Democracia Fascismo Historia de España II República Española

Estrategia y discurso de las derechas en víspera electoral (Diciembre 1935 – Febrero 1936)

En la elecciones generales de noviembre de 1933 la unión de las derechas (CEDA, agrarios, RE, CT. PRLD, PNE, independientes de derechas PNE y FE)1 tuvo como consecuencia su victoria en los comicios al hacerse con la mayoría de los escaños en el Congreso. La alianza con los radicales de Alejandro Lerroux (La Rambla, Córdoba, 1864- Madrid, 1949) facilitó el cambio de gobierno y el paso de las izquierdas a la oposición. Se ponía así fin al llamado bienio progresista (1931-1933) y las fuerzas conservadoras accedían por primera vez al poder en el marco del régimen republicano. Durante dos años, por consiguiente, la República pasaría a manos de unos partidos que rechazaban total o parcialmente la Constitución de 1931 y que, en algunos casos, cuestionaban el propio sistema. La legislatura, a pesar de contar las fuerzas que apoyaban a las nuevas autoridades con una sólida mayoría parlamentaria, no fue precisamente plácida. Como es sabido, la entrada de tres ministros de la CEDA en el ejecutivo en octubre de 1934, fue la espoleta que desencadenó el episodio revolucionario de Asturias y al año siguiente, la división entre las fuerzas derechistas sobre, precisamente, el castigo a los revolucionarios, la cuestión agraria o escándalos como el del estraperlo provocaron una grave crisis política e inestabilidad que derivó en la caída de diversos gabinetes. A finales de 1935, muy pocos confiaban en que se pudiera agotar la legislatura y la celebración de nuevas elecciones se barruntaba en el horizonte.

En este contexto de incertidumbre se planteaba el problema de cuál era la estrategia que debían seguir las derechas para evitar un triunfo de las izquierdas en la que se intuía como inminente convocatoria electoral. Martin Blinkhorn afirma que la CEDA, fundada en 1933, había adoptado bajo el liderazgo de José María Gil Robles (Salamanca. 1898-Madrid, 1980) una táctica orientada a lograr el poder dentro del régimen para luego transformarlo en un estado corporativo, fijándose no tanto en el caso alemán como en el modelo de los socialcristianos austríacos. Una estrategia que se mantuvo incluso después de los hechos de octubre de 1934 cuando hubiera podido plantear, como así lo pedían los monárquicos alfonsinos y carlistas de José Calvo Sotelo (Tuy, Pontevedra, 1893- Madrid, 1936) y Antonio Goicoechea (Barcelona, 1876- Madrid, 1953) una suspensión de la Constitución. 2 Es ilustrativo al respecto el discurso del líder de Acción Popular en el Congreso el 5 de noviembre de 1934:

(…) Nosotros, discrepantes con muchas leyes; nosotros, disconformes con muchas orientaciones doctrinales; nosotros, que aspiramos a la reforma de todo lo que se debe reformar, precisamente por el arraigo y la firmeza de nuestras convicciones , no queremos marchar por el atajo, sino que queremos ir por el camino-no hay otro posible- de las vías que la misma Constitución ha trazado, para que llegue un momento en que, previo el acuerdo de los partidos o llevado a la opinión el resultado de nuestras discrepancias, pueda, dentro de los cauces legales, llegarse a lo que nosotros estimamos necesario para el equilibrio de los partidos políticos y para la estabilidad de las instituciones españolas.3

Aún así no todos en la CEDA compartían el rechazo de la vía insurreccional para acceder al poder y el acatamiento de la legalidad republicana. Pocos meses antes de esta intervención de Gil Robles en las Cortes, en la sesión de apertura del congreso de las JAP, (las Juventudes de Acción Popular), el 20 de abril del mismo año, su presidente, José María Valiente, abogaba por un “poder fuerte,” renegaba del parlamentarismo y daba a entender que la sujeción a las leyes que, públicamente, manifestaba el partido, no era más que una táctica coyuntural:

Dentro de la unidad española, realizaremos la política que ha de beneficiar a nuestra Patria. La Juventud española reniega del parlamentarismo, que inutiliza todo. El libertinaje que padecemos debe ser substituido por un Poder fuerte, basado en la voluntad de la nación. Esta es la aspiración de la Juventud de Acción Popular y la finalidad de este Congreso. Los jefes no traicionan ni son cobardes, porque se dobleguen a la circunstancia de cada día, pues ello no significa el abandono de su ideal. Acción Popular no tiene que ver nada con el presente y con el pasado. Nuestra política representa una espiritualidad que ha de coronarse con un éxito rotundo.4

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Cartel electoral de Gil Robles en la Puerta del Sol de Madrid. Fuente: fideus

Estas contradicciones, al menos aparentes, en el discurso cedista se explican, según Javier Tusell, por los orígenes del partido que no eran otros que la defensa de un catolicismo que se sentía perseguido por la obra legislativa del primer bienio republicano. Gil Robles, según el mencionado historiador, era tan hábil táctico como incierto estratega; supo mantenerse al frente de la derecha española y acertó a menudo al dirigirla, pero dudó en ocasiones decisivas respecto de la estabilización del régimen republicano y, a veces, erró en su relación con el presidente de la República. Azaña en sus Memorias viene a decir que tuvo mayores dotes de caudillo que de estadista y que, frecuentemente, se dejaba llevar por el ímpetu más que por ideología por el sector de su partido que era menos asimilable al régimen. En general, la élite parlamentaria era más moderada que las organizaciones locales y estas que el votante de la CEDA.5

En cualquier caso, en diciembre de 1935, Gil Robles abogaba por la formación de un Frente nacional para hacer frente a la amenaza revolucionaria:

Es muy sencillo. Vamos a la formación de un “Frente nacional contra la revolución y sus cómplices.” Para ello bastará con que se llegue a un punto mínimo de coincidencia, sin parar en grandes detalles programáticos, porque lo que interesa es la formación de la gran masa contrarrevolucionaria .”En ese frente nacional cabrán los monárquicos, los republicanos que hemos gobernado y los que no han gobernado, las clases patronales, mercantiles, industriales, etc. La principal finalidad de este frente nacional ha de ser acabar con la revolución.6

Sin embargo este llamamiento a la unidad de las fuerzas conservadoras fue rechazado por el líder de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera (Madrid, 1903-Alicante, 1936), pocos días más tarde, el 18 de diciembre.

(…) La Falange considera funesto que se transmute la idea del Frente Nacional en una resurrección de la ya conocida y arrumbada «unión de derechas». Si la expresión «Frente Nacional» no se toma en todo su auténtico sentido de lucha ferviente para la conservación de las esencias patrias y por la elevación de las bases materiales de la vida popular, con sacrificio de privilegios y ventajas por parte de quienes lo propugnan, será una nueva máscara (incapaz, por otra parte, de engañar a nadie) con la que pretenda encubrir otra vez un sindicato de intereses que, por ser de partido, no son, aunque se los llame así, nacionales.

Falange Española de las J.O.N.S., consciente de la gravedad de la hora que España atraviesa, quisiera conminar a lo mejor del alma española de todos, para que el Frente Nacional no quedara en un fraude más, precursor de una catástrofe sin remedio.7

En realidad, José Antonio había estado negociando con Gil Robles la inclusión de candidatos falangistas en la gran coalición derechista y, al no aceptar el líder de Acción Popular sus pretensiones en cuanto al número de puestos en las listas, FE de las JONS decidió concurrir sola.

Días después, el 19 de diciembre, se presentó el hotel Ritz de Madrid El Estado Nuevo, trabajo doctrinal de Víctor Pradera (Pamplona, 1973- San Sebastián, 1936), político carlista navarro en el que ponía de manifiesto su repulsa del liberalismo y una concepción tradicionalista del estado, como monarquía organicista. Al acto asistieron algunos de los principales exponentes de las derechas entre los cuales Calvo Sotelo, el conde de Rodezno (jefe de la minoría tradicionalista) y Goicoechea. Hay que recordar que el Estado Novo se había instaurado el año anterior en Portugal con Antonio Oliveira de Salazar como primer ministro, un régimen autoritario, corporativista y de partido único, la Uniao Nacional. Pradera aspiraba a establecer en España uno similar adaptado a la tradición hispánical, esto es, según él, con monarquía. El evento se convirtió, pues, en una arenga en contra del régimen y a favor de la vía insurreccional para acabar con el mismo. Al respecto son elocuentes las palabras pronunciadas por el conde de Rodezno:

La política atraviesa hoy por unos momentos siniestros. Reconozcamos con satisfacción legítima que nosotros estamos donde estábamos con la consecuencia de una cosa inteligente, es decir, enfrente de un régimen que nunca podrá implantar la bandera que las derechas españolas enarbolaron en noviembre de 1933. A la revolución no se la puede combatir más que con la contrarrevolución.8

Mientras tanto, la táctica gradualista de Gil Robles de hacerse con la presidencia del Consejo no daba sus frutos ya que el presidente de la República, Alcalá Zamora, en una iniciativa muy personal, nombró el 14 de diciembre como sustituto de Joaquín Chapaprieta (Torrevieja, Alicante, 1871- Madrid, 1951) a un independiente, Manuel Portela Valladares (Pontevedra, 1867-Bandol,Francia,1952) jefe de gobierno en un gabinete formado por técnicos y prescindiendo de radicales y cedistas. Parecía, pues, que se cumplían las previsiones de José Antonio sobre la inutilidad de la vía reformista. El jefe de FE propuso, entonces, a la Junta Política de su formación el desencadenamiento de un golpe de Estado autónomo en colaboración con un sector del ejército. Su plan era que las milicias falangistas madrileñas y toledanas, tomando como base de acción la Academia de Infantería de Toledo – donde, al parecer, contaban con numerosos simpatizantes-, se alzasen en un movimiento que sería secundado por el resto de Falange y, fundamentalmente, por los militares. El plan incluía la hegemonía política de FE de las JONS. No obstante, fueron las negociaciones con los uniformados las que lo frustraron, cuando el gobernador accidental de Toledo, el general Moscardó, lo consultó con el jefe del Alto Estado Mayor, Franco y este se negó. No habría, pues, golpe, pero sí elecciones.9

Si bien compartían con los falangistas su desprecio por el régimen parlamentario, los monárquicos de Renovación Española sí que aceptaron la oferta de un amplio frente electoral contrarrevolucionario Así lo expresaba su jefe José Calvo Sotelo el 25 de diciembre de 1935:

Entiendo que debe formarse un frente antirrevolucionario a base de la CEDA, Renovación, tradicionalistas e independientes. Los agrarios no podrán ir a ese frente si se adopta un programa neto y tajante como a mi juicio es indispensable. Pero el frente podría pactar en las provincias en que convenga con los agrarios y aún con otros elementos políticos… Son cosa distinta: las alianzas provinciales de fines estrictamente electorales y el frente contrarrevolucionario nacional, este de objetivos profundos, más permanentes y más solemnes.10

La jugada estaba en proceder a la rápida formación de un “frente antirrevolucionario” estatal con la CEDA y los carlistas y, luego, amparándose en la posición hegemónica de la confederación católica, ligar pactos provinciales meramente coyunturales con las restantes organizaciones, que no tendrían más remedio que aceptar las candidaturas que les impusiera el bloque derechista y en las que los alfonsinos tendrían asegurada una generosa representación.

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Cadáver de José Calvo Sotelo. Fuente: El Mundo

Impaciente por forzar la adhesión de la CEDA a sus planes, Calvo Sotelo -que tenía además que competir interiormente con Goicoechea por el liderazgo-, inició una agresiva campaña electoral antes de la disolución de las Cortes. Los primeros mítines evidenciaban su repudio de la democracia parlamentaria y parecían destinados a provocar una toma de posición inequívoca por parte de los cedistas. En el celebrado en Jaén el 30 de diciembre Calvo Sotelo fue particularmente explícito:

Mito insostenible el gobierno del pueblo por el pueblo ¿Dónde su capacidad? (…) Vamos a pedir al pueblo que se pronuncie sobre la Verdad, el Derecho., la Patria (…) Unos millones de españoles aunque fuesen mayoría, no pueden dilapidar alegremente el patrimonio espiritual y material que han forjado quince siglos de historia

Y las palabras, daban la impresión de estar encaminadas a provocar una toma de decisión inequívoca entre los seguidores de Gil Robles:

Carácter de las elecciones. Serán constituyentes, se quiera o no. Si triunfan las izquierdas, irán al poder con toda violencia para estatuir una legalidad revolucionaria. Si triunfan las derechas, hay que ir la la nueva Constitución. La actual está cancelada. No se nos puede aducir el artículo 125*. Seremos constituyentes como lo fueron las munIcipales de 1931.11

Unas palabras que parecían querer rebatir las pronunciadas por el líder cedista una semana antes, el 24 en un mitin en Cáceres en el que afirmó que, para él, el problema no era tanto una “mala” Constitución como un mal funcionamiento del Parlamento. Su afán no era suprimir la cámara sino disponer de una mayoría que hiciera gobernable el país y permitiera evitar la intromisión del Presidente en el juego parlamentario. Y aseguraba, además, confiar plenamente en las urnas para resolver ese problema

Los carlistas de Comunión Tradicionalista, igual de maximalistas, tensaron, sin embargo, menos la cuerda y se mostraron desde el principio proclives a la unión de las fuerzas conservadoras ante el envite de las elecciones. Así lo evidenciaba su órgano de prensa El Siglo Futuro en la edición del 31 de diciembre.

En estos momentos graves, la unión es un deber sagrado. Nadie debe escatimar su inclinación a la unión. La antipatria reanuda en público su actividad y lanza sus banderas ante las elecciones, proclamando «la continuación de la historia de octubre», “como en octubre”. Debería calificarse de Insensatez suscitar una situación electoral ante los accesos neurálgicos de la guerra Inminente y de la revolución reanudante. Allá cada cual con su responsabilidad (…) Ante el peligro de la desaparición de nuestra nacionalidad y de nuestra historia. nadie debe buscar en la unión un instrumento partidista12.

Y clamaba por un programa claro amén de altura de miras de los integrantes:

Al decidimos a salvar la Patria por medio de la unión, debemos previamente salvar del cataclismo a la propia unión. Mucho cuidado cómo se trata a la unión. Enemigo de la unión es el que trate de empujar a una unión embarullada, sin pactos claros, serenos, definidos(…).Adultera la unión quien, a priori, trate de adjudicarse todo el poder, toda la bandera, toda la ventaja. Unión, si; pero leal, elevada, augusta, soberana. No es la unión para fracciones ni para hombres, por idolatrados que sean. Es la unión para la Patria y la salvación religiosa. Cesen, pues, los gritos de exclusivismo: todo para éste, todo para aquél. Estos gritos suenan a siniestro augurio en oídos patriotas, emocionados por el peligro cercano. Unión, si; unión auténtica. No «unión a tontas y a locas”13.

La agitación del miedo para hacer frente a la amenaza revolucionaria justificaba también para El Debate la convergencia de los conservadores y la estrategia frentista:

Si los revolucionarios renuncian a sus diferencias políticas, a sus discrepancias en las concepciones sociales, si incluso se alían con ellos las izquierdas burguesas, sacrificándolo todo para ir en pos de su quimera de destrucción y anarquía, obvio es aceptar del enemigo el consejo. Hace falta oponer otro frente común, en el que militen todas las fuerzas de signo positivo de España, es decir, todas las que están contra la revolución y sus cómplices. A un lado todo lo que desune, al margen todas las diferencias en los momentos electorales. Nadie pierde ni cede nada de sus principìos políticos, de sus especiales concepciones programáticas, porque nada de eso se pone en juego en unos conflictos en que solo se debate algo más amplio y común a todos, que es la civilización, la supervivencia misma de España.14

El diario monárquico ABC, por su parte, abogaba también por una unión electoral de las fuerzas conservadoras en sus ediciones del 15 y del 22 de aquel mismo mes. En esta última, bajo el título “Batalla decisiva”el rotativo madrileño alertaba en tono dramático de los peligros que acechaban a España:

No una política, ni siquiera una forma de Gobierno va a substanciarse en los comicios próximos, sino la existencia misma de España como país unido y como país fiel a la civilización. El separatismo, el marxismo y sus cómplices , si triunfasen, implantarían en nuestro territorio un sistema federativo, secesión en la práctica; y un tipo de Estado soviético, esclavizador y asiático.15

Y para frenar tal eventualidad propugnaba la unión de los “caudillos” de la derecha:

Unión de los caudillos, elevación de propósitos, valor cívico, confianza en el pueblo, efusión entre todos los partidos defensores de la nacionalidad, que olvidan sus diferencias adjetivas ante el imperativo de esta guerra de independencia. Todos estos signos, que aparecen al iniciarse la campaña electoral, son buen augurio para los resultados de esta batalla decisiva.16

También en el periódico de Luca de Tena, el día 3 de enero de 1936, Ramiro de Maeztu (Vitoria, 1874- Aravaca, Madrid, 1936) ironizaba sobre la imposibilidad de una política de centro en la coyuntura española:

(…) Y así tenemos que elegir a diario entre el orden cristiano y la revolución social, entre España y no España , entre Cristo y no Cristo. ¿Me quiere decir nadie si esta alternativa? Pues lo es; hace tiempo que la practicamos. Consiste en permitir que se siembre e impedir que se coseche; en consentir que se amenace todo el tiempo con la revolución social y disponer las fuerzas del Estado para aplastarla en cuanto asome. Pemán lo dijo insuperablemente : “lápidas para los maestros y metralla para los discípulos.17

El 7 de enero de 1936 el gobierno de Portela Valladares disolvió las Cortes y convocó elecciones para el 16 de febrero en primera vuelta y el 1 de marzo en segunda vuelta.

Dos días después, el 9 de enero, se reunieron en el domicilio del marqués de la Vega de Anzo, José María González del Valle y Herrero, los representantes de los principales grupos de la derecha18. Los presentes delegaron en Gil Robles la tarea de armonizar los intereses de los posibles coaligados mediante negociaciones bilaterales. El jefe de la CEDA expuso su plan: alianzas provinciales y circunstanciales y cesión a su partido de 180 de los 230 que presentaría la coalición. Calvo Sotelo, que veía frustrarse su proyecto previo de un pacto entre el Bloque y la CEDA, se negó en redondo a aceptar tales términos y volvió a exigir la negociación de un programa maximalista y su publicación en un manifiesto unitario. No se pudo llegar a ningún acuerdo, pero Gil Robles realizó un nuevo intento en la cena que compartieron ambos políticos aquella misma noche. Puesto entre la espada y la pared, el alfonsino terminó dando luz verde a las gestiones de su interlocutor, si bien, como decía la prensa, no de forma definitiva.19

Durante todo el mes de enero el tira y afloja entre cedistas y monárquicos continuó incluso después de que el mismo Alfonso XIII diera el 16 de enero su bendición desde París a la convergencia de fuerzas conservadoras. Un fiel reflejo de la división existente al respecto en Renovación Española era el hecho de que también aquel día el duque de Alba y el ex-almirante Magaz se habían desplazado a la capital francesa para obtener el apoyo del depuesto soberano a la línea electoral de Calvo Sotelo. Igualmente lo hizo, en la misma jornada Goicoechea, enfrentado, como ya se ha comentado, con Calvo Sotelo por el liderazgo interno de la formación, el cual arrancó de Alfonso XIII una declaración de soporte a un programa reformista alejado de los planteamientos maximalistas de aquel. Así, el Borbón abogaba por la unión electoral de los diversos partidos de la derecha “sin otro compromiso recíproco que el de revisar la Constitución” y expresaba su convicción de que “no había llegado todavía el momento de la restauración.20

La prensa monárquica, por su parte, criticaba un día sí y otro también el que el pacto incluyera a aquellos que como el Partido Agrario “acaban de dar nueva prueba de su versatilidad o a los que como Miguel Maura (Madrid, 1887-Zaragoza, 1971) se asociaba a las jornadas de violencias anticlericales de mayo de 1931. Para ellos, además, el pacto debía ser un “compromiso permanente.” Al respecto es significativo el editorial del ABC del 12 enero:

(…) Pero ni la CEDA ni ningún otro partido deben extrañarse tampoco de que los monárquicos vean con desagrado y con amargura cómo lo que se les quiere mermar a ellos en la proporción vaya a acrecer, en forma de regalo pródigo, el cupo de tertulias como la de D. Miguel Maura o de partidos cuya situación en el concepto público es, por unas u otras razones- en ambos casos bien notorias y que no necesitan recordación- de todo punto incompatible con el prestigio de una unión derechas auténticamente contrarrevolucionarias y austeras.21

Y ello a pesar de las conocidas diferencias de Maura con Gil Robles a la hora de entender, como decía en 1934 el líder del Partido Republicano Conservador, “la función de las clases conservadoras en este momento de la historia de España.22

Diferencias que eran todavía más profundas con los monárquicos que pedían abiertamente un cambio de régimen como sucedió días antes en el mítin de Renovación Española en Ávila el 6 de enero. El ABC se hacía eco del mismo en estos términos:

Concluye el Sr. Calvo Sotelo en un elocuentísimo párrafo alusivo a la diferencia de régimen diciendo que las esencias que las derechas tratan de instaurar en España, son incompatibles con la República, y solo se podrán incorporar de nuevo a la vida española de manera definitiva, con una restauración del Estado tradicional español. Los republicanos neófitos y adhesionistas, aunque triunfen, no lograrán consolidar las nuevas instituciones y esencias, sin un rey que las preserve de arremetidas extremistas.23

En cuanto a los tradicionalistas, su programa era, si cabe, más maximalista que el de Renovación Española. Su líder, Manuel Fal Conde (Higuera de la Sierra, Huelva, 1894-Sevilla, 1975) rechazaba radicalmente el parlamentarismo. Por ello se dedicó en exclusiva a la labor de organizar “desde el interior” a la nueva nación en marcha. En esto coincidía con su correligionario Víctor Pradera quien apostaba también por la vía insurreccional. En el libro de este último, Al servicio de la patria. Las ocasiones perdidas por la dictadura de 1930, se analizaba el golpe o pronunciamiento de Primo, las “causas del mal” que corrompía el sistema, el régimen liberal parlamentario en sí mismo —que había que extirpar, por incorregible—, y las “Omisiones de la dictadura”, sosteniéndose que el golpe de Estado primorriverista resultaba “necesario” según el derecho natural, que justifica tales acciones cuando la vida nacional se halla en peligro de muerte.24

En este contexto las negociaciones para articular un frente electoral contrarrevolucionario avanzaban lenta y dificultosamente. El 16 y 17 de enero, Gil Robles inició los contactos bilaterales con los principales dirigentes conservadores. El líder de Acción Popular puso antes sus compañeros el ejemplo de la unidad de la izquierda y solicitó un acuerdo para redactar un manifiesto conjunto de carácter exclusivamente electoral que concretase la oferta de frente contrarrevolucionario. La insistencia por parte de los monárquicos de un acuerdo de principios, sin embargo, mantenía las conversaciones en un impasse. Para salir de él, Gil Robles reanudó sus gestiones el 20 de enero. Se entrevistó primero con el radical Santiago Alba (Zamora, 1872- San Sebastián, 1949) y con Miguel Maura a los que prometió acatamiento de la legalidad republicana. Seguidamente, asistió a la cita con Calvo Sotelo, Goicoechea y los marqueses de Luca de Tena y Vega de Anzo. Como portavoz de los alfonsinos, el primero volvió a condicionar su participación en la coalición a la aceptación de un programa de cuatro puntos:

  • Primero: Las próximas Cortes serían declaradas constituyentes.

  • Segundo: Inmediatamente se procedería a la destitución del jefe del Estado.

  • Tercero: Se constituiría un gobierno provisional y

  • Cuarto: Alcalá-Zamora sería sustituido por un general.

El jefe de la CEDA rehusó tales propuestas, pero aún así se llegó a algunos acuerdos. Se reservarían 68 puestos para las candidaturas del frente contrarrevolucionario para tradicionalistas y alfonsinos con lo que el Bloque Nacional obtendría, al menos en teoría, la representación exigida. A cambio, se abandonaría todo intento de establecer un programa postelectoral y los monárquicos renunciarían a cualquier pacto bilateral con la CEDA integrándose en las candidaturas en pie de igualdad con los demás coaligados.25

Por esas mismas fechas, el 15 de enero, El Socialista difundía el manifiesto del Frente Popular cuyo primer punto promovía la concesión de una amplia amnistía “de los delitos políticos sociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933, aunque no hubieran sido considerados como tales por los Tribunales.26

La prensa derechista aprovechaba la ocasión para agitar, una vez más, el fantasma de la revolución y de la anarquía que acechaban a España si vencía la coalición izquierdista. Y lo hacía en estos términos:

Bandadas de delincuentes asesinan a pacíficos ciudadanos, a humildes hijos del trabajo, a abnegados servidores del orden. Caen acribillados a tiros por los pistoleros, un día y otro personas de toda condición social (…). Cuando son aprehendidos los criminales, se califica el bandidaje de “delito social” y ante ese misterioso “tabú” se detiene la acción de la justicia. Las condenas no se cumplen y se llega en el escarnio más allá: se llega a glorificar a los delincuentes “sociales” por la Prensa extremista y a inscribir en los programas políticos una amnistía que ponga en la calle a homicidas y ladrones.

Firmado por hombres de gran responsabilidad que han gobernado y aspiran a gobernar de nuevo, ayer mismo, en el manifiesto de las izquierdas revolucionarias se concreta como exigencia inmediata la apertura de los presidios para todos los facinerosos. Bastará que ellos se califiquen a sí mismos de “presos sociales” para que amorosamente los recojan los partidos a quienes no repugna que se vierta sangre humana.27

Y en la misma edición del periódico monárquico madrileño Ramiro de Maeztu publicaba un segundo artículo editorial titulado “Amenaza perenne” que ponía de relieve que el marco de una democracia parlamentaria no permitía liberarse de la amenaza revolucionaria que aparecía y desaparecía en función de los vaivenes electorales:

(También las próximas elecciones se harán contra la revolución)

Pero, ¿han pensado ustedes en lo que este “también” significa? Las próximas elecciones las harán las derechas “contra la revolución y sus cómplices.”Y las siguientes y las otras y todas las que vengan. mientras no cambie su programa(…)

Calvo Sotelo ha dicho y dicho bien, que este régimen es para la izquierda un horizonte sin límite, y para la derecha un límite sin horizonte. Pensad en esta amenaza permanente de la revolución y en que hay partidos burgueses que creen que se deben respetar las libertades que permiten organizar y propagar y mantener este peligro. Pero, Señor,¿es que nos hemos vuelto locos o es que somos tan tímidos, que ni siquiera nos atrevemos a confesar nuestra voluntad de vivir sin amenazas?28

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Ramiro de Maezru. Fuente: ABC

El 25 de enero, después de ser sustituido Calvo Sotelo por Goicoechea en la negociación sobre las candidaturas, se llegó a un acuerdo-que sería provisional, eso sí- sobre la delimitación de los puestos en las listas. Alfonsinos y carlistas se conformaron con 68 plazas. La CEDA, por su parte, consiguió el visto bueno de los alfonsinos para 160 puestos, a falta de posteriores negociaciones con otros aliados.29

El acuerdo- que no era desfavorable para los monárquicos- disgustó extraordinariamente a los calvosotelistas. De los 68 puestos, poco más de una treintena se destinaban a los alfonsinos y, como varios de ellos se asignaban a circunscripciones donde se daba por descontado el triunfo del Frente Popular, la minoría alfonsina podía quedar incluso reducida. Como los carlistas no se presentaban con la etiqueta de Bloque Nacional sino con la de Comunión Tradicionalista, no contaban en los planes de futuro grupo parlamentario que se había forjado Calvo. Además, Goicoechea no dudaba en sacrificar puestos ya garantizados a los calvosotelistas a cambio de otros para sus partidarios en otras provincias. Tal fue el caso de Salamanca o, de un modo público y notorio, de Toledo, donde los hombres del Bloque fueron apeados de las listas cuando ya estaban confeccionadas.30

La campaña electoral de los partidos conservadores, en línea con su prensa, alertaba del peligro revolucionario y de disolución de España en caso de victoria de las izquierdas en las elecciones del 16 de febrero. Así, por ejemplo, en la ciudad de Sevilla, Acción Popular, en uno de sus carteles de propaganda, ponía en guardia a la ciudadanía hispalense en estos términos:

CONTRA LA REVOLUCIÓN y sus cómplices SEVILLANOS.

Lo que os espera si triunfa el marxismo.

Disolución del Ejército

Aniquilamiento de la Guardia Civil

Armamento de la canalla

Incendios de bancos y casas particulares

Reparto de bienes y tierras

Saqueos en forma

Reparto de vuestras mujeres

RUINA RUINA RUINA

Cuando se trata de destruir a la sociedad y a la patria nadie que sea buen español puede negarse a luchar

UN SOLO VOTO PUEDE GANAR UNA ELECCIÓN Y ESTA ELECCIÓN PUEDE DECIDIR EL PORVENIR DE ESPAÑA.

¡POR ESPAÑA, VOTA A LAS DERECHAS!31

En otros carteles de la formación cedista se hacía hincapié en la necesidad de una mayoría amplia para Gil Robles al cual se denominaba equívocamente el “Jefe»:

ACCIÓN POPULAR

¡CONTRA LA REVOLUCIÓN Y SUS CÓMPLICES!

Revolución o contrarrevolución

Antiespaña o España

O ellos, o nosotros.

Quien se abstenga de votar es un traidor y un criminal.

El que siendo propietario de algo no ayuda al Frente contrarrevolucionario es un suicida y un insensato.

Hay que aplastar la Revolución.

El marxismo no pasará.

Todo el poder para el JEFE.

¡VOTAD A ESPAÑA!

¡CONTRA LA REVOLUCIÓN Y SUS CÓMPLICES32!

Y en otros se recordaba cuáles eran los enemigos de España.

SEVILLANO:

Piensa en España antes de dar tu voto.

Sus enemigos son: Los separatistas, que la desmembran. Los socialistas, que la arruinan. Las izquierdas, que la venden a pistoleros y asesinos.33

A pesar de los enfrentamientos estratégicos y personales entre los monárquicos y los cedistas, los mensajes electorales de ambos -así como los de los tradicionalistas-, eran muy similares como puede apreciarse:

ESPAÑOLES:

Los hombres de bien, los patriotas, habéis de prestar vuestra colaboración y vuestro esfuerzo de manera entusiasta y abnegada en la próxima contienda electoral.

¡¡¡Por el honor de España!!!

Cumplid con vuestro deber y contribuid al triunfo de la PATRIA34.

En algunos casos, sin embargo, se explicitaba más, a diferencia de Acción Popular, que el régimen republicano era el origen de todos los males:

Straperlo, Nombela, Trigos, Petróleos, Turquesa, Asturias, Casas Viejas, Latrocinios, Asesinatos ¡República!

¡Contra todo esto! ¡CONTRA LA REVOLUCIÓN Y SUS CÓMPLICES35!

Por lo que respecta a Falange Española, se ha comentado anteriormente que se había negado en diciembre a formar parte del Frente Nacional propugnado por Gil Robles. En el mitin que dio José Antonio en el cinema Europa de Madrid, de hecho, se atacó duramente a los partidos derechistas por el hecho de no plantear otra alternativa frente a la amenaza revolucionaria que el terror:

¿Qué nos dicen las derechas en sus manifiestos, en sus carteles electorales? Si el rencor es la consigna del frente revolucionario, simplemente el terror es la consigna del frente contrarrevolucionario. Al rencor, se opone el terror , y nada más que esto. Ni un gran quehacer, ni el señalamiento de una gran tarea, ni una palabra animosa y esperanzadora que nos pueda unir a los españoles. Todo son gritos: “Que se hunde esto, que se hunde lo otro; contra esto, contra lo otro.”El grito que se da al rebaño en la proximidad del lobo para que el rebaño se apiñe, se apriete, cobarde. Pero una nación no es un rebaño: es un quehacer en la Historia. No queremos más gritos de miedo : queremos la voz de mando que vuelva a lanzar a España, a paso resuelto, por el camino universal de los destinos históricos.36

En la misma línea y, en relación a los carteles de propaganda electoral de la derecha, añadía:

Los carteles del miedo, los carteles de quienes temen perder lo material, los carteles que no oponen a un sentido materialista de la existencia un sentido espiritual, nacional y cristiano; los carteles que expresan la misma interpretación materialista del mundo, la interpretación esa que yo me he permitido llamar una vez el bolcheviquismo de los privilegiados, para eso nos convocan: con la invocación de ese miedo, nos llaman y nos dicen:”Que se nos hunde España, que se nos hunde la civilización cristiana, venid a salvarla echando unas papeletas en las urnas”. Y vosotros, electores de Madrid y de España, ¿vais a tolerar la broma de que cada dos años tengamos que acudir con una papeleta a salvar a España y a la civilización cristiana y occidental37?

Los ataques a las fuerzas conservadoras por parte de FE también estuvieron presentes en algunos de los anuncios electorales de los falangistas:

No basta el miedo.

Hay que tener una fe para triunfar.

La candidatura de las derechas es la candidatura del miedo.

La candidatura de la Falange es la candidatura de la fe en España, una, grande y libre. ¡ARRIBA ESPAÑA38!

A diferencia, sin embargo de aquellas, FE enfocó también su propaganda hacia la clase obrera:

¡OBREROS!

FALANGE ESPAÑOLA DE LAS JONS os dice que vuestro enemigo no es el patrono, sino el capitalismo internacional y financiero, que os depara la más denigrante tiranía al convertiros en su esclavo.

¡PATRONOS!

FALANGE ESPAÑOLA DE LAS JONS os dice que vuestro enemigo no es el proletariado, que solo desea vivir dignamente, sino el capitalismo internacional y financiero, que os arruina aniquilando la economía nacional en su provecho.

¡Obreros y patronos!

Vosotros no podéis continuar un momento más divididos, porque vuestros intereses son afines y similares, y vuestro enemigo común es el capitalismo internacional y financiero, causante de los males que padecéis y el que os explota en su beneficio.

¡¡¡Ni un momento más divididos!!!

¡¡¡ DISPONEOS A LUCHAR CONTRA EL ENEMIGO COMÚN!!!

¡¡¡INGRESAD EN NUESTRAS FILAS NACIONALSINDICALISTAS!!!39

Llegados a este punto, se puede constatar que las derechas -con la excepción, como acabamos de ver, de la falangista- mantuvieron, a pesar de sus diferencias estratégicas y de las rivalidades personales entre sus líderes, una unidad de acción durante la campaña electoral. También lo evidencian los carteles electorales que utilizaron los cedistas, monárquicos y tradicionalistas. Se trataba, sin embargo, más que nada, de una unidad de cara a la galería muy difícilmente conseguida y que saltó por los aires la víspera de la jornada electoral con la publicación en ABC de un manifiesto de Renovación Española. Se trataba de un escrito que constituía un desafío y una denuncia de la conducta de sus aliados electorales a la vez que se reafirmaba en las convicciones monárquicas y antiparlamentarias de la formación y lo hacía en estos términos:

Renovación Española aporta a la inminente jornada todos sus arrestos y entusiasmos. No se los inspira el sistema parlamentario y menos aún, naturalmente, el régimen constituido del que, lealmente, disiente, por estimarlo incompatible con el bien de España (…) La candidatura antirrevolucionaria es en muchas provincias deficiente e insuficiente, al no conceder representación alguna al sector monárquico, cuya pujanza se acrecienta de día en día , merced en gran parte a las torpezas republicanas. A pesar de ello y de acallar quejas fundadas en extremo, Renovación ha sellado su unión con las demás fuerzas afines (…) Renovación ha tenido que truncar en muchos casos nobilísimas aspiraciones apoyadas sobre legítimos intereses preexistentes.40

Y ponía de manifiesto que los monárquicos se sentían libres de actuar y de cualquier compromiso a partir del cierre de las urnas. Querían evitar que se volviera a perder una ocasión, como, a su juicio ocurrió con la victoria derechista de noviembre de 1933 lo cual quería decir que había que desmontar el régimen republicano y descartar la vía de las reformas. Se hacía especial hincapié en una defensa a ultranza de la unidad de España que se anteponía al pluralismo político.

Renovación Española procurará que se adopten sin pérdida de tiempo fórmulas jurídicas eficientes para situar extramuros de la legalidad al socialismo revolucionario y al separatismo antiespañol; y en tal sentido, propondrá que los diputados electos formulen una solemne y expresa manifestación de amor a España y de respeto a su intangible unidad, antes de posesionarse de su investidura, incompatible en puridad con toda reserva mental acerca de ese concepto básico de orden patrio.

Se ponía, igualmente, en el punto de mira la Constitución de 1931 y la gestión que de sus facultades hacía el presidente de la República:

Renovación Española gestionará, igualmente, aquellos módulos legislativos que permitan facilitar y apresurar la substitución total de la Constitución de 1931, tan reiteradamente infringida por sus progenitores y portavoces,como desprovista de autoridad moral desde que el propio presidente de la República al margen de su artículo 125, inició personalmente el proceso de revisión (…) Renovación Española presentará en la primera sesión hábil de las Cortes sendas proposiciones tendentes, en primer término, a censurar el uso que de sus facultades realizó el presidente de la República, conforme al artículo 81 de la Constitución, y subsidiariamente, para el caso de que esa iniciativa no prosperase, a declarar que el jefe del Estado ha agotado ya la prerrogativa disolutoria* de que habla dicho precepto , no pudiendo ejercerla, por tanto, contra el futuro Parlamento.41

Gil Robles, por su parte, pronunciaba a las ocho de la noche del 15 de febrero desde su despacho su último discurso que fue retransmitido telefónicamente a 408 localidades y que contó, según la prensa de la época, con una audiencia de 800.000 personas. En él no se hizo eco de la bomba política que había supuesto la publicación del comunicado de Renovación Española. En la alocución, el jefe de Unidad Popular daba por hecha la victoria electoral, a la vez que apelaba a la concordia y a la paz:

Al dar fin a la preparación de la lucha electoral, a enfrentarnos con nuestra opinión, con nuestra masa, y ponernos en contacto también con nuestros enemigos, deslizar para ellos unas últimas palabras de paz, unas palabras de paz, primero para los partidos, para los amigos, para los afines, también para los adversarios. A esos adversarios que quizá lo son porque no nos conocen y nos odian porque no han aprendido a estimarnos42

Y terminó con las siguientes palabras:

Amigos míos: Adversarios políticos, si alguno me escucha: Las derechas van a obtener un un triunfo clamoroso. Este triunfo clamoroso las llevará al Poder a realizar una política nacional. No será una política de odio, no será una política de destrucción. Quiere ser una política constructiva, de paz y de justicia, que abra un nuevo período para nuestra Historia. En nuestras manos está la posibilidad o la imposibilidad del resurgir de una patria; que todos vosotros, cuando mañana vayáis a poner vuestra papeleta en la urna electoral, y con ella a cumplir un altísimo y magnifico deber de ciudadanía, podáis volver luego a vuestras casas con la satisfacción inmensa de haber cumplido un deber ciudadano y patriótico.

Falange Española, por su parte, ante las presiones de que había sido objeto esos días por parte de las formaciones derechistas para que se retirara de la contienda electoral, envió a los periódicos la siguiente nota:

En contra de los rumores circulados hoy, y de los que se hace eco la Prensa, «Falange Española», no retira una sola de de sus candidaturas presentadas a la lucha, y que oportunamente se hicieron públicas43”.

En conclusión, las derechas españolas se presentaron divididas por cuestiones estratégicas y personales ante las elecciones del 16 de febrero de 1936. Ello explica que fuese imposible la inclusión de la Falange en el frente antirrevolucionario y el dificilísimo encaje en el mismo de los monárquicos de Calvo Sotelo que se sentían ninguneados por los cedistas. Es probable que las divergencias programáticas entre los integrantes del bloque antimarxista (el llamado programa máximo de Renovación Española supuestamente contrapuesto a la vía legalista y reformista de Acción Popular) hubiesen pasado a un segundo plano si los de Gil Robles hubiesen sido más generosos con los monárquicos a la hora de confeccionar las listas electorales. Tampoco se puede obviar que, dentro de las filas de Acción Popular no eran pocos- y no solo las JAP- los favorables a la vía insurreccional y, de hecho, algunos de los discursos electorales de los cedistas apenas se diferenciaban de los de los alfonsinos y tradicionalistas.

En cuanto a Falange, su irrelevancia le valió el desprecio del resto de fuerzas derechistas, sobre todo de la CEDA, pero tampoco hay que olvidar que José Antonio estuvo negociando con Gil Robles hasta diciembre de 1935 y que en 1933 había sido escogido diputado por Cádiz con los monárquicos. Ciertamente, FE se alejaba de los otros grupos conservadores por su explícito rechazo del capitalismo, pero si se hubiese llegado a un acuerdo con Acción Popular en la elaboración de las candidaturas, no es descartable para nada que hubiese modulado su “radicalismo” en aras de la unidad para “salvar a la Patria.”

BIBLIOGRAFÍA

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Notas

1CEDA: Confederación Española de Derechas Autónomas, dirigida por José María Gil-Robles; RE: Renovación Española cuyos máximos dirigentes eran Antonio Goicoechea y José Calvo Sotelo; CT: Comunión Tradicionalista de Tomás Domínguez Arévalo, conde de Rodezno; PRLD: Partido Republicano Liberal Demócrata de Melquiades Álvarez; PNE: Partido Nacionalista Español, de José Albiñana. FE: Falange Española, dirigida por José Antonio Primo de Rivera.
2M. Blinkhorn “Traditionalism and fascim in Spain, 1898-1937.” En: Fascists and Conservatives. The radical right and the establishment in twentieth-centrury Europe. Londres: Routledge, 2005, pp.127-131. Citado por: Manuel Álvarez Tardío, “Un momento decisivo: la estrategia de la CEDA ante las elecciones de 1936.” En: Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne, núm 51, 2015 ( en línea), (consulta 07/12/2018). Disponible en:
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3Diario de Sesiones de las Cortes (DSC), nº 115, 05/11/1934, pp.4505-4506.
4“El Congreso de la Juventud de Acción Popular. Sesión de apertura.” En: ABC, 21/04/1934, p.34, Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1934/04/21/034.html
5Javier Tusell “El inicio de la colaboración radical-cedista.” En: Historia de España.El Directorio y la Segunda República.Tomo nº 15.Pozuelo de Alarcón (Madrid), 2004, pp.507-508.
6“El Sr Gil Robles propugna la formación del Frente nacional contra la revolución y sus cómplices”. En: ABC, 15/12/1935, p.39.Disponible en.
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1935/12/15/039.html
7“La Falange Española de las JONS y el Frente Nacional.” En: Obras completas de José Antonio.(en línea) (consulta 08/12/2018). Disponible en:
http://www.rumbos.net/ocja/jaoc2147.html
8“Anoche se celebró un brillante homenaje en honor de V.Pradera.” En: ABC, 20/12/1935, p.27. Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1935/12/20/027.html
9Joan Maria Thomàs “Segunda República y aparición del fascismo en España (1931-1936).” En: Los fascismos españoles. Barcelona: Planeta, 2011, p.116.
10Diario de Barcelona, 26/12/1935. Citado por: Julio Gil Pecharromán, “ El alfonsismo radical en las elecciones de febrero de 1936.” En: Revista de Estudios Políticos, nº 42, 1984 (en línea), (consulta 10/12/2018). Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/3256
11“Discurso del Sr, Calvo Sotelo” En: ABC, 31/12/2018, p.34.Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1935/12/31/034.html
* Se refería al artículo 125 de la Constitución que estipulaba que la misma podía ser reformada mediante dos vías:
a propuesta del gobierno, o bien de la cuarta parte de los miembros del Parlamento. En cualquier caso, se
precisaba el voto favorable de las dos terceras partes de los diputados en el ejercicio de su cargo.
12Artículo firmado en portada por R.M. Astur en El Siglo Futuro, núm 18.189, (31/12/1935),p.5.(en línea) Disponible en: http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000570047&search=&lang=es
13Ibidem.
14 “ El frente contrarrevolucionario.”El Debate, 03-01-1936. Citado por: Francisco Sevillano “Guerra de palabras. El discurso político de la derecha en las elecciones de febrero de 1936.” En: El argonauta español, nº 13, 2016, (en línea), (consulta 14/12/2018). Disponible en:
https://journals.openedition.org/argonauta/2483
15“Batalla decisiva”, ABC, 22/12/1935, p.33.Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1935/12/22/023.html
16 Ibidem.
17Ramiro de Maeztu “Política centro.” En: ABC, 03/01/1936, p.3. (en línea), Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/01/03/003.html
18Las versiones sobre los asistentes difieren. Gil Robles menciona a Goicoechea, Calvo Sotelo, Martínez de Velasco, Fal Conde , Larramendi, Calderón , La Cierva, Dánvila, Luca de Tena , Romanones y Gamazo. La noticia de la agencia que daba cuenta de la reunión mencionaba aparte de Gil Robles, a los tres primeros y además incluía a Chapaprieta.
José María Gil Robles No fue posible la paz. Esplugues de Llobregat (Barcelona): Ediciones Ariel. Colección Horas de España, 1968, p.399. Citado por: Julio Gil Pecharromán, “ El alfonsismo radical en las elecciones de febrero de 1936.” En: Revista de Estudios Políticos, nº 42, 1984,pp.113-114.(en línea), (consulta 11/12/2018). Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/3256
19Ibidem.
20Noticia de la agencia Fabra reproducida por el Diario de Barcelona en su edición del 17 de enero de 1936. Citado por: Julio Gil Pecharromán, “ El alfonsismo radical en las elecciones de febrero de 1936.” En: Revista de Estudios Políticos, nº 42, 1984, p.115 (en línea), (consulta 12/12/2018). Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/3256
21“La unión de las derechas”, ABC, 12/01/1936, p.33. Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/01/12/033.html
22Maura criticaba el tacticismo de Gil Robles y la estrategia “puramente negativa” de la CEDA en su afán de conquistar el poder, lo cual no sería óbice para pactar con los cedistas dos años después, en 1936.
José Andrés Rojo “Miguel Maura y la derecha que no pudo ser.” En: El País, 15/04/2007, (en línea), (consulta 14/12/2018). Disponible en:
https://elpais.com/diario/2007/04/15/cultura/1176588003_850215.html
23“Con creciente entusiasmo continúa la campaña de los partidos de derecha en toda España.” En: ABC. 07/01/1936, , p.21. Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/01/07/021.html
24Javier Ugarte Tellería “Fal Conde: Carlismo y modernismo.” En: Revista Universitaria de Historia Militar,Volumen 7, nº 13, 2018, p.503, (en línea), (consulta 16/12/2018). Disponible en:
http://ruhm.es/index.php/RUHM/article/view/420
25 Julio Gil Pecharromán, “ El alfonsismo radical en las elecciones de febrero de 1936.” En: Revista de Estudios
Políticos, nº 42, 1984, p.116 (en línea), (consulta 16/12/2018). Disponible en:
https://dialnet.unirioja.esLorenzo /ejemplar/3256
26El Socialista, 15/01/1936. Citado por: Lorenzo Peña “Programa del Frente Popular.” En: España roja, (en línea), (consulta 17/12/2018). Disponible en:
https://www.eroj.org/biblio/ibarruri/programa.htm#lotomamos
27“El fruto de la impunidad. En : ABC, 17/01/1936, p.17. (en línea) Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/01/17/017.html
28 Ramiro de Maeztu.”Amenaza perenne”. En: ABC,17/01/1936, p. 3.
29Diari de Barcelona, 25 de enero de 1936. Citado por: Julio Gil Pecharromán, “ El alfonsismo radical en las elecciones de febrero de 1936.” En: Revista de Estudios Políticos, nº 42, 1984, p.122 (en línea), (consulta 21/12/2018). Disponible en:
https://dialnet.unirioja.esLorenzo /ejemplar/3256
30Ibidem.
31Javier Tusell “Una muestra local de la propaganda electoral durante las elecciones del Frente Popular. La propaganda electoral lanzada en la ciudad de Sevilla”. En: Las elecciones del Frente Popular 2. Madrid: Cuadernos para el Diálogo.S.A., 1971, p.374.
32Ibidem,p.375.
33Ibidem, p.373.
34Ibidem, p.389
35Ibidem.
36“La Falange ante las elecciones de 1936.” En: Obras completas de José Antonio (en línea), (consulta 22/12/2018). Disponible en:
http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0179.html
37Ibidem.
38Javier Tusell “Una muestra local de la propaganda electoral durante las elecciones del Frente Popular. La propaganda electoral lanzada en la ciudad de Sevilla”. En: Las elecciones del Frente Popular 2. Madrid: Cuadernos para el Diálogo.S.A., 1971, p.394.
39Javier Tusell “Una muestra local de la propaganda electoral durante las elecciones del Frente Popular. La propaganda electoral lanzada en la ciudad de Sevilla”. En: Las elecciones del Frente Popular 2. Madrid: Cuadernos para el Diálogo.S.A., 1971, p.395.
40“Renovación Española dirige un manifiesto a la opinión pública , exhortando a todos los españoles a cumplir con su deber de católicos, de patriotas y de ciudadanos.” En. ABC,15/02/1936, p.31 (en línea). Disponible en:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/02/15/027.html
41Ibidem.
* El artículo 81 de la Constitución de 1931 establecía que el presidente podía disolver las Cortes hasta dos veces como máximo durante su mandato cuando lo estimase oportuno, sujetándose a las siguientes condiciones:
a) Por decreto motivado.
b) Acompañando al decreto de disolución la convocatoria de las nuevas elecciones para el plazo máximo de 60 días.
En el caso de segunda disolución , el primer acto de las Nuevas Cortes sería el de examinar y resolver sobre la necesidad del decreto de disolución de las anteriores. El voto desfavorable de la mayoría de las Cortes llevaría aneja la destitución del presidente.
“Constitución de la República Española. 9 de diciembre de 1931.” En: Congreso de los Diputados, (en línea),(consulta 25/12/2018). Disponible en:
http://www.congreso.es/docu/constituciones/1931/1931_cd.pdf
42“Los partidos dan por terminada su campaña electoral. Últimos actos de propaganda de los dos frentes.” En. La Vanguardia, 16/02/1936, p. 25, (en línea), (consulta 25/12/1936). Disponible en:
http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1936/02/16/pagina-25/33130885/pdf.html
43Ibidem, p.26.

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