1945, transportes colectivos son organizados desde las regiones de ahora en adelante polacas. Los expulsados son amontonados en trenes de ganado. Un plan de reparto los distribuye en tres de las zonas de ocupación: soviética, americana y británica. Los traslados se prolongan hasta 1949. En 1950, la RFA contabiliza 7’876 millones de expulsados venidos del este, es decir, el 16’5% de su población. Por esas mismas fechas un habitante sobre cuatro de la RDA, esto es, 4’347 millones de individuos, es un desplazado.

Los testimonios de los expulsados son demoledores.

Durante la marcha, las mujeres eran golpeadas, les arrancaban los pendientes, les quitaban los anillos, algunas morían; Dios sabe cuántas veces fuimos atracados, las mujeres violadas repetidamente9.

En la misma línea, otra superviviente cuenta:

Antes de dejarnos, cogieron todo lo que teníamos, ropa, ropa interior, objetos de valor y dijeron: “Aquí tenéis la frontera. Atravesadla. Los que den marcha atrás serán eliminados”.

Sin embargo las peores condiciones se daban en los trenes en los que eran amontonados los expulsados como lo pone de manifiesto uno de los testimonios recogidos por R.M. Douglas en su libro en Les expulsés. Une tragédie méconnue (Flammarion, 2012):

En nuestro vagón de mercancías se encontraban alrededor de 98 personas y no es exagerado decir que estábamos apretados los unos contra los otros como sardinas en una lata. Desde Allenstein, teníamos en nuestro vagón los primeros muertos que debimos depositar a lo largo de la vía. Cada mañana, teníamos uno o varios fallecidos suplementarios que había que abandonar simplemente sobre el pavimento. Debía de haber muchos, muchos muertos sobre la vía […]. Nuestro tren se paraba más a menudo que circulaba. Asimismo, nos hicieron falta más de catorce días para llegar a la zona rusa de ocupación. Por la noche, raramente circulábamos […]. No sabíamos nunca dónde nos encontrábamos realmente ya que los nombres de las estaciones a partir de entonces estaban escritos en lengua polaca. Durante un largo tiempo, creímos temimos incluso que se nos quisiera llevar hacia el interior de Polonia para dejarnos morir allí de hambre en algún lugar. Finalmente, nos dimos cuenta de todas formas que circulábamos en dirección al oeste. Hacía ya varios días que no teníamos nada más que comer. De vez en cuando, llegábamos a obtener un poco de agua caliente suplicando un chofer de locomotora polaco […] Las noches eran espantosasamente difíciles de soportar en razón de la exigüidad en la cual estábamos hacinados. No podíamos ni estar de pie ni sentados por no hablar de tumbarse. Estábamos tan apretados los unos contra los otros que chocábamos en ocasiones. Surgían, entonces, griteríos y disputas. Incluso algunos intentaron llegar a las manos en este maremágnum humano. Al final los graves eran los que sufrían más. El tifus reinaba en todo el convoy y el número de muertos crecía día a día. No es difícil de imaginar las condiciones de higiene que había en el vagón.10

Por otra parte, la explotación sexual era también moneda corriente en Polonia. Como lo pusieron de manifiesto dos inspecciones oficiales en mayo y agosto de 1945, Jaworzno funcionaba como un supermercado del sexo para su contingente de 170 guardias milicianos. Ellos tenían la costumbre, según el informe de Antoni Bialecki, de la Oficina de Seguridad Local “de llevarse a las mujeres Volksdeutsche bajo la amenaza de un fusil par violarlas en su casa.11

En Potulice, uno de los mayores campos polacos para internados alemanes, la humillación sexual de las prisioneras se había convertido a finales de 1945 en una práctica institucional. Los recién llegados de ambos sexos sufrían una depilación de todo el cuerpo, supuestamente como medida higiénica. Para este fin, las mujeres debían tumbarse sobre dos taburetes y separar las piernas para que se les quitasen los pelos. El afeitado era hecho por hombres y toda la operación era vigilada por los responsables y milicianos polacos12.

En la zona soviética, la nueva administración central toma las medidas más radicales. El término “refugiado” es proscrito y los recién llegados son registrados como “desplazados” (Umsiedler), un vocablo que se impone por su neutralidad. Este estatuto se aplica a todos los alemanes que han abandonado su domicilio precedentemente situado más allá de las fronteras germanas. “La razón por la que han dejado su casa es secundaria” afirma la sección de naturalización del land de Sajonia en un escrito de mayo de 1947 que será, posteriormente, retomado por otras administraciones regionales.

En cuanto a los aliados anglosajones comienzan por considerar a los alemanes expulsados como “refugiados” (refugees, Flüchtlinge). Más tarde, a partir de 1946, se impone el término de “expulsados” (expellees, Vertriebene). Esta transición semántica refleja el deseo de erradicar la idea de un posible retorno a las regiones de origen. Las historias que cuentan estos refugiados de sus primeros años de exilio describen un abatimiento moral y una vida miserable. El hambre no está nunca lejos. La penuria de alojamiento es dramática en razón de las destrucciones. La reforma monetaria de 1948 acaba con los ahorros que algunos desplazados habían conseguido salvar. Privados casi del todo de acceso al mercado negro se convierten en ciudadanos de segunda clase. Tienen que afrontar, además, en ocasiones, el rechazo social. En la Baviera rural y pobre donde se ha concentrado una mayoría de alemanes procedentes de los Sudetes, en Checoslovaquia, algunos denuncian una “invasión de langostas”. Los recién llegados son vistos, por otra parte, como una amenaza para la identidad regional.13

En lo que respecta a Checolovaquia, la población de origen alemán se concentraba, como ya se ha dicho en los Sudetes, estaba allí desde la Edad Media y representaba un 20% de la población del país. Según la Constitución checa de 1920 los derechos de la minoría germánica y su cultura estaban protegidos. Los Sudetes eran igualmente la principal región industrial y, a pesar de una legislación que amparaba a las minorías lingüísticas y culturales, la tensión entre checos y alemanes en la zona estuvo latente durante la década de los veinte y mucho más después del advenimiento del III Reich.

En 1933. Konrad Henlein (Vratislavice nas Nisou, Checoslovaquia- Plzen, Checoslovaquia, 1945) creó el Frente Patriótico de los Sudetes que, aunque declaraba su lealtad hacia Praga, exigía una amplia autonomía. En 1935 se convirtió en el Partido Alemán de los Sudetes (Sudetendeustche Partei, SdP) y en las elecciones de mayo recibió el 60% de los votos de los alemanes de la región a costa de los cristianos sociales y de los socialdemócratas que perdieron la mitad de sus representantes. Heinlein mantuvo contactos secretos con Alemania y desde 1938 siguió las instrucciones de Hitler del cual recibía ayuda financiera. El objetivo era desestabilizar la democracia checa y simular una supuesta represión del gobierno de Praga hacia la minoría germana para justificar, más adelante, la anexión de la región al Reich la cual se consiguió después de la firma de los Acuerdos de Munich el 30 de septiembre de 1938. Como es sabido, el resto de Bohemia seria anexionado el 15 de marzo de 1939 y en Eslovaquia se crearía un estado satélite de Alemania bajo la presidencia del cura Jozef Tiso.14

El presidente Edvard Benes (Kozlany, Checoslovaquia, 1884- Secimovo Usti, Checoslovaquia, 1948) renunció a su cargo y se exilió, primero en Gran Bretaña y luego en Estados Unidos.15

Entre 1940 y 1945 promulgó como jefe del gobierno checo en el exilio y, posteriormente, en calidad de presidente del gobierno provisional de postguerra, una serie de decretos destinados a preparar las condiciones del país una vez finalizada la conflagración. Los últimos, fechados en 1945, confirman la confiscación de los bienes y la expulsión de los nativos de las minorías alemana y húngara. Como ya se ha comentado, a nivel internacional, son los acuerdos de Postdam firmados en agosto de 1945 los que establecen las condiciones del traslado. El 2 de agosto de 1945 la nacionalidad checa es retirada a los alemanes y húngaros. Los decretos de Benes proclaman , entre otras cosas, que los alemanes son “ciudadanos cuyo sentimiento nacional es poco fiable”. La población germanófona, por otra parte, estaba obligada a llevar, a partir de 1945 y durante todo el periodo de las expulsiones un brazalete blanco con la indicación de su origen. Se trataba de una “n” mayúscula, primera letra de la palabra Nemec que significa alemán en checo.16

Las violencias que sufren los alemanes de los Sudetes son presentadas a la opinión pública internacional como manifestaciones populares espontáneas. Se trata, sin embargo, de una verdadera política de estado que tiene en el punto de mira a los germanos.

R. M. Douglas lo afirma en estos términos:

En la Europa de 1945, con raras excepciones, las deportaciones no fueron nunca el resultado de un movimiento de humor de la multitud. Las pretendidas “expulsiones salvajes” fueron casi siempre conducidas por el ejército, la policía y la milicia, que actuaban bajo las órdenes y ajustaban las decisiones de los más altos responsables.17

En Brno, el Comité Nacional de Liberación acuerda la expulsión de 25 000 alemanes de la ciudad, la mayoría mujeres y niños. Son reunidos la noche del 30 de mayo de 1945 por los partisanos checos y les conceden algunos minutos para recoger sus pertenencias y preparar víveres para 10 días. Con posterioridad son conducidos a pie hacia la frontera austriaca distante 55 km. Cientos de personas mueren de agotamiento durante el trayecto. Los guardias que los acompañan los rematan de un tiro sin contemplaciones.

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Konrad Henlein. Fuente: 2GM.

A la llegada a la frontera austriaca, consternación. Las autoridades de ocupación soviéticas rechazan este alud humano y no tienen la más mínima intención de hacerse cargo de él. Los alemanes tienen que dar marcha atrás y terminan su recorrido en un pueblo desierto donde nada está previsto para alojarles. Deben permanecer allí durante meses sin cuidados médicos ni abastecimiento. Los muertos se cuentan por centenares.18

En Usti-nad-Labem el 31 de julio de 1945 estalla un depósito de municiones y mueren unas 28 personas, la mayoría alemanas. Sin embargo y a pesar de esta evidencia, no se duda en responsabilizar del hecho a los Werwolf (los SS que se hicieron guerrilleros depués de la derrota). La población germana es víctima de un desencadenamiento de violencia en el cual participan los obreros, los partisanos, las autoridades soviéticas y el ejército checo. Muchas personas son linchadas y arrojadas al Elba y los que saben nadar son cosidos a tiros.

En total, unos 400 000 Sudetendeutsche abandonan Checoslovaquia entre mayo y noviembre de 1945.19

En cuanto al número de víctimas mortales de las expulsiones, la cifra aún hoy es objeto de controversia política. Stefan Gledjura hablaba en 1962 de “cerca de 30 000 muertos.” Otros avanzan el número de 22 000, de los cuales 5000-6000 por ejecuciones y violencias, 10 000 en los campos de trabajo y cerca de 6000 por suicidio.20 La comisión germano-checa de historiadores creada en 1990, por su parte, la estimaba sin embargo, entre 20 000 y 40 000 personas.21Douglas se refiere a una una investigación checa de la universidad Kaunitz de Brno que estableció que al menos 300 personas, cifra-probablemente, según Douglas, por debajo de la realidad- fueron muertas, torturadas, fusiladas o colgadas- en mayo-junio de 1945. Con ocasión de un incidente que tuvo lugar el 18 de junio, 265 Sudetendeutsche, entre los cuales 120 mujeres y 74 niños fueron matados por soldados checos que les hicieron salir de un tren en Horni Mòstenice, cerca de Prèvov, los eliminaron de una bala en la nuca y los enterraron en una fosa común que las mismas víctimas tuvieron que cavar, al lado de la estación. Y la represión “oficial” no fue siempre secreta. En Lanskroun, el jefe del Comité Nacional Revolucionario, Josef Hrabácek, miembro eminente del partido de Benes, presidió durante dos días un “tribunal del pueblo” delante del ayuntamiento: al menos 20 personas fueron asesinadas; 2; colgadas; otras, torturadas: otras, ahogadas en el depósito de los bomberos.22

Los alemanes que fueron internados en campos no lo pasaron mejor como lo testimonió Josef Neubauer, sacerdote católico detenido en Linzenvorstadt hasta su expulsión de Checoslovaquia, en noviembre 1945, que relató el castigo que recibió por haber infringido las reglas del campo por querer administrar la extremaunción a los moribundos en la enfermería:

El 27 de junio de 1945, recibí, de repente la orden de comparecer en la sala de los guardias. Tuve que desnudarme y, cuando me quedé totalmente sin ropa, fue golpeado a bastonazos y puñetazos. Tuve una costilla rota y perdí varios dientes. Mis dos verdugos me propinaron también 50 golpes en el vientre, la espalda, el pecho y el posterior con alambre tan espeso como el pulgar. Yo mismo tuve que contar los golpes. Cuando hubieron terminado, todo mi cuero sangraba y dije a mis verdugos que les perdonaría y que Dios no vería un pecado de su parte. Se mostraron intrigados por esta declaración y, desde entonces, me dejaron en paz.23

Lizenvorstadt era, afirma R. M. Douglas, un ejemplo típico de los centros de detención improvisados por los alemanes étnicos que aparecieron en Europa central después del repliegue de la Wehrmacht. Utilizado durante la guerra para albergar a trabajadores itinerantes del frente Alemán del Trabajo estaba formado por cocina, enfermería y un edificio administrativo. La capacidad del campo era de 2000 personas, pero, incluso metiendo a dos internados en una misma cama, pronto se alcanzó el límite máximo.

Algunos de los administradores y guardianes del campo reclutados personalmente por Hrnecek (que había sido él mismo detenido en campos durante la contienda trabajando como kapo o vigilante de los otros internados) habían sido recientemente liberados de centros de detención. Otros eran jóvenes de quince a dieciocho años de edad que decían ser “partisanos.” Se afanaron en transformar el campo en un pequeño Dachau que reproducía lo más fielmente posible su reciente experiencia en manos de los nazis. En lugar de la divisa de los SS Arbeit Macht Frei, la fórmula bíblica Oko za oko, zub za zub (Ojo por ojo, diente por diente) fue inscrita en el portal del campo. Los recién llegados – a menudo atrapados en las calles de Ceské Budéjovice (más conocida bajo su nombre alemán Budweiss) por Hrnecek en persona que patrullaba la región en coche de policía a la búsqueda de detenidos potenciales – eran desvestidos para descubrir eventuales tatuajes SS; desnudos, pasaban delante de un equipo de guardias que les “iniciaban” a la vida del campo golpeándoles con una porra de caucho, con bastones y con palos. Se les afeitaba el cráneo y se les daba un uniforme que exhibía una marca de color (algunos detenidos hablaban de una insignia triangular; otros decían que era a rayas) según su estatuto de “miembro del partido”, de “colaborador” o de civil ordinario. Los castigos por delitos menores (olvidar de quitarse la gorra en presencia de un vigilante del campo, ser incapaz de marcar el paso en un carrera, etc) eran frecuentes y severos e incluían algunas prácticas típicas del régimen de los campos de concentración nazis: ser colgado a un poste con las muñecas atadas en la espalda, latigazos con correas metálicas, ejercicios físicos transportando piedras pesadas o ladrillos, entre otras torturas.24

De las brutales condiciones en que se encontraban los internados en muchos campos da fe también un jurista de Praga en sus observaciones personales:

He visto varios campos de reagrupamiento y obtenido informaciones creíbles sobre otros […] En una habitación de 4×6 se amontonan cincuenta hombres sin manta ni abrigo (estos les son confiscados desde la llegada al campo)

[…] Todo está infestado de piojos […] La alimentación es completamente inadecuada para trabajadores y más aún para hombres a quienes se imponen tareas pesadas. Por la mañana y por la tarde se les da café solo sin azúcar; al mediodía. una sopa líquida a base de restos de verdura y de peladuras de patata […] El tifus es visible en todas partes. La vigilancia de los prisioneros es confiada a equipos de hombres del SNB (fuerza de policía paramilitar). Cuando veinte prisioneros débiles y con el rostro demacrado van a trabajar, son escoltados por ocho o diez jóvenes vigorosos del SNB provistos, evidentemente, de armas automáticas. Por contra, cuando una agricultora viene a contratar a trabajadores, se le dan dos prisioneros que ella se lleva a su casa, sola, desarmada.25

En Hungría existía también una población de origen germano que desde hacía varios siglos vivía dispersada a lo largo del territorio magiar. Las estadísticas gubernamentales daban en 1941 la cifra de 490 449 alemanes que tenían garantizadas las condiciones de un desarrollo autónomo en virtud del convenio germano-magiar de 30 de agosto de 1940.26

Cuatro años después, en 1945, los documentos oficiales húngaros sostenían que había 477 000 germanoparlantes de los cuales 303 000 habían declarado poseer la nacionalidad alemana. Entre estos últimos, un 33% eran niños menores de 12 años o personas de más de 60. El 51%, mujeres.

Según el ministro húngaro del Interior en mayo de 1945, F. Erdai, las expulsiones debían afectar a unas 300 000 personas, señaladas por el gobierno de Budapest, en una nota oficial, con la cifra de emtre 200 000 y 250 000 alemanes como “fieles servidores del nazismo.” El Consejo Aliado de Control en Alemania aceptó los planes de expulsar a los alemanes de Hungría en su totalidad étnica, es decir, la cantidad de medio millón de personas. No obstante, en el decreto de expulsión, de 22 de diciembre de 1945, el ejecutivo magiar tomó una postura bastante conciliadora referente a las divergencias que sobre el problema existían entre el ministro del Interior, partidario de la expulsión total de la población alemana en virtud del principio de la culpabilidad colectiva y el de Asuntos Exteriores, que defendía el principio de la culpabilidad relativa, aunque, en un principio, prevaleció el criterio establecido por el ministro del Interior. En todo caso, dicho decreto implicaba una expulsión que tocaba a mucho más de 250 000 personas.

El propio proceso de expulsión comprende dos fases: 1a. En la primera, desde enero hasta diciembre de 1946, los transportes se dirigían hacia la zona americana de ocupación. 2a.En la segunda, desde agosto de 1947 hasta la primera mitad de 1948, el traslado se efectuaba hacia la zona soviética de ocupación de Alemania. Tomando en cuenta el conjunto de las circuntancias que determinaron la situación de los alemanes en Hungría, Stefan Geldjura llega a la conclusión de que fueron evacuadas y huyeron 39 000 personas, fueron expulsadas 200 000. Añadiendo la cifra de 11 000 personas que perecieron durante la guerra y después las pérdidas totales de la minoría germana en Hungría se eleva a 250 000 personas, por lo cual el mismo número sigue en su antigua patria, expuesto a los efectos de la política de magiarización.27

El 29 de diciembre de 1945, el partido comunista húngaro, entonces en el gobierno, ordena la expulsión de cualquiera que se hubiera declarado alemán en el censo de 1941 o hubiera sido miembro de las SS o de cualquier otra organización militar. La población rural fue más tocada que la población urbana por la necesidad de trabajadores calificados. Los alemanes, hombres y mujeres, que se habían casado con alemanes no fueron expulsados. En torno a 180 000 húngaros de lengua alemana fueron privados de su nacionalidad, y de todas sus posesiones siendo expulsados hacia el oeste. La mayoría de los refugiados encontraron refugio en la provincia de Baden-Wurtemberg, pero igualmente en Baviera y en Hesse. Otros 38 000 fueron desplazados hacia el este de Alemania. Otras fuentes indican que entre 1945 y 1950, 150 000 alemanes fueron expulsados a Alemania del Oeste, 103 000 a Austria y ninguna en Alemania del Este. Por otra parte, 60 000 serían condenados a trabajos forzados y desplazados a la URSS.28

Al final del proceso, en torno a 200 000 alemanes permanecían en Hungría, aunque autores como Richard Overy hablan de 270 000,29 pero en el censo de 1949, solo 22 445 personas se declararon como tales. Un decreto de 1948 puso fin a las expulsiones y otro del 25 de marzo de 1950 declaró que las órdenes de deportación eran anuladas, autorizando los expulsados a volver si lo deseaban pero sin posiblidad de recuperar sus bienes.

En Yugoslavia los alemanes “étnicos” ascendían antes de la guerra a cerca de 500 000, la mayor parte de los cuales huyó o fue evacuada en la fase final del conflicto. Las nuevas autoridades después de la liberación procedieron, o bien a la expulsión de las poblaciones que no habían escapado o bien a la confiscación de sus propiedades lo que constituyó uno de los fundamentos del proceso de socialización económica llevada a cabo en la primera fase postbélica. Durante el periodo transitorio los Volslksdeutsche fueron en buena medida internados en campos de trabajo mientras que cerca de 20 000 hombres hábiles serían enviados a partir de abril de 1945 a hacer trabajos forzados en la Unión Soviética.30

Las expulsiones yugoslavas se distinguían de las polacas y de las checas en que eran totalmente ilícitas al margen de las facilidades de tránsito acordadas por Hungría. Ni siquiera los soviéticos no deseaban ver la población Volslksdeutsche aumentar en sus zonas de ocupación en Austria y en Alemania. Desafiándolos, Tito se arriegaba, pues, a alienarse tanto a sus aliados ideológicos como a sus adversarios.

R. M. Douglas afirma que los yugoslavos se convirtieron en maestros en el arte de encontrar puntos débiles de la frontera por donde hacer pasar a los expulsados. En algunos casos, los trenes y sus pasajeros eran simplemente abandonados desde el momento que salían del país. La agencia Reuters se hizo eco de la dramática suerte que corrió un tren de ganado que transportaba a 650 mujeres y niños Volslksdeutsche de Maribor, en Eslovenia, que había sido enviado hacia el norte a fines de septiembre de 1945. Ninguna alimentación suplementaria se les dio a los pasajeros excepto los víveres que se les habían suministrado al partir. En Viena, las autoridades obligaron el tren a dar marcha atrás. Dieciséis días después, el convoy se encontraba en Wilfersdorf (Austria), olvidado mientras que los niños iban muriendo y las mujeres perdían la razón.31

Las expulsiones de alemanes del territorio yugoslavo estaban previstas, sin embargo, desde antes. Un edicto de noviembre de 1944 preveía ya el internamiento de todos los Volksdeutsche del país a excepción de los que habían jugado un papel decisivo en la lucha contra la ocupación. Aunque los aliados rechazaron, finalmente, sancionar su traslado, la existencia de 96 campos yugoslavos era conocida por la Cruz Roja en 1947. Al menos 170 000 alemanes étnicos, al margen de aquellos que habían sido precedentemente fusilados “al azar”, estaban internados a mediados de 1945. Según la Comisión Extraordinaria de la Voivodina,32 la mayoría de los detenidos eran mujeres y niños.33

Rumanía contaba también, como los estados anteriormente mencionados, con una minoría alemana, concretamente, en las regiones de Transilvania y Besarabia. El estado balcánico había visto ampliamente aumentado su territorio a raíz de los tratados de Trianon, Saint- Germain y Neuilly de 1918-19 e incrementada su población que pasó de nueve a dieciocho millones de habitantes. De ellos, trece correspondían a rumanos por nacionalidad e idioma, y el resto se componía de diferentes minorías nacionales, entre las cuales la alemana que sumaba casi 800 000 personas.

Esta situación permaneció hasta 1940. Con el segundo arbitraje de Viena, Hungría consiguió recuperar los territorios perdidos veinte años antes, y la Unión Soviética, respaldada por el pacto de no agresión con el Reich, arrebató a Rumanía las provincias de Besarabia y Bukovina34, donde había una considerable minoría ucraniana y rusa. La población de origen alemán de las dos provincias, así como la de Dobrogea,35 fue trasladada a Alemania oriental por una comisión mixta germano-soviética, en virtud de un tratado bilateral concluido al respecto entre las dos potencias. Posteriormente, los movimientos demográficos de la minoría alemana fueron provocados por el reclutamiento de los Volksdeutschen rumanos a las Waffen-SS y la Wehrmacht44, con la evacuación y huida ante el frente soviético en 1944, así como con las deportaciones hacia el interior de la URSS en 1945. La cifra originaria de 800.000 personas al principio de la guerra se redujo a menos de 400.000 en 1946-47. Quizá este hecho explique, según Stefan Gledjura, el porqué la cuestión de la minoría germana en este país no fuese incluida en el orden del día de la Conferencia de Potsdam.36

En 1944, el gobierno de Bucarest abrió el campo de Targu Giu que sería seguido de otros después de que el ejecutivo rumano, con el apoyo de la URSS hubiese ordenado en diciembre de 1944 el internamiento de toda la población adulta de las minorías alemana y húngara a partir de los dieciséis años, en el caso de los hombres, y de los dieciocho en el de las mujeres.37

La huida hacia el oeste de la población germana había comenzado meses antes, el 24 de agosto de 1944 cuando Bucarest declaró la guerra al Eje. Los decretos emitidos en septiembre de 1944 por el gobierno proaliado de Constantin Sanatescu (Craiova, Rumanía, 1885- Bucarest, 1947) consideraban a los nativos del Reich civiles o militares nacidos en Rumanía o no, como enemigos a internar o como prisioneros de guerra cuya situación debía de ser aclarada ulteriormente. Sin embargo, el Ejército Rojo, exigió que todos los alemanes de Rumanía con uniforma alemán le fueran entregados, lo cual se hizo. La mayoría de ellos, entre los cuales su líder Andreas Schmidt terminaron sus días en un gulag.38 Simultáneamente, las fuerzas soviéticas comenzaron la expulsión de sus familias pese a las protestas del gobierno rumano el cual arguyó que dichas expulsiones lastraban la economía del país si bien sin oponerse a las mismas39.

De todas formas, después del golpe de fuerza comunista del 6 de marzo de 1945, el nuevo gobierno rumano se plegó a todas las exigencias de Moscú y 213 000 alemanes de Rumanía fueron expulsados bajo diversos pretextos, siendo el más frecuente el de “colusión” con el fascismo

Una vez finalizada la guerra, al inicio del periodo comunista, quedaban en Rumanía, 384 708 alemanes de los 786 000 que había en 1939. Disponían de escuelas, periódicos y teatros en su lengua, controlados, por supuesto por el PC si bien eran autorizados a tejer lazos culturales con la RDA. Sin embargo, fue a la Alemania occidental que 210 000 de entre ellos pidieron emigrar durantes este periodo aunque tuvieran que arriegarse a pagar impuestos al ejecutivo de Bucarest por los estudios cursados en el país.40

De todo lo expuesto hasta ahora podemos extraer algunas conclusiones:

1a. El entusiasmo de los angloamericanos ante las supuestas posibilidades que ofrecían los

desplazamientos forzados de población no sobrevivió a la confrontación con la realidad. Se creyó- o se quiso creer- erróneamente que creando estados homogéneos desde el punto de vista nacional y lingüístico se evitarían los problemas que causaban las minorías y que,(según esta lectura), fueron uno de los motivos que desencadenaron las hostilidades en 1945.

2a. Si las ventajas de esta estrategia no se vieron por ninguna parte, no se puede decir lo mismo de su coste, sobre todo humano. Según las estimaciones más conservadoras, cientos de miles de personas perdieron la vida, sobre todo mujeres y niños y millones se vieron reducidas a la penuria.

3a. Las atrocidades cometidas por los nazis en estos países no podían ser un pretexto para tomar como chivo expiatorio a cualquier persona (a menudo residente en el territorio desde hacia innumerables generaciones) por su origen alemán.

4a. Los intereses estratégicos de las grandes potencias así como los instintos nacionalistas y revanchistas más primarios se impusieron contra toda lógica. Se trató de una limpieza étnica en toda regla que todavía hoy algunos historiadores consideran como inevitable.

5a. Existe un deber de reparación hacia los familiares de una gran cantidad de personas que, a menudo, no manifestaban inclinaciones políticas particulares o incluso eran abiertamente antinazis.

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NOTAS

1 Expulsion des Allemands d’Europe de l’Est.” A: Wikipédia. L’encyclopédie libre. Disponible en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Expulsion_des_Allemands_d%27Europe_de_l%27Est

2 François Modoux “La migration forcée des Allemands.” En: Le Temps, 15/07/2010. Disponible en: https://www.letemps.ch/monde/migration-forcee-allemands

3 Ibidem.

4 Archivum Akt Nowych (AAN) de Varsovia (Ministerio para las Tierras Reconquistadas (MZO), Departamento de  Asuntos Generales, Gabinete del ministro, ru. 60. Citado por: Davide Artico “La de-germanizzazione della Polonia dopo la II Guerra Mondiale” En: SISSCO Società italiana per lo studio della storia contemporanea.

5 Davide Artico “La de-germanizzazione della Polonia dopo la II Guerra Mondiale” En: SISSCO Società italiana per lo studio della storia contemporanea. Alessandria: Edizioni dell’ Orso, 2006.

6 El Tratado de Versalles  había ordenado un plebiscito en la Alta Silesia para determinar si el territorio debía ser parte de Alemania o Polonia. El plebiscito debía celebrarse dentro de los dos años siguientes al Tratado (firmado en 1919) en toda la Alta Silesia, aunque el Gobierno polaco sólo había pedido que se celebrara en las zonas situadas al este del río Oder, con un número significativo de hablantes polacos. Así, la consulta tuvo lugar en toda la Alta Silesia, incluidas las zonas de habla predominantemente polaca en el este y las áreas predominantemente de habla alemana al oeste del río. El referéndum de la Alta Silésia debía realizarse el 20 de marzo de 1921. Mientras tanto, la administración y la policía alemanas permanecieron en su lugar.

Levantamientos de Silesia.” En: Wikipedia. La enciclopedia libre. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Levantamientos_de_Silesia

7 Stefan Gledjura “La expulsión de los alemanes del centro y el este de Europa 1944-1950” En: Revista de Política Internacional, nº59, 1962, pp. 62-63. En: https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/179213

8 “Limpieza de Ausslandeutsche en Polonia.” En: Eurasia 1945. Segunda Guerra Mundial. Disponible en: https://www.eurasia1945.com/acontecimientos/crimenes/limpieza-de-ausslandeutsche-en-polonia/

9 R.M Douglas Les expulsés. Une tragédie méconnue, Flammarion, 2012. Citado por: Mickaël Fonton “1945-1947: le drame des expulsés allemands.” En: Valeurs actuelles, 27/09/2012 . Disponible en: https://www.valeursactuelles.com/histoire/1945-1947-le-drame-des-expulses-allemands-37307

10 R.M. Douglas “ Les expulsions sauvages.” En: Les expulsés. Une tragédie méconnue. Flammarion, 2012.p. 129.

11 Testimonio de Wilhelm Lubberich en la Cruz Roja de Hamburgo, 2 de febrero de 1949. Citado por: R.M. Douglas “ Les camps” En: Les expulsés. Une tragédie méconnue. Flammarion, 2012.p. 433

12 Ibidem, p.163.

13François Modoux “La migration forcée des Allemands.” En: Le Temps, 15/07/2010. Disponible en: https://www.letemps.ch/monde/migration-forcee-allemands

14 “Expulsion des Allemnds d’Europe de l’Est.” En: Wikipédia. L’encyclopédie libre. Disponible en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Expulsion_des_Allemands_d%27Europe_de_l%27Est

15 Fue sustituido por Emil Hácha que se convirtió en el único presidente del Protectorado de Bohemia y Moravia entre 1939 y 1945.

16 Delphine Bechtel; Luba JungersonLes décrets Benes et les expulsions.“Séminaire Mémoires plurielles. Mémoires concurrentes en Europe centraleet orientale. Séminaire de M1 et M2. Études centre-européennes, année 2010-2011. Centre Interdisciplinaire de Recherches Centre-Européennes (CIRE).Disponible en: http://www.circe.paris-sorbonne.fr/villes/sudetes_darvey/page3.html

17 R.M. Douglas “ Les expulsions sauvages.” En: Les expulsés. Une tragédie méconnue. Flammarion, 2012.p. 112.

18 Zocharie Boubli Après-guerre: Expulsés de leurs pays natals parce qu’allemands.” En: Franceinfo, 25/11/2014, https://www.francetvinfo.fr/monde/europe/allemagne/apres-guerre-expulses-de-leurs-pays-natals-parce-qu-allemands_3069637.html

19 Ibidem.

20.“Le espulsioni dei tedeschi dall’Est d’Europa nel secondo dopoguerra.” En: Centro Studi Fossoli. Disponible en: http://www.centrostudifossoli.org/PDF1/INTERVENTO_CAVAROCCHI1.pdf

21 Delphine Bechtel; Luba JungersonLes décrets Benes et les expulsions.“Séminaire Mémoires plurielles. Mémoires concurrentes en Europe centrale et orientale. Séminaire de M1 et M2. Études centre-européennes, année 2010-2011. Centre Interdisciplinaire de Recherches Centre-Européennes (CIRE).Disponible en: http://www.circe.paris-sorbonne.fr/villes/sudetes_darvey/page3.html

22 R.M.Douglas “Les expulsions sauvages.” En: Les expulsés. Une tragédie méconnue. Flammarion, 2012, p. 114.

23 Ibidem, p.154.

24 Ibidem, pp.153-154.

25 Ibidem, p.169.

26 Según el convenio germano-magiar de 1940. Sin embargo, las estimaciones procedentes de la minoría alemana en Hungría hablan de más de 800 000 personas de origen germano. Stefan Gledjura saca la conclusión de que en los cálculos y estadísticas magiares se tienen en cuenta posible efectos de la política de magiarización.

Stefan Gledjura “La expulsión de los alemanes del centro y el este de Europa 1944-1950” En: Revista de Política Internacional, nº59, 1962, p 70. En: https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/179213

27 Stefan Gledjura “La expulsión de los alemanes del centro y el este de Europa 1944-1950” En: Revista de Política Internacional, nº59, 1962, pp. 71-72. En: https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/179213

28 “Le espulsioni dei tedeschi dall’Est d’Europa nel secondo dopoguerra.” En: Centro Studi Fossoli. Disponible en: http://www.centrostudifossoli.org/PDF1/INTERVENTO_CAVAROCCHI1.pdf

29 Richard Overy The Penguil Historical Atlas of the Third Reich. Londres, Penguin-Books (Non- Classics), 1996. Citado en: Expulsion des Allemands d’Europe de l’Est. En: Wikipédia. L’encyclopédie libre. Disponible en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Expulsion_des_Allemands_d%27Europe_de_l%27Est

30 “Le espulsioni dei tedeschi dall’Est d’Europa nel secondo dopoguerra.” En: Centro Studi Fossoli. Disponible en: http://www.centrostudifossoli.org/PDF1/INTERVENTO_CAVAROCCHI1.pdf

31 R.M.Douglas “Les expulsions sauvages.” En: Les expulsés. Une tragédie méconnue. Flammarion, 2012, p. 143.

32 La Voivodina es una provincia autónoma en la actual República de Serbia. Durante el imperio austrohúngaró formó parte de Hungría si bien su población era mayoritariamente eslava. Después desmembramiento del imperio se incorporó al reino de Serbia que, má tarde, pasó a formar parte de Yugoslavia.

33 Ibidem, p.157.

34 Región histórica de Europa oriental situada en las estribaciones nororientales de los montes Cárpatos y dividida políticamente entre dos países, Ucrania y Rumanía. https://es.wikipedia.org/wiki/Bucovina

35 Territorio localizado en el curso bajo del río Danubio y el mar Negro, incluido el Delta del Danubio, la costa de Rumanía y la zona más septentrional de la costa búlgara del mar Negro. https://es.wikipedia.org/wiki/Dobruja

36 Stefan Gledjura “La expulsión de los alemanes del centro y el este de Europa 1944-1950” En: Revista de Política Internacional, nº59, 1962, pp. 72-73. En: https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/179213

37 R.M.Douglas “Les camps.” En: Les expulsés. Une tragédie méconnue. Flammarion, 2012, p. 157.

38 Duţu A., Dobre F., Loghin L’Armata română în al doilea război mondial, 1941-1945 (“ El ejército rumano en la Segunda Guerra Mundial, Dicţionar enciclopedic, éd. Enciclopedică, Bucarest 1999. Citado en: Wikipédia. L’encyclopédie libre.En: https://fr.wikipedia.org/wiki/Expulsion_des_Allemands_d%27Europe_de_l%27Est

39 Theodor Schieder (ed.):Documents on the Expulsion of the Germans from Eastern & Central Europe, Bonn: Federal Ministry for Expellees, Refugees, & War Victims, vol.2/3: The Expulsion of the German Population from Hungary and Rumani (1961). Citado en: Wikipédia. L’encyclopédie libre. Disponible en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Expulsion_des_Allemands_d%27Europe_de_l%27Est

40 Florin Constantiniu, Une histoire sincère du peuple roumain. Bucarest: Ediciones Univers Enciclopedic, 2008. Citado en: “Expulsion des Allemands d’Europe de l’Est.” Wikipédia, l’encyclopédie libre. Disponible en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Expulsion_des_Allemands_d%27Europe_de_l%27Est


Imagen destacada: ciudad de Colonia en 1945. Fuente: Wikipedia.

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