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Las ‘fake news’ del ‘Penja-robes’ y otras manipulaciones de la Guerra Civil en la Cerdaña [Antonio Gascón y Agustín Guillamón]

¿A qué obedecen la creación de las fake news?

Las fake news no surgieron hace cuatro días1, sino que vienen de antiguo, y la única diferencia reside en el impacto que en la actualidad produce la inmediatez de su expansión, gracias a las nuevas tecnologías; pero sus fines siguen siendo los mismos de siempre: la desinformación, la intoxicación o el desprestigio de algo o de alguien; siempre con el objetivo de obtener rápidas y fáciles ganancias, tanto económicas como políticas.

Es por ello que no debería sorprendernos la supuesta credulidad o, según se mire, la mala fe actual de determinados profesionales de la historia2 que, con sus torpes artículos o libros, intentan mantener vivas historias que, transcurridos 80 años, se ha demostrado sin sombra de duda que eran vulgares fake news, como es el caso que vamos a abordar: la biografía de Joan Jordá Mallorach, alias “el Penja-robes” 3.

Por otra parte, esa misma biografía nos servirá para desvelar el malsano interés demostrado por significados protagonistas coetáneos a los hechos, y muy concretamente por líderes políticos de ERC, que pusieron todo su empeño en camuflar la indudable responsabilidad de muchos de sus correligionarios en determinadas matanzas indiscriminadas de civiles, dejando caer en cada oportunidad que esas masacres habían sido obra de anarquistas4. Intoxicación interesada y sectaria que, con el tiempo, ha alcanzado su objetivo, al convertirse en “verdades indiscutibles”, no solo de determinados protagonistas que perseguían su propia exculpación, sino también de muchos historiadores de hoy, ya sea por desidia, intereses mezquinos, pago inconfesable de deudas, desinformación o sectarismo.

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Libro de los autores de este artículo sobre diferentes hechos relacionados con este artículo

Maniobra nacionalista que siguieron fielmente los militantes del PSUC, en su caso con el objetivo preciso y urgente de tapar también sus propias miserias. Fakes news de las que se aprovechó, en su día, el propio franquismo, al utilizarlas en su beneficio, ya que resultaban idóneas e inmejorables para sus propósitos represivos, antirrepublicanos y antidemócratas, sobre todo cuando en 1940 se abrió la llamada Causa General.

El meollo de la cuestión: Joan Jordá Mallarach, “el Penja-robes”

Afirmamos de forma clara, rigurosa y rotunda, fruto de una investigación exhaustiva y minuciosamente documentada, que la leyenda de matanzas, degollinas, carnicerías y fusilamientos, cifrada en centenares de terribles asesinatos perpetrados durante la Guerra civil en la Collada de Toses (Girona), atribuidos gratuita e infundadamente y de manera exclusiva a Antonio Martín Escudero, no es cierta 5. Y no es cierta por la sencilla razón de que las víctimas, allí inmoladas, no provenían de Puigcerdá, como de común se afirma con excesiva ligereza6, sino que en su mayoría procedían de Ripoll, y que habían sido asesinadas por conocidos militantes del PSUC de aquella población, tal como era público y notorio en toda la comarca, y como se aprecia en los Sumarísimos, hoy recuperados7.

De aquella macabra y desgraciada historia de asesinatos, cabe destacar particularmente a un ambiguo protagonista, muy conocido al haberse hecho célebre su apodo de “el Penja-robes”, a causa de la especial relevancia que le dieron determinados hagiógrafos nacionalistas, al convertirlo, según el escalafón establecido por los mismos autores, en el segundo “demonio” de la Cerdaña, ya que el primer puesto, según esas mismas fuentes nacionalistas, había sido reservado para Antonio Martín Escudero, de mal nombre “el Cojo de Málaga ”.

Ese enemigo público número dos se llamaba Joan Jordá Mallarach, más conocido como “el Penja-robes”. Su terrible fama se forjó durante un breve periodo como militante circunstancial en la CNT y autor material de múltiples asesinatos. Crímenes de los que en cierto modo fue perdonado por los nacionalistas de Bellver por haber sido el supuesto autor de los disparos que acabaron con la vida del dirigente anarquista de Puigcerdá, Antonio Martín Escudero8.

Sin embargo, y aunque sea considerado por algunos conocidos historiadores catalanes como la mano derecha de Antonio Martín, o como furibundo anarquista, ambas afirmaciones son dos puras y duras fake news, pues ambas cuestiones están todavía por demostrar, como muchas otras dadas por buenas indebidamente, ya que tal militancia ácrata, si existió, se redujo a un breve periodo, muy concreto, de la guerra civil; ya que no se le conoce militancia anarquista alguna, ni antes ni después de ese cortísimo periodo de pocos meses.

De hecho, que luciera un brazalete identificativo de un determinado grupo durante un tiempo, no nos autoriza a convertir a su portador en un anarquista de siempre, sino en un infiltrado o en un afiliado de conveniencia, como sucedió con otros muchos otros personajes, incluidos algunos conocidos comunistas, y menos aún en la mano derecha de Antonio Martín, a la vista de cómo concluyó esa supuesta relación de dependencia jerárquica.

Del mismo modo, su fama de buen tirador quizás sea otra fake news, que tiene más de creación imaginativa de sus publicistas que de realidad. Creada posiblemente a partir de la historia del propio Miquel Badía, del que los nacionalistas alababan la buena puntería que tenía, disparando su revólver desde el coche contra las pacíficas aves que, para su desgracia, posaban en las vallas al borde de las carreteras.

Por otra parte, el radio de acción de nuestro personaje, Joan Jordá, no se redujo solo a Puigcerdá, pues en la Causa General consta su participación en unos desmanes acaecidos en el pueblecito de Prats y Sampsor (Lérida), partido judicial de La Seo de Urgel, donde unos “Elementos forasteros cuyos nombres se desconocen, dos de ellos se llamaban Tor (sic) (hermanos) de Puigcerdá 9, y otro apodado “Penja robes” (paradero actual, Francia)”. Abusos y maldades que dieron lugar al incendio y destrucción de la ermita local de San Salvador, a la quema de los ornamentos sagrados y de todas las imágenes de la iglesia parroquial del lugar y al incendio y destrucción del porche antiguo de la casa rectoral10.

La prueba principal de que Joan Jordá no era anarquista, quedó fehacientemente al descubierto cuando “se pasó” de bando, de forma oficial, a finales de febrero de 1937, “chaqueteando” justamente en el pueblecito de Bellver, que en aquel momento preciso estaba fuertemente enfrentado al Comité Revolucionario de Puigcerdá, y muy poco tiempo antes de producirse el alevoso y traicionero asesinato de Antonio Martín Escudero, en una emboscada tendida en el puente de dicha localidad. Momento en el que convergían en aquella población diferentes grupos nacionalistas, que tenían como misión el asesinato del líder anarquista de la Cerdaña. Asesinato que, de forma muy conveniente para los nacionalistas, fue adjudicada sottovoce al “Penja-robes”11. Cuestión absolutamente falsa, ya que tal rumor fue emitido y propagado por los auténticos asesinos, con el objetivo preciso de eximirse y desligarse del asesinato de Antonio Martín.

Emboscada y criminal atentado que los nacionalistas justificaron con la elaboración de una enrevesada historia sobre un supuesto y frustrado asalto anarquista a Bellver12, a cargo de centenares de anarquistas, que solo existieron en la imaginación de los creadores de aquella fake news. Falsa noticia forjada y financiada por el alcalde de Bellver13. Engaño que, en la actualidad, pervive gracias a la existencia de unas placas conmemorativas que, de forma diligente y torpe, ha elaborado el Memorial Democràtic de Cataluña14. Y, aunque han sido denunciadas pública, documentada, firme, rigurosa y convenientemente, se persiste en mantenerlas en su lugar15: otra nueva fake news, pero esta candente y actual.

El personaje

Joan Jordá Mallarach, “el Penja-robes”, ha sido un personaje desafortunado con sus biógrafos de ocasión, ya que tanto sus andanzas personales como sus aventuras políticas han sido manipuladas a conciencia por una serie de inefables historiadores, algunos de aluvión, y otros supuestamente profesionales, que las han transformado y retorcido hasta hacerlas irreconocibles, o han sido confundidas, pensamos que de forma interesada y sectaria, hasta el extremo que algunas de ellas han pasado, de forma sorprendente, a formar parte del denostado curriculum vitae de Antonio Martín Escudero.

Es por ello que se puede decir, sin menoscabo alguno para nadie, que la auténtica biografía de Joan Jordá ha sido muy maltratada e imprecisa, con toda probabilidad con ánimo de manipulación sectaria, al crearse con ella un personaje a la medida de determinados intereses políticos. Así, en primer lugar, el personaje no era natural de Puigcerdá, tal como afirmaban Pous/Solé en su obra16, sino natural de Sant Quirze de Besora, nacido el día 7 de agosto de 1897, siendo sus padres Melchor y Rosa, naturales respectivamente de Sant Privat d´en Bas y de Baget. En el momento de pasar por la pila bautismal se le impusieron los nombres cristianos de José, Juan, y Feliz17.

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Al comienzo de la guerra civil, Jordá residía en Campdevànol, donde vivía junto a su compañera Consuelo Condominas Font. Poco tiempo antes había residido en Ripoll. Residencia que nos permite dar una explicación plausible a las relaciones personales que allí debió mantener, que de otra forma no tendrían una explicación verosímil. Nos referimos especialmente a su relación con un personaje que, pocos años después, se convertiría en uno de los principales cabecillas del PSUC de la comarca, y con antecedentes de militancia anterior en el PCC: el conocido Josep Mas Tió, en la actualidad muy ensalzado18.

La creación de las fake news más conocidas

Por otra parte, se desconoce el origen del alias de Joan Jordá Mallarach. Motes o alias, reales o ficticios, muy típicos de la zonas rurales y de los que se sirvió profusamente en su provecho el nacionalismo radical, pues tales alias se utilizaron a mansalva durante toda la guerra, convertidos en un arma más de propaganda, con la que se creó un aura de desprestigio del enemigo, fuera cual fuese éste, al tiempo que se ocultaban muy oportunamente los motes de conocidos militantes de su propia cuerda, ocultación que hoy en día continúa en vigor19.

Así, por ejemplo, a principios del siglo XX en Cataluña a los emigrantes se les calificaba en general y de forma despectiva de “murcianos”20, desdeñoso adjetivo puesto en boga por el nacionalismo radical, ya que, según Daniel Cardona, líder de Nosaltres Sols!: Un crani d´Ávila no será mai com un de la plana de Vic. L´Antropologia parla mes eloqüentment que un canó del 4221.

Muestra fehaciente del desprecio racial que sienten y sentían los nacionalistas por todo lo que no fuera propio; actitud que también se observaba, muy a menudo, entre las filas de ERC. Abundantes muestras de ello se pueden ver en la obra capital de Enric Canturri: Memòries: república, guerra i exili 22.

También desmentimos otra fake news, que se propagó profusamente: Antonio Martín Escudero no estaba en la cárcel de Puigcerdá el 18 de julio de 1936, acompañado del Penja-robes. Así tuvieron que reconocerlo Pous/Solé en su obra23, pues consta en un documento policial que, en marzo de 1936, Antonio Martín protagonizaba tranquilamente mítines sindicalistas legales en Puigcerdá, con la “malvada” intención de crear una bolsa de trabajo, dado el elevado número de parados existentes en aquella población y su comarca, sin que la policía gubernativa lo molestara en lo más mínimo, ni le diera la importancia que después le dieron los nacionalistas24, limitándose el informador policial a dar cuenta de lo acaecido durante aquel acto político sindical concreto.

Cuestión ésta, de la miseria económica dominante en la Cerdaña, que ha sido oportunamente ignorada por los detractores de Antonio Martín Escudero, al pintar un Puigcerdá prerrevolucionario idílico, un auténtico paraíso terrenal; cuando, ya muchos meses antes del inicio de la Guerra civil, la desigualdad social campaba a sus anchas por aquella comarca fronteriza. Vano intento de ocultar una de las causas determinantes que provocaron un cambio radical de la sociedad ceretana al producirse el aplastamiento revolucionario de la sublevación fascista, en julio de 1936.

Antonio Martín Escudero:

El famoso “Penja-robes” era carne de presidio, y no por cuestiones políticas. De hecho, Joan Jordá había sido encarcelado por primera vez en 1926, al haber alternado su oficio temporal de taxista por cuenta propia, con el de ladrón a pequeña escala del cemento del ferrocarril transpirenaico, y más concretamente del depositado en las estaciones de Bañolas y Planolas, según aparece en dos ocasiones distintas en las páginas de La Vanguardia.

Tal hecho produjo su estancia en la cárcel de Puigcerdá al inicio de la guerra civil, circunstancia en la cual gente muy determinada decidió meter con calzador a Antonio Martín o a Segundo Jodra25, haciendo creer al lector que los tres habían estado juntos, compartiendo celda en la misma prisión durante aquellos primeros días, y de la que salieron para ocupar Puigcerdá26: otra nueva fake news.

Así, que se sepa y conste, el 1 de mayo de 1926, “el Penja-robes” pisó por primera vez la cárcel, en dos ocasiones distintas, como consta en la prensa generalista, por robos de sacos de cemento en las estaciones del ferrocarril de Bañolas y de Planolas. Lo que se desconoce es si se le juzgó por aquellos delitos, o si se le encarceló, o no, por los mismos.

Se lee en La Vanguardia: “De la estación de Bañolas han desaparecido 24 sacos de cemento que tenía depositados la compañía de electrificación del ferrocarril transpirenaico, habiéndose detenido a Juan Jordá Mallarach, como presunto autor”27.

Y de nuevo leemos en La Vanguardia: “Ha sido detenido el vecino de Ripoll Juan Jordá Mallarach, como presunto autor de la sustracción de 24 sacos de cemento que la Dirección del Transpirenaico tenía depositados en la estación de Planolas28.

Prueba evidente de que el dinero obtenido de su oficio habitual de taxista, en ocasiones lo debió “complementar” con otro tipo de “actividades” ilícitas.

Por otra parte, muy poco antes de la guerra, Juan Jordá, de forma circunstancial, entabló una cierta relación de amistad con el general Queipo de Llano, personaje que algunos meses después se convirtió en uno de los principales cabecillas del bando franquista Según la versión de Jordá, dada a conocer por Francesc Viadiu, el hecho tuvo lugar durante una estancia vacacional de Queipo en Font Romeu, durante los meses de mayo y junio de 1936, o sea un mes antes del golpe franquista, cuando el general utilizó el taxi de Jordá, en repetidas ocasiones, para desplazarse casi diariamente a Puigcerdá.

Circunstancia puntual que generó una cierta relación personal, hasta el punto que al iniciarse la guerra civil y en unas de las inefables “charlas” de Queipo por Radio Sevilla, dejó caer un sorprendente saludo: “Saludo a mi querido amigo el “Penja robes”, y le prometo que muy pronto nos volveremos a ver en Puigcerdá”. Según Viadiu, Jordá respondió a Queipo con una mordaz carta de agradecimiento, jugando con un envenenado doble sentido, ya que el “Penja- robes” invitaba al general Queipo, que cuando viniera a Puigcerdá él personalmente le daría un “paseo” gratuito en su taxi por la Collada de Tosas.

Historia que, en realidad, sólo tiene un único testimonio, en este caso el de Francesc Viadiu, que la recogió con pelos y señales en su conocida obra Delegat d´Ordre Públic a “Lleida la Roja”, donde la relata dentro de lo que se supone debería haber sido una empática semblanza biográfica del personaje, pero que parece poco verosímil, dada la enorme cantidad de errores y voluntarios engaños que contiene el libro de Viadiu29.

El “Penja robes” fue un nacionalista radical

En la carrera delictiva de Jordá, sorprende que en la segunda o tercera ocasión en que fue a parar de nuevo a la cárcel, lo fue como peligroso revolucionario nacionalista, y además armado, o, según el prisma con que se mire, como un auténtico patriota catalán.

Detalle que, curiosamente, Viadiu no recogió en su obra, aunque sí lo hizo la policía franquista en su ficha policiaca. Ficha elaborada en octubre de 1934, a causa de la participación activa del personaje en los hechos revolucionarios que tuvieron lugar en octubre de 1934 en Puigcerdá, movimiento en el cual los anarquistas de la comarca no participaron para nada, porque no era una revolución libertaria, sino la negación de su existencia y de sus principios.

En resumen, después de producirse la sublevación nacionalista de octubre de 1934, Joan Jordá fue detenido por los militares en Puigcerdá, y no por su afiliación anarquista, como acaeció con Antonio Martín, que estuvo unos pocos días retenido y encarcelado, para finalmente ser puesto inmediatamente en libertad por falta de pruebas, y su causa sobreseída30. Juan Jordá fue detenido por ser un nacionalista radical, que se había alzado en armas contra la República, motivo por el que se inició su procesamiento.

Durante el proceso, que tuvo lugar en la comandancia militar de Puigcerdá, diversos testigos afirmaron que la noche del 6 de octubre 1934, habían visto a Jordá hacer guardia, armado con un fusil, en un control situado a la salida de Puigcerdá, donde exigía la documentación a la gente que entraba o salía de dicha población, inspeccionando los pases expedidos por el recién nombrado comité revolucionario local, formado en su mayoría por gente de Estat Catalá, cuya bandera se colgó del balcón del Ayuntamiento la noche de la sublevación.

A pesar de ello fue liberado muy pronto de la prisión, eso sí, previo pago de una fianza, desconociéndose hoy en día quien realizó el pago. Remarcando que su caso particular resultó ser una de las pocas excepciones dentro del conjunto de los vecinos detenidos, detalle que nadie a posteriori recogió, y menos aún su biógrafo Viadiu.

La noticia apareció en las páginas de La Vanguardia: “El juzgado militar de Puigcerdá ha dejado sin efecto las requisitorias dirigidas a Juan Jordá Mallarach (a) «Penja-robes» y a Javier Casademunt 31, para que se constituyesen en prisión32.

Por otra parte, no debería sorprendernos la militancia nacionalista de Joan Jordá, pues fue una posición política casi idéntica a la que después adoptó el que sería su jefe directo durante la guerra, el comunista del PSUC Josep Mas Tió, que declaraba, (según su hijo y su nieta): ser un Admirador de Francesc Macià i molt pròxim a Estat Català33.

Datos y hechos que todo el mundo ha ignorado conscientemente, incluidas las personas que decían haber conocido muy de cerca a Joan Jordá, como por ejemplo el alcalde de Bellver, Joan Solé, o el gobernador de Lérida, Francesc Viadiu, ambos militantes de ERC. Son datos irrefutables, que hoy conocemos gracias a los archivos de la policía franquista, que lo tenían fichado.

El comportamiento del Penja-robes durante la guerra

Es más, hoy podemos afirmar que “el Penja-robes”, según consta en la ficha policial franquista, era sospechoso del asesinato de varios sacerdotes. Por ello, quizás cabe calificarlo de posible “mata curas”, aunque en su ficha no figura quién había dado las órdenes pertinentes de ejecutar a sus víctimas: “este individuo fue uno de los que formaba parte en el piquete de ejecución de los 21 vecinos de esta localidad en la noche del 9 de septiembre de 1936, sabiéndose que fue también asesino directo de 20 personas más, conociéndose concretamente el de 18 (casi todos sacerdotes)”.

Pero gris es la teoría o el sectarismo y multicolor la vida o la lucha. Ahora resulta que a Joan Jordá se le reconocen algunos ramalazos de bondad y solidaridad auténticos, pues justamente en julio de 1936, de forma sorprendente, el “mata curas” reconocido había ayudado a huir a uno de los curas de Puigcerdá, a mosén Juan Doménech34, personaje con el que mantuvo una larga amistad de años, según afirmaba la propia policía franquista en 1946, al sostener con dicho sacerdote un frecuente contacto epistolar.

Nos consta una carta del Penja-robes, fechada en octubre de 1945, interceptada oportunamente por la policía española. También hay prueba de un encuentro personal de ambos en la población fronteriza de Llívia35.

Trato epistolar y encuentro personal que no eximía al Penja-robes de la acusación de haber participado en el asesinato masivo de vecinos de Puigcerdá del 9 de septiembre de 1936, o en el de 20 personas más. Conocido lo anterior, habrá de reconocerse que el entrañable personajillo que nos pintó Viadiu en su libro era, en realidad, mucho más complejo que el recogido en aquel novelesco testimonio, que el propio Viadiu calificaba, de manera casi jocosa, de “tragicómico”36.

Ahora sabemos, sin sombra de duda, que la policía española, en 1946, daba por segura la militancia efectiva del Penja-robes en la guerrilla antifranquista del PSUC. Insistimos y subrayamos: no en la guerrilla de la CNT, como era de suponer después de los comentarios de diversos miembros de ERC, sino en la guerrilla antifranquista del PSUC. Y, además, la policía española le creía heredero del cargo de jefe de partida, en sustitución del recién fallecido Josep Mas Tió. Sobre esta última cuestión Andreu Balent, el último biógrafo de Mas Tió, no dice absolutamente nada, se supone que tal vez porque desconocía la existencia de su expediente policial, que se conserva en los archivos de Gerona.

En la misma información policial se subrayaba que Joan Jordá, durante su estancia en Francia, al concluir la Guerra civil española e iniciarse la Segunda Guerra Mundial, había ingresado en la resistencia contra los ocupantes alemanes, formando parte de la partida de Josep Mas Tió, partida guerrillera afincada en el pueblecito francés de Llo, muy próximo al de Sallagosa, donde Joan Jordá trabajaba en una cantera, en 1946. La policía española informaba que “había sido ayudante de Mas Tió, dedicándose al pillaje (sic) durante la ocupación alemana”37.

Josep Mas Tió, militante del PSUC y jefe directo de Joan Jordá

Por otra parte, no debemos perder de vista quién era en realidad Josep Mas Tió, o el papel que había jugado en Ripoll durante la Guerra civil, cuando fue delegado del Comité Central del PSUC en la Región VI,38 y además presidente del Comité Antifascista de Ripoll; primero en representación del PCC y después del PSUC, conservando tal cargo hasta octubre de 1936.

Cuando se estableció, de nuevo, el Ayuntamiento de Ripoll, Josep Mas Tió fue nombrado tercer alcalde, presidiendo el departamento de Cultura, y colaborando en Triomf, boletín local del PSUC, de UGT y de las JSU. Más tarde, sin que se sepa muy bien porqué, se fue a Madrid, donde ingresó en el afamado Quinto Regimiento, buque insignia del PCE.

Poco tiempo después, Josep Mas Tió fue reclamado en Ripoll, para que se hiciera cargo de la organización clandestina del paso por la frontera, concretamente del sector de Nuria por el macizo del Puigmal. Debía cumplir allí dos objetivos muy concretos: el primero, el paso de los extranjeros destinados a las Brigadas Internacionales; el segundo, facilitar el contrabando de armas a favor del PSUC, en lo que resultarían ser los prolegómenos de los Hechos de Mayo barceloneses39.

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Josep Mas i Tió. Fuente: Les hores i els dies

Lo que nadie explica es de dónde salía el dinero necesario para poder comprar dichas armas en Francia, o el interés del PSUC por armarse para la lucha callejera y de barricada fuera de los canales habituales. “Crimen” que el PSUC acostumbraba a endosar a la propia CNT: el de comprar armas en el extranjero, con dinero o joyas requisadas.

El asunto del dinero, en el caso del PSUC, quedó aclarado en la Causa General, al constatarse que en Ripoll “muchos de los detenidos eran puestos en libertad mediante crecidas cantidades (de dinero) y pasado algún tiempo, fueron asesinados40. Sin comentarios, innecesarios.

Conocido lo anterior, ahora podemos entender por qué Antonio Martín Escudero no podía ser persona grata, ni para los nacionalistas, ni para los comunistas, dado que con su férreo control de la frontera de Puigcerdá, por órdenes expresas de la CNT de Barcelona, desbarataba los planes del PSUC, al impedir el cruce de fronteras, tanto de combatientes con los que engrosar las Brigadas Internacionales, como de armas destinadas al golpe comunista de Mayo de 1937. Tal actitud lo convertía directamente en el enemigo número uno del PSUC.

Del mismo modo, se entiende el interés de la gente pudiente de Bellver, incluido el alcalde Joan Solé por encubrir su contrabando de ganado a Francia, o por la conservación del poder económico en dicho pueblo por parte de unos cuantos miembros de la Cooperativa ganadera de Bellver, al precio que fuere.

La prueba fue que, cuando triunfaron los franquistas, estos no dudaran ni un segundo en reconocerlos como suyos, como sucedió en los casos concretos del alcalde de la población Joan Solé, y del secretario del propio ayuntamiento de Bellver, Ignaci Jausas. Ambos habían permitido, durante toda la guerra, la huida de muchos vecinos derechistas, llamados a filas por la República. Tras pasar a Francia gracias a la complicidad de las autoridades, republicanas y de ERC, se habían enrolado en el ejército franquista. Tales “favores” les fueron reconocidos en el simulacro de su posterior Sumarísimo franquista, dejándoles en libertad sin cargos.

¿Pero en qué momento concreto se pudieron conocer Mas Tió y “el Penja-robes”? Tal ocasión bien se pudo dar antes de la guerra, justamente en la época en que Joan Jordá residía todavía en Ripoll, hacia 1926. Relación que, a posteriori, pudo fructificar en un pacto de cooperación política, pues en la siguiente década fueron habituales las dobles militancias, y más aún entre gentes del PCE y de la CNT, o en su defecto del Partit Comunista de Catalunya (PCC). Prueba de ello es que el propio Mas Tió también estuvo afiliado, durante algún tiempo, en la propia CNT, aunque Jordá, al ser taxista por cuenta propia, es dudoso que militara en aquella época en algún sindicato.

El extraño “chaqueteo” del “Penja-robes” en Bellver

La relación personal y política de Joan Jordá con Josep Mas Tió, militante destacado del PSUC, explicaría que se respetara la vida a Joan Jordá en Bellver, cuando este decidió pasarse de bando. Algo normal, si Joan Jordá era, en realidad, un militante del PSUC infiltrado entre las filas anarquistas, puesto que en Bellver existía una muy buena relación entre nacionalistas y comunistas, al haber permitido estos últimos que Joan Solé alcanzara la alcaldía, haciendo bueno el refrán, de que mano con mano se paga.

De otro modo, no se comprendería que Joan Jordá, considerado por una parte del pueblo de Bellver como un terrible asesino anarquista, buscara refugio en dicho pueblo, y que fuera acogido tan gozosamente por las autoridades civiles de Bellver.

Más aún, en la época de la huida del Penja-robes de Puigcerdá, campaba a sus anchas por Bellver un supuesto policía llamado Climent 41, que en realidad era otro agente infiltrado del PSUC, quien más tarde, en 1938, operó en Puigcerdá, coaligado con el alcalde de Bellver Joan Solé en labores de represión contra la CNT local, en fechas posteriores a los Hechos de Mayo de 1937 y cuando Antonio Martín Escudero ya había sido asesinado.

De ahí, que se pueda explicar también el aparente contrasentido que representa que se respetara la integridad física de Joan Jordá en Bellver, cuando se pasó a las filas nacionalistas a finales de febrero de 1937, aduciendo como excusa de su huida una confusa e intrigante historia, recogida acríticamente, pero con todo lujo de detalles, por el gobernador civil de Lérida, Francesc Viadiu42. Tras aquella huida, existe la posibilidad de que el motivo principal fuera, no lo relatado por Viadiu, sino el descubrimiento por parte de Antonio Martín Escudero de la doble militancia política de Joan Jordá, como militante del PSUC infiltrado en la CNT. A esa acusación, Jordá le dio la vuelta, al acusar a su vez a Antonio Martín de ser un agente franquista infiltrado.

El desenmascaramiento de Jordá como agente del PSUC infiltrado entre los anarquistas ceretanos, explicaría de forma razonable la apresurada huida de Jordá de Puigcerdá camino de Bellver, y junto a él la de sus compinches, que fueron recibidos con los brazos abiertos. En Bellver quedaron a salvo, bajo la protección de los policías dirigidos por Climent, militante del PSUC, quien además era amigo y subordinado de Josep Mas Tió. También explicaría la militancia de Joan Jordá en la UGT en aquel momento, como afirmó un testigo: Per despit es passà a la UGT”43.

Tampoco se podría entender muy bien porqué Jordá contó con la protección particular y directa de Josep Solé, el alcalde de Bellver, o con la del propio gobernador de Lérida, Francesc Viadiu; cuando era público y notorio que un tiempo antes Joan Jordá había asesinado a un vecino del pueblo, junto con un compañero, llamado el “Guixaire”. La víctima se llamaba Domingo Pont Comas, y aquel asesinato fue investigado también en la Causa General.

Lo que nadie explica es que, después de los Hechos de mayo de 1937, ninguna de las nuevas autoridades tomara medidas de ningún tipo contra Joan Jordá, cuando era pública y notoria su participación en múltiples asesinatos, tal como hemos visto, y de los cuales había todavía numerosos testigos. Mientras que, en esos mismos días, en Puigcerdá, se estaba persiguiendo y asesinando a militantes anarquistas, sin más delito ni crimen que el de ser militantes anarquistas con carnet.

La huida de los “otros” infiltrados

Lo que tampoco se ha explicado, con el detalle que merece, es que cuando Joan Jordá el “Penja-robes” se pasó de bando el día 24 de febrero, no se marchó solo, sino acompañado de un grupo de supuestos anarquistas a su mando, y que aparte de sus armas reglamentarias se llevaron de Puigcerdá una ametralladora. Dicho grupo “anarquista”, nada más llegar a Bellver, se puso a disposición de las autoridades locales, prueba de que la traición corría libremente por la Cerdaña. Y entonces, Joan Solé, el alcalde de Bellver, decidió crear un Comité de Defensa, organismo que había disuelto anteriormente, dándole el mando a los pirenaicos de La Molina, que corrían casi a diario por la población, aunque de hecho eran unos novatos sin experiencia militar alguna, como quedó probado con su apresamiento en masa por los hombres de Antonio Martín, algunos días después.

Y así fue como los pirenaicos, dirigidos por Andreu Xandri, tomaron una serie de medidas estratégicas, colocando en primer lugar la ametralladora del grupo de Joan Jordá en un patio, desde el que en caso de ataque se podría hacer frente al enemigo, ya que desde aquel lugar se dominaba perfectamente el puente que atravesaba el Segre y daba acceso al pueblo, además del enlace con la carretera de Puigcerdá a La Seo, así como la plaza y la carretera que venía procedente de Alp. El campanario de la iglesia se convirtió en torre de vigilancia, ya que en caso de alarma se podría tocar a somatén con las campanas.

La casa, donde provisionalmente se alojaban los pirenaicos, se convirtió en una fortaleza en la que almacenaron las bombas de mano, y desde la cual también se dominaba el puente, el rio y la carretera de Alp.44 Y para justificar aquella historia de traiciones los pirenaicos crearan la fake news de la existencia de unos supuestos anarquistas catalanes buenos, y de los malos anarquistas no catalanes.

La misma historia fue retomada por el escritor Jaume de Ramón, encargado de darle una visión aún más esperpéntica. Historia que, según dicho autor, aparecía en la tesis doctoral de Blanchon 45. De Ramón narra una extravagante y descabellada historia de disputas entre anarquistas catalanes y no catalanes que, sin embargo, tiene la virtud de explicar algunos “misterios”.

Así, Jaume de Ramón, basándose en el relato de Blanchon sobre el enfrentamiento que había tenido lugar en Puigcerdá, a finales de 1936, entre anarquistas oriundos de Cataluña y los anarquistas inmigrantes que, al parecer, se había publicado en el diario L´Éclair de Montpellier46, Afirmaba que los milicianos catalanes habían empezado a darse cuenta de que el grupo de los anarquistas castellanos, y sobre todo murcianos, se les oponían por el único hecho de ser catalanes47.

También se argumentaba que, desde el inicio de la revolución, sólo se había fusilado a catalanes de “opiniones políticas moderadas”48, mientras que los españoles se libraban de una muerte segura, gracias a ciertas protecciones ocultas. Este relato era una nueva fake news.

Según esa absurda narración, Joan Jordá había tenido una fuerte discusión por aquella cuestión con Antonio Martín, llegando incluso a las manos49, sin que se especificara el motivo de la misma. A partir de aquella disputa, se formaron dos clanes anarquistas, el de los catalanes y el de los castellanos. Y, en el caso de estos últimos, pretendían desarmar al “Penja-robes”, pero para hacerlo tendrían que cogerle antes el fusil ametrallador, que siempre llevaba consigo. Pensando en ello convocaron una reunión a la que todo el mundo debería asistir desarmado. Cuando quiso salir Jordá, según tal historia, le dispararon con su propia arma, pero Jordá consiguió escapar. Aquel atentado encolerizó a los anarquistas catalanes, que al parecer se hicieron con un contingente de armas más modernas, procedentes del extranjero. Y en este punto concluía aquella fake news.

Pero, si lo pensamos seriamente, y con un mínimo de rigor, resulta que Joan Jordá era catalán de nacimiento, y en cambio Martín era cacereño y de habla castellana. Que se sepa, el acusado de los crímenes de vecinos de Bellver era precisamente Jordá, al igual que en el caso del asesinato de los catalanes “moderados”; luego la historia que precipitó el incidente, en realidad no podía ser precisamente la que aducía De Ramón.

Por ello, de haber existido semejante enfrentamiento, bien pudo haber sido justamente al revés, y muy posiblemente cuando Antonio Martín descubrió que los derechistas españolistas, asesinados el 9 de septiembre de 1936 en Puigcerdá, lo habían sido mediante listas elaboradas en el local de ERC, y que los asesinos habían sido los supuestos anarquistas catalanes al mando de Joan Jordá, reconocido nacionalista radical que, de aquel modo, se vengaba por su detención y prisión, así como de sus camaradas nacionalistas locales, después de la derrota nacionalista de octubre de 1934.

Venganza que ejecutó a las personas que aparecían en las listas elaboradas en el local de ERC de Puigcerdá. El descubrimiento de esas listas explicaría la huida de todos ellos a Bellver, escapando así de las iras de Antonio Martín. En Bellver fueron recibidos con los brazos abiertos, porque eran de los suyos, y más aún tras haber cumplido con éxito su peligrosa misión de infiltrados.

De ahí que tome fuerza la hipótesis de que la protección por las autoridades de Bellver de un flagrante asesino obedeció a que Jordá, en realidad, era uno de los suyos; que había estado trabajando, encubierto y camuflado bajo capa de revolucionario anarquista, con la misión de cometer sangrientos crímenes y desmanes con los que poder desprestigiar al movimiento anarquista en la Cerdaña, y de paso, deshaciéndose de la derecha más recalcitrante y fascista, que les había perseguido y encarcelado duramente después de los hechos de octubre de 1934. Misión secundaria o posterior fue la del asesinato de Antonio Martín, en Bellver.

Las comprobadas conspiraciones nacionalistas contra Antonio Martín

De hecho, hacía ya mucho tiempo que existían órdenes expresas de asesinar a Antonio Martín, dictadas desde Barcelona por funcionarios de la Generalidad, tal como admite Joan Pons Garlandí en sus memorias: “Ante este terror (el impuesto por Antonio Martín), unos patriotas, compañeros Xandri, Altaba, Samper, Perramont, etc., de acuerdo conmigo, con el consejero de Seguridad, Sr. Aiguader y Antonio Solé Torner fueron a la comarca de Puigcerdá al objeto de aprovechar la primera ocasión y acabar con el mandato de terror del monstruo de aquellas tierras, el “Cojo de Málaga”50.

El golpe fracasó, según Joan Pons Garlandí, por la ineptitud de los componentes de aquel comando: “Estos compañeros antes de caer sobre Puigcerdá fueron a Nuria para preparar el golpe y además organizar a la gente de los contornos. Sea porque no guardaron la discreción necesaria, o por lo que fuere, un día Antonio Martín y su banda dan una excursión por las montañas de Nuria y cogen a la mayoría de los patriotas y entre ellos a los amigos Xandri y Altaba”51.

Como antes Francesc Viadiu, ahora Joan Pons Garlandí le pone mucha imaginación a la historia de Nuria, porque miente con respecto a la caída de Xandrí y Altaba, puesto que ambos fueron apresados por los hombres de Antonio Martín el 1 de marzo de 1937, en el Chalet de La Molina, cuando formaban parte de los mandos de la compañía de esquí de las Milicias Pirenaicas, allí destacadas desde el mes de diciembre anterior.

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Francesc Viadiu. Fuente: Enciclopèdia.cat

Aunque era cierto que una sección de la compañía había deambulado unos días antes por Nuria, también es cierto que dicha sección, siguiendo órdenes del mando de La Molina, se replegó a su acuartelamiento, sin sufrir percance alguno; al menos no consta. Como tampoco constan los motivos de Martín para asaltar el chalet de La Molina, cuartel general de la compañía de esquís de las Milicias Pirenaicas, pero conocido el compadreo existente en Bellver entre los hombres de Joan Jordá y los pirenaicos de La Molina, estaba claro que había que tomar medidas drásticas antes de que aquella unión de fuerzas llegara a mayores, y por ello se debió tomar la grave decisión de asaltar La Molina, cogiendo prisioneros a todos los esquiadores, incluidos los dos asesinos a sueldo de Garlandi: Altaba y Xandri.

Desafío de Bellver a Puigcerdá, que no empezó, como cabría pensar, en los primeros días de la revolución, sino ocho meses más tarde, en febrero de 1937, y cuando por Bellver ya circulaban libremente un buen número de contrarrevolucionarios, con la intención y el objetivo de asesinar a Antonio Martín:

1. Los soldados pirenaicos, de guarnición en La Molina.

2. Los hombres del pretendido sargento pirenaico Masbernat, esto es, de otros pretendidos pirenaicos en una supuesta misión “especial”, muy probablemente gente de las Patrullas de Muntanya de l´OMNS52, dedicadas a pasar curas y derechistas a Francia, y no por buen corazón cristiano, sino por dinero.

3. Un grupo de aparentes policías de fronteras, al mando de Vicenç Climent, que después se descubrió que era dirigente del PSUC, grupo formado sin embargo con elementos de Estat Catalá.

4. El grupo de hombres adictos a Joan Jordá “el Penja-robes”, al parecer antiguos nacionalistas infiltrados en las filas anarquistas, reconvertidos en aquel momento a la “ortodoxia” nacionalista.

5. El grupo de “los Patos”, en el que participaba Pere Martorell y otros antiguos “escamots”, entre ellos Carles Balagué53.

A todos los cuales se unió el 25 de abril un grupo de Guardias de Asalto, procedentes de Ripoll y probablemente dirigidos por el “Penja-robes” por orden del mando de Ripoll, grupo que apareció por Puigcerdá acompañando aquel día a los carabineros

Las provocaciones de Bellver

La realidad fue que el desafió de Bellver a Puigcerdá se inició cuando Joan Solé, alcalde de la población, se vio con las espaldas bien cubiertas, incluso desde Lérida, donde estaba como Delegado de Orden Público Francesc Viadiu, diputado por ERC, ya que éste le había dado su palabra de honor de intervenir, si se hacía necesario; compromiso que se materializó con una entrega de armas de guerra a dicha población. Vaga promesa de amparo que Viadiu cumplió en abril de 1937, aunque sin correr su piel demasiados riesgos, al bajar acompañado por un autocar de guardias de asalto54.

De ahí que, cuando se iniciaron las provocaciones de Bellver a Puigcerdá, en febrero de 1937, la primera excusa que se utilizó fue la de la leche, y poco después sería la de la carne, momento en el que una ERC descafeinada alcanzó la alcaldía, con un doble objetivo. El primero y principal salvaguardar los intereses económicos de los grandes productores locales de ambos productos, pero con la doble intención de provocar por todos los medios a su alcance al Consell de Puigcerdá, dando ocasión de acabar con Martín, siguiendo de aquel modo el plan que ya estaban desarrollando gentes de lo más variopinto, puesto que, tal como ya se ha visto, en él estaban involucrados gente de Estat Catalá, del PSUC, y en cierta medida de ERC. Ese fue el momento elegido por el Penja-robes para pasarse de bando, junto con sus hombres, de quienes nadie habló, ni entonces ni ahora. Poco después llegaron a Bellver los guardias de asalto de la mano de Jordá.

Una aproximación a Joan Jordá

Visto el relato anterior, es evidente que no resulta descabellada la hipótesis de que el Penja-robes era un comunista infiltrado. Militancia que explicaría su doble o triple juego. Primero trabajó para los nacionalistas, desde 1934 a 1936. Aquel mismo año militó, en apariencia, en el anarquismo, desde julio de 1936 hasta febrero de 1937, y entre marzo de 1937 y hasta 1946 trabajó para los comunistas, manteniendo a la vez contacto directo con un miembro del clero español y para más inri párroco de Puigcerdá. Tal dato apunta a la posibilidad de que Joan Jordá se estuviera planteando su regreso a la España franquista, con la bendición de la iglesia y como hombre de “profundas convicciones”, tal como hicieron el alcalde y el secretario de Bellver, salvadores de imágenes religiosas y de sacerdotes, y de desertores, según consta en su Sumarísimo personal.

En resumen, si en la Cerdaña hubo un protagonista dudoso y turbio, éste fue sin duda alguna el Penja-robes, al que podemos calificar como agente provocador infiltrado y falso testigo de cargo de muchos de los crímenes “anarquistas” cometidos en la comarca, cuando era precisamente él uno de los principales implicados en aquellos asesinatos, programados y ejecutados por elementos del Casal de ERC de Puigcerdá. Las numerosas denuncias de la gente más diversa, recogidas en la Causa General, apuntan al Penja-robes como a uno de los principales ejecutores materiales de los asesinatos de la comarca ceretana.

Pero, para justificar el descubrimiento de su “tapadera”, se creó la fake news de los anarquistas catalanes buenos y los anarquistas españoles malos, que tuvo la virtud de crear escuela, hasta tal punto que Alfons Segalás, un antiguo pirenaico, la hizo suya cuando afirmó que la llegada de la compañía de esquís a la Cerdaña, unida a “la col·laboració d’elements idealistes del país, que no trigarien gaire a rivalitzar i s´entaulá entre ells una lluita a mort […] una part del grup del cojo de Màlaga es va escindir i situats a Bellver s’enfrontaren amb l´A. Martín. Eren també de la FAI, però podriem dir que era un grup més de casa nostra”55.

No deja de ser curioso que Segalás haga tabla rasa de los posibles asesinatos cometidos por aquel “grupo de idealistas del país”, que acabaron enfrentados a Martín, por el simple hecho de que, aunque fueran de la FAI, eran de “casa nostra”, o sea catalanes de pro.

Por ello se debe reconsiderar toda la historia del Penja-robe en su conjunto, o en su caso todas las fuentes informativas sobre el mismo, en particular la de Viadiu, al observar los innumerables “olvidos” de su relato, como por ejemplo los intereses económicos del alcalde de Bellver, asunto que Viadiu silenció oportunamente, o que el Penja-robes ya era un proscrito en los primeros días de marzo de 1937, olvidando de paso que fue el Penja-robes quien había preparado el ambiente propicio a la emboscada de Bellver del 25 de abril de 1937, con la ayuda de un grupo de guardias de asalto, tal como se afirmó en un informe posterior de la CNT:

“No obstante, iban con dichas fuerzas, algunos guardias del cuerpo de Asalto, que siguiendo el mismo camino que los carabineros, acompañados del conocido Juan Jordá (Pincharrobas) (sic), los cuales en vez de regresar también a Ripoll como era lo convenido, se pasaron durante la noche hacia Bellver y prepararon a gusto la opinión de aquellos pueblos en contra de Puigcerdá, haciéndoles entender que serían asaltados y que era indispensable tomar un plan de defensa o ataque según conviniera”56.

Otros detalles de los que se olvidó Viadiu fueron la referencia al intento de asalto de Puigcerdá el día 25 de abril por parte de una compañía reforzada de carabineros, enviados por el gobierno de Valencia, que tenían su base en Ripoll. Operación que fracasó gracias a la firmeza del comité revolucionario de Puigcerdá. Incidente que obligó al propio Tarradellas a tener que regresar a Puigcerdà para negociar, momento en que se le recordó su promesa de expulsar a las personas non gratas; petición a la que hizo caso omiso, pero consiguiendo un pacto entre las partes, según el cual los carabineros se retirarían, y solo volvería una compañía, pero que con ellos se retiraría la compañía que estaba en el pueblo antes de la guerra, como así se hizo. Y, mientras se discutían los términos de aquel acuerdo, un nutrido grupo de guardias de asalto, encabezado por el Penja-robes marchó camino de Bellver, donde le esperaban sus compinches, huidos como él de Puigcerdá.

Otro asunto que Viadiu se dejó en el tintero fue la presencia en Bellver de un personaje llamado Vicente Climent Pastor, miembro del PSUC. Individuo mencionado en un informe del diputado de ERC Lluis Bru i Jardí, para el que trabajaba Climent, calificado como delegado del PSUC para Puigcerdá, pasando previamente por el cargo de secretario político del Radio de Puigcerdá. Anteriormente había estado en Bellver, camuflado como supuesto agente de Vigilancia. Concluida su misión en aquel pueblo con la muerte de Martín, Climent pasó en 1938 a ser comisario político de la 46 Brigada Mixta, unidad con la que luchó en el Ebro.

Todos estos hechos ponen de manifiesto que Viadiu pretendió engañar al lector con su supuesta historia de Joan Jordá, al no dar a conocer que éste venía como guía de los guardias de asalto, que tenían por misión tomar posiciones en Bellver, o que acompañaba además a los carabineros procedentes de Ripoll, llegados en tren a Puigcerdá, población donde se ubicaba el cuartel general de los carabineros encargados de tomar por la fuerza Puigcerdá.

Todo lo anterior indica que Jordá no era un perseguido, sino que campaba a sus anchas hacía ya muchos días, y plenamente libre, y por lo mismo la historia de que acababa de llegar a Bellver apurado, huyendo de Puigcerdá, pocos días antes del incidente, como intentó convencernos el delegado de la Generalitat Viadiu, es otra fake news más.

Los compinches de Jordá se coaligan con las milicias pirenaicas

A la vista de lo anterior, todo apunta a que Jordá era un hombre del PSUC, bajo el mando de Josep Más Tió, que había tenido como misión principal participar en el máximo de asesinatos posibles, con la clara intención de desprestigiar a la CNT, organización a la que se decía estaba afiliado, y el secundario, la preparación de una emboscada a Antonio Martín, en Bellver, asunto que cobró fuerza a partir del 25 de. abril de 1937.

Sin perder de vista que por Bellver ya pululaban hacia muchos días, concretamente desde el 24 de febrero, un grupo de fingidos anarquistas al mando también de Joan Jordá, el “Penja-robes que, aparte de sus armas reglamentarias, habían traído con ellos una ametralladora. Grupo que debería estar compuesto incluso por gentes del propio Puigcerdá y a buen seguro gente que había participado, como Jordá, en los asesinatos de dicho pueblo, pero en aquella ocasión transformados en anarquistas buenos, al ser catalanes, al parecer una cuestión de mucho peso durante aquellos días.

Pues, según el diputado de ERC por La Seo de Urgel Canturri “…los elementos que firmaban aquellas sentencias de muerte, ninguno era vecino (del pueblo), ni hijo de La Seo de Urgel. Todos eran forasteros, y la mayoría hablaban castellano, es decir, no hablaban catalán…”. Y tras semejante comentario Canturri se quedaba tan ancho, aunque recobrada la lucidez, poco después reconoce unas líneas más abajo que al no ser del pueblo la mayoría de los componentes de aquel Comité revolucionario, estos no podrían haber señalado a la gente que se tenía que “suprimir”, dado que no podían conocer a los vecinos, y menos aún los antecedentes políticos de las futuras víctimas.

Reflexión que llevaba a Canturri a la terrible conclusión de que lógicamente debían haber sido los propios vecinos quienes habían señalado a las víctimas; conclusión que le llenaba de inquietud57. Un hecho que se puede aplicar perfectamente al caso de Puigcerdá, ya que justamente en la última reflexión de Canturri es donde reside la explicación de las masacres de Puigcerdá. Matanza que no pudo ser ejecutada por gentes forasteras, y por tanto ajenas al pueblo, ya que todos los fusilados lo fueron porque su nombre había sido anotado en una lista. Lista discutida, elaborada y aprobada por los militantes de ERC en el Casal de esa organización en Puigcerdá. Lista en la que los militantes de ERC seleccionaron y acusaron a sus propios convecinos derechistas, por las causas más diversas y variadas, destacando la de haber sido los denunciantes que habían llevado a la cárcel a 25 vecinos republicanos de Puigcerdá, en octubre de 1934. Denunciantes derechistas, en 1934, muchos de ellos militantes de Unión Patriótica, que fueron asesinados como venganza en 1936 58.

El incumplimiento de Josep Tarradellas provocó la muerte de Martín

A primeros de marzo de 1937, Josep Tarradellas subió urgentemente a Puigcerdá con la intención de liberar a los oficiales de las milicias pirenaicas apresados en La Molina el día 1 de marzo por los hombres de Martín, auxiliados por milicianos del POUM de Alp, Antonio Martín le arrancó a Josep Tarradellas dos promesas, a cambio de dicha liberación. La primera, que no se enviaran más fuerzas militares a la Cerdaña, y la segunda, desterrar de la comarca a una serie de individuos indeseables, ya que en opinión del Comité revolucionario de Puigcerdá tales individuos eran los principales responsables de los constantes problemas de la comarca.

Y el primero era Joan Jordá, alias “el Penja-robes”; el segundo, el alcalde de Bellver, Joan Solé, y sus dos hermanos, Esteve y Emili; el tercero Samper, de Estat Catalá59; el cuarto, el médico de Bellver, apellidado Sicra, y según otras fuentes Sucre, y el quinto el secretario del mismo pueblo Ignasi Jausas, como paso previo para poder restablecer la tranquilidad y el respeto mutuo, tal como consta en un informe interno de la CNT. Tarradellas incumplió ambas promesas, provocando así, de forma indirecta, la muerte de Martín.60

La petición de Antonio Martín muestra claramente su talante dialogante y pacificador, ya que, si hubiera tenido el mismo comportamiento que sus enemigos, lo único que se hubiera planteado hubiera sido su eliminación física, tal como estaban planeando esos mismos individuos de los que pedía a Tarradellas el destierro de la Cerdaña. Prueba de que Martín no quería ningún conflicto con Bellver. De ahí que no tenga ningún sentido que se acuse a Antonio Martín que quisiera tomar Bellver, pues a la vista está que cuando pudo hacerlo no se lo planteó, igual que ya había hecho con los pirenaicos, pero sin causar baja alguna al enemigo.

El intento de asalto a Puigcerdá por los carabineros

El día 23 de abril de 1937, sin mediar aviso previo al municipio de Puigcerdá, 170 carabineros, vía férrea, se presentaron inopinadamente en dicha población, dando a entender claramente a su llegada que venían a tomar la población, y que tenían pensado lograr su objetivo fuera como fuese. Se confirmó aquella idea entre el pueblo, al ver las provocadoras formas exhibidas por los carabineros en los andenes tras desembarcar en la estación, luciendo de forma descarada el potente armamento que portaban, tales como fusiles-ametralladores y algunas ametralladoras, cuyo número entrevisto no fue inferior a siete.

Ante semejante amenaza, y el posible inicio de una operación bélica contra la pacífica población civil, se excitaron los ánimos de los presentes, de forma que el pueblo protestó masivamente, disponiéndose a rechazar a los asaltantes con las armas en la mano, como no podía ser de otra forma. Pero antes de llegar a aquel punto, el pueblo de Puigcerdá tomó la decisión de formar una comisión, integrada por el presidente de la UGT, el alcalde de Esquerra Republicana61, y unos delegados de la CNT, que valientemente decidió parlamentar con el comandante de la fuerza invasora, al que expusieron, sin tapujos, tanto sus temores como la decisión tomada por la población de resistirse contra una fuerza armada que se había presentado sin previo aviso y en formación de combate.

Ante la firmeza de los paisanos, la fuerza armada no quiso llegar hasta las últimas consecuencias, probablemente porque no tenían órdenes precisas para un enfrentamiento de tal magnitud, tomando la decisión de replegarse de nuevo a Ripoll. Una vez allí, muy humillada la tropa y para calmar su rabia ante aquel fracaso, decidieron establecer un nuevo plan “de guerra”, que se materializó en la toma militar de las carreteras de acceso a Ripoll, levantando barricadas y ocupando los puntos estratégicos con una actitud amenazante y belicosa, llegando a esa población más carabineros por vía férrea, que finalmente alcanzaran el numero de 500.

Conocido el incidente en Barcelona, aquel peligroso hecho dio lugar a la pronta intervención del Comité Regional de la CNT que, junto con el Consejero de Defensa y Josep Tarradellas, salieron flechados para Puigcerdá con la intención de buscar una solución satisfactoria para ambas partes, dando lugar a una serie de agitadas idas y venidas, muy laboriosas62.

Al final, el Jefe de los carabineros y la comisión de la Generalidad acordaron resolver el conflicto, dejando en la población solamente el número de carabineros que había antes de los sucesos, pero con una cierta flexibilidad, de manera que se pudiera completar la plantilla habitual, dado que al replegarse las fuerzas a Ripoll, el primer día de los sucesos, dicho comandante había obligado a las fuerzas de carabineros, destacadas en Puigcerdá desde antes de la guerra, a retirarse con ellos, y de aquel modo los carabineros veteranos habían evacuado la plaza.63

El escenario de la muerte de Antonio Martín

Debido al conflicto con los carabineros, a los informes que estaban constantemente recibiendo y a causa del caldeado ambiente que se respiraba, un grupo de anarquistas de la Seo decidieron visitar Puigcerdá, con el fin de informarse de primera mano. A su paso por el control de Bellver, situado en la carretera, el convoy, formado por dos camiones, sufrió unas largas molestias a cargo del grupo que estaba de servicio en la barricada, cuestión que sorprendió a la gente de La Seo.

Tras ser informados por los compañeros de Puigcerdá sobre cómo había concluido el asunto de los carabineros, y que este se había resuelto satisfactoriamente para ambas partes, se dispusieron a regresar.

A la mañana siguiente, y cuando se disponían a marchar, se recibieron en Puigcerdá diversas noticias, muy preocupantes, al conocerse que en Bellver había numerosa gente armada patrullando por las calles y por los puntos estratégicos del pueblo. Que, al igual que los carabineros anteriormente, no se mordían la lengua, gritando que cuando pasase por allí la gente de la Seo “se las entenderían con ellos”. Comentario que causó inquietud entre los anarquistas de la Seo que preparaban su regreso.

Ante aquellas pésimas noticias sus compañeros de Puigcerdá, a fin de evitar incidentes más graves y de paso informar a Bellver sobre la solución alcanzada con los carabineros, decidieron conjuntamente que el regreso de los compañeros de la Seo se haría precedido por una Comisión, compuesta por “algunos compañeros responsables”, que en caso de producirse algún problema o bloqueo se ofrecerían a parlamentar con las autoridades de Bellver, pensando de buena fe que de este modo se podría evitar cualquier altercado o desgracia.

La citada Comisión estaba formada por Antonio Martín Escudero; el barcelonés Julio Fortuny Villa, residente en La Seo; el chófer Carchaco y Muñoz, revisor del tren entre Puigcerdá y La Tour de Carol. Los cuatro anarquistas adoptaron una actitud totalmente pacífica, y con tal idea negociadora y pactista se subieron a un coche turismo que precedería “en más de dos kilómetros” al convoy de los compañeros de la Seo, que iban en dos camiones.

En cuanto el coche en el que viajaba la Comisión llegó al puente de acceso al pueblo de Bellver, se detuvo, apeándose todos sus ocupantes para subir al pueblo a pie con la intención de parlamentar cuando inmediatamente fueron recibidos por un nutrido fuego de fusilería que causó la muerte de dos de ellos64.

Al llegar, poco tiempo después, los compañeros de la Seo, por propio instinto de supervivencia saltaron de sus vehículos y se desplegaron a discreción, con la lógica intención de repeler el ataque, ya que les era imposible retroceder con los vehículos, sin exponerse “a perder un número considerable de compañeros”.

Según un informe posterior, aquel tiroteo duró aproximadamente una hora, sin que fuera posible recoger a ningún compañero muerto, y con mucha dificultad a los varios heridos que hubo en el transcurso de aquella inesperada refriega, entre ellos Antonio Martín. Poco a poco los agredidos fueron replegándose hacia Puigcerdá, creándose a su paso una excitación harto justificada, que creó “un estado de ánimo delicado ante las deplorables pérdidas sufridas”. Y, en contra de lo esperado, Puigcerdá no montó ninguna acción de represalia.

La conspiración nacionalista para asesinar al Penja-robes

A modo de conclusión, vamos a relatar la jugada que idearon el alcalde Joan Solé y el delegado Francesc Viadiu, encaminada a deshacerse indirectamente del Penja-robes”, según ambos asesinos directos de Martín. Rocambolesca historia que finalmente se le escapó a Viadiu en 1979, rompiendo un pesado silencio, arrastrado a lo largo de cuarenta y dos años.

Y todo ello por el desmesurado afán de protagonismo de Viadiu, que en respuesta a la carta que le había dirigido un lector, aclaró quién había sido, según él, el asesino del “Cojo de Málaga”. Misiva escrita, al parecer, por un testigo de los Hechos de Bellver, llamado Josep Vigo i Mestres, publicada en el diario Avui, el 6 de noviembre de 1979.

Según ese testimonio de Vigo i Mestres, quien mató a Antonio Martín en Bellver fue “el Penja-robes”; aseveración que confirmaba Viadiu en su respuesta, aunque matizando que aquella era la “opinión general” en Bellver, en la madrugada en que él llegó al pueblo acompañado por sus guardias.

Viadiu también filosofaba sobre el hecho de que Joan Jordá había sido el mejor amigo de Antonio Martín, para convertirse más tarde en su más implacable perseguidor; cuestión, hoy por hoy, desconocida e indocumentada, ya que solo él habló de esa supuesta amistad.

Sin embargo, la placidez de aquellos comentarios de Viadiu se rompieron en esa misma carta, cuando Viadiu explicaba que había escrito en su libro que el asesino de Martín y de Fortuny había sido “un tirador anónimo”. Que, si lo había dicho así, había sido porque aquella era la versión que le habían dado las autoridades municipales y la gran mayoría de los elementos significados de Bellverque se habían enfrentado a los “incontrolados” que les habían atacado. Es decir, que las autoridades y sus lacayos le ocultaron el nombre del supuesto tirador.

Pero la sorpresa saltaba en el párrafo siguiente de la respuesta de Viadiu, en el momento mismo en que este lo inicia, revelando que los protagonistas, autoridades municipales y elementos significados, tenían un interés muy especial en mantener el anonimato del tirador, con la intención de evitarle posibles represalias por parte de los “incontrolados” de Puigcerdá. Hasta aquí, todo era en apariencia normal y lógico; pero en el remate de su comentario, Viadiu, de forma inconsciente manifestaba el maquiavélico plan que se había fraguado en la sombra, por parte de las autoridades. Ya que todos, tanto autoridades como protagonistas y elementos significados, tenían mucho interés en que continuara circulando la falsa versión de que el asesinato de Antonio Martín había sido obra del Penja-robes, escudándose en el hecho puntual de que, como el Penja-robes ya estaba en aquel momento amenazado de muerte por los hombres del Comité de Puigcerdá, el hecho de atribuirle la muerte de Martín no incrementaba en nada su riesgo de muerte, dado que no se le podía matar dos veces; la primera, por su huida y traición en Puigcerdá y, la segunda, por el supuesto asesinato de Martín65. Y tal idea, al parecer, contentó todos.

Por otra parte, la confesión de Viadiu arrojaba una luz distinta al misterio de porqué al Penja-robes no se le cobraron las cuentas pendientes por sus crímenes a su llegada a Bellver, en 1937; ya que, de pensar que el Penja-robes era un hombre del PSUC o un protegido del partido, a la gente de Bellver, y al mismo Viadiu, no les interesaba en lo más mínimo ponerse a mal con los comunistas, de hecho sus socios en aquella desgraciada historia.

Pero, si a causa de aquel falso rumor difundido de forma interesada por ellos mismos, tenían la gran suerte de que el Comité anarquista de Puigcerdá conseguía acabar con la vida del Penja-robes, miel sobre hojuelas, al administrarle justicia sus propios enemigos, quedando así ellos libres de todo tipo de responsabilidad. Esperanza que no se vio cumplida, ya que finalmente, Joan Jordá Mallarach, alias el Penja-robes, murió de viejo hacia 1970, en Sallagosa (Francia), población situada a pocos kilómetros de Puigcerdá.

Conclusiones

Joan Jordá Mallarach, más conocido por el Penja-robes, es una gran fake news, creada en buena medida por los comentarios de Francesc Viadiu, pues nadie, en ningún momento, dejó testimonio de que fuera la mano derecha de Antonio Martín, sino todo lo contrario. La prueba está en que, incluso para la policía española, era la mano derecha de Josep Mas Tió, el conocido estalinista “depurador” de Ripoll.

De ahí que cobre fuerza la hipótesis de que el Penja-robes fuese, en realidad, un agente estalinista (procedente de Ripoll) infiltrado entre los militantes anarquistas de la Cerdaña, con el objetivo de desprestigiar el movimiento libertario de esa comarca.

Notas

1Las fake news o noticias falsas es un tipo de bulode carácter periodístico difundido a través de portales de noticiasprensa escritaradiotelevisión y redes socialese incluso libros, que tiene por objetivo la desinformación. Las fake news se emiten con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular decisiones personales, desprestigiar o enaltecer a una institución, entidad o persona u obtener ganancias económicas o rédito político. La noticia falsa se relaciona con la propaganda y la posverdad. Las noticias falsas, al presentar hechos falsos como si fueran reales, son consideradas una amenaza a la credibilidad de los medios serios y los periodistas profesionales o escritores. La difusión de noticias falsas con el objetivo de influir en las conductas de una comunidad tiene antecedentes desde la más remota antigüedad, pero dado que su alcance está relacionado directamente con los medios de difusión de información propios de cada etapa histórica, su área y velocidad de propagación resultaba escasa en las etapas históricas previas a la aparición de los medios de comunicación de masas. El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación ha permitido que la difusión de noticias falsas y su utilización para fines políticos se transformara en una preocupación global.
2 GASCÓN, Antonio, GUILLAMÓN, Agustín: “Revista Sapiens o de la divulgación a la intoxicación”, https://serhistorico.net/…/revista-sapiens-o-de-la-divulgacion-a-la-intoxicacion-antonio.
3La biografía de Joan Jordá Mallorach, ya ha sido esbozada en GASCÓN, Antoni y GUILLAMÓN, Agustín: Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña 1936-1937: Antonio Martín, la experiencia libertaria de Puigcerdá y el sagrado mito de Bellver, Editorial Descontrol, Barcelona, 2018.
4 Lo que también es indudable que determinados anarquistas debieron participar en cierta medida en alguno de aquellos hechos, pero sin ser los principales protagonistas ni instigadores, al ser en aquella historia concreta unos meros comparsas.
5 GASCÓN, Antonio, GUILLAMÓN, Agustín: “La otra Memoria histórica, o como justificar determinadas muertes. El caso de Antonio Martín Escudero, mal llamado el Cojo de Málaga “. Ver en: http://www.sbhac.net/Republica/Colabora/…/GCE_%5BGasconYGuillamon%5D_AntonioMartin.pdf
6 Sólo uno de los asesinados en aquel lugar provenía de Puigcerdá.
7 Causa General. Ripoll, Terror Marxista.
8 GASCÓN, Antonio, GUILLAMÓN, Agustín: “Martín Escudero, Antonio (1895-1937), “El Durruti de la Cerdanya” (2). Revista Catalunya, desembre 2014.
9 Se trataba de “Als bessons” (Los Gemelos” remoquete por el cual se conocía a los hermanos Vicente y Francisco Tort Casadesús, el primero de ellos miembro de ERC y procesado por su participación en los hechos de octubre de 1934, denominado también con el alias de “Cap gros” (cabezudo).
10 Archivo Histórico Nacional, Causa General, Pieza primera o principal de la provincia de Lleida, Legajo 1465, Caja 2, Exp. 33, Fecha expediente, 11/3/1940.
11 JSC (Joan Solé Cristòfol): Qui va matar el Cojo de Màlaga? Cartes a Rufaca. Rufaca, nº 24 (Gener 1980), pp. 28-29
12 Versión que desmiente la propia documentación conservada de la policía francesa y diversos informes de la CNT, inéditos hasta la edición del libro de Gascón y Guillamón, titulado Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña, editado por Ediciones Descontrol, que en su anexo documental recoge esa documentación.
13 “Com ocorregueren els fets de Bellver de Cerdanya”. Folleto editado por el Ayuntamiento de Bellver, con dinero público, en 1937,
14 GASCÓN, Antonio, GUILLAMÓN, Agustín: “La segunda muerte de Antonio Martín Escudero, con noticias sobre las auténticas causas de su asesinato”. Ver en: http://www.sbhac.net/Republica/Colabora/AGascon/GCE_[GasconYGuillamon]_LaSegundaMuerte.pdf
15 GASCÓN, Antonio, GUILLAMÓN, Agustín: “Manifiesto trapero de Puigcerdá. Combate por la Historia”, Manifiesto distribuido públicamente en Puigcerdá el 27 de abril de 2018. https://todon.nl/@anarquismohub/100015153159189155
16 POUS, Joan, SOLÉ SABATÉ, Josep M. Anarquia i República a la Cerdanya (1936-1939). El ‘Cojo de Málaga’ i els Fets de Bellver. Publicacions Abadia de Montserrat, 1988.
17 Archivo Municipal de Sant Quirze de Besora. Desde aquí queremos agradecer a los funcionarios del mencionado ayuntamiento que en su día nos proporcionaron amablemente copia de la partida de nacimiento de Joan Jordá Mallarach.
18 BALENT, Andreu:“Del Ripollès a la Cerdanya. Guerres i Revoluciò: Josep Mas i Tiò (1897-1946), Militant i Guerriller”, Annals del Centre d´Estudis del Ripolles, 2003-2004.
19 Miquel Badia, “Capità Collons”, Rodríguez Salas, “El Cojo”, Rafael Dalmau, “General Rampont”, etc, etc.
20 Otro de los términos despectivos, utilizado por los pirenaicos catalanes en el frente de Aragón, era el de “sacedoníos”, con el cual calificaban de forma despectiva a la gente de la 72ª Brigada Mixta, proveniente en muchos casos de la comarca alcarreña de Sacedón, un lugar miserable y deplorable en la visión de los catalanes de aquella unidad militar. Ver en TORRES, Estanislau: La Bossa de Bielsa, Barcelona, 1977,
21 CARDONA, Daniel: I foc en tot el front! La Batalla i altres textos. La Magrana, 1984, pp. 34-35.
22 CANTURRI i RAMONET, Enric: Memòries: república, guerra i exili. Ajuntament de la Seu, 1987
23 Pous/Solé, op. cit. p. 32
24 Arxiu Comarcal de la Cerdanya, 121, Prévies, 1937, top 173, en ACC
25 GASCÓN, Antonio, GUILLAMÓN, Agustín: “Segundo Jodra Gil, un revolucionario casi desconocido” Ver en: http://www.sbhac.net/Republica/Colabora/…/GCE_%5BGasconYGuillamon%5D_SegundoJodraGil.pdf
26 Pous/Solé, op. cit. p.55.
27 La Vanguardia, viernes 30 de abril de 1926, p. 21
28La Vanguardia, domingo 9 de mayo de 1926, p. 25.
29 VIADIU, Francesc: Delegat d´Ordre Públic a “Lleida la Roja”. Rafael Dalmau editor, Barcelona, 1979, pp. 125-126.,
30 La causa fue sobreseída, al estar basada en el testimonio de un “chivato” de la policía: de origen el italiano llamado Cellini Ercoli, curiosamente el mismo alias que utilizó el comunista Palmiro Togliatti durante su estancia en España en la guerra civil española: “Ercoli”.
31 Xavier Casademunt i Arimany (Figueres 1897-1988) fue un maestro y político catalán, militante de Esquerra Republicana, fue elegido como diputado por Gerona en las elecciones al Parlamento catalán de 1932. Durante la guerra civil fue delegado de la Generalitat en la junta administrativa del Hospital Clínico de Barcelona.
32 La Vanguardia, domingo 20 de enero de 1935, p. 9.
33BALENT, Andreu: Op. cit. p 84.
34 CLARÀ, Josep: “Vince malum a bono. La guerra secreta de mossén Joan Domenech a la Cerdanya (1939-1949)”.Estudi general: Revista de la Facultat de Lletres de la Universitat de Girona, nº 21, 2001, pp. 335-362.
35 Esa relación tiene más sentido si conocemos que mosén Doménech trabajaba en la red de evasión, al igual que el grupo de Josep Mas Tió, en el que participaba, según la policía española, Joan Jordá.
36 Viadiu, Francesc, Op. cit. “El tragicòmic “Penja-robes”, pp. 125-133.
37Fronteres, expedient 191842, lligall 887, consultado en Arxiu de la Diputació de Girona.
38 “Mas Tió, era el delegado del Comité Central del PSUC en la Región VI, y Vicente Climent, lo era de Puigcerdá”, en Ordre públic i violencia…, p.316.
39 BALENT, Andreu: “Del Ripollès a la Cerdanya…”, p.6.
40Causa General, Ripoll, informe.
41 Remigio Climent Ferré al inicio de la guerra era miembro de las Patrullas de Control, Sección de Comarcas, y militaba en el PSUC. Véase en BARRAYCOA, J. Los (des)controlados de Companys, Barcelona, 2016, p. 308.
42 VIADIU, Francesc: “El tragicòmic “Penja-Robes”, en Delegat d´Ordre Públic a “Lleida la Roja”. Rafael Dalmau editor, Barcelona, 1979, pp. 125-133.
43 Anónimo: “Recordant el Passat”, Rufaca, nº 22 (1-11-79)
44 RAMÓN Jaume de: op. cit. p 132.
45 RAMÓN, Jaume de: El Regiment pirinenc nº 1 de Catalunya, Barcelona, 2004, pp. 120-121
46, Bajo el título “Tela que crema a Puigcerdá”.
47 No existen noticias al respecto.
48 Si ser miembros de la Unión Nacional, partido de Primo de Rivera, o miembros de los grupos armados de Acción Ciudadana, tutelados por la autoridad militar de Cataluña, que reemplazaron al Somatén Armado de Cataluña en octubre de 1934, y que en muchos casos estaban controlados por organizaciones españolas de extrema derecha, se considera ser catalanes “moderados” es faltar a la verdad. Ver Eduardo González Calleja y ‎Fernando del Rey Reguillo, La defensa armada contra la revolución: una historia de las guardias cívicas en la España del siglo XX, CSIC, Madrid, 1995, p. 246.
49 PONS GARLANDI, Joan: Un republicà enmig de faistes, Edicions 62, Barcelona, 2008, pp. 150 y ss.
50 Idem
51 Para más detalle sobre el asalto al Chalet de La Molina, ver GASCÓN, Antonio: Las Milicias Pirenaicas, en la web: http://www.sbhac.net/Republica/Fuerzas/EPR/EprD/Pirinenques.htm
52OMNS, Organización Militar Nosaltres Sols, grupo de Daniel Cardona, Fermí Rubiralta, Una història de l’independentisme polític català. Barcelona, 2004. p. 167-168.
53 LÓPEZ SÁNCHEZ, Pere: Rastros de rostros en un prado rojo (y negro). Virus, 2013, pp. 286-287
54 Guardias que al ser reemplazado Viadiu en su cargo un poco más tarde, no tardaron en pasarse al enemigo. Papel de Viadiu como Delegado de Orden Público en Lérida que no tuvo relieve, la prueba está que su nombre no aparece en la Causa General franquista.
55 Alfons Segalàs Solé , op. cit. p.21; J. de Ramón, op. cit. p. 121.
56Informe sintético sobre la situación creada en la comarca de la Cerdaña.
57Canturri, op. cit., pp., 185-187
58 Los ayuntamientos donde las autoridades municipales fueron sustituidas tras los Hechos de Octubre de 1934 fueron Puigcerdà, Llivia, Ribes de Freser, Les Lloses, Queralbs, Ripoll, Campdevànol, Planoles, Sant Pau de Seguries, Vilallonga de Ter, Sant Joan de les Abadesses, sería interesante y conveniente realizar un estudio sobre la incidencia de aquel hecho, comparándolo con la represión posterior, en 1936, como medio de conocer el posible origen de los asesinatos durante la Guerra civil. Estudio todavía pendiente.
59 El tal Samper no tiene desperdicio, ya que había sido uno de los hombres de Pons Garlandí, que junto con los pirenaicos Xandri y Altaba, tenía como misión acabar con Martín. Y por ello estaba en Bellver mucho antes del incidente como responsable de la gente de Estat Catalá, y además fue una de las siete personas declaradas “non gratas” en la petición de la CNT a Tarradellas.
60 Antonio ´Gascón Ricao, Agustín Guillamón Iborra, La responsabilidad personal de Tarradellas, en los Hechos de Bellver de Cerdaña. Ver en: www.sbhac.net/…/GCE_AGasconYAGuillamon_LaResponsabilidadDeTarradellas.pdf
61 Probablemente Guillermo Barnolá.
62GASCÓN, Antonio y GUILLAMÓN, Agustín: La responsabilidad personal de Tarradellas, en los Hechos de Bellver de Cerdaña. Página web: sbhac.net/Republica (2016)
63 Muchos años después Joan Solé, alcalde de Bellver, en una carta dirigida a un medio local (Rufaca), afirmó, sin fundamento alguno, que aquellos carabineros se retiraron porque Antonio Martín se lo había pedido a Martí Feced; otra nueva fake news.
64 Hay que precisar que del coche bajaron cuatro personas: Martín, Fortuny, Muñoz y el chófer. Al finalizar el incidente habían resultado muertos Fortuny y Carchaco (el chófer). Martín estaba herido de muerte y falleció al día siguiente. Muñoz estaba malherido de gravedad y fue trasladado inmediatamente a Barcelona.
65 VIADIU, Francesc: “Qui va matar el “Cojo de Málaga?”. Avui, 11 de noviembre de 1979, p. 4.

Imagen de portada: «Desmantelamiento de la Iglesia de Santa María» de La Cerdaña durante la Guerra Civil. Fuente: Blog de l’Arxiu Cerdanya

2 comentarios

  1. Me ha resultado muy interesante einstructivo. Y me ha provocado un atisbo de sonrisavolver a comprobar que solo absorbemos términos anglosajones para hablar que lo que ya está escrito.Lo cualnosignifica que no tenga actualidad,pero deberíamos respetar laoriginalidad de los otros y no apropiarnos de términos acuñados de otra forma para hablar de lo mismo….Gracias!!!!

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