Fuentes primarias Literatura

Informe y carta de Juan García Oliver a Luís Romero Pérez, con anexo de un plano de Pueblo Nuevo, trazado a mano por el propio Oliver

por Agustín Guillamón

1. Los protagonistas de la correspondencia

Luis Romero Pérez (Barcelona 1916 – Barcelona 2009) ​ fue un periodista y novelista, que obtuvo los premios Nadal (1951), Planeta (1963), Espejo de España (1982) y Ramon Llull (1991). Destacó también en su faceta de autor de ensayos históricos y biográficos.

Estudiante de Peritaje Mercantil, durante la Guerra civil fue encarcelado por los republicanos en el castillo/prisión de Montjuic. Se alistó en la División Azul.

Prolífico escritor. Se le considera uno de los más destacados escritores de la posguerra, y su obra tiene un amplio registro: narrativa breve, novela, historia, libros de viajes, ensayos, poesía, etc. Dedicó una parte de su producción a la Guerra civil, con obras tan destacadas como Tres días de Julio y El Final de la Guerra. Biógrafo de Salvador Dalí y comentarista de su obra. Se le suele enmarcar en el movimiento neorrealista hispánico del siglo XX. Falleció en Barcelona, el 4 de febrero de 2009​.

Juan García Oliver(Reus 1901- Guadalajara (México) 1980) fue un destacadísimo militante anarcosindicalista. Camarero de profesión. Se inició en las luchas sociales en su comarca natal. En 1922 contribuyó a la creación del Grupo Los Solidarios, junto a Durruti, Ascaso,Jover, Sanz, Aurelio Fernández, etcétera, participando en numerosos robos y atentados, entre los que destacó el homicidio del fascista cardenal Soldevila. Estuvo encarcelado en Burgos. En 1924 se exilió en París, tratando con partidarios de Maciá para una invasión que acabara con la Dictadura y con “furisciti” italianos, para asesinar a Mussolini. Se unió a Durruti, Ascaso y Jover, que habían regresado de su “gira” americana, para preparar un atentado contra Alfonso XIII, consiguiendo huir a Bruselas sin que le detuvieran. Participó en el intento de invasión de Cataluña por los nacionalistas de Maciá. Detenido y condenado, no salió de prisión hasta la proclamación de la República, en abril de 1931.

Participó en la insurrección de enero de 1933. Detenido y torturado, salió de prisión poco antes de las elecciones de noviembre de 1933. Se integró en el grupo Nosotros. En mayo de 1936 asistió al Congreso de Zaragoza. El 19 y 20 de julio jugó un papel destacadísimo en los combates callejeros, como organizador y estratega, en el seno del grupo Nosotros, constituido en Comité de Defensa Confederal. En las reuniones del Comité Central de Milicas Antifascistas (CCMA) desempeñó un papel de liderazgo, encargándose de la secretaría de Guerra.

En noviembre de 1936 aceptó el cargo de Ministro de Justicia en el gobierno de Largo Caballero. En mayo de 1937 fue uno de los líderes anarquistas más destacados en el llamamiento al alto el fuego.

En el verano de 1937 formó parte de la Comisión Asesora Política (CAP) que asesoraba y dirigía al CR de la CNT catalana. En septiembre de 1937 abogó por la rendición a los estalinistas y a la policía de los cenetistas insurrectos en los Escolapios. En 1938 trabajó por la formación de un Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario. Tras una breve estancia en Suecia, se exilió definitivamente en Guadalajara (México), donde murió en 1980. Escribió un polémico libro de memorias, titulado El eco de los pasos, publicado por Ruedo Ibérico en 1978.

2. Comentario de la correspondencia entre Luís Romero y Juan García Oliver

Luís Romero necesitaba documentarse para la elaboración de su novela Tres días de Julio, que intentaba narrar lo sucedido en toda España durante los primeros días del levantamiento militar, esto, es los días 18, 19 y 20 de julio de 1936.

Su trabajo, aunque calificado como novela, es una rigurosa investigación histórica, muy encomiable. Es absolutamente fiel a los sucesos ocurridos, salvo pequeños deslices, cometidos no por licencia novelística, sino por error de apreciación, como, por ejemplo, la carga de caballería de los guardias de asalto en el Paseo de Gracia, que realmente no ocurrió, aunque si existió una preparación que finalmente no se materializó.

Sea como fuere, Tres días de Julio, publicada en 1967, reproduce con gran exactitud los sucesos revolucionarios del 18, 19 y 20 de julio de 1936 en Barcelona, en gran parte gracias al informe de Juan García Oliver.

El informe de García Oliver se titula “Así fue…” y lleva como subtítulo, colocado entre paréntesis: “(Narración memorizada de 30 horas de lucha en las calles de Barcelona)”. El texto consta de 15 páginas, firmadas cada una en el margen izquierdo por García Oliver, salvo la última, firmada al pie, como solía hacer con sus escritos y correspondencia el exministro de Justicia. Su narración se inicia con las elecciones de febrero de 1936 y la justificación de la posición cenetista favorable a participar en ellas, así como la preparación frente al previsto golpe de estado militar y fascista. El resto del escrito se dedica a darnos su visión personal de la lucha callejera, desarrollada desde la noche del 18 de julio hasta la tarde del 20 de julio. Destaca dos factores fundamentales en el éxito de los anarquistas: 1. La formación desde 1931, en Cataluña, de unos cuadros de defensa de la CNT, que constituían un auténtico y temible ejército revolucionario, entrenado en la guerrilla urbana. 2. El permanente enlace y estrecho contacto con los oficiales de aviación del Prat.

Su narración se detiene justamente en el momento de la llamada telefónica de Companys a Marianet, solicitando que una delegación cenetista se desplace al palacio de la Generalidad. No nos cuenta esa entrevista con Companys, porque se escuda en la existencia de un texto suyo, muy conocido, de la entrevista de esa delegación cenetista con el presidente de la Generalidad.

Luís Romero se carteó con protagonistas de la Guerra de todo el espectro político, incluido Juan García Oliver. Este hizo con Luís Romero una excepción a su habitual rechazo a este tipo de peticiones, cuyos demandantes (decía el exministro) no tenían nunca en cuenta las necesidades y posibilidades del entrevistado. Juan García Oliver, al parecer, sólo respondió afirmativamente en escasas ocasiones tales requerimientos: el de Bolloten en los años cincuenta; el de Luís Romero en 1966 (y por el que se interesaron vivamente Abel Paz, seguramente sin éxito, y también el periodista Huertas Clavería); y el de Freddy Gómez y los documentalistas italianos en los setenta. Es muy posible que la colaboración de García Oliver con Luís Romero fuera posible gracias a un previo acuerdo económico entre ambos.

De ahí, la extrema similitud que puede apreciarse entre algunos párrafos de Tres días de Julio y El eco cuando se narra la insurrección del 19 y 20 de julio de 1936 en Barcelona.

3. Extractos del informe de García Oliver “Así fue…”1, destacando los referentes al Barrio de Pueblo Nuevo.

[…] “El Comité de Defensa Confederal de Barcelona se reunió en pleno, y aún reforzado, para estudiar la situación creada. Sus miembros eran obreros de larga tradición revolucionaria, con edades que fluctuaban desde los 34 años a los 40. Casi todos ellos habían sobrevivido a las sangrientas persecuciones que sufrieron los miembros de la CNT desde los tiempos de los generales Martínez Anido y Arlegui, habiendo llegado a constituir entre ellos una verdadera hermandad2 de anarquistas probados y consecuentes. En los tiempos que corrían, algunos habíanse convertido en oradores, lo suficientemente buenos para mantener en alto el entusiasmo de los trabajadores españoles, que acudían por miles a los mítines en que tomaban parte. Y, algunos de ellos, de personalidad menos destacada, gozaban de gran estima en Comités de Sindicatos, [comité] de la Federación Local y [comité] del Regional de Cataluña, de los que siempre formaban parte. Eran Ricardo Sanz, Gregorio Jover, Aurelio Fernández, Francisco Ascaso, Buenaventura Durruti y García Oliver. Los agregados, más jóvenes, Antonio Ortiz y “Valencia”3.

Ahora estaban reunidos, como Comité de Defensa, en un pisito de una casa que daba de frente al campo de fútbol del “Júpiter”, en la barriada de Pueblo Nuevo, pues que casi todos vivían por allí. Reflexivos, iban hablando muy serenamente, muy fríamente:

  • El golpe de las derechas no será a la manera del fascismo italiano, con su marcha organizada sobre Roma… Tampoco a la manera hitleriana, con sus grandes desfiles de antorchas y marcando el paso de ganso… Porque ni los albiñalistas4 ni los falangistas5 pueden llegar a sumar multitudes a sus filas…
  • Cierto, el golpe será a la manera española, con uno o varios generales sublevados y el acostumbrado paseo militar para ir pegando en las paredes el BANDO DE ORDENO Y MANDO… Y, si nos dejamos, el inmediato fusilamiento de todos los dirigentes revolucionarios…
  • Estando todos de acuerdo en cómo se producirá el golpe de estado, conviene calcular cuándo lo realizarán…
  • Opino que yendo muy aprisa, como es de suponer, tardarán unos seis meses en estar preparados… Tienen que crear un mando unido y coordinar fecha y acción…
  • Toda esa preparación puede ser trabajo de dos meses… Lo que más tiempo los llevará serán las gestiones a realizar con Mussolini y con Hitler, para asegurarse de asistencias internacionales… Y ésos solamente darán su conformidad si el movimiento subversivo encaja en la marcha de sus planes…
  • De acuerdo todos en cómo y cuándo será el golpe de estado, conviene que vayamos precisando nuestra estrategia y táctica y con qué medios contamos…
  • Siendo la CNT una confederación de confederaciones regionales, autónomas y casi independientes, solamente podemos planear el contragolpe dentro de Cataluña… Y, en realidad, por experiencia sabemos que el golpe decisivo lo habremos de dar en Barcelona… Siendo Barcelona la capital social de España, los trabajadores se levantarán cuando se enteren de nuestra lucha aquí…
  • Si logramos crear un triángulo de fuerza revolucionaria cuyas líneas vayan de Barcelona [a] Sevilla, Sevilla y La Coruña y [de]La Coruña [a] Barcelona, sus círculos de influencia abarcarían toda España… De otra manera corremos el riesgo de tener que afrontar una lucha muy larga e incierta…
  • Creo que, una vez en marcha intensa la preparación de Barcelona, los compañeros de este Comité, aptos para la propaganda, deben aceptar tomar parte de en todos los mítines que sean requeridos, principalmente por Andalucía y Galicia, y orientar a los Comités de Defensa de las Regionales…
  • Nuestros Cuadros de Defensa en Barcelona6 se están desarrollando y organizando a marcha acelerada… Hemos dotado a cada barriada de Barcelona de un Comité de Defensa de Barriada… De esta manera, sin perder mucho tiempo, mantenemos un contacto diario con sus delegados7
  • Estamos muy cortos de armamento… Procuramos que cada integrante de los Cuadros de Defensa tenga, por lo menos, una pistola… En la mayor parte de los casos, ellos mismos la compran, y nosotros procuramos facilitarles la manera de adquirirlas…
  • Las armas que se recogieron en las alcantarillas, después del fracaso de Octubre [de 1934] de los “escamots” de Estat Catalá, están limpias, engrasadas y en depósitos seguros; son rifles Winchester en su mayor parte, con muchos cartuchos…
  • Estamos muy en contacto con los Comités de Defensa creados en la Base Aérea Militar de Prat de Llobregat… Allí tenemos oficiales aviadores muy buenos y decididos a actuar bajo nuestra dirección, por no estar muy seguros que el Jefe de la Base, teniente coronel Felipe Díaz Sandino, buen republicano y buen demócrata, se decida a actuar si se recibe órdenes de Madrid… El contacto lo mantenemos con los Oficiales Servando Meana, Ponce de León y Villacevallos… Pero, sin que estos lo sepan, hemos constituido otro Comité con sargentos y mecánicos que, en caso de falla o traslado de los oficiales, tomarían el mando y volarían a los objetivos que les señalásemos… Parece ser que el de más confianza es el sargento Ino…
  • En la pequeña Sección de Ametralladoras que tiene el Ejército en el rincón de la calle de Santa Madrona, y que dependen directamente de Capitanía General, hemos creado un Comité de Sargentos y Cabos, todos compañeros decididos… Los sargentos Manzano8 [Manzana] y Gordo están dispuestos a todo…
  • Los Comités de Defensa de Barriada están haciendo el censo de las personas que, por haber pertenecido a los Somatenes, pueden tener armas en sus casas… También, por los Comités Sindicales de las fábricas, se está haciendo el censo de las fábricas que [donde] los dueños tienen armas en sus despachos… Igualmente se estudia las posibilidades de los barcos que puedan estar en puerto y de las armas que suelen guardar en las santabárbaras… La Maestranza9 del Ejército ha sido trasladada a unos anejos del Cuartel de San Andrés… Se calculan unos veinte mil fusiles y unos treinta millones de cartuchos depositados en cajas… Siempre hay ametralladoras en reparación y cañones…
  • Hemos indicado a los grupos anarquistas, Juventudes Libertarias y Mujeres Libres que mantengan contacto estrecho con los Comités de Defensa de sus barriadas, para que nadie actúe fuera del plan que tracemos10… Los fogonistas [fogoneros] de las fábricas que tienen sirenas11 ya están apercibidos de lo que tendrán que hacer…
  • El Comité de la Federación Local de Sindicatos de Barcelona12 y el Comité Regional de la CNT de Cataluña13, están [de acuerdo] en que la lucha sea en frío y no se declare la huelga general…
  • Tenemos el plano de la ciudad de Barcelona, bien marcadas la situación de los Cuarteles Militares, cuarteles de la Guardia Civil y retenes de Seguridad y Asalto… Tenemos el Plano de las Alcantarillas de Barcelona, marcadas las de fácil acceso y tránsito… Y el Plano de la Red Eléctrica de la ciudad, que nos posibilitaría dejar a oscuras las secciones que creamos conveniente…”

[…]Llegó el día 16 de julio, con un gran despliegue de actividad del Comité de Defensa Confederal de Barcelona. Consigna definitiva a los sargentos Manzano [Manzana] y Gordo, del destacamento de ametralladoras de Santa Madrona: cuando los jefes y oficiales os llamen a formar para salir a la calle, salís al patio con todo el armamento; reducís a los jefes y oficiales al grito de “¡Viva la CNT!”; ver de tomar posesión inmediata de las Ramblas a la altura del Hotel Falcón; allí se os unirán, de momento, los Cuadros de Defensa Confederal del Centro, y poco tiempo después estaremos presentes los miembros del Comité de Defensa Confederal, con García Oliver, Ascaso y Durruti.

Última consigna a los Comités de la Base Aérea14 de Prat de Llobregat: tenéis que inducir al jefe de la Base, teniente coronel Díaz Sandino, a que, como medida de precaución y seguridad, ordene inmediatamente emplazar las ametralladoras para impedir que nadie tome por asalto la Base; tener listos y con motor caliente los aviones disponibles, con sus cargas de bombas; cuando oigáis los bramidos de las sirenas de las fábricas, si antes no habéis tenido noticias de la sublevación de los militares, os presentáis en grupo de oficiales y mecánicos a pedir órdenes a Díaz Sandino, y si no os las da de volar en defensa de la República, le reducís prisión, levantáis el vuelo y, sin perder tiempo, os vais a bombardear el cuartel de San Andrés, done, como sabéis, hay el depósito de armas y municiones en los anejos que tienen en la parte trasera, donde no tenéis que dejar caer ninguna bomba. Por los alrededores del cuartel divisaréis grupos de trabajadores, que estarán en espera de vuestro bombardeo al Cuartel para lanzarse enseguida al asalto.

Última consigna a los Comités de Defensa de las Barriadas: desde mañana, al atardecer, empezar silenciosamente recogida de armas de quien las tuviere y de la santabárbara de los buques españoles surtos en el puerto de Barcelona. Cuando la sublevación militar se haya iniciado, no impedir ni hostigar la salida de los soldados de los cuarteles; dejar que se vayan entrando en la ciudad y, entonces, enérgicamente desde los sitios ya escogidos, atacarlos pausadamente, pero sin cesar, para que ellos vayan gastando todas sus municiones, y en cuanto veáis en ellos signos de vacilación, gritadles que [si tiran las armas les dejaréis libres]. Pero cortadles de tal manera la retirada, que, cueste lo que cueste no puedan regresar a los cuarteles, para lo cual os reservaréis la mayor parte de armas largas de que disponéis. Todos los Cuadros de Defensa de Santa Coloma de Gramanet, Besós, San Andrés, Clot y Pueblo Nuevo, se encontrarán por los alrededores del Cuartel de San Andrés, en espera de que lleguen unos aviones que se dedicarán a bombardear el Cuartel, [para conseguir que se retiren inmediatamente]. Lanzaros al ataque, volando con dinamita, si fuere menester, las puertas. [En cuanto la situación esté dominada], haceros cargo de unos miles de fusiles y millones de cartuchos que están en cajas de madera cerradas a clave. [Cargaréis fusiles y municiones en camiones] para ir armando a todos los trabajadores, enviando grupos armados hacia el centro de la ciudad, donde se librará el ataque decisivo. Los Comités de Defensa de las Barriadas prestarán atención a que sin cesar estén pitando las sirenas de las fábricas y buques, dejando en cada fábrica al fogonista [fogonero] y su ayudante, para que mantenga la presión necesaria en las calderas. Si no sois atacados por ellos, hay que mantener compañerismo de lucha con los guardias de Seguridad y Asalto, y manteneros prudentemente alejados de la Guardia Civil, sin hostigarlos, a no ser que os ataquen. Esta será una lucha decisiva en la que tomaremos parte todos directamente: los Comités de Sindicato y Sección estarán en los locales sociales, fortificados; así también los Comités Local y Regional, en plan de lucha. Por lo que hace a los compañeros del Comité de Defensa Confederal de Barcelona, aquí presentes todos, estarán al frente de los Cuadros de Defensa de la Barriada del Centro, o sea, entre Paralelo, Ramblas y Vía Layetana. Donde es de esperar que se libren las luchas decisivas, por ser donde se encuentran los puestos de mando de los militares.

Alrededor del 18 de julio la noche se presenta espléndida, con transparencias luminosas en los cielos. Para el Comité de Defensa el buen tiempo reinante es de gran ayuda, porque en la vela de armas que nos espera, permitirá a nuestras gentes mezclarse con los transeúntes hasta altas horas de la noche. Por el estado pasional de las gentes, que ya tienen noticias de la sublevación de los militares en África, respirase por doquier un ambiente de gran tensión. Pero nadie parece tener miedo, antes al contrario, las Ramblas ofrecen un impresionante aspecto por la gran cantidad de gentes, hombres principalmente, que van y vienen lentamente, cruzándose miradas en las que, tras de las sonrisas, se nota la dureza de las grandes resoluciones.

Antonio Ortiz, incorporado a la hermandad15 y al Comité de Defensa, con Aurelio Fernández, han ido a establecer contacto con los Comités de Defensa de las barriadas de Sans [Sants], Hostafranchs [Hostafrancs] y La Torrassa. Gregorio Jover y “Valencia”, este último también incorporado a la hermandad y al Comité [de Defensa] han ido a dar los últimos avisos a los Comités de Defensa de los barrios de Gracia, las Corts y Casas Baratas del Guinardó. Ricardo Sanz fue a revisar las posiciones de los Comités de Defensa del Clot, San Andrés y Pueblo Nuevo. Todos ellos tenían la consigna de concentrarse, antes de las 12 de la noche, en nuestro refugio del campo del Júpiter, con dos camiones prestos a partir y con todo el armamento listo.

[…] Y empezó a clarear el día 19 de julio. Todos nos levantamos, como si una voz nos hubiese dicho “¡vamos, ya!”. Fuimos agarrando los fusiles y municiones. Después subimos para cargar con la ametralladora y los peines de balas. Dos grandes camiones nos esperaban, requisados en fábricas de ahí cerca. Nos rodearon grupos de compañeros, todos bien armados. De ellos, seleccionamos sólo unos veinte, para acompañarnos. Los demás se dispersaron hacia sus objetivos en la Barriada16. El día avanzaba rápido y nuestra atención estaba pendiente de las sirenas. Mientras, Sanz y Ortiz emplazaban la ametralladora en la parte trasera de un camión17. Los demás cargaban y revisaban sus fusiles.

Las calles del Campo del Júpiter se iban llenando de gentes, que además asomaban por ventanas, balcones y azoteas. Legó el primer enlace a decirnos que por teléfono comunicaba el Comité de Defensa de Sans [Sants], que ya estaban saliendo a la calle los soldados. Pronto se oyeron los avisos de algunas sirenas, avisos largos y sostenidos de uuuuuuuu… que poco a poco se iban generalizando. Todos subidos a los camiones, con los fusiles en alto, gritando “¡Viva la CNT y la FAI!” que con entusiasmo fueron coreados por los que nos contemplaban, emprendimos la marcha lenta y cautelosa hacia la ciudad, siendo el primer objetivo el Comité Regional de la CNT, en la calle Mercaders.

Era una marcha larga, que podía ser peligrosa para nosotros; pero que había sido muy bien calculada por el efecto psicológico que de ella esperábamos, ya que gran parte de la ciudad vería con ojos abiertos y pasmados, que los militantes más significativos de la CNT acudían a la lucha de las calles. Marchamos por la Rambla de Pueblo Nuevo, un hervidero de gentes gritando vivas a la revolución; después por la gran calle llamada carretera de Mataró; enfocamos por la Ronda de San Pedro, llegando a la plaza Urquinaona, ante el pasmo de las gentes congregadas en grupos y en las puertas de las casas; y Vía Layetana abajo, hasta el Comité Regional. A lo largo de la Vía Layetana ya vimos grupos de obreros armados y grupos de Guardias de Seguridad y Asalto apostados en las esquinas. En el Comité Regional estaban armados hasta los dientes. El Comité de Defensa de la Barriada, al cual entregamos algunos winchesters y el costalito de pistolas que nos diera Meana, nos dijo que dominaban perfectamente todas las bocacalles; por ellos supimos que el presidente Companys estaba dentro de la Jefatura de Policía, edificio situado enfrente del que ocupaba el Comité Regional. Eso diciendo, llegó una patrulla de Asalto para comunicarnos que el presidente Companys nos rogaba, por haber sabido de nuestra llegada, subir a la Jefatura a hablar con él.

[…] nos reunimos el Comité de Defensa de Barcelona, en una mesa arrinconada de “Casa Juan”. Los informes que iban llegando de las barriadas, eran magníficos. En la Barceloneta, los Cuadros de Defensa, con los guardias de Seguridad y Asalto, habían aplastado a los artilleros del cuartel de la Avenida Icaria, cuando ya habían sacado los cañones a la calle, tomándoselos a punta de pistola y fusil. La lucha en la Plaza de Cataluña fue de [las más crueles], pero se decidió la situación a nuestro favor. Las grandes arterias de la ciudad estaban en nuestro poder, lo que, junto con la Telefónica, imposibilitaba al mando militar faccioso toda comunicación con los restos del ejército sublevado, que estaba siendo liquidado en las plazoletas y en todos los ámbitos de la ciudad.

Y lo de San Andrés, ¿cómo ha ido?, pregunté. A Durruti se le escapó una larga carcajada. Los demás también se reían. “Pues verás – dijo Durruti, sin poder contener sus carcajadas – hace poco llegó el compañero M…, del Comité de Defensa del Clot, dentro de un automóvil magnífico, roto el parabrisas y asomando un fusil ametrallador del Ejército. Con él, cuatro compañeros con magníficos fusiles nuevos y abundancia de cartuchos. De los que nos dejaron algunas cajas. Nos informó de que todo había ido como se había calculado y preparado. Tomaron el cuartel y se apoderaron de los depósitos de armas y municiones. Pero, las grandes cajas de fusiles, que sí estaban, y en gran cantidad, resultaron como cajas llenas de cañas de pescar, porque les habían quitado el cerrojo a todos. A todo eso, las salas de las bodegas llenas de obreros con fusiles sin cerrojos en las manos, lanzando carcajadas unos y terribles juramentos todos, ¿Dónde están los cerrojos? Se gritaba por doquier. Y así pasaba el tiempo, sin poder incorporarse a la lucha aquella enorme masa de gentes. Hasta que, al fin, de la sala abarrotada de cajas de cartuchería partió una explosión de gritos de “aquí están, aquí están los cerrojos”. En efecto, los cerrojos habían sido escondidos en cajas marcadas CARTUCHOS DE FUSIL, y revueltas y escondidas entre la montaña de cajas de cartuchos de fusil. Hubo que ir abriendo cajas en busca de cerrojos, con mucho cuidado. Pero en cuanto aparecían cerrojos, desaparecían como por encanto entre las manos ávidas de aquella multitud. Y como es una riada humana la que hay, todavía no han podido enviarnos un camión cargado de fusiles y cartuchos. Y lo cierto es que nos están haciendo mucha falta, porque nos estamos quedando sin municiones, lo que explica el atasco en que nos encontramos, por no haber podido lanzarnos a fondo contra los de ahí abajo.

Coincidimos en que la situación era muy buena para nosotros, porque si bien la avalancha de obreros armándose de San Andrés nos impedía recibir las armas necesarias, cada obrero armado, bajando en todas las direcciones hacia la ciudad, estaría limpiándola de reductos facciosos, con lo que nuestras espaldas estaban bien seguras. Se trataba, pues, de esperar, gastando pocas municiones, e improvisar algo que, llegado un momento de apuro, pudiese ser decisivo: la bomba de apagar fuego, con muchos metros de manguera y un carro tanque de gasolina, táctica alemana de la guerra del 14, para reducir calles enteras.

Le dimos el encargo al Comité de Defensa del Centro, y antes de media hora que daba apostada en la plaza del Teatro la bomba de apagar fuego y el carro tanque de gasolina. Nadie sabía de lo que se trataba y las gentes se reían, preguntándose dónde estaba el fuego para apagar.

Al fin, llegó un camión cargado de fusiles y cartuchos, En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron entre las manos de los que no tenían nada y querían luchar. Si hubieran llegado diez camiones cargados de armas, habría ocurrido lo mismo. Muchos de aquellos novatos sin diciplina se lanzaron más allá de las barricadas de bobinas de papel. Algunos cayeron y los demás regresaron. Había que hacer algo preciso, dando una estrategia a la multitud. De nuevo, reunión sentados debajo del camión en que Ricardo Sanz y Donoso, Administrador de nuestro periódico “Tierra y Libertad”, cuidaban de la ametralladora.

Reunión corta y concisa. El general Goded, que en hidroavión había llegado de las Baleares para hacerse cargo de la Capitanía General facciosa, sustituyendo al digno general Llano de la Encomienda, que se negó a secundar la sublevación y lo tenían prisionero, al encontrarse sin mando efectivo, por no lograr establecer contacto con un ejército desvinculado y potencialmente derrotado, al [no] poder hablar con los cuarteles de la ciudad y de toda Cataluña, porque le contestaban los de la CNT-FAI, o le cortaban la comunicación en Teléfonos, pidió hablar con el Presidente Companys y se rindió incondicionalmente, cayendo la Capitanía General. Quedaban solamente en pie y resistiendo vigorosamente los reductos [del] Edificio de la División18, monumento a Colón y el viejo cuartel de Atarazanas19.

[…] Amaneció el 20 de julio. […] Se pasó el tiempo en tanteos; fuego cerrado por nuestro lado y débiles contestaciones de los sublevados. El monumento a Colón estaba enmudecido. Se sostenían en la División20 y en el cuartel de Atarazanas. Fuimos avanzando por los dos lados de la Rambla. Guarecidos tras de los árboles, las bobinas de papel y arrimados a las puertas de las casas. El camión con la ametralladora, con Ricardo Sanz, Aurelio Fernández, Donoso y otros., nos seguía lentamente y disparando por el centro de la Rambla. Bajando por el lado derecho, de árbol en árbol, Jover, Durruti, Ortiz, “Valencia” y su hermano y yo, seguidos de muchos más compañeros, Gorrea de Construcción, Barón de los metalúrgicos, el navarro Yoldi, los Domingo y Joaquín Ascaso con Francisco Ascaso, García Ruiz de los Tranviarios y más, nos íbamos acercando al final de la Rambla. Por el lado derecho, después de la iglesia, ya no había casas ni paredes. Allí empezaba la ancha calle de Santa Madrona, llamada también de Atarazanas. A un lado casas y al otro una barda de ángulo, sin terminar, ni por Santa Madrona ni por la de la Rambla, pero taponando el solar que había quedado de la demolición parcial21 del cuartel o de la Maestranza. Al vernos tan cerca arreciaron con sus tiros los que quedaban en la División22 y en el cuartel. Como de frente ya no podíamos avanzar, nos pasamos todos a detrás de la barda, para ver de colarnos en el vacío del solar y ver de salir a la misma puerta del cuartel. Entonces fue cuando Ascaso, y creo que con él el compañero Correa, dándose cuenta de que de nuevo nos disparaban desde el Consulado de Italia23, se separó de nosotros, cruzó la calle y se apostó rodilla en tierra al lado de un camión que estaba parado, y empezó a disparar en dirección al Consulado de Italia24. Todos los que estábamos tras la barda, lo vimos; de pronto alzó los brazos y abatió la cabeza sobre la acera. Con la mano hice un gesto al compañero que estaba junto a él., señalándole que lo arrastrara hacia [atrás]. Ninguno fuimos a [por] él; con furia loca pasamos la barda del otro lado, disparando sin cesar hacia el Consulado y la División25. A su vez, los que iban por el centro y el lado izquierdo descargaban sus armamentos sobre el cuartel. A poco, trapos blancos eran izados en el cuartel y la División26. Se rendían, Era el fin.

[…] Manos en alto fueron saliendo del cuartel de Atarazanas, sin guerreras, descamisados y tan sucios como nosotros, todos con aspecto de oficiales. ¿Cuántos? Pocos, muy pocos, no pasando de una docena. Se me acercó el tranviario García Ruiz para preguntarme qué hacían con ellos. “Llevadles presos al Sindicato del Transporte, que está al lado de “Casa Juan””, le dije.

Los gritos de victoria de nuestros combatientes no lograban desvanecer la impresión por la muerte del hermano, queridísimo, Ascaso. Yo no solté lágrimas, porque nunca he llorado. Pero Durruti, Jover, Ortiz, “Valencia”, tenían los ojos humedecidos. Fue cosa de un momento fugaz. “Vámonos ya”, les dije, “esto se acabó. Y lo hemos logrado”.

Hacia el Comité Regional de la CNT… Todos juntos, silenciosos, serios y hoscos. Rehicimos el recorrido del largo día 19, Ramblas arriba, calle Fernando, Plaza San Jaime, Vía Layetana y calle Mercaders. El Comité Regional estaba en pleno, así como el Comité Local de Sindicatos. Entre ellos la alegría por la victoria era inmensa; desbordante entre los de las Juventudes libertarias, que se habían batido en todas partes, como verdaderos aguiluchos. Pero cundo aparecimos todos los componentes de nuestra hermandad anarquista27, se hizo un silencio impresionante, para testimoniarnos el pesar por el que faltaba: Francisco Ascaso.

Había terminado [una] etapa, la bella etapa de la lucha callejera. El mundo iba a saber cómo hacerle frente al fascismo.

Descansamos; tomamos café y fumamos cigarrillos. De pronto, sonó el teléfono. “Marianet al habla”, oímos que decía el secretario del Comité Regional. “Sí, sí, sí… Vamos a estudiarlo ahora mismo”. Marianet fue mirando a las caras de todos los que allí estábamos, y nos dijo: “Companys ruega que una delegación del Comité Regional vaya a entrevistarse con él. Compañeros, se reúne el Comité Regional con asistencia de todos los compañeros del Comité Confederal de Defensa, aquí presentes”.

El acuerdo fue que, vistas las circunstancias de lucha en toda España, se nos designaba al Comité de Defensa de Barcelona28 para tener la entrevista con el presidente Companys, con amplias facultades para resolver y acordar lo que estimásemos pertinente en todo cuanto se relacionase con la manera de sostener la lucha en Cataluña.

FIN

4.La carta de García Oliver a Luís Romero (22-7-1966)29

Guadalajara, Jalisco, México, 22 de julio de 1966

Sr. D. Luís Romero

BARCELONA – España.

Comento su atenta y afectuosa del 9 corriente. Es casi seguro que tiene usted razón respecto a los nombres correctos de Dependencias Militares y del Lloyd italiano. Después de treinta años y carente de documentación, la rigurosa precisión histórica de lugares y nombres, falla lamentablemente, Por eso, lo que le envié va como “Narración MEMORIZADA…”. Y, aunque muchos no lo creerían, todavía hoy no recuerdo el nombre de la calle en que vivía yo entonces, así como los nombres de calles del Pueblo Nuevo y El Clot que pisaba diariamente.

Supuse que usted haría todo el recorrido de mi narración. Yo también quisiera tener la oportunidad de revivir mis pasos y azares de aquellos momentos. Espero que con el tiempo me sea dable30. Le adjunto plano bastante fiel – pero casi sin nombre de calles – del escenario de los primeros pasos de la marcha del 19 de julio.

Por dos razones no insistí sobre la entrevista con Companys después del triunfo en Barcelona. Una, porque la describí muy detalladamente – narración que usted ya conoce – en un librito editado por la CNT el 19 de julio de 1937, en conmemoración del primer aniversario31. Todavía vivía Companys y algunos de los que vivieron los acontecimientos de aquella hora. Y, la otra razón, porque, en realidad, aquella entrevista, si bien determinada por el 19 de julio [de 1936], ya no le encajaba. La entrevista fue POLÍTICA; política mediterránea, si se quiere, con todas las reminiscencias de aquel ayer de las pequeñas repúblicas, y en las que no todo lo que brillaba en los tratos y convenios, era oro. De ahí que no encontrase usted mucho ambiente entre las personas que interrogó en Francia y Bélgica. El catalanismo oficial, que en su rudimentaria cultura nunca pasó de “Les pàgines viscudes de EL PATUFET”, y que se alimentaba ideológicamente en “El Bé Negre” Y “La campana de Gràcia”, nunca pensó, ni pudo digerir que el anarcosindicalismo era un producto típicamente catalán, y no precisamente de “els altres catalans”, que tan profundamente trata Francesc Candel, sino de puros catalanes, que influenciaron España entera y aportaron al mundo de las grandes ideas contemporáneas una concepción social basada en la gestión directa dentro de la comunidad, ejercida por y desde los Sindicatos. Entre el anarquista catalán y, por ejemplo, el anarquista astur o gallego, hay la diferencia de que, el catalán es efectivamente anarquista, y el gallego o astur un liberal radicalizado.

Por eso, el 19 de Julio en Barcelona y Cataluña tiene dos significados: para algunos catalanes “catalanistas”, es una fecha a olvidar; para la gran mayoría del pueblo catalán, que sienten Cataluña como una proyección hacia el universo, el 19 de julio es la jornada que dejó más honda huella en sus vidas y en la vida de la Humanidad, porque definitivamente los incorporó a la Historia Moderna, donde quedó escrito que, allí donde fracasan los partidos políticos – legado de la Revolución Francesa – quedan las reservas de los nuevos valores sociales del sindicalismo puro o anarcosindicalismo.

Le anticipo las gracias por esos ejemplares que tan gentilmente me promete enviar. Con saludos afectuosos.

[Carta de una sola página. Firmado y rubricado J. García Oliver]

5. Anexo con un plano de Pueblo Nuevo, trazado a mano por García Oliver

Las anotaciones manuales de Juan García Oliver dicen esto:

  1. En el primer piso vivía García Oliver, donde se reunía el Comité de Defensa.
  2. En el primer piso vivían Gregorio Jover y Antonio Ortiz.
  3. En el segundo piso vivía Fco. Ascaso.
  4. Casitas baratas, creo que Durruti vivía en la de en medio.
  5. Encima de aquellas casas. Segundo piso, vivía Ricardo Sanz.
  6. Local “La Farigola” del Sindicato Fabril y Textil, donde se reunía el Pleno de Delegados de los Comités de Defensa de Barriadas, con el Comité de Defensa de Barcelona.
  7. Posición de los dos camiones de carga, con los que se hizo la marcha al centro de Barcelona.

Anotaciones de Agustín Guillamón al plano de García Oliver:

  1. JGO escribe: “S. Juan de Malta?”, esto es, no está completamente seguro.
  2. A la izquierda, parcialmente recortado, dice: “[5] Almogávares”
  3. En el margen superior izquierdo se lee: “Clot”

Textos, documentos y plano extraídos del libro de Agustín Guillamón:

Ecos y pasos perdidos de Juan García Oliver

Calúmnia Edicions, Mallorca, 2021

Que puede adquirirse en estas webs:

https://traficantes.net/libros/ecos-y-pasos-perdidos-de-juan-garc%C3%ADa-oliver

http://calumnia-edicions.net/product/ecos-y-pasos-perdidos-de-juan-garcia-oliver-agustin-guillamon

1 Pavelló de la República. Fons Personal Luis Romero Pérez.

2 Quizás serían más adecuado hablar de grupo de afinidad que de hermandad.

3 El historiador y novelista Luís Romero lo identifica como Antonio Martínez “el Valencia”.

4 José María Albiñana, fundador del Partido Nacionalista Español y de sus milicias armadas, los Legionarios de España. Participó en el golpe de estado de Sanjurjo en 1932. Fue diputado en Cortes e ideólogo de extrema derecha, antisemita y anticatalanista.

5Falange Española fue un partido de inspiración fascista, fundado el 29 de octubre de 1933 por José Antonio Primo de Rivera (primogénito del fallecido dictador Miguel Primo de Rivera). El 15 de febrero de 1934 se fusionó con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (JONS), de ideología nazi, fundadas por Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos. El nuevo partido se denominó Falange Española y de las JONS, dirigido por dos falangistas: José Antonio y Ruiz de Alda y uno de las JONS: Ledesma Ramos. En abril de 1937 Franco fusionó a falangistas y requetés en el partido único de la dictadura franquista: Falange Española, Tradicionalista y de las JONS, como método de desactivar y someter ambas corrientes políticas a su voluntad personal.

6 Véase Guillamón, Agustín: Los comités de defensa de la CNT en Barcelona. Quinta edición, actualizada y revisada, en Descontrol, 2020.

7 En el anexo 2 de la quinta edición de Los comités de Defensa de la CNT… se detallan los delegados de los trece comités de barriada de Barcelona (en plena guerra civil), así como de su comité local y regional.

8 El sargento de artillería José Manzana Vivó

9 Conjunto de talleres y oficinas donde se construyen o reparan las piezas de artillería, así como los carros y útiles necesarios para su funcionamiento y mantenimiento.

10 El espontaneísmo que algunos autores atribuyen a la insurrección de julio de 1936 queda aquí totalmente descartado y, en todo caso, debe ser muy matizado y siempre encuadrado en la organización de los comités de defensa y la planificación del Comité de Defensa Confederal.

11 El inicio de la insurrección fue acompañado por las sirenas de las fábricas de Pueblo Nuevo, que fueron extendiéndose por todos los barrios obreros de la ciudad.

12 Josep Asens Giol era su secretario.

13 Mariano Rodríguez Vázquez (“Marianet”) era su secretario.

14 La historiografía burguesa actual apenas destaca la importancia de la colaboración de la aviación del Prat con la CNT.

15 Hermandad significa aquí grupo de afinidad.

16 El Comité de Defensa de Pueblo Nuevo no estaba en el campo del Júpiter, sino que ya había tomado posiciones en los alrededores del cuartel de la avenida Icaria, preparado para acosar a los militares en la calle y desde el Puente de San Carlos, con el objetivo de desarmarlos e impedir su regreso al cuartel. Junto al Comité de Defensa de la Barceloneta, la Aviación y los Sindicatos Metalúrgico y del Transporte Marítimo derrotaron al ejército, que no pudo rebasar la enorme barricada levantada en el Paseo Nacional, en su cruce con la avenida Icaria. Los comités de defensa provocaron numerosas bajas entre la tropa y capturaron gran cantidad de fusiles, varias ametralladoras y algunos cañones, que trasladaron a otros puntos de combate.

17 La ametralladora Hopkins tenía que atornillarse y fijarse firmemente en la madera, para evitar así el fuerte retroceso que se producía durante su funcionamiento. Era imposible fijarla sobre el metal de la cabina delantera del camión, como algunos historiadores poco informados afirman que se hizo.

18 En realidad, Dependencias Militares.

19 Existía otro reducto resistente en el convento de carmelitas de la Diagonal/Llúria.

20 Dependencias Militares

21 La Maestranza del cuartel de Atarazanas debía trasladarse en pocos meses al cuartel de San Andrés, y de ahí esas demoliciones parciales del edificio del cuartel de Atarazanas.

22 Dependencias Militares.

23 La naviera italiana Lloyd Triestino.

24 Idem

25 El edificio del Lloyd Triestino y las Dependencias Militares.

26 Dependencias Militares.

27 Grupo de afinidad Nosotros.

28 El grupo Nosotros se había constituido en el núcleo fundamental del Comité de Defensa Local de Barcelona, para coordinar la insurrección contra el ejército sublevado. Aunque las fuentes presentan diversas versiones, al parecer, quienes finalmente asistieron a la reunión con Companys en representación del CRTC fueron tres componentes del grupo Nosotros, esto es, Buenaventura Durruti, Joan García Oliver y Aurelio Fernández, además de Josep Asens Giol (secretario de la Federación Local de Sindicatos); los cuatro componían el Comité de Defensa Confederal. Santillán, como representante de la FAI, probablemente se sumó a esa delegación cenetista, ya en el Palacio de la Generalidad.

29 Pavelló de la República. Fons Luís Romero.

30 Joan García Oliver jamás volvió a pisar las calles de Barcelona, ni de su Reus natal.

31 “El Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña. Los organismos revolucionarios”. Solidaridad Obrera (18-7-1937).

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