La IWW en Centralia
Como recuerda un nieto de un wobblie que vivió los sucesos de Centralia de 1919, la Industrial Workers of the World (IWW) se creó en 1905 en oposición de la reformista American Federation of Labor (AFL), juntándose en su seno anarquistas, marxistas y sindicalistas radicalizados. En sus primeros años destacó por su internacionalismo, su resistencia contra los contratos contrarios al derecho a huelga o por promover una fuerte inclusión en la organización de sectores conscientemente marginados de la sociedad, como las minorías étnicas, las mujeres y personas migrantes, así como un apoyo decidido al sabotaje como estrategia sindical.
Con el contexto bélico de la Gran Guerra de trasfondo, la IWW ganó una huelga en la industria maderera en el Noroeste del Pacífico en 1917, consiguiéndose la jornada de 8 horas. De igual modo, en esos años, en el noroeste americano tuvo mucha influencia sindical en sectores como el de la madera o la minería.
En ese contexto Centralia, un pueblo de Washington, encajaba como el típico lugar con presencia de la IWW, ya que gran parte de la economía local dependía de la explotación forestal, transformación y transporte de la madera, un sector con fuerte presencia wobblie en el territorio.
En el contexto global americano, la IWW había sido perseguida y criminalizada durante la contienda bélica, ya que organizó boicots y huelgas en solidaridad con la revolución bolchevique de 1917, y sucesos como los de la masacre de Everett del 5 de noviembre 1916, el asesinato legal del activista wobblie Joe Hill el 19 de noviembre de 1915, o las futuras Palmer Raids, nos muestran como, para la burguesía y poder establecido americano, la IWW era un enemigo a abatir.
En el año 1919 en Centralia se vivía el típico choque racista entre los americanos de origen anglosajón y protestante, nacidos en territorio americano, y los migrantes y trabajadores nómadas que nutrían las industrias locales y se afiliaban a organizaciones como la IWW. Sumemos a ello que los primeros ostentaban un fuerte sentimiento patriótico, mientras que los segundos, en más de una ocasión, en caso de tener una conciencia identitaria «nacional», esta lo era de carácter internacionalista. El conflicto de clase e incluso nacional era evidente entre los wobblies y esa América de valores conservadores y reaccionarios. En 1918, en la misma Centralia, las compañías madereras y hombres de negocios locales contrataron a un grupo de matones, aprovechando un desfile de la Cruz Roja, para humillar por la calle a los miembros de la IWW que encontrasen y, finalmente, asaltaron y destrozaron el Hall de la organización revolucionaria, abierto desde 1917 en Centralia.

En noviembre de 1919, coincidiendo con la celebración del armisticio de la Gran Guerra, estaba previsto que el día 11 se hiciese nuevamente un desfile, y teniendo en cuenta los rumores de un nuevo ataque y que marcharían miembros de la Legión Americana, se preveían nuevamente conflictos. De hecho, el 6 de noviembre la misma Legión consiguió cambiar la ruta del desfile para que pasase por delante del Hall Wobblie, y unos pocos meses antes, un vendedor de periódicos ciego, Tom Lassiter, por tener prensa afín a la IWW y otras corrientes socialistas, fue obligado a marcharse del pueblo, después que un grupo de exaltados patriotas destrozasen su quiosco y le prendiesen fuego.
En ese contexto, no resultaba extraño que el 11 de noviembre de 1919 se vislumbrara como un día movido. Más aún cuando el líder local de la IWW, Britt Smith, avisó que ante un posible ataque, esta vez se defenderían.
La Masacre
El jefe de la Legión Americana en Centralia, Warren O. Grimm, nacido en 1886, fue el típico patriota americano y veterano de la Gran Guerra: consideraba a los miembros de la IWW como meros subproductos humanos, envilecidos por las ideas bolcheviques y socialistas, todas ellas extranjeras y contrarias a la patria americana.
En el desfile, con presencia de la Legión Americana, veteranos de guerra, Boy Scouts, enfermeras y trabajadores de la Cruz Roja, vecinos patriotas de Centralia, así como miembros del antagónico Elks Club y su banda de música, se inició sin incidentes. Sin embargo se pararon delante del Roderick Hotel, en donde se encontraba el Hall de la IWW. Dirigidos bajo las órdenes de Warren O. Grimm, los manifestantes empezaron a disparar al edificio.

Los wobblies ante la situación también respondieron con disparos parapetados desde el interior. Durante esos momentos de confrontación, Grimm y otro asaltante, Arthur McElfesh resultaron muertos, así como otros heridos. Aún así, menos de una decena de miembros de la IWW habían decidido oponer resistencia ante un ataque, y dada la superioridad de la marcha, éstos lograron entrar.

Acorralados dentro del Roderick Hotel, cuatro wobblies se quedaron parapetados en el interior del edificio, mientras que otros lograron escapar de él. El activista Wesley Everest, curiosamente un antiguo veterano de la Gran Guerra, antes de salir del edificio, logró presumiblemente un certero y mortal disparo contra el asaltante Ben Casagrande.
Everest continuó con su huida hasta llegar al río Skookumchuck, en donde fue rodeado por un grupo de patriotas americanos. Pese a que Dale Hubbard encañonó con una pistola a Everest pidiendo su rendición, el wobblie respondió con otro disparo que causó la muerte de Hubbard, y otro más que hirió de gravedad a John Watt. De hecho Everest no fue capturado hasta que vació su cargador.

La turba que por entonces ya había destrozado el local wobblie, logró detener a los resistentes revolucionarios y a algunos otros reconocidos activistas obreros: Mike Sheehan, Ray Becker, Bert Faulkner, John McInerney, John Lamb, Dewey Lamb y O.C. Bland. En el caso de John Doe Davis, de su paradero nunca se supo, quizá se fugó, o tal vez fuese asesinado.
Pese a la captura de estos elementos revolucionarios, la IWW había logrado matar a varios asaltantes y heridos a otra buena cantidad. Para esos patriotas americanos el suceso requería de una venganza, empezando así una razzia contra todo aquel que formase parte de la IWW. Durante la misma noche se apagaron las luces del pueblo y vecinos conservadores y patriotas marcharon por las calles a la captura del «red». Un grupo de ellos entró en las dependencias en donde se había encerrado a los wobblies detenidos, pidiendo la llave de las celdas. Ese grupo capturó a Everest, quizá pensando que era Britt Smith, el cual estaba por entonces también detenido y encerrado.
Everst fue linchado y torturado por la turba hasta morir, de hecho desde fuentes cercanas a la IWW se comentaba que sus testículos fueron cortados por un médico local. En cualquier caso, una vez muerto, la turba patriótica lo devolvió a la cárcel, en donde se obligo a sus compañeros a enterrarlo. Se comenta que uno de los detenidos, tras observar el suceso, perdió la cordura. De hecho no fue el único, puesto que en nombre de la patria, el clasismo y el racismo, se perdió aquel 11 de noviembre en Centralia toda la cordura de gran parte de su población, produciéndose sucesos tan tristes como los aquí tratados, en donde se atacó a activistas que luchaban por la mejora social en nombre de una patria americana tan o igual de inventada que cualquier otra del mundo.
En esa histeria colectiva patriótica, cualquier elemento relacionado con la IWW fue encarcelado, muchos otros huyeron del pueblo. Como dato anecdótico, en ese contexto de estupidez humana, se llegaron a disparar entre sí dos grupos de patriotas, pensando ambos del otro que era formado por sindicalistas. En el cruce de disparos que se produjo, murió John Haney. Sin duda una muerte estúpida.