Guerra civil Española Historiografía

El día que se confabularon el mal tiempo y las bombas fascistas

El día que se confabularon el mal tiempo y las bombas fascistas1

Introducción

En un momento como el actual, donde se sigue discutiendo la ley de la Memoria Histórica, a lo que se han unido los recortes económicos en Cultura en determinadas comunidades, no vendrá mal conocer el estado de la cuestión en algunos asuntos puntuales, como botón de muestra de que la propia desidia general está abocando a la historia, con mayúsculas, a convertirse en pura y dura leyenda urbana.

Cómo nacen las leyendas urbanas

Las gentes que nos dedicamos a las cuestiones históricas, incluidas las locales, en multiples ocasiones nos hacemos la pregunta: ¿de dónde salen las denominadas leyendas urbanas? y por una serie de coincidencias hemos tenido oportunidad de asistir al nacimiento de una de ellas, que en principio afecta unicamente a una barriada de Barcelona, pero que puede servir como ejemplo para estar vigilantes.

Por otra parte, del mismo modo que alabamos la labor de anónimos historiadores, muchos de ellos, voluntariosos principiantes, del mismo modo se debe denunciar el uso o el abuso que se está haciendo de la misma historia local por parte de determinados personajes o grupos, para uso y lucro personal, ya que sin ninguna carta de presentación están haciendo circular, siempre que pagues religiosamente, “librillos” muy discutibles, donde más que Historia se recogen puras y duras leyendas urbanas, que de no denunciarse, como es el caso que nos atañe, pueden dar lugar a otras nuevas leyendas, que de este modo podrían ir creciendo conforme corre el tiempo.

La Meridiana en 1940. A la izquierda la calle Consell de Cent. Fuente: Museu del Ferrocarril de Vilanova i la Geltrú.

De ahí que hoy nos ocupemos a modo de denuncia de una de ellas, puesta en circulación por un seudo-historiador local en el año 2004. Mal ejemplo que en ningún caso se debería seguir, ejemplo que recogemos íntegro, para después poder desmenuzar la historia con el detalle que se merece, mediante unos comentarios pertinentes al caso, avalados por la documentación pertinente.

De hecho y simplificando mucho, dicha historia sucedió en el año 1937, o sea, en plena guerra civil española, y cuando Barcelona estaba sufriendo las terribles y denigrantes oleadas de bombardeos, a cargo de las fuerzas aéreas franquistas, procedentes de Mallorca, en su caso protagonizadas por la aviación legionaria italiana, enviada en su caso por el fascista Mussolini.

La conjunción de aquellos bombardeos, con la consiguiente alarma aérea, y unas inesperadas lluvias torrenciales, dejaron por desgracia en la ciudad un reguero de víctimas, que dicha leyenda casi ha logrado encubrir bajo la anécdota de unos “enormes” derrumbes de los refugios provisionales bajo los cuales se habían intentado proteger inutilmente las víctimas, espacios que al parecer se anegaron a causa de dichas lluvias.

Circunstancia que nos debería sorprender, si tenemos en cuenta además que Cataluña fue unos de los territorios más castigados por la acción de la nueva técnica de guerra aérea, adoptada por la aviación de los sublevados y ejercida sobre la inerme población civil, que conllevó tener que contabilizar un mínimo de 7.400 víctimas mortales entre los civiles barceloneses, es decir, el 70% del total de muertes producidas por aquellos ataques en el conjunto total de España, en lo que significó, tal como afirma el refrán, “volver a llover sobre mojado”.

Historia que tuvo lugar, más o menos, en el espacio que hoy comprende una parte de la actual y moderna Meridana,2 en aquella época un lugar casi sin urbanizar y por donde entonces circulaba a cielo descubierto el ferrocarril de la llamada Línea del Norte, en jerga ferroviaria de aquella época de la Sociedad de “Caminos de Hierro del Norte”, línea que en aquel tiempo se intentaba soterrar.3

De hecho el Plan de Enlaces Ferroviarios de Barcelona de 1933 ya contemplaba, entre otras muchas cuestiones, las supresiones de determinados pasos de nivel, entre ellos el de la Carretera de Ribas y el de la Meridiana, por lo que se planteó el soterramiento de las vías férreas de la Meridiana.

Muy avanzada la guerra civil española (1936-1939), el Ayuntamiento de Barcelona, ​​en agosto de 1937, reconocía que en la ciudad había los siguientes modelos de refugios antiaéreos; los «refugios en Túneles de ferrocarriles y metropolitanos», como era el caso que nos atañe, los «Refugios en sótanos y plantas Bajas de edificios», los «refugios tipo colectora o alcantarilla» los de «galería de mina» o los «refugios generales en la vía pública «, lo que hacía un total de 5 modelos concretos, a los que se añadirá más tarde otro modelo más, el «celular».

Los bombardeos de octubre

En los primeros días de octubre de 1937, cuando Barcelona estaba sufriendo una de las más terribles y denigrantes olas de bombardeos, a cargo de las fuerzas aéreas franquistas, la conjunción de esos bombardeos, con su consiguiente alarma aérea, y unas lluvias torrenciales, dejaron en la Meridiana un reguero de víctimas, y los aviones, como era lo habitual, procedían de Mallorca.

Una historia que se desarrolló, más o menos, en el espacio que hoy comprende una parte de la actual y moderna Meridiana, pero que implicaba a los barrios del Clot y La Sagrera, en aquella época, un lugar casi sin urbanizar y por donde entonces circulaba al descubierto el ferrocarril de la llamada línea del Norte, y que en ese momento se estaba intentando soterrar. De aquí la existencia en esta vía de unos túneles recientemente excavados y reconvertidos debido a la necesidad en refugios, que se podían calificar sin menos cabo de fortuna, dada su precariedad.

La historia vista por el autor de la leyenda

La misma historia vista por el historiador aficionado, la recoge haciendo más sangre de ella. Por lo mismo, traducimos directamente del catalán original el comentario que atañe a dicha historia, y que líneas más abajo comentamos con el detalle que merece:

“Durante la guerra civil, se pararon las obras de construcción de los túneles que soterraban las vías (del Ferrocarril) de la Meridiana. Aquel túnel, en el cual todavía no se habían instalado las correspondientes vías, servían (de improvisado)4 refugio durante los bombardeos, pero fue peor el remedio que la enfermedad, pues la tarde del domingo día 3 octubre de 1937, en que el cielo estaba negro y había una gran acumulación de nubes, sonaron (las) alarmas (antiaéreas), y la gente fue a los refugios con la intención de protegerse de los bombardeos , (así)   la gente que estaba en los cines, Meridiana, y Martinense del Clot o la Barraca (El Imperial) de la Sagrera también se fueron a refugiar; dicen que fueron las explosiones de las bombas las que desencadenaron, (pero) el caso (fue) que cayó un aguacero que inundó los túneles desde la plaza de las Glorias hasta la Sagrera; a la altura de la calle de Consejo de Ciento, cerca de la plaza de las Glorias, en la estación de la Rambleta, (y) la tierra debido a la gran cantidad de agua cedió, un río de agua proveniente de la calle, entró (en tromba), por el trozo hundido del túnel, (y) se dice que en la Sagrera se desbordó la riera de Horta, el caso fue que bajo la Meridiana murió mucha gente ahogada, (y) he leído que en la Sagrera 20, pero en la plaza de las Glorias murieron mucha más gente, en los días siguientes los bomberos con barcas tuvieron la ingrata faena de sacar los cuerpos del barro”5

Después de leer lo anterior, y como tenemos por costumbre no fiamos de comentarios, empezaremos por el principio, y como ya no es un secreto, nos adelantaremos un poco a la historia explicando al lector que de toda la truculenta historia anterior, aún siendo hasta cierto punto cierta, pues por desgracia hubo que lamentar víctimas mortales, resulta en extremo muy exagerada, por no decir muy fantasiosa, tal como vamos a tener ocasión de comprobar. Y todo ello gracias que para suerte del investigador, todavía se conserva documentación al respecto de aquella misma historia.

Documentación que además siempre se ha encontrado en el lugar que corresponde. En su caso en la Audiencia Provincial de Barcelona, al proceder el juez de la época al correspondiente levantamiento de los cadáveres de las victimas de aquel aguacero.6 Otra importante fuente de información son las abundantes noticias que se pueden ver en las páginas de sucesos de La Vanguardia, y con todo ello en la mano, vamos a intentar explicar lo que realmente acaeció aquel aciago día.

Apertura del sumario (1937). Archivo del autor.

La noticia en la prensa local

De tomar en primer lugar la prensa como punto de referencia sobre lo acaecido en aquellos días, resulta que aquella tormenta, en ningún momento fue producida a causa de las “explosiones de las bombas”, tal como afirmaba tan rotundo Ramón Badenes, en su trabajo.7 La prueba reside en las propias páginas de sucesos de La Vanguardia del miércoles 6 de octubre de aquel año.

O sea, tres días después de producirse aquella terrible catástrofe, y en aquel número impreso, aunque “visado” previamente por la censura militar8, tal como se reconoce en él, una escueta noticia recoge que el Ayuntamiento de Barcelona había pedido al Gobierno de la Generalitat que se hiciera cargo directo de los daños causados por las inundaciones y a su vez por los coincidentes bombardeos fascistas, cuyos aviones, como era ya lo habitual, provenían de Mallorca.

Inundaciones, que en su caso, habían sido especialmente intensas en la zona de la cuenca del rio Besos. Solicitándose por ello ayuda al gobierno de la comunidad, con la intención de que se procediera a las oportunas reparaciones, y aunque de hecho las lluvias todavía continuaban cayendo, por fortuna no lo hacían con tanta aparatosidad como el primer día.

Y dentro del apartado “Temporal de aguas”, subtitulado a su vez “Trabajos de los Bomberos”, aquel mismo día, se comunicaba lo siguiente:

“El Cuerpo de Bomberos de Barcelona continua trabajando en el achique del agua y en el desescombro de los locales afectados por las inundaciones ocurridas en el llano de Barcelona. Los grandes aguaceros de ayer vinieron a dificultar estos trabajos, especialmente en las barriadas extremas. En la Armonía del Palomar9, la lluvia volvió a inundar varias casas, sin que afortunadamente ocurrieran desgracias personales (…) Las carreteras que conducen a esta capital quedaron ayer expeditas, reanudándose el servicio de autobuses y tranvías de Horta y Badalona 10.

Al final de aquella misma noticia, ya se empezaba a vislumbrar la tragedia acaecida, más en concreto, en el barrio de La Sagrera, aquel día 3 de octubre:

“Todavía no se ha conseguido extraer del todo el agua acumulada dentro del túnel en construcción del ferrocarril del Norte, en la barriada de La Sagrera, donde, según referencias del vecindario de la calle de Martí Molins, quedaron sepultadas varias personas” 11

Por tanto, las bombas fascistas nada tuvieron que ver con la adversa meteorología, tal como afirmaba haber “oído” nuestro seudo historiador local.

En conclusión, las inundaciones de La Sagrera no fueron una excepción, causada por las detonaciones de dichas bombas, sino por una de las muchas lluvias caídas, tanto en toda Cataluña como en la misma Barcelona durante aquellos mismos días, incluidas las caídas el anterior día 5 en La Armonía del Palomar, nombre último con evidentes aíres revolucionarios, al haber estado “rebautizado” por los libertarios de aquel tiempo, pues el antiguo y popular lugar, era más conocido como Sant Andreu del Palomar, nombre del cual se había descabalgado el Sant, y sustituido por La Armonía (del Palomar).

A partir del día siguiente, el 7, empiezan a menudear sueltos periodísticos que continúan apareciendo en las páginas de La Vanguardia, y en los cuales se van perfilando, cada vez más, los macabros detalles de aquel aparatoso accidente ocurrido el día 3 anterior.

Así, aquel mismo día 7, y dentro del impersonal apartado “de Notas Varias” se da la noticia de la aparición de tres cadáveres anónimos, no en el túnel de La Sagrera, como era de esperar o de creer según lo relatado por historiador de fortuna, sino en un campo, sito también en la misma barriada de la Sagrera. Cadáveres que al parecer no procedían de aquel túnel en concreto, ya que una vez realizado el oportuno y necesario recuento de víctimas, al final aquellos fallecidos no fueron añadidos por la justicia ordinaria a la cuenta final de aquel túnel hundido.

“Víctimas de las inundaciones ayer ingresaron en el Deposito judicial del Hospital Clínico los cadáveres de una mujer y dos hombres encontrados en un campo de la barriada de La Sagrera, víctimas de las inundaciones de los últimos días.”

A modo de complemento de la noticia anterior se comunicaba, también de forma oficial, la más que posible desaparición de un vecino de la calle Mallorca, al cual, al parecer, casi se le daba directamente por muerto:

“En el juzgado de guardia se presentaron los familiares de Ángel Clemente Luis, de 36 años, habitante en la calle de Mallorca, manifestando que el pasado domingo marchó a Pla de Besós, y al desencadenarse la tempestad emprendió el regreso a Barcelona, expresando que lo hacía con objeto de tranquilizar a sus padres, no habiendo compadecido en el domicilio de éstos. Se cree que el cruzar el puente del río Besós fue arrastrado por la corriente”12

Habrá que aclarar que el personaje citado en la denuncia anterior, no será incluido en la causa judicial que más tarde se abrirá con motivo de aquel accidente de La Sagrera, con inundación incluida, motivo por el cual nos quedamos sin saber si el personaje en cuestión falleció o no durante aquellas mismas inundaciones.

El día 8 de octubre, las noticias no pueden ser peores, aunque aparezcan impresas en el anodino y displicente apartado de: Notas Varias.

“Victimas de las inundaciones el administrador del Deposito Judicial ha comunicado al Juzgado de Guardia que en dicho depósito hay diez cadáveres procedentes de las inundaciones del día 3 en La Sagrera. De éstos sólo hay cuatro identificados que son FranciscoSerra, (en realidad Francisca Serra), Luis Faix (sic) (Faig Tadella) Pilar Andreu (Colomer) y Rosario Pascual (Falgas)”.13

Aquel elevado número de victimas, cuatro de ellas con nombres y apellidos, y de hecho, seis más, sin identificar, provoca la inmediata apertura, aquel mismo día, de una causa judicial, que incoa el Juzgado nº 4 de Barcelona, con el número de sumario 369, de aquel año de 1937.

Cuando finalmente se concluyó dicho expediente, calificado por el fiscal, como causa criminal, el número de victimas se habrá elevado a un total de 13, fallecidas todas, de creer la cabecera del expediente, en La Sagrera, y en un lugar tan pronto denominado túnel”, como “refugio”, sin más detalles que permitan ubicar con exactitud el lugar preciso donde se había producido aquella terrible tragedia, conclusiones del fiscal que tiran abajo la leyenda urbana, según la cual el derrumbe se había producido “a la altura de la calle de Consejo de Ciento, cerca de la plaza de las Glorias, en la estación de La Rambleta,14 donde la tierra debido a la gran cantidad de agua cedió”.

Salvo que estemos hablando de alguna entrada situada más o menos, según la noticia de La Vanguardia, en las proximidades de la calle de Martí Molins con Meridiana, ya que fueron los vecinos de dicha calle, los que primeramente dieron la voz de alarma a las propias autoridades civiles.

Motivo por el cual la noticia, según la cual Ramón Badenes afirma que, además, de La Sagrera también hubo víctimas, “en la Plaza de las Glorias donde murió mucha gente”, no se corresponde en lo más mínimo con aquella misma información judicial, de hecho abierta ocho días después de producirse la susodicha inundación del día 3 anterior, de lo que se desprende que aquella afirmación tan rotunda de Badenes en su trabajo, en principio, es rotundamente falsa, al igual que la anterior referida al tema de la estación de La Rambleta.

Del mismo modo que su frase “el caso fue que bajo la Meridiana murieron muchas personas ahogadas, y he leído que en la Sagrera 20”, no tiene sentido alguno al saberse ahora, que por mucho que leyera el amigo Ramón Badenes, ignoramos en que publicación concreta lo hizo, pues no la cita en explícito, sus 20 muertos de La Sagrera, por fortuna, han quedado reducidos a tan sólo 13, por ningún fallecido en la Plaza de las Glorias, lo cual, y dentro de aquella fatal desgracia, resulta todo un alivio, al saberse, gracias a la oportuna documentación oficial, conservada en la Audiencia Provincial de Barcelona, y a la cual hemos podido acceder, que las víctimas fueron bastante menos de las aireadas por dicho autor.

La Causa Criminal, por muerte de varias personas

Así, aquel día 8 de octubre de 1937, se abrió en la Audiencia Provincial una causa criminal bajo el título de: “Muerte de varias personas, con motivo de la inundación de un refugio en la Sagrera. Salvo que aparezcan debidamente justificada en Comisión de delito”. Apostilla final que parece indicar que se piensa investigar las posibles irregularidades en la construcción de aquel refugio, de hecho provisional, tal como reconoce un informe de Defensa Pasiva Antiaérea, elaborado en agosto de 1937, por el entonces Conseller Regidor d’Urbanització i Obres, y miembro de la CNT, M. Muñoz Díez.

Y así sabemos que para el Ayuntamiento barcelonés, en agosto de 1937, había varios modelos distintos de refugios y entre ellos figuraban los “refugis en Túnels de ferrocarrils i metropolitans”15, de los cuales se decía, en lo que hacía referencia a los de la propia Meridiana (traducimos directamente del catalán) «además de los túneles en construcción de la línea de los ‘Caminos de Hierro del Norte’, a lo largo de la calle Meridiana, al cual efecto fueron proveídos de iluminación supletoria, por medio de fanales, y donde hemos construido nuevos accesos«.16

Once días después de producirse aquel terrible desastre, La Vanguardia vuelve a dar la noticia de la aparición de otro nuevo cadáver, en su caso el de una mujer sin identificar, noticia que aparece bajo el epígrafe de Tribunales, pero cadáver que muy posiblemente corresponde al de María Clarasó Llusá, al ser ésta la última mujer de aquella macabra lista final, y aunque figure en ella con el número 10: “Víctima de las inundaciones: Ha ingresado en el Depósito Judicial del Hospital Clínico el cadáver de una mujer sin identificar, extraído del túnel de La Sagrera17

Y todavía aparecerá una última noticia en La Vanguardia, en fecha tan tardía como fue el 22 de octubre de 1937, y en aquella ocasión bajo el epígrafe de Palacio de Justicia. Información en la cual se habla de la aparición del cadáver de un menor de 9 años, cuyo cuerpo no será el último, pues después aparecería otro más, que en su caso no aparecerá en la prensa, de hecho el último “premiado” en aquella macabra lotería: “Víctima de las inundaciones. En el refugio de La Sagrera que se inundó el día 3 del corriente, apareció otro cadáver: el del niño José Orihuela Pascual, de 9 años” 18

A destacar el hecho de que en todas aquellas noticias, donde siempre se habla de inundación, nada se afirma, sobre la existencia de unos supuestos derrumbes posteriores del firme de la Meridiana, tal como lo hace en su obra Ramón Badenes, circunstancia específica que tampoco figura, ni se menciona como tal, en ningún lugar de la causa judicial abierta por la Audiencia provincial.

Detalle que de nuevo hace sospechar que aquellas tremendistas afirmaciones vertidas por Ramón Badenes en su escrito, las referidas a los derrumbes de aquellos túneles, no se ajustan en nada con la realidad que aconteció.

Por otra parte, y si nos ceñimos a la lista nominal de victimas, la misma que aparece en la causa,19 todavía aparecerá, sin que sepamos en que fecha concreta, pues no consta, otra nueva víctima más: Aniceto Clarasó, muy probablemente otro niño más, quedándonos en la duda de cuándo y dónde se encontró el cadáver número 11: el de José Serra Baldalló, desconociéndose así, si formaría parte o no del grupo de diez, localizados todos ellos el día 8.

La Meridiana en 1930, esquina Aragó-Rogent. Fuente: Museu del Ferrocarril de Vilanova i la Geltrú.

Causa aquella que debió quedar durmiendo el sueño de los justos, pues el mismo expediente se volverá a reabrir el 14 de marzo de 1938, por denuncia expresa de tres procuradores concretos, Eduardo Sanjuán, Apolinar de Cáceres y Francisco de P. Salvá (López), desconociéndose, pues no figura en la documentación pertinente, si lo fue a causa de un requerimiento de las partes, en su caso de los parientes de los fallecidos o meramente de oficio.

Pero de entrar en detalles, de aquellas 13 víctimas que aparecen relacionadas en la causa primera, por los apellidos, seis de ellas eran directamente parientes consanguíneos, dos hermanos, Francisca Serra Baldalló y José Serra Baldalló, y su prima hermana, Josefa Baldalló Amigó, dos hermanos más, Marcelo Clarasó Llusá y Maria Clarasó Llusá, y otro posible hermano o primo hermano llamado Aniceto Clarasó, el último fallecido recuperado. En fin, toda una auténtica catástrofe familiar.

Se da carpetazo a la causa

Causa que reabierta de nuevo en marzo de 1938, pero que será sobreseída, de forma provisional, y al final con carácter definitivo, el 4 de febrero de 1939. O sea sobreseída, pero de forma curiosa, nueve días después de la entrada de las “gloriosas” y triunfantes tropas “nacionales” en Barcelona, entrada que se calificó como liberación, a última hora los responsables directos de todas aquellas mismas muertes, ya que sino hubiera habido un bombardeo aéreo previo, la gente no se hubiera tenido que refugiar en aquel fatídico túnel, y por tanto y aunque éste se hubiera inundado, aquellas personas no hubieran fallecido ahogadas, tal como acaeció.

En conclusión, al cerrarse de aquel modo la causa de La Sagrera, los franquistas se lavaron las manos, cual un vulgar Poncio Pilatos cualesquiera, de aquellas muertes producidas, en primer lugar, a causa de los bombardeos de sus aviones, procedentes de Mallorca y generalmente de nacionalidad italiana.

Sirva de epílogo el testimonio de un vecino de la calle Consejo de Ciento, que en la época de la conclusión de la guerra civil era un niño, que con una historia personal desmonta el hundimiento de la Meridiana en aquel punto. Ya que los muchachos de la época tenía un punto de encuentro en un semitunel que había bajo las vías del tren a la altura misma de la calle Consejo de Ciento con la Meridiana, y donde los crios habían encontrado un tesoro, al haber aparecido en dicho lugar varias cajas de munición repletas de cartuchos sin usar, los cuales con paciencia franciscana fueron vaciando de pólvora con la intención de quemarla. El día que tuvo lugar la operación, muchos de ellos llegaron a casa con la cara negra del humo y con cejas chamuscadas, sin que se produjera ninguna desgracia más.20

Conclusión final

Visto lo anterior, al final habrá que reconocer, que en general, la Historia, con mayúsculas, supera con creces y en detalles cualquier leyenda urbana basada, casi siempre, en supuestas e hipotéticas afirmaciones, provenientes de unos supuestos e hipotéticos testigos, casualmente siempre anónimos, pero testimonios que rara vez coinciden con la historia real y auténtica, tal como sucede con la actual. A modo de moraleja muy simple, sirva la presente, a modo de aviso, para futuros navegantes.

Notas al pie

1 Publicado en 2012, bajo el título: Cómo la desmemoria histórica, puede convertir un bombardeo franquista de Barcelona, en una leyenda urbana, sbhac.net/Republica, 2012.
2 En la actualidad, uno de los principales accesos de Barcelona, tanto para la salida como para la entrada de lsa ciudad.
3 En aquella época, todavía no existía la popular empresa Renfe, un organismo estatal que se fundó en 1941 y por tanto en tiempos del franquismo. Así en 1937, cada gran línea férrea estaba administrada por una compañía distinta, al ser todas ellas de empresas particulares y diferenciadas, cuestión que vuelve a planear hoy en día sobre la actual red ferroviaria.
4 Nota: cuando aparezca ( ) es una palabra añadida por el traductor en pro de una mejor compresión del texto.
5 Ramón Badenes, Llegendes i Vivencies del Barri de Navas Clot La Sagrera, Barcelona 2004, edición sin pie de imprenta, compuesta por dos volúmenes, en este caso el primero, a cargo del autor, con unas malas y chapuceras fotos toscamente manipuladas. Una obra, por otra parte, sin paginar.
6 Toda la información o documentación procedente de dicha Audiencia Provincial se debe a la amabilidad De Doña Fabiola Zuleta Alejandro, Archivera responsable del Archivo Central del Tribunal de Justicia de Catalunya y de la Audiencia Provincial de Barcelona, y corresponde al Sumario nº 369/1937, incoado por el Juzgado de Instrucción número 4 de Barcelona, con fecha 8/10/1937, con el título “por muerte de varias personas en la Sagrera, por motivo de unas inundaciones”, documentación fotocopiada y debidamente legalizada por dicha Archivera responsable el día 1 de julio de 2010, desde aquí muchas gracias.
7 De hecho para dispersar las tormentas se utilizaban cohetes pirotécnicos. De ahí que las explosiones de bombas, difícilmente podían acarrear lluvia, salvo que se tratara de una bomba atómica, que no fue precisamente el caso.
8 “Visado”, censurado, medida lógica en tiempos de guerra, y como prevención ante el enemigo, al no dar al conocimiento público, noticias que podían servir al oponente en la contienda.
9 Se está refiriendo al barrio de San Andrés del Palomar.
10 La Vanguardia, nº 22.953, miércoles 6 de octubre de 1937, p. 3, “Gobierno de Cataluña”
11 Op. cit.
12 En aquella época no existían como ahora puente de obra, sino, depende el lugar, existían unas malas pasarelas de madera, de ahí se entiende que aquel ciudadano pudiera haberse sido arrastrado por las turbulentas aguas. (Nota del autor), La Vanguardia, jueves 7 de octubre de 1937, p. 3.
13 La Vanguardia, viernes 8 de octubre de 1937, p. 3.
14 La estación de La Rambleta estaba situada, más o menos, a la altura de Meridiana, con la actual calle de Rogent. Existiendo estación a ambos lados, pues en aquel tramo la vía era doble, una de salida y otra de entrada a Barcelona.
15 Túneles de ferrocarril y de metropolitano, haciendo referencia el último a los túneles del Metro,
16. Obsérvese que en dicho informe no se dan detalles concretos sobre dónde están ubicados los accesos pertinentes. Memòria: Defensa passiva antiaérea: La tasca de l´Ajuntament de Barcelona. El perquè d´aquesta Memoria, Caixa 57264, Carpeta 1.1, Arxiu Administratiu Ayuntament de Barcelona (AAAB), p. 4
17 La Vanguardia, jueves 14 de octubre de 1937, p. 2.
18 La Vanguardia, viernes 22 de octubre de 1937, p. 31.
19 Ver Anexo I
20 Testimonio de Esteban V. al autor.
21Dicha referencia y las siguientes, corresponden a los números asignados a los cadáveres en el momento de su ingreso oficial en el Depósito de Cadáveres del Hospital Clínico de Barcelona, y con dicho mismo número figuran inscritos en su Registro, según figura en el expediente de la causa, que se conserva en la citada Audiencia provincial de Barcelona.

Anexo I

Relación nominal de victimas que aparecen en la causa criminal abierta por el juzgado nº 4, el día 8 -10-1939

1 Francisca Serra Baldalló, Ficha nº 1634 – B21

2 Luis Faig Tadella, Ficha nº 1635 – B

3 Pilar Andreu Colomer, Ficha nº 1636 – B

4 Rosario Pascual Falgas, Ficha nº 1637 – B

5 Pilar Colomé Antó, Ficha nº 1642 – B

6 Teresa Llusá Doménech, Ficha nº 1655 – B

7 José Gómez Marín, Ficha nº 1660 – B

8 Josefa Baldalló Amigó, Ficha nº 1667- B

9 Marcelo Clarasó Llusá. Ficha nº 1671- B

10 Maria Clarasó Llusá, Ficha nº 1672 – B

11 José Serra Baldalló, Ficha nº 1697 – B

12 José Orihuela Pascual, Ficha nº 1698 –B

13 Aniceto Clarasó, Ficha nº 1704 –B

Lista de víctimas en el sumario. Archivo personal del autor

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