Los albores del siglo XX encuentran al movimiento obrero reorganizándose en Barcelona, colmena industrial del estado; a un nuevo ciclo huelguístico, se le suma en 1907 el proceso de concentración en una Solidaridad Obrera que, por su carácter apartidista, -organiza en ella a “todos aquellos obreros que luchen por su mejoramiento y emancipación de clase”-, va a convertirse en cancha de una soterrada pugna entre las diferentes tendencias del obrerismo: los republicanos, buscan reinventarse reforzando su base obrera y controlando algunas sociedades locales (1); los socialistas, ampliar su implantación en un territorio donde hasta ahora han sido marginales y de hecho, es de socialistas como Antoni Badia i Matamala de quienes parte la iniciativa. Finalmente, para los anarquistas, es la manera de superar los grupos de afinidad buscando una mayor coordinación y aglutinar masa obrera tras el fracaso de la huelga general de 1902, por lo que militantes libertarios como Salvador Seguí, José Negre, Anselmo Lorenzo o Tomás Herreros destacarán como entusiastas de la confluencia en la nueva organización.
Entre los republicanos, la figura indiscutible es Alejandro Lerroux, considerado “Emperador del paralelo” (en referencia al barrio de los bajos fondos barceloneses y caladero de voto obrero), diputado por Barcelona en las elecciones de 1901 -incluyendo en su candidatura a un tonelero, Jaime Anglés, y sentando así, por primera vez en las Cortes, a un trabajador manual-, líder de una lista republicana que ha conseguido mayoría absoluta en las municipales de 1903 y fundador de una pionera Casa del Pueblo en 1904. Cuenta pues, con una incuestionable influencia entre el proletariado local. Además, la resuelta campaña de denuncia de las torturas en Montjuic durante los agitados años de finales del XIX, le ha granjeado un acercamiento del obrerismo de raíz libertaria y no es extraño encontrar a reconocidos ácratas orbitando alrededor del político y su partido: Ignasi Clarià, Luis Beltrán, Ramón Homedes, Enrique Pujol… algunos de los cuales irán engrosando las filas radicales con el tiempo.

Y si hay un caso paradigmático de ese acercamiento ácrata al republicanismo, es el de Clarià, tipógrafo que ha formado parte del Consejo directivo de la Federación Regional de Sociedades Obreras, director de La Huelga General -órgano portavoz de dicha federación– y uno de los fundadores de la Sociedad del Arte de Imprimir; con un prestigio cimentado en la huelga general de febrero de 1902, en la que ha sido herido de gravedad –un oficial llega a dispararle cuando se encontraba malherido en el suelo- y condenado a doce años de prisión en consejo de guerra. Será precisamente esa estancia en prisión la que le lleve a establecer contacto con Lerroux, quien conseguirá reducirle la pena a algo menos de dos años.
El de los libertarios no es, en todo caso, un hecho aislado; ocurre, de igual manera, en el resto de tendencias. Todas cuentan con límites porosos y vasos comunicantes que posibilitan que los trabajadores, con una base ideológica volátil, pasen de una a otra con suma facilidad.
Por su parte, La Sociedad del Arte de Imprimir, entidad de resistencia fundada en 1899 que engloba a los tipógrafos de Barcelona y cuenta con una destacada implantación de las ideas libertarias entre sus adherentes, se convertirá pronto en una de las más firmes defensoras de la organización en Solidaridad Obrera. De hecho, será uno de sus más destacados militantes, Tomás Herreros, quien asista como delegado por los tipógrafos a las reuniones y quien posibilitará, gracias a un elogioso informe, la adhesión definitiva. Lo mismo harán poco después los metalúrgicos y otras sociedades en una federación local que queda finalmente constituida en agosto de 1907. La dinámica trascenderá rápidamente al resto de Cataluña, constituyéndose federaciones similares por todo el territorio, que confluirán en un congreso regional un año después y pronto mostrarán la intención de extenderse al resto del Estado (2).
El proceso de confluencia y expansión, supone para el radicalismo lerrouxista, “árbitro de la política catalana”, en palabras de Pestaña, una seria competencia y así lo recuerda tiempo después:
“el partido reclutaba sus elementos más numerosos (…) entre la clase trabajadora; por lo tanto, la existencia de Solidaridad Obrera y de una organización que despertase el sentimiento de clase entre el trabajador catalán era un peligro grave para él, y había que evitarlo fuese como fuese” (3).
En este contexto surgirá un largo conflicto entre los tipógrafos y el partido de Lerroux, que, bajo la fachada de una ordinaria disputa laboral originada por la situación en una imprenta cooperativa, esconderá una descarnada pugna por la hegemonía del proletariado catalán. Nos referimos al “conflicto de La Neotipia”, que monopolizará la vida interna de Solidaridad Obrera hasta el estallido de la “Semana trágica”.
La imprenta había sido fundada en 1903 por un grupo de antiguos anarquistas de El Arte de imprimir como “colectivo de producción” con el objetivo económico, según sus estatutos, de subordinar “al interés de la comunidad, el individual de los asociados, que deberán ser todos trabajadores. Es una consecuencia de este principal objeto la práctica de actos solidarios con los obreros de otras manifestaciones de la producción y en especial con los que funden entidades análogas a esta”.
En un primer momento, la aparición de la imprenta es saludada con simpatía por amplios sectores sociales y políticos (El mismo Lerroux concedería un préstamo sin intereses de 6.000 pesetas para su financiación) y la asamblea de El Arte de Imprimir, aprobará un dictamen estimando “como sociedad obrera de producción a La Neotipia, [para que] sus socios, como obreros, puedan compartir con nosotros las tareas a que se dedica la Sociedad del Arte de Imprimir”
El paso del tiempo descubrirá una realidad mucho más contradictoria que la augurada por esas primeras declaraciones y el funcionamiento interno irá degenerando en fricciones entre sus integrantes: a principios de 1907 aparece ya un primer conflicto con el despido, por parte de Clarià, de otro compañero del colectivo, el obrero Pere Salas. Planteado el asunto en asamblea de El Arte de Imprimir, se decide no tomar cartas en el asunto por un ajustado margen (16 votos a favor, 14 en contra y 15 abstenciones). Se trata de una primera llamada de atención a la que seguirán nuevos enfrentamientos, especialmente entre fundadores y socios no accionistas; así, un grupo de trabajadores informarán de continuos abusos por parte de Clarià, Palau y Milla, accionistas y fundadores, ya que la plusvalía que generan los obreros con su trabajo se incorpora al equipo capital, es decir, al activo de los accionistas, que además, trabajan en otros talleres con mejores retribuciones, y en caso de necesidad, vuelven a La Neotipia despidiendo a los que interinamente les hubiesen sustituido, como había sucedido en el caso del conflicto con El Poble Catalá. Por si no fuera suficiente, el consejo de la imprenta se había negado a implantar la jornada de 8 horas, una propuesta surgida de los no accionistas y de la propia sociedad de resistencia durante la campaña del 1 de mayo para así dar “ejemplo a los talleres burgueses”.
En un ambiente cada vez más enrarecido, Lerroux, decidido a atraerse al obrerismo por medio de algunas de sus figuras destacadas, designa a Clariá y Herreros para dirigir los talleres de El Progreso, periódico fundado por él mismo después de perder el control de La Publicidad y necesitado de una nueva tribuna periodística. La financiación del nuevo vocero proviene de Ferrer i Guardia -el pedagogo se encuentra cercano en ese momento al radicalismo-, y aunque Lerroux pone la experiencia periodística, el diario será dirigido desde un primer momento por Emiliano Iglesias, discípulo aventajado que ha entrado en escena al defender a Ferrer en el juicio por el atentado contra Alfonso XIII y cuya oratoria le habría conseguido la absolución (4).
El Progreso cuenta desde su creación con una numerosa clientela obrera, pero también concita suspicacias por su electoralismo entre la militancia libertaria: Negre lo describirá como “un periódico demagógico por esencia y potencia, y que, por eso mismo, [arrastra] un importante contingente de obreros barceloneses, lo suficientemente cándidos para tomar en serio las promesas revolucionarias y obreristas del diario en cuestión” (5)
El caso es que las relaciones entre Herreros y Clarià en el taller del diario se irán haciendo tirantes con el tiempo, hasta el punto de que Clariá despedirá a su compañero bajo la acusación de estafar a la empresa. El conflicto está servido: Herreros plantea la situación ante el sindicato y exige la expulsión de Clarià por “no poder considerarse al fundador y director de La Neotipia como obrero”.
La expulsión de El Arte de Imprimir de Clarià y el resto de accionistas de la imprenta, se produce en julio de 1908, la cooperativa es declarada “entidad burguesa” y se solicita que a partir de ese momento no se le encarguen más trabajos. Además, el sindicato solicita a El Progreso el despido de Clarià y Palau de sus talleres por no pertenecer ya a la sociedad obrera. La exigencia es inaceptable para el diario y en especial para Iglesias, que se ha convertido en la cabeza visible del lerrouxismo desde que su líder se encuentra exiliado en Argentina para evitar condena de prisión (6).
El fuego se extenderá con rapidez: Clarià, aconsejado por Iglesias, organiza una nueva sociedad de tipógrafos con el fin de debilitar a El Arte de Imprimir y el conflicto obliga a que el 8 de octubre, se celebre una sesión extraordinaria de delegados de las sociedades que forman parte de la recién constituida Solidaridad Obrera para que, a petición de los metalúrgicos -donde todavía goza de cierta influencia el lerrouxismo-, se revise el acuerdo tomado en julio por La Sociedad del Arte de Imprimir. Por 30 votos a favor, 7 en contra y 9 abstenciones, el acuerdo previo es ratificado.
En paralelo al conflicto interno, se produce una huelga de carreteros que, tras una dura lucha, no consigue los objetivos deseados, lo que será aprovechado por el radicalismo para desprestigiar a la nueva federación local y conseguir la adhesión de ese oficio a su base obrera. Ahondando en el conflicto, Emiliano Iglesias afirma esos días que o “Solidaridad Obrera se domicilia en la Casa del Pueblo [lerrouxista] o desaparecerá”. La pugna por el control del movimiento obrero se muestra ya a las claras y, al menos de momento, anarquistas, socialistas y sindicalistas sin adscripción, hacen frente común contra las intenciones de los lerrouxistas.
Las presiones internas, que no han cesado pese al último acuerdo, obligarán a nombrar una comisión de arbitraje, que deberá ser aceptada por ambas partes con el fin de resolver el litigio entre El Arte de Imprimir y El Progreso. La comisión, formada por Antoni Badia, Joan Esscandell y Rafael Bernabeu, declarará en un extenso informe, que se debía proceder a la expulsión de Palau y Clarià de la imprenta del periódico “por no estar asociados y haber traicionado los intereses de la clase trabajadora”. Y reconoce, además, como únicos asociados a Solidaridad Obrera a los integrantes de El Arte de Imprimir y no a la organización de tipógrafos disidente creada de manera instrumental por Clarià.
Las cosas pues, se le van torciendo al lerrouxismo, por lo que el 6 de diciembre, a una semana de nuevas elecciones en las que compite con Solidaritat Catalana, rival político de carácter regionalista, El Progreso accede y despide del taller a ambos trabajadores en un claro intento de taponar vías de agua. El Partido Radical obtiene tres de los cuatro escaños en litigio (Lerroux, Hermenegildo Giner de los Ríos y Juan Sol y Ortega) y ve cómo sus votos aumentan un 7% con respecto a las elecciones generales anteriores. El rotundo éxito envalentona al partido que, en una clara prueba de fuerza, readmite a Clarià y Palau en el taller… ¡dos días después de conocerse el resultado electoral!
En vista de la treta de los radicales, los asociados que Arte de Imprimir tiene en los talleres de El Progreso se retiran del trabajo para “no colaborar con esquiroles” y se declaran desde ese momento en “huelga de dignidad”. Además, la sociedad de resistencia convoca una gran campaña de boicot al diario y llama a los obreros a dejar de comprarlo, consiguiendo un descenso de ventas tan considerable que alarmará a los directivos del partido. (7)
En los siguientes meses, la lucha por la supremacía en el movimiento irá aumentando en intensidad y no será extraño encontrarse con episodios de violencia: El Progreso acusa a la sociedad obrera de ser un instrumento del catalanismo político, de los jesuitas, de evitar la implantación de la República e incluso se enfanga en la acusación personal, tildando a Herreros y Badia de ser “confidentes del gobernador”. Por su parte, El Arte de Imprimir, intentará neutralizar la campaña de difamación, convocando un mitin “de controversia” en La Bohemia Modernista en febrero de 1909, que será reventado por grupos de obreros lerrouxistas, quienes además agredirán gravemente a Joaquín Bueso, en ese momento presidente de la sociedad obrera (8).

Si durante el conflicto hay alguna sociedad como las de dependientes de carbonería y de subasta de pescado, que se decantan por el lerrouxismo, también hay destacadas figuras, hasta ahora cercanas al político, que toman partido por la organización obrera; es el caso de Ferrer i Guardia, que ayuda a mantener el conflicto por medio un préstamo de dinero; hecho que le llevará a ser declarado “enemigo del partido radical” y que más tarde, en el juicio por los sucesos de “la semana trágica”, facilitará que testimonios y ambigüedades de lerrouxistas como Ardid o Iglesias ayuden a colocarle frente al pelotón de ejecución pese a no haber tenido una implicación reseñable en los hechos (9).
En una nueva vuelta de tuerca, el conflicto se irá extendiendo a toda Cataluña gracias a las giras de propaganda que organizarán los obreros y obligará a la convocatoria de una asamblea regional de sociedades obreras, adheridas o no a la confederación regional de Solidaridad Obrera, el 21 de marzo de 1909 que, pese a enconados debates, ratificará, por muy amplia mayoría, la actuación seguida por los tipógrafos y declarará a El Progreso “enemigo de la clase obrera organizada”. Emiliano Iglesias, que asiste al comicio con el fin de influenciar en el resultado, se verá derrotado y obligado a abandonar la sala con sus correligionarios (10). Se ratificaba una vez más la “necesidad [de Solidaridad Obrera] de organizar a la clase trabajadora sobre la base del más puro sindicalismo; esto es, libre de todo prejuicio político y de toda tendencia de ideas” (11).
Si el resultado de la mencionada asamblea no supone la puntilla del conflicto, se debe fundamentalmente a que pocas semanas después Barcelona se va a ver sumida en los hechos de “La semana trágica”, que acabará con buena parte de los protagonistas del conflicto de La Neotipia represaliados por el gobierno: Ferrer, como hemos dicho, fusilado sin haber participado de manera significativa en la rebelión; parte importante de los dirigentes obreros, detenidos y torturados; Clarià, que ha trabajado para ocultar la participación del Partido Radical en la revuelta, huido a Buenos Aires…
En junio de 1910, una vez apagados los rescoldos de la revuelta y la represión posterior, y siendo ya evidente el fracaso de los intentos por desgastar a El Arte de Imprimir y controlar la naciente Solidaridad Obrera, Lerroux, que ha vuelto a España, acaba asumiendo la derrota, acepta la reincorporación de los trabajadores en huelga “de dignidad” y se ve obligado a pagar 500 pesetas como correctivo; indemnización que los tipógrafos distribuirán entre la Comisión Pro-presos, el semanario Solidaridad Obrera y una aportación para la construcción de la sede de la Federación Local de sociedades obreras, aunque esta última iniciativa no llegará a cuajar.
A partir de ese momento, tal y como recuerda Negre en sus memorias, «no sería la Federación Local Solidaridad Obrera la que se domiciliaría en la Casa del Pueblo, sino que serían los obreros los que abandonarían el partido lerrouxista para adherirse a las Sociedades federadas en el organismo local”; Solidaridad Obrera culminará su objetivo de implantarse en todo el Estado por medio de la creación, un año después, de la CNT y será precisamente el tipógrafo José Negre, uno de los militantes destacados en el conflicto de La Neotipia y la “semana trágica”, el designado como primer secretario General de una nueva Confederación, que, abandonada por los socialistas, -centrados en fortalecer la UGT y el PSOE-, hará gala en lo sucesivo de una férrea independencia de influencias políticas o electoralistas.
Por su parte, Lerroux se embarcará en una deriva conservadora, y alejado ya del movimiento obrero e implicado en turbios negocios de estraperlo, saludará el golpe fascista del 36; Clariá volverá de América solo, “entristecido y amargado” (12). Y en cuanto a La Neotipia, cada vez más alejada de sus presupuestos iniciales, dejará de ser cooperativa para reestructurarse en 1919 como “sociedad regular colectiva”. Finalmente, Millà y Olmedo, únicos supervivientes, la disolverán en 1948 (13).
Notas
(1) El origen del Partido Republicano Radical se sitúa en el contexto de fracaso de la Unión Republicana de Salmerón, que finalmente no ha podido articular un movimiento republicano en todo el país. Además, en Cataluña, en ese momento, se va a fundar en 1906 Solidaritat Catalana, una plataforma que une una suerte de partidos de espectro regionalista y republicano y al que no se adhiere Lerroux, ya muy seguro de su fuerza en el área catalana.
(2) Entre otras razones, Solidaridad Obrera, surge también para contrarrestar también esa influencia de Solidaridad Catalana (de ahí el nombre), pues para el obrerismo los particularismos y los hechos diferenciales tendían a desunir a la clase obrera. Bien es cierto, que el eje central del nacimiento de la nueva organización obrera (como entidad primero local, luego provincial y finalmente regional) es la necesidad de los trabajadores de articular un movimiento consistente para que para futuras movilizaciones ocurra como en los ciclos huelguísticos de 1901-1902. De ahí que su espectro sea muy amplio, abarcando también a los socialistas y eso produjese un enfrentamiento entre la dirección nacional de UGT y los socialistas catalanes que se habían adherido a Solidaridad Obrera y no habían desarrollado la estructura ugetista, estimando la dirección nacional que favorecía más en ese caso al desarrollo y expansión de los libertarios.
(3) Pestaña, Orto nº 17, 1934 pp. 40-41.
(4) Álvarez, pp. 307-308
(5) Negre, p. 58
(6) La publicación de un artículo a favor de José Nakens, relacionado con el intento de asesinato de Alfonso XIII, le supondría una condena a dos años y cuatro meses de prisión, por lo que el político se exilia primero a Francia y luego a Argentina y no volvería a España hasta pasada la semana trágica en 1910.
(7) Negre, p. 61
(8) Paradógicamente, Bueso es, además de su cargo en Arte de imprimir, miembro del Partido Republicano Radical, aunque su fuerte convicción de sindicalista le ha llevado a denunciar las maniobras de los rdicales, tanto en el sindicato como a través de las páginas de La Internacional. Aunque más tarde participará en el congreso fundacional de CNT, donde sería designado director del periódico Solidaridad Obrera, pronto abandona la organización para ingresar en el PSOE.
(9) Bonafulla p. 226, Negre p. 80. Según estos autores, el mismo personaje que ha consiguió la absolución del pedagogo racionalista en el juicio por el atentado a los Reyes, será ahora, con sus ambigüedades, uno de los propiciadores de su fusilamiento.
(10) Negre, p. 61
(11) Cuadrat, p. 282
(12) Lerroux, p. 108.
(13) Recerques. Història, economia i cultura nº 62, Universidad de Valencia, 2011. p. 115.
PARA AMPLIAR INFORMACIÓN:
BIBLIOGRAFÍA
– ÁLVAREZ JUNCO, José. “El emperador del paralelo. Lerroux y la demagogia populista”. Alianza Editorial. Madrid, 1990.
– BONAFULLA, Leopoldo. “Barcelona 1909. La Revolución de julio”. Ediciones Dirección Única. Barcelona, 2016.
– CUADRAT, Xavier, “Socialismo y anarquismo en Cataluña. Los orígenes de la CNT”. Ediciones de La Revista del Trabajo. Madrid, 1976.
– ÍÑIGUEZ, Miguel. “Enciclopedia del anarquismo ibérico”. Asociación Isaac Puente. Vitoria, 2018.
– LERROUX, Alejandro. “Mis memorias”. Afrodisio Aguado SA Editores. Madrid, 1962.
– NEGRE, José. “Recuerdos de un viejo militante”. La Malatesta – Tierra de Fuego Eds. Madrid – Tenerife, 2010.
– VADILLO, Julián. “Historia de la CNT. Utopía, prgamatismo y revolución”. Catarata. Madrid, 2019.
PUBLICACIONES
– La Actualidad, nº 133, 1909
– Orto nº 17, 1934
– Recerques. Història, economia i cultura nº 62, Universidad de Valencia, 2011.
– Solidaridad Obrera
Autor: Miguel Ángel Fernández