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Entrevista a Julián Vadillo: «la historiografía no ha sido justa con el anarcosindicalismo y ha tendido a deformar su participación en la política española»

De la web de La Catarata: Julián Vadillo es profesor e historiador. Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ha desarrollado su labor docente en distintos centros de enseñanzas medias y universitarias, así como en diferentes grupos de investigación. Especializado en historia contemporánea de España y Europa, ha centrado su labor de investigación en la historia del movimiento obrero, del socialismo y del anarquismo. Fruto de estas investigaciones, ha publicado varios libros, entre los que destacan: Mauro Bajatierra. Anarquista y periodista de acción (LaMalatesta, 2011), Abriendo brecha. La lucha de las mujeres por su emancipación. El ejemplo de Soledad Gustavo (Volapük, 2013), El movimiento obrero en Alcalá de Henares (Silente Académica, 2013), Por el pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la Revolución rusa (Volapük, 2017) o Socialismo en el siglo XIX. Del pensamiento a la organización (Queimada, 2017). En Catarata ha publicado Historia de la CNT. Pragmatismo, utopía y revolución (2019) e Historia de la FAI. El anarquismo organizado (2021).

¿Hay antes y un después en la historiografía sobre el anarcosindicalismo con Chris Ealham y un poco después con el 15M? Previamente estaban Ruedo Ibérico, Juan Gómez Casas, editoriales dedicando colecciones a la anarquía, «La CNT en los años rojos» de Antonio Bar, los trabajos de Jose Luis Oyón, Anna Monjo, Dolors Marín… Desde mi punto de vista, con «La lucha por Barcelona» y luego el 15M surgen una gran variedad de autoras y autores y con enfoques novedosos, curiosamente en tiempos de «nueva política». ¿Compartes este análisis?

Creo que hay dos cuestiones a analizar aquí. Chris Ealham es, probablemente, una de las figuras más importantes del estudio del anarquismo español. Y para ello solo hay que remitirse a sus obras La lucha por Barcelona o la biografía que le dedicó a José Peirats. Lo interesante de Ealham es el enfoque que ofrece a la hora de analizar el movimiento libertario, aunque circunscrito en un espacio concreto como Barcelona. Aunque analiza a sus órganos obreros no es la parte central del estudio, sino que siguiendo nuevas concepciones historiográficas analiza el discurso y el entorno para poder entender la esencia y la importancia de ese movimiento. La lucha por Barcelona apareció en el año 2005, bastante antes de la eclosión de 15M, por lo que su influencia se dejó notar en la historiografía mucho antes.

Aun así, la historiografía dedicada al movimiento libertario tenía ya investigadores e investigadoras que marcaban un modelo de entendimiento y estudio del mismo. Tu has citado algunos. Yo destaco, por ejemplo, a José Luis Gutiérrez Molina, autor de un buen número de obras generales del anarquismo y otras centradas en el área de Andalucía, que son claves para entender las diferencias regionales del movimiento libertario. Destaco también a Dolors Marín, puesto que esclareció mucho en lo relativo a la cultura anarquista y al desarrollo de algunos grupos anarquistas, en este caso más centrado en Barcelona. Otro destacable es Juan Pablo Calero, que de forma muy fina se introduce en las complejidades del movimiento libertario. Javier Navarro que también ha trabajado las cuestiones culturales y de ateneos libertarios. Y así podríamos establecer una larga lista, desde los más clásicos y usuales (Julián Casanova, Ángel Herrerín) hasta los novísimos, tanto de aquí (Anna Monjo o José Luis Oyón) como fuera de nuestras fronteras (Masaya Watanabe o Maggie Torres). Hay que decir en este punto, que hay una nueva generación de historiadores e historiadoras que están aportando grandes avances al estudio del movimiento libertario, ya sea de forma parcial o general: Fernando Jiménez Herrera, Jordi Maíz, María Migueláñez, Arturo Zoffman, etc. Podemos decir que en la actualidad la historiografía del movimiento libertario goza de salud, aunque sus aportaciones no se tengan en cuenta, en muchas ocasiones, por la historiografía más canónica.
El 15M sirvió para relanzar muchos valores libertarios, que siempre han estado presentes en la sociedad. Su impacto sobre el mundo académico e investigador no lo tengo tan claro, pero seguro que ejerció un influjo, como movimiento social que fue.

¿De dónde viene tu interés por el movimiento libertario y qué autoras/os crees que te han marcado más?

La primera vez que entré en un archivo para investigar sobre el movimiento y el anarquismo fue en 1996 cuando tenía apenas 15 años y estaba aun en el Instituto. Las lecturas de juventud, la tradición familiar y la curiosidad me llevaron a intentar comprender como se desarrolló el movimiento obrero en mi ciudad natal: Alcalá de Henares. Ese interés se fue tornando en una investigación sobre el movimiento obrero alcalaíno. Durante mis años universitarios no lograba entender como si el movimiento obrero y libertario habían sido tan disolventes y rudos habían logrado aglutinar a tantos miles de trabajadores. Algo no encajaba y eso dediqué mi estudios.

Desde entonces mi principal línea de investigación ha sido considerar que el movimiento obrero en general y el anarquismo en particular son factores de modernización social, de avances en las libertades públicas y de conquista de derechos sociales. Todo ello dentro de un mundo de complejidad organizativa y de debates. Me doctoré en 2013 con una tesis sobre el movimiento obrero en Alcalá de Henares y mis investigaciones posteriores me han llevado a numerosos archivos por todo el mundo para rescatar esas raíces y desarrollo del obrerismo, más centrado en el libertario. He trabajo el anarquismo español, francés y ruso, los he puesto en comparativa de experiencias y ha dado lugar a numerosas obras (libros, capítulos y artículos) sobre estas cuestiones.

Frente a lo que dicen que ya esta todo dicho sobre algunos temas hay que decir que no, que la historia no es definitiva y que siempre esta sujeta a nuevas aportaciones e investigaciones que la saque de los lugares comunes. Y a las pruebas me remito.

Gracias a tí sabemos mucho más de Mauro Bajatierra… ¿Hay muchas más militantes olvidados y que merecerían más atención por parte de profesionales de la historia?

Mauro Bajatierra es uno de los personajes más interesantes y trascendentales de la historia del anarquismo y del obrerismo español. Uniendo con la primera pregunta, cuando se decía si el 15M reflotó cierta historiografía, hay que decir que en mi caso, la investigación de Bajatierra empezó mucho antes y se remonta a 2006 cuando localicé su expediente de depuración masónico en el actual Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca antiguo Archivo Histórico de Salamanca. Tras muchos años de investigación esto doy fruto a un libro en 2011 que se reeditó no hace mucho con la publicación de casi toda la obra de Bajatierra. La verdad es que es uno de los trabajo de lo que mas orgulloso me siento, pues se rescató de las zahurdas del olvido a un personaje fundamental. Conocí a una parte de la familia de Bajatierra que apenas conocían datos del personaje. Y a día de hoy sigo actualizando la vida del personajes. Un bonito reconocimiento a Bajatierra sería una placa en su lugar de nacimiento, en el distrito de Guindalera en Madrid, y en el lugar donde esta enterrado, una vez que fue asesinado por el fascismo en marzo de 1939.

 En relación con si hay personajes apenas conocido la respuesta es que muchos. En el caso de mis investigaciones me centro más en la zona de Madrid. El movimiento libertario madrileño es mucho menos conocido, lleno de lugares comunes y que poco a poco hay que sacar del ostracismo. De hecho, llevo años trabajando en la posibilidad de escribir una monografía, siguiendo la estela de Ealham, sobre el anarquismo madrileño. Aquí hubo figuras de primer orden en marco nacional del anarquismo como Miguel y Serafín González Inestal, Isabelo Romero, Eduardo Val, Teodoro Mora, etc. Por no hablar de la aportación femenina al movimiento libertario, que es algo aun por desentrañar. Hay mucho trabajo por delante.

¿Tenía alguna relación Mauro Bajatierra con el movimiento esperantista? Es una duda que tenemos en Ser Histórico.

 Tiene que ver muchísimo. Bajatierra era esperantista, lo hablaba y lo escribía a la perfección y pertenecía a diversos grupos de esperanto nacionales e internacionales. De hecho, hay fotos de Bajatierra donde se ve en la solapa de su chaqueta una estrella que probablemente fuera la verde de cinco puntas, símbolo de los esperantistas.

 No era inusual esto, ya que para muchos anarquistas el desarrollo de una lengua franca que hiciera entender a todo el mundo era una de los principios esenciales.

Vamos con mitos en torno al anarquismo. ¿La visión de Pestaña y el llamado Treintismo deformó lo que fue realmente la FAI y su relación con la CNT?

En parte sí. Para justificar el modelo treintista se buscó un chivo expiatorio que se denominó “faísmo”, aun a pesar de que los opositores al modelo del Manifiesto de los Treinta no eran todos de la FAI (por ejemplo, Juan García Oliver entre ellos). Lo que una parte del treintismo en general y Pestaña en particular intentó hacer ver es que dentro de la CNT había un grupo de presión que la conducía al desastre o por derroteros que la alejaban de la realidad. Y a eso lo llamaron “faísmo”. Pero el origen y desarrollo de la FAI fue muy distinto, sin dejar de lado que pudieran existir algunos grupos de presión dentro de la propia CNT. De hecho, el propio treintismo o pestañismo se mantuvo dentro de la CNT hasta 1933, donde también pudieron ejercer influencia. En realidad, el treintismo supuso un debate sobre estrategias sindicales en un momento concreto, que generó una escisión que quedo parcialmente resuelta en 1936, ya que los sindicatos de oposición y gran parte de la FSL volvían a la CNT. Solo Pestaña quedaba fuera (como grupo, no como individualidad), ya que había dado un salto cualitativo al conformar el Partido Sindicalista.

¿Crees que se ha reflejado bien en la bibliografía el papel del anarcosindicalismo en la República durante la Guerra Civil? En una entrevista planteabas «Los cuatro ministros es lo más llamativo, pero también alcaldes, concejales, militares, carabineros, policías… Es decir, los anarquistas estuvieron en todos y cada uno de los organismos de la República». ¿Se asume esto ya en el anarcosindicalismo o es algo que en general se prefiere ignorar o negar?

 No, la historiografía no ha sido justa con el anarcosindicalismo y ha tendido a deformar su participación en la política española. Se ha querido presentar siempre como un elemento discordante, feo, fuera de la realidad que generaba problemas de violencia y de orden público, también durante la República. Sin embargo, esa visión es errónea. El anarcosindicalismo (el movimiento libertario) fue un factor fundamental en la modernización de España. Introdujo elementos sindicales novedosos con una estrategia de lucha diferente (la acción directa). Y, además, fue pragmático, lo que le condujo a convertirse en una referencia esencial, siendo hegemónica en muchas zonas. Los anarquistas habían colaborado con grupos políticos e instituciones en otros momentos históricos. No era novedoso. Pero también la tesitura que se abrió en 1936 con el golpe de Estado variaba la estrategia mantenida hasta ese momento y se presentó un episodio nuevo donde se consideró que lo esencial era derrotar al fascismo para seguir avanzando en favor de la clase obrera. Esto fue una realidad generalizada en el movimiento libertario, que casi estuvo a punto de costarle la expulsión de la AIT.

Sobre si esto se asume o no, pues depende de para quien. Hay una idea mitificada que historiográficamente no se sostiene y una idea concreta de las actuaciones del movimiento libertario. Yo no juzgo la Historia, solo la reconstruyo a partir de fuentes primerias y secundarias. Y, de momento, lo que me ha mostrado lo he planteado en mis obras.

¿Cómo valoras al Partido Sindicalista, tuvo sentido en su momento? No era extraño que algunos diputados fueran casi portavoces de facto de CNT, como es el caso de Francisco Layret.

El Partido Sindicalista fue una iniciativa muy interesante en el momento histórico que se produjo y muy poco conocida, pues nadie ha realizado hasta la fecha una tesis sobre sus actuaciones, aunque si conocemos un poco más la figura de Ángel Pestaña, su fundador (los trabajos de María Cruz Santos y Sergio Giménez son fundamentales).

La CNT era una organización muy amplia y abarcaba a muchos sectores sociales, aunque el libertario fuera el mayoritario. Muchos políticos estuvieron afiliados en sus filas (Layret, Companys en algún momento, Barriobero desde la década de 1910 y todos los jabalíes en la República, hubo republicanos confesos afiliados a la CNT que llegaron a ser alcaldes y concejales antes de la Guerra, etc.).

Desde mi humilde opinión creo que necesitamos un estudio profundo de lo que fue el Partido Sindicalista y sus actuaciones, lo mismo que los tenemos de la CNT, de la FAI, de Juventudes Libertarias o de Mujeres Libres.

Héctor González Pérez en “El caso Scala y otras leyendas del anarcosindicalismo durante la transición” intenta derribar el mito que ese suceso fue lo que supuso el ocaso de la CNT como organización. ¿Compartes su tesis?

 En gran parte si lo comparto. Héctor González no solo ha hecho una gran tesis doctoral que ha roto muchos lugares comunes del anarcosindicalismo en la Transición, sino que rompe con la idea monocasual que un acontecimiento como el Scala tumbó la influencia de la CNT en un momento álgido de su existencia posfranquista. De hecho, en mi último libro Historia del movimiento libertario español. Del franquismo a la democracia cito a Héctor como fuente y voy más allá, al intentar mostrar que los debates que se dieron en aquellos momentos fueron muy ricos y la falta de puntos de encuentro fueron una base del decaimiento de la CNT. El Scala tuvo también su responsabilidad, la escisiones otras, pero no se puede hacer historia monocasual o binaria. De hecho, solo un dato. Fue tras el Scala cuando la CNT alcanzó el pico de más afiliación y una fue la huelga de gasolineras de septiembre de 1978 (meses después del Scala) una de las movilizaciones más importantes de la CNT en España en aquellos momento.

¿Tienen las organizaciones anarcosindicalistas más escisiones que otras de izquierdas o es que simplemente son más sonadas? Son innumerables las escisiones de CCOO o de partidos y grupúsculos marxistas-leninistas.

  No creo que los anarcosindicalistas tengan más escisiones. De hecho, los comunistas han tenido muchas más desde la década de 1960. Yo, incluso, afirmo otra cosa. El anarcosindicalismo español tuvo su escisión muy tarde. Estamos hablando de 1979 y 1983, si no contamos la ruptura treintista en la Segunda República (que volvió a unificarse) o las rupturas en el exilio con dos momento de unificación, aunque fuese ficticia (París, 1945 y Limoges, 1961).

¿Crees que tiene sentido en la actualidad la renuncia de CNT de presentarse a las elecciones sindicales? La opción de la CNT Renovada/CGT no la convirtió en una organización de masas, pero la renuncia a presentarse a las elecciones ha demostrado tener unos límites clarísimos.

 Los modos de representatividad hay que valorarlos en sus momentos históricos. Puede que el modelo de sección sindical no haya hecho fortuna, aunque depende a donde miremos. Durante años, la sección sindical de la CNT en Iberia fue un ejemplo de lucha partiendo de la acción directa. El método de elecciones sindicales, tal como indicas, tampoco ha sido la panacea, aunque en algunas lugares hay representantes de esos sindicatos en los comités de empresa que son muy combativos.

 Lo que siempre hizo el anarcosindicalismo fue analizar con profundidad el momento histórico y ofrecer una alternativa plausible a corto, medio y largo plazo. Tener una presencia en los puestos de trabajo, en las empresas y en sector público. Ganar la calle, que es el espacio del sindicalismo revolucionario. Y, después, se pueden debatir muchas cosas.

¿Algo más que añadir?

 Nada más. Solo agradecer el espacio y felicitar a Serhistórico, referencia para estar al día en muchos y buenos estudios de la historia social.

2 comentarios

  1. Muy buena entrevista. Yo añadiría que, además del debate de la estrategia sindical entre el «trentismo» y el «faísmo», había otra cuestión muy importante y que hasta hoy se ha tendido a ignorar en la historiografía canónica: se trataba de un debate sobre lo «popular», la autonomía del «pueblo», las masas que estaban sin afiliar o afiliada. En la prensa anarcosindicalista de la época se criticaba duramente que los comunistas creyeran que la revolución rusa fue una obra de los bolcheviques: la revolución la hizo el pueblo, las masas que se movilizaron. Esta idea se trasladó a España y el sector más anarquista de la CNT y del movimiento libertario lo defendió, mientras que el trentismo defendía una planificación desde las organizaciones libertarias para hacer las insurrecciones y movilizaciones lo más eficaces posibles. El tema es que mucha gente, tanto del movimiento libertario como fuera, querían rebelarse cuanto antes, por los problemas que se sufría día a día, y no se podía esperar. Mientras que para unos eso no justificaba lo que se entendía un suicidio seguro, otros creían que ninguna organización tenía derecho a dejar tirada a la gente que se levantara, aunque fuese autónomamente, y solo cabía apoyarles y en caso de que estuvieran de acuerdo, asumirlas. Esto generó más de una confusión en varios conflictos. Hay que entender que el malestar con la República no venía solo del anarquismo, sino que muchas bases de la UGT también montaron insurrecciones importantes, con víctimas, como los sucesos de Castilblanco en la temprana fecha de Diciembre de 1931.

    La actitud a tomar frente a estos sentires de la gente por todas partes del país y con diversas realidades, fue el trasfondo auténtico del debate «trentista» y «faísta», siendo fundamental lo que apunta Julián: nunca fue una cosa de la FAI, la cual solo fue una parte de una de las posiciones. La victoria de la «FAI» no vino por presiones de grupos internas, sino porque como se puede comprobar en la prensa, existía un importante apoyo popular a los levantamientos desesperados de la gente y a sus presos, porque se comprendía los motivos. La posición «faísta» sólo acompañó ese sentimiento mayoritario entre los trabajadores españoles de la época y ganó porque esa posición ganaba en los años 1931-1933 al menos. A partir de 1934 los propios «faístas» hacen, por cierto, mucha autocrítica hacia sus propias posiciones, por el enorme desgaste generado, pero también dejan caer si fue o no fue inevitable apoyar a la gente se levantara. Y por consiguiente, los intentos programados del anarquismo español por levantarse, que aunque fracasados, también se intentaron dar.

    A lo que voy: fue estrategia, pero también una concepción de lo que era el «pueblo» y su papel en la revolución. Al respecto de estas concepciones se dieron otras como el antiprogramacismo, de no hacer programas políticos de futuro en el anarquismo, que se puede leer en folletos como Nuestra Visión Revolucionaria de Francisco Crespo. En tales páginas se dejaba caer estas visiones: cuando llegue el momento, la gente, el pueblo, sabrá que hacer. Solo necesita los principios libertarios como guías, pero no programas políticos tan en boga en la época.

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