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Anarquismo y acción directa. Uruguay, 1968-1973 [Reseña de ‘Los valientes duermen solos’]

Anarquismo y acción directa. Uruguay, 1968-1973, de Rodrigo Vescovi

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El título con que encabezo este artículo, más que nada conlleva un recuerdo de un libro de Rodrigo Vescovi. Alfonso Sastre, en un artículo titulado “Proceso de análisis e investigación”, publicado en noviembre de 1991 en la revista Anthropos, número 126, decía lo siguiente:

“La vida humana tiene poco de música, por decirlo así, o bien: lo que puede tener de música es una y otra vez interrumpido por intermitencias y arritmias, amén de no poco ruido. (…) Me parece que fue Foucault quien observó en alguno de sus escritos que algunas gentes, al contar su vida, tratan de organizarla y de presentarla como un conjunto lleno de, al menos, cierto sentido.”

La Historia, como se sabe, es el conjunto de numerosas y pequeñas historias, la suma de múltiples voces no siempre es fácil de conseguir; cave destacar aquí la inmortalidad de un gesto. Por ello, precisamente, en este caso, me impresiona, no este libro, sino lo que Rodrigo Vescovi va a escribir. En la presentación y el prólogo ya se advierte una vibración, entre tanteos de busca, ecos entre voces propias. Cierto que aquí se recogen los ecos revolucionarios  del período 1968-1973 en Uruguay. Los contenidos brotan de una fuente profunda que ayuda a conocer y a comprender la coordinación de grupos anarquistas, el sabotaje sistemático contra los símbolos de explotación capitalista, el intento por consolidar una federación libertaria, los militantes presos, las campañas de amnistía de militantes presos, las luchas sociales, las huelgas salvajes, la lucha contra el Estado y el Capital en Uruguay.

Como en poema lorquiano, lo que sí resulta cierto es que en Uruguay, a partir de 1968 y hasta 1973, anarquistas combatieron fraternalmente con los comunistas y socialistas, en contraste con la tradición bakunista -muy elocuentemente Bakunin- avisaron de los nuevos peligros de la «burocracia roja».  El hecho fue que hubo militantes anarquistas en el FER (Frente Estudiantil Revolucionario) y MLTN-T (Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros) grupos próximos al marxismo, influencias de Marx y Guevara en la FRAU (Federación Anarquista de Uruguay). Dentro de la tradición anarquista internacional, además de la FRAU se integró la OPR-33 y la ROE, las familias libertarias de la Escuela Nacional de Bellas Artes de la Universidad de Uruguay y la Comunidad del Sur y el GAL (Grupo de Acción Libertaria). El anarcosindicalista Fernand Pelloutier se preguntaba: «¿Por qué este estado transitorio, al cual debemos someternos necesaria y fatalmente?»

Las crónicas de Vescovi sobre Uruguay son precisas, objetivas. Existen hoy, en España, muchas bocas silenciosas. Es que no pueden hablar a pesar del simulacro de “liberalización”. Es posible que el semblante de la España post-franquista difiera sensiblemente de Uruguay. Los luchadores sociales uruguayos fueron una generación que se nutrió de, sobretodo libros y canciones, comprometidas con la lucha social. En el barrio de Teja se encontraban ancianos que habían luchado en la guerra civil española. Lucce Fabri, hija de Luigi, quien rechazaba la violencia daba énfasis a la educación y la cultura. La FAU, en una octavilla de 1972 lanzaba la consigna: «A luchar por salarios. A luchar para liberar a nuestros presos, encerrados por miles en las cárceles y en los cuarteles, torturados cobardemente, masivamente, ‘democráticamente'». Como bien nos aclara Vescovi, en Uruguay, a partir de 1968 y hasta 1973: “Este libro es una pequeña parte de su tesis doctoral, aprobada y publicada por la Universidad de Barcelona. En Uruguay se editó bajo el título Ecos revolucionarios, convirtiéndose, en abril de 2003, en el libro no ficción más vendido.” En Barcelona fue publicado por la editorial Descontrol en diciembre del 2015. Vescovi reúne las voces de aquellos testimonios, protagonistas y traidores, dentro del ámbito político, educativo y social. Aclara las debilidades y contras del movimiento libertario.

Todo empieza, según el prólogo “entre 1960, año en el que Uruguay firma su primera carta de intención con el FMI, y 1973, en el Cono Sur de América los aumentos de salarios reales fueron nulos o casi nulos, mientras que en países europeos de ese mismo período casi se duplicaron”. Se nos dice que ya en 1957 se comienzan a aplicar los métodos represivos en Uruguay. La huelga de peones en tambo, torturas, asesinatos y desapariciones fueron los métodos represivos en Uruguay para disuadir el espíritu revolucionario. En 1958 se alza la unidad obrero-estudiantil por la lucha de la Ley Orgánica de la Universidad de 1958. Llega la Revolución Cubana y las manifestaciones antiimperialistas y el alzamiento de la figura de Che Guevara. Aparecen las canciones revolucionarias y la educación pública. El punto álgido llega cuando trescientas mil personas se acercan al entierro del estudiante Liber Arce, asesinado por un policía en una manifestación. Un análisis de los problemas internos libertarios. En 1970 ocurre lo que el autor califica de “euforia combativa y contrapoder”. Aparecen los primeros comandos y atentados de manos de organizaciones guerrilleras y la creación de comités de barrio.

Uno de los capítulos magistrales es el titulado “La dialéctica de las balas y los calabozos” que lleva como subtítulo: “Secuestro y muerte del maestro de la tortura”. Fue el caso del estadounidense Dan Mitrione. Por su vida pidió hasta el Papa. Y el gobierno uruguayo hasta editó un sello de correos en homenaje al agente de la CIA ejecutado por sus captores. En 1971 la formación del Frente Amplio. El fin de la lucha armada en 1972 cuando el golpe militar de la dictadura. Analizar las causas y motivos de las derrotas de lo movimientos revolucionarios.

La presente obra se origina en doce estudios coyunturales dedicados a cada manifestación -las manifestaciones llamadas relámpago-; cada enfrentamiento más violento, que servía para iluminar más el sistema que les oprimía. Se trata de ubicar la lucha y el boicot, tanto en el marco más general de la historia como en su marco histórico preciso; estas últimas sirven como explicación de aquéllos por medio de una serie de análisis. Se trata de ubicar y explicar casos como fue negarse a trabajar para las fuerzas represivas -el caso de la industria de la bebida que entregó refrescos a las fuerzas armadas-. Sabotajes a compañías como las cocinas TEM donde distintos grupos fueron a un gran comercio y pusieron todo lo de TEM en medio de la calle.

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Recorte de «El Diario», 22 de Diciembre de 1966. Fuente: Evocación de la memoria del pasado presente

Movimiento 22 de diciembre, los sinpartido, la «escuelita» y su lucha armada, la lucha radial en el medio estudiantil, la oposición al Partido Comunista, la acción directa, las huelgas y ocupaciones de centros de trabajo y estudios, la participación de vecinos, artistas y enfrentamientos con la policía, expropiaciones, la violencia revolucionaria, la preparación y entrenamiento guerrillero, la propaganda armada, la cárcel del pueblo, las medidas de seguridad, la clandestinidad y las fugas de prisiones. Vescovi procura integrar los datos principales de la realidad uruguaya. De esta manera, a la riqueza informativa, que es una de las características sobresalientes del libro, se aúna un profundo rigor de análisis; el análisis de los hechos llega hasta la dictadura. Para Aharonián, «el fascismo significa el último manotazo de un sistema social que no quiere irse. Es la sacada de máscara del sistema democrático burgués, la cara real del sistema democrático burgués que cuando se ve acosado es fascista y cuando no está acosado se hace el democrático». Por lo tanto, en lugar de asincronismo del ciclo revolucionario hay que hablar más correctamente de desigualdad de condiciones. “-Hubo un cambio” insiste Ana Marianovich en el libro. “Sí, pero no una revolución” le recuerda Fernando Castillo a su compañera.

“Generales, traidores, mirad mi casa muerta…

Pero de cada niño muerto sale un fusil

con ojos;

Pero de cada crimen nacen las balas

que encontrarán un día el sitio

de vuestro corazón.

¿Preguntáis por qué mi poesía

no habla ya de sueño, de hijas,

de los grandes volcanes de mi país natal?

¡Venid a ver la sangre por las calles

Venid a ver la sangre

por las calles!

Pablo Neruda.

Los valientes duermen solos, Barcelona, enero de 2020.

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