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La menorá libertaria. Escritores anarquistas judíos en la guerra civil española

El estudio de las personalidades, tanto nacionales como extranjeras, que intervinieron de alguna manera en la guerra civil española, es siempre una fuente inagotable de recursos investigativos. El solar ibérico se convirtió en el centro de operaciones de importantes escritores, artistas e idealistas varios de todo el mundo, que vieron en la contienda el lugar donde poner en práctica –o simplemente experimentar– sus inquietudes políticas, económicas o literarias.

Entre los diversos grupos que acudieron a la convocatoria de la España en guerra, llama poderosamente la atención la llegada de un numeroso contingente de personas de ascendencia judía que, de una u otra manera, participaron de los sucesos acontecidos, entre los años 1936 a 1939. Dentro del sector republicano, y sobre todo del campo libertario, destacó la presencia de periodistas y literatos judíos antifascistas que cultivaban el arte de la escritura o tenían en la literatura una forma de entender la vida. La escasez de estudios dedicados a la cuestión limita el análisis de su alcance. Este breve artículo pretende iniciar esa aproximación, a fin de solventar una laguna historiográfica sobre un tema apasionante y desconocido.

La conexión del anarquismo judío internacionalista con las organizaciones libertarias españolas, partía de una tradición histórica desarrollada fundamentalmente en países europeos y en Norteamérica. Allí, los militantes libertarios judíos, difundieron destacados periódicos ácratas u ostentaron cargos en diferentes grupos antiautoritarios -algunos específicamente vinculados por la lengua yiddish-, incluidas las secretarías de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), a la cual estaba adherido el sindicato anarquista español, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Alexander Shapiro (1882-1946), periodista judío ruso, estuvo entre los fundadores de la Internacional y, con antelación, había ayudado en la creación de la Federación Anarquista de Lengua Yiddishi.

Esa labor cultural desarrollada por los judíos no fue en absoluto mínima. Baste recordar cómo algunos textos de importantes teóricos anarquistas fueron editados únicamente en el continente americano, sin conocer nunca una edición española. Por ejemplo, Los ideales y la realidad en la literatura rusa –obra comparatista de Kropotkin-, fue traducida por Salomón Resnick (1894-1946), escritor argentino de origen asquenazí, publicándose en Buenos Aires en 1926 por Manuel Gleizer (1889-1966), editor judío ruso afincado en Argentina.

El sindicalismo libertario español nunca vio las fronteras como un obstáculo y, en su extensa actividad por la conquista de la instrucción para las clases populares, fue siempre receptivo con los movimientos culturales internacionales. Por ejemplo, el 27 febrero de 1923, durante la visita de Albert Einstein (1879-1955) a Barcelona, una comisión de militantes de CNT, entre los que se incluía Ángel Pestaña, se entrevistó con el científico, recomendando este a los obreros que leyeran al filósofo sefardí Baruch Spinoza (1632-1677).

La solidaridad y la problemática del pueblo hebreo, por aquel entonces un colectivo sin Estado propio, perseguido históricamente y que seguía padeciendo los males del desarraigo, aparecían en la prensa obrera libertaria. En un reportaje de Solidaridad Obrera, se decía:

La tragedia que viven los judíos en Europa y fuera de Europa no tiene nombre. Recordamos, en este momento, los nombres universales que ha dado la raza hebraica al mundo. Recordamos los amigos entusiastas que tuvo nuestro Kropotkin entre los judíos de Londres. Recordamos, por último, que nuestro camarada Rocker ha hallado entre los judíos ingleses y americanos el apoyo solidario más leal y más firmeii.

La coyuntura revolucionaria española, generada tras el triunfo popular contra el fascismo en las principales ciudades industriales, hizo que a partir de julio de 1936 se asentaran en España, sobre todo en Barcelona, multitud de militantes anarquistas judíos. La mayoría se pondría pronto al servicio de la organización obrera hegemónica, la CNT, colaborando en la gestión de las extensas zonas de la geografía republicana donde la central anarcosindicalista tuvo influencia, fundamentalmente durante la primera etapa de la guerra. Para ellos, la nueva Sefarad tendría por insignia la bandera roja y negra.

Albert Einstein en Barcelona

ALGUNOS JUDÍOS QUE YA ESTABAN EN ESPAÑA AL ESTALLAR LA GUERRA

Un nutrido grupo de escritores y militantes libertarios de origen judío se encontraban en España al comenzar la guerra civil. En este esbozo identificaremos a unos cuantos.

El destacado filólogo norteamericano Waldo Frank (1887-1967)conocía bien nuestro país. Había viajado por toda la geografía patria, resultando de aquella aventura uno de sus libros más famosos, España Virgen, traducido al castellano por un íntimo amigo suyo, el poeta León Felipe (1884-1968).

Frank era sefardí y hablaba el ladino, la lengua que le habían enseñado sus antepasados de niño. Si bien, no estaba instalado en España al inicio de la guerra, estallada la contienda decidió regresar a la península, como colaborador de la prensa estadounidense, encontrándose con la oposición directa de los comunistas catalanes (quienes llegarían a amenazarlo). Para salvaguardar su integridad buscó el apoyo de los anarquistas, siendo protegido por Jacinto Toryho (1909-1989), director del popular diario confederal Solidaridad Obrera. El periodista de origen zamorano recordaría, casi cuarenta años más tarde, en sus memorias, el placer que le otorgaba pasear con el escritor por las calles de la antigua aljama de Barcelona, donde el erudito llegaría a descubrir un vetusto rótulo medieval en alfabeto hebreoiii.

El mencionado Jacinto Toryho tuvo una intensa relación con la comunidad judía. Su pareja fue Rosa Zimmerman Segalevich, joven escritora procedente de una familia judía originaria de Odessa. Zimmerman era políglota, participando en los servicios de prensa e información de la CNT-FAI durante la guerraiv, el lugar donde conoció a Toryho. Ese dominio de varios idiomas haría que Rosa sirviera como espía, para las organizaciones anarquistas catalanas, traduciendo las conversaciones telefónicas de los responsables del consulado soviético en Barcelona.

En la ciudad catalana también se encontraba una exiliada austriaca, Etta Federn (1883-1951). Federn fue una importante filóloga, escritora e incansable activista de la FAUD, la organización anarcosindicalista alemana. En la ciudad condal se involucraría en el movimiento anarcofeminista Mujeres Libres. Además, fue una fiel seguidora de las teorías pedagógicas de Ferrer Guardia, creando un centro escolar libertario en la provincia de Girona durante la guerra. Al terminar esta, Federn se exiliaría a Francia, sobreviviendo tiempo después a la persecución de la Gestapo.

Asimismo, otras facciones políticas tuvieron también a dirigentes españoles de origen judío en sus filas. Quizá el caso mejor ilustrado sea el de Margarita Nelken (1894-1968), diputada socialista, escritora y crítica de artev.

Anita Brenner (1905-1974) llevaba en España desde 1933, realizando crónicas -con un marcadísimo acento izquierdista- para los periódicos norteamericanos: The New York Times, The Nation, The Brooklyn Daily Eagle o Current History. Brenner había crecido en México y durante la guerra civil española (a la que siempre denominaba en sus reportajes como «Revolución»), efectuó una furibunda defensa de las conquistas revolucionarias logradas por los anarcosindicalistas y los integrantes del POUMvi.

Muy sugerente es la figura de León Azerrat Cohénvii (conocido como Ben Krimo), sefardí oriundo de Alcazarquivir, popular articulista muy próximo a la CNT durante la II República y la guerra civil. Escribió en la prensa del movimiento libertario y llegó a proponer, al secretario general del Comité Nacional de la CNT, que los medios ácratas abordasen la problemática de los descendientes de la diáspora sefardí. Hasta Rafael Cansinos Assens (1882-1964) le dedica un entrañable capítulo en su obra Los judíos de Sefarad.

Por otro lado, en la primavera de 1933, tras el ascenso de Hitler al poder en Alemania, se produjo un fenómeno migratorio de judíos antifascistas a otros países europeos. A España, especialmente a Barcelona, llegarán unos cuantos activistas libertarios.

Isak Aufseher (1905-1977), nacido en el seno de una familia jasídica en Ucrania, llegó junto a su compañera, Margot Tiertz, a Barcelona en 1933. Allí, abrieron una librería en la Rambla de Santa Mónica. Tras la consolidación del proceso revolucionario, en el verano de 1936, se integraron en el grupo Deutsche Anarchosyndikalisten (DAS) y él asumió la secretaría del Comité Internacional de Emigrantes Antifascistas (CIDEA), quienes dispusieron de un local requisado a una orden religiosa alemana ligada a elementos nazis. La pareja saldría de Cataluña después de los sucesos contrarrevolucionarios de Mayo del 37, enfrentamiento que supondría también el declive del DAS.

La agrupación autodenominada DAS, integrada mayoritariamente por anarcosindicalistas alemanes exiliados, sería un efectivo instrumento de control de los nazis residentes en Barcelona durante la gestión revolucionaria de la ciudad, actuando en estrecha colaboración con la CNT (tenía incluso sus oficinas en la Casa CNT-FAI, sita en la Vía Layetana), que ejercía el control de la frontera francesa y el puerto de la capital catalana. «La presión que ejercieron sobre el personal alemán vinculado al nazismo escapaba a las órdenes de la Generalitat y sus consejeros»viii, inspeccionando además las actividades desarrolladas por el consulado germano.

Numerosos judíos alemanes libertarios se unirían al DAS. Martha Lewin (1908-1992) -de soltera, Wüstemann- y su exmarido Arthur Lewin (1907-1976), arribaron a Barcelona en 1933, integrándose pronto en el grupo y en las Juventudes Libertarias. Ambos habían sido impresores del periódico de la ilegalizada anarcosindical alemana (la FAUD) y participaban con entusiasmo en el movimiento esperantista. Durante los Hechos de Mayo del 37 fueron encarcelados e investigados por los estalinistas, debiendo partir después para Francia. Arthur terminó en el campo de exterminio de Auschwitz, sobreviviendo al mismo hasta su liberación en 1945.

Margarethe Michaelis (1902-1985), esposa de Rudolf Michaelis (1907-1990), uno de los impulsores del DAS, era originaria de Polonia y llegó a España durante la II República, donde abrió su estudio fotográfico. A este respecto, Díaz Nosty, en su estudio sobre las periodistas extranjeras en la guerra civil, escribe que:

Iniciada la Guerra Civil, trabajó en la sección gráfica de la oficina de propaganda exterior de la CNT en Barcelona. En los primeros meses, documentó las zonas colectivizadas por los anarquistas en Aragón y Valencia, y acompañó a Emma Goldman en su primera visita a España durante la guerraix.

Su obra fotográfica se puede consultar hoy en el International Institute of Social History (IISG) de Ámsterdam.

Pertenecientes al DAS, estaban asentados en Barcelona desde 1935 una veintena de alemanes, en su mayoría judíos, relacionados también con la editorial libertaria ASY Verlag. Algunos nombres son: Gunther Wannirch, Karl Brauner, Elly Götze, Willi Winkelmann o Heinz Rosenstein (1904-1939); este último sería fusilado en Camp de la Bota por los franquistasx.

Por último, es muy interesante analizar al colectivo Unión Fraternal Agudad Ahim. Esta hermanad hebrea fue fundada en 1926 por un grupo de judíos sefardíes, provenientes de diferentes lugares del Imperio otomano, que habían llegado a Barcelona huyendo de la Primera Guerra Mundial. La gran mayoría residía en la barriada barcelonesa del Poble-Sec. Algunos, como Jaime Toledo Romano, pertenecían a su vez al sindicato hegemónico en Cataluña, la CNT.

Dentro de una parte de la comunidad judía de Barcelona, se produjo una sincera identificación con las ideas anarcosindicalistas puestas en práctica. Según señala Manu Valentín:

Pensar en Agudad Ahim es también pensar en las represalias de la Guerra Civil española. A veces se olvida, pero entre los combatientes, portaran armas o no, que se enfrentaron a los militares golpistas había también judíos no solo extranjeros, sino también de nacionalidad españolaxi.

Mordo Sevy, hijo del entonces presidente de Agudad Ahim, se alistó como voluntario en las columnas de milicianos antifascistas y perdió la vida al comienzo del enfrentamiento bélico.

El futuro presidente del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo, Marcelino Ulibarri, antiguo carlista y declarado antisemita, tras la toma de las tropas franquistas de la ciudad de Barcelona, inmediatamente solicitó a la policía barcelonesa que se le enviara toda la documentación perteneciente al Centro Israelita Agudad Ahimxii. El viejo requeté no podía consentir la impunidad de aquellas gentes de la comunidad hebrea que habían jugado a retornar a Sefarad y, menos aún, que el Archivo de Salamanca -donde aún hoy se conserva el archivo de la asociación-, institución a la cual llegaría a dirigir, no tuviera entre sus arduas tareas la de expedientar a centenares de judíos. Igualmente, la sinagoga y el centro comunitario judío de la calle Provenza serían saqueados. Muchos socios sufrirían represalias o terminarían en el exilio. Otros, como Jaime Esquenazi, terminarían en el campo de concentración de Miranda de Ebro.

Para concluir con este apartado, algunos miembros de la comunidad hebrea barcelonesa se imbuyeron del ambiente cultural surgido con el nuevo orden revolucionario. En la Universidad Popular, propuesta por las Juventudes Libertarias, estudiarían Marcos Friedmann(nacido en una aldea de la Galitzia polaca, en 1909) y, según el testimonio de este, una hija del doctor Freud, Anna Freudxiii(1895-1982).

Rosa Zimmerman (fotografía cedida por Miguel Fernández)

LIBERTARIOS JUDÍOS QUE ACUDIERON A LA LLAMADA ESPAÑOLA

A las escuetas biografías recogidas en el anterior apartado, se deberán sumar las de aquellos que llegaron a la España republicana con posterioridad al golpe de Estado de julio de 1936. Seguramente, el listado sea mucho mayor, reflejando a continuación solo a los que han sido citados en otros estudios.

Es justo reconocer a los deportistas instalados en Barcelona para la Olimpiada Popular, aunque se encontraban ya en territorio español antes del 19 de julio. El evento deportivo surgió como respuesta a las Olimpiadas oficiales, convocadas en el Berlín nazi para ese año, y tenía a las organizaciones obreras de la ciudad y al gobierno izquierdista autonómico como sus principales impulsores. Entre las entidades dinamizadoras estaba la Asociación Cultural Judía (ACJ), compuesta por un puñado de refugiados judíos antifascistas. El evento se iba celebrar entre el 19 y 26 de julio, pero el levantamiento militar abortó el que prometía ser el mayor espectáculo deportivo antifascista hasta la fecha.

Cientos de jóvenes deportistas, incluidos decenas de judíos (la primera Macabeada fue 1932), procedentes de múltiples lugares del planeta, habían llegado a Barcelona para participar en las competiciones y ahora, viendo la situación revolucionaria que se abría ante sus ojos, decidieron quedarse para apoyar a sus camaradas españoles ante la lucha contra el fascismo.

Clara Thalmann (1908-1987) se había inscrito como nadadora del equipo suizo en la Olimpiada Popular. Sofocada la sublevación golpista en las calles de Barcelona, decidió quedarse en España para marchar a las trincheras contra el fascismo, pronto llegaría también su esposo, Pavel Thalmann (1901-1980), trabajando ambos para la prensa y las columnas poumistas. En Barcelona, donde conocieron a George Orwell en 1937, contemplaron cómo la pasión revolucionaria era cercenada por los estalinistas.

Otras destacadas personalidades judías del ámbito de la cultura, impactadas por la praxis real de las propuestas libertarias, vendrían después. Simone Weil (1909-1943), filósofa y escritora francesa de extraordinaria formación, se alistó como reportera para unirse al grupo de milicianos extranjeros de la Columna Durruti. Constantemente, tuvo un continuo dilema moral, pues sus posiciones personales defendían un anarquismo pacifista, cuestionando siempre la violencia, es decir, la contaminación de la revolución por la guerra.

Junto a Buenaventura Durruti (1896-1936), también combatió Carl Einstein (1885-1940), influyente escritor y crítico de arte, promotor de los movimientos de vanguardia en la Alemania prenazi. Tras la muerte del líder ácrata leonés publicó un emotivo epitafio. Einstein permaneció en España hasta el final de la guerra y, finalmente, ante el imparable avance nazi en Francia decidió suicidarse.

El periodista soviético Iliá Ehrenburg (1891-1967), aunque nunca mostró demasiadas simpatías hacía el anarquismo, entrevistó a Durruti en diferentes ocasiones; incluso, un capítulo de su relato, España, República de trabajadores, se ocupa del popular hombre de acción.

Otros judíos que se sumaron a las milicias anarquistas fueron: Carlo Roselli (1899-1937), reconocido periodista italiano, participó en la Columna Ascaso y, posteriormente, en el Batallón Matteotti junto a los Arditi del Popolo; y George Sossenko (1918-2013), de origen ruso, que llegó a España, para incorporarse a las filas de Durruti (Centuria Sébastien Faure), con tal solo 16 años de edad.

Además de los voluntarios en las columnas específicamente anarquistas, desde el comienzo del enfrentamiento bélico, se constituyó un pequeño grupo de combatientes judíos (18 personas) que en la prensa de la época era llamado Grupo Judío Thälmann. Y ya avanzada la guerra, dentro del organigrama de las Brigadas Internacionales, funcionó la unidad judía Botwin.

Kati Horna (1902-2000) nació en el seno de una familia judía húngara acomodada. Tomó estudios de fotografía en Berlín, relacionándose con la escuela de la Bauhaus y, años más tarde, conocería a Robert Capa (1913-1954),otro futuro judío ilustre que acudiría a España con su cámara -junto a Gerda Taro (1910-1937), autora de alguna de las fotografías icónicas de una sociedad en guerra-. Horna, en enero de 1937, viajó a Barcelona con un nombre ficticio -para esquivar a los servicios secretos alemanes-, presentándose con su cámara en la oficina de propaganda exterior de la CNT-FAI que dirigía Agustín Souchy. Allí, se le asignaría otro nombre, Catalina Partos, con el cual se le entregó su carné cenetista. Realizó reportajes fotográficos en los periódicos y revistas libertarias, ilustrando la revolución social en marcha.

La pareja formada por Rudolf Rocker (1873-1958) y Milly Witkop (1877-1955), ambos veteranos libertarios: el primero, nacido en Maguncia (Alemania); y ella, judía, en la actual Ucrania, depositó en España sus deseos por la transformación social. En territorio español, pronto pusieron su inteligencia y sus esfuerzos a los intereses del pueblo en armas. Rocker, sin ser judío, «se hizo cargo de la redacción de algunos de los periódicos anarquistas más importantes en lengua yiddish»xiv, desde principio de siglo, idioma que dominaba. En pleno conflicto bélico, Rocker redactaría La Tragedia de España, documento esclarecedor donde destapa los intereses político-económicos de las potencias europeas respecto a España y contra el movimiento revolucionario de los trabajadores.

Y una sempiterna viajera, Emma Goldman (1869-1940) nació en Kaunas (actual Lituania), hija de judíos ortodoxos. Exiliada en los Estados Unidos, llegó a Barcelona a mediados de septiembre de 1936 para intervenir en las emisiones radiofónicas en inglés, de ECN 1 Radio CNT-FAI Barcelona, dirigidas al mundo anglosajón y animar las iniciativas de colectivización agraria aragonesas. La escritora y revolucionaria, habitual del presidio y de las causas justas, fue catalogada por el FBI como «la mujer más peligrosa del mundo». Su infatigable anhelo por construir un mundo mejor y su desmesurada pasión por la alegría quedan reflejas en una de sus más populares sentencias, «si no puedo bailar, tu revolución no me interesa».

Goldman, habitual de los micrófonos de la radio cenetista, lanzaría durísimas críticas por su neutralidad a los países democráticos ante el conflicto:

Pero hasta el hombre más entusiasta no puede luchar sin armas. ¿Miraréis tranquilos cómo el fascismo asesina a vuestros hermanos y conquista el poder? Apela a vosotros, hombres y mujeres, en los países de habla inglesa, para que ayudéis a los valientes luchadores de España. Cada hora perdida refuerza la posición del enemigo. Protestad contra la hipocresía de la neutralidad con respecto a los antifascistas españoles, mientras el otro lado es socorrido por los poderes reaccionariosxv.

La radio de la CNT incluyó en su programación, la emisión en diferentes lenguas. El esperanto, un idioma internacional creado por un judío polaco, L. L. Zamenhof (1859-1917), que en la época gozaba de un gran prestigio y un abundante grupo de hablantes, tenía también su espacio radiofónico.

En las oficinas de propaganda de la Casa CNT-FAI de Barcelona, la militante feminista se encontraría con otro mítico justiciero, Simón Radowitzky (1891-1956), quien en 1909 había ejecutado al coronel Falcón, el responsable de la matanza del Primero de Mayo bonaerense. Milagrosamente, Radowitzky se libró de la pena de muerte pero pagó con varios años de presidio. Sin embargo, la clase trabajadora argentina lo consideró para siempre como un héroe. Al caer Barcelona fue uno de los responsables de salvaguardar el inmenso archivo documental de las organizaciones anarquistas, tras un extenso deambular, el archivo terminaría custodiado en Ámsterdam.

Otro iconoclasta judío, Tristan Tzara (1896-1963), poeta y artista fundador del dadaísmo, puso su pluma a los servicios de la causa antifascista. Alguna de sus proclamas sería leída en la emisora confederal.

El caso de Louis Frank es singular. Nació en Lituania, a fines del siglo XIX, en el seno de una familia judía que emigró a Nueva York a causa de los pogromos rusosxvi. Participó en los servicios secretos estadounidenses en la Primera Guerra Mundial. Y llegó a España como voluntario en las Brigadas Internacionales, sumándose con fervor a la causa anarquista. Dirigió y realizó el guion para dos documentales de guerra y propaganda libertaria: Fury over Spain y Amanecer sobre España; pero no se le conoce más producción cinematográfica, a largo de toda su vida que terminaría en México.

Asimismo, una serie de periodistas judías, que habían acudido a relatar los sucesos de la guerra española, se sintieron en algún momento atraídas por la gestión de los anarquistas en el campo de aquella economía socializada. Katia Landau (1905-1984), vástago de judíos ortodoxos austriacos, realizó una durísima crítica de la represión ejercida por el PCE contra las fuerzas anarcosindicalistas y trotskistas. Otra judía vienesa, Marie Langer (1910-1987), pese a su militancia comunista, se uniría durante varios meses a las columnas anarquistas en Aragón. Y Clara Malraux (1897-1982), de padres judíos de lengua alemana, llegó a Madrid solo ocho días después de golpe militar. Le acompañaba su marido, el escritor universal André Malraux, y pronto descubrieron la gravedad de la situación. Durante la estancia española de la pareja Malraux estuvieron separados. Y ese distanciamiento, donde André reforzó sus convicciones comunistas y Clara se aproximó al anarquismo, supuso en el matrimonio una ruptura ideológica y también sentimental, que haría de España el último destino común de ambos.

Simone Rachel Kahn (1887-1980), hija de unos adinerados judíos de origen alsaciano, estudió letras en la Sorbona. Por casi una década, fue esposa de otro escritor de prestigio internacional, André Breton y, en 1938 durante la contienda, decidió unirse al sociólogo Michell Collinet (1904-1977). En paralelo, ambos constituirían en París, junto a Colette Audry, la revista L’Espagne Socialiste. Kahn dio cuenta de las primeras experiencias revolucionarias barcelonesas:

Como la gestión obrera de la fábrica de cemento Fradera, en Vallcarca, que empleaba a 750 trabajadores, y cuyos propietarios habían huido al comenzar la guerra. La colectivización de la empresa supuso una mejora de las condiciones laboralesxvii.

Para terminar con este listado, Mika Feldman (1902-1992), hija de judíos rusos exiliados en Argentina, llegó a Madrid solo una semana antes del golpe militar, donde le esperaba su pareja, Hippolyte Etchebéhèrexviii. Ambos, con pasaporte francés, pronto se unirían a las milicias populares de la capital. Colaboraría en tareas de cultura y alfabetización en varios frentes, para unirse, más tarde, al movimiento Mujeres Libres, en cuya revista escribiría dos artículos sobre la guerra.

La buena participación del colectivo judío, dentro del movimiento libertario español, puede ser comprendida debido a las propuestas plurales y modernas de los anarquistas ibéricos. En muchos aspectos políticos y sociales, en consonancia a las ideas que preconizaban, fueron unos verdaderos adelantados a su tiempo. Sirva como ejemplo, el caso de Mariano Rodríguez Vázquez, secretario general de la CNT durante la guerra, era de etnia gitana; y, pese al clásico antipoliticismo del anarquismo, una cenetista, Federica Montseny, sería la primera mujer en ocupar un cargo ministerial en España.

Igualmente, podría engarzar con la motivación cultural derivada del concepto hebreo de justicia social, el tikun olam (reparar el mundo), como auténtica aspiración a una sociedad mejor, siendo el anarquismo el instrumento utilizado para ello.

Emma Goldman

ALGUNAS CONCLUSIONES

  1. Resulta llamativa la participación de toda una generación de escritores extranjeros de ascendencia judía y comprometidos con el anarquismo, que vieron en España el lugar donde poder desarrollar sus aspiraciones ideológicas y artísticas. Barcelona sería la ciudad por excelencia de encuentro.
  2. La no religiosidad del colectivo era manifiesta, identificándose muchos de manera explícita con el ateísmo. Inevitablemente, eran judíos culturales (la condición judía era heredada), pero no practicantes religiosos; a su vez, la conciencia de clase priorizaba sobre el sentimiento de pertenencia étnica o lingüística.
  3. En el caso de los ciudadanos extranjeros de origen judío, su procedencia era mayoritariamente centroeuropea, abundando aquellos de las zonas administradas por el régimen hitleriano. Evidentemente, la influencia de la comunidad sefardita también fue perceptible.
  4. El destacado número de mujeres involucradas. Además, varias procedían de familias judías muy tradicionales (un conocido ejemplo es Emma Goldman), pero pronto supieron identificarse con un feminismo militante vinculado al anarquismo. Organizaciones libertarias específicamente femeninas, como Mujeres Libres, servirían como vínculo asociacionista o para publicar sus escritos en la prensa obrera.
  5. El respeto y recepción de las organizaciones anarquistas hacia los colectivos judíos de trabajadores. Incluso, la tolerancia por sus prácticas religiosas; es determinante que la sinagoga de Barcelona permaneciera abierta hasta el final de la guerra.
  6. A pesar de la elevada cifra de artistas, escritores y periodistas judíos que se involucraron en las organizaciones del movimiento libertario ibérico durante la guerra, son escasos los trabajos sobre ello existentes en la actualidad. Hacen falta investigaciones que profundicen en el tema.

NOTAS:

iGuillamón, Agustín. Alexander Shapiro (1882-1946). Ser Histórico, 20 ene. 2023, https://serhistorico.net/2023/01/20/alexander-shapiro-1882-1946/.

ii“El éxodo de los judíos. Las luchas fratricidas de Palestina”. Solidaridad Obrera, 31 de octubre de 1933, p. 8. (sfi).

iiiToryho, Jacinto. No éramos tan malos. Madrid: G. del Toro, 1975, p. 31. En su autobiografía, el periodista zamorano, dedica un capítulo completo a Waldo Frank; y otro, a León Felipe, poeta que en su exilio mexicano tendría una generosa relación con el mundo judío.

ivPara conocer en profundidad al enigmático personaje de Rosa Zimmerman, se hace imprescindible la pronta publicación de la biografía de Jacinto Toryho, investigación que está concluyendo Miguel Fernández.

vIsrael Garzón, Jacobo. El exilio republicano español y los judíos. Madrid: Hebraica Ediciones, 2009, p. 117-135.

viPara conocer en profundidad su labor periodística, pueden leerse sus reportajes –recién publicados en castellano- en: Brenner, Anita. Hoy las barricadas. Crónicas de la revolución española, 1933-1937. Sevilla: Renacimiento, 2021.

viiIsrael Garzón, Jacobo. Escrito en Sefarad. Aportación escrita de los judíos de España a la literatura, la erudición, la ciencia y la tecnología contemporáneas. Madrid: Hebraica Ediciones, 2005, p. 205-206.

viiiCampmany, Dani. El eco de las muletas. Una aproximación a Manuel Escorza del Val. Jaén: Piedra Papel Libros, 2018, p. 80.

ixDíaz Nosty, Bernardo. Periodistas extranjeras en la Guerra Civil. Sevilla: Renacimiento, 2022, p.477.

xAzuara-Cohn, Tomás. Antisemitismo franquista en el Camp de la Bota: Heinz Rosenstein. Mozaika, 2017, https://mozaika.es/magazine/un-judio-fusilado-en-el-camp-de-la-bota-heinz-rosenstein/.

xiValentín, Manu. Voces caídas del cielo. Historia del exilio judío en Barcelona (1881-1954). Barcelona: Comanegra, 2019, p. 114.

xiiMaíz, Jordi. La bestia autoritaria. Odios y violencias estatistas. Palma de Mallorca: Blatdmoro, 2022, p. 180-182.

xiiiValentín, Manu. “El exilio judeoasquenazí en Barcelona (1933-1945). Un rompecabezas que pide ser esclarecido”. Entremons: UPF Journal of World History, núm. 6, 2014, p. 27. Universitat Pompeu Fabra.

xivMellado López, Yago. “El anarquismo en el espejo judío”. Universitat Pompeu Fabra. Departament de Ciències Polítiques i Socials, 2013, p. 27.

xvAisa, Ferran. ECN 1 Radio CNT-FAI Barcelona. La voz de la Revolución. Barcelona: Entreambos, 2017, p. 248.

xviMartínez Muñoz, Pau. “La cinematografía anarquista en Barcelona durante la guerra civil (1936-1939)”. Universitat Pompeu Fabra. Departament de Periodisme i Comunicació Audiovisual, 2008, p. 391.

xviiEn Díaz Nosty. Periodistas extranjeras…, p. 376.

xviiiEtchebéhère, Mika. Mi guerra en España. Oviedo: Cambalache, 2014, p. 59. En sus memorias recuerda que su espíritu revolucionario surgió en 1919, cuando vio a la policía montada de Buenos Aires arrastrar, atados a sus caballos a unos judíos rusos, ancianos sacados del gueto, acusados de bolcheviques y agitadores.

Artículo publicado en Humanitat Nova. Revista de Cultures Llibertàries, número 8, año 2023, ISSN 2529-9948, pp. 33-48.

4 comentarios

  1. Excelente, caro Carlos.
    Parabéns!
    A ver se um dia te animas a escrever sobre o anarquista sanabrês (Valparaíso), que conheci relativamente bem, Valentín Blanco Pérez.
    Saúde e Liberdade! (e se possível, Revolución Social). Assim se despedia.
    Recebe um fraterno abraço
    Carlos d’Abreu

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