Biografías Guerra civil Española

“Memorias” de un alférez republicano de Artillería en la Bolsa de Bielsa

La visión deformada de la guerra

Un hecho que destaca en los estudios dedicados a la guerra civil española, es que en general en ellos se relatan las heroicidades de las unidades de infantería, ya sean éstas grandes o pequeñas, dándose de ese modo protagonismo a las tropas de a pie. En alguna ocasión, muy pocas, la guerra se ha abordado vista desde la caballería, que en el fondo no deja de ser infantería montada1. Sin embargo en muy contadas ocasiones se ha plasmado desde el punto de vista de las denominadas “armas de acompañamiento” de las grandes unidades, como por ejemplo las unidades de morteros, o la propia artillería.

De ahí que se resaltara en su día el caso del alférez provisional catalán Ramiro C. de Sobregrau, que estuvo al mando de la sección de morteros del 5º Batallón de Arapiles nº 7, perteneciente al ejército franquista, que por ello logró ser punto de referencia, al hacerse pública la existencia de su Diario de Guerra 2, y en particular la parte correspondiente asus andanzas bélicas durante la Bolsa de Bielsa. Apuntes personales que vieron la luz en una publicación local 3.

Otro hecho curioso ha sido que en Cataluña se han publicado a lo largo del tiempo dos obras autobiográficas, recogiéndose en ambas la historia de la Artillería republicana en el frente de Aragón. De hecho la excusa debió ser que ambos autores tuvieron en su día importantes responsabilidades en el mando de dicha arma. Mandos orgánicos de los cuales dependió nuestro actual protagonista, pero sin que se llegasen a conocer, al menos no consta4.

Las Memorias del alférez Renobell

Referencia que se vuelve a repetir en el caso del alférez de complemento de la Artillería republicana Jaime Renobell Villanueva, oficial de la 9ª Batería de Montaña de la 43 División del Ejército Popular, más conocida como la Rojo y Negra5. Unidad con la que dicho oficial luchará durante las semanas previas al hundimiento del Ejército del Este, en marzo de 1938, en la apresurada retirada del mismo, o durante la resistencia de la 43 División en la Bolsa de Bielsa o hasta su retirada final a Francia. Vivencias personales que hoy se hacen públicas, gracias a la generosidad de la familia Renobell, que ha permitido que podamos hurgar en ellas, sin cortapisa alguna, que representa poder dar a conocer un verdadero tesoro historiográfico, que ha estado durmiendo el sueño de los justos durante casi nueve décadas6.

Memorias que Renobell redactó con su pluma estilográfica y con elegante letra inglesa, comprimidas en 50 escasas páginas de una pequeña libreta de tapas negras, de 20×15 cm., de la que se sirvió para recoger en ella un dietario pormenorizado de la trepidante aventura de su batería en aquel frente de guerra, que abarca un espacio temporal de 121 días, comprendidos entre el 15 de febrero de 1938 hasta el 16 de junio del mismo año. Pero a gran diferencia de los autores mencionados, versados ambos en Artillería, Renobell no pretendió nunca en sus Memorias dar lecciones al respecto de sus conocimientos de táctica militar, detalle que lo distingue, al limitarse a describir donde se sitúan las posiciones propias o los movimientos del enemigo, al que vigila subido en distintos Observatorios, para si procede, a bombardearlo de forma profesional, lo que hace de él un auténtico combatiente.


1.- Carnet de alférez. Familia Renobell.

Sin olvidar referir el constante y apurado trasiego de su batería, tirada por mulos, por todo el frente aragonés, intentado dar la impresión al enemigo de que tienen más de una. O recogiendo el correspondiente parte meteorológico diario. Por lo cual hoy podemos valorar su impacto en los combatientes, ya que conforme pasan los días, el tiempo se muestra cada vez más inclemente, al pasar del frio a la lluvia y después a la nieve. O las triquiñuelas que trama junto con sus compañeros con la intención de conseguir algo más de comida, cuando las raciones empiezan a escasear.

Por otra parte, tampoco deja en el tintero el reflejar las angustias que sufría durante los combates. Que se ven recogidas en numerosas anotaciones, donde cuantifica el resultado de sus cálculos mentales, referidos a la distancia a la que están cayendo los proyectiles de la artillería enemiga, que buscaba con ahínco aniquilar su batería. Un método como otro cualquiera de poder inhibirse del peligro. Ambiente que Renobell complementa recogiendo puntual los casi diarios “raids” de los aviones enemigos, con sus máquinas extranjeras más modernas, que concluían con ensordecedores estampidos, al arrasar, literal, aquellos valles.

Dentro de aquella locura colectiva, Renobell intentó mantener el juicio creando para ello un nexo que le permitiera mantener una cierta conexión con el mundo exterior, tal vez por ello numeró el correo que remite sin parar a sus padres o a su joven novia, o cuantifica las respuestas, recontando las pendientes7. En otros momentos, el joven guerrero muestra su sorpresa ante la belleza que descubre en los atormentados paisajes pirenaicos que está arrasando la guerra. Y sus pensamientos tan pronto alegres, al pensar en su futura vida, cuando concluya la contienda, se tornan un punto tenebrosos al presenciar las penosas retiradas que protagonizan primero los civiles y poco después sus propios camaradas los militares, que se tornaran dantescas durante el final de la tenaz resistencia de Bielsa.

Memorial que Renobell encabezó con una lúcida e insólita petición, al ser consciente del negro futuro que le podría deparar el destino: “Estas “Memorias” pertenecen al alférez Jaime Renobell Villanueva de la 7ª Batería de Montaña 105 mm (43 División) con domicilio en Barcelona en la calle Cortes 686 (esquina Gerona) agradeceré en caso de extravío o muerte al que las hallare se sirva entregarlas a mi familia en la dirección antes mencionada, para que a su vez las entreguen a mi novia. Agradezco de antemano este favor, muy agradecido a la persona que lo efectúe”. Rubricado, Jaime Renobell”.

El autor

Nacido en Barcelona el 12 de junio 1912, Jaime Renobell fue el segundo hijo de una familia valenciana, que proveniente de Alborache, su pueblo natal, recaló en Barcelona. Población de origen familiar con la que Jaime mantendrá fuertes vínculos, tanto por motivos de amistades como familiares, y más aún al tener la suerte de que una de sus aficiones de juventud fuese el motociclismo. Así desde los 18 años seran muy frecuentes sus viajes al lugar de sus ancestros. Al llegar a la edad de trabajar entró en el taller de tintorería que poseían sus padres antes y después de la guerra, negocio familiar que se complementaba con otra tienda más.

Situación económica familiar que evidentemente le permitió al joven Renobell poder estudiar en el colegio de los Maristas del Paseo San Juan de Barcelona, donde pudo finalizar el bachillerato al tener intención verbalizada de ingresar en la Academia General Militar de Zaragoza, al tener decidido seguir en ella la carrera militar. Sueño que vio frustrado, al cerrarse dicha Academia en 1931 a causa de la llamada ley Azaña.

Lo que no resultó un impedimento para que la familia Renobell decidiera que su hijo a la hora del servicio militar, fuera soldado de los denominados de “cuota”, ley por la cual en España se había establecido una importante reducción en la duración del servicio militar del mozo, a cambio del pago de una cantidad de dinero: mil pesetas para reducirlo a diez meses, repartidos los mismos en tres períodos anuales de cuatro meses el primero y de tres los otros, o de pagar 2.000 pesetas para servir sólo cinco meses, divididos en dos períodos de tres y dos meses

Algo de ello se intuye gracias a la documentación militar que se conserva, ya que ésta comienza con la cartilla propia de un soldado raso, en la que se aprecia que Jaime Renobell era un “mozo del primer reemplazo de 1933”, que ingresó en filas el 2 de enero de 1934. En medio una foto sin fecha definida, donde se le puede ver luciendo el uniforme de sargento de artillería, y un año después, el 10 de enero de 1935, otro nuevo Documento Militar de Identidad, confirma que Renobell ya es en aquel momento Alférez de Artillería, E.C., iniciales que posiblemente indiquen su pertenencia a la Escala de Complemento, como muchos otros jóvenes que poseían estudios, documento que firmaba el General jefe de la 4ª Brigada 8.

Debió ser por ello, que al producirse el inicio de la guerra civil española en julio de 1936, Renobell fue llamado a filas con su quinta el 30 de septiembre de 1936, momento en que el ejército le mantuvo su grado de alférez. Siendo su primer destino la todavía nonata batería de costa de Vilanova y la Geltrú, lugar donde no tardaría en conocer a su novia María Rosa, que con los años será su esposa. Y en aquel mismo destino permaneció de servicio permanente desde aquella fecha hasta su marcha definitiva al frente de Aragón en la medianía del mes de febrero de 1938, y muy posiblemente a causa de la radical reforma que sufrió la batería.

La Batería de Costa de Vilanova

La Batería de Costa de Vilanova i la Geltrú a la que fue destinado Renobell, quedó emplazada y lista para su uso en los finales de 1936, y a sus inicios estaba compuesta por cuatro cañones de 150 mm, que llegaron a su destino arrastrados por medio de tractores y recibidos con entusiasmo general por la población local. Unidad que pasó a ser la 8ª Batería de Costas.

Sin embargo al producirse una reorganización de la artillería de costa del litoral catalán en noviembre de 1937, a dicha unidad se le cambió de nombre, pasando a ser la 11ª Batería de Costa. Momento en que el mando superior tuvo la idea de suprimirla, finalmente se reconsideró el asunto, tomándose la decisión de mantenerla en su sitio, eso sí, recortando el número de sus piezas. Reducción que conllevó que la batería pasara de estar formada por cuatro piezas de 150 mm, a tener tan solo dos piezas del mismo calibre.

Recorte que tuvo como consecuencia inmediata la reducción de la plantilla de servidores, o su nueva adscripción sobre el papel a un denominado Grupo Móvil Pesado, unidad de la que pasará a formar parte juntamente con la 31ª Batería de la Ámetlla de Mar, en aquel caso con sede en Mataró. Con el tiempo, las dos piezas restantes acabaron por abandonar de forma definitiva Vilanova el 30 de diciembre de 1938, al pasar a unificarse junto con las piezas de Malgrat de Mar y Sant Feliu de Guíxols, formándose con todas ellas otro nuevo Grupo Móvil, creado a toda prisa ante la ofensiva que estaba desarrollando en aquellas fechas el ejército franquista.

Dicha batería, que estaba situada en la Punta de Sant Gervasi, en su tiempo de vida útil llamó mucho la atención, ya que estando de cara al mar, estaba decorada con pinturas de camuflaje y guarnecida de fornículas9, en las cuales se plantaron atzavares10 y otras plantas tratando de disimular de aquel modo la evidente obra militar. Era tan llamativo el lugar que un oficial inglés que recorría la costa catalana durante la primavera de 1937, redactó un informe para su ejército, en el cual describía aquella obra al encontrarla original y más propia de artistas que de militares11.

En el frente de Aragón

Renobell tras ser destinado al frente de Aragón, y llegado a Lérida el 15 de febrero de 1938, recibe la noticia que ha sido destinado al Xº Cuerpo de Ejército. Trasladado al día siguiente a Barbastro, se dirigió a las Oficinas de Artillería, presentándose ante el capitán Antonio Bueno12 que le informó que debería presentarse en Boltaña, donde estaba en aquel tiempo el puesto de mando de la unidad, un lugar situado a 70 kms del frente de guerra. Y para allí marchó en un convoy con municiones de artillería, munición que él de forma jocosa denomina “pepinos”.


2.- Dibujo de Renobell en Aragón Familia Renobell.

A su llegada le presentan al jefe de su batería, llamado Ferrer13 y a otro llamado Clemente, que resultó ser un antiguo suboficial de suyo, de cuando había realizado su servicio militar obligatorio en el 7º Regimiento de Artillería Ligero en Mataró. Recién llegado a su destino, aquel mismo día le tocó entrar de servicio, participando en los disparos que realizó su batería contra el enemigo situado en Caldearenas, lugar próximo a la línea férrea de Huesca a Jaca.

Al día siguiente su batería recibió orden de moverse para bombardear desde otro asentamiento. Momento en que Renobell descubre que su batería, en aquel caso la 7ª, de la cual nunca mencionará el sobrenombre por el cual era más conocida, solo tiene entonces tres cañones, en lugar de los cuatro reglamentarios, un tiempo más tarde se pudo reponer la falta. Al realizar la operación, su batería sufre por la tarde fuego enemigo de contrabatería, con la consiguiente caída de los proyectiles enemigos a menos de 1.000 mts de su posición.

Al regresar a la base, en su caso al pueblo de Lasieso (Huesca), lugar formado por cuatro casas mal contadas, Renobell explica en sus Memorias lo que él denomina la “Colectividad” que tienen montada en la Batería. En aquel caso compuesta únicamente por los oficiales y los especialistas, como eran los maestros ajustadores, herradores, guarnicioneros, o practicantes, o el propio Comisario político de la unidad. “Hemos formado un grupo que además de comer y pernoctar juntos, nos dedicamos a recorrer los pueblos y buscar comida para los días en que ésta resulta insuficiente (que son los más) hacernos nosotros por mediación de nuestro ordenanza, algo más huevos fritos, de jamón, o de tocino etc. O sea que gracias a esto podremos comer bastante bien”.

El Observatorio y el Servicio de Información

Otro de los días lo destinan de servicio al denominado Observatorio de artillería, componente fundamental en aquellos días para el buen servicio de cualquier batería, al estar situado el mismo camuflado en lo alto de un pico, a poder ser elevado, y donde dando vistas al enemigo, había siempre instalado un teléfono, entonces con cable, que comunica directa y de forma permanente gracias a la mediación de una centralita telefónica, con el servicio de Información del Cuerpo del Ejército correspondiente, con el mando de fuego de las piezas, con el campamento base, o con el estado mayor de Boltaña etc. En aquel servicio además del Oficial de guardia de cada día, hacía falta siempre un telefonista y un buen observador. Dicho servicio de observación consistía en reportar cada dos horas el parte del enemigo y de sus actividades al mando. Rutina que Renobell consideraba molesta, al referir “que por cierto es un servicio bastante molesto pues hay mucha actividad”.

Y a modo de justificación decía: “Hoy la estación de Caldearenas, que es la estación hasta donde llegan los trenes que van de Huesca-Jaca, y por este motivo además de tener que anotar las entradas y salidas de estos ferrocarriles, con las unidades tanto de carga como de pasajeros que entran y salen, hemos también de dar parte del movimiento de mulos, jinetes, coches y grupos numerosos de gente que entra y salen de la citada localidad, nada que en todo el día no paras. Además hay unos pueblos que son Estallo, Latre, Sieso que convergen todos en Caldearenas por el motivo de tener la estación, en fin que hay más transito que en las Ramblas de Barcelona.”. Historia que hoy permite conocer el cómo funcionaban los servicios de información militar de aquel tiempo.

El hundimiento del Ejército del Este

El 20 de Marzo, Renobell es llamado por Ferrer su jefe, para que lo acompañe a una posición cercana al pueblo de Avenilla, a dicha visita se une también Sánchez el comandante del Grupo. Llegados a su destino le presentan a un tal Sorribas, jefe de la 9ª batería de Montaña, hermana de Grupo con la suya, y los cuatro juntos se pasean por aquel frente visitando las primeras líneas batidas por fusilería y ametralladoras enemigas, calificando a aquellas posiciones de las mejores que hasta entonces había visto, recorriendo de paso el futuro emplazamiento conjunto de las dos baterías, nombrado Leciñosa, con vistas a una futura operación.

Al día siguiente, ya de nuevo en su posición, Intendencia reparte entre los artilleros caretas anti-gas, que afortunadamente nunca utilizaran, o se les avisa de que no tardaran en llegar más artilleros procedentes de otras unidades, y con ellos la pieza que les falta para completar los cuatro cañones de la unidad. Cosa curiosa en aquellos días, es que Renobell escribe a su novia con papel-sobre del Socorro Rojo Internacional (S.R.I.) Pocos días más tarde, el 27, reciben la orden de evacuar el Pueblo de Lasieso, su base permanente hasta aquel entonces, al haberse iniciado lo que más tarde se conocerá como el “Hundimiento del Ejército del Este”, iniciando por ello la batería su retirada camino de Boltaña.


3.- Sobre Carta desde el frente Familia Renobell.

El 28 por la mañana, por precaución, emplazan las cuatro piezas, con vistas a la carretera, con la intención de protegerse ante cualquier intento del enemigo. Poco después se inicia una evacuación general que Renobell califica como “Un espectáculo grandioso, pero triste. Parecen grandes caravanas de gitanos, tribus emigrantes, la infantería con sus fusiles al hombro y sus macutos, mochilas, sacos, mantas, etc. Los zapadores con sus palas, sin descuidar tampoco todo su equipaje bastante más voluminoso por cierto, seguidos de la intendencia, sanidad, camiones, ganado, de ovejas, cabras, reses. Y muchas familias con sus carros completamente cargados, con lo más querido útil y necesario, seguidos de mujeres ancianos y niños.”

Aquel mismo día la batería logra llegar a Boltaña, pero por la noche, dado el mal estado del camino. Población en la que había estado largo tiempo afincado el mando de la 43 División. A su llegada se decide que la batería acampe al otro lado del río, quedando en la espera de órdenes. Unas horas más tarde se une a ellos la 9º Batería, su hermana en el Grupo. Pero la estancia dura muy poco, porque la 7ª no tarda en recibir orden de partir con dirección a Guaso, pueblo muy próximo a Ainsa.

En franca retirada

Y es en aquel momento cuando la tropa empieza a ser consciente de que a lo mejor están incomunicados de su retaguardia, dado el fulgurante avance del enemigo, y por lo mismo Renobell escribe sentencioso: “Que solo nos queda una salida y esa está por Bielsa y la dirección es Francia”. Pesimismoque no le resta el continuar escribiendo cartas a su novia o a sus padres, con la esperanza de que les puedan llegar.

El mismo día de la llegada a Guaso, y ante la grave situación del frente, los jefes de la unidad deciden reunir a la población con la intención de convencerla de la necesidad de evacuar el pueblo ante la inminente llegada del enemigo. Y la respuesta que da el alcalde, en nombre de los vecinos, es digna de figurar en mármoles y bronces: “Hombre viejo y trasplantado, antes muerto que evacuado”. Al amanecer se da la orden de que con las dos baterías, se forme un semicírculo en la entrada el pueblo, y dando frente al enemigo apunten en dirección Sur hasta nueva orden.

Tras el fracaso de la propuesta de evacuación, a la que solo se prestaron unas pocas familias, el mando decide entonces ponerse serio dando una orden pensando en el futuro, ya que se decidió que todo lo que fuera comestible, o sea principalmente el ganado, sería incautado y retirado inmediatamente del pueblo por el ejército. Con la excepción de la cantidad que se considerase necesaria para la manutención de los que tenían pensado quedarse en él a esperar al enemigo. Y la respuesta de los implicados fue el silencio más absoluto.

Política de requisa que se practicará en todos los pueblos por los que se pasa. Al estar pensada como medio de conseguir reforzar la intendencia de la División, con vistas al tiempo futuro, y más aún al haberse perdido el contacto con su retaguardia, que en su caso era la que debería abastecerlos de armas, munición, medicamentos o comida, como era el caso.

Aparece la aviación

Ante el cariz que toma la situación Renobell escribe: “nuestra situación es más comprometida de lo que parece, pues solo tenemos una salida y además muy mala”. Al amanecer del día 1 de abril, se vuelve a emplazar la batería, al observar en la lejanía varios ataques y bombardeos de artillería enemiga. A media mañana aparecen sobre ellos 3 trimotores enemigos de bombardeo que descargan muy cerca del pueblo, alcanzando las posiciones más rezagadas de la infantería republicana, el milagro fue que los aviones no habían visto la batería, que no estaba camuflada, “porque si no estábamos fritos”, resume Renobell.

Desde su posición observan durante toda la tarde cómo las fuerzas republicanas bajan a la carrera por la cuesta de Boltaña, perseguidas de cerca por el enemigo. Al caer la noche a la unidad se agregan 12 conductores más con sus correspondientes mulas, pasando la batería a tener un total de 100 y pico de mulas y 140 y tantos artilleros: “no sé cómo nos vamos arreglar para alimentar tantas mulas y tanto personal”, escribe taciturno Renobell. A media noche se dejan oír tres grandes detonaciones. Y por un momento el personal cree que es la artillería leal que está disparando. Más tarde se sabrá que el ruido obedecía a que los zapadores leales habían volado el puente de Boltaña sobre el río Ara, con la intención de retrasar el avance de los perseguidores.

Los primeros combates

Con las primeras luces hacen aparición sobre la cresta de la cuesta de Boltaña, fuerzas de infantería, camiones y artillería enemiga acompañados de múltiples banderas bicolores. Por lo mismo se da orden a la batería de efectuar fuego sobre ellos. Fuego que alcanza de lleno a uno de los camiones, cuya explosión provoca que las fuerzas enemigas huyan a la desbandada. Poco tiempo después, reorganizado de nuevo el enemigo, emplaza sus máquinas y su artillería inicia un intenso fuego sobre las posiciones republicanas. Disparando también con las ametralladoras sobre el emplazamiento de la batería, produciéndose numerosos impactos sobre los parapetos o en los arboles más cercanos, tras los que se tratan de proteger. Tras unos momentos de calma, que dura hasta las 11 h., el enemigo cambia de táctica pasando a usar la artillería, cuyos proyectiles caen a escasos 100 metros del emplazamiento republicano.

Por su parte la infantería enemiga intenta en aquel momento apoderarse a toda costa de Boltaña, para lo cual en lugar de bajar por la carretera que está batida por el fuego republicano, se distribuye por los barrancos, a derecha e izquierda. A las 15h. se ve a la infantería enemiga, que después de un intenso bombardeo sobre Guaso, su anterior emplazamiento, baja tranquilo por la vaguada hasta la pasarela del Hospital de Margudgued.

Ante el inminente peligro de poder quedar cercados, la batería se divide en dos secciones, una más adelantada que otra, y continúa el fuego a discreción sobre el enemigo, al poco tiempo la artillería y las ametralladoras enemigas empiezan con sus fuegos a amenazar gravemente la futura retirada de la batería. Retirada que tiene lugar de forma escalonada, recuperando todo lo que se puede, pero dejando atrás, múltiples impedimentas, como macutos o mantas. Reconociendo Renobell que él que tiene la suerte como oficial de ir a caballo, por ello se junta con otro compañero, y ambos se entretienen un breve tiempo con la intención de recuperar algo entre lo abandonado. Búsqueda que reportó un triste balance, al conseguir sólo un frasco de colonia y un “pañuelo muy bonito”, pero nada de comida y menos aún de bebida.

Mientras la unidad se retira, las baterías enemigas, en su caso dos, dotadas con cuatro piezas cada una, con sus disparos van “dibujando” el camino, al estar la salida enfilada por el fuego enemigo, cayéndoles los obuses a menos de 30 metros, y los cascos de metralla a unos 3. Según Renobell fue “una retirada apoteósica”, en la cual por fortuna no sufrieron baja alguna, y tan solo resultó herido un mulo. Por el camino se fueron encontrando con fuerzas amigas de infantería, que habían salido a la desbandada de Boltaña, explicando los infantes que el enemigo ya había tomado el pueblo y que casi los habían “copado”, de ahí los rostros descompuestos que traían muchos de aquellos hombres.

Camino de Bielsa

En su interminable marcha se dirigen a Labuerda, un pueblo situado a 5 Kms. de Ainsa, que por cierto ven que está ardiendo, lugar donde llegan a las 22h. Acampados en las proximidades dan de comer al ganado y los hombres descansan hasta las 2 de la madrugada, hora en que de nuevo se reanuda la marcha con dirección a Bielsa. El día 3 la batería se dirige a San Vicente, un pueblo situado por encima de Labuerda, por un camino infernal y desde allí aprovechan para cañonear Boltaña, sin resultado práctico al no tener un buen observatorio. El terreno resulta infernal, y los mulos parecen cabras con sus saltos. Baile de San Vito que lleva a Renobell a la conclusión, que de continuar en el sitio unos días más, se van a quedar sin mulos. De hecho uno de los caballos ya está inservible, al tener una enorme rozadura en las carnes, de hecho desde que habían salido de Boltaña, mejor dicho de Lasieso, se puede decir que no se le había quitado la montura.

En aquel momento hace dos días que la unidad sólo come tocino y gallina, que es todo lo que sacan de graso, ya que el pan está racionado. Según Ferrer, su jefe, la situación es muy crítica. Por la noche en medio de un viento huracanado y gélido, se procede a trasladar la batería un km. más arriba de donde estaban al principio, el personal está muy cansado y con signos de desmoralización, pero aguanta. Estando allí se les unen fuerzas de infantería, y Renobell montado a caballo parte con la intención de ponerse al día en todo lo que hace a la posición real que ocupan en aquel momento las líneas propias, al haber caído en manos del enemigo tanto Ainsa, Laguarta o San Vicente etc., y con el enemigo a menos de 1.600 mts.

La siguiente mañana amanece tranquila y la batería continúa acampada junto a la infantería. Momento en que el puente sobre el río Cinca en Ainsa salta por los aires al ser volado. Y Labuerda en la lejanía está ardiendo. Ante la situación, Clemente y Renobell hacen ver al mando propio la conveniencia de retirar la 1ª Sección a un monte situado un poco más atrás, pero el mando les deniega la petición. Lo que motiva que Renobell escriba que: “me parece que de esta no salgo”. Por la noche todo son rumores.

Otro día más y continúan en la misma posición. Pero con una Sección apuntando en dirección a la carretera de Ainsa y con la otra, situada a su derecha, apuntando sobre unas posiciones que dominan San Vicente, a modo de prevención. A las diez se puede ver desde el Observatorio como varias compañías enemigas con las banderas ondeando al viento se dirigen a Labuerda, desplegadas en guerrilla. Se abre fuego sobre ellas con la 2ª Sección pues vienen de Ainsa, a su vez la 1ª abre fuego sobre las otras posiciones. Fuego intenso que no interrumpen ni para comer.

Al bajar para relevar a un compañero de la 2ª Sección, Renobell escribe que las balas enemigas silban sobre el emplazamiento, por lo que el personal tiene que actuar agachado. El cañoneo republicano dura más de 3 horas con intervalos, tanto es así que a la tercera se agota la munición, teniendo que pedir más.

Embolsados

El día 6 recibe orden de su jefe Ferrer de trasladar la 2ª Sección a una loma que hay más a retaguardia, y cargando dos piezas Renobell marcha con ellas. En aquel momento la artillería enemiga que está haciendo fuego sobre las posiciones de la infantería, descubre a su grupo en el momento preciso de salir, y se inicia sobre ellos también el bombardeo, pero la Sección tozuda continua adelante. Renobell a pie y portando el caballo por la brida, en su camino tiene que lanzarse al suelo, en unas cuantas ocasiones, al estallar 5 o 6 proyectiles a menos de 10 metros, consiguiendo al final salir ileso del camino. Momento en que eufórico monta su caballo y parte al galope tendido cuesta arriba.

Después sabrá que la batería enemiga que los hostiga desde Ainsa, tiene un alcance de 10 a 12 Kms. La 9ª batería republicana, que entonces está emplazada al otro lado del río, también se ha pasado todo el día disparando. Por su parte la sección de Renobell está emplazada en un sitio fantástico, y la única pega era “que si viene la aviación lo vamos a pasar muy mal al no estar cubiertos”. En otro orden de cosas, a la vista de las carencias, los artilleros se dedican, en sus ratos muertos, a requisar y coger todo lo comestible y bebestible que encuentran en un pequeño pueblo cercano a donde han emplazado la batería, llamado Muro de Bellos.

El día 13, la batería de Renobell se desplaza asentándose próxima a la orilla del Cinca, situándose a 19 Kms. de Bielsa y a 6 de Lafortunada. El 14 cae a manos del enemigo el pueblo de Muro de Bellos, a pesar del intenso fuego conjunto de su batería y de la 9ª, que han hecho fuego indiscriminado sobre dicho pueblo, calculando que la Artillería enemiga ha debido efectuar aquel día unos 3.500 disparos, y el día anterior “tres cuartos de lo mismo”. Mientras tanto todos los pueblos de la retaguardia republicana se van evacuando ante la proximidad del frente.

Abandono que cuando hay un respiro los artilleros aprovechan para ver si se puede recuperar algo, y no quedan defraudados, al encontrar abandonados en ellos, tanto pan, judías, garbanzos, como mulos, etc. todo tirado y revuelto, y en uno de aquellos pueblos encuentran a una pobre anciana, que conserva todavía un famélico burro, pero que al ver al telefonista de la batería, le dice que por el bien del animal se lo lleve, y el muchacho sin dudarlo lo ha traído a la batería. Por supuesto Renobell también participa en aquellas expediciones, admitiendo que él: “solo he cogido un poco de pan, garbanzos y manteca”.

Se reparte la artillería

El día 16 la 9ª batería pasa destinada al pueblo de Plan en el valle del Cinqueta, y se despliega muy próxima a las líneas enemigas, situadas en su caso al otro lado del Collado Sahún. En los días sucesivos, a la batería de Renobell se agrega personal procedente de otras unidades, incluso dos choferes de la propia batería, que en su caso conducían el Ford V8 Roadster y el del camión Chevrolet, pues sus vehículos ya no tenían gasolina, y por lo mismo habían recibido orden de quemarlos.

Una noche por un oficinista que había que en las dependencias de artillería asentandas en Salinas, se enteran que se están quemando ficheros “y todo lo que pudiera comprometer”, e incluso se plantean quemar las maletas o los macutos de la gente de la batería. Medida que molesta a Renobell, al tener la suya propia en aquel depósito. El día 21 Renobell tiene noticias de que al Jefe de la 43 División, “El Esquinazao” lo han ascendido, “de comandante que era, lo han ascendido a Teniente Coronel”.

La frontera francesa está cerrada, y según dicen los rumores que corren, desde Francia les van a enviar harina, café, tabaco, leche, etc., y se cree que también material de guerra, morteros, munición y no sé sabe cuántas cosas más. Por lo mismo los conductores de la 2ª Sección que estaban de descanso, han sido enviados aquel día hacia Francia, para traer aquellos supuestos suministros. Por la tarde el que viene es el Comisario del Grupo que les trae tabaco, tocando por cada hombre medio paquete, teniendo en cuenta que el tabaco francés vale a 2 francos y medio el paquete, y es de hebra.

Bombardeos de centros urbanos

Al parecer ya se a aclarado lo de los aviones que se habían visto pasar, que como no podía ser menos, eran fascistas y que han ido a bombardear Bielsa ocasionando 5 muertos y varios heridos. En cuanto a las octavillas que también han tirado, Renobell todavía no sabe lo que se decía en ellas. Entre las novedades un artillero ha recibido carta de Barcelona vía Francia, y según se dice en la carta, en un periódico, no se sabía si era “La Vanguardia” u otro, han puesto un aviso que indica la manera de poder tener noticias de la División 43, dando la dirección de la misma manera, que resulta ser la misma que se ponía en Lasieso, es decir 7ª Batería Montaña. Base 8ª C.C. nº 10.

Al final de abril el enemigo por las noches inicia sesiones de altavoz, con largas charlas, o lanzando mensajes que aconsejan se pasen o se rindan, y en algunos momentos también ponen música española. El día 25 de abril a las 11h. aparecen 4 trimotores que bombardean las posiciones de Laspuña y Belsierre, y tras evolucionar sobre la batería un par de ocasiones, les lanzan unas octavillas que dicen: MILICIANOS DE LA 43 DIVISION Vuestros Jefes, a los que inconscientemente obedecéis, tratan de cometer con vosotros un crimen y que nosotros no queremos consumar. Os ocultan vuestra situación desesperada qué vais a ….”

Aquel mismo día Renobell junto con gente de su Sección marchan a la retaguardia con permiso a descansar en Salinas, donde podrán reponerse durante ocho días. Allí comen como nunca e incluso pueden dormir en una cama de verdad, e incluso organizan un baile con un par de instrumentos, para 60 artilleros y 6 jovencitas. El entorno del pueblo está cubierto de nieve recién caída. Se hospedan en casas particulares, donde los cuidan las mujeres de la casa, muchas de ellas con el marido o sus hijos en el frente. Cuidados que al marchar los agraciados pagan a su libre albedrío, siendo generosos en función del trato de la familia, ya que dinero en metálico no les falta.

El mes de mayo transcurre con más de lo mismo, bombardeos de todo tipo, lanzamiento de octavillas desde los aviones y altavoces nocturnos. La munición de artillería está en las últimas y por ello racionada, La buena noticia es que les llegan cartas de España, procedentes del Consulado español de Tarbes, que hace de estafeta. Un día de aquellos regresan los voluntarios que fueron a Francia, volviendo con cuatro cosas y de todo lo prometido nada de nada. La comida empieza a escasear. En particular el pan, motivo por el que se decide en la batería enviar voluntarios a buscar comida por los pueblos circundantes, haciendo escapadas que a veces logran traer algo que llevarse a la boca. Lo que de vez en cuando se reparte es tabaco, generalmente francés.

Ofensiva y visitas importantes

El 15 los fascistas les anuncian a bombo y platillo una gran ofensiva. Ante aquella provocación, el mando republicano urde un plan, por ello simulan abandonar algunas posiciones de primera línea, y para hacerlo evidente se incendian algunas cosas, o se realizan ostensibles movimientos de coches, arreglando todo de forma y manera como si realmente se hubieran ido de las mismas. Claro está, al día siguiente, creyendo que allí no había nadie, fueron los fascistas tranquilamente a ocuparlas. Historia que Renobell recoge: “se armó un cisco de Padre y muy Sr. mío, la Batería nuestra creo que hizo unos 10 disparos, y el enemigo hizo fuego de contrabatería, cayendo los obuses casi en el mismo emplazamiento

Un día más tarde en la batería se tienen noticias de la visita a Bielsa del Dr. Negrín, presidente del gobierno y del general Vicente Rojo, jefe del estado mayor, y todo fueron especulaciones. Mientras tanto en los puertos continúa cayendo la nieve y en los valles cae la lluvia de forma torrencial. El 20 el mando republicano da orden de requisar toda la harina que hubiera en las casas particulares, con la intención de poder dar pan a los combatientes. El 25 la batería presta casi 50 mulos para marchar a Francia en busca de harina, dado que ahora toca un pan por cada cuatro combatientes. El 27 vuelve a nevar copiosamente, y se observa un constante trasiego en las líneas enemigas, indicativo de que prepara algo gordo. La aviación enemiga si el tiempo es bueno, se dedica a bombardear de forma metódica.

A la vista que a las dos baterías, la 7ª y la 9ª ya casi no les queda munición y que no se espera poder reponerla en el futuro, se decide racionalizar la unidad. Por ello el día 29 el mando del Grupo decide crear con los hombres sobrantes una compañía de “fusileros”, compuesta por 120 combatientes, que se formará con el personal de ambas baterías, en todos los casos con voluntarios los soldados y los cabos, y si no hay los suficientes serán obligatorios. Mientras que los oficiales lo serán por designación. Por ello algunos de los compañeros de Renobell marchan con la compañía de Artilleros fusileros, salvándose en su caso de pasar a “fusileros”. Aquel mismo día se hacen efectivos entre la tropa los salarios correspondientes a los meses de Marzo y Abril, y las dietas si correspondían, prueba de que la burocracia militar sigue funcionando.

A falta de fotos…

Al iniciarse el mes de junio, Renobell reconoce llevar más de 10 días sin poder lavarse y su espíritu está de bajón al afirmar que: “no sé porque me parece que de esta no salgo y que probablemente iré a Infantería… asaltar los parapetos no me convence mucho, pero en fin, un día u otro hemos de morir, pero me sabría mal morir tan joven.”. El día 3 se les da a todos los combatientes un trocito de “jabón” para que puedan lavarse, “que buena falta nos hacía, pues desde que salimos de Lasieso que no nos han dado”. Sigue lloviendo y Renobell ya lleva 16 días sin afeitarse, “llevo una barba que parezco un Mohamed”. Momento en que hace su aparición por la batería un dibujante, con la intención de hacer una “panorámica” del frente, pues en el mando no tienen una máquina fotográfica, personaje que se brinda a hacerle un retrato a lápiz que remitirá ufano a su novia, pero que en realidad fueron dos.

La ofensiva final

A partir del 7 de junio vuelve a reaparecer la aviación enemiga de bombardeo, pero entonces en masa, al estar formada por grupos de 7 a 9 aparatos, en misiones de mañana y tarde, y algún día hasta tres veces, bombardeando sin piedad Bielsa, Salinas y Plan también el día 8. El 9 la que entra en escena es la artillería enemiga, con tres baterías que bombardean en principio Belsierre y Puyarruego, lanzando al final del día unos 3.000 cañonazos, por 5 que puede devolver la sección de Renobell. Por la tarde los fascistas se dedican a bombardear la falda y las vertientes de la Peña Montañesa.

Al día siguiente aparece de nuevo la aviación, en su caso 9 trimotores que bombardean intensamente y con bombas de gran calibre Sta. Justa y Hospital de Tella, Actividad tras la que se intuye otro nuevo ataque enemigo, y en efecto sobre las 12 horas por la parte inmediata inferior de la Peña Montañesa, ven banderas españolas que avanzan, sin apenas ser hostigadas, y por ello la ocupan sin restistencia, dado que las tropas republicanas ya habían abandonado la posición la noche anterior, pues después del furioso bombardeo de artillería por la tarde, se había librado un gran combate, casi al oscurecer, del que se pudo oír un intenso fuego de ametralladoras, fusilería y de bombas de mano.

Como resultado de aquella ocupación, la batería de Renobell ha quedado al descubierto, y por la mañana para postres Renobell tiene que hacerse cargo de la misma, estando la batería en situación muy comprometida. Momento en que desde la 130 B.M. se le pide si puede realizar unos cuantos disparos para cubrirlos, haciéndoles ver Renobell el peligro que ello supondría, pues a simple vista el enemigo tiene a tiro su batería, lo que significaría su destrucción. En resumidas cuentas, Renobell no hace fuego. Por la tarde, el enemigo con disimulo va avanzando y ocupando poco a poco pequeñas posiciones, y acercándose mucho a las principales trincheras republicanas, sin disparar ni un solo tiro nadie. A las 15h. hacen su aparición 6 aviones biplanos de pequeño bombardeo, que ametrallan las posiciones republicanas de Belsierre y Puyarruego14. Acto seguido comienza un nutrido fuego a cargo de 3 baterías fascistas reforzado por un sinfín de morterazos, y a las 20h. se inicia el ataque principal, momento en que las máquinas republicanas contestan.

Combate que describe Renobell: “¡Que espectáculo más grandioso y criminal al mismo tiempo! Los fascistas acercándose a nuestros parapetos y nidos de máquinas, arrastrándose como reptiles y los nuestros tirándoles. Han hecho más de 3.000 disparos sobre nuestras trincheras de 500 m longitud, allí era imposible estar, y sin embargo aguantaban los nuestros, “les llaman héroes a los de la 43, pero sí que lo son, hoy lo han demostrado. Creedme hay para descubrirse ante estos gigantes”.

Se repliega la batería

A últimas horas y ya con el crepúsculo, el enemigo ocupa Puyarruego, y la batería de Renobell sólo ha podido realizar 9 disparos. Cuando ya habían terminado de ocupar el pueblo, vuelve la aviación a las 6 de la mañana bombardeando de nuevo, y de paso se entretiene ametrallando las posiciones republicanas más próximas.

El día 11 se sabe por un compañero que ha estado en Plan, Salinas, y Sin, que en aquel sector se han producido, los dos días anteriores grandes combates por su posesión, y que el enemigo ya ha ocupado San Juan de Plan y Plan. Ataque franquista, que lo mismo que el anterior, ha estado protegido por la artillería y la aviación, habiendo momentos que en el cielo tenían más de 20 aparatos de bombardeo.15 Al día siguiente se decide emplazar más arriba la batería, llevándose a los mulos a unas casas situadas por encima de Bielsa. Los pobres animales están que no se aguantan, puesto que llevan un par de días sin comer nada. En el camino uno ha caído al río y se ha ahogado, y dos de los oficiales han perdido sus respectivos caballos, otro mulo se extravía, y el caballo de Renobell, según como, empieza a fallar.


4.- Uno de los cañones en Francia Museo de Bielsa.

A las 10 de la mañana, ante los ojos de Renobell una vez más vuelve a pasar el terrible espectáculo de la retirada, esta vez con muy poca o casi ninguna participación de población civil. Viéndose carros, camiones, y mulos todos cargados al máximo, y con una carga tan heterogénea como voluminosa, a los que acompañan grandes rebaños de ovejas, vacas, etc., Por todos los pueblos que pasan, Bielsa incluida, ya están abandonados por sus moradores.

El 13 siguen en el mismo sitio y todo continua igual, menos mal que allí no se está del todo mal, pues allí hay un pequeño prado y también una gran roca que les sirve de refugio natural contra la aviación. Aviación que aquella mañana ha venido con el único propósito de bombardear Bielsa, y ellos lo presencian al estar a unos 3 kms. El resto del día se combate con extrema dureza, al atacar el enemigo de forma incesante por la parte de Saravillo y por Lafortunada, y en ambos sitios están en los túneles. Les llega la noticia que la central eléctrica de Lafortunada ha sido volada, dicen que con un montón de dinamita16 .

El 14 la batería continúan en el mismo sitio, pero la noche pasada decidieron reforzar la guardia, ante el temor de que el enemigo se pudiera infiltrar por su flanco derecho, es decir por encima de Sin y les cortara la retirada por Bielsa, ya que en ese caso estarían perdidos, tanto ellos como las Brigadas 72 y 130. Pero afortunadamente no ha ocurrido nada. La aviación enemiga vuelve a aparecer ametrallando y bombardeando con intensidad el cruce de Salinas y un monte situado por encima del mismo, según Renobell, son unos 15 aparatos de bombardeo ligero, y el cañoneo continua intenso.

Se inicia la retirada

Poco después empieza de nuevo el desfile, pero esta ocasión más trágico que ningún día, ya que las ambulancias no cesan de pasar hacia arriba y abajo, y los camiones lo mismo. Sobre las15h. inicia la comitiva la Intendencia, seguida de la Sanidad, etc., todos ellos cargadísimos con caras y gestos descompuestos, van arrojando a su paso todo lo que les impide poder correr más, a los de la Batería les han dado azúcar, carne en conserva, pan, etc., macutos y mantas se han tirado también bastantes, más tarde han empezado a pasar fuerzas de Infantería, que si no corrían más era porque sus fuerzas ya no les daba más de sí. Y la batería sigue a la espera de una orden de salir que nunca llega. Los que marchan hacia a la frontera francesa, los miran admirados de la tranquilidad que aparentan los artilleros.

Lo que más impresiona a Renobell es ver a los heridos que llevan en los mulos, o los que van por su propio pie, que apenas pueden andar. En el momento en que estaban empezando a cenar, llega una orden urgente del Grupo de salir de inmediato, dejando sobre el terreno todo lo que no pudieran acarrear, por lo que salen a la carrera. Por el camino entablan conversación con gentes de infantería, los cuales no cesan de repetir: ¡No puede ser! ¡¡La artillería nos ha deshecho!! Meten los proyectiles donde quieren, de los parapetos no ha salido nadie, los ha sacado la artillería. Pero por el aire!!

Salen formados en grupos de cuatro a cinco, precaución inútil, pues la carretera es toda ella un enorme cordón continuo de gente, de mulos, o de carros. En Bielsa se encuentran con un conglomerado de mulas sanas, autos, camiones, ambulancias, heridos, y etc., pudiendo escapar del embrollo, gracias a tener orden de ir con las piezas hasta Parzán, al llegar al sitio los mandan subir más arriba, o sea a Hospital, lugar que está situado al pie del Puerto, donde hay unas fábricas de plomo y donde hasta aquel momento había estado el mando divisionario. El espectáculo y panorama global supera todo lo visto hasta entonces.

Llevan las piezas donde ya están las de la 9ª, lo mismo que el resto de la munición restante, acampando en las cercanías de un valle a la otra orilla del río pero a la intemperie. Durante toda la noche no paran de pasar heridos hacia Francia y todo el ganado vacuno y lanar que aún le quedaba a la División17, y lo que más se temía Renobell era el momento en que se encontraran las dos fuerzas republicanas repartidas por todo el sector, es decir las de arriba, que operaban en Plan, San Juan de Plan, Serveto, Señes Sin, etc. y las de abajo, las del sector de Laspuña, Belsierre, Lafortunada, o sea el conjunto de las tres brigadas mixtas que componían la 43 Div., la72, 130, 102.

Lo curioso es que Renobell conozca ya entonces que “La derrota tan grande de hoy se ha de “agradecer” más que nada a la 102 Brigada Mixta, que ha fallado, de todas maneras no hay nada que hacer”. Reflexión que le lleva a la conclusión de que ante la fuerza enemiga no había resistencia posible, ya que según él, el enemigo ataca con una sección, que si caía, entonces mandaba una compañía, y si aquella también caía, mandaban dos, hasta que al final tomaban su objetivo, por puro agotamiento del enemigo.

Tal como él mismo pudo ver durante el combate de Puyarruego, donde habían actuado así, al tomar las trincheras que él estaba observando. Ya que cuando se hincharon a matar gente y se le encasquilló la máquina al servidor republicano, fue el momento en que el enemigo aprovecho la oportunidad para tomarla, y lo mismo sucedió en los parapetos, que tomaban los fascistas una vez se había agotado la munición republicana, sin importarles sus bajas.

Lo que le lleva a glorificar a sus compañeros de infantería: “De ahí que se mereciera el calificativo de Heroica a la 43 División, y la de Héroes a sus componentes. Ya que aquel día los republicanos habían tenido un número considerable de bajas, pero él podía asegurar que por cada uno que ha caído de los nuestros, de ellos han caído 10.”

Rebonell el mismo día tiene noticias de la Compañía de fusileros-artilleros, que al parecer estaban guarnecidos en la parte de los túneles de Sin, y que se están comportando como verdaderos héroes, ya que el día anterior sino hubiera sido por ellos, se cuela el enemigo hasta Salinas, y hasta ahora según cree, solo han tenido tres bajas.

El último día

Día 15 de Junio. Amanece un buen día, despejado y ideal para que aparezca la aviación, y aquella mañana se toma la decisión de preparar todo para volar las piezas de la batería. Por otra parte, le parece que aquel día va ser el último de su estancia en Bielsa. Idea que le hace extremar las precauciones con la aviación, y por eso se acomoda en el túnel de un canal que hay muy cerca de donde están acampados. Aquella misma mañana la pagaduría le hace efectivo el pago del mes de Mayo y las dietas de Abril.

La misma mañana regresa la aviación que por fortuna sólo bombardea Bielsa con unos 15 aparatos, estando ya el pueblo completamente abandonado. A las 12 comienza otro intensísimo bombardeo sobre Bielsa, que Renobell calcula que realizan por lo menos 8 baterías enemigas, suponiendo él que se debe a que se ha producido lo que se temía, que se acaban de reunir en Salinas las dos fuerzas, lo que explicaría el fuego tan intenso que dura más de 2 horas, sucediéndose las detonaciones unas a otras. De resultas de ello sobre las 14 horas han empezado a desfilar las fuerzas restantes de infantería y esta vez con la clara intención de no parar hasta Francia.

Un poco más tarde, Renobell recibe la orden de cargar con una Sección de su batería y la munición si tiene y llevarla hasta Francia. Dicha orden deberá ser ejecutada al anochecer, pero sobre las 16h. ven pasar a Ferrer el jefe de la batería con el resto de la compañía, huyendo también hacia el puerto. Visto aquello toma la decisión de salir pitando, igual que él. Las dos piezas que estaban en Sin, ya se habían bajado oportunamente y las tienen en Hospital, un pueblo situado más arriba de Parzán. Así que a cargar el material todo lo más rápido posible pues el enemigo se les puede echar encima, esta vez el espectáculo está superando todas las veces anteriores, ya que ésta vez va en serio.

La Intendencia que estaba situada en Hospital ha sido saqueada, al repartirse todo, botes de leche, mermelada, cerdo, jabón, tabaco, etc., y a última hora, han arrojado todo el material textil al río. Al igual que la munición de fusilería que se ha tirado toda, al igual que las ametralladoras, y lo único que se ha conservado han sido los fusiles ametralladores, con la intención de poder proteger con ellos la retirada.

A las piezas de la 9ª batería (tres) y las dos que habían en Sin se le vuela las bocas y en un caso se tira al río, llevándose para Francia los cierres. Seguidamente el grupo de Renobell emprende el ascenso al puerto cargando sus dos cañones. Momento en que Renobell se considera afortunado al poder salir de Bielsa montado en su caballo, poco después de su salida se procederá a requisar todos los animales para poder subir con ellos los heridos. El espectáculo es dantesco al ver como suben en las mulas a los heridos, sobre las cuales se habían habilitado antes dos camillas, y colocados un herido a cada lado del animal, que marchaba con un balanceo continuo y con el consiguiente dolor de los heridos. Camino hasta el puerto que a Renobell con su unidad, le costó de subir más de cinco horas, al estar totalmente colapsado. Al llegar arriba empezó a oscurecer, haciendo un frio intensísimo, y para empeorar las cosas, todo estaba cubierto con una niebla espesa.

Estando arriba, cenaron sin medida, leche, melocotón, mermelada y fumando como descosidos. A las 11 horas del día siguiente emprenden el descenso en dirección a Francia, con el camino repleto de nieve, que tenía una altura aproximada de más de metro y medio, tenido que caminar por él resbalando constantemente, y por fortuna no cayó abajo ningún mulo, que además arrastraban las piezas de la batería, Y así estuvieron bajando 4 horas más. Acampando al final en un valle donde ya había gendarmes.

El 16, a primeras horas emprenden de nuevo la marcha, y a los pocos minutos encuentran una casilla donde hay más gendarmes que les obligan a tener que dejar los fusiles ametralladores y la munición, pero a las piezas de la batería no les ponen ninguna pega, así que para abajo con ellas18. Dos horas más de marcha, y llegan a un puente donde los gendarmes los detienen y cachean con más o menos escrupulosidad, y a Renobell al ser oficial apenas si lo registran, pues por no mirar ni le miran el macuto, donde guardaba por si las moscas una granada. Media hora más de marcha y llegan según Renobell escribe a Avignonet (sic) en realidad “Aragnouet” el primer pueblo francés, en donde la Cruz Roja les da algunos paquetes de tabaco y media tableta de chocolate. Concluyendo en este punto concreto las “Memorias”. Ahorrándose así Renobell el tener que explicar la ignominia francesa con su plebiscito de Arreau, o la conducción de la heroica tropa española hasta España en vagones de ganado y con escolta aérea, como si fueran apestados.

Conclusión

Esta nueva versión de la retirada del Ejército del Este o de la Bolsa de Bielsa resulta diferente, al no salir de los despachos del Estado Mayor, ni de los diarios de operaciones de las unidades. Sino del testimonio escrito sin cortapisas de un joven artillero catalán que está sobre el terreno. Por ello se entremezcla su vida personal con su responsabilidad como oficial de una batería, que únicamente depende de sus pobres mulos o de sus ojos, al entrever con ellos desde su Observatorio al enemigo. En su escrito queda a las claras la frialdad del enemigo, a la hora de sacrificar sin medida a sus hombres. Al igual que su gran potencia aérea extranjera, al ser toda de procedencia alemana o italiana. Arma que la República no tenía, salvo los pocos cazas soviéticos que llegaron con cuentagotas. Sin hablar de la artillería del enemigo, también alemana o italiana. Elementos que constatan el lamentable abandono sufrido por la Republica española, por parte de las potencias”democráticas”, que no tardarían en pagar en sus propias carnes la traición a la causa española.

1 A. Gascón, Alfambra, la última carga de la caballería española, serhistorico.net, 02/2020.

2 A. Gascón, La Bolsa de Bielsa. El heroico final de la República en Aragón, Huesca, Huesca, 2005.

3 Ramiro Sobregrau, Diario de Guerra, Diarios 9 y 10.Revista del Centro de Estudios de Sobrarbe nº 12.2, Guerra civil en Sobrarbe 1936-1938, pp. 219-228.

4 Raimon Galí, Signe de Contradicció, El X Cos d´Exèrcit i la caiguda d´Aragó, Barcelona, 1994, Pére Carbonell i Fita, Un estudiant de mestre a l ´Artilleria de L´Exércit Popular (1936-1939), Barcelona 2002.

5 Para más detalles ver, Pedro Torralba Coronas, De Ayerbe a la “Rojo y Negra”, 127 Brigada Mixta de la 28 División, Barcelona, 1980.

6 Desde aquí gracias.

7 Las cartas escritas durante aquel mismo periodo por Jaime a su novia María Rosa fueron un total de 46. Correspondencia que se inició el 15 de febrero de 1938 y concluyó el 9 de junio de aquel mismo año.

8 El General Legorburu Domínguez, personaje que el 19 de julio de 1936 se declaró sublevado en los cuarteles de San Andrés. Apresado y juzgado fue fusilado.

9 Fornículas, hornacinas

10 Atzavares, planta perenne acaule resistente a terrenos áridos.

11 Grup de Recerca e Investigació d´Espais de la Guerra Civil, La defensa de la costa de Vilanova y la Geltrú durant la guerra civil (1936-1939).

12 Antonio Bueno Ferrer era hermano de Mariano Bueno, oficial retirado con la ley Azaña y con la guerra llegó a ser jefe de 130ª Brigada Mixta. Antonio, de profesión ingeniero forestal, con la guerra acabará siendo uno de los jefes de la Artillería. Concluida ambos pasaron exilados a Méjico donde fallecieron.

13 Eduardo Ferrer. era teniente de artillería, procedente de la Escuela de Guerra de Barcelona que en primer lugar fue destinado a Costas, solicitando en marzo de 1937 su envío al frente, tocándole en suerte más tarde mandar la 7ª batería, “La Roja y Negra”, que entonces mandaba el teniente Vilaret, poco después la batería pasó designada a la 43División.

14 Son los Heinkel-45 del Grupo 6-G-15, con base en Castejón del Puente.

15 Muy probablemente Savoia-59 o Junkers 52, muchos de ellos procedentes de Zaragoza o Calamocha.

16 A. Gascón,Puntualizaciones y controversias en torno a la voladura, por las tropas republicanas, de la central eléctrica de Lafortunada (Huesca), Página sbhac.net/Republica, 2016.

17 El ganado se cuantificó en doce mil ovejas y mil doscientas vacas

18 Los dos cañones de su Sección fueron los únicos que se pasaron a Francia por el Puerto de Bielsa, de ahí la admiración de la prensa francesa.

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