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España en Guinea Ecuatorial: ¿Una colonización ‘Light’?

Cuando se habla de colonialismo y de sus consecuencias (racismo, apartheid, saqueo económico, etc) se suele hacer referencia casi siempre a estados como el Reino Unido, Francia y, en menor medida, Bélgica o Portugal. Todos estos países, además de otros del continente europeo (entre los cuales Italia y Alemania), mantuvieron colonias en África hasta bien entrado el siglo XX. También fue el caso de España que conservó su presencia en el continente negro hasta 1975 cuando mediante el Acuerdo Tripartito de Madrid firmado el 14 de noviembre de aquel año, se transfirió la administración de la colonia a Marruecos y Mauritania. Esta controvertida decisión chocaba con los planes de la ONU de celebrar en el territorio un referéndum de independencia y sus consecuencias siguen condicionando en nuestros días la política en la región. Aún así , y como se apuntaba anteriormente, no poca gente considera que España es un caso aparte en Europa en lo que se refiere al colonialismo en África y que su praxis en la materia no es comparable a la de ingleses, franceses o portugueses. ¿Responde esta creencia a una realidad? ¿No es comparable la colonización española en África a la de otros estados europeos? ¿Se trató de una colonización light? Para intentar responder, ni que sea parcialmente, a estos interrogantes, nos centraremos en el caso de la Guinea Ecuatorial en la primera mitad del siglo XX y, sobre todo, en los primeros años del franquismo.

La historiografía colonial española y el nacionalismo guineano suelen establecer el inicio de la colonización hispana del pequeño país africano en 1778 con la fracasada expedición militar del brigadier conde de Argelejo a las islas de Fernando Poo (actual Bioko) y Annobón. En realidad, sin embargo, la colonización efectiva comenzó con posterioridad al primer asentamiento británico en 1827 al llegar en 1858 el primer gobernador español, el capitán de fragata Carlos Chacón y progresó de forma muy lenta, pues solo se completó en 1927 con la ocupación de Río Muni (la parte continental).1

La creación de la Guinea española era una consecuencia de la cesión de Portugal a España mediante los tratados de San Idelfonso (1777) y El Pardo (1778) de Fernando Poo y Annobón, dos islas distantes con realidades muy diferentes. La primera, un territorio más extenso, de 2017 km2 (como Tenerife), poblado por los bubis, que siempre habían rehuído el contacto con los europeos y la segunda, diminuta, de 17 km2, habitada por criollos descendientes de esclavos que habían conseguido escapar a la dominación lusa.2

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En naranja el actual estado de España y en Verde el de Guinea Ecuatorial

En 1885 tuvo lugar la Conferencia de Berlín que consagró el reparto de África entre los países europeos los cuales se arrogaron el derecho de decidir unilateralmente sobre su destino y su futuro.

En 1900, todo el continente estaba bajo dominación excepto Liberia y Etiopía que, liderada por el emperador Menelik II había aplastado cuatro años antes a un ejército italiano en la batalla de Adua. Ese mismo año 1900 se firmó un tratado en París, el llamado Convenio franco-español, que determinaba los límites del territorio reconocido a España.

Con el nuevo siglo se ponen en marcha las instituciones que regirán la vida de la colonia: el Patronato de Indígenas (1904-1959) y la Dirección General de Marruecos y Colonias (1925).

El Patronato de Indígenas tenía como misión la promoción económica y social de los nativos y su Junta rectora estaba compuesta por representantes de la Iglesia y dos guineanos. La presidencia le correspondía al Vicario Apostólico de Fernando Poo y en 1932, bajo la Segunda República, pasó el cargo al gobernador general.3

El Patronato tutelaba a los indígenas que, jurídicamente eran considerados menores de edad y que, en aspectos civiles, podían regirse entre ellos por su propio derecho consuetudinario. Este organismo recogía sus quejas, tenía que dar el visto bueno a sus contratos y les protegía ante los tribunales coloniales. No obstante, había una minoría exigua (64 individuos en julio de 1944, buena parte de ellos fernandinos*) con el estatus jurídico de emancipados, que se regían en todo por la legislación española si bien la emancipación, concedida por las autoridades, podía ser revocada4

Una de las pocas cosas en que las autoridades coloniales fueron eficaces fue en su pretensión de “españolizar” a los nativos. En 1926 el gobernador Nuñez de Prado (1926) consiguió en seis meses que todos los indígenas al servicio del Estado dominaran el castellano y todos los residentes que no lo supieran estaban obligados a pagar un intéprete.5

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Mapa de África realizado en 1901 por Rand McNally and Company. Fuente: Alabama Historical Maps of Africa

La falta de funcionarios especializados en cuestiones coloniales y de estructuras políticas centralizadas llevó a la administración a utilizar a los misioneros como agentes de la penetración en el territorio. Durante todo el siglo XIX y principios del XX, el gobierno ayudó económicamente a los claretianos (Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María) para contrarrestar la influencia de las misiones protestantes anglófonas consideradas “antiespañolas.” La escuela, según Gustau Nerín, se convirtió en el eje central de aculturación lingüística. Los misioneros se sirvieron en un primer momento de las lenguas autóctonas como medio de aproximación a los guineanos, pero con la clara intención de sustituir progresivamente su uso por el del castellano, al contrario de lo que hacían los protestantes.6

La Guinea Ecuatorial era un territorio de apenas 28.000 km2 poco poblado (200.000 habitantes en 1950) que no implicaba la obtención de importantes beneficios para la metrópoli. Aún así, sus producciones de cacao, café y de madera la convirtieron en la colonia más rica del pequeño imperio africano (los fosfatos del Sáhara aportarían ingresos más tardíamente). Ello permite entender que el colonialismo español en el continente negro careciese del apoyo generalizado con que contaba en otras potencias. Además, la prioridad absoluta para el gobierno siempre fue Marruecos y es bien ilustrativo al respecto que, desde su pacificación en 1926, el departamento de asuntos coloniales español se denominase Dirección General de Marruecos y Colonias. 7

La colonia estaba habitada fundamentalmente por pueblos del tronco lingüístico bantú, que habían vivido en el bosque de la caza, la pesca la recolección y la agricultura itinerante de rozas por fuego, en poblados independientes carentes de estructuras estatales, y en el interior de la zona continental incluso de jefaturas: los bubis en la isla de Fernando Poo, los grupos ndowé y bissió en la zona continental y los fang en el interior. Los habitantes de la alejada isla de Annobón practicaban un cristianismo sincrético y hablaban un dialecto portugués fuertemente criollizado. En la capital colonial Santa Isabel, sin embargo, vivía un grupo diferente de habitantes de origen africano que los españoles llamaron “fernandinos”, llegado con los británicos en 1827. Se trataba de criollos procedentes de Sierra Leona y de otros puntos de la costa occidental africana. Su idioma era el inglés (en la variante criolla de la zona, el pidgin English) y su confesión, la protestante8.

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‘Distribucion de las Fuerzas de la Guardia Colonial en la Isla de Fernando Poo’, Guinea Española, Memoria de la labor realizada en el período 1949-1955 (Madrid: Rama, 1955).

En 1907 se dispuso la creación de una Policía Indígena (semejante a la que había en Marruecos) para sustituir a las compañías de la Infantería de Marina. Para ello fueron enviados desde España dos tenientes, dos sargentos, cuatro cabos y otros cuatro números más pertenecientes a la Guardia Civil. Al año siguiente, en 1908, se le cambió el nombre por el de “Guardia Colonial de Territorios Españoles del Golfo de Guinea” formada por 59 españoles (sargentos y cabos especialmente) y 362 indígenas (sobre todo soldados rasos incluidos los músicos).

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, un gran número de camerunenses que habían luchado al lado de los alemanes se internaron en la Guinea hispana y, en su mayoría, pasaron a alistarse en la Guardia Colonial mientras que sus oficiales germanos eran devueltos a Europa.

La Segunda República no trajo demasiados cambios a la colonia. Olegario Negrín Fajardo, doctor en Filosofía y Letras y catedrático de la UNED subraya, no obstante, que sí hubo novedades en el ámbito educativo. Se produjo, en efecto, un aumento significativo de profesores nativos y del número de alumnos matriculados; igualmente, recibió un impulso considerable la creación de centros escolares, al tiempo que se disponía de un mayor presupuesto para la enseñanza colonial oficial. Negrín Fajardo sostiene que la línea de actuación más singular en este periodo fue la preocupación por seleccionar a los funcionarios adecuados para la administración colonial con criterios de calidad y, de una manera muy especial, la planificación y creación del cuerpo de administradores coloniales con una dimensión académica significativa.9

La actuación de la Segunda República responde perfectamente, según Manuel Burgos Madroñero, al esquema de colonización francesa, proponiéndose decididamente hacer rentable esas posiciones además de racionalizar y dignificar la ocupación española; entre los años 1932- 1935, España importa de Guinea más de 40.000 millones de pesetas-oro, mientras exporta a Guinea tan sólo unos 4.000 millones.10

También durante la Segunda República, el 17 de febrero de 1935, se dictó un nuevo reglamento para la Guardia Colonial. Un nuevo reglamento meticuloso hasta el punto de de determinar de manera exacta los uniformes de jefes, oficiales y tropa, tanto de los indígenas como de los españoles. Se estipuló, asimismo, que los hijos de los funcionarios y comerciantes hicieran su servicio militar en la Guardia Colonial, dotándoseles de uniformes diferentes a los del elemento indígena.11

Ese mismo año, 1935, la colonia se dividió en dos distritos, el insular formado por Fernado Poo y el resto de islas cuya capital era Santa Isabel, y el continental, con capital en Bata.

El golpe de estado que se inició en Melilla el 17 de julio de 1936 no tuvo repercusiones hasta pasados tres meses en la colonia cuando en la madrugada del 18 al 19 de septiembre, el comandante de la Guardia Colonial, el teniente coronel de ingenieros Luis Serrano Maranges sublevó con éxito la isla de Fernando Poo. Días después, el 23, se produjo un intento frustrado de sublevación en el área continental. En Bata, sin embargo, el subgobernador Miguel Hernández Porcel se negó a unirse a los rebeldes y mantuvo su obediencia al gobierno de Madrid. De hecho, hasta inicios de 1937, con la ocupación de la isla de Annobón, no se obtuvo el dominio efectivo de la colonia por parte de los nacionales. La razón que explica que el golpe no triunfara de inmediato en Guinea era que los conspiradores en la metrópoli y en el Protectorado de Marruecos no habían organizado allí sublevación alguna. Manuel Burgos Madroñero apunta también como un factor decisivo que ayudó a mantener la calma un acuerdo implícito entre las partes por miedo a que los nativos pudiesen aprovechar los enfrentamientos entre las facciones coloniales para sublevarse y tomar el control del territorio.12

La primera norma local emanada del Gobierno general de Guinea bajo control de los franquistas está referida a la toma de medidas contrarreformistas y se limitaba a aplicar lo dispuesto en la real orden 482, de 26 de julio de 1928, en relación a la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas y la exhibición de símbolos religiosos.

1ª. Que presidan los Crucifijos en todas las aulas de las Escuelas Oficiales.

2º. La enseñanza de la Religión católica será obligatoria en todos los grados de Escuela primaria, excepto para aquellos niños cuyos padres pertenezcan a Religión distinta y soliciten la excepción.13

La inclusión, en el apartado segundo, de la posible excepción a dicha orden para alumnos que profesaran una religión diferente de la católica, no deja de ser un pequeño oasis de tolerancia en el contexto del nacionalcatolicismo de la época. En el resto del territorio bajo control de los rebeldes, la persecución de los cultos no católicos era moneda corriente. En este sentido, la minoría fernandina relacionada con religiones protestantes y la mayoría de los trabajadores de las plantaciones isleñas procedentes de otros países africanos, especialmente de Nigeria, veían más respetados sus derechos que los bautistas de Sevilla o Zaragoza, por poner dos ejemplos.

La Constitución de 1931 establecía por primera vez la separación entre Iglesia y Estado y otorgaba a la educación pública un papel que hasta entonces aquel había delegado en buena medida en la órdenes religiosas. Las disposiciones de 1928, por lo tanto, quedaron sin efecto bajo la República por lo que los rebeldes se apresuraron a restablecerlas cuando lograron el control total de la colonia.

En el caso de la Guinea Ecuatorial, además, la religión servía de pretexto para justificar la colonización. De hecho, según el historiador y militar José Pery Cervera, citado por Gustau Nerín en Guinea Equatorial. Història en blanc i negre (Empúries, 1998), “un punto esencial de la retórica hispanotropicalista (heredera de la Hispanidad), era la convicción de que el cristianismo había sido y podía convertirse en uno de los vínculos más sólidos entre los países de lengua oficial castellana».14

Las autoridades del primer franquismo aducían motivos puramente altruistas y evangelizadores para defender la presencia española en aquellas lejanas latitudes y la desvinculaban de cualquier veleidad imperialista sin ni aceptar siquiera que fuese una colonización. España no era como la Gran Bretaña o el Reino Unido. El propio Franco abonó esta teoría en algunos de sus discursos.

Vosotros sabéis que España no es ni ha sido nunca colonialista, sino civilizadora y creadora de pueblos, que es cosa bien distinta. El colonialismo es la explotación del débil por el fuerte, del ignorante por el avisado; es la utilización injusta de las energías del país dominado para beneficiar al país dominante. La labor civilizadora es, precisamente, todo lo contrario. Es la ayuda del mejor situado al que lo está menos para hacerle avanzar en la búsqueda de su propio destino.15

En otra disertación suya sobre la cuestión, el Caudillo insistía de nuevo en el carácter humanitario y desinteresado de la presencia española en el mundo.

Desprovista de prejuicios raciales de ninguna clase, sintiendo profundamente el precepto cristiano de la igualdad de todos los hombres, ni España ni los españoles se sintieron nunca ajenos, indiferentes o superiores a aquellos pueblos que convivieron y a los que incorporaron a la civilización occidental y cristiana. España, a través de la historia, ha sabido siempre entregarse sin reservas con amor y con entusiasmo a las necesidades, a los afanes y a las ilusiones de aquellos pueblos a los que fue uniendo a sus destinos, desprovista de prejuicios raciales de ninguna clase, sintiendo profundamente el principio cristiano de la igualdad de todos los hombres.16

Muchas alocuciones por aquellos años subrayaban que el español era un imperio movido por el altruista afán de civilizar a los pueblos y razas atrasados, cuyo fruto había sido el espíritu común de la Hispanidad, que reunía a las hijas en torno a la madre. Los españoles estaban repitiendo en Guinea la benemérita y cristiana labor que se hizo anteriormente en América. Así, por ejemplo, informaba el periódico falangista Ébano sobre la clausura del curso de enseñanza indígena de 1939:

Llamó mucho la atención el Mapa Mundial, de grandes dimensiones pintado al óleo por los niños de tercer grado, representativo del Imperio de la Hispanidad durante los siglos XVI y XVII. La finalidad de esta obra no es otra que la de que con su examen diario, guarden en sus en corazones amor a la Patria que con sus sacrificios e ideales ha sabido civilizar y conquistar la mayor parte del mundo y que hoy tiene para ellos sus mejores cariños misioneros..17

Para la revista claretiana La Guinea Española, civilizar suponía luchar contra el salvajismo, “una vida sin controlar, sin sujeción a normas de economía y trabajo” (el tópico de la holgazanería indígena). Por ello, pedía a la autoridad colonial que forzara a los nativos al trabajo, bien en sus propias fincas de café o cacao, bien como jornaleros o, si no, en la prestación personal : «en la sociedad todo el mundo debe ser productivo a la colectividad en una u otra forma, estando condenada la vagancia.18

Al respecto hay que tener en cuenta que desde 1906 el gobierno colonial regulaba las condiciones de trabajo y que fiscalizaba que los patronos las respetasen, pero eran reiterados los incumplimientos. El mismo gobernador general Mariano Alonso lo reconocía en 1942: “Ya se sabe que la legislación de trabajo no se cumple19.” Sin embargo, una vez reclutado, el bracero no podía romper el contrato antes del plazo; la fuga se castigaba legalmente con trabajos forzados en régimen penitenciario, en ocasiones, en condiciones de hambre extrema.

Al trabajo de los indígenas en las plantaciones o en las pequeñas explotaciones de café se añadía al invertido tradicionalmente en construir sus casas y producir su propio sustento. Había que sumar, por otra parte, la prestación personal, es decir, trabajo temporal periódico y obligatorio en las obras públicas coloniales (carreteras, edificios públicos, etc), a veces cobrando y otras no.

Además, los poblados de una demarcación territorial tenían la obligación práctica de suministrar al puesto de la Guardia Colonial los alimentos para los jefes españoles y para la tropa indígena.

Y, por si esto fuera poco, las nuevas autoridades franquistas habían elevado la jornada laboral de ocho a nueve horas.20

La concepción paternalista de los negros como seres infantiles que necesitan de la tutela de los blancos que destilaba la revista claretiana antes mencionada era bastante generalizada entre los colonizadores al servicio del nuevo régimen y se extendió en el tiempo muchos años. Así, el general Hermenegildo Altozano, secretario general de los territorios españoles del golfo de Guinea (1949-1955) afirmaba que al indígena, como al menor de edad de cualquier grupo social avanzado, le faltaba madurez, sentido de la responsabilidad, experiencia, capacidad en suma, y le sobraban incentivos pasionales y afán de realizar inmediatamente sus deseos, sin reparar en medios ni consecuencias. Al nativo, por tanto, había que educarle y capacitarle, pero, previamente, había que protegerle.21

Unos años antes, entre 1940 y 1943, los doctores Vicente Beato y Ramón Villarino habían realizado un exhaustivo trabajo en la Guinea española sobre la capacidad mental del negro. Los doctores redactaron un estudio antropológico del negro con el fin “de colonizar racionalmente nuestros territorios,” a pesar de reconocer que no estaban técnicamente preparados para ello. Afirmaban que el negro se encontraba mentalmente mermado debido a las enfermedades tropicales, pero, aún así, los colonizadores no podían prescindir de él porque representaba la fuerza de trabajo necesaria para explotar la región.22

Beato y Villarino vieron como su “investigación” fue publicada en el libro Capacidad mental del negro en 1944 por la Dirección General de Marruecos y Colonias siendo reeditado una década más tarde por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Particularmente elocuente es l siguiente párrafo del mismo que contradecía el discurso oficial de los colonizadores sobre el altruismo de la empresa.

La materia prima que más interesa en nuestros territorios es el hombre,¿Qué es capaz de hacer este hombre negro, de ojos más negros que su piel, grandes pero inexpresivos; de nariz corta y ancha, de boca amplia? ¿Qué capacidad somática y psíquica alcanza a desarrollar? (…) ¿ Qué trabajo es capaz de desarrollar? La solución a todos estos problemas la consideramos absolutamente necesaria, si queremos colonizar racionalmente nuestros territorios. De otra parte cabe preguntar:¿es posible en África una colonización espiritual o solamente hay posibilidad de una colonización material?23

La inferioridad atribuida a los nativos implicaba dos matices específicos: la lentitud y pereza ante el trabajo y la corta inteligencia. Según las autoridades coloniales franquistas esto implicaba que el negro debía ser colonizado porque era perezoso y torpe. Durante los años del Directorio militar, la prensa local de Fernando Poo, dirigida a los colonos blancos, recogía mensajes profundamente racistas en los que se incitaba a los blancos a no mezclarse con los negros.

Por ejemplo, en La Voz de Fernando Poo, que también se publicaba en Barcelona, su colaborador A.Torres solicitaba que se prohibiera el alcohol entre los negros, lo cual le sirve de pretexto para verter la opinión que le merecen: “El indígena de Fernando Poo, el bubi, es un perfecto indolente, vago innato y difícil, dificilísimo de hacérsele trabajar. Sus vicios y sus costumbres las conocemos; sabemos positivamente que la raza bubi no piensa más que en el vino y en la mujer.24

Juan Bonelli, gobernador general de los territorios afirmaba en 1947:

Porque la realidad es que el indígena es menor de edad, porque tiene mucho de infantil en su modo de sentir y en su manera de proceder, y, por eso mismo es preciso tratarle con el mismo exquisito cuidado con que se trata al niño (…) Otorgad a un indígena la plena posesión de su capacidad jurídica y habréis dado el primer paso y el más decisivo para hacer de él un esclavo.25

En 1938 se dictó, entre otras disposiciones la Ordenanza General de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, cuyo principal objetivo era la derogación de las normas de la República. La institución central era el gobernador general. Este dependía directamente del Ministerio de la Presidencia que, a través de su Dirección General de Marruecos y Colonias, (convertida en de Provincias y Plazas Africanas en 1956), eludía todo control de otros órganos del estado, incluyendo el Consejo de Gobierno.

La Ordenanza dividía y subdividía el espacio en distritos y demarcaciones territoriales. Estas últimas se correspondían con las parcelas de poder de cada administración territorial. El poder colonial era ordenado a partir de criterios espaciales y jerárquicos aunque el control del territorio que tenía España por aquel entonces fuese débil y muestra de ello era la indefinición acerca de los contornos de las demarcaciones. La determinación de los límites de las mismas se dejaba en manos del gobernador general, que solo los fijaría en una Ordenanza en 1952.

Para el Estatuto Orgánico de 1938 el administrador territorial era el último nivel del aparato colonial, con unas competencias bien definidas y cuya misión fundamental era la de ostentar…

…dentro de su demarcación, la representación de las respectivas autoridades delegantes, correspondiéndoles, en tal concepto, difundir, ejecutar y hacer que se ejecuten todas las disposiciones del Gobierno de la Nación que se declaren aplicables a la Colonia y las emanadas del Gobierno General.26

El administrador gobernaba, sin embargo, no sobre individuos, sino sobre un conjunto de tribus y poblados de su demarcación. He aquí, afirma Alicia Campos Serrano en su tesis doctoral La Descolonización en Guinea Ecuatorial (1955-1968) presentada en la UAM en septiembre de 2000,el punto de inflexión de todo el aparato colonial y el carácter indirecto del gobierno franquista en Guinea. Pese a la casi invisibilidad de las jefaturas tanto en la legislación como en los discursos del régimen, el sistema de dominación de Guinea se sustentaba en las mismas bases que el resto de los sistemas coloniales.27

La Ordenanza del Gobierno General del 29 de agosto de 1944 se refería al nombramiento de jefes de tribus y poblados. El área de competencia es estos jefes/funcionarios, que eran verdaderamente el último eslabón de la cadena colonial, el que estaba en contacto directo con la población africana, no se definía en ninguno de los estatutos fundamentales de la colonia. En la Ordenanza general de 1938 solo se reconocía que las demarcaciones territoriales estarían “integradas por por los poblados indígenas y municipios existentes.” Aquí encontramos los dos ámbitos espaciales del poder colonial: el de los municipìos surgidos alrededor de un núcleo de población europeo y regido por una especie de ayuntamiento o Consejo de Vecinos y el de los poblados. Al frente de los mismos se encontraba el jefe. Pero, además de los poblados, había otro nivel de ordenación de la población africana de carácter personal, y superpuesto al anterior, que eran las tribus, y que también daban lugar a una jefatura.28

En el ámbito educativo, en 1943, el inspector Heriberto Ramón Álvarez logró la aprobación del Estatuto de Enseñanza, que reformaba el Reglamento de 6 de abril de 1937. En él se establecía una estricta segregación racial del alumnado ya que los blancos disponían de sus propias escuelas, regidas por los planes de enseñanza de la metrópoli. Además se abría una extensión del Instituto Nacional de Bachillerato en Santa Isabel.

La educación de los niños indígenas se estableció en dos niveles: uno, de enseñanza elemental y otro, que se impartía en la Escuela Superior Indígena. En los años cuarenta, el nivel elemental creció en número de alumnos más que el de maestros con el consiguiente hacinamiento en las aulas. Los objetivos de este nivel de enseñanza, que se pretendía universalizar a todos los niños de la colonia eran:

  • Cristianizar y españolizar: enseñanza del castellano, aprendizaje de cantos patrióticos del régimen, el culto a la bandera nacional franquista (que se izaba al iniciar la jornada escolar) y al retrato del Caudillo (que presidía las salas), el saludo fascista y demás símbolos oficiales. Para ello, cooperaban estrechamente la escuela y la misión.

  • Alfabetizar (en castellano) y enseñar el cálculo elemental.

  • Preparar para el trabajo agrícola o de oficios manuales mediante una enseñanza práctica en talleres salvo a las alumnas. A ellas se las instruía en las tareas que la futura madre y esposa habrían de tener dentro del hogar cristiano. Esta preparación era completada posteriormente para una minoría de alumnos, en las escuelas de artes y oficios, la mayoría de ellas en manos de los misioneros29.

El segundo y último nivel educativo para los indígenas se impartía en la Escuela Superior Indígena (antes Instituto Colonial Indígena), destinada a formar a una pequeña élite en oficios no manuales o que precisasen de capacitación intelectual, aunque solo fuera en el nivel de auxiliares: maestros auxiliares indígenas, funcionarios auxiliares administrativos, empleados de las empresas o auxiliares sanitarias.

En el Reglamento de la Escuela Superior Indígena de 3 de enero de 1944, redactado también por el inspector Álvarez, se exigía que los alumnos de la institución fueran bautizados y pertenecientes a familias indígenas católicas.

El inspector Álvarez estaba, asimismo, muy preocupado por las ideas y prácticas inmorales de los indígenas, sobre su promiscuidad sexual fuera del matrimonio y por ello abundaban los informes sobre la vida privada sobre los maestros y maestras nativos.

La segregación de la que se ha hablado anteriormente no se limitaba, ni mucho menos, al sector educativo. Un decreto de 1920 establecía la construcción de barrios separados en las ciudades de la colonia. Si en Malabo la existencia de una amplia clase de negros acomodados amortiguaba la discriminació, en Bata la barrera racial era estricta: los guineanos habitaban en los barrios periféricos (Moganda, Lea, Comandachina…) y de noche tenían prohibida la circulación por el centro de la ciudad30. En las fincas y en las mismas casas coloniales había una clara separación entre el área donde dormían los blancos y en la que descansaban los negros varones mientras que las mujeres negras podían pasar la noche en ambas zonas.

La segregación estaba presente incluso en las panaderías. Los blancos compraban pan blanco en el establecimiento y para los negros no emancipados había una pequeña ventanilla en la que se vendía “pan de burro”. En los cines existía una zona reservada para europeos y otra para africanos y algunas películas eran clasificadas como “no aptas para africanos no emancipados31.”

En los bares y en los deportes también regía una separación estricta así como en la sanidad. Así, el hospital de Bata disponía de salas reservadas para blancos. La Iglesia, por su parte, aplicó igualmente de forma sistemática la segregación racial. En los templos se reservaban los bancos delanteros para los blancos y en las escuelas de monjas se separaba a las niñas blancas de las negras.

La segregación permitió, además, endurecer los sistemas de explotación. Mediante el reglamento de concesión de terrenos de 1944, los blancos pudieron apropiarse de las mejores plantaciones y los propietarios guineanos solo consiguieron mantener algunas fincas en los distritos más alejados de los centros de comercialización. Con la concentración de los medios de producción en sus manos, los europeos consiguieron rentas astronómicas mientras que los ingresos de los africanos tendían al estancamiento. En la etapa final de la presencia española, en 1962, la renta per cápita de los blancos de Bioko era de 1,463 dólares frente a los 150 de los africanos. En la región continental el desequilibrio era todavía mayor: 1.354 dólares para los europeos i solo 70 para los guineanos. Según datos del mismo año, un 2’3% de los propietarios de Bioko controlaban el 53% de la tierra mientras que un 55% de los pequeños propietarios solo poseían el 3% del terreno cultivable. Todo ello evidencia la ineficacia de las las leyes destinadas a proteger al negro y si el africano se veía tentado a tomarse la justicia por su mano hay que tener en cuenta que la agresión a a un blanco se pagaba con la pena de muerte y que esta había sido ejecutada en diversas ocasiones por este motivo.32

Los trabajadores del campo no fueron los únicos, sin embargo, que vieron agravada su explotación al socaire de la segregación. Así, los empleados de la sanidad colonial, mediante un decreto de 1937 sobre el funcionamiento de los hospitales, vieron como se establecía que solo el personal indígena estaba obligado a obedecer al personal europeo del establecimiento (art.30) y a someterse al pase de la lista al entrar al trabajo (art.29)

La segregación no evitaba, sin embargo, cierta prudencia, por decirlo de alguna manera, para referirse a los nativos. La palabra “negro” era poco usada y el orden colonial distinguía oficialmente entre indígenas y europeos. En el lenguaje coloquial era bastante frecuente el término “moreno”utilizado con cierta condescendencia paternalista, pero oficialmente, como se ha dicho, se recurría al término “indígena” no solo para los naturales de los territorios ocupados por España sino también para todo africano negro, incluidos los braceros recién inmigrados de países como Nigeria. Así lo establecía un decreto del gobierno metropolitano de 1938 que reorganizaba el Patronato de Indígenas. Ahora bien, los nacidos en la colonia, si eran blancos, entraban en la categoría de europeos. Europeos, se decía , no españoles. Y ello por dos motivos: había blancos europeos de otras nacionalidades (alemanes y británicos sobre todo), pero, especialmente, porque no se podía contraponer indígenas y españoles, porque los primeros también lo eran aunque con un estatus de españolidad diferenciado.33

Al finalizar esta somera aproximación al hecho colonial en la Guinea Ecuatorial se pueden extraer algunas conclusiones.

1ª Los próceres y los intelectuales del régimen franquista incluyendo al mismo Caudillo “vendían” la idea de que España no era un país ni colonialista ni racista ni Imperialista. Enlazando con la teoría de la Hispanidad de Ramiro de Maeztu, lo que unía a los pueblos que estaban o habían estado en el pasado bajo control de Madrid no era la raza sino el habla castellana y la fe católica.

Como es bien conocido, incluso en la actualidad, la derecha española (o al menos una parte de ella) sigue anclada en esta tesis.

2ª La ocupación en la Guinea Ecuatorial fue una empresa difícil sujeta a múltiples vacilaciones y a los vaivenes de la política en la metrópoli. Al contrario de lo que sucedía en otras potencias coloniales, la empresa no gozó nunca de un amplio apoyo popular ya que a la opinión pública le costaba ver qué beneficios se obtenían de ella. Además, en África, toda la atención mediática y la dedicación del gobierno se la llevaba Marruecos.

3ª La colonización española del pequeño país africano no se diferenció sustancialmente en la práctica de la efectuada por otros estados europeos como Francia, el Reino Unido o Portugal. El motivo fundamental de la misma, como en los casos anteriores, era la explotación del territorio en beneficio de la metrópoli. En el caso español, sin embargo, el pretexto de la evangelización de pueblos “salvajes” primaba sobre la voluntad supuestamente civilizadora de los mismos de París o Londres.

4ª En la Guinea Ecuatorial, la segregación,la explotación y el racismo estaba tan extendida como en las colonias del resto del continente africano. Los nativos eran mano de obra barata, carecían de los derechos de que disfrutaban los blancos y se veían relegados en todos los ámbitos de la sociedad, en el trabajo, en la escuela, en la iglesia y en las ciudades.

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Negrín Fajardo, Olegario en “La política educativa colonial de la Segunda República”En: Cuadernos de Historia Contemporánea , núm. extraordinario, 2003, p.216.(en línea), (consulta
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Nerín, Gustau Guinea Equatorial , història en blanc i negre. Barcelona: Empúries, 1998.

Notas

1 María Dolores García Cantús Fernando Poo, una aventura colonial española en el África occidental , 1778-1900, tesis doctoral, Universitat de València, 2004. Citada por: Gonzalo Álvarez Chillida y Gustau Nerín en “ Introducción. Guinea Ecuatorial : el legado de la colonización española”. Ayer. Revista de Historia Contemporánea,núm 109, enero 2018.Disponible en:
https://www.ahistcon.org/PDF/numeros/ayer109_colonizaciongolfoGuinea_%C3%80lvarezChillida_Ner%C3%ADn.pdf

2 Ibidem.

3 Álvaro Rodríguez Núñez “La ocupación española de Guinea Ecuatorial.” En: La antigua Guinea española: Análisis y perspectivas. Seminario del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) de la Universidad de Santiago de Compostela , (en línea) (consulta 15/11/2018). Disponible en:

http://www.cmeyanchama.com/Documents/Guinee/trabajoceseden_Seminario.pdf

* Habitantes de la isla de Fernando Poo.

4 D. Ndongo-Bidyogo Las tinieblas de tu memoria negra. Barcelona: Del Bronce, 2000, pp 115-119. Citado por: Gonzalo Álvarez Chillida “Epígono de la Hispanidad. La españolización de la colonia de Guinea durante el primer franquismo.” En: Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo. Madrid: Casa de Velázquez,2014, pp.103-125, (en línea), (consulta 17/11/2018). Disponible en:

https://books.openedition.org/cvz/1148

5 Marta Castelló Sanz Descripción etnográfica y propaganda colonial en la Guinea Española. Los documentale Hermic

(1945-1948). Tesis doctoral. Dr Fernando Ros Galiana (director).Valencia, 2017. Universidad Cardenal Herrera-CEU.Departamento de Humanidades. (en línea) (consulta 14/11/2018). Disponible en: http://dspace.ceu.es/handle/10637/8562

6 Gustau Nerín “Espanya, un colonialisme light?”. En: Guinea Equatorial , història en blanc i negre. Barcelona: Empúries, 1998, p.38.

7 Gonzalo Álvarez Chillida y Gustau Nerín en “ Introducción. Guinea Ecuatorial: el legado de la colonización española”. Ayer. Revista de Historia Contemporánea,núm 109, enero 2018.Disponible en:

https://www.ahistcon.org/PDF/numeros/ayer109_c

8 Gonzalo Álvarez Chillida “Epígono de la Hispanidad. La españolización de la colonia de Guinea durante el primer franquismo.” En: Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo. Madrid: Casa de Velázquez,2014, pp.103-125, (en línea), (consulta 17/11/2018). Disponible en:

https://books.openedition.org/cvz/1148

9 Olegario Negrín Fajardo “La política educativa colonial de la Segunda República”En: Cuadernos de Historia Contemporánea , núm. extraordinario, 2003, p.216.(en línea), (consulta 15/11/2018). Disponible en:

https://revistas.ucm.es/index.php/CHCO/article/view/CHCO0303220213A

10 Manuel Burgos Madroñero “Crónicas portuguesas de la guerra civil de España. Los informes del vicecónsul portugués en Fernando Poo (14 de agosto-31 de octubre de 1936)” En: Aldaba, núm 31, 2001, p.88 (en línea), (consulta 15/11/2018). Disponible en:

http://revistas.uned.es/index.php/ALDABA/article/view/20472/16961

11 Gonzalo Álvarez Chillida y Gustau Nerín en “ Introducción. Guinea Ecuatorial : el legado de la colonización española”. Ayer. Revista de Historia Contemporánea,núm 109, enero 2018, pp.216-217 .Disponible en:

https://www.ahistcon.org/PDF/numeros/ayer109_c

12 Manuel Burgos Madroñero “Crónicas portuguesas de la guerra civil de España. Los informes del vicecónsul portugués en Fernando Poo (14 de agosto-31 de octubre de 1936)” En: Aldaba, núm 31, 2001, p.89 (en línea), (consulta 15/11/2018). Disponible en:

http://revistas.uned.es/index.php/ALDABA/article/view/20472/16961

13 Boletin Oficial de la Colonia (BOC). Citado por: Olegario Negrín Fajardo en “La política educativa colonial de la

Segunda República”En: Cuadernos de Historia Contemporánea , núm. extraordinario, 2003, p.216.(en línea), (consulta

15/11/2018). Disponible en:

https://revistas.ucm.es/index.php/CHCO/article/view/CHCO0303220213A

14 José Pery Cervera Guinea Ecuatorial en Paz. Junta Internacional para la Conmemoración del Aniversario de los XXV Años de la Paz Española, Madrid. Citado por: Gustau Nerín en Guinea Equatorial. Història en blanc i negre.Madrid: Empúries, 1998, p.18.

15 Gustau Nerín en Guinea Equatorial. Història en blanc i negre.Madrid: Empúries, 1998, p.22.

16 Luis Carrascosa Malabo.Ruptura con Guinea. Discurso de Franco a los guineanos del 20 de julio de 1968.Madrid: Mayler, 1976. Citado por: Gustau Nerín en Guinea Equatorial. Història en blanc i negre.Madrid: Empúries, 1998, p.42.

17 Ébano. Semanario de la Guinea Ecuatorial, 11-17 de diciembre de 1939. Citado por: Gonzalo Álvarez Chillida “Epígono de la Hispanidad. La españolización de la colonia de Guinea durante el primer franquismo.” En: Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo. Madrid: Casa de Velázquez,2014, pp.103-125, (en línea), (consulta 17/11/2018). Disponible en:

18 Gonzalo Álvarez Chillida “Epígono de la Hispanidad. La españolización de la colonia de Guinea durante el primer franquismo.” En: Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo. Madrid: Casa de Velázquez,2014, pp.103-125, (en línea), (consulta 18/11/2018https://books.openedition.org/cvz/1). Disponible en:

https://books.openedition.org/cvz/1

19 Archivo General de la Administración (AGA), África, caja G1860, exp.3: Gobernador a Subgobernador, 15-VII-1942

Citado por: Gonzalo Álvarez Chillida “Epígono de la Hispanidad. La españolización de la colonia de Guinea durante el

primer franquismo.” En: Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo. Madrid: Casa de

Velázquez,2014, pp.103-125, (en línea), (consulta 18/11/2018

https://books.openedition.org/cvz/1). Disponible en:

https://books.openedition.org/cvz/1

20 Ibidem.

21Marta Castelló Sanz Descripción etnográfica y propaganda colonial en la Guinea Española. Los documentales Hermic (1945-1948). Tesis doctoral. Dr Fernando Ros Galiana (director).Valencia, 2017. Universidad Cardenal Herrera-CEU.Departamento de Humanidades. (en línea) (consulta 18/11/2018). Disponible en: http://dspace.ceu.es/handle/10637/8562

22Marta Castelló Sanz Descripción etnográfica y propaganda colonial en la Guinea Española. Los documentales Hermic (1945-1948). Tesis doctoral. Dr Fernando Ros Galiana (director).Valencia, 2017. Universidad Cardenal Herrera-CEU.Departamento de Humanidades. (en línea) (consulta 18/11/2018). Disponible en: http://dspace.ceu.es/handle/10637/8562

23Rafael Fraguas “El CSIC patrocinó trabajos racistas para reafirmar la inferioridad de los negros.” En: El País,

19/10/2010, (en línea),( consulta 18/11/2018). Disponible en:

https://elpais.com/diario/2010/12/19/sociedad/1292713202_850215.html

24 Marta Castelló Sanz Descripción etnográfica y propaganda colonial en la Guinea Española. Los documentales Hermic (1945-1948). Tesis doctoral. Dr Fernando Ros Galiana (director).Valencia, 2017. Universidad Cardenal Herrera-CEU.Departamento de Humanidades. (en línea) (consulta 19/11/2018). Disponible en: http://dspace.ceu.es/handle/10637/8562

25 Gustau Nerín “Espanya, un colonialisme light?”. En: Guinea Equatorial , història en blanc i negre. Barcelona: Empúries, 1998, p.48.

26Artículo 3 del Decreto de 22/12/1938. Citado por: Alicia Campos Serrano “El régimen colonial franquista en el

Golfo de Guinea” En:Revista jurídica Universidad Autónoma de Madrid, nº 3, 2000, pp.89-90 (en línea) (consulta

19/11/2018). Disponible en:

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2879290

27Ibidem.

28Ibidem.

29 Ibidem.

30José María Cordero Torres Tratado elemental del derecho colonia español.Madrid: Editorial Nacional-IEP. Citado

por Gustau Nerín “Espanya, un colonialisme light?”. En: Guinea Equatorial , història en blanc i negre. Barcelona:

Empúries, 1998, p.50

31Mateo Ríos La España ignorada.Barcekona: Hispanoeuropeu, Citado por: Gustau Nerín “Espanya, un colonialisme light?”. En: Guinea Equatorial , història en blanc i negre. Barcelona: Empúries, 1998, p.48.

32Ibidem.

33Gonzalo Álvarez Chillida “Epígono de la Hispanidad. La españolización de la colonia de Guinea durante el primer franquismo.” En: Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo. Madrid: Casa de Velázquez,2014, pp.103-125, (en línea), (consulta 21/11/2018https://books.openedition.org/cvz/1). Disponible en:
https://books.openedition.org/cvz/1

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