Este artículo podrá parecer a muchos lectores “una nueva batallita sobre la guerra y los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas”, pero nos es muy difícil dejar pasar unos comentarios que consideramos necesarios y quizás útiles para aquellos interesados en la historia.
Los estudios de historia están siempre actualizándose ya que lo aportado por un historiador puede ser ampliado o rectificado por la aparición de nuevas fuentes documentales. Ese trabajo debe hacerse de manera escrupulosa mediante un código deontológico que asegure que el trabajo, aunque esté incompleto, se ha realizado de la manera más profesional posible.
Se ha de decir que J. M. Corral ya ha tenido a su disposición algunos trabajos previos, ya fuera sobre el período de la Guerra de España, o sobre las luchas sociales y obreras en el tardofranquismo. Su libro, El PSUC a Santa Coloma de Gramenet 1(936-1979), editado por Carena en 2021, es una aportación más a la historia de la ciudad y, sobre todo, a la de un sector del movimiento antifranquista de la mayor importancia. No por eso deja de tener, según nuestra opinión, algunos elementos de controversia, sobre todo durante el período de la guerra, que intentaremos poner sobre la mesa, en un intento de abrir, si fuera necesario, un debate historiográfico que nos enriquezca a todos.
1. Una parte importante de los apartados referidos al período de la guerra está dedicada a intentar desmontar la idea de que la CNT era la fuerza hegemónica de la localidad. Sin embargo, para intentar demostrarlo Corral comete errores que consideramos de bulto, tanto en la apreciación de algunos datos, como en la interpretación de los mismos. Los explicaremos seguidamente.
2. En la página 27 habla del “radicalismo revolucionario” cuando se refiere a la acción de los sectores obreros más avanzados que intentaron transformar la sociedad (sobre todo los anarcosindicalistas), y asume las tesis más reaccionarias de la historiografía española en el que la violencia revolucionaria es la que adquiere el mayor protagonismo. Habla de asesinatos de derechistas, clericales, empresarios, incendio de iglesias, etc. En este apartado no aparece ni una sola palabra a lo que fue realmente la revolución: colectivización de la economía, control obrero de la producción, principios del fin del capitalismo, etc. Y cuando más adelante habla de ella, no se refiere a la capacidad autónoma de la clase obrera para llevarla a cabo de una manera autogestionaria (que fue lo que sucedió en los primeros meses después del golpe de estado militar) sino a la iniciativa de las instituciones del Estado republicano y de la Generalitat para “ordenar y controlar” el proceso revolucionario, de lo que se podría deducir que el proceso autónomo de la clase obrera había sido “desordenado y caótico”. Nos dice que la cobertura “legal” de lo que debía haber sido una “revolución ordenada” (son palabras nuestras) fue el Decreto de Colectividades publicado por la Generalitat en octubre de 1936. Pero se olvida de decir que en definitiva este decreto no fue si no el reconocimiento oficial de lo que ya estaban haciendo los trabajadores organizados en sus sindicatos. Respecto a la violencia revolucionaria, que sí se produjo y no se puede ocultar, sería interesante que se leyera el libro de Xavier Díaz, Venjança de classe. (editado por Virus en 2010) Igual así podría entender sus causas y el grado de respuesta a la violencia que provocaron los fascistas y sus aliados cuando intentaron el golpe de estado del 17-18 de julio de 1936. También, cosa que olvida, quiénes tuvieron el principal protagonismo en la derrota de los militares en Barcelona y, por extensión, en toda Catalunya (y que no venga diciendo que fueron los guardias civiles y los mozos de escuadra… tesis de los académicos más cercanos al PSUC).

3. Corral adopta un enfoque ideológico en el que asume, como ya hizo el PCE-PSUC durante la guerra, una visión frentepopulista del conflicto y en contra del proceso revolucionario de una clase obrera que no confiaba en las instituciones burguesas, aunque fueran las republicanas (pág. 26) Esta visión que asume Corral es la que impuso a los comunistas españoles una IIIª Internacional controlada por Stalin (ni una sola referencia a la supeditación del PCE-PSUC a las directrices de Stalin…) Recordemos que esta política produjo, entre otras consecuencias, la persecución de otros partidos revolucionarios como el POUM y el asesinato por el estalinismo de su máximo líder y uno de los pocos marxistas de categoría del movimiento comunista español: Andreu Nin. O la ejecución sumaria por los estalinistas de 12 miembros de las Juventudes Libertarias cuyos cadáveres aparecieron con tiros en la nuca en el cementerio de Cerdanyola durante los hechos de mayo, después de haber sido torturados en el cuartel Carlos Marx controlado por el PSUC. O el asesinato de los anarquistas italianos Camilo Bernieri y Francesco Barbieri el 5 de mayo de 1937 en Barcelona, también por miembros estalinistas apoyados por las “fuerzas del orden” republicanas.
4. Cuando entra a situar las cifras de muertos (pág. 29) durante la guerra en Gramenet, intenta hacer unos extraños cálculos con el número de cadáveres encontrados en el municipio. Pero si lo que quiere es demostrar que fueron más de 17 los asesinados en la retaguardia local, quizás debería haber consultado la Causa General que el franquismo abrió en 1941-42. En ella todos los ayuntamientos debían reportar los muertos producto de la “barbarie roja” a los que se consideró “caídos por Dios y por España”, tanto de los que eran vecinos del pueblo como de los cadáveres de personas que no lo eran. Allí, el ayuntamiento de Gramenet, después de analizar el registro de cadáveres aparecidos en el pueblo, sólo informa de 17 personas asesinadas vecinas de la localidad. Si hubieran sido las 49 que indica Corral, se ha de pensar que, o bien el ayuntamiento franquista no hizo bien su trabajo y sólo pudo documentar estas 17, o bien que el documento del alcalde a la Audiencia Territorial que refiere Corral, estaba exagerado (quizás por motivos políticos con la intención de demonizar al movimiento revolucionario como “sediento de sangre”, que es como el estalinismo y el franquismo posterior los calificaría) Siguiendo su investigación, el ayuntamiento informaba también de 25 cadáveres recogidos en el término municipal pero que no eran vecinos del pueblo. Fue un estudio exhaustivo, ya que el franquismo quería demostrar que “los rojos” habían asesinado masivamente, de ahí que el ayuntamiento realizase todos los esfuerzos posibles por documentar TODOS los asesinatos cometidos contra personas de Gramenet o cuyos cadáveres habían aparecido en Gramenet. Si hubiera podido aumentar las cifras, lo hubiera hecho. Los nombres de los vecinos asesinados en el pueblo estaban en la cruz a los caídos que presidía la Iglesia Mayor (que, por cierto, parece haber desaparecido después de su retirada en 1979) En la Causa General aparece la información recabada por el ayuntamiento sobre esos otros 25 cadáveres aparecidos en el pueblo. No se habla de más.
5. Corral procura hacer referencia a fuentes o a estudios ya realizados para documentar sus datos. Así, cuando en la página 31 habla de los bombardeos franquistas sobre Gramenet y sus víctimas, hace referencia a La Vanguardia. Cierto, fue de esta fuente que nosotros pudimos referenciar estos bombardeos. Él sólo cita el diario de los Godó y no nuestra investigación. ¿Por qué? ¿Si ya es un dato que la historiografía ha sacado a la luz, no sería más ético indicarlo y hacer referencia también a esos estudios? De todas formas, entendemos que él quiera comprobar y certificar el dato personalmente con la consulta a La Vanguardia, pero posteriormente hubiera sido elegante indicar que nuestra referencia era correcta.
6. En las págs. 31 a 33 habla de las Casas Baratas, zona de la derecha del río Besós entonces de Gramenet. Uno esperaba que hiciera referencia a las condiciones de vida de las personas que allí vivían, cómo eran calificadas desde las fuerzas vivas de Gramenet, la importante militancia anarquista de esa zona, etc. No lo hace. Corral se limita a explicar el proceso por el cual los dos grupos de casas baratas del término municipal pasaron a Barcelona en 1945. Su referencia a las Casas Baratas es meramente técnica y no social. De esta manera la historia queda coja de explicaciones.
7. Después de todo esto, en la pág. 34 empieza un párrafo con “la guerra es va perdre i la revolució no es va fer”. ¿Tenemos que explicar que la revolución sí se hizo, pero fue destruida por las fuerzas republicanas y las estalinistas del PCE-PSUC? ((sólo a título de referencia recordemos la entrada violenta de Líster en las colectividades de Aragón). Con esa frase nos retrotrae al tan manido argumento de aquellos que decían… “mientras hacían la revolución, nosotros hacíamos la guerra”. Argumento que criminaliza y culpabiliza al movimiento libertario como el causante de la derrota (qué cansancio seguir discutiendo sobre esto) Hemos de seguir diciendo que desde que la revolución fue destruida (mayo 37) todavía pasarían dos años mas de guerra, con una amplia influencia comunista en los órganos de gobierno de la República, con el apoyo militar de Stalin y, sin embargo, ya sin revolución y con los anarquistas derrotados en la zona republicana, la guerra no se ganó ¿No era la revolución lo que impedía ganar la guerra?, entonces ¿qué fue lo que pasó para que se perdiera? ¿No habría que poner el acento en otras causas para explicar por qué la República perdió la guerra? Por ejemplo, la actitud de las democracias occidentales con su apoyo al Comité de No Intervención que les ofrecía la justificación suficiente para no enviar armas a la República mientras los nazis y el fascismo seguían apoyando militarmente a Franco. La excusa de que la revolución anarquista frenaba la ayuda de estas democracias occidentales no se aguanta, ya que cuando la revolución se frena (mayo del 37) la situación siguió prácticamente igual (sólo en algún momento Francia abrió fronteras para la llegada de armas, de todas formas, insuficientes).
8. Por otro lado, en la página 62 Corral dice “La revolución social s’inicia de manera institucional l’11 d’agost, amb la creació del Consell d’Economia… des d’on es va elaborar el Pla de transformació socialista del país…” Bueno, qué vamos a decir. La revolución social empieza el 19 de julio con la toma de las calles por la clase obrera armada y el proceso colectivizador inmediato que impulsaron los sindicatos de la CNT y a la que se adaptaron otras fuerzas sindicales como la propia UGT. No existe “revolución social institucional”. Lo que hacen las instituciones es adaptarse a la realidad creada por la propia clase obrera, seguir su impulso y, en todo caso, intentar controlarla desde los organismos estatales (como así se haría a partir de mayo del 37 poniendo fin a uno de los fenómenos más extraordinarios realizados por la clase obrera en Europa desde la Comuna de París y que tan lejos estaba de la experiencia estatalista soviética. En estas fechas la URSS estaba embarcada en un proceso de depuración/eliminación de críticos en los llamados Procesos de Moscú, con la eliminación de líderes de la revolución de octubre como Kamenev, Bujarin o Zinoviev. Uno de los actos finales de este proceso de purga de los disidentes fue el asesinato de León Trotsky por un militante del PSUC, Ramón Mercader, en agosto de 1940).
9. En referencia a los hechos de mayo de 1937, Corral dice que “la CNT i diversos grups anarquistes, més el POUM, volien convertir la “revolució democrática” del 19 de juliol en “revolució social” (¿no era eso a lo que aspiraban todos los movimientos revolucionarios en Europa?) Y por otro lado, considerar “revolución democrática” (aunque lo ponga entrecomillado) los sucesos del 19 de julio es pretender confundir a los lectores sobre el significado de aquellas fechas. El 19 de julio no se produce una revolución democrática, sino una profunda revolución social en el que las estructuras económicas de Catalunya pasaron a manos de los trabajadores y en el que el Estado republicano democrático liberal quedó desintegrado y sin sus aparatos de control en funcionamiento (disolución del ejército, disolución de las policías uniformadas, desaparición de los tribunales de justicia herederos de la sociedad burguesa… en fin, dejamos muchas cosas en el tintero para no seguir reproduciendo un debate que no parece que pueda acabar). De esta manera, fue la respuesta del pueblo trabajador organizado el que impidió que el golpe de estado militar triunfase. Paralelamente la clase obrera creaba sus órganos de poder popular como fueron las patrullas de control, o la rapidísima organización de milicias populares de voluntarios que frenaron el avance de los fascistas sobre Catalunya en el frente de Aragón.

10. La entrada final del PSUC en el ayuntamiento de Gramenet, después de los hechos de mayo del 37, fue producto de la derrota de la revolución social. Una CNT desorientada, dividida, perseguida por el Estado republicano, con las experiencias de las colectividades en retroceso, etc. no es que no “va poder forçar l’incompliment de les normatives”, como dice Corral, normativas que exigían la presencia del PSUC en los órganos municipales, sino que va terminar asumiendo las políticas que imponía el gobierno de la República y sus asesores estalinistas. La CNT se había rendido a costa de una división interna muy profunda. Y es evidente que en Gramenet terminó imponiéndose la facción más “moderada” encabezada por Berruezo.
11. En ocasiones, Corral no cita fuentes cuando hace alguna afirmación. En la pág. 36 hace referencia a que en Gramenet fueron fusiladas 14 personas por el franquismo. Tanto él como nosotros nos hemos basado en el estudio de J. Mª Solé Sabaté donde aparecen filiaciones (algunas erróneas) y datos de las 14 personas que identificó. Sin embargo, en el primer párrafo de esta página nos dice que con posterioridad han aparecido tres personas más ejecutadas por el franquismo en el pueblo. No dice de dónde sale esta información ni de quiénes se trata (quizás lo publique en otro momento). Bien, pues nosotros podemos decirle que como mínimo dos personas más fueron ejecutadas y eran desconocidas hasta ahora: Lorenzo Ros Paysa (CNT) en 1939 y Juan Hernández Lizán (CNT) en 1945. De momento no sabemos de un tercero. También adelantamos que Hernández Lizán fue ejecutado por formar parte de un grupo de acción anarquista que realizaba atracos para financiar la lucha antifranquista del movimiento libertario. En uno de ellos, su compañero Mariano Fernández Sicilia (también vecino de Gramenet) fue ejecutado sumariamente con un disparo que le atravesó el cráneo cuando fue detenido y no pudo llegar al Consejo de Guerra Sumarísimo (tenemos su autopsia en nuestras manos y ya la daremos a conocer).
12. Corral rectifica a Solé Sabaté cuando hace referencia a la filiación de uno de los ejecutados por el franquismo. Se trata de Joan Pla Aulet. Solé Sabaté lo daba como miembro de CNT y Corral nos dice que era de UGT. Posteriormente, David Ballester, en su obra Els homes sense nom… (2003) vuelve a indicar la filiación ugetista de Joan Pla Aulet y Corral cita a Ballester de lo que se podría deducir que fue éste el que identificó la filiación correcta. ¿Por qué no nos cita a nosotros que ya lo corregimos hace 26 años en nuestro trabajo sobre el primer franquismo en Gramenet? Seis años antes que Ballester.
13. Corral cuestiona los datos de afiliación a CNT (págs. 58-59). Siguiendo a Solidaridad Obrera, CNT tendría unos 2000 afiliados, dato recogido de Confederación Regional del Trabajo de Catalunya. Sección comarcas. Estadística sindical y política. AGGCE/S PSB 432 (citado por David Ballester en su artículo: “La bipolarització sindical durant la Guerra Civil. El cas de Santa Coloma de Gramenet”, en Ágora nº 8 editada por el Grupo de Historia José Berruezo). Es posible que las cifras de la Soli estuvieran un tanto exageradas, pero los argumentos de Corral para desmentirlo es una operación de ingeniería que no se sostiene. Dice que sólo disponemos de dos documentos donde se reflejen los afiliados de UGT y de CNT. Lo aceptamos. Uno de ellos (Sindicato de Oficios Varios de UGT) dan a este sindicato 29 afiliados (Ballester habla de sólo 23). El otro documento hace referencia al Sindicato de la Madera de CNT y aparecen 121. Él utiliza estos datos para establecer una proporción de aproximadamente 4 afiliados a CNT por cada 1 de UGT. De tal forma que, si la CNT decía tener 2000 afiliados, a UGT deberían corresponderle casi 500, más que el segundo sindicato del pueblo, la Unió de Rabassaires, que tenía 300. Corral no pone en duda estos datos de la U. de R., pero como vemos, sí pone los de la CNT con la intención de indicar que aún siendo mayoritaria no era “tan hegemónicos com s’ha dit”. Bien, veamos algunas cosas: La afiliación que nos ofrece de UGT corresponde al Sindicato de Oficios Varios. Estos sindicatos se crean cuando la afiliación a los diferentes sectores de producción (construcción, textil, metal, hostelería, etc.) son tan escaso que les es imposible constituirse como sindicato propio. Vemos que, según sus datos, UGT sólo tiene, entre los trabajadores de todos los sectores, sólo 29 afiliados documentados. Sin embargo, el número de 121 afiliados a CNT corresponden sólo a un sindicato, el de la Madera. Aquí nos faltarían los afiliados de CNT al sindicato de la construcción (sector mayoritario entre los trabajadores de CNT), del metal, textil, artes gráficas, barberos, química, etc. Es evidente que Corral no puede establecer una relación entre un sindicato de oficios varios y un sindicato de sector de entre otros varios que debieron existir en CNT (seguramente muchos vecinos de Gramenet estaban afiliados a su sindicato respectivo, aunque trabajaran en Barcelona) Podemos añadir que, según el estudio de David Ballester, a mediados de 1937, pasados los hechos de mayo, con una CNT en decadencia revolucionaria, y con una UGT en expansión en toda Catalunya (nos lo dice el propio Ballester), la UGT sólo alcanzó los 117 afiliados organizados en 5 secciones sindicales. Es la cifra más baja de todo el Barcelonés Nord, donde incluso Sant Adrià contaba con 2.100 afiliados organizados en 9 secciones sindicales. Quien realmente se benefició de la sindicación obligatoria no fue la CNT, como deja entender Corral, sino la UGT. Sin presencia en Gramenet durante toda la República, aparece finalmente a partir del verano de 1936, llegando en 1937 a tener, como dijimos, 5 sindicatos y unos 117 afiliados (David Ballester página 172 Ágora 8) Y cuidado con lo que sigue diciendo este autor: “…consecuent amb la seva tradició , (Gramenet) esdevé un exemple paradigmàtic, pel seu baix nivel de penetració que va assolir durant la Guerra Civil una UGT en expansió, la qual cosa no es pot interpretar d’un altre manera com la perpetució d’un cenetisme majoritari a la población” Cierto, no dice hegemonía, pero creemos que se puede entender que sindicalmente la CNT era inmensamente (lo decimos nosotros) mayoritaria. Si eso no es acercarse a la hegemonía, ya nos dirá qué es.
Pero si Corral hace estos cálculos entre CNT y UGT, ya desmentidos por David Ballester, nosotros le proponemos hacer otro cálculo entre CNT y PSUC. Tan especulativo como el suyo, pero nos puede ayudar a que el lector saque sus propias conclusiones. El ayuntamiento franquista elaboró una lista de las personas más destacadas del período bélico (miembros del Comité Revolucionario (CR), miembros de los diferentes ayuntamientos posteriores a la disolución de los CR, miembros de las patrullas de control, militantes que habían llevado armas durante la guerra…), y hace referencia a 295 personas. De ellas indica la filiación política o sindical de 206. Del PSUCUGT sólo aparecen 5 (y damos por bueno que todos los afiliados de UGT podrían serlo también del PSUC, lo que no siempre ocurría) Corral sí se hace eco de estos datos, pero ¿no es sorprendente que sólo 5 de los 60 afiliados al PSUC (datos de Corral), aparezcan en la lista del ayuntamiento cuando todos sabemos que el franquismo siempre se presentó como el “salvador de España” contra el comunismo? Estos 5 sólo representaban el 2,4% de todos los identificados. La CNT-FAI aparece con 114 nombres, es decir, el 55,3% de los identificados. Si hiciéramos el cálculo de la misma manera que Corral, vemos que eran 23 veces más que los comunistas del PSUC. De ERC aparecen 50 (10 veces más que del PSUC) Del PRDF aparecen 30 identificados, (seis veces más que el PSUC) y del POUM aparecen 7, es decir, en principio un partido con más presencia que el PSUC. No decimos que esto sea definitivo, sino que Corral no puede, desde una estricta deontología profesional como historiador, hacer los cálculos de la forma en que lo ha hecho. Todo parece indicar que el PSUC era un partido minoritario y con menor importancia que cualquiera de los existentes en el pueblo (y sus finalmente 4 concejales en el ayuntamiento después de mayo del 37, lo fueron en gran parte por la obligada proporción que desde la Generalitat se había ordenado a todos los ayuntamientos, no tanto por la importancia del PSUC en la localidad). Eso no quiere decir que no debamos honrar a sus militantes y el esfuerzo que debieron hacer en la lucha contra el fascismo, a pesar de las diferencias ideológicas, tácticas y estratégicas sobre cómo llevar la guerra.
14. En esa labor por intentar demostrar que la CNT no era “tan hegemónica com s’ha dit”, Corral hace referencia a que debió existir un cierto equilibrio de fuerzas entre CNT y ERC como demostraría que el Comité Revolucionario eligiera a un miembro de ERC como presidente, Celestí Boada. Y cuando los comités fueron disueltos por decreto de la Generalitat, el nuevo ayuntamiento (que no era sino el antiguo Comité Revolucionario reconvertido a la “legalidad” republicana) tuvo como alcalde también a Boada. Para demostrar este equilibrio de fuerzas realiza la siguiente argumentación. El ayuntamiento se componía, según decreto de la Generalitat, de 22 miembros que debían reproducir la proporción del gobierno de la Generalitat tras el fin del Comité Central de Milicias Antifascistas. La proporción debía ser 6 de CNT, 6 de ERC, 2 de UR, 4 del PSUC, 2 POUM y 2 de Acció Catalana Republicana (ACR). En Gramenet se opuso una fuerte resistencia a esta composición tanto desde CNT como desde ERC. No se permitió la entrada del PSUC, ACR no existía y se mantuvieron los 2 del PRDF, partido que no entraba en la normativa legal, por tanto, la composición fue de 18 miembros. Corral nos dice: si sumamos los 6 de ERC, más los 2 de UR y 2 del PRDF, daría 10 miembros partidarios de la defensa de la legalidad republicana. Sumando CNT y POUM, partidarios de la estrategia revolucionaria, nos darían 8. Por tanto, había una mayoría que demostraría que no era tan clara la “supuesta” hegemonía de CNT. Ahora bien. Si esto fuera tan claro, ¿cómo nos explicamos que cuando Boada marcha voluntario al ejército en mayo de 1938, y se hizo necesario elegir un nuevo alcalde de Gramenet (Corral nos da la fecha exacta de la elección del nuevo alcalde), fuese elegido José Berruezo, el líder indiscutible de la CNT local? En ese momento ya habían entrado en el consistorio los 4 miembros del PSUC, se había expulsado a los dos del POUM por haber sido declarado ilegal y habían desaparecido también los 2 del PRDF (el POUM había sido ilegalizado y perseguido por las fuerzas estalinistas del PCE-PSUC, en tanto que al PRDF se le impide su participación por no estar contemplado en las normas de la Generalitat) La proporción en este momento debía ser la siguiente CNT 6, ERC 6, UR 2, PSUC 4. Siguiendo a Corral, la relación de fuerzas sería favorable a los partidarios de la estrategia del PSUC de frenar la revolución social por 12 a 6, sin embargo, el elegido para alcalde es el anarquista José Berruezo ¿Cómo se explica? O bien la alianza ERC-PSUC no era tan sólida como se intuye por el escrito de Corral o bien que la CNT, a pesar de la composición impuesta por la Generalitat, seguía siendo la fuerza hegemónica, no a nivel institucional, pero probablemente sí a nivel social y en la calle.
15. Más cosas. En la lista de represaliados por el franquismo al acabar la guerra sólo encontramos a tres miembros del PSUC que pasaron por Consejo de Guerra: Portabella Esmerats, Cortadas Brunet y Puig Cortinas y el miembro de UGT Joan Pla Aulet. Ninguno de los demás miembros que Corral señala como militantes del PSUC (que hubieran ocupado cargos de dirección en el partido o cargos de responsabilidad en el ayuntamiento) aparecen entre los casi 70.000 nombre que el Arxiu Nacional de Catalunya identifica como llamados a Consejo de Guerra en Catalunya (sí que hubo un miembro identificado del PSUC en campo de concentración de La Magdalena, Joan Manent Serra, pero no aparece como sometido a Consejo de Guerra) De Gramenet, aparecen 343 personas que sufrieron Consejo de Guerra (no todos fueron condenados y algunos, cuando llegaron al Consejo de Guerra, ya no vivían en Gramenet, pero sí lo habían hecho durante la guerra). Parecen muy pocos los miembros del PSUC si tenemos en cuenta la inquina anticomunista del franquismo. Quizás simplemente sea un indicador de la reducida importancia que el PSUC tuvo en Gramenet en aquella época, o que, es muy posible, pero habría que investigarlo, marcharon inteligentemente al exilio. Un dato más para la investigación.
16. En alguna ocasión Corral utiliza fuentes que no son producto de su propia investigación sino bibliografía sobre el tema que trata. Es normal, esto lo hacemos todos. Hubiera estado bien que, en esas ocasiones, hubiera hecho referencia a los editores de esas fuentes. Sólo dos ejemplos. Para el tema del PSUC durante la guerra, usa en varias ocasiones la información suministrada por el militante comunista Antonio Solé Bella. Estas declaraciones fueron recogidas en junio de 1993, como bien referencia el autor. Hemos de decir que, sin embargo, no cita en ningún momento a los autores de la entrevista que se le hizo a Antonio Solé. Esa entrevista fue realizada y entregada posteriormente (junto con otras) por el Grupo de Historia José Berruezo al Museo Torre Balldovina y está localizable en su archivo. Otro ejemplo. Cuando utiliza como fuente los trabajos publicados por el Grupo de Historia José Berruezo en Ágora, se olvida de señalar quiénes editaban esta revista de historia local. En una cita, normalmente, se pone el apellido y nombre del autor del artículo, luego se pone entrecomillado el título, y finalmente se pone la fecha en que se publicó, la revista en la que aparece, y la editorial que la publica (al menos la primera vez que se cita) Corral nombra al autor del artículo en cuestión, y el número de Ágora en el que apareció, pero no dice quién editó dicha publicación. Es necesario decirlo, ya que es posible que las nuevas generaciones no conozcan ni la revista ni a los impulsores de su publicación. Un cierto reconocimiento no está de más.
Dejaremos para otra ocasión las acotaciones a períodos posteriores.
Juanjo Gallardo, miembro del Grupo de Historia José Berruezo