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El conflicto catalán y las tareas del proletariado [L. Trotsky et al.]

El conflicto catalán y las tareas del proletariado

L. Trotsky, junio-julio de 1934

[Primera edición íntegra y traducida directamente del original, con un texto de Alfonso Leonetti]

Presentación a la carta de Trotsky «El conflicto catalán y las tareas del proletariado»: el otro giro del verano de 1934

Sergi Rosés Cordovilla, noviembre del 2020

1. El contexto: la situación en Catalunya y España en el primer semestre de 1934, y la posición de la I.C.E.

El triunfo de las derechas en las elecciones de noviembre de 1933 acabó con el bienio reformista de la II República española e inauguró el llamado «Bienio Negro», pasando la dirección de los asuntos gubernamentales a manos del Partido Republicano Radical, que estaba apoyado por la C.E.D.A., el grupo derechista mayoritario que, no obstante, quedó fuera del gobierno. En Catalunya, sin embargo, el gobierno continuaba permaneciendo en manos del partido representante de la pequeña burguesía, E.R.C., que, dirigido por Lluís Companys desde principios de 1934, incorporó a los socialistas de la U.S.C. y a otros dos pequeños partidos catalanistas.

Durante el primer semestre de 1934 las contradicciones sociales tanto en Catalunya como en España se profundizaron y polarizaron. Buena muestra de ello fueron la creación y crecimiento de la Alianza Obrera en Catalunya (A.O., un organismo de frente único de organizaciones obreras, sin participación no obstante de la C.N.T. y del P.C.C.) y posteriormente en el País Valencià y en Asturies, el fortalecimiento de la fracción izquierdista dirigida por Largo Caballero en el P.S.O.E. y la victoria de la fracción izquierdista en el congreso de las juventudes socialistas, las huelgas de la metalurgia en Madrid, la de los jornaleros y pequeños campesinos en Extremadura, los enfrentamientos en El Escorial en el mes de abril entre cedistas y militantes obreros (sobre todo socialistas), la declaración de dos estados de alarma, y -especialmente importante de cara a lo que sucederá en el mes de octubre en Catalunya- la aprobación de la ley de contratos de cultivo por el Parlament de Catalunya en el mes de marzo, que ocasionó no sólo reacciones airadas en prensa, parlamentos y gobiernos, sino también acciones reivindicativas en el campo catalán.

La «Llei de Contractes de Conreu» promovida por E.R.C. venía a poner una solución parcial a las antiguas reivindicaciones de los rabasaires (arrendatarios) catalanes, modificando las características de la «rabassa morta» y permitiendo una vía lenta de acceso a la propiedad de la tierra. Esta reforma agraria parcial, sin embargo, fue combatida por la burguesía catalana, especialmente por la Lliga Catalana, partido regionalista de la gran burguesía y terratenientes dirigido por Francesc Cambó, que buscó la ayuda de la derecha española. La Lliga y la patronal catalana del campo (el Institut Agrícola de Sant Isidre) pidieron apoyo al gobierno español y éste recurrió la ley ante el Tribunal de Garantías Constitucionales, que tumbó la ley catalana el 8 de junio, declarándola inconstitucional. El gobierno catalán, no obstante, no se plegó a los dictados de los órganos estatales españoles y presentó una nueva ley al parlamento que tenía exactamente el mismo texto que la primera, siendo aprobada el 12 de junio; al mismo tiempo, los diputados de E.R.C. en el parlamento español lo abandonaron, seguidos después por los del E.A.J.-P.N.V. El enfrentamiento subió con el llamamiento por parte de la derecha a la intervención del ejército en Catalunya y la suspensión de la autonomía catalana.

En este contexto, la Aliança Obrera de Catalunya celebró el día 17 del mismo mes su primera conferencia; en ésta, el Bloc Obrer i Camperol (B.O.C.) propuso la proclamación de la república catalana como primer paso hacia la república socialista federal, una consigna que era muy parecida a la propugnada por la Izquierda Comunista Española (I.C.E.) desde su III Conferencia en marzo de 1932. Pero Nin, sorprendentemente, no defendió esta posición en la conferencia, sino que presentó una más pasiva y de compromiso, proponiendo no dirigir la acción de protesta sino ponerse al lado de los rabasaires y el pueblo catalán para conducirlos posteriormente, algo que criticaría Trotsky. La A.O. adoptó finalmente una resolución más acorde con la propuesta de la I.C.E. que con la del B.O.C., no proponiendo la proclamación de la república catalana, sino llamando a su defensa y «procurando» tomar la dirección para conducirla hacia el triunfo de la república socialista federal sólo en el caso de que hubiera sido proclamada por el gobierno catalán y atacada por el gobierno español, y pidiendo por tanto el armamento de los trabajadores1 (el gobierno de la Generalitat, evidentemente, prefirió aquel verano la vía del acuerdo y el pacto con el gobierno español). Como se verá por la lectura del texto de Trotsky, la posición de éste era totalmente diferente: había que ponerse a la cabeza del movimiento defensivo proclamando la independencia, formando milicias y consiguiendo armas (no simplemente pedirlas), apelando también a la solidaridad de la clase obrera española, para poder pasar después a la ofensiva; es éste, pues, el conflicto catalán al que se refirió Trotsky.

En cuanto a la I.C.E. (sección española de la Liga Comunista Internacional (L.C.I.)), había sufrido una importante lucha fraccional durante 1932 y 1933 que finalizó en el verano de aquel último año con la salida de Henri Lacroix y parte de su fracción de la organización. Durante aquella lucha, la dirección de la organización acusó a Trotsky y al Secretariado Internacional (S.I.) de la L.C.I. de posicionarse con Lacroix; en realidad, ni Trotsky ni el S.I. se alinearon con Lacroix, pero sí criticaron ciertos aspectos de la política de la fracción mayoritaria dirigida por Nin (como, por otra parte, también criticaron a Lacroix), y las relaciones se deterioraron bastante. A finales de 1933, sin embargo, las relaciones formales mejoraron significativamente, por la voluntad conjunta del S.I. y de la I.C.E. de trabajar juntos en la misma organización internacional. La I.C.E., no obstante, reivindicó su crítica a la práctica organizativa del S.I., y reafirmó la validez de sus posiciones políticas y organizativas frente a las de éste, lo que evidenciaba un gradual alejamiento de posiciones.

El S.I. optó por continuar la vía de la mejora de relaciones y no consta que interviniera excesivamente en los asuntos españoles durante este periodo, en una actitud sin embargo bastante pasiva; Trotsky, no obstante, seguidor constante de la situación política y social mundial, no dejó escapar el hecho de la nueva agudización del proceso revolucionario español con motivo de la situación en Catalunya para dirigir al S.I. sus reflexiones sobre la situación y proponer medidas para la profundización de la intervención proletaria y, en relación a esto, realizar la crítica constructiva que a su juicio hacía falta hacer a la sección española. Es en este contexto, pues, que en el inicio del verano de 1934 escribió el texto «El conflicto catalán y las tareas del proletariado».

La prioridad política de la I.C.E. desde finales de 1933 fue la formación y fortalecimiento de la Alianza Obrera (Nin escribió que era «el objetivo central de su actividad»2), más incluso que el fortalecimiento y crecimiento de la propia organización, obviando especialmente las posibilidades que ofrecía a ésta la radicalización de una parte de las organizaciones socialistas, que fue primero ignorada y después menospreciada. Creada en Catalunya por iniciativa del B.O.C., la política de Alianza Obrera fue inmediatamente aceptada por Nin y después por el resto de la dirección de la I.C.E., pero concebida más como un factor de convergencia de organizaciones para conseguir la unidad orgánica que como frente único contra un enemigo común pero con libertad de crítica y, por tanto, como medio para fortalecer la propia organización y conquistar la hegemonía. Este enfoque en la manera en que la dirección de la I.C.E. interpretaba la política de frente único motivó algunas críticas de Trotsky, pero la cuestión organizativa no saldría a primer plano hasta el verano de 1934, con la propuesta de éste del «giro» del entrismo en las organizaciones socialistas, que la I.C.E. rechazó.

Ante la agudización del conflicto político y social en Catalunya la primavera y verano de 1934, la I.C.E. presentó una alternativa basada en tres ejes: el reparto de las grandes propiedades agrarias y la entrega de la tierra a los campesinos en pequeñas propiedades; el armamento del proletariado, bajo la dirección de la A.O.; y la unidad de acción de toda la clase obrera de España mediante las AA.OO.3 Sorprendentemente, y a pesar de las conversaciones que un miembro de la dirección (probablemente Molins i Fàbrega) mantuvo en París con el S.I. en el mes de junio o julio, el derecho de autodeterminación para Catalunya -que era el fondo del conflicto entre los gobiernos catalán y español, con la cuestión de la tierra como catalizador- y la propia propuesta política de la I.C.E. de una república catalana dentro de una federación socialista ibérica no aparecieron en su prensa pública durante los meses del «conflicto catalán», y Nin sólo la presentó tardíamente a finales de agosto y en septiembre.4 Al concebir la política de A.O. como la prioridad de la organización, la I.C.E. supeditó sus propias propuestas a resoluciones de compromiso que no rompieran la A.O. Ante esto, los ocho puntos de la carta de Trotsky eran una guía para una política independiente y resuelta por parte de la sección española.

El texto de Trotsky va más allá de la cuestión de la solución a la opresión española sobre Catalunya, y en realidad gira en torno a cómo hacer avanzar a la revolución obrera en España, propugnando políticas de frente único y la creación y coordinación de milicias obreras que ya dejan ver formas que se darán durante el Octubre asturiano de 1934 y el verano catalán de 1936, criticando también la política errónea de la I.C.E. Pero sin duda el argumento principal del texto y lo que le confiere un valor específico en la literatura revolucionaria marxista es la defensa sin complejos de la independencia para Catalunya, como motor de la revolución española pero también como solución en aquel momento a la opresión española: si Nin y la I.C.E. no vieron -o no se atrevieron a ir- más allá de la posición mantenida desde siempre por la organización de reconocimiento del derecho de autodeterminación para Catalunya (incluida la separación) pero propugnando a la vez como solución la república federal, como si la separación de una nación fuera posible para otros lugares pero tabú para España, Trotsky no vaciló en adaptar las consignas y las tareas a la evolución política y social de aquel momento histórico en Catalunya.

La carta de Trotsky y la que la acompañaba de Alfonso Leonetti (entonces miembro del S.I. y uno de los encargados del trabajo hacia España) no fueron publicadas por la I.C.E., pero muy probablemente llegaron a manos de su dirección, como indican dos hechos: que se encuentre copia en los materiales sobre España de los fondos del movimiento trotskista custodiados en el R.G.A.S.P.I.; y que los tres escritos que Nin publicó en los meses de agosto y septiembre de 1934 estuvieran dedicados precisamente a la cuestión nacional5 (que él y la I.C.E. habían ignorado públicamente en los meses previos, cuando era candente). En efecto, no parece lógico que Nin sintiera que hacía falta escribir tres artículos sobre la cuestión nacional -en dos de los cuales además proponía soluciones prácticas a la cuestión nacional catalana (la república catalana dentro de la república federal española)- precisamente cuando el enfrentamiento entre el gobierno catalán y español se atenuó durante agosto; en cambio, si se contempla que las cartas de Trotsky y Leonetti con sus consignas rompedoras respecto a la cuestión nacional catalana debieron llegar a Barcelona en la segunda mitad de julio, se puede comprender entonces perfectamente la necesidad que sintió Nin de encarar la cuestión nacional de forma teórica y de proponer consignas prácticas para la situación catalana.

En línea con su propia trayectoria anterior sobre la cuestión nacional, con la posición de la I.C.E., y con la del propio Trotsky anteriormente, Nin compartió en sus artículos de agosto y septiembre la diagnosis que se hacía en las cartas enviadas por el S.I. en julio, pero propuso una solución menos rupturista, defendiendo que hacía falta «Considerar la proclamación de la República catalana como un acto de enorme trascendencia revolucionaria» y que la clase obrera tenía que hacer suya esta solución para poder desplazar a la pequeña burguesía de la dirección del movimiento nacional, pero que una vez «emancipada del yugo español», la Catalunya independiente sería el primer paso hacia la Unión de Repúblicas Socialistas de Iberia.6 Nin, pues, volvía a expresar la posición oficial de la I.C.E. respecto a la cuestión nacional catalana (autodeterminación que llevara a una república dentro de una república federal), pero que él no había defendido en el mes de junio en la conferencia de la A.O. y que la I.C.E. no había presentado en su prensa hasta finales de agosto.

En cambio, partiendo de análisis y preocupaciones similares, Trotsky dedujo, ante la misma situación, que la solución en aquel momento exigía la independencia, superando su propia posición federalista anterior: «El giro de nuestros camaradas, ha de consistir en primer lugar en esto: deben propagar (por nuestra propia organización y por la A.O.) la proclamación de la República Catalana Independiente y deben pedir para asegurarla el armamento inmediato de todo el pueblo», y que, debido a que la clase obrera no tenía la hegemonía y por lo tanto no era suficientemente fuerte para proclamar la independencia ella sola, «puede y debe apelar a la proclamación con toda su fuerza y exigirla de la Esquerra pequeñoburguesa actualmente gobernante». El tratamiento de Trotsky de la cuestión nacional era dialéctico, enfatizando el carácter progresista y acelerador de la revolución proletaria de la independencia catalana: la posterior organización estatal independiente o bien federada o confederada no era un fin en sí mismo y dependería de las circunstancias históricas, y en aquel momento consideró que la solución revolucionaria exigía la de la independencia; en 1936, en una situación de revolución que implicaba a toda España, no la volvió a plantear. Como recalcó en su última gran obra:

«El partido del proletariado no recomienda a las diversas nacionalidades que permanezcan dentro de los límites de cierto estado ni que se separen de él; esto es asunto de cada una de ellas. Pero se obliga a ayudarlas a realizar su auténtica voluntad nacional. En cuanto a la posibilidad de separarse de un estado, esto depende de circunstancias históricas concretas y de la correlación de fuerzas.» 7

La divergencia entre Trotsky y Nin (y toda la I.C.E. con él) en este punto no es menor, y explica pues por qué la I.C.E. no publicó el texto, ni tan solo en sus boletines internos: si bien compartían análisis y perspectivas, Nin defendía el derecho a la autodeterminación y a la separación pero se aferró a la solución federal para Catalunya cada vez que la cuestión catalana se planteó,8 incluso en su momento álgido en 1934 (tal vez porque no vio predisposición dentro de la dirección y la militancia de la I.C.E. a la propuesta de Trotsky y el S.I.), mientras que Trotsky, dialéctico, vio la necesidad histórica en la coyuntura de aquel año de la independencia para Catalunya. Es cierto que Trotsky hizo el llamamiento a ésta para favorecer el triunfo de la revolución obrera no sólo en Catalunya sino en España, pero también es cierto que propugnó abiertamente la solución independentista al problema de la opresión española sobre Catalunya, sin dejar que el federalismo fuera un fetiche obligatorio para los marxistas españoles.

2. Breve historia del texto de Trotsky «El conflicto catalán y las tareas del proletariado»

El texto que se reproduce a continuación es la primera traducción al castellano desde el original en francés del documento completo de Trotsky «Le conflit catalan et les tâches du prolétariat», al que se añade también una carta de Leonetti que lo acompañaba, en este caso inédita. Se trata de una copia en carbón de un documento sin fechar de tres páginas escritas a máquina, aparentemente la transcripción a máquina de una carta escrita y enviada al S.I. por el «camarada P., colaborador del S.I.». Por lo que se refiere a la fecha de su elaboración, tanto por la temática tratada como por el hecho de que la carta de Leonetti que la acompañaba es del 17 de julio de 1934, fue escrita entre la celebración de la primera conferencia de la A.O. y esta última fecha, es decir, de mediados de junio a mediados de julio de 1934. En cuanto a su autoría, se ha de considerar escrita ciertamente por Trotsky, pero la cuestión merece ser explicada con más detenimiento.

En efecto, el documento original dice que es una carta del «camarada P., colaborador del S.I.», y el final de la carta de Leonetti especifica que este camarada P. era de la sección alemana. No consta que Trotsky utilizara nunca el pseudónimo de «camarada P.»,9 pero tampoco consta ningún militante destacado de la sección alemana de aquel momento cuyo nombre o pseudónimo comenzara por «P»;10 sí en cambio había un revolucionario comunista alemán prominente en aquel momento cuyo pseudónimo comenzaba por P., el ex-dirigente del K.P.D. Arkadij Maslow, que utilizaba los alias de «Parabellum» y «Paul» y que junto con su compañera Ruth Fischer había comenzado a colaborar con el S.I. No obstante, es muy improbable que Maslow fuera el autor del texto sobre Catalunya dirigido al S.I., ya que apenas había comenzado esta colaboración a partir de febrero o marzo de 1934, a propuesta de Trotsky y -significativamente para el asunto aquí tratado- en contra de la opinión de la dirección de la sección alemana, que precisamente había rechazado en los mismos momentos, el 13 de junio, su entrada en la sección y de la que por tanto no era miembro (como sí lo era en aquel momento, según Leonetti, el «camarada P.»). Maslow le parecía importante a Trotsky sobre todo de cara al trabajo alemán e internacional (probablemente, como hacía Fischer, de los países anglo-sajones11), y sus artículos en Unser Wort versaron sobre esto y también sobre asuntos económicos,12 pero ninguno de ellos sobre Catalunya o España; de hecho, los escasos artículos aparecidos en 1934 sobre estos países en el órgano bolchevique-leninista alemán no trataron el conflicto catalán de aquel año y ninguno de ellos es suyo.13 En suma, es altamente improbable que un militante alemán exiliado hacía poco en París y sin experiencia previa en la L.C.I. dirigiera un escrito al S.I. para tratar un tema tan específico como Catalunya donde mostraba suficientes conocimientos de la situación analizada y del pasado de la sección española, y donde además proponía adoptar al S.I. y a la I.C.E. una consigna tan rompedora como la de la independencia.

En cambio, hay toda una serie de factores que indican que el autor del texto tiene que haber sido Trotsky:

– Formales: tanto el estilo del análisis y el razonamiento de las propuestas, como algunos vocablos («tournant», que es la misma palabra que utilizó en el mismo momento en los documentos en que propuso el entrismo; «rayon», que es una palabra rusa, por distrito).

– El nivel de conocimientos respecto a la I.C.E.: las referencias negativas sobre posiciones pasadas y actuales (disolución en la A.O.) de la organización; la referencia a la falta de información sobre la cuestión agraria (la I.C.E. nunca acabó de elaborar unas tesis definitivas, sólo presentó propuestas que no acabó de adoptar); y las menciones a Maurín.

– Las propuestas que se presentan: son un giro radical en la cuestión catalana tanto para la I.C.E., como para la L.C.I., como para las defendidas por Trotsky mismo hasta aquel momento (federalismo), y coinciden en concepto rompedor con la propuesta de giro que había hecho semanas antes, en el mes de junio, con el entrismo; este giro «radical y convincente» se ve no sólo con este llamamiento a la independencia, sino también en el extenso tratamiento de las milicias que se hace en el documento, cuestión que precisamente pocas semanas antes había desarrollado en unas tesis perdidas.14

– De liderazgo: el autor de la carta propuso el viaje de un delegado a España para convencer a la sección española del nuevo giro, y también que se enviara una carta inmediatamente como preparación de este viaje. La documentación disponible no aporta datos sobre si este viaje se realizó, pero sí es evidente que la carta preparatoria que el autor pedía se escribió, y en seguida: es la carta de Leonetti, en la que éste aceptó exactamente y reprodujo el mismo discurso de la carta original. Sólo Trotsky tenía tal capacidad para hacer valer su posición al S.I.

Algunos de estos factores debieron considerar los primeros editores del texto (George Breitman, Pierre Broué y Michel Dreyfus), quienes atribuyeron pues con buen criterio su autoría a Trotsky. ¿Por qué, sin embargo, este texto es atribuido en la copia original y en la carta de Leonetti al «camarada P.»? ¿y por qué Leonetti dijo que aquel era de la sección alemana? Obviamente nunca podremos tener una respuesta segura sobre esto, pero lo más razonable es pensar que, en el contexto de las pasadas tiranteces de la sección española con Trotsky, éste pensara que era mejor que una propuesta tan rompedora como la que le hacía fuera ponderada de la manera más objetiva posible, y que lo conseguiría mejor si lo hacía con un pseudónimo, para centrar la atención en la propuesta y no en quién la hacía.15

Hasta donde he podido averiguar, esta carta no fue publicada en la prensa bolchevique-leninista de la época, tanto la interna como la pública, fuera española, de otra sección o internacional, en una clara muestra de desacuerdo ante una propuesta política incomprendida y no compartida. Su no inclusión en la prensa interior de la I.C.E., es decir, el boicot de ésta a su propuesta -si es que no se debió a que hubiera estado interceptada por agentes estalinistas, opción no muy probable pero tampoco descartable- es un indicador suficientemente significativo del gradual alejamiento político entre la dirección española y Trotsky, que la coetánea y más importante cuestión del entrismo agravaría.

Hasta 1978 no apareció la primera edición de este texto, en la International socialist review, un suplemento del periódico The Militant, órgano del S.W.P. (entonces sección del S.U. en los Estados Unidos); el texto llevaba un título diferente al del original y estaba presentado por el editor de los Writings de Trotsky, George Breitman (con la ayuda de Pierre Broué para el contexto histórico), que informó de que se trataba de una traducción de 1934 de un texto inédito.16 Breitman, sin embargo, no dijo ni su procedencia (sólo mencionó la biblioteca donde se conservaba entonces) ni trató para nada la cuestión de su autoría, que atribuyó directamente a Trotsky. En su larga introducción, señaló los dos rasgos básicos del texto (el llamamiento a la independencia y a la formación de milicias), aunque enfatizó un sentido de insurgencia para la liberación nacional que tal vez explique en parte la trayectoria posterior del texto. En cuanto al texto de Trotsky, constaba de siete puntos, y algunos párrafos (especialmente el segundo) tenían aclaraciones entre corchetes hechos por el editor, ya que el texto de la traducción inglesa tenía partes incompletas o ilegibles. No hay seguridad de por qué la traducción inglesa que sirvió de fuente a Breitman tenía siete puntos y no los ocho que aparecen en el documento original; sin haber podido consultar esta copia, no se puede saber con certeza la razón de esto, pero lo más probable es que el punto octavo perteneciera a una página que se desprendió, quedando las páginas del texto conservado con siete puntos; no parece, pues, que haya sido una omisión consciente, ya que el contenido del octavo punto sigue la misma lógica de argumentación, crítica y propuestas que los siete anteriores.

El año siguiente aparecieron las dos primeras ediciones de este texto dentro de monografías, tanto en inglés como en francés. La versión en inglés apareció en el suplemento de los Writings de Trotsky correspondiente a los años 1934-1940, editado también por Breitman.17 Este texto era el mismo que había aparecido en la International socialist review, pero incluía además cuatro notas explicativas, la primera de las cuales informaba de que procedía de los archivos de James P. Cannon y donde Breitman sí mencionó específicamente la cuestión de la autoría, no atribuyéndola sin embargo al «camarade P.» (como consta en el documento original), sino al «comrade T.»: de nuevo, no habiendo tenido la oportunidad de poder consultar esta copia,18 no puedo saber si este cambio de «P.» a «T.» ya estaba en la copia original o bien fue hecho por Breitman.

La versión en francés apareció el mismo año 1979 en el cuarto volumen de las Oeuvres de Trotsky, a cargo de Pierre Broué y Michel Dreyfus.19 Estos editores retradujeron el texto al francés desde la copia en inglés, y advirtieron que la traducción inglesa era más bien mediocre y que su retraducción al francés era aproximada.20 El texto ofrecido por las Oeuvres, pues, seguía constando de siete puntos, pero Broué y Dreyfus optaron por sacar las aclaraciones entre corchetes de Breitman y sólo en un caso dejaron una frase incompleta entre corchetes; además, elaboraron sus propias notas explicativas -nueve en total-, aunque su sentido general coincidía con las elaboradas por Breitman.

El texto tuvo un cierto impacto inmediato en el dirigente principal del S.U., Ernest Mandel, que lo citó en su libro sobre el pensamiento de Trotsky -aparecido originalmente en 1979- en un apartado en que trataba sobre las variantes de las formas y situaciones de doble poder y que apoyaba en parte su argumento mostrando la opinión de Trotsky de que en la Catalunya de 1934 hacía falta la creación de milicias obreras y la formación democrática de un comité central de éstas, como una premonición de lo que pasaría en julio de 193621 (Broué y Dreyfus, sin embargo, ya habían señalado esto en una de sus notas22); no obstante, Mandel no hizo ninguna referencia al principal punto del texto, el llamamiento a la independencia de Catalunya. Este impacto inmediato, sin embargo, desapareció rápidamente, ya que no parece que el texto fuera utilizado en ningún otro documento de distribución pública; el mismo Broué sólo citó este texto una vez en un artículo de cuatro años después, señalando él sí el razonamiento de Trotsky a favor de la independencia catalana como paso para la revolución proletaria en España,23 pero yo no he encontrado que el texto de Trotsky fuera editado por ninguna sección del lambertismo, donde en aquel momento militaba Broué.

A pesar de ser un texto conocido, pues, desde 1978, la primera -y durante treinta años la única- edición en castellano no llegó hasta cinco años después, en noviembre de 1984, dentro de la edición en castellano de Inprecor, órgano teórico del S.U. editado en España por la L.C.R.24 Esta traducción en castellano se hizo desde la versión francesa de les Oeuvres, pero se eliminaron cinco de las notas escritas por Broué y Dreyfus y se reelaboraron y acortaron las cuatro restantes. El texto no tuvo un gran impacto entre la militancia que se reclamaba del trotskismo a nivel catalán, español y también internacional, debido ciertamente a factores objetivos (el texto no aparecía en ninguna de las diferentes recopilaciones de los escritos de Trotsky sobre España ni tampoco en los Escritos -la traducción al castellano que la editorial Pluma hizo de los Writings, que no incluyó sus suplementos-), pero sobre todo subjetivos (los partidos que se reclamaban no sólo específicamente del trotskismo sino más genéricamente del marxismo no abogaban por la independencia de Catalunya o de ninguna otra nación bajo el yugo español; sólo en Catalunya, Euskadi y Galiza existían organizaciones que se reivindicaban del marxismo que sí lo hacían, pero ninguna se reclamaba del trotskismo). De esta manera, el razonamiento de Trotsky sobre un tema fundamental en la política catalana y española quedó arrinconado, olvidado y/o escondido, mayoritariamente desconocido por la militancia, e incomprendido o rechazado, en todo caso no incorporado, por aquellos que sí lo conocieron, durante prácticamente tres décadas.25 El texto sufría, debido precisamente a su propuesta política, un segundo boicot, después del primero de la I.C.E.

Una pequeña e incompleta referencia al texto de Trotsky apareció en un artículo del 2009 del historiador Andy Durgan, que mostró la crítica de aquel a la posición pasiva de Nin respecto a la cuestión catalana en 1934;26 no obstante, Durgan escribió que Trotsky defendió la necesidad de la «República Catalana» contra Nin sin indicar que el concepto utilizado por aquel iba ligado al de independencia: «República Catalana Independiente», en las propias palabras de Trotsky.

Sólo en septiembre de 2014, treinta años después de la edición en castellano aparecida en Inprecor y treinta-seis años después de su primera aparición pública en International socialist review, el texto fue recuperado y traducido al catalán en medio del proceso independentista en Catalunya, y comenzó a tener una cierta distribución no sólo en sectores militantes de organizaciones subjetivamente trotskistas, sino también en los sectores más movilizados del independentismo de izquierdas. La iniciativa, sin embargo, no partió de ninguna organización política sino del historiador Pelai Pagès, que en el número de aquel mes de la revista L’Avenç presentó con una introducción suya27 la traducción al catalán hecha a partir del texto de las Oeuvres;28 en esta edición, Pagès conservó las nueve notas de Broué y Dreyfus, con algunas pequeñas ampliaciones. A partir de entonces, esta misma traducción catalana e incluso dos nuevas en castellano han sido editadas en papel o en internet por unos pocos grupos o revistas29 (y ha sido también descubierta por algunos historiadores30), si bien sin demasiada influencia en la gran mayoría de organizaciones que se reclaman del trotskismo, que continúan reconociendo el derecho de autodeterminación para Catalunya pero sin abogar por su independencia31 y que, de hecho, continúan boicoteando el texto de Trotsky.

En resumen, pues, se trata de un texto que ha tenido una circulación escasa incluso entre militantes en sus ochenta y seis años de existencia, excepto de manera relativa en los últimos años en Catalunya; esta escasa circulación ha sido debida a factores objetivos pero sobre todo subjetivos, habiendo sufrido tres boicots a lo largo de su existencia por presentar una propuesta no acorde a lo que se espera de una «política trotskista». A este desconocimiento se suma el hecho de que el texto que se ha distribuido es incompleto y, excepto en el caso de la traducción en inglés, con traducción sin origen en el texto original, siendo doblemente traducido (de la traducción en inglés nuevamente al francés) o triple (de la retraducción en francés al castellano y catalán). Si bien el sentido general de todo el texto es el mismo en estas traducciones, hay que señalar dos errores de sentido: en el punto 2 del texto original la mención a Maurín se hace para criticar la política de la I.C.E., no la de aquel, como ha aparecido en todas las traducciones; y en el punto 7 el texto original y la traducción inglesa dicen que una de les características de una economía democrática son «más impuestos indirectos», pero las traducciones francesa, castellana y catalana dicen «supresión» de estos.

Así pues, por primera vez se ofrece a continuación el texto completo y siguiendo el original en francés del texto «El conflicto catalán y las tareas del proletariado», procedente de una copia guardada en el R.G.A.S.P.I.32 No está claro cómo llegó esta copia a Moscú: podría haber sido interceptada por agentes estalinistas en 1934, pero más probablemente fue enviada allí dos años más tarde, cuando los servicios secretos soviéticos robaron los archivos de Lev Sedov en noviembre de 1936 (o aún una tercera posibilidad sería cuando hicieron lo mismo con los de Nin y del P.O.U.M., en junio de 1937). Complementa el texto de Trotsky la carta que Leonetti («Martin»), en nombre del S.I., envió a requerimiento de aquel a la dirección de la I.C.E.,33 reafirmando el contenido del texto de Trotsky (no sin repeticiones y algún pasaje equívoco, sin embargo). Como el documento de éste, también es una copia en carbón procedente del R.G.A.S.P.I. y hasta donde he podido averiguar tampoco fue reproducida en ninguna publicación bolchevique-leninista del momento ni posteriormente, y por lo tanto se trata de un texto inédito.

El conflicto catalán y las tareas del proletariado, por L. Trotsky (junio/julio de 1934)

EL CONFLICTO CATALÁN Y LAS TAREAS DEL PROLETARIADO34

(Carta del cda P., colaborador del S.I.)

1. La apreciación del conflicto catalán y de las posibilidades que se derivan debe partir del hecho de que Cataluña representa hoy indudablemente la más fuerte posición de las fuerzas defensivas dirigidas contra la reacción española y contra los peligros del fascismo. Si esta posición cae, la reacción habrá conseguido una victoria decisiva y por mucho tiempo. Con una política justa de la vanguardia proletaria es posible hacer de esta posición defensiva la más fuerte, la posición de inicio de una nueva ofensiva de la revolución española. Ésta ha de ser nuestra perspectiva.

2. Este desarrollo sólo es posible si el proletariado catalán logra apoderarse de la dirección de la lucha defensiva contra el gobierno central reaccionario de Madrid. Pero esto sólo es posible si el proletariado catalán no promete sólo apoyar esta lucha, en caso de que sea iniciada -sea por la intransigencia del gobierno de Madrid, sea por la agresividad de la pequeña burguesía catalana (esta política de seguidismo es preconizada por nuestros camaradas dentro de la Alianza Obrera de Cataluña y realizada contra Maurín)-, sino si se pone desde el principio a la cabeza de la resistencia, si dibuja perspectivas, lanza consignas más atrevidas y desde el comienzo lleva la lucha no sólo en palabras, sino en actos.

3. Una resistencia victoriosa sólo es concebible si no solamente moviliza todas las fuerzas de masa de Cataluña (todas las condiciones son actualmente dadas), sino si empuja también hacia la ofensiva. Por esto es de una importancia decisiva que la vanguardia proletaria sepa explicar desde ahora a las masas obreras y campesinas del resto de España que por la victoria o la derrota de la resistencia catalana se decidirá también su victoria o su derrota. La movilización de estos aliados de toda España se ha de hacer desde ahora y no en el momento en que la ofensiva reaccionaria contra Cataluña se convierta en un hecho (que es la posición de nuestros camaradas y de la mayoría de la A.O.).

4. Cataluña puede ser durante mucho tiempo la base decisiva de la revolución española. La conquista de la dirección en Cataluña debe ser el centro de nuestra política en España. La política de nuestros camaradas lo hace completamente imposible. Esta política se ha de cambiar rápidamente si no queremos que una situación decisiva se acabe, por culpa nuestra en una nueva derrota de la revolución española que sería decisiva durante mucho tiempo. No debemos escondernos que la política de nuestros camaradas en esta cuestión hasta ahora ha fuertemente dañado el prestigio no sólo de nuestra propia organización y de la Alianza Obrera, sino el del proletariado mismo, lo cual no podrá ser reparado más que por un giro radical y convincente por los hechos. La posición de nuestros camaradas y de los de la A.O. no puede ser entendida por las masas trabajadoras no-proletarias más que como sigue: el proletariado se compromete mediante estas organizaciones a participar si las otras comienzan; pero incluso para esto pide su precio (las condiciones puestas por la A.O. a la Esquerra pequeñoburguesa, ignoran completamente el interés particular de los campesinos y de los pequeñoburgueses urbanos); e intentará -tan pronto como la posibilidad se preste- a dar a la lucha una dirección en el sentido de sus propios objetivos de clase, la dictadura del proletariado. En lugar de aparecer como el dirigente de todas las capas oprimidas de la nación, como el líder de la liberación nacional, el proletariado aparece aquí puramente como un compañero de las otras clases, incluso como un compañero muy egoísta, a quien hace falta dar o más bien prometer su parte porque se le necesita y durante el tiempo en que se le necesite. La pequeña burguesía catalana y la gran burguesía y la reacción basándose en la carencia de esta pequeña burguesía no podrían pedir nada mejor que un proletariado en esta posición.

5. El giro de nuestros camaradas, ha de consistir en primer lugar en esto: deben propagar (por nuestra propia organización y por la A.O.) la proclamación de la República Catalana Independiente y deben pedir para asegurarla el armamento inmediato de todo el pueblo. No deben, para este armamento, esperar al gobierno, sino comenzar inmediatamente a formar milicias obreras, las cuales deben entonces no solamente exigir un mejor armamento al gobierno, sino que deben procurárselo ellas mismas por el desarme de los reaccionarios y de los fascistas. El proletariado debe probar por los hechos a las masas catalanas que tiene un interés sagrado en la defensa de la independencia catalana. En esto consistirá el paso decisivo hacia la conquista de la dirección de la lucha de todas las capas prestas a la defensa de la ciudad y del campo. El armamento del pueblo debe convertirse en el centro de nuestra agitación en las próximas semanas bajo las consignas de: continuación del pago de todos los salarios; el gobierno y los empresarios deben compartir el coste del armamento y del suministro; las fuerzas de combate existentes (policía, etc.) serán encuadradas como instructoras en la formación de las milicias; los oficiales serán escogidos por los miembros de la Milicia; la base de las milicias es la fábrica, o bien el distrito de residencia; los obreros de las grandes empresas, de los ferrocarriles, etc. y de todas las empresas públicas formarán parte automáticamente de la milicia; además todos los ciudadanos están invitados a enrolarse; cada formación escoge a su comité, que, por su parte, envía a su representante (sin duda por instancias intermediarias) al Comité central de todas las formaciones de milicia de Cataluña. Este comité central (es decir, el Soviet central) cumple la tarea de un estado-mayor político, pero en primer lugar la de control, más tarde, de la dirección central del suministro de armes y víveres, etc. Al realizar esta tarea, estará obligado a convertirse, de un órgano al lado del gobierno propiamente dicho, en este gobierno mismo. Ésta es la forma y el camino concretos de los soviets en la situación dada en Cataluña.

6. Dada la extrema división del proletariado catalán, que no permite que su hegemonía salga a la luz en Cataluña, el proletariado en la situación actual no puede proclamar él solo la independencia catalana. Pero puede y debe apelar a la proclamación con toda su fuerza y exigirla de la Esquerra pequeñoburguesa actualmente gobernante. Debe responder a su retraso por la reivindicación de nuevas elecciones inmediatas: «Necesitamos un gobierno que represente y dirija la voluntad real de lucha de las masas populares». Los comités de las formaciones de milicia han de convertirse en el medio principal de la realización y de la preparación de estas elecciones. Dicho de otra manera: en la medida en que los dos lados de la cosa –proclamación de la independencia y armamento del pueblo– pueden ser separados el uno del otro, es el último por el cual hace falta comenzar el trabajo práctico y por medio del cual hace falta imponer el primero.

7. No solamente el proletariado debe plantear reivindicaciones democráticas generales (la libertad de la prensa, etc.; un Estado que no sea costoso; la nivelación de los salarios de los funcionarios; una economía democrática -más impuestos indirectos, la tributación elevada directa de los poseedores para la financiación de la resistencia; etc.); no solamente debe hacer suyas -a parte de sus propias reivindicaciones de clase- todas las reivindicaciones especiales de los campesinos y de los pequeño-burgueses urbanos e incluso superar las reivindicaciones planteadas hasta entonces (falta aquí el conocimiento de los detalles, sobre todo de la cuestión agraria) sino que ante todo el proletariado debe desde ahora y por su propia iniciativa lanzar las reivindicaciones como consignas entre les masas y llamarlas a que luchen por ellas, -pero no plantear estas reivindicaciones a la Esquerra gobernante como «condiciones», bajo las cuales se estaría preparado para participar en la lucha.

8. Más arriba hablamos siempre vagamente de «el proletariado debe…». La razón es que desgraciadamente no podemos hablar del «Partido del proletariado». Nuestra organización que -con una política justa- podría asumir el papel del partido, parece haberse más o menos disuelto en la masa blanda de unidad de la «Alianza». En qué medida aquí sería posible un giro rápido que se corresponda con el empuje del momento actual, no es ciertamente posible fijarlo fuera del lugar mismo. Como en la situación actual la suerte de la Revolución española y de nuestra organización en España puede ser decidida por un largo período (naturalmente hay también la posibilidad de resolver el conflicto -pero incluso en este caso la influencia de nuestra organización, si continua la política actual, debería sufrir entre les masas dispuestas a luchar un daño extraordinario capaz de sacarla completamente fuera de la arena política). El envío de un delegado del S.I. es necesario. Su viaje debería prepararse por una carta del S.I. a escribir inmediatamente y que expusiera nuestra posición en la cuestión.

Carta de Alfonso Leonetti a la C.E. de la I.C.E. (17 de julio de 1934)

SECRETARIADO INTERNACIONAL

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DE LA L.C.I.35

************* Ginebra, 17 de julio del 1934

A la C.E. de la Sección española

Queridos camaradas,

Habíamos preparado una carta sobre el conflicto catalán antes de la llegada del cam. M. Las conversaciones mantenidas con este camarada nos han confirmado en la necesidad de enviaros esta carta para precisar mejor nuestros y vuestros puntos de vista sobre esta cuestión importante.

1 – Creemos no tener desacuerdos con vosotros sobre la valoración de «que en les circunstancias actuales el movimiento de la emancipación nacional de Cataluña es un factor progresivo en el desarrollo de la revolución española» (ver vuestra información «La situation en Catalogne»).

Pero precisamente a causa de este hecho, estimamos que vuestra posición en el conflicto entre Madrid y Barcelona no se corresponde con la tarea de hacer del movimiento de emancipación nacional de Cataluña un verdadero factor progresivo de toda la revolución española.

2. – Hace falta en primer lugar situar claramente el conflicto catalán dentro de las perspectivas de la revolución española. Indudablemente Cataluña representa hoy la más fuerte posición defensiva contra la reacción clerical-monárquica. Si esta posición cae, la reacción española habrá conseguido una victoria decisiva y por mucho tiempo. De manera que la lucha de Cataluña se encuentra situada por las circunstancias actuales en el centro de todo el movimiento de emancipación de las masas oprimidas de España, es decir, que la lucha de Cataluña no se puede separar de la lucha de las masas obreras y campesinas de toda España. Pero para hacer del conflicto catalán el punto de partida de una nueva ofensiva de la revolución española, es necesario que el proletariado catalán, apoyado por la clase obrera española, sepa coger la dirección de la lucha defensiva contra Madrid, hasta la separación. Esto significa que la tarea de la vanguardia proletaria debe consistir en demostrar toda la impotencia de la Esquerra para defender y realizar la emancipación nacional de Cataluña, de la que ella -la vanguardia proletaria- debe ponerse a la cabeza. ¿Cómo?

3 – Luchar en las circunstancias actuales por la emancipación catalana significa llevar hasta el extremo el conflicto entre Madrid y Barcelona, lo que quiere decir luchar por la separación. Por esta vía demostraremos todo el espíritu vacilante, inconsecuente, tendente al compromiso, etc., de la pequeña burguesía, es decir, de la Esquerra.

Sin embargo, la posición adoptada por vosotros y hecha adoptar a la Alianza Obrera nos parece una posición de espera y de seguidismo. Decís:

«Si el gobierno reaccionario de Madrid atacara a Cataluña, el lugar de la clase obrera estaría al lado de ésta»;

«Si la República catalana se proclamara, deberíamos defendernos de la ofensiva del poder central y deberíamos aprovechar esta ocasión para llevar al movimiento hacia el camino de la revolución socialista» (ver vuestro informe citado más arriba).

«Si el gobierno reaccionario atacara», «si la República catalana se proclamara…», esto significa una posición «de espera».

No, esta posición, estimamos, debe ser absolutamente y urgentemente revisada.

No se ha de esperar al ataque del gobierno reaccionario de Madrid. Además, el ataque por parte de éste ya se ha desencadenado. Hace falta decir a la clase obrera (y no solamente de Cataluña, sino de toda España) que de la victoria o de la derrota de la resistencia catalana se decidirá también su victoria o su derrota. La clase obrera debe movilizar todas las fuerzas de masas de Cataluña para dirigirlas contra la reacción, de la que Madrid es el centro. Para hacer esto, la clase obrera (y su vanguardia política) debe plantear el problema de la independencia de Cataluña, hasta –lo repetimos– la separación de Madrid.

4 – Evidentemente, nosotros, marxistas, no somos «separatistas»; pero no somos tampoco «demócratas». A pesar de esto, luchando por la «democracia» pensamos llegar al socialismo y al poder proletario. La misma cosa con la cuestión nacional.

Luchando por la independencia catalana, por la República catalana, en suma, la clase obrera no pierde de vista ni un instante que su tarea es luchar por una libre república catalana obrera y campesina dentro de una libre república obrera y campesina de España.

5 – Para que el movimiento de la emancipación nacional de Cataluña sea un factor progresivo en el momento actual, hace falta la movilización de todo el pueblo catalán contra Madrid, contra la reacción monárquico-vaticanista. Por esto es de una importancia decisiva en las circunstancias actuales la lucha por la República catalana independiente. ¿Esto significa que Maurín tiene una posición justa? En absoluto. Lo que nos separa de Maurín es todo lo que nos separa de los «demócratas» y de los «oportunistas». Para nosotros la lucha en favor de las libertades democráticas y por consiguiente la lucha por la República democrática catalana es un medio «para poner el movimiento en el camino de la revolución socialista», mientras que para Maurín y los otros «catalanistas» es un medio para engañar a las masas. Así que, si queremos desenmascarar tanto a los Maurines como a los radicales de la Esquerra, justamente no debemos dejarlos aparecer como los defensores de la autonomía y de la independencia catalana, sino tomar en nuestras manos la lucha por esta independencia y esta autonomía.

6 – Añadís que los obreros catalanes no son separatistas y que, por otra parte, los obreros y campesinos españoles se colocan al lado de la reacción contra cualquier movimiento separatista. No ponemos en duda que tendencias semejantes puedan existir en la clase obrera catalana y española. Pero se trata de entenderlas y de explicarlas. La lucha por la separación es hoy la lucha contra la reacción que tiene su centro en el gobierno de Madrid. El pueblo catalán independiente y armado significa un baluarte formidable para la lucha de los obreros y campesinos españoles contra el fascismo y las fuerzas monárquicas.

La proclamación de la República catalana exige la movilización de las masas obreras y campesinas de España entera contra el gobierno central de Madrid. Y de esta manera, la lucha por la Cataluña independiente puede transformarse en lucha por la República obrera y campesina de toda España.

No esperar, pues, la proclamación de la República catalana; no esperar el ataque contra ella de Madrid; sino tomar desde ahora la dirección de la lucha en favor de la República catalana contra Madrid; demostrar la incapacidad de la Esquerra, la hipocresía de los Maurín, etc.

7 – La tarea de la Alianza Obrera en este conflicto consiste no en discutir si se debe dar o no como consigna la proclamación de la República catalana, sino resolver los problemas concretos para movilizar al conjunto de las masas catalanas contra Madrid.

El primer problema que se plantea es el del armamento del pueblo. Reemplazar la milicia creada por la Esquerra por el pueblo armado: a) milicia obrera y campesina, b) elegibilidad de los oficiales, c) salarios pagados a los trabajadores durante su servicio, etc. Pero no esperar el armamento del pueblo por parte de la Esquerra. El pueblo debe armarse: ésta es la condición fundamental para conservar y garantizar sus derechos.

8 – No basta con decir: La Alianza está con el pueblo en el conflicto con Madrid. Hay que poner al descubierto toda la impotencia de la Esquerra para defender al pueblo en este conflicto. El armamento de las masas populares exigido y acometido por nosotros y la A.O. puede poner al descubierto todo el espíritu de «compromiso» que anima al gobierno de Companys.

Decís que la A.O. fue consultada oficialmente en Barcelona así como en las provincias sobre una posible «colaboración» con el gobierno Companys. Vuestra respuesta de que «en el caso de que Catalunya fuera atacada, etc.», «la Alianza se pondría al lado del pueblo» nos parece también falsa. Encontramos en ella -permitídnoslo decir- de nuevo la misma posición de espera y seguidista. No hay que esperar, sino prevenir el ataque; esto quiere decir que hay que organizar la resistencia; armar al pueblo, a los obreros y a los campesinos; organizar a las masas populares; informarlas, etc. No prometer solamente apoyar al pueblo catalán contra Madrid, sino decir cómo el pueblo catalán puede y debe defenderse y conducir su lucha real contra Madrid. Esto quiere decir que hay que distinguir al pueblo del gobierno de Companys.

No puede tratarse en absoluto de «condiciones» a la Esquerra para «colaborar» con ella contra Madrid; se trata de determinar claramente las condiciones que pueden permitir al pueblo catalán resistir a Madrid y desarrollar su resistencia. Estas condiciones son:

1) constitución de una milicia obrera y campesina (armamento del pueblo);
2) formación de comités de Alianza obrera y campesina en toda Cataluña;
3) alianza con los obreros y campesinos de toda España.

La Esquerra sólo puede traicionar los intereses del pueblo catalán, como ya lo traicionó una vez. Ninguna confianza en la Esquerra; sin apoyarla, hay que demostrar sus oscilaciones y sus debilidades en la lucha contra Madrid.

Es a las masas a quienes la A.O. debe dirigirse para su armamento, el desarme de los fascistas, la expropiación de los reaccionarios de la Lliga, etc. Y no solamente por llamamientos, sino tomando directamente la iniciativa. De esta manera, la influencia de la Esquerra en las masas populares será desplazada cada vez más por la influencia de las organizaciones de la vanguardia proletaria.

9 – La cuestión de la independencia catalana se presenta hoy bajo el aspecto de la lucha campesina (ley de arrendamiento). Es necesario dar a la lucha por la emancipación nacional un contenido social; este contenido se puede dar:

1) por la lucha a favor de la tierra para los campesinos (abajo la esclavitud de la aparcería; liberación de los rabasaires de todo cargo estatal y feudal; etc.)

2) por la lucha a favor de la semana de 40 horas y del control obrero, etc.

10 – Resumimos: el proletariado no debe ni esperar el ataque reaccionario ni prometer su ayuda; el proletariado, por su actividad, debe ponerse a la cabeza del movimiento de emancipación nacional y darle un rumbo claro y firme. Para hacer esto, el proletariado debe luchar por:

1) la proclamación de la República catalana independiente;

2) el armamento del pueblo;

3) la tierra para los campesinos;

4) el control obrero;

5) la constitución de comités de la Alianza obrera y campesina;

6) la alianza con las masas obreras y campesinas de toda España;

7) la convocatoria de nuevas elecciones para la formación de un gobierno capaz de dirigir verdaderamente la lucha de las masas populares contra «Madrid».

Perspectivas claras; consignas atrevidas; ninguna espera. Por esta vía es realmente posible convertir la defensa en ataque y llevar al movimiento hacia el camino de la revolución socialista.

Fraternalmente

por el S.I. Martin

P.S.: Adjunta os enviamos también una carta del cam. P. de la sección alemana sobre el mismo tema.

Notas

1 Ver: PAGÈS, Pelai. El movimiento trotskista en España, 1930-1935. Barcelona : Península, 1978, p. 200, y PAGÈS, Pelai. «Trotski i la república catalana». L’Avenç, núm. 404 (setembre 2014), p. 38; ver también: DURGAN, Andy. «Sobre las Alianzas Obreras». Viento sur, nº 105 (octubre 2009), p. 45-46.

2 NIN, Andreu. «Hacia la Alianza Obrera nacional». La Antorcha, nº 1 (1-V-34), p. 8.

3 Ver especialmente: «La situación en Cataluña». La Antorcha, nº 2 (30-VI-34), p. 1; y «La tierra debe pasar a los campesinos sin indemnización : el pleito de Cataluña en suspenso». La Antorcha, nº 3 (14-VII-34), p. 1.

4 Ver: NIN, Andreu. «La República Catalana como factor revolucionario». La Antorcha, nº 5 (25-VIII-34), p. 3; y NIN, Andreu. «El marxismo y los movimientos nacionalistas». Leviatán, nº 5 (septiembre 1934), p. 39-47.

5 Los dos artículos de la nota anterior y: NIN, Andreu. «La cuestión de las nacionalidades y el movimiento obrero revolucionario : antecedentes de la teoría proletaria». Comunismo, nº 37 (agosto de 1934), p. 22-26. El año siguiente Nin planeó un estudio concreto sobre la cuestión catalana que no llegó a realizar, estudiando solamente en el libro Els moviments d’emancipació nacional el tema general de la cuestión nacional que había comenzado en sus artículos del verano de 1934.

6 NIN, Andreu. «El marxismo y los movimientos nacionalistas», op. cit., p. 47.

7 TROTSKY, L. Stalin : [una valoración del hombre y su influencia]. 1ª ed. Completado con material inédito, editado y traducido [al inglés] por Alan Woods. [Zaragoza : Lucha de Clases, 2017], v. 1, p. 260. Esta cita es idéntica a la que aparece en la primera edición en castellano (Stalin. 1ª ed. Compilado y traducido del ruso por Charles Malamuth. [Barcelona : José Janés], 1947, p. 163), pero la he modificado ligeramente para hacerla más acorde con el original en inglés (Stalin : an appraisal of the man and his influence. Edited and translated from the Russian by Charles Malamuth. London : Hollis and Carter, 1947, p. 155): he traducido la palabra «concrete» por «concretas» (y no por «nacionales», como consta en las dos traducciones), y he puesto «partido» y «estado» en minúscula, coma aparecen en el original. Agradezco a Juan José Barrero Menéndez su ayuda en alguna de las comprobaciones.

8 Como he indicado anteriormente, Nin no trató específicamente la cuestión catalana en su libro de 1935 Els moviments d’emancipació nacional, pero el modelo de solución con que acabó este estudio, el federativo de la U.R.S.S., indica claramente que, para el caso catalán, continuaba propugnando la Unión de Repúblicas Socialistas de Iberia.

9 Ver: LUBITZ, Wolfgang ; LUBITZ, Petra. «Leon Trotsky’s pen names». En: Lubitz’ TrotskyanaNet (https://www.trotskyana.net/Leon_Trotsky/Pseudonyms/trotsky_pseudonyms.html#pennames).

10 Ver, por ejemplo: ALLES, Wolfgang. “German Trotskyism in the 1930s”. Revolutionary history, v. 2, no. 3 (autumn 1989), p. 29-36.

11 Ver: TROTSKY, L. «[Les difficultés dans l’organisation]». En: TROTSKY, L. Oeuvres, op. cit., p. 99.

12 Ver: ALLES, Wolfgang, op. cit., p. 31; y KESSLER, Mario. A political biography of Arkadij Maslow, 1891-1941 : dissident agains his will. Cham : Palgrave Macmillan, cop. 2020, p. 149, n. 13.

13 Agradezco a Wolfgang Lubitz esta información.

14 Sobre todo después de la insurrección de Viena y de los hechos de París en febrero de 1934, la cuestión de las milicias apareció recurrentemente en diversos escritos de Trotsky de aquel año, hasta el punto de que finalmente le dedicó unas tesis, como anunció en una carta a Leonetti del 15 de junio; desgraciadamente, estas tesis se han perdido (ver: TROTSKY, L. «[Les difficultés dans l’organisation]». En: TROTSKY, L. Oeuvres, op. cit., p. 99 y n. 12). Es posible, sin embargo, que el sentido general de éstas se encuentre en algunos artículos de la prensa bolchevique-leninista del momento, como por ejemplo en: «Por las milicias antifascistas». La Antorcha, nº 3 (14-VII-34), p. 4.

15 De hecho, Trotsky utilizó habitualmente este procedimiento en su último exilio, usando cuando lo consideraba conveniente diversos pseudónimos, como por ejemplo «Crux», «Gourov» y «Vidal».

16 TROTSKY, L. «The Catalonian struggle and the Spanish Revolution : a letter from Leon Trotsky». International socialist review : monthly magazine supplement to The Militant, (August 1978), p. 9-10. Confirmando lo que escribió Breitman, Louis Sinclair no mencionó en su bibliografía ninguna edición anterior (ver: SINCLAIR, Louis. Trotsky : a bibliography. Aldershot : Scholar Press, 1989, v. 2, p. 746); agradezco a Wolfgang Lubitz esta última información.

17 TROTSKY, L. «The Catalan conflict and the tasks of the proletariat». En: TROTSKY, L. Writings of Leon Trotsky. 1st ed. [Edited by George Breitman]. New York : Pathfinder Press, 1979, suppl. 1934-40, p. 496-499.

18 Breitman no dio detalles exactos de su localización, sólo que procedía de los archivos de Cannon en la Library of Social History, pero Pierre Broué y Michel Dreyfus sí, diciendo que se encontraba en un dossier de este archivo que lleva la fecha «1934» (ver párrafo y nota siguiente). Pero en los archivos de Cannon, custodiados actualmente en los Wisconsin Historical Society Archives, este documento no se encuentra en el microfilm de la carpeta «Spain 1931-1934» ni tampoco en el microfilm con la correspondencia general de los «International files» del 1931-1963, donde curiosamente falta la carpeta de 1934 (pasa de la carpeta 1931-1933 a la carpeta 1935-1936); parece, pues, que este dossier está perdido o, como mínimo, traspapelado.

19 TROTSKY, L. «Le conflit catalan et les tâches du prolétariat». En: TROTSKY, L. Oeuvres. Introduction et notes de Pierre Broué et Michel Dreyfus. Paris : Publications de l’Institut Léon Trotsky ; EDI, 1979, v. 4, p. 182-186.

20 Ídem, p. 182, n. 1.

21 MANDEL, Ernest. El pensamiento de León Trotsky. 1ª ed. Barcelona : Fontamara, 1980, p. 72. La nota donde se cita la carta de Trotsky dice incorrectamente que este texto estaba incluido en la recopilación de los escritos de Trotsky sobre España La revolución española, de Editorial Fontanella.

22 Vegeu: TROTSKY, L. «Le conflit catalan et les tâches du prolétariat», op. cit., p. 185, n. 7.

23 BROUÉ, Pierre. «Quand Carrillo était gauchiste… : les Jeunesses socialistes d’Espagne, 1934-1936». Cahiers Léon Trotsky, no. 16 (décembre 1983), p. 35-36; Broué también remarcó de nuevo la cuestión de la anticipación del comité central de milicias de 1936.

24 TROTSKY, L. «El conflicto catalán y las tareas del proletariado». Inprecor, nº especial [40] (noviembre 84), p. 50-51.

25 Actitud que perdura hasta hoy en el conjunto de la izquierda española e internacional: son bien indicadoras, en este sentido, las reflexiones de Miguel Romero, antiguo dirigente de la L.C.R., hechas veinticinco años después de la aparición del artículo en Inprecor, que confundió momentos de 1934 (el conflicto del mes de junio con el movimiento de octubre) y declaró que no entendía cómo una proclama independentista de la A.O. habría ayudado a la insurrección en el mes de octubre de aquel año, cuando Companys proclamó el estado catalán dentro de la república federal española (ver: ROMERO, Miguel. «Una relectura autocrítica, veinticinco años después». Viento sur, nº 105 (octubre 2009), p. 81-82). La carta de Leonetti, sin embargo, da elementos de respuesta a esta actitud.

26 DURGAN, Andy, op. cit.

27 PAGÈS, Pelai. «Trotski i la república catalana», op. cit., p. 38-39.

28 TROTSKY, L. «El conflicte català i les tasques del proletariat». L’Avenç, núm. 404 (setembre 2014), p. 40-41.

29 Por ejemplo, la web Marxists.org, la web y revista de Lluita Internacionalista, y la web de la revista Sin permiso.

30 Como Eduard Puigventós -biógrafo de Ramon Mercader- que confundiendo política revolucionaria con política frentepopulista afirmó increíblemente que la concepción de Trotsky de que con una política justa de la vanguardia proletaria era posible convertir la posición defensiva de Catalunya en una posición ofensiva de la revolución española «bé podria ser atribuïda a la majoria de dirigents de les forces lleials a la República a partir de l’esclat de la Guerra Civil» (ver: PUIGVENTÓS, Eduard. «El paper dels catalans en l’asil i l’assassinat de Trotski: Andreu Nin i Ramon Mercader». Temps i espais de memòria, núm. 04 (gener de 2017), p. 3).

31 Excepciones son En Lluita, Lluita Internacionalista y la Liga Comunista Internacional.

32 TROTSKY, L. «Le conflit catalan et les taches du prolétariat», Arjiva Kominterna, f. 552, op. 1, d. 7, ll. 5-7, R.G.A.S.P.I.

33 Carta de Alfonso Leonetti a la C.E. de la I.C.E. (17-VII-1934), Arjiva Kominterna, f. 552, op. 1, d. 7, ll. 8-9, R.G.A.S.P.I.

34 Las mayúsculas y los énfasis son del original. He querido intencionadamente hacer la traducción lo más literal posible, para mostrar lo más cuidadosamente el estilo de un texto creado por alguien que claramente domina el francés, pero que no lo tiene como lengua nativa.

35 Las mayúsculas y los énfasis son del original; se han hecho unas pocas correcciones gramaticales.

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