El largo camino por la enseñanza del catalán en la Escuela Municipal de
Sordomudos de Barcelona (1910-1970)1
Antonio Gascón Ricao
Panorama general
Un hecho indiscutible al haber sido una constante a todo lo largo de la Historia de la educación en España, es que la política de los gobiernos del momento o de la propia iglesia española han marcando impronta, tanto en el plano educativo propiamente dicho como en el religioso, al superponerse gobierno e iglesia en los contenidos curriculares. Un tema que vuelve a ser candente en la actualidad.
Otro de los muchos y variados factores que en su momento distorsionaron, o que en el actual continúan influyendo en la educación general de España es la lógica y normal existencia de “otras” lenguas españolas, alguna de ellas muy posiblemente más antiguas que el propio castellano, lenguas minoritarias contempladas en plano de igualdad tal como consta en la Constitución actual. Hecho lingüistico diferencial que en el caso concreto del catalán se hace perceptible y más aún entre los sordos catalanes, al sufrirlo dicho colectivo desde los principios del siglo XIX, siendo como eran o son una minoría dentro de la propia minoría lingüística catalana.
Avatares y altibajos educativos que sirven como botón de muestra de la represión política y lingüística del estado español a todo lo largo de más medio siglo XX en el caso particular de las personas sordas, que vieron de aquel modo cercenada de forma radical los avances tanto pedagógicos como en investigación, que de forma voluntariosa había iniciado el Ayuntamiento de Barcelona en fecha tan temprana como fue el año 1918.
La tercera escuela municipal
El Ayuntamiento de Barcelona, pionero a nivel español tanto en la educación de los sordos2 como de los ciegos3, el día 18 de agosto de 1910, siendo titular de la Escuela Municipal de Ciegos y Sordomudos, conformada por dos secciones diferenciadas, decidió asumir también a su cargo la educación de los niños o niñas con deficiencias psíquicas, creando una tercera sección dedicada a los mismos, dando lugar así a la denominada Escuela Municipal de Ciegos, Sordomudos y Anormales de Barcelona.
Una escuela municipal, la barcelonesa, totalmente inclusiva y gratuita, a gran diferencia del Colegio Nacional de Madrid, o al admitirse en ella a los deficientes con edades comprendidas entre los cinco años y hasta los diez y siete, a los ciegos y semi-ciegos, o los sordos y semi-sordos o con deficiencias en el habla, comprendidos ambos también en aquellas mismas edades, pero que en los casos excepcionales se podían alargar hasta los 35 años4.
Los avances
Pero en el caso concreto de la escuela de sordos, la gran novedad del momento fue la incorporación de la entonces denominada educación auditiva, basada en métodos o en los aparatos más avanzados y modernos, a la par que pocos años después, en concreto, a partir de 1918, abandonando el Ayuntamiento barcelonés las motivaciones benéfico-sociales que hasta entonces habían justificado la existencia de aquella escuela desde el año 1800, se lanzó a buscar otros objetivos más ambiciosos, como fueron el incorporar activamente a los sordos en la sociedad civil a la que sin ninguna duda pertenecían:
“Este Centro tiene como objeto social, educar e instruir a todos sus alumnos a fin de que puedan bastarse a sí mismos, sacándoles del aislamiento en que se hallan en relación con los otros seres humanos, por su inferioridad de condiciones físicas o psíquicas, enseñando, por los métodos y procedimientos más modernos a los sordomudos a hablar y entender el lenguaje hablado”5.
En 1916, y dentro de la campaña desarrollada por la venerable Unió Nacionalista en pro de la recuperación de la lengua y la cultura catalana, L´Associació Protectora de L´Ensenyança Catalana pidió encarecidamente y por carta al director de la Escuela Municipal de Sordomudos de Barcelona que se enseñara el catalán a todos los sordomudos catalanes, tanto el escrito como el oral. Petición por otra parte lógica, pero reconociendo de antemano la Associació la dificultad que aquel objetivo entrañaba, después de tantos años de una enseñanza monolingüe del castellano.
Castellano o catalán
Por otra parte, aquella anomalía lingüística ya había sido denunciada 75 años antes y en la misma Barcelona, con total honradez académica, por parte del maestro de sordos español, por lo tanto castellano, el antiguo José María Moralejo, más conocido como el “Cura de Brihuega”6, que en su caso fue director del Colegio de Sordos financiado por la Junta de Comercio de Barcelona durante el trienio 1838-18407, advertencia de la que nadie en Barcelona y menos aún el Ayuntamiento había tomado buena nota.
Un hecho educativo evidentemente aberrante de tenerse en cuenta que la población de la región era en su gran mayoría y de normal catalanoparlante. Lo que significaba que hasta entonces los sordos catalanes aprendían a hablar, a leer y a escribir castellano, cuando en su familia el idioma más habitual era el catalán, creandose así una barrera lingüística en los hogares entre el sordo y su parentela más próxima:
“No nos pasa desapercibido a este Consejo las dificultades que de momento reportaría la aplicación de este criterio, fundamentado en la más pura lógica; pero reconocerá, señor director, que es algo que reclama una urgente reparación el evitar que los desgraciados (sic) que, merced a la acción nunca suficientemente alabada de esa benemérita escuela, lleguen a poseer el uso de la palabra, habiendo adquirido este don de poderse comunicar con sus iguales en tierras de Cataluña, hayan de padecer la desventura de sentirse extraños en el seno de su familia, dentro de su propio hogar catalán”8.
El 30 de agosto de 1917, la Comisión de Cultura del Ayuntamiento barcelonés aprobó las “Bases de reorganización” del centro. Nueva organización que dio origen a que las tres secciones que componían aquella escuela única de educación especial, pasaran a ser, en cierto modo, tres escuelas diferenciadas, al conformarse la Escuela Municipal de Sordo-mudos, la Escuela Municipal de Ciegos y la Escuela Municipal de Deficientes, aunque las tres a cargo de un único director general, que a su vez sería director general de las tres, al cual seguían en cargo otros tres directores específicos, uno por cada escuela, creándose a la par un Laboratorio de Estudios e Investigaciones anexo a cada una de dichas escuelas9.
Pere Barnils
Al año siguiente, Pere Barnils10, en su caso director técnico de la Sección de Pedagogía de la Escuela de Sordomudos, recomendaba en su denominado “Proyecto de la Escuela” el uso normal del catalán en la escuela, pero en principio, con total respeto a la lengua materna propia de cada niño o niña. Según Barnils, al entrar los niños o niñas en la “escuela maternal”, a los cuatro o cinco años edad, a los que eran castellanos, se les tendría que enseñar en castellano, y después en catalán. A la inversa, a partir de los ocho años, por obligación, a todas las niñas o niños sordos catalanes y que hasta los ocho años hubieran recibido su enseñanza únicamente en catalán, se les tendría que enseñar, además, el castellano.

Habrá que reconocer que aquella era una propuesta muy avanzada para su época y evidentemente encaminada a lo que hoy denominamos bilingüismo. También en el mismo “Proyecto”, avanzándose también a su época, Barnils pedía la inmediata y total supresión entre los alumnos de su escuela de los habituales castigos corporales, acabando de una vez por todas con el dicho común entre los maestros “de que la letra, con sangre entra”11.
Barnils filólogo y fonetista, se había doctorado en la Universidad de Halle (Alemania) en 1913, con la tesis “El dialecto de Alicante”. Tras su regreso a Barcelona, el Institut d´Estudis Catalans le encargó la búsqueda sistemática de materiales para el futuro Diccionario General de la Lengua Catalana, dirigido por Pompeu Fabra. En 1917, pasó a formar parte, como director técnico de la Sección de Pedagogía, de la Escuela Municipal de Sordomudos de Barcelona, organizando en dicha institución el año 1920 su Laboratorio de Estudios e Investigación, siendo nombrado en 1928 director efectivo de dicha escuela, cargo del cual dimitió al concluir el curso 1929-193012.
En el currículum docente de dicha escuela, propuesto por Barnils, se distinguía perfectamente las tres etapas de formación que se debería impartir a los alumnos sordos: 1ª de 4-7 años; Educación Sensorial, 2ª de 7-12 años; Preparación Intelectual General y 3ª de 12-16 años; Enseñanza Profesional con educación complementaria. Todo ello con una estricta separación de los alumnos en función del sexo, hecho que en el caso de las niñas condicionaba y mucho su educación general, abocada totalmente a su “condición” de mujer, un modelo muy típico de la época.

En el año 1920, gracias al Ayuntamiento barcelonés Pere Barnils creó el denominado Laboratorio de Fonética Experimental, totalmente específico para la escuela de Sordomudos, que con su labor propició la aplicación de una serie de nuevas técnicas de diagnóstico de la sordera, incluyendose también por vez primera el uso de la logopedia, en aquel momento denominada ortofonía. A finales de aquel mismo año, la escuela, hasta entonces establecida en un chalet de la calle Provenza de Barcelona, pasó a ser trasladada a una antigua torre en Vilajoana, en los bosques de Vallvidrera, siguiendo las concepciones de la Escuela Moderna, dado que muchas de sus clases estaba previsto que se desarrollaran de normal al aire libre, corriendo a cargo del Ayuntamiento tanto los gastos de transporte de los alumnos como los de su manutención, que entre sus tres secciones alcanzaban un total de unos 130, y con una plantilla total de funcionarios municipales de 43 personas.
Continúa el uso de los castigos físicos
A pesar de las recomendaciones de Barnils de suprimir los castigos corporales, en mayo de 1923, el propio Barnils se encargó de denunciar al entonces director de la escuela general en aquel entonces denominada ya Vilajoana, Joan Alzina, al profesor Emilio Tortosa Orero, profesor de la escuela de sordomudos desde 1910 y propietario del Institut Català de Sord-muts de Barcelona13, a causa de los castigos corporales que infligía de normal a sus alumnos sordos, y que estaba causando de forma colateral el absentismo de sus alumnos.

En aquel caso entre los niños del primer grupo, actitud que mantuvo Tortosa en el tiempo, dado que en plena guerra civil volvió a ser otro director el encargado de volver a denunciarlo de lo mismo. Hecho que viene a demostrar que aquella actitud de Tortosa no tenía nada que ver con el espíritu general imperante en la escuela14. Denuncias que de poco o nada sirvieron:
“(Por desgracia) malogradamente, ha resultado cierto que el profesor Sr. E. Tortosa no ha desistido en utilizar el castigo corporal en sus clases. Digo “desistido” porque el dicho Sr. ya había sido avisado seriamente en otras ocasiones sobre el particular habiendo hecho propósito de enmienda.”
La Dictadura de Primo de Rivera
El 13 de septiembre de 1923, con la anuencia de la corona española, se produjó el golpe de estado del general Primo de Rivera y con él la llegada de la Dictadura, nuevo regimen que no tardará en implantar vía decreto la abolición en todas las escuelas primarias catalanas el uso del catalán, imponiendo a la fuerza de manera obligatoria el estudio y uso del castellano. Normativa del gobierno central que la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona remitió a la Escuela de Sordomudos para su inmediata aplicación, cuando los alumnos sordos llevaban recibiendo desde 1918 y desde el mismo “jardín de infancia”, la enseñanza en catalán, hecho que sin duda debió repercutir y mucho entre los desconcertados alumnos sordos:
“Artículo 1º. Los maestros nacionales que proscriban, abandonen o entorpezcan la enseñanza en su escuela del idioma oficial en aquellas regiones en que se conserva otra lengua nativa (sic), serán sometidos a expediente, pudiendo serles impuesto la suspensión de empleo y sueldo de uno a tres meses.
Artículo 2º. En caso de reincidencia podrá acordarse su traslado libremente por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes a otra provincia donde no se hable más que la lengua oficial, en la localidad de igual o menor vecindario.
Artículo 3º. Si se tratase de escuelas de primera enseñanza públicas o privadas, cuyos maestros no estén comprendidos en lo dispuesto en los anteriores artículos, podrán ser clausuradas temporal y definitivamente.
Artículo 4º. Quedan derogadas cuantas disposiciones se opongan al presente decreto.”
En 1925, el gobierno municipal de la época de la Dictadura ordenó la separación física de las tres escuelas, perdiendo así esta la condición de “escuela al aire libre”, muy propia de la Escuela Moderna, y por lo mismo trasladando la escuela de sordos a Barcelona, concretamente a la calle de Marqués de Santa Ana nº 4.
La misma Dictadura siguiendo con aquella cerril política contraría al uso del catalán en las escuelas, el 26 de febrero de 1926, dio como resultado que el Ayuntamiento de Barcelona exigiera a la Escuela Municipal de Sordomudos, que incluso se retiraran de ella todos los rótulos existentes en catalán, “colocando en su lugar otros extendidos en idioma oficial”, es decir, en castellano.15 Dos años antes, ya habían sido retirados de la escuela los tres primeros libros de textos de Barnils dedicados en exclusiva a la enseñanza de los sordos en catalán, que eran los de uso común en la escuela16.
Entre los múltiples avatares de la escuela, en octubre de 1926, se convocaron a todas las escuelas municipales, y entre ellas a la Escuela Municipal de Sordomudos, para celebrar en la Plaza San Jaime el día 12 de octubre el denominado Día de la Raza, acto patriótico al que no podría faltar nadie, salvo los párvulos o los enfermos pero con la debida justificación (sic), debiendo colocarse “colgaduras y el emblema nacional en los balcones, ventanas o cualquier exterioridad útil de los locales donde la escuela radique”.

El director de la escuela, en su caso Pere Barnils, en un acto que es de suponer fue de insumisión excusó hábilmente la inasistencia de su escuela a dicho acto “patriótico”, aduciendo en su defensa que había recibido la carta de comunicación “el día 13 a las diez de la mañana”17, sobreentendiéndose que por lo tanto les fue materialmente imposible asistir al evento.
La decadencia de la escuela
Al mes siguiente, el maestro en Artes de la Madera, Enrique Tarragó, presentó su dimisión ante la falta total y absoluta de materiales con los que poder impartir su asignatura. Hecho al que se vino a sumar, al ser acusado por alguno de sus iguales, de que los pocos materiales que existían en el taller, los muchachos a su cargo y sin su conocimiento, los habían utilizado en su provecho construyéndose con ellos unos inocentes zancos. Actividad infantil que al parecer había dado lugar a algunos pequeños accidentes entre sus fogosos practicantes.18 Tarragó no regresaría a la escuela hasta marzo de 1931.
En 1930 Pere Barnils harto de la decadencia y del abandono casi absoluto de la escuela por parte del Ayuntamiento barcelonés, dimitió como director, momento en que fue substituido en el cargo por Jaume Pastor Echaure, en su caso profesor del segundo grupo de niños, los más avanzados, pero tal como se verá personaje muy proclive al vulgar “chaqueteo”.
En febrero de 1931, el nuevo director de la escuela, en un comunicado interno que firmaron todos los maestros, les recordaba a los profesores la prohibición absoluta de los castigos corporales, recomendación que demuestra que algunos de ellos lo seguían practicando. 19 Hecho que retrotrae a 1926, cuando Barnils denunció al profesor Emilio Tortosa, profesor que en aquellas fechas de 1931 y a pesar de su actitud continuaba en plantilla, o que continuará muchos años después de imponerse de pleno el franquismo.
La II República
El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República española. El 16 de abril, por orden del alcalde de Barcelona, Jaume Aiguader, y en su nombre el secretario interino Josep María Pi i Suñer, se promulgó que toda la documentación del Ayuntamiento debería redactarse en catalán, incluida la propia de todas las escuelas municipales.

Aquel mismo día, el director de la escuela Jaume Pastor, haciéndose en principio de nuevas, redactó dos cartas, una en castellano y la segunda en catalán. La primera denunciando en castellano a sus propios alumnos, en este caso a un grupo de 20, como si de un motín se tratara, a los cuales se les había encontrado celebrando en la Cantina de la escuela la “orden de Fiesta Nacional con motivo de la proclamación de la República”, que “dado su defecto físico, quedaron en la misma vigilados por sus respectivos profesores”. Mientras que en la segunda, redactada en un catalán impecable, comunicaba a la Delegación de Cultura que “el Claustro de Profesores de la Escuela, atento siempre al cumplimiento de su deber, seguirá lealmente las órdenes que “emane” de la superioridad”, detalle que debió pensar que lo honraría20.
Pocos días más tarde, siguiendo aquel espíritu de reconocimiento del uso normalizado del catalán en las escuelas primarias de Cataluña, de hecho y en el caso de los sordomudos catalanes el mismo espíritu que había inspirado a la escuela en 1918 Pere Barnils, y después de siete años y medio más tarde de su supresión, tras su aplicación de apenas cinco, la República, por mediación del Ministerio de Instrucción Pública, decretó el 29 de abril de 1931 lo siguiente:
“Art.1. Quedan derogadas todas las disposiciones dictadas desde el 13 de septiembre de 1923 contra el uso de del catalán en las Escuelas Primarias.
Art. 2. En las escuelas maternales y de párvulos de Cataluña la enseñanza se dará exclusivamente en lengua materna, catalán o castellana.
Art. 3. En las escuelas primarias se dará también la enseñanza en lengua materna, sea castellana o catalana, y se les enseñará a los alumnos catalanes, a partir de los 8 años, el conocimiento y práctica de la lengua española, a fin de conseguir que la hablen y escriban con toda corrección.”
La Republica dando un nuevo salto adelante, decretó la escuela “laica” el 13 de enero de 1932, que en una nota separada se hizo llegar desde el Ayuntamiento a la escuela de sordomudos y donde se decía:
“La escuela ha de ser laica. La escuela, sobre todo, ha de respetar la conciencia del niño. La escuela no puede ser dogmática ni puede ser sectaria. Toda propaganda política, social, filosófica y religiosa, queda totalmente prohibida en la escuela. La escuela no puede coaccionar las conciencias. Al contrario, ha de respetarlas. Ha de liberarlas. Ha de ser neutral donde el niño viva, crezca y se desarrolle sin sojuzgaciones de esa índole.
La escuela, por imperativo del artículo 48 de la Constitución, ha de ser laica. Por tanto, no ostentará signo alguno que implique confesionalidad, quedando igualmente suprimida del horario y del programa escolar la enseñanza y las prácticas confesionales. La escuela, en lo sucesivo, se inhibirá en los problemas religiosos. La escuela es de todos y aspira a ser de todos.”21.
Por si con lo anterior no hubiera quedado convenientemente claro, la Asesoría Técnica de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento, dirigió una carta personal a la Escuela de Sordomudos el día 29 de febrero siguiente, recordándoles a los maestros que la enseñanza debería ser absoluta y escrupulosamente “laica”.
Carta a la que se debería contestar obligatoriamente22. Misiva, a la cual la escuela respondió, casi a vuelta de correo, el día 1 de marzo, garantizando que la escuela “cumpliría en todo las órdenes que recibiera de la Comisión”.
Siguiendo con aquella misma preocupación, a la que se unía la del bilingüismo, el 29 de junio de 1933, en una circular transmitida a todas las escuelas municipales, incluida la de sordomudos, el presidente de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento Joaquin Xirau, les recordaba el deber y la obligación de aplicar en las escuelas tanto el “bilingüismo” como las leyes “laicas”, amenazando sin sutileza alguna en caso de su no aplicación:
“No es grato recordarles y recordar, por vuestro conducto, a todo el personal docente que trabaja en el Grupo Escolar […], las disposiciones legales vigentes sobre el problema del bilingüismo […] Interesa por el buen nombre de nuestra cultura y de la lealtad que debemos a la República, que los dos idiomas hermanos sean cultivados amorosamente en nuestras escuelas, dentro de las normas pedagógicas modernas y de los indicadores legales citados. Así mismo recordamos a todos, sin excepción de ningún tipo, que hay que acatar estricta y lealmente el espíritu y la letra de las leyes laicas vigentes, en todo lo que haga referencia a las tareas escolares y manifestaciones externas, colectivas o individuales […] Pero cabe manifestar que toda resistencia pasiva o el incumplimiento de las leyes citada dará motivo para proceder con la energía debida, ya que se trata de dos asuntos de importancia fundamental”23.
El 26 de octubre de 1933, cuatro meses después de aquella circular, el director de la escuela de sordomudos Jaume Pastor, al parecer contemporizando, pidió al ayuntamiento barcelonés libros redactados en catalán con el fin de poder “ilustrar con lecturas apropiadas a su lenguaje” a los alumnos sordos. Hecho que viene a demostrar que hasta aquel entonces, después de dos años y dos meses de haberse regresado a la enseñanza en catalán a las escuelas municipales, la escuela de sordomudos seguía incumpliendo las leyes de la República respecto al idioma, prueba de ello es que el Ayuntamiento, pasó nota dos días mas tarde al Departamento de Cultura de la Generalitat, que el día 31 de aquel mismo mes dio orden inmediata de remitir a la escuela un lote de libros que estuviera “acorde a la finalidades que practica (la escuela)”24.
La guerra civil y sus consecuencias posteriores
Al iniciarse la guerra civil española en julio de 1936, la escuela en previsión de los posibles bombardeos de Barcelona, se trasladó a una torre abandonada por sus propietarios en la Avenida del Tibidabo, 44-46, propiedad de la familia Roviralta. Dentro del caos producido por los primeros meses de la guerra, en septiembre de 1936 se solicitó al director de la escuela que comunicara a la Sección de Cultura, en el plazo de 48 horas, una relación detallada de los funcionarios que por la causa que fuere hubieron dejado de presentarse desde el día 23 de julio anterior, circunstancia que en la escuela no se había dado en ningún caso.
A destacar que con indiferencia de la guerra las clases continuaron, en cierto modo, con toda normalidad, hecho que provocó muchas angustias entre las familias de los alumnos, que temían por la vida de sus hijos, pero de este modo y a pesar de ello asistieron a ellas uno total de 60 alumnos, entre niños y niñas. Normalidad en la que influyó sin duda alguna la constante vigilancia de la Sección de Cultura del Ayuntamiento que obligó, tanto al director como a los propios maestros a comprometerse por escrito, de que deberían informar de forma “veraz” sobre las faltas de los alumnos, mientras que en el caso de los maestros se les amenazaba en caso de abandono injustificado del servicio:
“Así mismo, bajo su responsabilidad, pondrán la máxima diligencia en las notas que pongan en la Lista de Asistencia, principalmente con referencia a los indispuestos, enfermos y otras autorizaciones, para tratar de evitar muchos abusos que se cometen actualmente, privando el presente aviso que los responsables no pongan otras notas que las que se ajusten a la verdad. También se tendrá en cuenta a los empleados que falten a su deber no asistiendo a sus puestos, abandonando su servicio, que serán severamente castigados y separados como tales, si es preciso”25.
Prueba de aquella misma normalidad relativa fue que la plantilla de sus profesores que hasta entonces era de once, se vio incrementada al año siguiente en dos más.26 El 20 de diciembre de 1936, en plena guerra civil, la Conserjería de Cultura del Ayuntamiento hizo saber su voluntad de modificar de forma radical el concepto que hasta entonces se tenía en la escuela referido a la hasta entonces estricta separación de sexos, en perjuicio del femenino, aboliendo aquella obsoleta norma e implantando la coeducación, medida que lógicamente afecto también a la Escuela Municipal de Sordomudos.
“La nueva concepción de la Escuela que actualmente se perfila entre nosotros, impone unas normas sujetas al momento actual. Una de estas y, sin duda de las más destacadas, es la que hace referencia a la coeducación, que se implantará inmediatamente en el Grupo Escolar bajo vuestra dirección.
El buen criterio pedagógico de usted, advertirá la importancia del cambio y la necesidad imprescindible de velar con todo rigor, para que no se falsee en nada ni por nadie, la trascendencia del cambio.
Esta Consejería no cree necesario señalar ningún tipo de norma para la referida implantación; pero, si que quiere indicarle el cuidado y la comprensión con la que habrá que hacerla y espera de usted y los maestros adscritos a este Grupo Escolar, convencidos de tal conveniencia, aportaran su cooperación más decidida a la idea que nos guía, con la finalidad que sea un éxito indudable la nueva modalidad educativa”27.
Circular a la cual contestó Jaume Pastor, director de la Escuela Municipal, dirigiendo una carta al Departamento de Cultura del Ayuntamiento del cual dependía, comunicándole el 2 de enero de 1937 que por fin se ha implantado en la escuela a “coeducación” entre los alumnos, con las lógicas dificultades que aquella medida debió comportar, incluidas en ellas el hecho de que hasta entonces los maestros se dedicaban en exclusiva a los niños, mientras que las maestras sólo a las niñas.
“Ciudadano:
Tengo la satisfacción de comunicaros que con fecha de hoy se ha dado cumplimiento a lo que nos ordenó esa Consejería –Regiduría de Cultura, en cuanto hace referencia a la implantación de la Coeducación en nuestra Escuela; habiendo quedado hecha la distribución de los alumnos en la forma que se detalla en la relación adjunta a la cual esta Dirección espera que daréis vuestra conformidad.”28.
En los principios de 1938, la escuela de sordomudos fue trasladada de nuevo, aunque permaneciendo en la misma Avenida del Tibidabo, escuela que pasó a denominarse como “Bella Estada Escolar”, teniéndose también que habilitarse en unos locales cercanos un internado, donde se dio acogida humanitaria a los sordos huérfanos de guerra o con sus padres en los frentes de combate. Edificios ambos, que a la conclusión de la contienda y al ser devueltos a sus legítimos propietarios, volvió a provocar en 1940 un nuevo éxodo de la escuela que pasó a ser ubicada en una torre situada esta en el Paseo de la Bonanova nº 41.
Con la entrada en Barcelona de las tropas franquista el 26 de enero de 1939, y con apenas dos semanas de ocupación, aunque en su “III Año Triunfal”, el 8 de marzo se le pidió desde el Ayuntamiento al director de la escuela Jaume Pastor que hiciera saber al Negociado de Personal los nombres de los funcionarios de su escuela que no se habían presentado desde el 26 de enero, fecha de la toma de Barcelona por las tropas franquistas, hasta aquella misma fecha concreta, cuya respuesta tendría que ser efectiva el día 11. Respuesta que por desgracia no se conserva.
Los primeros tiempos del franquismo
Cinco meses más tarde aquella incógnita parece despejarse, ya que el 12 de agosto siguiente, el director de la escuela, ahora transformado diligentemente en “Jaime” Pastor Chaure, envió una carta en “castellano”, con membrete oficial de la escuela, pero citando en su casa particular a una serie de maestros de la escuela de sordomudos, en concreto a ocho, pero no citando al resto, en su caso, a los cuatro restantes, según él para imponerles en un asunto de suma importancia para todos ellos:29
“Sírvase pasar por esta s/c Mallorca 450, 3º, 2ª con la mayor urgencia y provista del carnet expedido por el Excmo. Ayuntamiento con anterioridad al Glorioso Movimiento Nacional para enterarle de un asunto de suma importancia y que le interesa personalmente […] Año de la Victoria”.
El 10 de octubre de 1939,el Ayuntamiento de Barcelona, Negociado de Cultura, envió en aquella fecha al director de la Escuela Municipal de Sordomudos un acuerdo del pleno del día 26 de septiembre pasado, donde se le comunicaba las últimas disposiciones respecto a los maestros municipales, al tener la necesidad de reabrir de nuevo las escuelas municipales:
“Que, en tanto no se haya podido logra la definitiva depuración de los maestros municipales, y teniendo en cuenta la necesidad de proceder a la apertura de las escuelas que sostiene el Exmo. Ayuntamiento, se consideren provisionalmente habilitados para ejercer sus funciones, todos los mencionados maestros que no se hallen afectos a servicios especiales o que no pese sobre ellos ninguna suspensión preventiva”
Medida que se hizo efectiva, en el caso de la escuela de sordomudos, el día 20 de octubre siguiente, donde curiosamente fueron habilitados los ochos maestros citados por su director en agosto anterior y él mismo. Hecho que muestra en apariencia que en el caso de los otros cuatro maestros desaparecidos, lo habían sido por motivos políticos, aunque sospechándose en un caso concreto que la desaparición de uno de ellos, en concreto una maestra, pudo obedecer a simples causas naturales, o que en el caso de los habilitados no existía ningún desafecto o desafecta al nuevo régimen franquista30.
La Posguerra, el declive educativo
En abril de 1943, la plantilla aceptada por el régimen franquista ya en octubre 1939 quedó reducida a siete maestros, a causa de haber fallecido en febrero de 1942 el antiguo director Jaime Pastor, que en su caso tuvieron que hacer frente a un total de 51 alumnos de ambos sexos31.
Tras la guerra civil, el Ayuntamiento adjudico a la escuela un sacerdote, aunque este no figuraba en las listas de profesores, que en su caso era el encargado de realizar las perceptivas misas, pero claro está, siguiendo los ritos de la época de espaldas a los alumnos sordos, pero que cuando este se daba la vuelta durante la ceremonia les intentaba hablar en señas. Hecho curioso al apercibirse que los más mayores, y hasta el final de la guerra no habían recibido noción alguna de religión, quedando en la duda que debería explicarles a los pobres sordos aquel “voluntarioso” y pío sacerdote.
El motivo principal residía, en el hecho de que en el programa de estudios de la escuela nunca figuró la religión como asignatura, del mismo modo que tampoco figuró la denominada Formación del Espíritu Nacional, cuando menos no hay constancia escrita, aunque si testimonial al respecto de lo anterior.
A pesar de ello el programa de la escuela sufrió evidentemente cambios radicales con la vuelta a la enseñanza única del castellano o con el regreso a la escuela confesional, oración matinal incluida, o con el obligatorio saludo también matinal a los símbolos nacionales, con la mano alzada, tal como se recoge en un folleto de propaganda de la escuela de 1943, acto del cual se conservan varios inocentes pero explícitos dibujos realizados por los alumnos de aquella misma época:
“Así por la mañana un tranvía especial les conduce a la escuela. Ya en ella, empieza su lenguaje, con la oración en capilla, el saludo a la bandera, sus clases de idioma (el castellano) y demás materias…”32.
Pero, de compararse la plantilla de maestros existente en la escuela en 1943, con la de 1922, y con un número de alumnos muy similar, por no decir igual, viene a resultar que después de 21 años está se había rebajado en total de siete, contando tanto a las maestras como a los maestros, al haberse perdido por el camino un médico, un técnico en Pedagogía, un profesor de Dibujo, un profesor de Trabajos Manuales, una profesora en Modelado y dos maestros auxiliares de Dibujo, en su caso, una profesora para las niñas y un profesor para los niños, sin hablar ya de la total desaparición del avanzadísimo Laboratorio de Estudios e Investigaciones propio de la Escuela, en su época dirigido por Barnils.
La intervención de la iglesia, Acción Católica
Otro hecho significativo de aquel mismo periodo, fue el intento realizado en 1941, siguiendo una orden general, por las monjas franciscanas del Colegio para sordos de la Purísima de Barcelona, por acabar con el movimiento asociativo de los sordos en Barcelona, que contó con la ayuda directa de Emilio Tortosa Orero, el mismo profesor acusado en 1923 por Pere Barnils de maltrato a los alumnos, al considerarlo, según su particular y corta visión, un nido de “ateos”, “rojos”, “republicanos”, o según los casos de “separatistas”, brutal intento encaminado a atraer a todos los sordos catalanes, casi a la fuerza, hacia Acción Católica.
Impulsado por lo que creía era una positiva experiencia política de la Iglesia en Italia, Pío XII instó al episcopado español de la posguerra para que revitalizase la Acción Católica. Así en la primavera de 1939, la Conferencia de Metropolitanos aprobó las bases para la reorganización de la Acción Católica “antes de emprender la gran batalla pacífica de recristianización de España”, concibiéndose a la par como entidad coordinadora de todos los movimientos católicos que encuadraban a seglares.
En 1940 la revista Signo, órgano de los jóvenes de la Acción Católica, alcanzó tiradas enormes. En enero de 1941, cuando se celebró la primera jornada de estudio de presidentes diocesanos, fue el momento en que, por aclamación, se aprobó el ideario de trabajar para hacer de España y de todo lo hispánico vanguardia de la Cristiandad, ejemplo y guía para un mundo “profundamente enfermo”.
De ahí que el hecho de que Acción Católica intentara inmiscuirse en el mundo sordo no fue exclusivo de Cataluña sino repetible en España entera, donde a diferencia de Barcelona consiguieron ampliamente aquellos objetivos, que se mantuvieron durante décadas, o que continúan en la actualidad, en cierto modo y a grosso modo, con la famosa “Pastoral del Sordo”.33 De este modo, aquel año de 1941 las monjas franciscanas del Colegio de la Purísima de Barcelona, un colegio elitista y de pago, junto con Emilio Tortosa, padre, director y propietario del Instituto Catalán de Sordomudos, colegio también de pago, presidente a su vez de la Sociedad de Socorros Mutuos de ambos sexos de Cataluña, entraron en conflicto directo con el Casal (Casa) del Sordomudo de Barcelona, fundando la Acción Católica de Sordomudos de Barcelona, a imitación de lo que ya había ocurrido, por ejemplo, en Madrid, lugar desde el cual se recibían las pertinentes instrucciones.
Acción que provocó que una parte minoritaria de socios del Casal del Sordomudo, desertara del mismo, obligando a la vista de ello, en un acto de pura autodefensa, a que algunos de los dirigentes más significativos del Casal, y en un intento por salvar la institución, se tuvieron que afiliar voluntarios a Falange Española y de las JONS, buscando con ello la salvación general ante aquel asalto ideológico, grupo fascista que curiosamente y en general los amparó ante los graves desmanes que estaba cometiendo la Acción Católica.
Aunque de hecho, la nueva entidad rival, totalmente confesional y adicta al régimen, se nutrió casi en exclusiva de socios sordos procedentes principalmente de familias pudientes, gentes que nunca habían sido socios de ninguna de las antiguas asociaciones de sordos, muchas de ellas anteriores a la guerra civil y por tanto compuestas en general por gentes de extracción muy humilde.
Para llevar a cabo aquel objetivo, evidentemente político, militantes de Acción Católica realizaron una fuerte campaña de proselitismo a nivel de calle entre los sordos catalanes o entre sus familias, o en las propias asociaciones de sordos, mientras que en el caso de los colegios, ya fueran los privados o el municipal, se encargaron de ella tanto las monjas de la Purísima como el profesor Emilio Tortosa.
En ambos casos, tratando de convencer a sus ex alumnos o los alumnos que todavía estaban estudiando en ellos, de que al salir de las escuelas deberían ingresar en la Acción Católica y no en el Casal de Sordos, al que acusaban falsamente de no ser adicto al régimen nacional-católico, puesto que dichas asociaciones nunca habían tenido carácter político sino más bien todo lo contrario, pues sus objetivos, en buena lógica, eran otros muy distintos. Actitud que por fortuna no secundaron, en ningún caso, el resto de los maestros de la Escuela Municipal que en este asunto se declararon neutrales en aquel conflicto.
De hecho, la fundación de Acción Católica de Sordomudos en Barcelona, no hubiera tenido mayor importancia si no hubiera provocado una grave brecha entre los sordos, divididos a partir de entonces en dos bandos rivales, al igual que ya había acaecido durante la guerra. Sin embargo, al celebrarse el Primer Congreso Nacional de Sordos, germen de lo que muchos años después será la actual Confederación Nacional de Sordos de España (CNSE), que tuvo lugar en Barcelona los días 22 al 27 de julio de 1949, y por motivos obvios, la Presidencia de Honor fue ofrecida a Emilio Tortosa, decano de los profesores de sordomudos españoles, que la aceptó sin más remilgos, teniendo en cuenta su desastroso y nefasto papel en aquella lucha a la par represiva e ideológica.
Durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta la Escuela Municipal de Sordomudos de Barcelona fue dejada de lado dentro de las prioridades de la Administración barcelonesa, y las maestras, de hecho los últimas supervivientes de aquellas que ya trabajaban en la escuela desde principios de siglo, no fueron substituidas después de jubilarse o al fallecer. Cuestión que llegó a ocasionar una situación de precariedad tan grave que dio lugar a verse comprometida, incluso, la propia continuidad física de la institución, pues esta no levantaría cabeza hasta la década de los setenta34.
Así María Moguer Molins, la sucesora en la dirección de la escuela de Jaime Pastor, ejerció el cargo de directora desde 1942 hasta finales de 1957. A esta le sucedió María Piñol Ramon, que lo ejerció hasta noviembre de 1958, momento en fue substituida por María del Pilar Moracho Urgelés, que se mantendrá en el cargo desde aquella fecha hasta el año 1972, momento en que ya contaba con 71 años de edad.
El giro de Porcioles
Hechos todos que sin duda repercutieron en la educación de los alumnos sordos, prueba también de ello es que los alumnos que en el curso de 1956-1957 eran 107, o en el de 1962-1963 de 136, al curso siguiente eran sólo 8535. La propia escuela, haciendo balance en 1963 de sus propias publicaciones, reconocía entre ellas, en segundo lugar y casi camufladas las tres realizadas por Pere Barnils en 1922, pero sin citar ni su nombre ni sus títulos respectivos, destacando en primer lugar una titulada “Cómo se enseña a hablar a los sordomudos”,36 obra de Emilio Tortosa, cuando en realidad su contenido era una conferencia y no un manual educativo al uso, o la publicación de un “Silabario”,37 obra de María Noguer, sucesora de Pastor en el cargo de dirección, y un “Libro de imágenes”,38 obra colectiva de la escuela, aunque imitaciones vulgares de los tres libros de Barnils, o fusiladas sus imágenes de un manual suizo de principios de siglo,39 hecho que viene a demostrar una vez más la total decadencia de aquella escuela40.
Decadencia de la que saldrá gracias a la acción decidida del más conocido de los alcaldes de Barcelona durante la época franquista: José María de Porcioles41, que en 1970 cambió el nombre tradicional de la escuela uniendolo al suyo, al pasar de denominarse la misma: “Escuela Municipal de Sordomudos”, al de “Centro Municipal Fonoaudiológico José María de Porcioles”. Nombre y apellidos que no perduraron al ser más conocido popularmente como el “Fono”, ocupando el mismo edificio que en la actualidad ocupa en Barcelona el “CREDAC, Pere Barnils”42.
A su creación, el “Fono” quedó estructurado en dos servicios muy diferenciados: La Escuela Especial propiamente dicha y el Servicio de Exploración, Orientación y Rehabilitación, departamento de nueva creación. Este último fue destinado a “el estudio médico de los problemas y alteraciones de la comunicación humana por un lado, y al estudio clínico, experimental y de investigación de aquellas por el otro”. Funcionando también como centro de diagnostico y servicio de reeducación del lenguaje.
Pero dentro de las novedades, cabría remarcar que la inauguración del nuevo centro comportó, por fin, la reimplantación de nuevo de la coeducación, interrumpida en Barcelona desde 193943, pero no el bilingüismo que no se hizo afectivo, y con mucho recelo, hasta la llegada de la democracia, abogándose ahora por la llengua de signes catalana (LSC), cuando en 1978 ni se conocía, y aún menos se utilizaba.
Anexo I
Escuela Municipal de Sordo-mudos, Barcelona i
Año 1937, guerra civil:
Ubicación: Avenida del Tibidabo, 44-46
Alumnos, niños y niñas: 60
Relación de maestros:
Nombre: Cargo: Antigüedad cargo:
Jaime Pastor Chaure Director interino 9/1930
María Noguer Molins Profesora de Educación General 7/1910
Emilio Tortosa Orero Profesor de Educación General 10/1910
María Piñol Ramon Profesora de Educación General 12/1917
Carmen Maynadé Camprodon Profesora adjunta 5/1927
Pilar Morancho Urgelés Profesora adjunta 5/1927
Trinidad Pujals Tort Profesora adjunta 5/1927
María Luisa Molins Cervelló Maestra Municipal 6/1937
Andrés Gascón Mir Agregado con carácter de Profesor 7/1937
Rafaela Sanchéz Aroca Profesora de Modelado 12/1906
Enrique Tarragó Nogué Profesor de Artes de la Madera 3/1931
Miguel Cardona Martí Profesor de Dibujo 3/1931
Luis Mestre LLuch Encargado imprenta, Escribiente 6/1935
Anexo II
Año 1938, guerra civil:
Ubicación, Avenida del Tibidabo, 11-12, “Bella Estada Escolar”
Relación de Maestros:
Jaime Pastor Chaure (Director)
María Noguer Molins
Emilio Tortosa Orero
María Piñol Ramon
Carmen Maynadé Camprodon
Pilar Morancho Urgelés
Trinidad Pujals Tort
María Luisa Molins Cervelló
Andrés Gascón Mir
Rafaela Sanchéz Aroca
Enrique Tarragó Nogué
Miguel Cardona Martí
Luis Mestre LLuch
Anexo III
Año 1939, agosto, época de la depuración:
PROFESORES CITADOS:
María Noguer Molins
Emilio Tortosa Orero
María Piñol Ramon
Carmen Maynadé Camprodon
Pilar Morancho Urgelés
Trinidad Pujals Tort
Enrique Tarragó Nogué
Luis Mestre LLuch
PROFESORES NO CITADOS:
Rafaela Sanchéz Aroca
María Luisa Molins Cervelló
Andrés Gascón Mir
Miguel Cardona Martí
DESAPARECIDOS:
Rafaela Sanchéz Aroca: Nacida 31/1/1869. Funcionaria desde diciembre de 1906, ingresa en la escuela en diciembre de 1906 como profesora de “Modelado”. En 1939 tenía 70, probablemente fallecida en aquellas fechas.
Miguel Cardona Martí: Nacido 1/5/1903. Funcionario desde julio de 1926, ingresa en la escuela en marzo de 1931 como profesor de Dibujo. En 1939 tenía 36 años. Se desconoce su destino posterior.
María Luisa Molins Cervelló: Nacida el 3/3/1910. Funcionaria desde septiembre de 1928, ingresa en la escuela de sordomudos junio de 1937 como Maestra Municipal. En 1939 tenía 29 años. Se desconoce su destino posterior.
Andrés Gascón Mir: Nacido 23/7/1913. Funcionario el 3 de noviembre de 1936, ingresa en la escuela el 1 de julio de 1937 como “Agregado con carácter de profesor”. No participó como combatiente en la guerra, en 1936 tenía 23 años, con lo cual estaba en edad militar. Se desconoce su destino posterior.
Plantilla definitiva a finales de octubre 1939
Nombre: Cargo:
Jaime Pastor Chaure Director
María Noguer Molins Profesora de Educación General
Emilio Tortosa Orero Profesor de Educación General
María Piñol Ramon Profesora de Educación General
Carmen Maynadé Camprodon Profesora de Educación General
Pilar Morancho Urgelés Profesora de Educación General
Trinidad Pujals Tort Profesora de Educación General
Enrique Tarragó Nogué Profesor de las Artes de la Madera
Luis Mestre LLuch Encargado de la Imprenta
Anexo IV
Año 1940
Ubicación, Paseo de la Bonanova, 61
Alumnos: 51
Anexo V
Año 1943:
Plantilla
Nombre: Cargo:
María Noguer Molins Profesora de Educación General
Emilio Tortosa Orero Profesor de Educación General
María Piñol Ramon Profesora del Jardín de Infancia
Carmen Maynadé Camprodon Profesora adjunta
Pilar Morancho Urgelés Profesora adjunta
Trinidad Pujals Tort Profesora adjunta
Enrique Tarragó Nogué Profesor de las Artes de la Madera
Luis Mestre LLuch Escribiente
Modelos educativos de los alumnos sordos catalanes:
1910, Monarquía: castellano y confesional.
1918, Monarquía: bilingüismo y confesional.
1923, Dictadura Primo de Rivera: castellano y confesional.
1931, República; bilingüismo, coeducación y laico.
1939, Franquismo: castellano y confesional
1970, Franquismo: castellano, coeducación y confesional.
Notas
1 Ponencia del autor en el XVIII Cursos de Verano de la UNED, La recuperación de la memoria histórica de la educación durante el franquismo: la depuración del profesorado, Ávila, 3 al 7 de julio de 2006.
2 Juan Albert Martí (1800-1802).Ver en: biografiasyvidas.com/especiales/educación/martí.
3 José Ricard (1819-1823). Ver en: dbe.rah.es/biografias/74549/jose-ricart.
4 Reglamento para la Escuela Municipal de Ciegos, Sordomudos y Anormales de Barcelona. Barcelona, 1912.
5 Escuela Municipal de Ciegos, Sordomudos y Anormales. Barcelona, 1915.
6 Ver en: dbe.rah.es/biografias/74546/jose-maria-moralejo.
7 A. Gascón Ricao y José Gabriel Storch de Gracia y Asensio, La escuela de sordos de la Junta de Comercio de Barcelona (1838-1840), UCM, 2004.
8 Carta de la Associació Protectora de la Ensenyança Catalana del 19 de septiembre de 1916, dirigida al director de la Escuela de Sordomudos de Barcelona. Archivo del Institut Municipal d’Educació de Barcelona (IMDB).
9 Director General, Jesús Mª Bellido; Director de la Sección de Pedagogía de Ciegos, Hermenegildo Arruga; Director de la Sección de Pedagogía de Sordo-mudos, Pere Barnils; Director de la Sección de Pedagogía de Deficientes, Joan Alzina i Melis; Director de la Sección de Psicología, Josep Córdoba y Director de la sección de Antropología, Rosendo Carrasco.
10 Pere Barnils Giol, Centelles, 1882, Barcelona,1933.
11 Pere Barnils, manuscrito mecanografiado, “Projecte de l’Escola”, (1918).
12 Pere Barnils i Giol (Centelles (Barcelona) 1882 – Barcelona 1933). Durante aquellos mismos años dirigió las revistas especializadas “Estudios Fonéticos”, (1917); “La Paraula”, (1918) y “El Parlar”, (1930).
13 A. Martinez, et alli: Los Tortosa, los otros “sordos”, Barcelona, 2005.
14 Carta de Pere Barnils a Joan Alzina, Director General de los Institutos de Vilajoana, de fecha 2 de mayo de 1923. Archivo del IMDB.
15 Carta del Teniente Alcalde Delegado de Cultura, José Ponsa, a la Escuela Municipal de Sordomudos del día 25 de febrero de 1926. Archivo del IMDB.
16 Pere Barnils, Iniciació a l’ensenyament oral dels sors-muts, Barcelona, 1920; Guia per al primer ensenyament oral dels Sodrs-muts, Barcelona, 1920; Registre metòdic de Figures i Vocables per servir de complement al “Primer Ensenyament Oral dels Sors-must”, Barcelona, 1920.
17 Carta de la Delegación de Cultura a la Escuela Municipal de Sordomudos del día 9 de octubre de 1936, y nota manuscrita de Pere Barnils a la misma aduciendo los motivos de su no presentación a los actos.
18 Carta de dimisión de Enrique Tarragó dirigida a Pere Barnils el 17 de febrero de 1926. Archivo del IMDB.
19 Circular de Jaime Pastor, director interino, del 11 de febrero de 1931. Archivo del IMDB.
20 Cartas dirigidas respectivamente al Teniente Alcalde Delegado de Cultura y al Asesor Técnico de la Delegación de Cultura el día 16 de abril de 1931. Archivo del IMDB.
21 Circular de la Dirección General de Primera Enseñanza, referida al decreto del día 13 de enero de 1932. Archivo del IMDB.
22 Carta de la Asesoría técnica de la Comisión de Cultura del día 29 de febrero de 1923. Archivo del IMDB.
23 Carta redactada en catalán del Presidente de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Joaquim Xirau, del 29 de junio de 1933. Archivo del IMDB.
24 Govern de la Generalitat de Catalunya. Departamento de Cultura., carta del 31 de octubre de 1933. Archivo del IMDB.
25 Comunicación del Jefe de la Sección de Cultura, al director de la escuela del día 6 de diciembre de 1936. Archivo del IMDB.
26 Ver Anexo I.
27 Carta redactada en catalán, procedente de la Consejería de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, dirigida a la Escuela Municipal de Sordomudos el día 20 de diciembre de 1936. Archivo del IMDB.
28 Carta de Jaume Pastor redactada en catalán y dirigida Presidente Consejero Regidor de Cultura, de fecha 2 de enero de 1937. Archivo del IMDB.
29 Ver Anexo III.
30 Ver Anexo IV.
31 Ver Anexo IV.
32 Folleto “Escuela Municipal de Sordomudos”. Barcelona, 1943.
33 A la conclusión de la guerra en Madrid, las monjas de la Purísima tomaron por asalto el Colegio Nacional de Sordomudos de Madrid con la ayuda de los militares, llevándose del mismo todo cuanto les convino para su propio provecho personal, dejando de este modo desmantelado el colegio.
34 En 1964 nada más quedaban en plantilla un profesor de 37 años y cuatro profesores más con una media de edad de 61 años. Informe de la escuela, de fecha 4 de febrero de 1963, titulado “Contestación al Cuestionario de Datos”, donde se hace hincapié de que hacen falta, como mínimo, tres maestros más o un nuevo edificio para la escuela, que se llevaba prometido, por parte de las autoridades, desde 1945. Archivo del IMDB.
35 Carles Llombart, folleto, “De 1800 al CREDAC Pere Barnils”. Biografía de dos segles d’atenció educativa a l’alumne sord”, Barcelona, 1981.
36 Emilio Tortosa Orero, Cómo se enseña a hablar a los sordomudos. Conferencias dadas en el cursillo celebrado en el Hogar-Residencia del Instituto Ponce de León, en los Negrales, en agosto del año 1945,…, adicionadas con un resumen del programa de enseñanza del lenguaje, de la magistral obra pedagógico-didáctica del profesor Carlos Perini titulada “Método par enseñar la lengua de los sordomudos con la viva palabra” de la tercera y última edición, año 1905. Barcelona, 1946.
37 María Moguer Molins, Silabario: Aplicado a la enseñanza oral del sordomudo y la corrección de la palabra defectuosa. Barcelona, 1946; 2ª edición, 1954.
38 Libro de imágenes para la enseñanza del lenguaje hablado a los sordomudos. Barcelona, 1944, 2ª edición, 1950 y 3ª edición, 1959.
39 “Orell füssli’s BILDERSAAL für den sprachenunterricht”, Collection d´images destinée a l’enseignement des langues, Zurich 1880.
40 Informe titulado “Contestación al Cuestionario de Datos”, Barcelona, 6 de febrero de 1963. Archivo del IMDB.
41 Según algunos testimonios, el interés de Porcioles en aquella escuela pasó por el simple hecho de que él era ligeramente tartamudo.
42 Centro Municipal Fonoaudiológico José María de Porcioles. Delegación de Servicios de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, 1971.
43 C. Llombart, obra citada.
i Se excluyen del presente estudio a los bedeles, conserjes, enfermeras, cocineras o camareras que figuran en las plantillas de personal de escuela objeto del presente trabajo, con independencia de que todos ellos eran, al igual que los maestros, funcionarios del Ayuntamiento de Barcelona.