“Franco fue muy bueno con los judíos.” Es lo que dijo un amigo sefardí en París a la periodista Yolanda Villaluenga, directora del documental “Documentos robados: Franco y el Holocausto” (2013) a cuyo tío había salvado el gobierno del dictador. Al finalizar la guerra, Golda Meir (Kiev, Ucrania,1898- Jerusalén, 1978) y Gerhart Riegner (Berlín, 1911- Ginebra, 2001), secretario general del Congreso Judío Mundial desde 1965 hasta 1983, agradecieron al Caudillo “la ayuda prestada durante el Holocausto.” Incluso Elie Wiesel, (Sigethu Marmajtei, Rumanía-Nueva York, 2016) escritor y Premio Nobel de la Paz en 1986, declaró que España fue, probablemente, el único país europeo que no devolvió a judíos.[1]
En España, autores como Ricardo de la Cierva y ya en nuestros días Pío Moa, por citar solo dos, han defendido a capa y espada que Franco hizo todo lo posible para ayudar a los judíos y, en el caso del segundo, sostiene que, ya en 1940, todos los sefarditas y no sefarditas- a menudo indocumentados- que comenzaron a afluir a la frontera pirenaica fueron admitidos. Este último extremo es sencillamente una falsedad como tendremos ocasión de comprobar. Moa, de hecho, asume la posición al respecto de José Félix de Lequerica [2](Bilbao, 1890- Guecho, Vizcaya, 1963), ministro de Asuntos Exteriores entre el 11 de agosto de 1944 y el 20 de julio de 1945.
Una posición bastante más matizada que la de Moa es de César Vidal que, si bien afirma que Franco permitió que un número “nada despreciable” de judíos cruzara España huyendo del Holocausto (teóricamente sefarditas, pero, en la práctica, según él, también askenazíes) sí que reconoce que hasta 1943 las autoridades del régimen no vacilaron en devolver a la Gestapo a bastantes de los hebreos que habían llegado a territorio español. Eso es lo que explicaría, añade Vidal, el suicidio de Walter Benjamin (Berlín, 1892- Portbou, Gerona, 1940) en la frontera, temeroso de que la policía franquista lo entregara a los nazis.
Shlomo Ben Ami (Tánger, Marruecos, 1943) , por su parte, primer embajador de Israel en Madrid tras el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1986 declaró en 1991 a la revista Época: “El poder judío no fue capaz de cambiar la política de Roosevelt hacia los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad les echó una mano fue uno en el que no había ninguna influencia judía: España, que salvó más judíos que todas las democracias juntas. Es todo muy complejo.[3]”
El dictador español había ganado la guerra apenas unos meses antes de que estallase el conflicto bélico en el resto de Europa cuyo detonante fue el ataque del III Reich a Polonia el 1 de septiembre de 1939. Algunas semanas antes, el 19 de mayo, tenía lugar en Madrid el desfile de la Victoria ante el cual Franco pronunció su conocido discurso y en el que no faltó la consabida referencia a los enemigos de la patria.
[…] No nos hagamos ilusiones: el espíritu judaico que permitía la alianza del gran capital con el marxismo, que sabe tanto de pactos con la revolución antiespañola, no se extirpa en un dia, y aletea en el fondo de muchas conciencias. Mucha ha sido la sangre derramada y mucho ha costado a las madres españolas nuestra Santa Cruzada para que permitamos que la Victoria pueda malograrse por los agentes extranjeros infiltrados en las Empresas o por el torpe murmurar de gentes mezquinas y sin horizontes.[4]
Durante la guerra, en la zona sublevada, salvo en el Protectorado de Marruecos así como en Ceuta y Melilla, apenas había judíos con la excepción de esta última ciudad, en la que la población hebrea se estimaba en 6000 personas. Por lo que hace referencia al conjunto del Estado, la cifra era similar pero muy concentrada en Barcelona donde residía la gran mayoría, 5000.
Dentro de los límites del Protectorado la libertad de cultos no sufrió ninguna restricción en particular salvo en los primeros meses de la contienda. En Ceuta y Melilla, dependientes de una jurisdicción militar, el gobernador reconoce a las diferentes comunidades que residen en ellas. Aun asi, en el transcursos de las primeras semanas después del golpe, los judíos fueron víctimas de toda una serie de arbitrariedades cometidas a instancias de la Falange, especialmente en Tetuán, Ceuta y Melilla: expoliación de comercios, requisición de locales de la comunidad, asesinato de consejeros municipales socialistas (sin que sea posible, según Danielle Rozenberg, establecer una división clara entre el origen judío de la víctimas y su compromiso republicano).[5]
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Franco decidió intervenir personalmente para no perder el apoyo de las familias hebreas adineradas que dieron su sostén desde el primer día a la rebelión. El dictador se dirigió al Consejo de la Comunidad Israelita de Tetuán para que no se preocupase por tales actos y por las proclamas antisemitas del diario El Telegrama del Rif ode generales como Queipo de Llano. Este último, además, había impuesto una multa de 138 000 pesetas a la comunidad judía de Sevilla en enero de 1938.[6]
El nuevo estado que surgió de la victoria en los frentes en 1939, a pesar de su retórica antisemita, no aprobó leyes de discriminación racial como las vigentes en diversos países europeos autoritarios como Alemania, Italia o Eslovaquia y las que se implementarían en años sucesivos en Rumanía, Croacia, Bulgaria o la Francia de Vichy. Cierto es que el número de judíos en España era irrisorio comparado con el que existía en los países mencionados.[7]
La Ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939 establecía 17 supuestos en que una persona podía ser juzgada y ninguno de los mismos podían aplicarse a un judío por motivos de raza o de religión. Según afirma Fernando Antonio Palmero Aranda en su tesis doctoral “El discurso antisemita en España (1936-1948),” de ser procesado un hebreo, lo sería por razones políticas nunca raciales o religiosas.
Las razones políticas tendrían mucho que ver con la participación de entre 6000 y 8000 judíos en las Brigadas Internacionales, la mayoría de ellos en la XIII Brigada Dombrowski, rebautizada el 12 de septiembre de 1937 Compañía Judía Botwin.[8]
Al respecto, el diario Informaciones de Madrid, en su edición del 22 de abril de 1939 publicaba:
Entre esas Brigadas había ya numerosos judíos, disponían de medios de combate, ametralladoras flamantes, cañones poderosos, frente a un puñado de combatientes […] Me hallo frente a esos nombres y esas fichas, cuadro caleidoscópico con todo el valor de documento testifical que afirma de modo incontrovertible la intervención judía.[9]

de antes de 1936 publicado en Valladolid en
1938. Fuente: todocolección
En el mensaje de Fin de Año de 1939 de Franco, el Caudillo da una vuelta de tuerca más a su retórica antisemita con una clara referencia a la política del III Reich.
Ahora comprenderéis los motivos que han llevado a distintas naciones a combatir y a alejar de sus actividades a aquellas razas en que la codicia y el interés son el estigma que les caracteriza, ya que su predominio en la sociedad es causa de perturbación y de peligro para el logro de su destino histórico. Nosotros, que por la gracia de Dios y la clara visión de los Reyes Católicos, hace siglos nos liberamos de tan pesada carga, no podemos permanecer indiferentes ante esta nueva floración de espíritus codiciosos y egoístas, tan apegados a los bienes terrenos, que con más gusto sacrifican los hijos que sus turbios intereses.[10]
El 14 de junio de 1940, París es ocupado por el ejército hitleriano y el día 22 es firmada en Compiègne la rendición definitiva de Francia. En la capital gala residían 2000 sefardíes.
Mientras tanto, en España, entre los meses de marzo y octubre de aquel año, se adoptan toda una serie de medidas que prohíbían las exequias y las bodas judías, así como el rito de la circuncisión ; no se permitía tampoco inscribir a los recién nacidos hebreos (no católicos en general) en el registro sin que estos hubieran sido bautizados previamente y, por lo que se refiere a los niños que los padres querían escolarizar, tenían que asistir previamente a clases de catecismo. En Barcelona, por otra parte, el cementerio judío fue arrasado.[11]
Como decíamos antes, estas medidas represivas no estaban dirigidas específicamente en contra de los hebreos sino más bien contra los protestantes, masones, librepensadores y todos aquellos que se hubieren, directa o indirectamente, colaborado con las autoridades del Frente Popular.
Aun así, es normal que un clima de miedo se instalase, lo cual explica, según el historiador José Antonio Lisbona, que 20 de las 25 familias de judíos alemanes, además de otros de diversas procedencias residentes en Madrid, se convirtieran.
A pesar de lo anteriormente expuesto sobre la inexistencia de medidas que tuvieran en el punto de mira a los hebreos, Lisbona afirma que, en los primeros meses de 1940, el Ministerio de la Gobernación estudió la promulgación de alguna ley que afectase a los judíos extranjeros que se habían afincado en España desde 1933 coincidiendo con la llegada de los nazis al poder. Finalmente, la ley no salió adelante. Aun así, la comunidad judía de Barcelona, que había visto cómo le clausuraban la sinagoga, temía por su vida al correrse el rumor de que la Gestapo disponía de una lista con los nombres de todos ellos ya que el Gobierno Civil de la capital catalana poseía dos listas en las que constaban nombres y apellidos completos, profesiones y dirección. Una de ellas había sido elaborada en diciembre de 1939 y otra completada en junio de 1940. Asevera, asimismo, el historiador barcelonés que, en el dorso de las Tarjetas de Residencia, a muchos de ellos, los responsables de la Policía le añadían con tinta roja la palabra “judío” y que, según testigos oculares, en mayo de 1943 se celebró en Madrid una manifestación en la que se pedía la deportación de todos los judíos residentes en España.[12]
Entre 1939 y 1941, 100 000 judíos consiguieron llegar a la Península Ibérica de los cuales España aceptó una cantidad limitada mientras que el grueso de ellos era enviado al puerto de Lisboa.[13]
El historiador sefardí Jacobo Israel sostiene que el dictador español distinguía entre judíos askenazíes y sefarditas
La actuación de Franco fue radicalmente distinta en unos casos y en otros. No dio ninguna facilidad para los judíos que vivían en España. Desde el primer momento en que él llegó, en 1939 cerró las sinagogas e ilegalizó las comunidades las cuales permanecieron fuera de la ley hasta 1945 […]. Con respecto a los judíos de Marruecos, del Protectorado, prácticamente no hubo ningún impacto. El ejército español veía con simpatía a los judíos porque eran un modo de penetración pacífica en Marruecos. Era una población de aproximadamente veinte y tantas mil personas que hablaban español, que además eran favorables.[14]
Jacobo Israel, asimismo, da como hecho probado que el régimen optó por fichar policialmente a la población judía de nacionalidad española y extranjera con independencia de que se hubiera cometido o no un delito, simplemente por el hecho de ser hebreo o sospechoso de serlo. El historiador hace referencia a una orden emitida por la Dirección General de Seguridad (DGS) el 5 de mayo de 1941 a los gobernadores civiles de todas las provincias instándoles a que enviasen informes sobre los judíos residentes en España- tuvieran o no la nacionalidad- en unas fichas diseñadas ad hoc en las quehabía que indicar su “filiación personal y políticosocial, medios de vida, actividades comerciales, grado de peligrosidad, conceptuación policial y la personalidad o relieve que en sectas u organismos políticos y sindicales hubiesen alcanzado y en caso de ausencia, lugar en el que se supone se encuentran y medios de subsistencia de los familiares que dejó al marchar […]. Las personas objeto de la medida que le encomiendo han de ser principalmente aquellas de origen español designadas con el nombre de sefarditas, puesto que por su adaptación al ambiente y similitud con nuestro temperamento poseen mayores garantías de ocultar su origen y hasta pasar desapercibidas sin posibilidad alguna de coartar el alcance de fáciles manejos perturbadores.”
El director general de la DGS que firmaba el documento urgía a los gobernadores civiles a entregar las fichas “a la mayor brevedad posible” y añadía:
Teniendo presente la notoriedad de esta raza y sus trabajos casi públicos por conseguir la ciudadanía española durante el periodo republicano, a través de verdaderas campañas populares que trascendieron a todas las esferas, es un hecho cierto que podrá llegar a determinarse la personalidad de los judíos españoles existentes en esa provincia, aunque, aparentemente, surjan señaladas dificultades, como la de no haber mantenido una relación y vida social en sus peculiares comunidades israelitas, sinagogas y colegios especiales (salvo lugares como Barcelona, Baleares y Marruecos) que pudieran aportar datos concretos de su número y alcance, individual y colectivamente considerados.[15]
José Antonio Lisbona, por su parte, menciona dos listados. El primero incluía a todos los hebreos que vivían en Barcelona y el segundo la de aquellos residentes en Mallorca.[16]

Jorge Martínez Reverte, a su vez, asegura que, si en la documentación que se utilizó en la Conferencia de Wannsee consta que en España había 6000 judíos, se debía a que era el número de registros que los gobernadores civiles de las provincias habían completado en muy pocas semanas.
El 23 de marzo del 2019 tuvo lugar en Palma organizada por el Gobierno balear la jornada “El papel del franquismo en el Holocausto: refugiados judíos en Barcelona, Ibiza y Mallorca” en el marco de las actividades organizadas con motivo del año dedicado al exilio republicano. En la misma intervinieron, entre otros, José Miguel López Romero, autor de Los indeseables. La expulsión de los judíos alemanes residentes en Ibiza y Baleares 1939-1945 (Ibiza: Consell d’Eivissa, 2015). Rudolf Eberle, Helmut Wallach y los hermanos Werner, Rudy y Hermine Holzinger huyeron de su país, Alemania, porque los nazis les perseguían por su condición de judíos. Uno de ellos no lo era, Eberle, pero como estaba casado con una alemana judía (Hermine) y no quiso divorciarse, pasó a ser considerado miembro de este grupo. El libro reconstruye la historia de Rudolf Eberle y Hermine Holzinger; sus hermanos, Werner y Rudy, y Helmut Wallach, que huyeron de Alemania cuando Hitler llegó al poder, en 1933. También continuaba las peripecias de los siete hermanos Hanauer que Romero ya recogió en L´hotel dels jueus. Els germans Hanauer: de l´Alemanya nazi a Eivissa. (Ibiza: Institut d’Estudis Eivissencs, 2008) Rudolf y Hermine tuvieron en Ibiza a su hijo Didier; Helmut se casó con una ibicenca y también su primogénito, Juan, nació en la isla. Tanto Eberle como los Holzinger llegaron a la Pitiusa mayor en 1935.
Romero también descubrió que solo la intervención del nuncio del Vaticano en España, Gaetano Cicognani, libró a estos fugitivos de la deportación y la muerte segura en 1940, cuando el director general de Seguridad pidió un listado con los judíos de Ibiza y aprobó la expulsión de Eberle, los Holzinger y de Wallach, Cicognani envió una carta en la que pedía clemencia para ellos, y logró que se suspendiera su expulsión in extremis, cuando Rudolf Eberle, Hermine Holzinger, Werner Holzinger, el pequeño Didier Eberle Holzinger y Helmut Wallach ya habían sido trasladados a la Península, en el barco ´Jaime II.[17]
También participaron en la Jornada a la que hacíamos referencia antes los investigadores Pere Bueno y Juan Pérez que pusieron fecha a la orden de expulsión de la DGS: el 6 y 7 de julio de 1940. Bueno y Pérez, residentes en la localidad mallorquina de Esporles, descubrieron que a su pueblo había llegado durante la guerra un pequeño grupo de judíos alemanes-también había algún austríaco- de clase acomodada. Su aterrizaje fue recibido sin polémicas y todos pudieron instalarse con normalidad. Los archivos policiales demuestran que todos los meses renovaban sus permisos de trabajo sin inconvenientes hasta que el 6 y el 7 de julio de 1940 se dicta una orden de expulsión contra ellos por su “origen indeseable. ” Esta carta llegó a todos los alemanes de origen judío residentes en territorio insular. Es entonces cuando el matrimonio formado por Ernst e Irene Heinemann, que vivía en Palma, toma la decisión de suicidarse cuando recibe la misiva comunicándole su expulsión. Antes de hacerlo dejan una nota a sus hijas en la que les decían: “Huid de este infierno en el que se está convirtiendo Europa.[18]”
Por esas mismas fechas, afirma el periodista Carlos Hernández de Miguel, autor de Los últimos españoles de Mathausen (Barcelona:Ediciones B, 2015) que, según consta en los telegramas enviados a Serrano Súñer por los diplomáticos españoles, las autoridades alemanas preguntaron a los embajadores y cónsules franquistas qué debían hacer con los refugiados en Francia (había por aquel entonces unos 250 000). La respuesta de Madrid fue siempre la misma y se resume en el telegrama que el, a la sazón ministro de la Gobernación,[19] envió al cónsul de Hendaya el 9 de julio de 1940: “Cabría designar nominativamente las personas que ese Ministerio (sic) desee sean traídas a España de entre la masa de refugiados, desinteresándonos totalmente del resto”
En la zona no ocupada de Francia, mientras tanto, el régimen de Vichy endurecía su p.olítica antisemita y aplicaba las ordenanzas alemanas al respecto como, por ejemplo, el Estatuto de los Judíos en octubre de 1940, que los excluía de la función pública o el porte obligatorio de la estrella amarilla a partir del 29 de mayo de 1942.
En ese contexto, Bernardo Rolland, cónsul español en París, informa a Madrid de que las medidas antijudías también van a aplicarse a los sefardíes, dos mil, que residen en la capital. Mediante cartas de protección el diplomático consigue que hebreos españoles como la familia Papo sean excluidos de la mayoria de las leyes antisemitas, pero Serrano Súñer escribe a José Félix de Lequerica (Bilbao, 1890-Guecho, Vizcaya, 1963), embajador español en Francia desvinculándose de la política del cónsul ya que: “…el gobierno español no puede poner dificultades aun en sus súbditos de origen judío para evitar que se sometan a medidas generales.[20]”
Bernardo Rolland busca argumentos legales para proteger a los sefardíes basándose en el decreto de Primo de Rivera de 20 de diciembre de 1924 “…sobre concesión de nacionalidad española por carta de naturaleza a protegidos de origen español” como era el caso de los sefardíes, aunque no fuesen nombrados explícitamente. El problema era que se daba un plazo de seis años improrrogables -hasta el 31 de diciembre de 1930- para poder obtenerla y este había expirado hacía casi una década cuando Rolland intentó utilizar el decreto para salvar al máximo posible de personas.
El cónsul tuvo, asimismo, un papel determinante en la liberación de 14 judíos españoles que habían sido detenidos durante una redada y llevados a Drancy, en las afueras de París, un campo de tránsito en la ruta de los hebreos hacia los centros de exterminio. Sabedor de ello, Rolland expide pasaportes y, entre los afortunados, está la familia de Víctor Papo que acaba instalándose en Barcelona aquel mismo año. De hecho, en la pensión “Palacios” de la capital catalana se refugiaron muchos hebreos con papeles españoles con intención de marchar a EE.UU, Canadá o Buenos Aires a los cuales el gobierno de Madrid había otorgado un visado de tránsito.
Nuria B, sefardí originaria de Estambul, recuerda con estas palabras la llegada de refugiados: “Vinieron muchos, muchos, pero se marcharon, la mayoría se marcharon. Se quedaron en España los tres o cuatro años que duró la guerra […]. Había mucha gente que vino de Praga Viena, Austria o Alemania y a la que luego les había caducado el permiso de entrada a América. Estuvieron aquí, paseándose, sin medios.[21]”
Otros, sin embargo, tuvieron menos suerte y se vieron abocados a entrar ilegalmente a través de los Pirineos si bien muchos de ellos no lo consiguieron nunca.
En 1942 los guardias españoles debían entregar a todos los refugiados que se hallaran a 5 km de la frontera y, en ese momento, se crearon las redes de evasión. Algunos judíos las utilizaban para pasar a España mientras que otros encontraban ayuda en los guías de frontera. No obstante, entre estos, los había también que robaban e incluso mataban en la montaña; otros, cobraban miles de francos por sus servicios aunque no pocos actuaran desinteresadamente.
Los capturados en los Pirineos al intentar penetrar en territorio español eran encerrados durante dos días en la cárcel de la localidad leridana de Sort. La mitad de los 2700 refugiados del centro penitenciario eran franceses, aunque también había canadienses amén de numerosos judíos belgas, holandeses y alemanes.[22]
El recinto penitenciario de las mujeres en Sort estaba muy lejos de reunir unas mínimas condiciones de habitabilidad ya que las celdas eran diminutas, de 3 m2 sin agua ni inodoro
En cuanto a los varones, los que estaban en edad militar eran enviados al campo de Miranda de Ebro, en Burgos. En este, la situación de precariedad en la que se encontraban los internados era muy grave puesto que había escasez de agua de bebida con lo cual se tenía que traer en parte en cubas. Para el aseo se recurría a la del río que solo era utilizable cuando no estaba en funcionamiento una fábrica azucarera situada aguas arriba que ensuciaba el curso fluvial. Los retretes quedaban instalados sobre el mismo.[23] Su capacidad era de 1500 prisioneros, pero muy prontó se duplicó esta cifra, hacinados en barracones de madera que apenas protegían de las inclemencias del tiempo y del frío invierno de la zona.
La Gestapo tuvo una influencia muy importante en el campo de Miranda de Ebro, sobre todo después de la visita a España de Heinrich Himmler (Múnich, 1900- Lüneburg, Sajonia, 1945), jefe de la policía política nazi,[24] en octubre de 1940 invitado por el director general de Seguridad José Finat y Escrivá de Romaní (Madrid, 1904- 1995).[25] El recinto burgalés fue diseñado por Paul Winzer (Cottbus, Alemania 1908- ?), un alto cargo de la Gestapo que se inspiró en el de Dachau y lo dirigió durante un tiempo.
Hubo hebreos internados en prisiones españolas que se autolesionaron e incluso que se suicidaron para evitar ser expulsados a Alemania.

En noviembre de 1941 desembarca en Barcelona con el cargo oficial de la Cruz Roja portuguesa -una tapadera- el economista judío portugués Samuel Sequerra. Su objetivo real era el de abrir en la ciudad una sede de la American Join Distribution Committee (JCDC), organización de ayuda a los refugiados judíos sufragada con fondos de sus correligionarios norteamericanos. La fijó en el hotel Bristol, entonces situado en la plaza de Cataluña y epicentro de una frenética actividad. Tanto es así, que las oficinas ocupaban toda una planta del edificio. En julio de 1944, los locales fueron asaltados por un grupo de falangistas y tuvieron que trasladarse al vecino paseo de Gracia.
Según el historiador Josep Calvet, autor de Huyendo del Holocausto. Judíos evadidos del nazismo a través del Pirineo de Lleida (Lérida: Milenio, 2014) y de Las montañas de la libertad. El paso de refugiados por los Pirineos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1944), (Madrid: Alianza Editorial, 2010), mantenían un contacto continuo con los hoteles de los pueblos de frontera, que les informaban de la llegada de una expedición. Estos tenían la autorización de alojar a cuenta de la JCDC a cualquier apátrida que recogieran. Una vez al tanto de la llegada del desembarco de un grupo, Sequerra recogía a sus integrantes, pagaba la cuenta y se los llevaba a Barcelona donde les buscaba un alojamiento temporal para unas personas que llegaban con lo puesto. La JCDC abonaba 23’50 pesetas diarias por personas entre alojamiento, manutención y dinero de bolsillo. Además, gestionaba los permisos para abandonar el país y organizó los primeros grandes convoyes que refugiados judíos que zarparon hacia Palestina años después.[26]
Alemania había concedido a diez países aliados o neutrales la posibilidad de repatriar a sus súbditos judíos y entre estos se encontraba España. De no asumir la repatriación, y así lo especificó Berlín, seguirían la misma suerte que el resto de hebreos. La mayoría de sefarditas vivían en Francia o Grecia y el ultimátum vencía el 31 de marzo de 1943.
Bernardo Rolland, cónsul en París, envía una carta a Madrid pidiendo que se acelere la repatriación: “Debo participar a vuestra excelencia que, si no se permite a los españoles la entrada a nuestro territorio serán deportados.[27]”
El curso de la guerra, como es bien sabido, había empezado a cambiar a raíz de la derrota hitleriana en Stalingrado y, en 1943 ya estaba bastante claro que la suerte de las armas había dejado de sonreír al III Reich. Franco fue uno de los primeros en apercibirse de ello y, juntando perspicacia y astucia con su legendaria baraka, supo colocarse a tiempo en el buen rincón de la historia.
Desde 1943 hasta 1945, la actitud del régimen cambió en la política hacia los judíos, temeroso, sin duda, de que los vencedores de la contienda pudieran pedirle responsabilidades al respecto.
Esto, sin embargo, queda fuera del ámbito cronológico de este estudio.
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[1] Declaraciones de Yolanda Villaluenga recogidas en el artículo “El doble juego de Franco con los judíos durante la
Segunda Guerra Mundial,” en diariojudío.com. El diario de la vida judía en México y en el mundo, 22/03/2014.
[2] Lequerica se quejaba ante las peticiones del Congreso Judío en estos términos: “Desde hace tres años, España viene accediendo reiteradamente y con la mejor voluntad a cuantas peticiones presentan las comunidades judías […] habiendo dado lugar a enérgicas intervenciones no solo en Berlín, sino en Bucarest, Sofía, Atenas, Budapest, etc, con desgaste evidente de nuestras representaciones diplomáticas […] Gracias a esas gestiones, numerosos israelíes de Francia han podido pasar nuestra frontera […] Otros se han visto eficazmente protegidos en Francia, Holanda y otros países, y gran número de sefarditas han visto mejorar considerablemente el trato que sufrían en los campos de concentración y aun han podido salir de estos […] Pero siendo esta la situación, no puede menos de causar profundo sentimiento al gobierno español el advertir que por empresas periodísticas de radio o de difusión de noticias controladas por elementos israelitas, especialmente en Estados Unidos, se hacen intensas y reiteradas campañas calumniosas contra España.” Pío Moa, Años de hierro: España en la posguerra, 1939-1945. Madrid: La Esfera de los Libros, 2008.
[3] Pedro Cobo “Franco y los judíos.” En: Enlace judío. El sitio judío más leído de habla hispana.02/13/2012. En:
[4] Discurso de Franco durante el desfile de la Victoria celebrado en Madrid el 19 de mayo de 1939.
[5] Danielle Rozenberg “Minorías religiosas y construcción democrática en España. (Del monopolio de la Iglesia a la gestión del pluralismo)”. En: Reis. Revista española de investigaciones sociológicas, núm 74, 1996, p.248.
[6] María Helena Fernández Díaz “Hebreos y musulmanes durante la guerra cicil en Melilla. Violencia política y represión.” En:
Espacio, Tiempo y Forma. Serie V, Historia Contemporánea, tomo 24, 2012, p.237. Disponible en:
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[7] En 1933 había unos 9’5 millones de hebreos en Europa repartidos de la siguiente manera: Polonia, 3000 000; la parte europea de la URSS, 2 525 000; Rumania, 900 000; Alemania, 525 000; Hungría, 445 000; Checoslovaquia, 357 000; Gran Bretaña, 300.000; Austria, 255 000; Francia, 220 000; Holanda, 160 000; Lituania, 155 000; Letonia, 95 000; Grecia, 73 000; Yugoslavia, 70 000; Bulgaria, 50 000; Grecia, 48 000.
“La población judía de Europa en 1933.” En: Enciclopedia del Holocausto, (consulta 17/11/2021). Disponible en:
[8] Arno Lustiger ¡Shalom Libertad! Judíos en la Guerra Civil Española. Barcelona: Flor del Viento, 2001, pp.69-76 y 351-360. Citado por: Fernando Antonio Palmero Aranda El discurso antisemita en España (1936-1948) Mirta Núñez Díaz-Balart (tutora), Universidad Complutense de Madrid, 2015. Disponible en: https://eprints.ucm.es/id/eprint/38125/1/T37390.pdf ,
[9] Informaciones, 22/04/1939. Citado por: Isidro González Los judíos y España después de la expulsión. Córdoba: Almuzara, 2014,
pp.394-398.
[10] Discurso de Fin de Año de Franco en 1939.
[11] Danielle Rozenberg “Minorías religiosas y construcción democrática en España. (Del monopolio de la Iglesia a la gestión del pluralismo)”. En: Reis.Revista española de investigaciones sociológicas, núm 74, 1996, p.249.
[12] José Antonio Lisbona, Retorno a Sefarad. La política de España hacia sus judíos en el siglo XX,
Barcelona, Ríopiedras, 1993. Citado por: Fernando Antonio Palmero Aranda El discurso antisemita en España (1936-1948) Mirta
Núñez Díaz-Balart (tutora), Universidad Complutense de Madrid, 2015. Disponible en:
https://eprints.ucm.es/id/eprint/38125/1/T37390.pdf ,
[13]“Los refugiados.” En: Enciclopedia del Holocausto. United States Holocaust Memorial Museum. (Consulta:
22/11/2021). Disponible en: https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/refugees
[14] Jacobo Israel en declaraciones al documental Documentos robados. Franco y el Holocausto dirigido por Yolanda Villaluenga, 2013. Minutos 6:27 a 7:14. En: https://www.rtve.es/play/videos/archivos-tema/archivos-tema-documentos-robados-franco-holocausto/1686535/
[15]Jacobo Israel Garzón “El Archivo Judaico del Franquismo.” En: Raíces, nº 33, invierno de 1997-1998, p.57-60.
Citado por: Fernando Antonio Palmero Aranda El discurso antisemita en España (1936-1948) Mirta
Núñez Díaz-Balart (tutora), Universidad Complutense de Madrid, 2015. Disponible en:
https://eprints.ucm.es/id/eprint/38125/1/T37390.pdf ,
[16] En el caso de la isla balear la lista podría haber incluido a algunos de los judíos convertidos al catolicismo, los llamados xuetons o xuetes en mallorquín. Hasta bien entrado el siglo XX continuó existiendo un estigma social en contra de determinados apellidos popularmente asociados al judaísmo como, por ejemplo, Piña, Picó, Bonnín, Miró, Forteza, Cortés, Fuster, Pomar, Tarogí, entre otros, quince en total.
[17] Cristina Martín “Un libro desvela la persecución a los judíos alemanes en Ibiza.” En: Diario de Ibiza, 9/12/2015. Disponible en:
[18] José Carmona “Los refugiados del Holocausto que Franco quiso entregar al nazismo.” En: Público, 23/03/2019. Disponible en:
[19] Ramón Serrano Súñer (Cartagena, 1901- Madrid, 2003) fue ministro de la Gobernación entre agosto de 1939 y septiembre de
1942; simultaneaba el cargo con el de presidente de la Junta Política de FET y de las JONS, entre 1940 y 1942. Desde septiembre de 1940 a septiembre de 1942 sería ministro de Asuntos Exteriores.
[20] Yolanda Villaluenga Documentos robados. Franco y el Holocausto, 2013. Minutos: 9:52-10:04. Disponible en:
[21] Martine Berthelot Memorias judías(1914-1918). Historia oral de la Comunidad Israelita de Barcelona.Barcelona: Fundación Baruch Spinoza-Riopiedras Ediciones, 2001. Citada por: Manu Valentín “El exilio judeoasquenazí en Barcelona (1933.1945): un rompecabezas que pide ser esclarecido”. En: Entremons. UPF Journal of World History año 2014, nº6 . Disponible en:
https://raco.cat/index.php/Entremons/article/view/278154
[22]“La prisión de Sort donde se evacuaba a los evadidos del nazismo se convierte en museo.” En: El confidencia,
16/07/2007. En: https://www.elconfidencial.com/cultura/2007-07-16/la-prision-de-sort-donde-se-encarcelaba-a-los
-evadidos-del-nazismo-se-convierte-en-museo_371179/
[23] Román-Fernando Labrador Juarros “Campos de concentración en al provincia de Burgos 1936-1939.” En: Diario de Vurgos, 20/06/2010. Disponible en: https://infomiranda.files.wordpress.com/2010/06/comunicii-3.pdf
[24] Entre otros cargos también desempeñaría, a partir del 7 de octubre de 1939, el de Comisario Político del Reich para el Fortalecimiento de la Reserva Étnica Alemana (Reichskommissar für die Festigung deutschen Volkstums, RKFDV).
[25] Fue director general de Seguridad desde septiembre de 1939 a mayo de 1941. Posteriormente, desde julio de 1941 hasta octubre de 1942 sería embajador de España en Alemania.
[26]“Samuel Sequerra, el ángel de los Pirineos,” en: Pirineos en guerra, 27/03/2015. Disponible en:
http://pirineosenguerra.blogspot.com/2015/03/samuel-sequerra-el-angel-de-los-pirineos.html
[27] Yolanda Villaluenga Documentos robados. Franco y el Holocausto, 2013. Minutos: 32:54-33:02. Disponible en:
En Enlace judío me censuran el siguiente comentario:
O, simplemente, la fuerza de los hechos: Pilar Franco en sus memorias (‘Nosotros, los Franco’, ed. Planeta, 1980) cuenta que le dijo a su hermano:
–Paquito, nosotros somos judíos.
*
También habría que reseñar la ayuda que el dictador prestó a los judíos marroquíes cuando Hassán II los expulsó, en los años 50…
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El artículo se ciñe al periodo entre 1936 y 1942, más que nada por una cuestión de espacio. Gracias por su comentario.
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