Gran Guerra

AZUZANDO EL ODIO: LA PROPAGANDA BÉLICA ANTIALEMANA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Un gran pueblo asaltado por la guerra no debe defender únicamente sus fronteras, sino también su razón. Hay que salvarle de las alucinaciones, de las injusticias y de las estupideces desencadenadas por esta plaga […] .No cabe duda de que si el pensamiento se pone al servicio de las pasiones nacionales puede convertirse en un instrumento útil para ellas, pero también se corre el riesgo de traicionar al espíritu, que no es una parte menos importante del patrimonio de dicho pueblo. Algún día, la Historia pasará factura a cada una de las naciones en guerra y pondrá en su balanza la suma de sus errores, mentiras y odiosas locuras.

Romain Rolland, septiembre 1915.

El escritor, músico e historiador francés Romain Rolland fue uno de los intelectuales europeos que más se posicionó en contra de la guerra y de la ola de nacionalismo que se desató en nuestro continente ya desde el atentado de Sarajevo, que tuvo lugar el 28 de junio de 1914. Ese día el estudiante serbio Gavrilo Princip acabó con la vida de Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona del Imperio austrohúngaro, durante su visita a Bosnia-Herzegovina, que desde el año 1908 estaba administrada por Viena.

Este episodio ha sido tradicionalmente considerado como la chispa que hizo estallar el conflicto bélico y, aunque las causas son varias, no hay acuerdo total entre los especialistas sobre las mismas y menos aún en lo relativo a la atribución de responsabilidades.

En cualquier caso el ambiente que se respiraba en aquellos días no hacía presagiar para nada que, en pocas semanas, el incendio se extendería por buena parte del Viejo Continente,

Stefan Zweig en su obra El Mundo De Ayer. Memorias De Un Europeo (Die Welt von Gestern: Erinnerungen eines Europäers, 1943) describía en estos términos cómo se vivía la coyuntura política en la capital austríaca el día del asesinato del heredero.

Al cabo de dos horas [de conocerse la noticia] ya no se podía observar ninguna señal de auténtica aflicción. La gente conversaba y reía y por la noche la música volvió a sonar en todos los locales. Hubo muchas personas aquel día en Austria que respiraron aliviadas, de escondidas, porque el heredero del viejo emperador había sido eliminado en beneficio del joven archiduque Carlos, mucho más popular.

Semanas después, durante unos días de vacaciones que cada verano pasaba en Le Coq, un pequeño balneario cerca de Ostende, en la costa belga, el escritor vienés apreciaba el mismo ambiente despreocupado, a pesar de los amenazadores titulares de los periódicos.

También en Le Coq, el pequeño balneario cerca de Ostende donde tenía intención de pasar dos semanas antes de alojarme, como cada año en la pequeña casa de campo de Verhaeren, reinaba la misma despreocupación. Los veraneantes estaban tumbados en la playa bajo sombrillas de colores o se bañaban, los niños hacían volar cometas, los jóvenes bailaban en la escollera delante de los cafés. Todas las naciones imaginables estaban allí reunidas. Se oía hablar sobre todo alemán porque, como cada año, la vieja Renania prefería enviar a sus veraneantes a las playas belgas. El único estorbo procedía de los chiquillos repartidores de prensa que, para vender, se desgañitaban anunciando los amenazadores titulares de los diarios de París: l’Autriche provoque la Russie. L’Allemagne provoque la mobilisation. Se podía ver cómo se oscurecían las caras de la gente que compraba los diarios, pero solo por unos minutos […] Media hora después volvíamos a ver a la misma gente divirtiéndose chapoteando en el agua, haciendo volar las cometas.1

Por su parte, el escritor francés Jean Guéhenno, movilizado en 1914, afirmaba en la misma línea:

Estábamos entonces en la década de los veinte años [Guéhenno tenía 24]. Era un claro mes de julio y el sol iluminaba Europa. Todo parecía listo para nuestro triunfo. Nuestros pensamientos, como la tierra, maduraban. No sabíamos todavía vivir, pero vivíamos. Y la guerra se presentó de repente porque un archiduque austríaco cuyo nombre ya nadie recuerda había sido asesinado en Sarajevo.2

A pesar de que la carrera de armamentos entre las grandes potencias ya hacía años que se había desatado y de que había habido incidentes puntuales entre ellas, como por ejemplo la crisis de Agadir entre Francia y Alemania en 1911, pocos preveían la inminencia de un conflicto bélico.

Nicolas Beaupré, en su libro 1914-1945. Les Grandes Guerres (París: Gallimard, 2012), afirma al respecto:

El atentado de Sarajevo en las portadas a finales de junio fue desapareciendo poco a poco del horizonte mediático. Más allá del aspecto sensacional del atentado propiamente dicho, era visto como un problema balcánico difícil de comprender fuera de los medios especializados […]. A mediados de julio, nadie en Francia pensaba seriamente que el atentado podía estar en el origen de una guerra europea.3


El atentado de Sarajevo en la portada del suplemento dominical del Corriere della Sera del 12 de julio de 1914. Fuente: Historia. National
Geographic.

Sin embargo, los acontecimientos se precipitaron a finales de ese mes. El día 28, Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. El 30, Rusia movilizó sus tropas hacia el sur en un gesto de solidaridad con su aliado eslavo. El primero de agosto Alemania anuncia la inminencia de las hostilidades a Moscú; el 3, a Francia y el 4 de agosto Berlín viola la neutralidad belga para poder avanzar hacia el país galo lo que, a su vez, provoca la intervención de Inglaterra.

Nadie al inicio de aquel verano de 1914 hubiese creído que, en apenas unas semanas, buena parte del continente europeo se vería envuelto en una conflagración bélica de tales dimensiones.

Pasado el efecto sorpresa, una parte de la población reaccionó entusiásticamente sacando a relucir su fibra patriótica , por no decir chovinista. Grupos de manifestantes exaltados acudían con las respectivas banderas nacionales a despedir a los soldados en las estaciones ferroviarias o en las terrazas de los cafés o incluso se dieron no pocos ataques a comercios percibidos, con razón o sin ella, como “extranjeros” o “enemigos” como, por ejemplo, las brasseries Heidt, de origen alsaciano en París.4

Los sectores pacifistas se habían visto abandonados por el cambio de posición de los socialistas-especialmente del SPD alemán y de la SFIO5 francesa- y de los sindicatos que pasaron del “guerra a la guerra” a la “unión patriótica.”

En cualquier caso, el hecho de que Europa no hubiese sido escenario de conflictos armados de gran envergadura desde 1871 hacía que buena parte de la juventud tuviera una visión idealizada de lo que era la guerra. Así lo contaba Zweig en El Mundo De Ayer. Memorias De Un Europeo:

Una aventura rápida al romanticismo, una aventura frenética y varonil: he aquí cómo se imaginaba la guerra el hombre sencillo de 1914 y los jóvenes tenían incluso auténtico miedo que les faltase este episodio maravilloso y emocionante en la vida; por eso corrieron fogosos a reunirse bajo las banderas, por eso gritaban y cantaban en los trenes que les llevaban al matadero, la ola roja de sangre corría impetuosa y delirante por las venas de todo el Imperio [Se refiere a Austria-Hungría].6

Si en Francia se produjo la Union sacrée para defender a la patria contra el enemigo externo, en Alemania tuvo lugar la Burgfrieden (paz del burgo) siguiendo la máxima del emperador Guillermo II: “No conozco ningún partido político, sino solamente alemanes.”

Este consenso horrorizaba a voces pacifistas como la de Romain Rolland que se expresaba al respecto de esta manera:

El hecho más característico de esta convulsión europea es, como he dicho, “la unanimidad”por la guerra; unanimidad hasta de los partidos más opuestos a la guerra nacional, por definición, y por esencia moral: como los socialistas y los católicos […]. Me encuentro solo, excluido de esta comunión sangrienta.7

El 22 de agosto, tres semanas después de iniciada la hecatombe, anotó:

Es la agonía moral que me causa esta bancarrota de la civilización, de esta humanidad loca que sacrifica sus más preciosos tesoros, sus fuerzas, su genio, sus más altas virtudes, su fervor de abnegación heroica, al ídolo mortífero y estúpido de la guerra.8

Rolland, sin embargo, fue de los pocos escritores y periodistas que no se pusieron al servicio de los intereses de los gobiernos beligerantes a lo cual contribuyó, sin duda, el hecho de que residía por entonces en la neutral Suiza.

Un ejemplo de ello es el manifiesto que suscribieron conjuntamente 54 conocidos escritores y publicado el 18 de octubre de ese año en el New York Times titulado “Famosos autores británicos defienden la guerra de Inglaterra.”

Pocos días antes, el 4 de octubre, 93 científicos, historiadores, músicos y escritores alemanes habían firmado, a su vez, el llamado Manifiesto de los 93 en el que denunciaban “las mentiras y calumnias con las que nuestros enemigos intentan ensuciar la justa y noble causa de Alemania en la dura lucha que nos han impuesto.”

En respuesta al Manifiesto, Georg Fiedrich Nicolai, Albert Einstein y Wilheim Foerster hicieron un llamamiento a los europeos abogando por la unidad del Viejo Continente, el fin de las hostilidades y en contra de los nacionalismos.

Herman Hesse, por su parte, publicó el 3 de noviembre en el Neuer Züricher Zeitung un artículo antibélico que le convirtió en el destinatario de numerosos anónimos y le supuso la pérdida de no pocas amistades.

Ingrid Schulze Schneider, de la Universidad Complutense de Madrid, subraya la necesidad que tenían los diferentes gobiernos de movilizar “moral y espiritualmente” a la población para la guerra y con ese objetivo las caricaturas ocuparon un nuevo lugar en los medios de comunicación.

Cuando, terminado el verano de 1914, se hizo evidente que el conflicto no era cuestión de semanas, como algunos habían predicho en su inicio, se hizo más acuciante para las autoridades el control de la opinión pública de los diferentes estados contendientes. Había que evitar costase lo que costase que la desmoralización cundiese entre la población si las respectivas tropas no conseguían éxitos militares o, incluso, sufrían reveses con un alto e incluso un altísimo coste humano. Ya en aquellos primeros meses de la conflagración se recurrió a fusilamientos de desertores y hasta de soldados que fueron falsamente acusados de serlo como un siniestro aviso para navegantes.

En este contexto no es de extrañar que apareciesen organizaciones civiles en apoyo a los militares. Una de ellas, The Order of the White Feather [La Orden de la Pluma Blanca], fundada en agosto de 1914 por el almirante Charles Fitzgerald, arengaba a las damas inglesas a entregar plumas blancas, emblema de cobardía, a todos aquellos jóvenes ingleses que, con edad de estar en la guerra, pasearan por las calles en vez de estar enrolados en el ejército o combatiendo en el frente.9

La censura fue unos de los instrumentos que se utilizaron en mayor o menor medida en los estados beligerantes para mantener un férreo dominio de unos ciudadanos, que cada vez se parecían más a súbditos. Como ya se ha comentado antes, otro instrumento fue la represión brutal de los disidentes en el seno de los ejércitos y, finalmente, y por primera vez con tanta intensidad en la historia, la propaganda.

Jean-Marie Domenach en su libro La propaganda política (Versión en castellano. Buenos Aires: Eudeba, 1967) y Fernando Frade Merino en su obra La guerra psicológica (Madrid: Compañía bibliográfica española, 1967) han conseguido señalar una serie de características comunes a todos los sistemas de propaganda. La Primera Guerra Mundial reúne todos y cada uno de los presupuestos a que se referían ellos y que eran los siguientes:

  • Simplificación y enemigo único: leitmotiv.
  • Exageración y desfiguración del tema elegido.
  • Repetición de una idea central y variación de las secundarias.
  • Trasfusión o utilización de los mitos y prejuicios tradicionales.
  • Lenguaje coloquial, coherente y persuasivo.
  • Contrapropaganda. Adoptaba las mismas técnicas que la propaganda y su objetivo era la desmoralización del enemigo atacando sus puntos débiles, para favorecer las intenciones del emisor.10

Julia Bacchiega, de la Universidad de La Plata, identifica tres grandes campos a los que se orientó la propaganda. En primer lugar, reclutar hombres y mantener alta la moral de las fuerzas combatientes y de la población civil. En segundo lugar, atacar al enemigo psicológicamente y por último persuadir a los países neutrales para mantenerlos en la misma posición de neutralidad, evitar que se unan al enemigo e incluso convencerlos de que se unan al propio bando.11

La información era normalmente presentada con una alta carga emocional, apelando a la efectividad más que al raciocinio. Se solía insistir en la defensa de la patria y su supuesta superioridad ética y moral, el odio hacia el país contendiente, o la defensa de los seres queridos expuestos a caer en manos de un enemigo despiadado.

En este sentido, tuvo un papel especial el concepto de propaganda de atrocidades o atrocity propaganda, un término que hacía alusión a las barbaridades cometidas por el enemigo, sin tener en cuenta su falsedad o veracidad. Este concepto está directamente relacionado con lo que hoy denominamos fake news, desinformación o noticia falsa.

Con el fin de justificar el esfuerzo bélico y los enormes sacrificios que debían asumirse como la muerte de un hijo, un marido o un hermano, y las severas privaciones económicas que imponía el conflicto, era necesario presentar a las tropas de las potencias adversarias como bárbaros sedientos de sangre.

¡Paremos a los hunos! Cartel americano. Fuente: Quora.


En 1928 se publicó uno de los primeros textos modernos de propaganda de guerra en sentido estricto- un año después de la publicación de Propaganda Technique in the World Warel clásico de Harold Lasswell. Se trata de Falsehood in Wartime [La mentira en tiempos de guerra] de Lord Arthur Ponsonby, que enunciaba 10 principios fundamentales de la propaganda de guerra. Eran estos:

  1. Nosotros no queremos la guerra.
  2. El adversario es el único responsable de la guerra.
  3. El enemigo tiene el rostro del demonio.
  4. Enmascarar los fines reales de la guerra presentándolos como nobles causas.
  5. El enemigo provoca atrocidades a propósito, si nosotros cometemos errores es involuntariamente.
  6. El enemigo utiliza armas no autorizadas.
  7. Nosotros sufrimos muy pocas pérdidas, las del enemigo son enormes.
  8. Los artistas e intelectuales apoyan nuestra causa.
  9. Nuestra causa tiene un carácter sagrado.
  10. Los que ponen en duda la propaganda de guerra son unos traidores.12

En la Primera Guerra Mundial se enfrentaban la Triple Entente, formada por Rusia, Francia y la Gran Bretaña más Serbia (a las que se añadirían posteriormente Italia, Grecia, Portugal, Rumania y Estados Unidos), y las potencias centrales (Alemania, Austria-Hungría y, ulteriormente, Turquía y Bulgaria).

Al margen de los esfuerzos propagandísticos realizados en el propio país, había que defender la causa en el extranjero. Las potencias de la Entente, según afirma Ingrid Schulze Schneider, tenían grandes ventajas a este respecto ya que estaban mejor organizadas que los países centrales y dominaban también las conexiones marítimas, vetadas para los germanos por el bloqueo marítimo inglés. La propaganda del bloque de los países occidentales y Rusia tenía mucha más fuerza gracias al empleo de las imágenes de supuestas atrocidades de los alemanes, que eran mostradas al mundo. Fotografías reales o trucadas y panfletos de toda clase mostraban a los bárbaros hunos quemando casas, violando mujeres, descuartizando niños y suscitando un odio generalizado contra el pueblo del káiser incluso en los estados neutrales.13

Franceses, ingleses y también italianos veían en Alemania un país sin libertades, imbuido de militarismo y caudillismo. De ello se deducía que la lucha en contra de Berlín y de sus aliados era, asimismo, un combate por la libertad y la democracia a lo que los germanos respondían calificando a las democracias occidentales como “caduco parlamentarismo de abogados y plutocracias que solo servían para discusiones infructuosas que traicionaban los verdaderos deseos del pueblo”.14

La demonización del enemigo fue uno de los recursos más empleados. En los países de la Entente se generalizó el uso del término huno”para hacer referencia a los alemanes. Se trataba, obviamente, de equiparar a los implacables guerreros de Atila que asediaron el Imperio romano con las huestes de Guillermo II. Una vez más, la civilización se enfrentaba a la barbarie y para calificarla aparte de la ya citada “huno” se utilizaba en Francia la palabra boche, a demás de “bárbaro.” El diario Excelsior, por ejemplo, en una caricatura publicada el 18 de abril de 1915 presentaba a un militar germano con todos los atributos asociados a los invasores del siglo V de nuestra era: acto de crueldad hacia un niño y, sobre todo, la gran hacha ensangrentada.


Excelsior, 18 de abril de 1915. Fuente: Gallica.

La violación de la neutralidad de Bélgica-contenida en el tratado de Londres de 1839- el 4 de agosto de 1914 y la posterior ocupación alemana del país fue unos de los primeros episodios de la contienda que más se utilizaron por parte de la propaganda francesa y británica para presentar a los soldados del káiser como los nuevos bárbaros.

Hay que decir que, en efecto, las tropas invasoras cometieron no pocas sevicias. Afirma al respecto el historiador alemán Herbert Ruland que en la primera semana de la invasión, los combatientes germanos asesinaron a 950 civiles en Aquisgrán y Lieja a la vez que cientos de casas eran quemadas.15

Nicolas Charles, por su parte, da la cifra de 6500 belgas y franceses muertos en el pequeño reino de Alberto I y habla de centenares de municipios arrasados. Asimismo, miles de personas huyen en dirección a Francia. Al atravesar por diferentes localidades dan cuenta de las masacres, cuya amplitud va agravándose a medida que circulan los testimonios. Ni que decir tiene que ello será de gran utilidad para las autoridades de las naciones de la Entente para alimentar el mito de la bestialidad intrínseca de los alemanes así como la sed de venganza entre la población. Entre los mitos que se desarrollaron al respecto está el de los niños belgas con las manos cortadas. Estos relatos espeluznantes tuvieron un gran impacto en la opinión pública ya que tocaban dos caracteres sagrados: el cuerpo, percibido como símbolo de la humanidad y los niños, símbolos de la inocencia. La mayoría de las historias al respecto provenían de testimonios franceses sobre los refugiados belgas.

Hoy se sabe que se trataba de un episodio totalmente inventado destinado a demonizar al enemigo.

Si bien no se cortaron las manos a los niños, cosa que sí había ocurrido entre 1885 y 1908, por cierto, en el Congo belga, propiedad personal del rey Leopoldo II, las arbitrariedades cometidas por los soldados del káiser no se circunscribieron a hechos puntuales. Fueron numerosas las poblaciones en las que se produjeron ejecuciones masivas de inocentes. Para autojustificar estas matanzas, los propios alemanes pusieron en circulación historias de mujeres y niños belgas arrojando aceite hirviendo por las ventanas al paso de las columnas germanas, envenenamientos, secuestros de soldados que aparecían luego con la lengua cortada e incluso la existencia de cubos rebosantes de ojos arrancados a los militares del Reich.16

Bélgica se convirtió en los primeros meses de la guerra en el icono de la libertad y del atropello del Derecho al no ser respetada su neutralidad, en un ejemplo de pequeño país que luchaba contra la fuerza bruta de un imperio mucho más poderoso.

Paralelamente a los acontecimientos en el pequeño reino de Alberto I , un episodio bélico en Francia se convertiría, asimismo, en símbolo del salvajismo del enemigo. Se trata de la, ocupación de Gérbeviller donde un grupo de 60 soldados galos resistió hasta la toma de la localidad el 24 de agosto. Una lluvia de obuses redujo a escombros gran parte de la población incluidos el castillo y la biblioteca. Testigos de los hechos hablaron de saqueos sistemáticos de casas, de violaciones y de ajusticiamientos en las calles. Así lo explica el historiador Nicolas Baupré:

Uno de los casos más conocidos de atrocidades en Francia es el de Gerbéviller. Un pequeño destacamento francés de una sesentena de hombres resiste vigorosamente en el puente. Cuando los alemanes toman finalmente la ciudad, imaginando o fingiendo hacerlo que los soldados mencionados habían sido ayudados por los civiles, reúnen a estos y fusilan a 25 personas en dos veces, pillan, incendian el pueblo y disparan a matar sobre la población. El balance final fue de 60 muertos civiles. De lado francés el “martirio” de la pequeña ciudad de Lorena, prueba irrefutable de la barbarie alemana, es cuidadosamente documentado durante la guerra y mantenida su memoria. Así, el artista de Nancy Victor Prouvé realiza una serie de dibujos de ruinas para la colección La Grande Guerre pour les artistes. 17

Si la utilización propagandística de los sucesos de Gérbeviller se basaba en hechos reales, no ocurrió lo mismo, como ya se ha visto, con el bulo de los niños con las manos cortadas que no fue, ni mucho menos, el único que se difundió y no tan solo en Francia o la Gran Bretaña sino que llegaron algunos incluso más allá como, por ejemplo, a la neutral España. Así, el 23 de noviembre del 1914 el diario La Correspondencia de España de Madrid publicaba en portada la siguiente noticia.

Cremación de cadáveres

Según cuentan personas llegadas de Bélgica, los alemanes utilizan algunos altos hornos en la cremación de sus cadáveres.

En todos los puntos donde son efectuadas estas operaciones, el olor es inaguantable.

Los cadáveres son transportados en unos trenes especiales, compuesto cada uno de ellos por una locomotora y varios vagones bateas.

En realidad, la fuente del rumor procedía del Daily Mail de lord Northcliffe, gran empresario de periódicos en Inglaterra conocido como “el Napoleón de la Prensa.”

En diciembre de ese mismo año y con el objeto de documentar todas estas acciones de represalia sobre los civiles, lord Bryce, jurista, historiador, embajador y político británico de origen irlandés fue llamado a formar parte del conocido como Comittee on Alleged German Outrages [Comité sobre Presuntos Ultrajes Alemanes].

Bryce era una figura respetada tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos, donde había sido embajador británico de 1907 a 1913, y era amigo del presidente Wilson. Era, asimismo, autor de una obra importante sobre el sistema político de Estados Unidos, The American Commonwealth, había viajado mucho por el país y tenía muchos admiradores entre los políticos e intelectuales estadounidenses. Su visto bueno garantizaba, a priori, que el informe sería ampliamente leído. En declaraciones públicas y correspondencia privada, Bryce afirmó que esperaba exonerar al ejército alemán de las acusaciones de barbarie.


Representación del enemigo alemán. Fuente: BnF Les Essentiels


Durante la investigación de lord Bryce, un grupo de abogados británicos designados a tal efecto realizaron unas 1200 entrevistas a refugiados belgas residentes en Gran Bretaña. La cuestión es que ningún miembro del comité entrevistó directamente a los mismos.

El Parlamento de Londres publicó el Report of the Committee on Alleged German Outrages, popularmente conocido como Bryce Report, en mayo de 1915. En las conclusiones del informe se decía lo siguiente:

Está demostrado

  1. Que en muchas partes de Bélgica se han producido masacres deliberadas y sistemáticamente organizadas de la población civil acompañadas de muchos asesinatos aislados y otros atentados.
  2. Que durante la guerra, en general, civiles inocentes, tanto hombres como mujeres, han sido asesinados en gran número, mujeres violadas y niños asesinados.
  3. Que los oficiales del ejército alemán han ordenado y han aprobado el saqueo, la quema de casas y la destrucción desenfrenada de propiedades, que se han adoptado elaboradas disposiciones para el incendiarismo sistemático desde el mismo estallido de la guerra y que los incendios y la destrucción han sido frecuentes cuando no se podía alegar ninguna necesidad militar y, de hecho, formaban parte de un sistema de terror general.
  4. Que con frecuencia se han violado las reglas y usos de la guerra, en particular al utilizar a civiles, mujeres y niños, como escudo para el avance de las fuerzas expuestas al fuego, en menor medida matando a heridos y prisioneros y en el abuso frecuente de la Cruz Roja y de la bandera blanca. Conscientes como somos de la gravedad de estas conclusiones, el Comité que estaría haciendo menos de lo debe si no las registrara tal como lo demuestran plenamente las pruebas. El asesinato, la lujuria y el saqueo han prevalecido en muchas partes de Bélgica en una escala sin paralelo en ninguna guerra entre naciones civilizadas durante los últimos tres siglos […].

Un episodio de la guerra que se convirtió en punta de lanza de la propaganda francesa fue el incendio de la catedral de Reims el 19 de septiembre de 1914. Las autoridades galas atribuyeron el ataque germano al templo champañés a la venganza de Berlín por sus supuestas derrotas en el frente y negando-como afirmaban en el Reich- que hubiera un puesto de observación francés en una torre de la iglesia.

La catedral de Reims es la catedral nacional por excelencia no solamente por su estilo “francés” sino sobre todo por los acontecimientos históricos que allí tuvieron lugar como, por ejemplo, la coronación de los reyes de Francia o el bautismo de Clovis. Para Louis Bréhier, profesor en Clermont-Ferrand, la razón de este encarnizamiento era que “no pudiendo destruir nuestro ejército, han querido, al menos, aniquilar nuestra historia.”

La enorme conmoción que provocó el incendio de la joya del arte gótico francés la expresa muy bien Romain Rolland en un escrito publicado pocos días después, si bien sin criminalizar por ello, como era habitual entonces, a todos los alemanes.

Una obra como Reims es mucho más que una vida: es un pueblo, son siglos que se estremecen en la sinfonía de su órgano de piedra; son sus recuerdos de alegría, de gloria, de dolor, sus meditaciones, ironías y sueños […].

Quien destruye una obra como esta asesina a más de un hombre: asesina el alma más pura de una raza. Su crimen es inexpiable , y Dante lo hubiera castigado eternamente con la agonía eterna de su raza. Nosotros, que no compartimos su espíritu vengativo, nos negamos a culpabilizar a todo un pueblo por los actos de unos pocos.18

El poeta y novelista Camille Mauclair, por su parte, se aprovechó de la rabia antigermánica para lanzar una guerra santa en contra del “satanismo,” esto es, el protestantismo y el paganismo supuestamente postulados por Alemania.

Reims ha sido incendiada porque se trataba de una venganza secular en contra del catolicismo francés y de la monarquía francesa […]. Incluso en la Francia republicana y denunciadora del Concordato hacía falta reavivar el recuerdo de toda la brutalidad del puño luterano […].La verdadera religión germánica es el odinismo […] Asistimos a una formidable resurrección del odinismo levantado contra Jesús y así se explica el martirio de Reims y todos los sacrilegios, las violaciones de religiosas y los asesinatos de curas.19

Otro acontecimiento de la guerra que fue rápidamente aprovechado por los medios occidentales y, sobre todo, franceses, fue el saqueo de la ciudad de Lovaina por parte de tropas de Berlín. Entre el 25 y el 30 de agosto de 1914 la urbe belga fue devastada, su biblioteca incendiada, muchas casas saqueadas y se ejecutó a casi 250 funcionarios.

Al respecto, el diario Excelsior en su edición del 9 de enero de 1915 ponía énfasis en el hecho de que los alemanes tenían un plan premeditado para provocar la guerra:

Una carta bien prusiana aparecía el 14 de octubre de 1914 en el Zukunft. Estaba firmada por Maximilien Harden y pretendía anunciar al mundo la suerte que le gustaría a Alemania reservar a Europa. Se encontraba allí de todo: orgullo alemán rayano en el delirio. La humanidad alemana no contempla el dejarse juzgar por Europa ni tampoco por América […].

Durante siglos será escrito, aprendido en las escuelas y repetido con reprobación por los escolares que una potencia formidable, que había preparado la guerra durante más de cuarenta años la había comenzado violando la neutralidad que había firmado y las convenciones de La Haya que había discutido y aprobado. Esta potencia hacía enseñar por sus profesores el derecho de gentes, es decir, las leyes encomendadas a las naciones por la moral, el honor y la piedad y, al mismo tiempo, permitía pisotearlo y mofarse de él en sus libros oficiosos.20

Entre los bulos que más se propagaron con un trasfondo religioso está el del soldado canadiense supuestamente crucificado con bayonetas delante de sus compañeros por los alemanes. El rumor fue recogido en periódicos del Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Incluso un diario como The Times garantizó la veracidad del relato y otro como el Toronto Star ofrecía más detalles: después de muerto el cuerpo del joven militar había sido pasado por la bayoneta sesenta veces. Finalmente el alto mando de Otawa investigó el asunto y concluyó que no era cierto.21

La batalla de Mons fue la primera gran derrota del ejército británico en la guerra, ya en agosto de 1914. Tras la retirada de los soldados de Jorge V, después del encuentro con los alemanes, numerosos combatientes afirmaron haber visto en el cielo una legión de ángeles que los protegían mientras huían. La veracidad de estas visiones, atribuidas posteriormente al extremo cansancio causado por la batalla, se originó en un cuento publicado por el periodista Arthur Manchen en el rotativo londinense Evening News titulado Los arqueros.

Varios diarios empezaron a publicar historias inverosímiles acerca de estos seres celestiales salvadores. Las descripciones del que, a partir de entonces, sería conocido como el ángel de Mons diferían de un periódico a otro ya que unos aseguraban que no se trataba de un ángel sino de San Jorge, patrón de Inglaterra, enarbolando la misma lanza con la que mató al dragón. Otras fuentes aseguraban que no era uno solo el ángel, como ya hemos dicho, sino que se trataba de varios de ellos o incluso de toda una legión.22

Las potencias de la Entente contaban entre sus filas con el ilustrador neerlandés Louis Raemaekers que va a oponer en sus dibujos la civilización aliada a la barbarie alemana, y las autoridades de Berlín van a poner precio a su cabeza por ello. Había trabajado para el De Telegraaf, el diario más importante de los Países Bajos. En una de sus series Raemaekers representaba a los germanos como demonios mostrándolos felices de haber asesinado niños, mujeres y civiles o brindando por la cultura mientras una calavera tomaba una copa desde la que se vertía sangre. En otro cuadro suyo aparecía un soldado del Reich sentado sobre un montón de cadáveres junto a la frase “Sobre todo.23

Ahora bien, habría que esperar hasta 1917 para que algunos de los periódicos y revistas más influyentes del Reino Unido publicasen un espeluznante relato que llegó a conocerse como “el engaño maestro.” En ese momento, Londres estaba tratando de convencer a China para que participara en la guerra a favor del bando aliado. En febrero apareció una historia en el diario de habla inglesa North China Daily News que sugería que las fuerzas del káiser estaban extrayendo glicerina de soldados muertos. Además, los huesos eran supuestamente molidos en molinos especiales para ser añadidos a la comida para los cerdos.

Los rumores sobre el procesamiento de cadáveres llevaban circulando desde el otoño de 1914, pero hasta entonces no habían sido presentados como “hechos”por parte de ninguna fuente oficial. En abril, sin embargo, cuando los rotativos ingleses The Times y The Daily Mail publicaron relatos de fuentes anónimas que aseguraban haber visitado una kadaverwertungsanstalt o factoría para la transformación de cadáveres, el escándalo fue mayúsculo.

El artículo de The Times Germans and their dead” (“Los alemanes y sus muertos”) atribuía las informaciones a un periódico belga publicado en Inglaterra y a una noticia original que había aparecido en un periódico alemán Berliner Lokal-Anzeiger el 10 de abril.

El escrito germano del reportero Kal Rosner describía un desagradable olor “como si estuvieran quemando cal” al pasar por la fábrica de cadáveres. Rosner usó la palabra “kadaver” que, en alemán se refiere a los cuerpos muertos de animales-caballos y mulas- y no de humanos.

Más tarde, The Times publicó un artículo más extenso en el que citaba a una fuente anónima belga que explicaba con estremecedores detalles cómo se procesaban los cadáveres.

Un dibujo publicado poco después por la revista satírica Punch presentaba la macabra historia bajo el título Cannot fodder-and after (“Carne de cañón … y después”).

La prensa británica hablaba de “trenes cargados de cuerpos despojados de soldados alemanes, alambrados en bultos y cocidos a fuego lento en calderos, siendo los productos estearina y aceite refinado.” Esta historia se utilizó como propaganda en todos los países aliados y neutrales y tuvo gran efecto en Oriente, donde resultó especialmente horrorosa para los budistas, hindúes y mahometanos.24

Con el paso de los días comenzaron a aparecer en los diarios nuevos detalles de estas siniestras fábricas. Los aceites extraídos de los cuerpos eran hervidos con carbonato de soda y el producto resultante era enviado a los fabricantes de sopa alemanes. Un periodista, recreándose en el bulo, aseguró que cuando llegaban sopas de sobre a Holanda, estas eran enterradas con honores militares…Un soldado británico aseguró al New York Times que un alemán le había confesado que la grasa de los cuerpos era para fabricar margarina para la población civil.25

El gobierno de Berlín protestó ampliamente contra estas “repugnantes y ridículas” afirmaciones, pero sus quejas fueron silenciadas con las expresiones públicas de horror por parte del embajador chino.

En 1925 el entonces ministro de Asuntos Exteriores inglés Austen Chamberlain admitió en una declaración en la Cámara de los de los Comunes que nunca hubo ningún fundamento para lo que definió como “información falsa.26

Uno de los objetivos de la propaganda era el poner un rostro al enemigo concentrando todos los rencores sobre el mismo. Es por ello que la figura del emperador Guillermo II tenía que ser demonizada y él presentado como el enemigo público número uno. Un ejemplo de ello es el artículo de Sir W.B. Richmond publicado en el Daily Mail el 22 de septiembre de 1914.

Guillermo el alienado no hará temblar ni a Inglaterra ni a la Europa civilizada, ni a Asia, aunque la catedral de Reims haya sido destruida siguiendo sus órdenes. Este primer acto del jefe bárbaro no hará más que unir más nuestras filas para que nos desembaracemos de una plaga de la cual el mundo civilizado nunca ha visto el equivalente. El loco está apilando leña para su propia pira. El monstruo no debe inspirarnos terror; apretamos los dientes sabiendo que aun cuando hasta nuestro último soldado tuviera que morir, el Judas moderno y su infernal ralea serán barridos […]. Nuestra gran Inglaterra vertirá gustosamente su sangre para liberar la civilización de un monarca criminal y una corte criminal que han logrado transformar un pueblo dócil en una horda de salvajes […]. “Para el káiser, la cuerda,” fusilarlo sería concederle la muerte honorable del soldado. La única absolución para este criminal es la horca.27

En 1918 se estrenó la película The Kaiser, the Beast of Berlin. El filme, producido, dirigido e interpretado por Rupert Julian con un evidente sesgo germanófobo, ponía de manifiesto la codicia política de Guillermo II y se explayaba en episodios como la violación de la neutralidad belga o los excesos cometidos pos sus soldados. Algunos espectadores que asistían a las proyecciones lo hacían armados y provocaban incidentes por lo que fue necesario prohibir que se disparara a la pantalla si bien se permitía escupir al cartel anunciador de la película.

Cartel anunciador de la película The Kaiser. The beast of Berlin. Fuente: IMDb

Por supuesto que en las potencias centrales también se utilizó masivamente la propaganda como instrumento de movilización de la población y de demonización del enemigo, pero no era el objeto de este escrito.

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2 Martin Laberge 1913-1914: une Grande Guerre évitable. En: Le Grand Continent, 24-XII-2013. https://legrandcontinent.eu/fr/2023/12/24/1913-1914-une-grande-guerre-evitable/#:~:text=En%20ao%C3%BBt%201914%2C%20la%20guerre,le%20syst%C3%A8me%20du%20Concert%20europ%C3%A9en.

3 Nicolas Beaupré 1914-1945 Les Grandes Guerres. París: Gallimard, 2012, p. 39.

4 Ibidem, p. 42.

5 Section Française de l’Internationale Ouvrière.

6 Stefan Zweig El món d’ahir: Memòries d’un europeu. Barcelona: Quaderns Crema. 2001.p. 281.

7 Romain Rolland Journal des années de guerre 1914-1919. París: Éditions Albin Michel, 1952. Edición en castellano Diario de los años de guerra 1914/1919. Notas y documentos para servir a la Europa de ese tiempo. Buenos Aires: Librería Hachette, 1954. Diario I, p.12.

8 Ibidem, p. 12.

9 Ricardo del Molino García “La guerra a la gran guerra.” En: Credencial Historia , noviembre de 2014. Revista Credencial, 15 de abril de 2024. Disponible en: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/la-guerra-la-gran-guerra

10 Juan Manuel Barceló Sánchez; Juan Pablo Mateos Abarca; David Álvarez Rivas “Propaganda gubernamental, censura informativa y fake news durante la Primera Guerra Mundial.” En: Historia y Comunicación Social, Vol.28, nº 2, 2023, p.412. Disponible en:

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11 Julia Bacchiega “La propaganda gráfica como arma psicológica en el transcurso de la Gran Guerra.” En: Revista de Relaciones Internacionales, Instituto de Relaciones Internacionales, nº 47, Universidad Nacional de La Plata, 2014. p.3.Disponible en:

12 Antonio Pineda Cañero “ Más allá de la historia: aproximación a los elementos teóricos de la propaganda de guerra.” En: Comunicación y guerra en la historia. Santiago de Compostela: Tórculo ediciones, 2004. Alberto Pena Rodríguez (coordinador) p.817-818.

13 Ingrid Shulze Schneider “Los medios de comunicación en la Gran Guerra. Todo por la Patria.” En: Historia y Comunicación Social,

Vol.18, 2013, p.17.Disponible en: https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/43411/41068

14 Ibidem, p.18.

15 Bernd Riegert “ Una cesura para Bélgica” En: Deustche Welle, 08/04/2014. Disponible en: https://www.dw.com/es/1914-una-cesura-para-b%C3%A9lgica/a-17830158

16 Juan Manuel Barceló Sánchez; Juan Pablo Mateos Abarca; David Álvarez Rivas “Propaganda gubernamental, censura informativa y fake news durante la Primera Guerra Mundial.” En: Historia y Comunicación Social, Vol.28, nº 2, 2023, p.414. Disponible en:

https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/92243/4564456567628

17 Nicolas Beaupré, “Le grand basculement de 1914.” En: 1914-1915 Les Grandes Guerres. París: Gallimard, 2012. edición del 2019, Éditions Belin-Humensis, p. 53-54.

18 Romain Rolland “Pro Aris.” En: Más allá de la contienda. Edición en español. Madrid: Nórdica Libros, S.L, 2014, p. 21.

19 Isabelle Flour Les historiens de l’art français et le vandalisme allemand: la cathédrale de Reims au coeur de la propagande de guerre.” En: Images de propagande. Actes du 132è Congrès national des sociétés historiques et scientifiques,” Images et imagerie,” Arles, 2007. Disponible en: https://www.persee.fr/doc/acths_1764-7355_2010_act_132_7_1789

20 Albert Robida, “Les Villes martyres,” Louvain, 1914. Disponible en: http://87dit.canalblog.com/archives/2022/07/25/39421985.html

21 Juan Manuel Barceló Sánchez; Juan Pablo Mateos Abarca; David Álvarez Rivas “Propaganda gubernamental, censura informativa y fake news durante la Primera Guerra Mundial.” En: Historia y Comunicación Social, Vol.28, nº 2, 2023, p.416. Disponible en:

https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/92243/4564456567628

22 Ibidem, p. 414.

23 Julia Bacchiega “La propaganda gráfica como arma psicológica en el transcurso de la Gran Guerra.” En: Revista de Relaciones Internacionales, Instituto de Relaciones Internacionales, nº 47, Universidad Nacional de La Plata, 2014, p.16-17. Disponible en:

24 “Propaganda de atrocidades.” En: Military-history [consulta 03/05/2024). Disponible en:

https://militaryhistory.fandom.com/wiki/Atrocity_propaganda

25 Juan Manuel Barceló Sánchez; Juan Pablo Mateos Abarca; David Álvarez Rivas “Propaganda gubernamental, censura informativa y fake news durante la Primera Guerra Mundial.” En: Historia y Comunicación Social, Vol.28, nº 2, 2023, p.416. Disponible en:

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26 David Clarke “El espeluznante relato sobre fábricas alemanas de cadáveres que se convirtió en noticia falsa hace 100 años.” En:

BBC News Mundo, 19/02/2017. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-39015409

27 Emmanuelle Palate Propagande, mythes et réalités.” En: 1914-1918. La Grande Guerre vue de la Province de Liège et de Belgique.

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