Nuevos detalles de primera mano sobre el secuestro y liquidación de Kurt Landau por agentes de la NKVD han surgido de la autobiografía del londinense David Crook (1910-2000), titulada Hampstead Heath to Tian An Men. La autobiografía de David Crook. Probablemente terminado a principios de los noventa, fue publicado en línea por su familia hace unos años, en el sitio web que le dedicaron (http://www.davidcrook.net/simple/main.html).

En 1928 Crook se mudó a los Estados Unidos con su familia, estudió en la Universidad de Columbia y en 1931 se unió a la National Student League (Liga nacional de estudiantes) en Nueva York, una organización juvenil dirigida por el Partido “comunista” estalinizado. Después de graduarse en 1935, regresó a casa en el verano de 1936 y se unió al Partido “comunista” de Gran Bretaña. Luego se alistó en las Brigadas Internacionales y llegó a España el 2 de enero de 1937. Tras seis semanas de entrenamiento militar fue enviado al frente con el batallón británico durante la batalla del Jarama (6-27 de febrero de 1937), pero fue herido durante su primer día de combate. Durante su convalecencia se relacionó en Madrid por el corresponsal de L’Humanité Georges Soria, un inveterado apologista del estalinismo, que lo puso en contacto con dos agentes soviéticos.
Tras un nuevo y breve periodo en el frente Crook asistió en la aldea de Pozo Rubio, en las afueras de Albacete, a un curso de formación militar reservado a los oficiales de las Brigadas Internacionales, al término del cual fue trasladado, vía Valencia, a Barcelona, donde llegó el 27 de abril de 1937. El NKVD le había dado instrucciones de espiar a los anarquistas y, sobre todo, a los “trotskistas” del POUM y a las organizaciones extranjeras que estaban relacionadas con este último – en virtud de la pertenencia común al llamado “Buró de Londres” – y, en particular, al Independent Labour Party (ILP, Partido laborista independiente) británico. A través de su “contacto” – un agente estalinista que se presentó bajo el nombre de Sean O’Brien – el NKVD le proporcionó documentos que demostraban que Crook trabajaba como periodista para un semanario británico y le facilitó una habitación en el Hotel Continental, situado en las Ramblas, donde residían varios miembros del ILP, entre los que se contaban su representante oficial, John McNair, el escritor Eric Blair conocido como George Orwell (que se había alistado en las milicias poumistas) y su esposa Eileen Maud O’Shaughnessy, y el belga de origen ruso Georges Kopp, que era comandante militar del POUM.
Manifestando abiertamente posiciones antiestalinistas, Crook se insertó en ese entorno y comenzó a transmitir informes al NKVD. Poco después pudo acceder a la oficina del ILP ubicada en el interior del Hotel Falcón, que había sido requisado por el POUM y se convirtió en su sede principal en Barcelona. Durante las horas de almuerzo y siesta de la tarde, Crook pudo robar varias veces de esa oficina numerosos documentos que, después de ser fotografiados rápidamente en una “casa segura” de la NKVD, fueron devueltos a su lugar.
Después de las Jornadas de Mayo, Crook fue detenido durante unos diez días en la misma prisión donde se encontraban Kopp y otros hombres del POUM, con el único propósito de recopilar información para el NKVD. Liberado, continuó desarrollando su trabajo de espionaje. Entre las nuevas tareas que se le encomendaron estaba la de averiguar dónde se escondía Kurt Landau. Aquí está el relato que nos dejó al respecto:
No todos mis “objetivos” eran poumistas, como Kopp. Algunos eran anarquistas extranjeros. Mi detención fortaleció su confianza en mí. Uno de mis objetivos era un estadounidense llamado [Abraham] Bluestein, y luego un austriaco llamado Kurt Landau.
Landau había pasado a la clandestinidad después de las luchas callejeras [las Jornadas de Mayo] y mis jefes tenían la intención de encontrarlo. Con una excusa banal, obtuve su número de teléfono de Bluestein y lo comuniqué, según lo solicitado por Sean [O’Brien]. Después del final de los enfrentamientos, los anarquistas habían perdido el control de Telefónica, y para mis jefes ahora era posible, conociendo el número de teléfono de Landau, rastrear su dirección. Estaba en un barrio tranquilo, no lejos del consulado soviético, donde me llevaron con los ojos vendados (…) para recibir instrucciones.
Landau, que no sospechaba nada, tenía la costumbre de leer en el jardín, frente la casa donde se escondía. (…) Mi tarea era identificarlo más allá de toda duda. Solo podía hacerlo si podía acercarme lo suficiente. Así que, para investigarlo, me organizaron un paseo con Dolores, una rubia alta y atractiva, frente al jardín de la casa, para mirar de cerca al hombre que leía, sin hacerme notar. Paseamos arriba y abajo como una pareja de enamorados, con Dolores escondiéndome de su vista. Así conseguí observarlo y pude identificarlo sin ninguna duda como Landau. ¿Qué le pasó al pobre diablo? Más tarde, Sean me dijo que había sido secuestrado, metido en una caja de madera y cargado en uno de los barcos soviéticos que transportaban alimentos o armas para la República [española].
La villa en la que Landau había encontrado refugio era el domicilio del dirigente del POUM Francisco de Cabo Vives y de su compañera, la militante poumista Carlota Durany. El 19 de octubre de 1937, casi un mes después del secuestro de Landau, la vivienda fue sometida a una pesquisa, por otra parte infructuosa. Tal acción intimidatoria de la autoridad indujo a Carlota Durany a presentar una queja al tribunal – una copia carbón de la cual se conserva en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca – en la que denunciaba:
Que la compareciente tenía en su domicilio, calle de Montserrat de Casanovas, 24, en calidad de huésped, a Kurt Landau, de nacionalidad austriaca y militante marxista.
El día 23 del pasado mes de septiembre, a las 7 horas de la tarde, aproximadamente, dos agentes del cuerpo de Investigación y Vigilancia vestidos el uno de color gris y el otro de color oscuro, acompañados de un Guardia de Asalto de uniforme (datos proporcionados por un vecino), procedieron a la detención, en el citado domicilio, del compañero Landau.Los agentes no efectuaron ningún registro en el inmueble, llevándose al detenido precipitadamente. Hechas las averiguaciones pertinentes, se vino en conocimiento de que Kurt Landau no se encontraba detenido en la Comisaría General del Orden Público ni en ninguna dependencia o prisión oficial (…)
Todo lo expuesto permite afirmar que el compañero Kurt Landau ha sido detenido al margen de las autoridades competentes, sin que el Delegado General de Orden Público tuviera noticias de ello. ¿Es que los agentes que efectuaron la detención obraron por cuenta propia? ¿ Es que obedecieron órdenes de algún superior, el Jefe de Policía, señor Burillo? por ejemplo. ¿ A dónde fue llevado Kurt Landau por los policías que lo detuvieron? ¿ Qué han hecho de él?
Creyendo la compareciente que los hechos expuestos y los interrogantes que éstos plantean presentan la figura de delitos: detención ilegal, secuestro, presunto asesinato, es por lo que los pone en conocimiento, de la autoridad judicial.
Ruega al JUZGADO que tenga por presentado este escrito y que en méritos de lo que en él se expone, se sirva abrir el oportuno sumario con el fin de averiguar lo ocurrido con Kurt Landau y aplicar las oportunas sanciones penales a quien corresponda.
[Cit. in Francesc da Cabo, «Carlota Durany : una militante» (2004), https://fundanin.net/2019/04/21/carlota-durany/]
De las tres hipótesis sobre el destino final de Landau señaladas en la biografía publicada en español en el libro colectivo Biografías del 36 (Editorial Descontrol, Barcelona 2016), así como en el portal Ser Histórico (https://serhistorico.net/2018/11/22/landau-kurt-paolo-casciola/), la formulada por su compañera Katja, correspondería por tanto a lo que realmente sucedió.

No sabemos nada del trato al que Landau fue sometido por sus carniceros. Probablemente fue torturado como Andreu Nin, el principal líder del POUM, que había sido detenido con cargos falsos en Barcelona el 16 de junio de 1937 y posteriormente “secuestrado” algunos días después por un puñado de estalinistas al servicio del NKVD, que en España estaba encabezado por Aleksandr Orlov (Lev Lazarevich Fel’dbin). Llevado a una “casa segura”, Nin fue sometido a tortura durante varios días para conseguir unas confesiones (falsas) que hubieran permitido a Stalin orquestar un “proceso de Moscú” en Barcelona. Y al final murió “bajo tortura”, asesinado a sangre fría o por un exceso de celo de sus torturadores, sin traicionarse a sí mismo ni a su partido.
El proyecto estalinista de un gran proceso-espectáculo en la capital catalana se debe probablemente también al secuestro y asesinato de los líderes trotskistas Erwin Wolf (detenido en Barcelona a finales de julio y posteriormente “liberado” y desaparecido) y Hans David Freund (que también desapareció a mediados de agosto). Sus cadáveres, así como los de Nin y Landau, nunca han sido encontrados.
La responsabilidad directa del NKVD en el asesinato de Nin fue demostrada, más allá de toda duda razonable, por dos breves documentos, uno de los cuales – una carta-informe de Orlov transmitida a Moscú el 24 de julio de 1937 – dio cuenta de la muerte de Nin y enumeró los nombres de aquellos que habían participado en el crimen como espectadores y/o ejecutores directos. Estas nuevas revelaciones sobre el destino de Nin fueron el resultado de una investigación realizada en Moscú por dos periodistas de la televisión catalana, Dolors Genovès y Llibert Ferri, que lograron localizar, en un dossier de Orlov guardado en Moscú en los archivos de la KGB, la carpeta a nombre de Nin en el que estaban contenidos esos dos documentos. Se sabe que, para obtener una copia fotostática, había que pagar varios miles de dólares: era el “precio de mercado” establecido por los epígonos de la GPU – con una abominable mercantilización venal de las fuentes archivísticas – en vista de su importancia histórico-política.
Sobre la base de la documentación obtenida a tan alto precio, los dos periodistas realizaron el documental “Operación Nikolai”, emitido por TV3 en Cataluña el 5 de noviembre de 1992 (https://www.youtube.com/watch?v=zLAfmtlCgTU). En ese documental explicaron que el expediente de Orlov contiene otros cuatro expedientes sobre otros tantos casos importantes de asesinato político perpetrados en España por los hombres del NKVD. Los nombres de los titulares de esos archivos ni siquiera fueron revelados, evidentemente a la espera de que se presentaran nuevos ricos compradores. Esto explica por qué ningún documento relativo a otras destacadas víctimas de la mafia estalinista en España ha surgido hasta ahora de los archivos de la antigua Unión Soviética. Y no es en absoluto arriesgado suponer que el titular de uno de esos cuatro expedientes es Kurt Landau. El historiador francés Pierre Broué lo afirmó con absoluta certeza: “Entre los Papeles de Orlov en los archivos de la KGB hay un archivo ‘Landau’” (Staline et la révolution. Le cas espagnol [1936-1939], Fayard, París 1993, p. 184). Si ese fuera el caso, esa carpeta contendría la verdad definitiva sobre las circunstancias y la forma en que fue asesinado.
David Crook, el agente de la NKVD que, al identificarlo, había permitido su secuestro, fue enviado por sus patrones durante dos años a Shanghai, donde llegó en el verano de 1938, para llevar a cabo trabajos de espionaje contra los trotskistas chinos. Su principal objetivo fue el periodista sudafricano Frank Glass, quien en el invierno de 1935 había sido elegido miembro del Comité Central Provisional de la sección china del Movimiento por la Cuarta Internacional. Probablemente fue Glass quien le inculcó las primeras y aún débiles dudas sobre la política de Stalin. Pero un análisis de las actividades de Crook en China nos llevaría demasiado lejos del tema principal de estas líneas. Sin embargo, vale la pena mencionar que Crook regresó a China en 1947 y, después de la toma del poder por el Partido “comunista” dirigido por Mao Zedong, se convirtió en profesor de inglés en Beijing. Quien a hierro mata a hierro muere y, por eso mismo, en 1967, durante la llamada “Revolución Cultural” maoísta, fue arrestado por cargos de espionaje y pasó más de cinco años en prisión, la mayor parte de ellos en una celda de aislamiento.
Habiendo recuperado su libertad en 1973, Crook reanudó su actividad docente en la China maoísta, pero miró esa realidad desde un punto de vista cada vez más crítico y llegó a simpatizar, en abril-junio de 1989, con el movimiento antiburocrático de estudiantes, sangrientamente reprimido en la Plaza de Tiananmen, por el régimen postmaoísta de Deng Xiaoping. Es bastante curioso que sus memorias nunca fueron utilizadas por los historiadores, con la única excepción de la biografía de Glass escrita por el historiador sudafricano de orientación trotskista Baruch Hirson (Frank Glass. The Restless Revolutionary, Porcupine Press, Londres 2003), que sin embargo se limita a una referencia fugaz al período chino – basada en la escritura mecanografiada de las memorias de Crook, entonces aún inéditas – sin hacer ninguna mención a su participación en el “caso Landau”. Finalmente, por pura curiosidad, señalamos que Crook es el protagonista de un cómic recientemente publicado en Francia (Julian Voloj [texto]–Herik Rehr [dibujos], David Crook. Souvenirs d’une révolution, China Urbana, París 2018).
Traducción del italiano de Agustín Guillamón
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