Anarquismo Guerra civil Española

Cuando Josep Tarradellas, conseller primer del Govern de la Generalitat, escribió en Solidaridad Obrera

Introducción

En el número de Solidaridad Obrera del 15 de abril de 1937 se publicó un artículo de Josep Tarradellas, por entonces Conseller Primer del Gobierno de la Generalidad de Cataluña.

El tema tratado era el de las Industrias de Guerra. El contexto histórico estaba dominado por la crisis de gobierno de la Generalidad, iniciado el 4 de marzo de 1937 con los decretos de formación de un Cuerpo único de Seguridad, que amenazaba la existencia de las Patrullas de Control de la Junta de Seguridad, que mantenían aún cierta preponderancia de la CNT en Orden Público. Ese Cuerpo único de Seguridad se levantaba sobre la unificación y coordinación de los cuerpos de la Guardia civil y de Asalto, que después de la victoria insurreccional obrera de julio de 1936 habían desaparecido de la calle, pero estaban acuartelados y armados en la retaguardia. Era un formidable trampolín para la contrarrevolución, que tanto el PSUC como Companys querían utilizar a fondo, con el objetivo de conseguir un Estado fuerte, capaz de marginar y poner en su sitio a los anarcosindicalistas.

La política de potenciación de las industrias de guerra en Cataluña se había fundamentado en una estrecha colaboración de Josep Tarradellas con los cenetistas Eugenio Vallejo, Mariano Martín, Manuel Martí y el sindicato de la metalurgia, en un fructífero, aunque insuficiente, esfuerzo de transformación de la industria tradicional catalana en industria de fabricación de armamento.

Josep Tarradellas

Contexto histórico

A causa del alza desbocada de precios de las subsistencias, grupos de mujeres se manifestaron todo el 14 de abril de 1937, en actitud de protesta, originándose incidentes en todos los mercados de la ciudad de Barcelona.

El 15 de abril, jueves,Solidaridad Obrera1 hizo un breve comentario de los disturbios del día anterior (14), comparándolos erróneamente con las habituales y ya conocidas manifestaciones de mujeres, manipuladas por el PSUC; el diario La Vanguardia2 hizo un extenso reportaje, muy detallado, de los alborotos que se habían producido, destacando su originalidad respecto a las asiduas manifestaciones de mujeres de anteriores ocasiones, que habían enarbolado consignas del PSUC, señalando además las notables diferencias existentes: espontaneidad, contagio o desplazamiento de mercado a mercado con el objetivo de cerrarlos, y de clausurar las tiendas de venta de comestibles de los alrededores, parada de la circulación de tranvías, quejas dirigidas inicialmente a “los camaradas” del Comité Revolucionario de Sants, en la plaza de España, y ausencia de las acostumbradas pancartas y de las consignas contra los comités.

Los alborotos produjeron la alteración del orden público cuando las manifestantes exigieron, por la fuerza, que se unieran otras mujeres a las protestas. Se produjo el cierre de algunos establecimientos y puntos de venta, sin que se registraran heridos, ni hechos de gravedad.

El reportero de La Vanguardia explicaba que “los incidentes empezaron en los mercados de la Torrassa, Sans, Hostafranchs y Hospitalet, corriéndose luego, a medida que avanzaba la mañana, por los otros mercados de la ciudad”.

Y explicaba que “a la siete de la mañana se presentó en el mercado de Sans un grupo de mujeres protestando de la injustificada alza de los productos alimenticios, especialmente de los huevos, e invitando a los vendedores a que cerraran las puertas en señal de protesta. La mayoría de ellos han cerrado las puertas de sus puestos, siguiendo luego los demás, siendo desalojado completamente el mercado, sin que ocurriera ningún otro incidente”.

Cerrado el mercado de Sants se formó una manifestación de mujeres, que cerró todas las tiendas de venta de productos alimenticios en las calles cercanas, “irrumpiendo luego en la carretera de Sans, donde siguieron protestando ante los colmados y puestos de verdura”.

A la misma hora, en el mercado de Hostafrancs, otros grupos de mujeres hicieron lo mismo que en Sants “haciendo cerrar también los puestos de venta y las puertas del mercado”.

Cerrados ambos mercados, las mujeres manifestantes se situaron en la carretera de Sants “parando todos los tranvías, de los que invitaban a descender a todas las mujeres que viajaban en los mismos. Pronto se formó un grupo numeroso de mujeres, las cuales se dirigieron al Comité de Defensa de la Plaza de España, en donde se destacó una comisión que subió a entrevistarse con los compañeros de dicho Comité”.

Las comisionadas “dieron cuenta a las manifestantes de la entrevista sostenida con los camaradas” del Comité Revolucionario de Sants, que “les manifestaron que no estaban facultados para entender en el conflicto y que debían dirigirse a las autoridades competentes, que son quienes podían resolverlo”.

Acto seguido la manifestación fue disolviéndose, aunque se formaron varios grupos que decidieron ir por distintas calles, con la finalidad de ir “haciendo cerrar diversos establecimientos”.

También hubo desórdenes en el cercano Hospitalet: “En el mercado de Collblanch también se hicieron cerrar las puertas y tiendas de comestibles de los alrededores. En el mercado de Provenzana (antes Santa Eulalia), se cerraron las puertas durante algún rato, en previsión de posibles incidentes”.

Más tarde los disturbios y algaradas se reprodujeron un poco por todas partes: “A las diez y media se promovió un regular alboroto en el mercado de la Boquería, cerrándose las puertas del mercado para evitar incidentes”. Tal precaución de cierre fue imitada por las tiendas de los alrededores. A las once, el director del mercado pidió el auxilio de la fuerza pública.

“En el mercado de la Barceloneta otro grupos de mujeres, al frente de las cuales iba una esgrimiendo una pistola, intentó hacer cerrar dicho mercado”, aunque sólo consiguió el cierre de algunos puestos de venta, dado que se presentaron las Patrullas de Control para restablecer el orden.

“En el mercado de la Libertad [en Gracia] se presentaron algunas mujeres protestando igualmente de los precios abusivos de las subsistencias, paralizándose la venta por unos momentos, ya que acudió la fuerza pública y restableció el orden”. Las tiendas cercanas, que habían cerrado para evitar represalias de las manifestantes, reabrieron sus comercios.

Hacia las diez y cuarto, las manifestantes también protestaron en el mercado de San Antonio, intentando romper las mesas de los puestos de venta y cerrarlo, pero “en la Dirección [del mercado] se les dio toda clase de facilidades y explicaciones, retirándose las manifestantes ordenadamente”.

Las protestas que se produjeron en el mercado del Clot no consiguieron “cerrar las puertas de ningún establecimiento”. Fue detenido, en este mercado, un individuo “que aconsejaba a las mujeres que fueran a quejarse a Comorera y que se apoderaran de los víveres sin pagar”.

En el resto de mercados de Barcelona “se tomaron algunas precauciones para evitar algún incidente”, pero en ninguno de ellos se produjo la menor protesta, “desarrollándose la venta en los mismos con absoluta normalidad”.

Algunos de los grupos que habían intentado cerrar los mercados de la ciudad, se dirigieron a la plaza de la República, “ostentando algunas pancartas con inscripciones alusivas a la desmesurada alza de los comestibles. Una comisión de las manifestantes subió al despacho del alcalde para elevar ante el mismo la protesta de las mujeres barcelonesas contra los abusos que se cometen”.

Por la tarde se reprodujeron las manifestaciones “con la particularidad que las manifestantes invadieron algunos cafés y cines, intentando hacer seguir a las mujeres que se encontraban en aquellos locales”. A las seis de la tarde, “una manifestación formada por un centenar de mujeres, llegó hasta el Palacio de la Generalidad, tremolando unas pancartas en las que se protestaba del alza injustificada de las subsistencias”. Una reducida comisión de las manifestantes fue atendida por Martí Rouret, “quien les invitó a hacer constar su protesta en la Consejería de Abastos”.

Luego “la manifestación se dirigió por la vía Durruti hasta la Comisaría General de Orden Público, destacándose también una comisión, que subió a entrevistarse con el jefe de los Servicios, compañero Dionisio Eroles3, del que solicitaron la libertad del individuo que había sido detenido por la mañana, con motivo de los incidentes promovidos por la protesta”.

La detallada narración de los desórdenes producidos en los mercados de Barcelona, terminaba con la publicación de diversas notas sobre el precio de los huevos, del bacalao y del pan.

La Alcaldía de Barcelona recordaba que el precio máximo de la venta al público de huevos era: Villafranca: de 0,60 pesetas, uno; país: 0,55 pesetas, uno; Holanda: 0,35 pesetas, uno; Bélgica: 0,35 pesetas, uno; Egipto: 0,25 pesetas, uno.

La Consejería-Regidoría de Abastos del Ayuntamiento de Barcelona señalaba que el bacalao sólo podía venderse en remojo, e indicaba estos precios, morro sin espina: 1,65 pesetas los 400 gramos; morro corriente: 1,50 pesetas los 400 gramos; ventrecha: 1,30 pesetas los 400 gramos: penca cola: 1,20 pesetas los 400 gramos.

El GEPCI4 aportaba una extensa nota justificativa del gremio de detallistas, en la que no se indicaba el precio de un solo artículo, pero que intentaba explicar las causas del alza generalizada de los productos alimenticios. Empezaba por expresar su “adhesión entusiasta a toda campaña que se haga para el abaratamiento de las subsistencias”, tras deplorar “la explosión de protesta por el alza exorbitante de los artículos alimenticios que viene produciéndose de día en día”.

El GEPCI afirmaba, por supuesto, que el origen del alza de precios debía buscarse “en los centros productores o intermediarios mayoristas”, nunca en las tiendas de comestibles, como les acusaba la mayoría de la población. El GEPCI condenaba “cualquier caso aislado de especulación que se haya producido o se produzca entre los detallistas de comestibles”.

Si había especulación entre los minoristas, se trataba siempre, según el GEPCI, de casos aislados. La culpa era de los mayoristas y podían probarlo con sus facturas de compras.

En una situación de libre mercado, promovida y protegida por Comorera desde la Consejería de Abastos de la Generalidad, a la que se sumaba una crónica y constante escasez de productos alimenticios, quien regía los precios no era la moral, ni las consignas antifascistas, ni solidaridad alguna, ni medidas de coacción o represión, ni más ley que la de la oferta y la demanda. Que esa alza, constante y aguda, de precios se originara ya en los mayoristas, como argumentaban los minoristas del GEPCI, agitando sus facturas de compras, servía de acicate para que los minoristas se sumaran a la especulación y al enriquecimiento, fundamentado en el hambre popular. Los desórdenes y manifestaciones del 14 de abril de 1937 eran fruto de la especulación y enriquecimiento de los detallistas de la alimentación. El hambre popular había identificado certeramente a los culpables y reconocía perfectamente al responsable, canalizando su odio contra el denostado Comorera. No en vano, el detenido en el mercado del Clot incitaba a las mujeres a llevarse los alimentos sin pagar y que fueran a quejarse a Comorera.

Joan Comorera

La Batalla del 15 de abril de 1937

La Batalla5 ofrecía una narración de los disturbios que complementaba la ofrecida por La Vanguardia. Se centraba más en los sucesos ocurridos en el mercado de Pueblo Nuevo.

El artículo se iniciaba con una amplia exposición de la tarifa oficial de los precios, tanto al por mayor como al por menor.

Se comentaban las tediosas colas existentes, desde hacía días, para comprar las patatas, el carbón, el jabón o el aceite, y en los mercados para todas las subsistencias.

Se explicaba los incidentes ocurridos “anteayer” (13 de abril) en el mercado del Clot, donde las mujeres, que se preparaban para protestar si subía el pan, agredieron a aquellas otras que pagaron el litro de leche a 1,20 pesetas, por considerarlo una provocación. Se publicó una nota de la sección de Vaqueros de la CNT advirtiendo que no debía pagarse más de 0,90 pesetas el litro de leche.

El día 14 en el mercado de Pueblo Nuevo la protesta adquirió mayor violencia que en otros mercados: “ante los precios escandalosos del pescado y de los huevos, se volcaron algunas cestas y los patearon”. Lo mismo sucedió con las verduras.

“Mi marido gana 7 pesetas – nos decía una mujer llorando – y los huevos van a 0,60 uno, el pescado inferior a más de 3 pesetas la libra: ¿Cómo puedo arreglarme yo, con dos hijos pequeños?”.

Unas dos mil mujeres, procedentes de Pueblo Nuevo, se concentraron a las cuatro y media de la tarde del 14 de abril, frente a la Generalidad, “para protestar de la carestía de las subsistencias”. Tras hora y media de espera, se dejó entrar a una comisión, para decirles que debían ir a protestar a la Consejería de Abastos. La manifestación se desplazó por la calle del Call y Fivaller hacia las Ramblas y la Consejería de Abastos, cerrando los comercios a su paso. Entre los manifestantes “menudearon los mueras a Comorera”.

El articulista denunciaba la existencia de provocadores del PSUC, que fracasaron en sus intentos por incitar a los manifestantes a corear consignas contra los comités y las patrullas de control.

En la mancheta de la contraportada de ese mismo número de La Batalla, se leía: “¿Qué ha provocado la exagerada carestía de las subsistencias?: Tres meses de política psuquista desde la Consejería de Abastos”.

En esa contraportada6 del órgano del POUM se hacía un análisis político de esas protestas: “La política de Abastos […] ha sido desastrosa. Empezó con la etapa de gobierno de Comorera, decretando el mercado libre y dando lugar al acaparamiento más desenfrenado, al alza sin control de los productos. El problema no es solamente de Barcelona”.

Se relacionaba la disolución de los Comités de Abastos de las Comarcas, decretada por Comorera, con la vertiginosa alza de precios de las subsistencias.

El articulista se preguntaba cómo era posible que el aceite se vendiese a 4 pesetas el litro y cómo podía ser que Comorera intentara subir el precio del litro de leche a 1,20 pesetas.

Las manifestaciones de mujeres y sus protestas por estos precios abusivos habían desembocado en la revuelta del hambre del día 14.

Los poumistas alertaban contra el peligro de que esas manifestaciones fueran manipuladas, como ya había sucedido antes, por los partidarios de la contrarrevolución.

El mercado libre, favorecido por Comorera, y la disolución de los Comités de Abastos en comarcas y barriadas, que habían controlado hasta entonces los precios de los alimentos y productos básicos, habían provocado un alza incontrolada de precios, que, sumada a la carencia y desaparición de los alimentos básicos, a causa de la especulación, desembocó en la revuelta del hambre del 14 de abril de 1937. Y el hambre gritaba, ahora, “mueras a Comorera”.

Octavilla contrarrevolucionaria del PSUC

La Vanguardia del 15 de abril de 1937

Además del excelente reportaje sobre los desórdenes producidos en los mercados de Barcelona, el día anterior, La Vanguardia publicaba un editorial, titulado de forma muy significativa e impactante “La dictadura de los tenderos”7, en el que se hacía un excelente análisis de la situación de amotinamiento existente entre la población barcelonesa.

El editorial era muy brillante y hacía vibrar al lector: “Ha surgido lo que temíamos, lo que era fatal que surgiera. Barcelona presenció ayer las primeras muestras públicas de la inquietud popular. Manifestaciones de mujeres recorrieron las calles para expresar su queja contra la carestía de las subsistencias”.

Tras esta concisa y precisa exposición de los hechos, se matizaba su importancia, aclarando que “el pueblo barcelonés no se ha quejado nunca por las privaciones a que las circunstancias le han obligado. El pueblo tiene conciencia de los sacrificios que la guerra exige y acepta los inexorables con tranquila resignación. Cuando no ha tenido pan, no ha comido pan, pero no ha dicho ni una palabra”.

El autor del editorial era muy consciente, pues, que las anteriores y numerosas manifestaciones de mujeres, portando consignas del PSUC, eran algo muy diferente a la explosión de protestas populares del 14 de abril.

“Pero lo que el pueblo no puede tolerar pacientemente es el abuso, la burla, el crimen que contra él se comete, mostrándole los aparadores de las tiendas y los puestos de los mercados abarrotados de víveres, pero a precios absolutamente inasequibles. Y esta es la verdad pura y simple”.

La naturaleza de las manifestaciones y protestas del 14 de abril era muy distinta a las manipuladas por los estalinistas, y no importaba tanto conocer al culpable como encontrar soluciones, porque se habían convertido en una lacra intolerable, en un crimen contra la revolución: “No sabemos a quién corresponde la culpa de lo que se haga o deje de hacer, pero digámoslo con toda sinceridad; nadie le ha hecho a la revolución injuria ni perjuicio más grandes”.

El periodista desmontaba ágilmente los argumentos de los detallistas y desvelaba la insoportable situación de desigualdad y la sensación de injusticia que se vivía en la calle: “Esos productos que suben cada día una peseta, nadie sabe por qué – el tendero lo explica habitualmente con malos modos diciendo que a él le costaron más en el lugar de origen, si tiene que reponer existencias; el tendero es hombre previsor, como se ve -; esos productos que desaparecen para reaparecer tres días después duplicado su precio; esos miles de kilos de patatas que un día se encuentran por casualidad, esos panecillos de veinticinco gramos; esa vergüenza de que teniendo dinero se pueda comer hoy en Barcelona tan bien como en cualquier época pasada, todo esto hace más daño a la revolución que la quinta columna, y la sexta y la séptima, si existieran”.

La empatía hacia las mujeres que se manifestaban en las calles, protestando contra la carestía de los alimentos, llevaba al editorialista a justificar el descontento y la rebelión de esas mujeres, antifascistas o neutrales, contra el mal gobierno y la peor administración, que llevaba el hambre a los hogares: “podíamos esperarlo todo menos que cayéramos bajo la dictadura codiciosa de los tenderos”.

El editorial terminaba con un llamamiento a poner urgente remedio a tal situación de carestía de las subsistencias, porque no había “problema más grave”. Se hacía una atinada diferencia entre sacrificio y abuso: “El pueblo, repetimos, tiene un claro sentido de la justicia, y sabe perfectamente lo que es sacrificio y lo que es abuso. Está dispuesto a soportar los primeros, y lo ha demostrado cumplidamente; no está dispuesto a soportar los segundos”.

Esperaba el editorialista que “el aldabonazo que han dado ayer las mujeres en las calles de Barcelona” fuera lo bastante eficaz como para hallar soluciones, en “bien de la causa que todos decimos defender”, aunque ironizaba, tan pesimista como mordaz, “que algunos defienden, por lo visto, para venderla subida de precio”.

La guerra del pan de Comorera estaba alcanzando sus últimos objetivos políticos y militares. El GEPCI había conseguido desplazar a los comités de abastos de los barrios. Que eso supusiera el enriquecimiento de los tenderos, basado en el hambre popular, era un efecto secundario que no importaba, ni mucho ni poco, a los estalinistas; ya que además favorecía a su principal clientela política. La consigna contrarrevolucionaria del PSUC: “más pan y menos comités” se estaba transformando en la triste realidad de un “sin pan, ni comités”.

Las disidencias en el seno del POUM

En marzo de 1937 un amplio sector de militantes del POUM había manifestado sus protestas ante la falta de discusión interna y el nuevo aplazamiento del congreso, pospuesto ya en diciembre de 1936, febrero de 1937 y de nuevo en marzo. Durante marzo y abril de 1937 las reuniones semanales de los secretarios políticos y de organización de los comités de distrito, en que se organizaban las células del partido, canalizaron el descontento de la militancia de base. Así fue como el Comité Local (CL) de Barcelona del POUMse convirtió en un firme organismo de oposición a la dirección del POUM, Comité Ejecutivo (CE) y Comité Central (CC), que además de reclamar la convocatoria del congreso inició un debate sobre el trabajo político en el frente, que encontró la oposición de los mandos a la formación de células entre los milicianos; y también sobre la participación del partido en un gobierno burgués, lo que suponía desautorizar la estrategia seguida hasta entonces por el CE8.

El 13 de abril, como culminación de estas acciones de protesta, producto de un extenso malestar entre la base militante poumista, se convocó una reunión conjunta del Comité Local (CL) de Barcelona y del Comité Central (CC), en la que Josep Martí, secretario del CL de Barcelona, y Josep Rebull9 consiguieron la aprobación y amplia difusión de un manifiesto del CL de Barcelona, que fue publicado en La Batalla, el 15 de abril, referente a la crisis de la Generalidad, que criticaba la intervención del POUM en ese gobierno burgués, y llamaba a la formación de un Frente Obrero Revolucionario que potenciase los Consejos Obreros como órganos de poder. También se anunció la nueva convocatoria del II Congreso para el 8 de mayo, así como una amplia facilidad para publicar y difundir en boletines internos las contratesis de las distintas células a las tesis oficiales del CE.

Ese manifiesto del CL del POUM en Barcelona se titulaba: “Por la solución de la crisis. Frente Obrero10 Revolucionario” y fue publicado en La Batalla11:

“La prolongación de la crisis durante quince días, pone de manifiesto las contradicciones de la situación política actual.

Estas contradicciones consisten en querer conciliar el poder de un régimen que se daba por caducado el 19 de julio y el poder de la Revolución; intereses de la burguesía perpetuados hoy en el Gobierno de la Generalidad e intereses del proletariado huérfano de sus propios órganos de poder.

Dentro del recinto de las instituciones burguesas no puede haber más que soluciones burguesas. Gobierno de la Generalidad y Parlamento de Cataluña son instituciones burguesas. Una situación revolucionaria no ha acabado nunca en revolución victoriosa, si ésta no ha sabido crear un Poder enfrente del antiguo Poder.

Inmediatamente las organizaciones cuyo objetivo es la revolución proletaria, POUM y CNT-FAI, deben formar el Frente Obrero Revolucionario, procurando ganar a su causa a las masas vacilantes entre la República burguesa y la revolución socialista.

El Frente Obrero Revolucionario deberá empezar la inmediata creación de los Consejos de Obreros, Combatientes y Campesinos12, y convocar en el plazo más corto posible el Congreso de los Consejos, restableciendo así la dualidad de poderes indispensable para la conquista del poder para la clase trabajadora e instaurar el verdadero Gobierno Obrero y Campesino.

¡Por la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes!

¡Por un Gobierno Obrero y Campesino!

COMITÉ LOCAL DEL POUM DE BARCELONA”.

Josep Rebull

Solidaridad Obrera del 15 de abril de 1937

En este contexto histórico, Solidaridad Obrera publicó un artículo de Josep Tarradellas13, en el que el Consejero Primero de la Generalidad respondía a las infamias y errores publicados el día anterior en Treball, órgano del PSUC, respecto a Industrias de Guerra, que demostraba “una ignorancia absoluta de las materias de que se atreven a hablar”.

La defensa de las posiciones políticas del PSUC parecía otorgar a los estalinistas licencia para mentir y realizar “los comentarios más caprichosos con sorprendente despreocupación”.

Tarradellas preguntaba retóricamente si no les sería más beneficioso enmudecer, “en lugar de hablar de las cosas que no conocen, ni entienden, ni comprenden”.

Pedía al PSUC que no jugara con las Industrias de Guerra, ya que los componentes de la Comisión aceptaban todas las críticas, pero éstas debían hacerse por los cauces lícitos, esto es, mediante “sus representantes dentro del Gobierno y de la Generalidad”. Era irresponsable debatir los asuntos de guerra públicamente, y mezclados con la defensa de intereses de partido.

El artículo de Tarradellas finalizaba con una dura reprimenda a los estalinistas, calificados como “curiosos aficionados a las cosas de la guerra”, a quienes reprochaba su deslealtad, manipulación y partidismo, advirtiéndoles que: “creo que aquel que no actúa así es incapaz de ejecutar ningún plan constructivo, y mucho menos obtener ninguna victoria”.

Que ese artículo de reprimenda al PSUC, lo publicara Tarradellas precisamente en el órgano anarcosindicalista Solidaridad Obrera era muy significativo del carácter de la crisis gubernamental en curso. Tarradellas, al contrario que Companys, abogaba por un entendimiento del gobierno de la Generalidad con la CNT, porque la insurrección del 19 de Julio había hecho necesaria la participación gubernamental de los anarcosindicalistas. Tarradellas creía, sinceramente, que no podía hacerse un gobierno estable sin la presencia cenetista; mientras Companys apostaba por la alianza con el PSUC, con el objetivo de minimizar o desplazar a la CNT para formar un gobierno “fuerte”, capaz de hacer cumplir los decretos, boicoteados o desobedecidos por los” incontrolados” de la CNT. Por esta razón, Companys había decidido prescindir de Tarradellas en las negociaciones para formar nuevo gobierno.

Companys negocia con Escorza

Companys celebró una extensa reunión con los señores Herrera y Escorza, de la CNT, sin que se diera ninguna referencia de esta entrevista”14. Este nuevo encuentro daba continuidad a los mantenidos oficiosamente el 11 y 13 de abril, para intentar resolver la crisis de gobierno, y se producía inmediatamente antes de la proclamación del nuevo gobierno, al día siguiente, por lo que debía tratarse de una deferencia de Companys hacia los cenetistas, avanzándoles su constitución, y quizás buscando su conformidad. Sea como fuere, Manuel Escorza aparecía, en estos momentos, como el hombre fuerte de la CNT en Cataluña, que negociaba la salida a la crisis de gobierno directamente con el presidente de la Generalidad de Cataluña.

Hay que dar la batalla a la FAI

En un informe a Moscú de un delegado del PSUC en París15, que cayó en poder de los servicios de información de la CNT, se comunicaba la presencia en París de dos militantes del PSUC, uno de ellos “persona de cierta influencia dentro del partido catalán, Me refiero al camarada Roldán Cortada, secretario del camarada Vidiella”. La misión que los había llevado a París “era comprar armas, armas cortas”, de lo que deducía el informante que no se trataba de comprar armas para el ejército, sino para el PSUC: “Yo les atendí, como se me rogaba por dirigentes del Partido y les puse en contacto con determinadas personas que acaso podrían servirles en el propósito que traían”.

Roldán no dejaba de decir “que hay que dar la batalla a la FAI, y que los afiliados a la FAI están armados”. El delegado del PSUC en París opinaba que el desarme de la FAI era una tarea gubernamental en la que no debía participar el Partido, porque podía desembocar en un desastre.

Después del regreso a Barcelona de estos dos militantes del PSUC, comunicaba el delegado parisino: “han desfilado por París gran número de militantes del Partido Socialista Unificado de Cataluña, y todos ellos, ante quien quiera que ha querido oírlos, han sostenido la misma tesis que el camarada Roldán Cortada, la que hay que dar la batalla a la FAI”.

El informante daba noticias de la reunión en París de militantes significados del PSUC, entre ellos, Comorera, “con elementos comunistas de otros países y se han puesto de acuerdo para un plan de ataque a fondo contra la FAI”, todo lo cual al delegado en París le parecía extremadamente peligroso.

Anunciaba que “cualquier día Barcelona va a ser teatro de un espectáculo nada edificante, que será aprovechado por los facciosos, con sobrado motivo”.

El informe terminaba con las excusas por expresar su propia opinión, sin limitarse a un informe escueto.

La vida cara

“Se habla en Barcelona…16 […]

… de la campaña que ya empiezan a hacer algunos colegas, contra los abastecedores sin conciencia y sobre la injustificada obsesión de subir todos los precios, haciendo la vida imposible a los humildes y a quienes no lo son, que ya es gente con buen sueldo, quien sufre igual, y de lo bien que acogen los lectores de los periódicos que pueden levantar la voz en este sentido, esta campaña. […]”.

Agustín Guillamón

Barcelona, febrero 2023

Siglas:

CC. Comité Central

CE. Comité Ejecutivo

CL. Comité Local

CNT. Confederación Nacional del Trabajo

FAI Federación Anarquista ibérica

GEPCI. Gremis i Entitats de Petits Comerciants e Industrials (UGT).

POUM. Partido Obrero de Unificación Marxista (marxistas antiestalinistas)

PSUC. Partit Socialista Unificat de Catalunya (estalinistas;Tercera Internacional)

Bibliografía:

Govern de la Generalitat/Josep Tarradellas: Crònica de la Guerra civil a Catalunya. 2 volúmenes, DAU, Barcelona, 2008 y 2009. [Excelente trabajo editorial, nacido de la erudición y el rigor divulgativo de Montserrat Catalán, directora del Arxiu Tarradellas].

GUILLAMÓN, Agustín: La guerra del pan. Hambre y violencia en la Barcelona revolucionaria (2) De diciembre de 1936 a mayo de 1937. Descontrol, 2014.

Josep Rebull, la vía revolucionaria. Las tesis “consejistas” de la izquierda del POUM y su crítica de Andreu Nin y del Comité ejecutivo (1937-1939). Descontrol, 2017

La revolución rusa. Una perspectiva crítica y libertaria. Descontrol, 2020

-Els incontrolats. El Lokal, 2020.

MADARIAGA, Javier de: Tarradellas y la industria de guerra de Cataluña (1936-1939). Milenio, 2008

TARRADELLAS, Josep: La indústria de guerra a Catalunya (1936-1939). Pagès editors,

2007

Prensa:

Números del 15 de abril de 1937 de La Batalla, Solidaridad Obrera, La Vanguardia.

1 “La manifestación de ayer y la política de siempre”. Solidaridad Obrera número 1562 (jueves, 15 abril 1937), portada.

2 “Las protestas de ayer”. La Vanguardia (jueves, 15 de abril 1937), portada.

3 Que las manifestantes pidieran entrevistarse con “el compañero” Dionisio Eroles (CNT) era otra notable diferencia, que caracterizaba el signo popular y espontáneo de esta manifestación de mujeres, más cercanas a los cenetistas que a los estalinistas y sus consignas anticomités.

4 Gremis i Entitats de Petits Comerciants e Industrials (UGT). Agrupación organizada por el PSUC, que asociaba a unos 18.000 comerciantes detallistas, artesanos y pequeños industriales, de mentalidad burguesa y ferozmente antiobreros

5 “Contra la carestía de las subsistencias”. La Batalla (15 de abril 1937).

6 “Una protesta justísima que no debe convertirse en arma para los contrarrevolucionarios”. La Batalla (15 abril 1937). Contraportada.

7 “Editorial. La dictadura de los tenderos”. La Vanguardia (jueves, 15 de abril 1937).

8 Correspondencia entre Negrete [BLACKWELL, Russell] y Oehler, 1936-1937. (Extractos). Brandeis University, ALBA Archives. [Fotocopias. Extractos de las cartas escritas por Negrete, en su mayoría dirigidas a Oehler, fechadas en Barcelona entre el 26-11-1936 y el 4-11-1937].

9 Josep Rebull era el líder de la llamada izquierda del POUM. Véase GUILLAMÓN, Agustín: Josep Rebull, la vía revolucionaria. Descontrol, 2017.

10 En La Batalla del día siguiente se rectificaba el error del día 15, ya que se había publicado “Frente único Revolucionario” donde debía decir “Frente Obrero Revolucionario”. El error no era baladí.

11 La Batalla número 218. (Barcelona, 15 abril 1937).

12 Véase el artículo de Josep Rebull: “Por la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes. (Aclaraciones a la Contratesis Política)”. Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, número 1. Barcelona 23 abril 1937. Ahora en GUILLAMÓN, Agustín: Josep Rebull, la vía revolucionaria. Descontrol, 2017.

13 TARRADELLAS, Josep: “Industrias de guerra, pretexto político”. Solidaridad Obrera (15 abril 1937).

14 Govern de la Generalitat/Josep Tarradellas: Crònica de la Guerra civil a Catalunya. Volum 2, p. 726.

15 Informes acerca de los sucesos de Mayo en Cataluña. Diversos informes sobre estos hechos, de los que la Organización tenía noticia con anterioridad. París 15 de abril de 1937.

16 Mi revista, número 13 (15 abril 1937).

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