La editorial Malatesta publicó el pasado año el libro El otoño de Kropotkin, del autor Jordi Maíz, que narra los últimos días de vida del pensador anarquista ruso en su autoexilio en la ciudad de Dimítrov
Jordi Maíz, medievalista, editor y poeta, se adentra en el estudio del pensamiento político en la etapa de madurez del pensador anarquista Piotr Kropotkin. El periodo que elige el autor de El otoño de Kropotkin no es casual. Se inicia en 1905 y finaliza en 1921. Es una etapa de la historia contemporánea convulsa. Durante este periodo Europa vive la primera de las revoluciones rusas (1905), la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de 1917.
Este libro muestra la evolución del pensamiento ideológico del gran pensador en su etapa final. Jordi Maíz trata con rigor uno de los episodios más controvertidos del pensamiento político de Kropotkin que fue el de posicionarse junto a las potencias antigermánicas durante la Gran Guerra. Este hecho generó una gran controversia entre los círculos anarquistas. Generó una rotura entre los pacifistas o contrarios al conflicto bélico que consideraban las guerras como un elemento de control capitalista, que eran los mayoritarios, y los que como Kropotkin se posicionaron, excepcionalmente, por el bando de las potencias aliadas. Hubo un antes y uno después de este posicionamiento y una rotura dentro de la familia libertaría.
Jordi Maíz trata con rigor uno de los episodios más controvertidos del pensamiento político de Kropotkin que fue el de posicionarse junto a las potencias antigermánicas durante la Gran Guerra
Una vez triunfa la Revolución Rusa, en verano de 1917, Kropotkin vuelve del exilio a su Rusia natal. Allí vivirá los primeros años de la Revolución. Primero vivió en Petrogrado y después en Moscú. A principios de 1918 la situación de los anarquistas se complica en Rusia y sus publicaciones empiezan a prohibirse. Durante esta primavera, la presión de los bolcheviques ahogó a los anarquistas y Kropotkin se vio forzado a autoexiliarse en Dimitrov, una pequeña ciudad situada a 65 kilómetros de Moscú.
Los últimos años de su vida, los pasó en la casa de Dimítrov, acompañado de su compañera Sofía Ananiev y de su hija Sacha. En unas condiciones muy precarias escribió una de sus obras importantes, Ética, publicada una vez muerto. Vio como los ideales de la revolución eran traicionados por las élites y como muchos revolucionarios eran arrestados. Durante este exilio interior, recibió la visita de destacados anarquistas de la esfera internacional y de líderes políticos y sindicales. Kropotkin criticó la dictadura del proletariado, consideraba que sin la participación de los trabajadores y de los campesinos a través de las comunes rurales y de los consejos obreros, no se podía plantear una verdadera alternativa al capitalismo.
El 8 de febrero de 1921 fallecía Kropotkin en Dimítrov a la edad de 78 años. Su entierro en Moscú fue multitudinario. Fue la última muestra de fuerza del anarquismo en la Rusia bolchevique.
Durante el año 1921 los militantes anarquismos más activos fueron perseguidos, detenidos y encarcelados y otros asesinados. Con la muerte de Kropotkin, los anarquistas fueron borrados de la Rusia bolchevique.