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Guerra sucia y terrorismo de Estado: el atentado contra Ángel Pestaña (25-8-1922)

El origen de este trabajo es una charla pronunciada en Manresa en 2022 con motivo del centenario del suceso, en que sindicatos de la CNT y la CGT de la comarca rindieron homenaje al militante cenetista Ángel Pestaña, colocando una placa conmemorativa en la calle Cantarell. Fue una buena oportunidad para conocer el escenario de los hechos, profundizar en el análisis de los acontecimientos y calibrar mejor sus consecuencias políticas tanto a escala española como local.

Para ello fue fundamental, de un lado, la aportación del historiador local Lluc Canó en el folleto impreso para la ocasión titulado Sobre l’atemptat en contra d’Ángel Pestaña. Manresa, 25 d’agost de 1922 (Manresa: Centre d’Estudis Ramona Berni, Grup de Memòria Històrica i Llibertària del Bages), donde muestra con todo detalle la geografía manresana y la ruta recorrida por los actores del drama. De otro, la lectura de la prensa de la época, que ofrece los testimonios de los protagonistas en los juicios y vistas celebrados posteriormente. Las diversas cabeceras que los incluyen permiten comparar los textos y corregir las imprecisiones que a menudo contienen las transcripciones de este tipo de crónicas. Lo cual no significa, a la espera de localizar los expedientes judiciales de los encausados, que algunas veces no debamos movernos dentro del rango de la hipótesis, como sucede en la mayoría de crímenes sociales de la época.

Tras instalarse en Barcelona procedente de Argel, en 1914, Ángel Pestaña Núñez (Santo Tomás de las Ollas, Ponferrada, 1886 – Barcelona, 1937) se convirtió en pocos meses en alguien muy conocido entre las clases populares de la ciudad. Destacó en los debates en boga sobre sindicalismo y anarquismo, lo mismo que en mítines y conferencias de la CNT, de la que pronto sería uno de sus mejores organizadores. No fue casual. Era un tipo inteligente, conocía bien los problemas y las inquietudes de aquella gente y acumulaba experiencia en el sindicalismo y en el anarquismo desde sus años de residencia en Bilbao, a comienzos de siglo, cuando sólo era un muchacho. En la capital vizcaína tuvo también la oportunidad de conocer a fondo el sindicalismo socialista. No en vano, en 1916 lo encontramos en Madrid junto a Salvador Seguí (a) El Noi del Sucre, negociando la colaboración CNT/UGT, y allí conoce a Pablo Iglesias y otros líderes socialistas. 

En marzo de 1917 fue elegido secretario de la Regional catalana confederal. Y en otoño, tras un escándalo de financiación de Solidaridad Obrera por parte del servicio de espionaje alemán, una comisión reunida para poner remedio al asunto lo nombró director del periódico, decisión ratificada en el Congreso de Sants a finales de junio de 1918. El día 9 de ese mes Pestaña había emprendido desde sus páginas una valiente campaña contra el comisario local de policía de Barcelona, Manuel Brabo-Portillo, acusándolo de ser un espía de los alemanes. El escándalo llevó a la cárcel a este oscuro personaje, al tiempo que el contraataque devolvía el prestigio perdido a la cabecera confederal catalana. La otra cara de la moneda es que, desde entonces, en el apogeo de su popularidad, el relojero leonés tuvo que dotarse de escolta.

Había omenzado el fenómeno del Pistolerismo (1917-1923), en una coyuntura marcada por el fracaso de la huelga general de agosto de 1917, colofón de la referida colaboración CNT/UGT; la influencia de la Revolución Soviética, y el desarrollo del espionaje en Barcelona por parte de las potencias beligerantes en la I Guerra Mundial. Desde la segunda mitad de 1918 la violencia se generalizó y alcanzó objetivos cada vez de mayor rango. Barcelona entró en permanente estado de excepción desde enero de 1919 hasta abril de 1922, lo que se tradujo en sindicatos cerrados, clausura de prensa obrera y prisiones a rebosar.

El éxito sindical del recién adoptado Sindicato Único por parte de la CNT, cuyo momento álgido sería el triunfo de la huelga de La Canadiense, en la primavera de 1919, fue respondido sin miramientos por la patronal catalana, recrudeciendo y renovando sus métodos de lucha de clases: confección de listas negras con nombres de sindicalistas a quienes se impedía trabajar; despidos masivos; reorganización, con apoyo firme de Capitanía General de Cataluña, de la institución parapolicial del Somatén para reprimir las huelgas; fundación de la Corporación General de Trabajadores, más conocida como Sindicatos Libres, formados por elementos carlistas y, como su nombre indica, en clara rivalidad con los Sindicatos Únicos de la CNT, a quienes tildaban de tiranos, antirreligiosos y antipatriotas; creación de la Federación Patronal Catalana, replicando así la organización sindical confederal; declaración del lock-out o cierre patronal, convocado por el II Congreso de la Federación Patronal para el 3 de noviembre y con carácter general permanente desde el 1 de diciembre; y –lo que más nos interesa— la financiación de bandas de pistoleros.

Es el llamado terrorismo blanco, organizado por Brabo-Portillo, de regreso en la capital catalana tras el escándalo del espionaje, y perpetrado por la Banda Negra. Como respuesta, en este momento toman fuerza los llamados grupos de acción anarquistas y sindicalistas, existentes desde el otoño de 1917 y que poco a poco se irán volviendo más agresivos y autónomos respecto de la CNT.

La patronal puso precio a la cabeza de Pestaña a finales de 1919.[1] Además de haberse convertido en uno de los líderes del sindicalismo revolucionario, a ello contribuyó sin duda su postura contraria a la violencia de los grupos de acción, pues más allá de juicios morales, la consideraba contraproducente porque hacía el juego a la burguesía catalana, en general partidaria de la mano dura y la militarización ante la incapacidad del Estado para controlar la situación, lo cual —según su critero— conducía inevitablemente a la derrota. Como Salvador Seguí y tantos otros, pensaba que lo prioritario era actuar en plena legalidad y engrandecer numéricamente unos sindicatos debilitados tras meses de dura brega. A ojos de la reacción eran tan peligrosos como la pólvora.

Ángel María de Lera, biógrafo de Pestaña, afirma –sin aportar pruebas— que fue un miembro de la familia Muntadas, propietaria de la fábrica textil La España Industrial, quien puso 23.000 pesetas para matar al sindicalista.[2] Quizá se trate de Matías Muntadas Rovira, quien ya había financiado otros atentados, entre ellos el que acabó con la vida de Francesc Layret.[3] En cualquier caso, parte del dinero se destinó a pagar a un vecino de la familia Pestaña para establecerse en su casa, en la calle San Jerónimo, 11. Por suerte, el sindicalista se había desplazado a Tarragona para dar una conferencia el día 10 de enero, y allí se enteró de que el gobernador civil de la provincia había ordenado su detención y la policía andaba pisándole los talones, por lo que huyó y permaneció escondido durante meses en una masía. Todo lo cual, sin saberlo, lo puso a salvo de los esbirros de la patronal.[4]

Al verse superados por las circunstancias, y a pesar de la permanente suspensión de las garantías constitucionales, los sucesivos gobiernos alternaron periodos de tolerancia con otros de brutal represión. Así, en mayo de 1920 el rey Alfonso XIII encargó formar gobierno a Eduardo Dato (el tercero en su cuenta) con el objetivo, entre otros, de acabar con el problema social. El líder del partido conservador había sido precursor en la introducción de leyes obreras, lo cual le daba cierto aire de reformista con sensibilidad social. Esto explica que, además de designar un nuevo gobernador civil de Barcelona, aplicara de inmediato medidas aperturistas tales como la creación del Ministerio de Trabajo, o bien propiciara la caída del Barón de Köening, el sucesor de Brabo-Portillo al frente de la Banda Negra; la liberación de presos gubernativos; la apertura de sindicatos y el fin de la censura de sus publicaciones. Sin embargo, las medidas conciliadoras llegaban tarde y la radicalización del anarcosindicalismo y de los grupos de acción no tenía vuelta atrás. Desde ese verano la pugna entre los del Libre y los del Único en el seno de los sindicatos se trasladó también a las calles. Libreños armados y amparados por carnets del Somatén o de agentes de Vigilancia comenzaron a perpetrar y a sufrir atentados. [5]

Todo lo cual contribuyó, como señala el historiador Juan Cristóbal Marinello, a crear de facto un sistema de relaciones laborales basado en la figura del gobernador civil, en que la violencia sindical se convirtió también en un importante medio de presión política para exigir a las autoridades su intervención en las huelgas.[6]

La política gubernamental, espoleada por las demandas de la burguesía catalana, dio un giro radical en noviembre de 1920 con el nombramiento de Severiano Martínez Anido como gobernador civil de Barcelona y el consiguiente ascenso a la Dirección General de Seguridad de su hombre de confianza, el general Miguel Arlegui. Ambos eran veteranos de las guerras coloniales y con una visión parecida abordarán el problema social en Cataluña. Desde entonces y hasta octubre de 1922, la línea divisoria entre el poder civil y militar se hizo muy difusa, disponiendo Martínez Anido de completa libertad de movimientos. Fueron años de guerra sucia y terrorismo de Estado, con un despliegue de métodos siniestros: la “ley de fugas”, consistente en el tiro por la espalda so pretexto de huida de los detenidos; la liberación de presos de madrugada, de los que nunca más se sabía, o el traslado de sindicalistas al Puerto de Barcelona para embarcarlos y tirarlos al mar con unos cuantos kilos de carga, atados de pies y manos.[7]

En abril 1922, el gobierno de José Sánchez Guerra decidió restablecer las garantías constitucionales. La represión había sido eficaz, logrando reducir considerablemente el número de víctimas.[9] Y la CNT, casi desarticulada, apenas podía recaudar las cuotas de afiliación. Además de la impunidad en las calles de los libreños, la complicidad de las autoridades había favorecido el crecimiento de afiliación en los Sindicatos Libres, pues con los Únicos clausurados no pocos trabajadores habían pasado a sus filas para defender sus intereses.[10] Sin embargo, con el proceso aperturista los sindicatos confederales comenzaron un rápido proceso de reorganización del que no será ajeno Pestaña. En mayo, tras permanecer 16 meses preso y fuera de juego, salió de la Modelo de Barcelona y retomó su habitual y ajetreada actividad sindical y propagandística. 

Llegamos así al fatídico viernes 25 de agosto. Por la mañana Pestaña se dispone a viajar a Manresa para intervenir en unas conferencias en el Teatro Nuevo, organizadas por los Sindicatos Únicos de la localidad y previstas para ese mismo día.[11]  Recibe a un compañero que le advierte de que ha recibido cartas con amenazas de muerte hacia ambos por parte de elementos del Sindicato Libre de Manresa, en que se le insta a clausurar el semanario obrerista local El Trabajo y a suspender el acto de la tarde. Además, en los días previos ha habido allí una profusión de hojas violentísimas impresas clandestinamente.[12] Quien le habla es Josep Espinalt, director de la publicación y principal organizador del evento, por lo que se ha desplazado hasta Barcelona para informar a Pestaña y protegerlo durante el trayecto.[13]

Cartel del acto . Fuente: todocoleccion.net. Gentileza del Centre de Estudios Ramona Berni (CERB) de Manresa.

Pese a la información, y puesto que Manresa no era una ciudad especialmente peligrosa, decidieron no suspender el evento, limitándose a tomar las medidas de prevención al uso. No pensaban que fuera tan serio. De hecho, en declaraciones posteriores a la prensa, la propia víctima explicaría que aquello le pilló por sorpresa porque no percibió ninguna señal de la táctica seguida normalmente por los pistoleros antes de perpetrar un golpe, como podía ser un registro domiciliario previo de la policía o bien “hacerle a uno la parada”, consistente en un cacheo minucioso en plena calle, hecho con la intención real de reconocer los rasgos físicos y marcar a la víctima.[14]

Así pues, a las 12 del mediodía, Pestaña y Espinalt suben al tranvía de las Planas y se dirigen a Sabadell para reunirse con el zapatero Bruno Lladó, el otro orador de la tarde. Allí comen los tres y parten hacia Manresa. Llegan a destino a las 18:30hrs, una hora antes de lo previsto por motivos de seguridad, y son recibidos en la Estación del Norte (actual estación de RENFE) por una comitiva del Sindicato Único local formada por Lluís Serra Lluch, Joan Pujol Planas, Joan Illa y Ramiro (Ramon en otras fuentes) Angelet. Este último informa a los recién llegados de que acaban de ver a seis o siete individuos sospechosos pertenecientes al Sindicato Libre local rondando el puente de hierro, una pasarela metálica sobre el río Cardoner que une la estación con la ciudad, y les recomienda cambiar el itinerario habitual para evitar el encuentro.

No sabemos con certeza adónde iban. En la prensa hay diferentes versiones: a visitar la ciudad, a la fonda en que habían de hospedarse o bien a cenar casa de Espinalt. En cualquier caso, decidieron ir por el puente de piedra o el Puente Viejo, ubicado a unos 300 metros de su posición, para entrar a Manresa por la zona del torrente de San Ignacio, donde abundaban los cafés, las pensiones, las fondas y los prostíbulos.

Después de atravesar las calles de San Marcos y Montserrat, en la plaza de San Ignacio el alguacil del Ayuntamiento encuentra al grupo y se acerca a Espinalt para comunicarle que el alcalde quiere verlo para rellenar unos documentos necesarios para autorizar el acto. El guardaespaldas de Pestaña desaparece de escena. El resto cruza el torrente por el puente de Santa Lucía y toma el camino de su margen izquierda. Van en fila india, de a dos como mucho en los tramos más anchos. A la altura de la calle Cantarell, dispuestos a doblar la esquina para subir a la plaza del Hospital, un hombre que viene por detrás les adelanta y de repente grita “¡Ahora!” a otros dos individuos agazapados en las escaleras del portal de una casa, frente a un burdel llamado La Vermella, conocido popularmente por Ca la Cisca (casa de Francisca). Suenan disparos y el grupo de cenetistas se dispersa a toda prisa. Excepto uno, que yace inmóvil boca abajo, sobre un charco de sangre. Acuden en su ayuda dos o tres mujeres procedentes del burdel y varios soldados del Batallón de Cazadores de Reus, y entre todos suben al herido por la cuesta de Cantarell hasta el Hospital de Sant Andreu, a escasos 150 metros de allí.

Según informe de Francisco Soler, uno de los médicos que le atendió, fue disparado por detrás (posiblemente Pestaña se diera la vuelta para intentar huir), bien desde lejos o bien, como fue el caso, por una pistola de poca potencia. Y al decir de dos peritos armeros, las balas procedían del mismo tipo de pistola, lo que refuerza la hipótesis de que fue alcanzado por el mismo tirador. En cualquier caso, sufrió tres heridas: la de la espalda, la más grave, cuya bala le atravesó un pulmón y quedó alojada a flor de piel junto a la tráquea, en el cuello; otra en el antebrazo izquierdo, limpia, con orificios de entrada y salida, y otra en el brazo derecho a causa de la caída. A pesar de la gravedad de la primera de ellas, los doctores pronto se dieron cuenta de que, si no se infectaba el pulmón afectado, tenía bastantes posibilidades de sobrevivir.

El juez de Instrucción de Manresa, Francesc Segrelles, comenzó la investigación esa misma noche. Se acercó al hospital para intentar hablar con el herido y tomó declaración a los compañeros de la comitiva. Luego ordenó a la Guardia Civil detener a dos individuos que estaban en una casa cerca del juzgado; sin embargo, no cumplieron con su deber o bien alguien avisó a los sospechosos. Ante tal ineficacia, el juez solicitó la cooperación del alcalde Joan Espinalt Oller, y sólo entonces, aun cuando habían transcurrido horas valiosas, la Guardia municipal consiguió prender a siete sujetos. Pero los detenidos pidieron hablar por teléfono con el mismísimo gobernador civil y, tras conseguirlo, a las dos horas fueron puestos en libertad y se les devolvieron las armas.[15]

Por otra parte, desde Barcelona enviaron a la mañana siguiente a un comisario de policía, de apellido Marín, con objeto de abrir una investigación paralela, lo que a la Guardia Civil de Manresa produjo cierto disgusto. Tanto es así, que su capitán se desplazó a la Ciudad Condal para hablar en persona con Martínez Anido.[16] 

Para asegurar el éxito de la operación algunos pistoleros aguardaron en la puerta del hospital durante semanas para rematar a la víctima. Esto provocó sonadas protestas de los médicos del hospital y tal escándalo que, en Madrid, el diputado socialista Indalecio Prieto pidió al Ministro de Gobernación, Pío Vicente de Piniés, hacer lo posible para evitar su asesinato. Puesto que éste no era capaz de imponer su autoridad, Prieto acudió directamente a Sánchez Guerra, Presidente del Consejo de Ministros. Como no lo encontraba fue a buscarlo por Madrid y apareció en un tablao flamenco muy popular conocido como Villa Rosa, cerca de la plaza de Santa Ana.[17] El Presidente se comprometió a hacer todo lo posible por proteger a la víctima; ordenó al director general de la Guardia Civil que limpiara Manresa de pistoleros y estableció conferencia telefónica con Barcelona para hablar con el Gobernador Civil, Severiano Martínez Anido, para hacerle responsable personalmente de la suerte de la vida de Pestaña. Así se reforzó la vigilancia en la plaza del Hospital.[18]

Sin poder usar los brazos, Pestaña tuvo que ser alimentada por su pareja, María Espes, y por las monjas de la caridad. Mejoró en pocos días y al cabo de dos meses salió del hospital. Pese a que la prensa había propagado la noticia de que acabaría su recuperación en Madrid, se trasladó a Zaragoza bien protegido por la Guardia Civil y se instaló en casa de los suegros. Antes de acabar el año, el 5 de diciembre de 1922, volvió a Manresa y participó en un mitin en el Teatro Nuevo.[19]

La versión puesta en circulación desde el primer momento por la policía apuntaba a los propios compañeros como los ejecutores del atentado. Unión Obrera, el periódico oficial del Sindicato Libre, siguió la misma línea pocos días después, aunque atribuyendo la autoría a la facción bolchevique de la CNT, que habría preparado la emboscada a causa del informe de Pestaña al Comité Nacional de la CNT sobre su viaje a Rusia, de vital importancia para desvincular al sindicalismo revolucionario español de la Internacional Comunista. Y otra interpretación policial  posterior achacó la traición al reformismo de Pestaña, cada vez más alejado de los postulados del anarquismo.[20] Estas explicaciones no eran –ni son— demasiado convincentes, y la misma víctima las desechó en una entrevista concedida a la prensa madrileña.[21]

Tampoco eran nuevas. Fueron usadas muchas veces en que la víctima era un anarquista o un anarcosindicalista. Ahora bien, el berciano era un blanco fácil. Su postura contraria a la violencia y a los atracos le granjeó las primeras grandes enemistades en la CNT. Y es que al menos al principio, como él mismo reconoce en sus memorias, fue poco claro, ambivalente y condescendiente con los compañeros y compañeras que pertenecían o colaboraban con los grupos de acción. ¿Por qué? Por cálculo y en beneficio de sus ideas, y porque en el fondo le latía una contradicción: el compañerismo y la fidelidad a la CNT frente a la utilidad sindical y revolucionaria.[22] Una visión, por cierto, que no se apartaba del parecer de muchos otros compañeros. Repudiaban los atentados porque consideraban que el sindicalismo disponía de fuerza suficiente para paralizar la vida entera de la población; pero no despreciaban a sus autores, considerados más bien el producto de una educación individual incompleta y, en cierta forma, víctimas de la violencia de los de arriba. Dicho de otro modo: execraban los crímenes sociales, pero censuraban también sus causas generadoras.[23]

Sabemos que, desde la publicación de las cartas manuscritas de puño y letra de Brabo-Portillo en Solidaridad Obrera, el leonés tuvo que ir protegido con escolta. Uno de sus guardaespaldas fue Joaquín Blanco Martínez (a) El Valladolid, hombre de acción temerario capaz de dejarse matar por hacer su trabajo, y que llevaba dos pistolas porque a su protegido no le gustaba ir armado. Fue colaborador habitual desde su formación del conocido grupo “Los Solidarios” de los Ascaso, Durruti y García Oliver, y autor de los disparos que acabaron con la vida de un policía protector del oscuro abogado Pedro Mártir Homs, en septiembre de 1923. Otro escolta habitual de Pestaña fue el también “solidario” Ricardo Sanz, que en periodos de mucha violencia había llegado incluso a seguirlo sin que se diera cuenta. Vemos pues que los mismos hombres de acción cuyos actos tanto criticó el berciano (aunque entonces aún lo hiciera en privado; no así con los atracadores, contra quienes ya argumentaba públicamente basándose en los resultados contraproducentes de la experiencia en Rusia y en Francia) formaban parte de su entorno íntimo y de su vida cotidiana. Blanco era la ex pareja de María Espes, con quien tuvo dos hijas; con Sanz compartía amistad. Esta era la realidad en que estaba inmerso.[24]

Los autores de los disparos fueron miembros de los Sindicatos Libres. Unos residían en Manresa; otros llegaron de refuerzo desde Barcelona, pistoleros habituales a las órdenes del inspector de policía Honorio Inglés Pizarro, encargado de perseguir anarquistas y anarcosindicalistas en la zona norte de la capital.[25] A los cuatros días del intento de asesinato los nombres de los principales sospechosos ya aparecen en la prensa:[26]

  1. Isidro Miquel Vinyals, presidente del Sindicato Libre de Manresa. No tenía antecedentes penales, lo que no evitó que pocas horas después del suceso fuera dictado auto de procesamiento contra él. El día 30 se presentó voluntariamente en el cuartel de la Guardia Civil, donde fue detenido e incomunicado.
  2. Joan Pladevila Cucurull (a) Juan de la Manta, ferroviario manresano integrado en grupos de acción de Barcelona, por lo que tenía muchos antecedentes penales. Fue capturado en la Ciudad Condal a comienzos de 1923, encerrado en la prisión de Manresa y parece ser que puesto en libertad con cargos a la espera de juicio.[27]
  3. Ramón Ródenas Ródenas (a) Rabadá o El Rabada, natural de Enguera (Valencia), tintorero en Sant Andreu de Palomar (Barcelona) y pistolero habitual. Reclamado por el juzgado de Manresa fue detenido en agosto de 1923 en posesión de una Búfalo calibre 7’65 con diez y nueve cápsulas y dos cargadores.[28]
  4. Pedro Mollart Prades (también Mullart, Mollar o Mollá), vecino de Manresa. Arrestado en Sallent (Barcelona) por la Guardia Civil en octubre de 1923.[29]
  5. Y un tal Chato de Sant Andreu, cuyo nombre real por el momento desconocemos.

Descartamos a otros pistoleros que aparecen en las fuentes, bien por no haber podido confirmar su implicación o por haberla desechado. Entre los primeros encontramos a un tal Vilajoana (a) El Tronqui y a otro individuo conocido como En Serra, ambos originarios de Berga (Barcelona), así como al pistolero de Barcelona Andreu Hortet, e incluso al mismísimo Juan Laguía, cofundador de los Sindicatos Libres.[30]  Descartamos la participación de Carlos Baldrich Ibern (a) Onclo o L’Oncle, porque el día del suceso estaba preso. Fue detenido tres días antes en posesión de una Browning por un alboroto entre obreros a la puerta de una fábrica y salió de la cárcel el día 27.[31]

En junio de 1923 fueron juzgados en la misma causa por asesinato frustrado Vinyals, Juan de la Manta y El Chato de Sant Andreu, ante la sección segunda de la Audiencia Provincial de Barcelona. Vinyals fue el único presente ante el tribunal popular; los otros dos fueron procesados en rebeldía. Su declaración durante la vista fue, en mi opinión, poco convincente. Juzguen ustedes. Dijo que el día de los hechos se acercó a la estación a dar un paseo y vio que los grupos del Libre y del Único se miraban en actitud de reto, por lo que se marchó de allí para evitar problemas y en el puente de piedra, junto a un pozo, se sentó y se quedó dormido. Luego, como –siempre según el— hacía a menudo, se marchó en tren a Barcelona y allí se habría enterado del atentado. El día 28 volvió a Manresa y por su padre supo que la Guardia Civil se había presentado en su casa, lo cual le movió a acudir voluntariamente al cuartelillo.

Los acusados comenzaron la vista en desventaja: ningún testigo de la defensa acudió al juicio. Eran policías y guardias civiles destinados en otras localidades, por lo que no se presentaron. Después, los cenetistas Espinalt y Pujol Planas, así como una de las mujeres del burdel, identificaron a Vinyals como autor de los disparos contra Pestaña. Además, dos vecinos suyos declararon que ese día oyeron disparos en casa del acusado porque, junto a otros individuos, estaban practicando tiro al blanco. Otra vecina dijo haber oído también tiros, sin precisar de dónde venían.

Aun así, los testimonios del fiscal incurrieron en contradicciones y hubo algunos puntos oscuros. Por ejemplo, Espinalt, que conocía bien a su antagonista, declaró que al separarse del grupo para ir a ver al alcalde se cruzó con Vinyals y otros dos individuos y pudo ver que iban armados, cuando lo cierto es que durante la instrucción del sumario no había dicho nada al respecto. Algo parecido le pasó a una de las mujeres que salió del prostíbulo, la que primero llegó hasta el herido, llamada María Ferri Belmonte, quien identificó al acusado en el juicio a pesar de que, según la defensa, no lo habría hecho en una rueda de reconocimiento anterior alegando que “el que disparaba la pistola, el último, era más grueso que el procesado”. La mujer replicó que no fue así y negó que hubiera dicho tal cosa. Sea como fuere, su compañera Pilar Rodríguez Gil, con quien estaba en el balcón al ocurrir el suceso, declaró que desde su posición no era posible ver la cara a los tres agresores.

Pestaña declaró que no vio la cara de su agresor y que desconocía si había rivalidad entre Espinalt y Vinyals. Concluyó diciendo que oyó decir que el procesado era uno de los autores de los disparos, aunque no sabía en qué se fundamentaba tal acusación. Durante la intervención, repitió varias veces que no quería perjudicar al procesado, puesto que no le inspiraba animosidad alguna. Parece que fue sincero, y así lo llegó a afirmar el abogado defensor.

No obstante, hay un asunto que llama la atención, algo que pasó casi inadvertido para la mayoría de transcriptores del testimonio en la prensa: el leonés aseguró que en el hospital recibió una visita de determinadas personas que le dieron los nombres de los autores de los disparos. Al hacer estas afirmaciones el fiscal interrumpió al testigo para rogarle que facilitara esos nombres, pero se excusó de hacerlo:

Si diera esos nombres en las actuales circunstancias sería tanto como firmar la sentencia a muerte de los aludidos.[32].

En realidad, como ya había declarado pocas semanas antes del juicio durante una entrevista, consideraba que a los verdaderos asesinos no había que buscarlos en los autores materiales, puesto que “radican en esferas más altas, en donde están a cubierto de toda responsabilidad por las altas influencias que los protegen“[33].

La sentencia contra Vinyals, Pladevila y El Chato de Sant Andreu fue la declaración de no culpables. Tal vez por las anomalías referidas más arriba o por otras que percibiera, el fiscal solicitó mantener la causa abierta y repetir el juicio con otro jurado, pero la propuesta no fue aceptada.

La coyuntura política y social del juicio contra Ramón Ródenas y Pedro Mollart cambió considerablemente respecto del primero. En septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, se había sublevado contra el gobierno con el apoyo del rey Alfonso XIII. Y el pistolerismo había contribuido mucho al deterioro político. De entrada, la Dictadura no ilegalizó los sindicatos confederales, aunque sí aumentó la presión sobre ellos mediante un decreto que imponía el control periódico de la documentación, las cuentas, los actos públicos y las publicaciones. Pero pronto entrarían en la clandestinidad. El 7 mayo de 1924, justo una semana antes del comienzo de la vista de este segundo juicio y pocos días después de la ejecución de los responsables al atraco a la Caja de Ahorros de Tarrasa, caía asesinado el verdugo de la Audiencia de Barcelona, Rogelio Pérez Vicario. La represión no se hizo esperar.

A los acusados les pedían doce años y un día de prisión por asesinato frustrado. De nuevo nos encontramos a Josep Espinalt declarando como testigo, esta vez identificando a los acusados como los dos acompañantes armados de Vinyals que se cruzó cuando iba a ver al alcalde. Aseguró que Mollart, en voz alta, dijo uno de sus compinches: “Deja a éste, ahora vamos por el otro”. Mollart alegó que tenía enemistad con Espinalt porque habían trabajado en la misma empresa y le había denunciado por actos de sabotaje. Ródenas, por su parte, alegó que el día del atentado no estaba en Manresa, y que Espinalt pretendía involucrarlo por rivalidad sindical y por vengar a un compañero condenado por autor de un delito societario. En cuanto a Pestaña, esta vez no se presentó al juicio porque estaba en Francia desde hacía unos meses. Los acusados fueron también declarados no culpables y absueltos.[34]

Ya en el primer gran mitin al que acudió Pestaña tras sobreponerse de las heridas, en el Ateneo de Madrid, lanzó graves acusaciones contra Martínez Anido, las cuales salieron publicadas al día siguiente en primera plana en la prensa madrileña.[35]

Debemos tener en cuenta que, en su puesto de director de Solidaridad Obrera, Pestaña manejaba muchísima información. En abril de 1923 inició en sus páginas una campaña de denuncia al terrorismo de Estado bajo el epígrafe “Realidades Trágicas”, en que a menudo aparece o se intuye a Martínez Anido en la cúspide de la trama.[36] En dos de sus números saca a la luz unas cartas escritas por carlistas y libreños, filtradas al diario obrerista supuestamente por un anónimo. Entre ellas hay una que nos interesa especialmente, publicada el día 11 y dirigida al director, en que se denuncia a los autores de los atentados cometidos contra Layret; Evelio Boal y Pedro Vandellós, ex secretarios del Comité Nacional de la CNT y de la Federación Local de Sindicatos de Barcelona respectivamente, y contra el propio Pestaña. En la carta, cuyo contenido conocemos a través de reproducciones en otros diarios de la época (no ha sido posible localizar el ejemplar original), se señala al inspector de policía Honorio Inglés Pizarro como director de los atentados, incluso como autor material en el caso de Boal y Vandellós.[37]

El paso del tiempo no le hizo cambiar de opinión. En la autobiografía Lo que aprendí en la vida (1934) mantiene que el atentado fue organizado e impuesto por Martínez Anido en represalia a un discurso suyo durante un mitin en Zaragoza en que lo acusaba de organizar el terrorismo libreño.[38] La gran mayoría de autores defienden esta tesis.[39] Y nosotros, pese a no haber encontrado ninguna referencia al respecto en los mítines de Zaragoza, también.

Por otro lado, De Lera añade que quien financió el atentado fue Damián Mateu, empresario fundador de la compañía de automóviles Hispano-Suiza.[40] Sin embargo, una vez más, el biógrafo no aporta pruebas.   

La noticia del suceso apareció en todos los periódicos y sus consecuencias no se hicieron esperar. En la ciudad de Barcelona la noticia se difundió durante la noche del atentado. Un detalle que permite captar la inquietud del momento es que la policía tuvo que dispersar a un grupo de obreros que se concentró frente la redacción del diario republicano La Publicidad, en cuyos muros se exponían tablones con las noticias más importantes. Por su parte, diversos sindicatos confederales convocaron una huelga general de protesta para el lunes 28, con especial protagonismo del Sindicato de Transportes. Apostaron piquetes en algunas fábricas y talleres de Sants, Sant Andreu, el Poble Nou, la Barceloneta y otros barrios del Pla de Barcelona.[41]

En Manresa la situación se volvió muy tensa la misma tarde del suceso. Las autoridades prohibieron el acto del Teatro Nuevo que, pese a todo, algunos pretendían celebrar para que Bruno Lladó contara lo sucedido a los obreros allí congregados, y tuvieron que mandar refuerzos de la Guardia Civil desde Barcelona y poblaciones cercanas para ayudar a la policía gubernativa y municipal. Tampoco permitieron la celebración de otros espectáculos, entre ellos una conferencia en el local de la Federación Patronal previsto para el día siguiente.[42]

Por su parte, los sindicatos locales convocaron huelga general para el mismo sábado, la cual fue seguida por la mayoría de obreros de las fábricas y talleres, incluidos los del Libre. Los primeros en parar fueron los tipógrafos, por lo que ese día no salieron a la calle los diarios de Manresa. La cabecera republicana La Publicidad habla de siete mil trabajadores en huelga; la conservadora La Veu de Catalunya ratifica que fue seguida masivamente, aunque matiza que gran parte de tiendas y cafés permanecieron abiertos. Coindicen en que apenas hubo incidencias. En la fábrica del Puente Viejo fueron detenidas cinco obreras y un obrero pertenecientes a un piquete. Hasta el lunes 28 no se recuperó la normalidad.

Pero lo más interesante, en mi opinión, es un asunto que la historiografía ha pasado por alto: la destitución del alcalde de Manresa a los quince días del suceso. Joan Espinalt Oller, de tendencia republicana radical, había sido elegido por el Pleno del Ayuntamiento en abril de 1922 tras dos votaciones nulas, con el apoyo implícito de los regidores de la Liga Regionalista. Las derechas eran mayoría, pero no se pusieron de acuerdo y los lligaires se ausentaron de la tercera y definitiva elección. En cambio, a principios de septiembre, tras el atentado, le retiraron el apoyo alegando precisamente la constitución anormal del ayuntamiento en abril, además de otros vagos motivos como la proliferación de la prostitución y del juego en la ciudad, la disminución de ayudas a la beneficencia, el despilfarro y, en el orden político, el entreguismo a la Unión Monárquica Nacional. Valiéndose de una maniobra clientelista y caciquil, lograron sustituirlo por el correligionarioIgnasi Suaña Esteve. Por lo visto, el diputado liguero por el distrito de Manresa en el Congreso, Josep Creixell Iglesias, solicitó al Ministerio de la Gobernación que Espinalt fuera cesado de su cargo. Y así se hizo mediante dos reales órdenes: una destituyendo al alcalde y otra nombrando al sustituto. La Liga Regionalista ayudó a Martínez Anido a destituir al alcalde, lo que provocó la protesta del Ayuntamiento al completo, excepto los 4 regidores ligueros, por la injerencia estatal en los asuntos municipales.[43]

Cesado el alcalde, el jefe de la Guardia municipal, sintiendo herida su dignidad, dimitió, y los agentes municipales se sumaron a la lenidad de la fuerza pública dependiente del gobernador civil. Se comprende así que las bandas de pistoleros, nutridas incluso por los mismos sujetos a quienes el juzgado reclamaba, establecieran día y noche turnos de vigilancia ante la puerta misma del hospital, esperando tranquilamente la salida de Pestaña para rematarlo.

Los sucesos de Manresa crearon polémica en la prensa y en las instituciones. Al Congreso de los Diputados la cuestión llegó en la sesión del 30 de noviembre, en que hubo una dura interpelación de Alfonso Sala, de la Unión Monárquica Nacional, al Ministro de la Gobernación, Pío Vicente de Piniés. Josep Creixell, casualmente, ese día se ausentó y fue sustituido por Francesc Cambó. Sin embargo, la intervención más interesante fue la del socialista Indalecio Prieto, quien denunció la complicidad de cargos públicos, agradeció la rectitud de conciencia y el esfuerzo del Sánchez Guerra para impedir el crimen y emplazó a los diputados a esclarecer los hechos.[44]

No lo hicieron. Ignasi Suaña siguió ocupando la alcaldía de Manresa hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera y los pistoleros libreños merodearon por la ciudad durante un tiempo. Prueba de ello es que un grupo de acción confederal, entre los que encontramos al futuro ministro de Justicia Juan García Oliver, se desplazó hasta allá a principios de enero de 1923 para “limpiar” la zona. Como sucedió tras otras agresiones graves, la CNT había decidido cobrarse el atentado y para ello contó con el apoyo del propio Josep Espinalt. Pasaron muchas horas esperando al enemigo sentados en el music-hall Kursaal, pero los libreños desparecieron de la ciudad antes de darles caza.[45]

Por otro lado, el atentado contribuyó a la caída de Martínez Anido. El 24 de octubre el Presidente del Consejo de Ministros había relevado a Arlegui de su cargo por disparidad de criterios en la lucha social barcelonesa y la tirantez de éste con el Director General de Orden Público, Millán de Priego, lo que condujo, no está claro si por dimisión o destitución, al consiguiente cese del Gobierno civil. La gota que colmó la paciencia de Sánchez Guerra fue el montaje de un autoatentado por parte de Martínez Anido, tras el cual pretendía suspender de nuevo las garantías constitucionales y recrudecer la represión.[46] Sin embargo, tal como declararía el ya ex Gobernador a la prensa:

Podemos tomar de más lejos tal tirantez, y les diré que desde el atentado contra el sindicalista Ángel Pestaña, en Manresa, noté la atmósfera del Gobierno algo molesta para nosotros. Se me preguntaba a diario por telégrafo y por teléfono por el estado de Pestaña; se lamentaba amargamente el ministro de que hubiese podido ocurrir aquel atentado, y hubo días en que se me preguntaba seis veces cómo seguía el enfermo. El mismo día en que ocurrió el atentado, el ministro me preguntó por teléfono qué medidas tomaría yo contra lo ocurrido, pues creía que aquí y en Manresa ocurriría algo sensacional. Le contesté que no pasaría nada ni aquí ni en Manresa, puesto que el atentado contra Pestaña, lamentándolo mucho, era para Barcelona un atentado más, pero no motivo para una catástrofe ciudadana, ni mucho menos. […]

También puedo decirles que ni una sola vez me preguntaron los señores Piniés y Millán de Priego por el estado de los agentes de Policía que caían muertos o heridos en el cumplimiento de su deber, ni se han dado recompensas a quienes más se han distinguido en la lucha.[47]

El atentado contra Pestaña nos descubre, quizá más claramente que otros, la forma en que los poderes actuaban durante esos años:

  • Fue prácticamente anunciado de forma pública en Manresa unos días antes de perpetrarse y nadie tomó precauciones para evitarlo. El día de los hechos llegaron a Manresa pistoleros armados procedentes de Barcelona y nadie los detuvo ni los cacheó.
  • Ni la Guardia Civil ni los agentes gubernativos, al recibir la orden del juez para llevar a cabo las primeras detenciones, cumplieron con su deber. Ante tal ineficacia pidió el juez la cooperación del alcalde, y sólo entonces la Guardia municipal consiguió detener a siete de los sujetos que reclamaba el juzgado; pero a las dos horas, por orden del gobernador, a los detenidos se les puso en libertad y se les devolvieron las armas.
  • Días después, el alcalde de Manresa, elegido libremente por el Ayuntamiento y contando con la confianza de la mayoría de los concejales, fue depuesto. La Liga Regionalista, tan defensora del fuero municipal, ayudó a Martínez Anido a destituir al alcalde, leal auxiliar de la Justicia, y consiguió que el sustituto, nombrado de real orden y contra la voluntad de la Corporación, fuese un correligionario.
  • Tras el cambio de alcalde el jefe de la Guardia municipal, en desacuerdo con la decisión, dimitió. Los agentes municipales se sumaron entonces a la benevolencia de la fuerza pública dependiente del gobernador, lo que hizo posible que las bandas de pistoleros esperaran la salida de Pestaña del hospital para rematarlo.
  • El Gobierno de Madrid conoció los detalles de estos hechos, tomó las disposiciones oportunas para acabar con el lamentable espectáculo y transmitió con reiteración las órdenes a Barcelona. Pero no se cumplían y los pistoleros seguían sin desmontar su guardia. Sólo las gestiones de Indalecio Prieto lograron que el Presidente del Consejo de Ministros tomara las riendas del asunto y, al fin, se acataran las órdenes.
  • Y, como si lo ocurrido con Pestaña fuera poco, se puso de nuevo en vigor en las calles de Barcelona la “ley de fugas” después de un fingido complot para asesinar a Martínez Anido.

El presente artículo se publicó originalmente en el blog Conversación sobre Historia

Imagen de cabecera: portada de La Campana de Gràcia de 2/9/1922.


[1] El propio Pestaña lo dató en una entrevista aparecida en la prensa: “El leader del sindicalismo Ángel Pestaña, el problema de las masas, los queridos demagogos y otras cosas”, Nuevo Mundo, 12-6-1931, Madrid, p. 4.

[2] DE LERA, Ángel María (1978), Ángel Pestaña. Retrato de un anarquista. Barcelona: Argos Vergara, pp. 195-196.

[3] PRESTON, Paul (2019), Un pueblo traicionado: España de 1874 a nuestros días. Corrupción, incompetencia política y división social. Barcelona: Debate; ARAGONÉS, Vidal (2020), Francesc Layret. Vida, obra i pensament. Barcelona: Tigre de paper.

[4] DE LERA, Ángel María (1978), Ángel Pestaña… Op. cit., pp. 195-196; SANTOS, María-Cruz (2012), Ángel Pestaña “Caballero de la Triste Figura”. Sttutgart: Editorial Académica Española, p. 107;“Otras manifestaciones del pistolero Feced acerca de los atentados de Barcelona”, El Diluvio, Barcelona, 31-5-1931, p.39.

[5] MARINELLO, Juan Cristóbal, “A cien años de la Ley de Fugas: el terrorismo de Estado en la Barcelona del pistolerismo”. Ser Histórico. Portal de Historia, 29-4-2021. Consulta en línea, 31-8-2022.

[6] MARINELLO, Juan Cristóbal (2015), Sindicalismo y violencia en Catalunya 1902-1919 [tesis doctoral]. Barcelona: Universidad Autónoma. Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, p. 1. Disponible en línea.

[7] Véase al respecto una intervención del diputado socialista Indalecio Prieto en el Congreso: Diario de las sesiones de Cortes: Congreso de los Diputados, Sesión de 14-3-1922, pp. 97-98. Disponible en línea. En: MARINELLO, Juan Cristóbal, “A cien años… Cit.

[8] Para la reconstrucción de los hechos de aquel día me baso en tres bloques de fuentes hemerográficas. Para interrumpir menos la lectura, sólo especificaré algunos asuntos cruciales o bien las fuentes de información que no procedan de aquí. 1) Día de los hechos e inmediatamente posteriores: “Atentado contra Pestaña en Manresa”, El Diluvio, Barcelona, 26-8-1922, pp. 18-19; “El Diluvio en Manresa. El atentado contra Pestaña en Manresa”, El Diluvio, Barcelona, 27-8-1922, pp. 14-15; “Atentado contra Ángel Pestaña”, La Vanguardia, Barcelona, 26-8-1922, pp. 13-14; “Les lluites socials”, La Publicidad, Barcelona, 26-8-1922, p.3; “Les lluites socials. L’atentat contra Ángel Pestaña”, La Publicidad, Barcelona, 27-8-1922, p.3; ”Després de l’atentat contra Ángel Pestaña”, La Publicidad, Barcelona, 29-8-1922, p.3; ”De l’atemptat a en Pestaña”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, Manresa, 28-8-1922, p. 2; “La qüestió social”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, Manresa, 29-8-1922, p. 2. 2) Testimonios de la vista y veredictos del primer juicio, contra Vinyals, Pladevila i El Xato de Sant Andreu: “Ayer en la Audiencia. Los delitos sociales. Asesinato frustrado contra Ángel Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 9-6-1923, p. 10; “Vista de causas. Sección segunda”, El Diluvio, Barcelona, 10-6-1923, p. 8.; “Tribunales. El atentado contra Pestaña”, La Vanguardia, Barcelona, 9-6-1923, pp.5-6; “Tribunales. El atentado contra Pestaña”, La Vanguardia, Barcelona, 10-6-1923, p.13; “Crònica judiciària. Audiència Provincial. Vista d’una causa per assassinat frustrat d’Ángel Pestaña”, La Publicitat, Barcelona, 9-6-1923, pp. 5-6; “Vista de una causa en Barcelona. El atentado contra Ángel Pestaña en Manresa”, Heraldo de Madrid, 8-6-1923, p.5. 3) Testimonios de la vista y veredictos del segundo juicio, contra Mullart y Ródenas: “Tribunales. Vista de causas”, La Vanguardia, Barcelona, 15-5-1924, p.10; “Tribunales. Vista de causas”, La Vanguardia, Barcelona, 16-5-1924, p.12; “Tribunales. Vista de causas. Absolución”, La Vanguardia, Barcelona, 21-5-1924, p.10; “Vista de causas. Sección segunda”, El Diluvio, Barcelona, 15-5-1924, p. 12; “Vista de causas. Sección segunda. Del atentado contra Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 16-5-1924, p. 13; “Del atentado a Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 21-5-1924, p. 12; “Crònica judiciària. Vista da la causa per assassinat frustrat d’Ángel Pestaña”, La Publicitat, Barcelona, 16-5-1924, p.4.

[9] Del pico de 311 en el año 1921, pasaremos a finales de 1922 a cifras comparables a 1917 y 1918, esto es: 19 muertos, 30 heridos y 12 ilesos. Véase: BALCELLS, Albert, “Violencia y terrorismo en la lucha de clases en Barcelona de 1913 a 1923”, Estudios de historia social, nº 42-43 (1987), Madrid, p. 49.

[10] PRADAS BAENA, Maria Amàlia (2003), L’anarquisme i les lluites socials a Barcelona, 1918-1923: La repressió obrera i la violència. Barcelona: Edicions de l’Abadia de Montserrat.

[11] Es curioso que en buena parte de la prensa de la época y en muchos trabajos posteriores conste que el título de la charla en el Teatro Nuevo de Manresa era La Rusia Soviética, en que supuestamente, en calidad de delegado de la CNT en el II Congreso de la Tercera Internacional, Pestaña debía aportar sus impresiones sobre la obra de la Revolución de Octubre. Pero no fue así. El encargado de desarrollar el tema. La charla Pestaña se titulaba Consideraciones sobre el problema social.

[12] PRIETO, Indalecio: “Lo que el país no impuso. El mérito de una resolución”, La Libertad, Madrid, 26-10-1922, p. 1.; “Declaraciones de Ángel Pestaña”, La Libertad, Madrid, 28-10-1922, p. 4; “Ángel Pestaña ha hecho gravísimas acusaciones que necesitan urgente esclarecimiento”, El Sol, Madrid, 25-11-1922, p. 1; “Pestaña en el Ateneo. Ha hecho gravísimas acusaciones”, La Voz, Madrid, 25-11-1922, p. 4.

[13] Espinalt también era un hombre de acción. Así, a comienzos de 1921 formó parte de una expedición designada por un Pleno confederal del ramo textil que se desplazó a Madrid para negociar la formación de una comisión algodonera compuesta por representantes de la patronal, el Gobierno y la CNT, cuyo cometido real habría sido ayudar a preparar el atentado que acabó con la vida de Eduardo Dato, el 8 de marzo. Durante esos días, se habría dedicado también a controlar los movimientos del Presidente del Consejo de Ministros.Véase: GARCÍA OLIVER, Juan (2021), El eco de los pasos. Barcelona: Virus, pp. 83-86.

[14] “Después del atentado. Declaraciones de Ángel Pestaña”, El Sol, Madrid, 28-9-1922, p. 3; “Declaraciones de Ángel Pestaña”, El Sol, Madrid, 19-11-1922, p. 1.

[15] Ángel Pestaña ha hecho gravísimas acusaciones… Cit.; “Pestaña en el Ateneo… Cit; PRIETO, Indalecio: “Lo que el país… Cit.

[16] “El atentado contra Pestaña”, El Sol, Madrid, 30-8-1922, p.1.

[17] Es inexacto pues, como muchas veces se ha escrito, que los interpelara en el Parlamento. No era periodo de sesiones; estaban de vacaciones.

[18] Diario de las sesiones de Cortes: Congreso de los Diputados, Sesión de 30-11-1922, pp.4448 y 4450. Sobre la intervención de Prieto, véase también: “Impresionante relato del origen de su amistad con Sánchez Guerra”, El Sol, Madrid, 20-4-1930, p. 12.

[19] “Ángel Pestaña en Zaragoza, La Voz, Madrid, 27-10-1922, p. 1; “Crónica telegráfica de provincias. Manresa”, La Vanguardia, Barcelona, 6-12-1922, p.18.

[20] HERNÁNDEZ CORTÉS, Manuel, “¡Solidaridad! A los sindicalistas libres de Cataluña y España”, Unión Obrera, Barcelona, p. 1; COMÍN COLOMER, Eduardo (1956), Historia del anarquismo español, tomo II. Barcelona: AHR, p. 29. Compárense con: ALOMAR, Gabriel, “La exculpación acusadora”, La Libertad, Madrid, 10-3-1923.

[21] “Davant En Pestaña ferit”, La Campana de Gràcia, Barcelona, 2-9-1922, p. 2; “Después del atentado. Declaraciones de Ángel Pestaña”… Cit.

[22] PESTAÑA, Ángel (1934), Lo que aprendí en la vida. Madrid: M. Aguilar Editor, pp. 91-97.

[23] “Ángel Pestaña da una conferencia en el teatro de la Comedia”, El Día, Madrid, 4-10-1919, p. 4; “La exposición de los sindicalistas al Congreso”, El LiberalCit. Para profundizar en el tema, véase también: GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo (1999), El máuser y el sufragio: orden público, subversión y violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 143-144.

[24] CAMPOS, Severino, “Exponentes de integridad. Joaquín Blanco”, Solidaridad Obrera, Argel, 15-2-1947, p. 4; SANZ, Ricardo (1966), El sindicalismo y la política. Los “Solidarios” y “Nosotros”. Toulouse: Imprenta Dulaurier, pp. 104 y 244; SANZ, Ricardo (1978), Figuras de la revolución española. Barcelona: Ediciones Petronio, pp. 195-196; SANTOS, María-Cruz (2012), Ángel Pestaña… Op. cit., pp. 37 y 43. Algunas fuentes identifican a Blanco con José Picón Martínez. Véase: ÍÑIGUEZ, Miguel (2008), Enciclopedia histórica del anarquismo español, tomo I. Vitoria: Asociación Isaac Puente.

[25] LEÓN-IGNACIO (1981), Los años del pistolerismo. Ensayo para una guerra civil. Barcelona: Planeta; MANENT PESAS, Joan (1976), Records d’un sindicalista llibertari català, 1916-1943. Edicions Catalanes de París,p. 78;LERA, Ángel María de (1978): Ángel Pestaña… Op. cit. p. 201.

[26] V. gr.:“La qüestió social”, El Pla de BagesCit.; “Crònica social. Les recerques de la policia”, La Publicidad, Barcelona, 30-8-1922, p. 3; “Otros telegramas. De Madrid. Últimas noticias de Gobernación”, La Vanguardia, Barcelona, 30-8-1922, p. 13.

[27] MOTA MUÑOZ, José Fernando (2022), ¡Viva Cataluña española! Historia de la extrema derecha en la Barcelona republicana. Universidad de Valencia, p. 95; “La qüestió social”, El Pla de Bages cit.; ”Després  de l’atentat contra Ángel Pestaña”, La Publicidad… cit. “Detención”, La Vanguardia, Barcelona, 23-1-1923, p.18; “A la cárcel”, La Vanguardia, Barcelona, 7-2-1923, p.10.

[28]“Informaciones de Barcelona. Son detenidos y puestos a disposición del juzgado, dos individuos que llevaban pistolas. Detenciones”, La Vanguardia, Barcelona, 21-8-1923, p.5. 

[29]“Manresa”, La Vanguardia, Barcelona, 2-10-1923, p.10.

[30] MANENT PESAS, Joan (1976), Records… Op. cit., pp. 58 i 78; PRESTON, Paul (2019), Un pueblo… Op. cit.

[31] Ficha de Carlos Baldrich Ibern, Centro Documental de la Memoria Histórica, DNSD-SECRETARÍA, FICHERO, 5, B0007080; “Coacciones: una detención”, La Vanguardia, Barcelona, 23-8-1922, p.3; “La situación actual. En libertad”, La Vanguardia, Barcelona, 27-8-1922, p.8

[32] “Vista de una causa en Barcelona. El atentado contra Ángel Pestaña en Manresa”, Heraldo… Cit.

[33] “Ángel Pestaña afirma que comienza una cruzada contra el crimen”, El Heraldo de Madrid, 23-4-1923, p.1.

[34]“Del atentado a Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 21-5-1924, p. 12; “Absolución”, La Vanguardia, Barcelona, 21-5-1924, p.10.

[35] “Ángel Pestaña ha hecho gravísimas acusaciones… Cit.; “Pestaña en el Ateneo… Cit.

[36]Por ejemplo, refiriéndose a Pedro Vives, miembro regional de la Junta agregado al Partido Popular Católico: “[…] este señor es el que estaba en relación con Martínez Anido, indicándole los hechos que tenían que suceder en Barcelona”. En: “Del terrorismo al neofascismo. Reproducción de un documento, cuya entrega ha interesado el Juzgado”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 12-4-1923, p. 1. O también: “No podíamos continuar nuestra campaña [sin] poner al descubierto a los actores y autores de la tragedia barcelonesa. Y si bien es verdad que no están todos los que son, no es menos cierto que con anterioridad a esta ocasión hubimos ya de denunciarles a la opinión. La obra de Martínez Anido y Arlegui, comienza a dar sus resultados contrarios. Es la opinión quien quiere vindicarse por silencios pretéritos.”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 13-4-1923, p. 2.

[37]“El terrorismo en Barcelona. El periódico Solidaridad Obrera hace acusaciones concretas”, La Correspondencia de España, Madrid, 11-4-1923, p.1; “Las luchas sindicalistas. Solidaridad Obrera hace graves acusaciones”, El Sol, Madrid, 12-4-1923, p. 3; “Las luchas sociales. Interesante artículo de ‘Solidaridad Obrera. Los asesinos de Layret, Boal y Vandellós, y los que atentaron contra Pestaña’”, El Liberal, Madrid, 12-4-1923, p.4; “Revelaciones graves. Quiénes son los pistoleros”, La Libertad, Madrid, 12-4-1923, p. 4.

[38] PESTAÑA, Ángel (1934), Lo que aprendí… Op. cit., pp. 80-81. En la reedición de Zyx de los años 70 el fragmento en cuestión no aparece por la censura.

[39] Siguen también la tesis de Pestaña: GUZMÁN, Eduardo de, “Medio siglo de sindicalismo español: Ángel Pestaña”, Tiempo de Historia, 1-11-1978, núm. 48, p. 45; PEIRATS, José (1971), La CNT en la revolución española,tomo 1. París: Ruedo ibérico; MEAKER, Gerald H. (1978), La izquierda revolucionaria en España, 1914-1923. Barcelona: Ariel, p. 589; ELORZA, Antonio (1974), “El sindicalismo de Ángel Pestaña” [prólogo], PESTAÑA, Ángel (1974), Trayectoria sindicalista. Madrid: TEBAS, pp. 14-15; VARELA, Miguel Ángel (2008), Ángel Pestaña. Ponferrada: Fundación Pedro Álvarez Osorio. Ayto. de Ponferrada; SANTOS, María-Cruz (2012), Ángel PestañaOp. cit., p.p. 140-143.  

[40] LERA, Ángel María de (1978): Ángel Pestaña… op. cit., pp. 199-200.

[41] “L’actualitat social. De l’atemptat contra en Pestaña”, La Veu de Catalunya, Barcelona, 29-8-1922, p. 7. En CANÓ, Lluch (2022), Sobre l’atemptat… Op. cit, p. 37.

[42] “Les lluites socials. Atemptat contra Ángel Pestaña. Vaga a Manresa en senyal de protesta”, La Publicidad, 27-8-1922, p. 3; “L’actualitat social. L’atemptat contra En Pestaña. Vaga general a Manresa”, La Veu de Catalunya, 27-8-1922, p. 7. En CANÓ, Lluch, (2022), Sobre l’atemptat… Op. cit., p. 37. Compárese con: “La situación actual. Del atentado contra Pestaña. Huelga general en Manresa”, La Vanguardia, Barcelona, 27-8-1922, p. 8; “La situación actual. El atentado contra Pestaña.”, La Vanguardia, Barcelona, 29-8-1922, p. 6; “El Diluvio en Manresa. El atentado contra Ángel Pestaña… Cit., p. 14.

[43] “Sessió de l’Ajuntament. Celebrada de segona convocatòria el dimecres 12”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, 14-9-1922, p. 2; La constitució de l’Ajuntament. ¿Perquè no pogué fer-se l’unió de dretes? L’Actitut del senyor Cirera” (sic), El Pla de Bages. Diari de Manresa, 15-9-1922, p. 1; “Notes polítiques”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, 9-9-1922, p. 2; “El nomenament de l’alcalde”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, 12-9-1922, p. 1; PRIETO, Indalecio: “Lo que el país… Cit.; Diario de las sesiones de Cortes… Cit, pp. 4438-4452. También SARRET i ARBÓS, Joaquim (s/f), Efemèrides manresanes modernes, IV, 1917-1934. Manuscrito inédito. Arxiu Històric de la Ciutat de Manresa, s/p; Sesión del Pleno municipal del 13-9-1922, Libro de Actas del Ayuntamiento, 6-IX-1922/22-VIII-1923, pp. 8v-19. En: RUBÍ I CASALS, Maria Gemma (2004), El món de la política en la Catalunya urbana de la restauració. El cas d’una ciutat industrial. Manresa: 1875-1923 [tesis doctoral]. Barcelona: Universidad Autónoma. Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, pp. 390 y 398.

[44] Diario de las sesiones de Cortes… Cit. p. 4450. Véase también: PRIETO, Indalecio: “Lo que el país… Cit.

[45] MANENT PESAS, Joan (1976), Records… Op. Cit., p. 79; GARCÍA OLIVER, Juan (2021), El eco… Op. Cit., p. 113.

[46] MANENT PESAS, Joan (1976), Records… Op. Cit., pp. 80-100.; GARCÍA OLIVER, Juan (2021), El eco… Op. Cit., p. 113.

[47] “Nuevas declaraciones de Martínez Anido”, El Liberal, Madrid, 26-10-1922, p. 1.

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