II República Española Insurreccionalismo Republicanismo

Jaca, 12 de diciembre de 1930 [Antonio Gascón Ricao]

Jaca 12 de diciembre de 1930: el enigma de la Guardia Civil1


El mito del eterno retorno

Es un hecho que la historia se repite. Por poner un ejemplo, de hacer memoria de los 288 hombres que asaltaron el Congreso en Madrid el 23 F de 1981, diecisiete eran oficiales. El resto burló toda responsabilidad penal. Pero hay más, la redacción del llamado pacto del capó vino con chapuza sintáctica incluida y debido a un error, los tenientes de la Acorazada que participaron en aquella asonada se libraron de la quema, no así los tenientes de la Guardia Civil. A la hora de la rendición, se tomaron notas para su propio recordatorio en un papel del Congreso, que luego sería firmado por los secuestradores y por el general Armada sobre el capó de un jeep, documento que fue tenido como acta oficial de la capitulación2.

En el asunto que nos concierne, durante la insurrección de Jaca diciembre de 1930 no se firmó papel alguno de rendición de la tropa republicana, teniendo en cuenta que los intervinientes de un bando y de otro eran de forma mayoritaría militares, y que la tropa la rindió un pobre alferez, porque todos los principales implicados habían huído en diferentes vehículos incluído el mismísimo Fermín Galán, cuyos papeles personales aparecieron esparcidos,y de los cuales dará razón el general Mola en unas de sus obras al ser en aquel tiempo director general de Seguridad 3.

Bando de Fermín Galán.

El caso fue que Galán en su huída fue dejando un extraño rastro de objetos personales, así en Alerre apareció un maletín donde junto con diversos documentos y efectos personales había varias cuartillas manuscritas con correciones a su obra Nueva Creación que se editará en 1931. De igual modo en una cloaca en las inmediaciones de Biscarrués se encontraron unos borradores corregidos con grandes tachones, de bandos y varios decretos así como de un manifiesto, documentación que Galán debió ir preparando durante el trayecto de Ayerbe a Huesca, borradores que concluían según el caso con títulos tales como: “vuestro Comandante en Jefe” o “Como Presidente del poder ejecutivo”, o “Articulo 1º Quedan concentrados en mi autoridad todos los poderes de la revolución”, un asunto curioso que todavía continua pendiente de estudio.

Así que el único informe redactado de aquel día de diciembre de 1930 fue el que elaboró la Guardia Civil, que en su caso redactó un informe oficial dirigido al Gobernador Civil del momento, documento que en fecha desconocida desapareció, para reaparecer oportunamente muchos años más tarde en manos de un particular, y del que por supuesto jamás se dio noticia en su tiempo. Feliz circunstancia que ahora permite aclarar cual fue la postura adoptada por la Guardia Civil local durante aquella jornada revolucionaria.

El enigma de la Guardia Civil de Jaca

Sin pretender desmerecer méritos y menos aún las circunstancias políticas que propiciaron la proclamación la II República el 14 abril de 1931, al ser consecuencia de la insurreción republicana de Jaca del 12 de diciembre de 1930 y de su consiguiente tragedia cuyo 91 aniversario se acaba de cumplir, habrá también que reconocer la honradez que tuvo en su momento el conocido historiador Manuel Tuñón de Lara, al calificar en 1976 aquellos mismos hechos como “el enigma de Jaca” 4. Un enigma al que no pudo dar una respuesta idónea al carecer de las claves precisas.

Enigma que pasaba por el simple detalle de de que nadie explico nunca y menos aún el capitán Salvador Sediles o el revolucionario Antonio Graco Marsá Balcells, dos conocidos protagonistas de aquella historia con obra publicada5 el papel que jugó durante las horas que duró aquella sublevación la entonces temida Guardia Civil,

A fecha de hoy, aquel enigma que atormentó a Tuñón de Lara ya no es tal, al conocerse gran parte de los detalles acaecidos durante el desarrollo y ejecución de dicho levantamiento, y más aún al tenerse conocimiento de una parte de las razones que, según se mire, forzaron la decisión que tuvo que tomar el personaje principal de aquella historia, en aquel entonces un oscuro y casi desconocido capitán de Infantería llamado Fermín Galán Rodríguez, en su caso el jefe militar de la sublevación en aquella plaza, al decidir alzarse, por decisión propia, no un día cualquiera sino precisamente aquel viernes 12 de diciembre de 1930, y no en el día previsto por todo el resto de los conspiradores. Después se sabrá que aquella fecha era para Galán la más idónea al ser dicho día el único de la semana en que se celebraba un mercado en la plaza, al cual asistían gentes procedentes de toda la comarca.

Las dos columnas revolucionarias

Un detalle que Sediles mencionaba en su obra, era que nada más sublevarse los republicanos tenían la intención de marchar en dirección a Huesca, pero no contaban con los medios motorizados necesarios para ello, asunto que el civil Antonio Beltrán, “el Esquinazau”, tuvo que recordarle al capitán Galán en una reunión conspirativa ya que éste pretendía jugarse todo a la carta del ferrocarril.

Fue por ello que Galán encargó a Beltrán la requisa de coches y camiones, tanto locales como los forasteros que aparecieran por Jaca con motivo de aquel mercado semanal. Objetivo que de alcanzarse permitiría subdividir la columna Galán que tenía que dirigirse a Huesca en dos columnas independientes, desplazandose una de ellas en camiones y coches por la carretera de Huesca al mando del propio Galán, y la otra embarcada en el ferrocarril de Canfranc al mando de Sediles6.

Pero la realidad no fue tan sencilla, ya que los propietarios de los camiones o coches locales por lo general no se mostraron muy proclives a participar de forma voluntaria en la operación, salvo cuando Beltrán y los paisanos que lo acompañaba mostraban de forma ostensible las armas que portaban, en el caso de Beltrán el Colt reglamentario del ejercito americano recuerdo de su paso por la Legión Americana7, consiguiendo de aquel modo tan persuasivo que muchos de los propietarios incluso se llegaran a ofrecer como “voluntarios” para conducir ellos mismos sus propios vehículos, con la esperanza de que de aquel modo no perderían su preciada propiedad.

Algo parecido a lo que sucedió con los vehículos requisados a los comerciantes forasteros asistentes al mercado municipal. En el caso de Beltrán, su socio Francisco Cavero puso a disposición de la revolución su propio taxi, herramienta con la que se ganaba la vida en Canfranc. Y conduciendo dicho taxi fue apresado Beltrán en compañía de los capitanes Ángel García Hernández y Salinas García cogidos los tres prisioneros en Cillas.

El siguiente inconveniente, que no fue menor, fue que Jaca en aquellos días no tenía más que una única estación de servicio donde repostar la gasolina, sita en la carretera de Canfranc, por lo que la operación se alargó mucho más de lo previsto, al tener un único poste. Por ello la columna motorizada que debería haber partido a primeras horas de la mañana, no partió hasta 14,30 horas, mientras que la del ferrocarril no lo hizo hasta las 16,40.

Retraso que propició que el gobierno monarquico estuviera sobre aviso muchas horas antes de aquellas salidas, tanto por teléfono como por el telégrafo, al tardar los sublevados muchas horas en inutilizar las líneas correspondientes, de hecho nadie lo había previsto. En los intermedios se produjeron esperpéntivas conversaciones con el “enemigo” como la de Sediles, jefe del convoy ferroroviario, con Zaragoza y desde la estación de Riglos. Información que permitió al gobierno tomar las medidas necesarias encaminadas a aplastar la sublevación. Circunstancia que debería haber previsto y sopesado Galán, sabiendo como sabía por anticipado que en Aragón o en España nadie le secundaría, y menos aún en Huesca, su primer objetivo.

Se inicia la insurrección

A primera hora de la mañana del 12 de diciembre de 1930 en el ámbito civil tuvieron lugar una serie de acontecimientos significativos en Jaca. Alfonso Rodríguez, el Relojero y Vicente Malo, ambos pertenecientes al grupo civil de conspiradores, tras convencer de malos modos a Fausto Abad, dueño de la imprenta local, consiguieron que éste les imprimiera 40 ejemplares de un bando revolucionario redactado con el tipo lenguaje cuartelero y un punto amenazador decía así:

“Como Delegado del Comité Revolucionario Nacional a todos los habitantes de esta Ciudad y su Demarcación hago saber:

Artículo único: Todo aquel que se oponga de palabra o por escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente será fusilado sin formación de causa.

Dado en Jaca a 12 de diciembre de 1930.

Fermín Galán”8

Con él aún caliente, ambos personajes corrieron camino del Ayuntamiento, sito en la Calle Mayor, donde impaciente le esperaba un pelotón de soldados y una banda de música militar junto con un cornetín de órdenes. A la cabeza de los musicos el maestro Julián Viu Bonet, mientras que el pelotón de militares estaba bajo el mando del capitán sublevado José María Piaya.

Lectura del Bando, el personaje que lo lee, Alfonso Rodriguez, “el Relojero”, a su lado el oficial, el capitán Gallo. El personaje que aguanta la bandera, el sastre Lucas Biscos.  Imagen familia Las Heras.

Concluidos los compases del Himno de Riego, y encabezados por la primera bandera republicana, que previamente había ido a buscar el sastre jacatano Lucas Biscós9 al bar de José Laín, donde estaba depositada al haberse celebrado en aquel local el anterior día 10 los actos de Homenaje a Pablo Iglesias, Alfonso Rodríguez el Relojero procedió a dar lectura del bando de Galán proclamando seguidamente y sin más formulismos la II República.

La única nota discordante será la presencia en la calle del fotógrafo local Francisco Las Heras, que arrastrando los artilugios propios de su oficio intentaba inmortalizar el momento, pidiendo a gritos a la gente que se apartara, ya que los curiosos no paraban de entorpecer su labor.

Punto seguido se procedió a pegar ceremoniosamente el bando en la pared, ceremonia que se estuvo repitiendo a todo lo largo y ancho de la ciudad. Aquel acto, como otros muchos de aquel mismo día, quedará inmortalizado para la posteridad gracias a la pericia y a la oportunidad del fotógrafo Las Heras.

Foto que junto con unas cuantas más, tomadas todas ellas aquel mismo día, más otras realizadas también por Las Heras el 14 de abril de 1931, con la salida de la Ciudadela de los encarcelados civiles, o algunas posteriores, como fueron las de los homenajes que se realizaron en Jaca a los protagonistas de la sublevación, ilustrandose de aquel modo aquel intento republicano. Fotos en general que en los últimos años aparecen publicadas sin que nadie se digne a citar su procedencia, o alegando que proceden de su archivo personal. Circunstancia que se ha dado gracias a la gran benevolencia demostrada por la familia de Las Heras, ya que siempre las prestó para su reproducción a cuantos se las pidieron, incluido el presente autor, sin demandar jamás contrapartida alguna.

Concluida la lectura del bando, que había provocado una gran expectación entre la población civil, que observaba curiosa la escena desde los balcones o en la propia calle, el grupo regresó al Ayuntamiento, donde iba a tener lugar la última ceremonia, la de izar de la bandera tricolor en el mástil de la casa consistorial. Con la tropa formada, el oficial en saluda y los paisanos descubiertos, la banda arrancó de nuevo con los sones del Himno de Riego en el solemne momento en que la bandera subía y ondeaba suavemente en la fachada del edificio.

Detrás de ella entonces apareció la cara sonriente de don Pío Díaz Pradas, primer alcalde de la República, al que flanquean los civiles Clemente Baras, Isidro Callaved, Adolfo Palacios, Julián Borderas, el Sastre, Antonio Villacampa y Aurelio Allué, todos ellos miembros de la recién creada Junta Provisional Republicana de Jaca.

Las posturas de la fuerza pública

Pactada hacía ya un rato la neutralidad de los carabineros locales, tras un incidente durante el cual habían muerto violentamente dos de ellos,10 un total de 40 hombres al mando del teniente coronel Rodríguez Mantecón, la fuerza se encontraba acuartelada en su propia casa-cuartel, de acuerdo con un pacto establecido entre sublevados y carabineros, tras mediar algunos civiles conocidos de Mantecón. Pero a Galán todavía le quedaba pendiente de resolver el asunto de la Guardia Civil, que en aquellos momentos se encontraba atrincherada en su casa-cuartel tras el incidente en que ha caído muerto, también de forma violenta, el sargento del cuerpo, Demetrio Gallego, que al escuchar unos disparos había salido acompañado de una pareja de guardias, pensado que el tiroteo habia tenido lugar en una casa de prostitución.

La tropa en la calle Mayor, el oficial del centro, el capitán Gallo, al fondo a la izquierda paisanos armados, más al fondo, la bandera republicana ondeando en el ayuntamiento.  Imagen familia Las Heras.

Tras largas conversaciones mantenidas con los guardia civiles, tanto telefónicas como verbales, con visita incluida del suboficial de la guardia civil Modesto Acín al propio Ayuntamiento, lugar donde se había establecido el cuartel general revolucionario, al ser Acín en aquellos momentos el jefe accidental de los guardias civiles tras la muerte imprevista de Gallego.

Durante la misma visita Galán tomó la decisión de reexpedir a los números que los revolucionarios mantenían detenidos en la estación del ferrocarril, en aquel caso de los escoltas de los convoyes detenidos en la estación de Jaca, más otro guardia más apresado cuando llegó en el autobús público procedente de la población de Echo, enviándo a todos a la casa-cuartel, como muestra de buena voluntad de los revolucionarios. Con lo que el número de guardias acuartelados se elevó en aquel momento a 17 hombres todos armados.

El pacto secreto

Salvador Sediles, uno de los protagonistas de aquellos hechos, afirmará en su libro que a su marcha de Jaca, al mando del convoy que partió en el ferrocarril, la Guardia Civil había sido desarmada.11 Una afirmación relativa, ya que dicho desarme había sido más teórico que formal, al darse el caso de que el desarme fue un paripé al que se había llegado mediante un “acuerdo de caballeros”, en realidad una generosa concesión de los sublevados, ya que sin rendirse los guardias de manera formal se había conseguido que todos los fusiles de los guardias se depositaran, ante los ruegos, lloros y pataletas incluidas las del propio suboficial al mando, y por no perjudicar a éste en su posterior carrera en el cuerpo, en una habitación completamente independiente de la propia casa-cuartel, cuya puerta cerrada con llave estuvo custodiada de forma conveniente por un grupo de soldados armados, y todo ello con la promesa de Galán de que se trataba de esperar el resultado final de la insurreción.

De aquella forma, si la sublevación triunfaba, a los guardias civiles de servicio en Jaca no les pasaría nada, pues los revolucionarios pedirían que no se les depurara. Por el contrario, en caso de fracasar la sublevación, como así fue, los guardias civiles de Jaca quedarían exentos del delito de cooperación con los rebeldes o del de negligencia, al poder justificar su heróica resistencia al no haber entregado las armas o al haber sufrido la heróica muerte del sargento Gallego tras una escamuza con la tropa de Galán.

La explicación oficial de la guardia civil

Dicho suboficial Acín, concluidos los hechos, y fiel al compromiso establecido con los sublevados, en el parte correspondiente al Gobernador Civil de Huesca, explicará con detalle la historia aunque exagerando la nota, ya que para justificar la presencia de los militares en la casa-cuartel adujo la posibilidad de un asalto armado al acuartelamiento por parte de supuestos exaltados civiles armados hasta los dientes, y por ello él había tomado la grave decisión de permitir la entrada a cuatro soldados y un cabo, aduciendo a su favor que aquellos cinco hombres eran para refuerzo del cuartel, no sin antes reafirmar que permitió aquella ayuda tras dejar muy claro que bajo ningún concepto harían entrega del armamento del acuartelamiento. Ocultando de aquel modo que todas las armas de los guardias habían sido depositadas de forma voluntaria en un habitación custodiada por cinco soldados armados, o el pacto existente a la espera del resultado de la revuelta:

“… su misión (la del teniente Corbellini), era interesarse toda vez que el elemento del pueblo con armamento del Regimiento de Galicia querían atacar y asaltar la Casa a viva fuerza y él quería, por amor al cuerpo, y dada nuestra actitud, evitar derramamiento de sangre, y que permitiese que cuatro individuos y un clase vinieran al Cuartel para que en unión de la fuerza del cuerpo defendernos del ataque del paisanaje, lo que permití, pero haciendo presente que bajo ningún concepto, caso de pretenderlo, le entregaríamos el armamento…” 12

Es decir, que según figura en el parte del suboficial al mando Acín, los militares sublevados ofrecieron galantemente su ayuda a la Guardia Civil. Pero sólo para protegerlos de las posibles iras de los paisanos armados con armas procedentes de los arsenales militares, paisanos a los cuales se les presuponía sedientos de venganza, dando así a entender, en cierta forma, que el ejército no era, ni mucho menos, el primer responsable del levantamiento militar, y que por ello él había decidido aceptar aquel pacto.

Caricaturas de los sublevados de Jaca

Más tarde, algunos historiadores, y entre ellos Tuñón de Lara, se estuvieron preguntado cómo fue capaz Galán de abandonar Jaca sin desarmar previamente a los Carabineros y a la Guardia Civil. Es por ello que el testimonio mecanografiado de Acín, sirve ahora para descubrir la auténtica verdad.13

Por cierto, el teniente Cayetano Corbellini Obregón citado en aquel parte, el militar que hizo de intermediario en el pacto entre sublevados y guardias civiles, saldrá muy librado gracias a dicha mediación, ya que tras la sublevación al ser juzgado por un tribunal militar sólo se le condenará a seis meses y un día, a gran diferencia de sus compañeros de armas.

La situación en Jaca

Cuando al mediodía del día siguiente, concluida la sublevación con la derrota de la tropa republicana en Cillas, salgan los guardias civiles de su casa-cuartel y procedan a liberar a los oficiales militares detenidos y presos en el Ayuntamiento local, haciéndose a la vez cargo del orden público en toda la ciudad, sobre las tres de la tarde darán con Casares Quiroga, el delegado del Comité Revolucionario de Madrid, inscrito en el hotel La Paz bajo nombre falso, y con su pasaporte legal oculto tras un cuadro, en lo que resultó ser por lo chusco una escena propia de un vodevil. Ya que en su primera declaración Casares Quiroga declaró que se encontraba en Jaca, circunstancialmente, de vacaciones y dedicado “a tomar las aguas”. Aguas que no tardará en pasa a tomar, como convidado especial del gobierno monarquíco, en la cárcel provincial de Huesca. Y nunca llegó a reconocer que su presencia en Jaca obedeció a la orden del Comité Nacional de abortar la sublevación de Galán a cualquier precio, pero como llegó muy tarde por la noche había tomado la decisión de irse a dormir, despertándolo al día siguiente los primeros disparos.

El mismo personaje que el 18 de julio de 1936, que siendo presidente del gobierno, y al recibir la noticia de la sublevación en Marruecos exclamó “Que los militares se han levantado en Marruecos, pues yo me voy a dormir”. Con su primer sueño fracasó el levantamiento republicano de Jaca, y con el segundo se perdió la guerra civil y la República, todo un ejemplo de prohombre de la patria.

Hay que consignar, como dato curioso, que la guardia civil de la población en éste último operativo del día 13 no necesitó hacer uso de sus armas reglamentarias. De hecho en el parte diario de novedades al gobernador civil, se reconocía el uso de 60 cartuchos durante la mañana de la sublevación. Pero de tener presente el número total de guardias, los previos al incidente que le costó la vida al sargento Gallego, cuyo número era de diez, demuestra que hubo un consumo máximo de 6 cartuchos por individuo, es decir, un “peine” de máuser y una bala más suelta, muy probablemente consumidos en su gran mayoría, al cubrir la retirada del cuerpo del fallecido sargento, desde el lugar donde había caído herido de muerte hasta el cuartel. Prueba palpable de la escasa entidad de los combates mantenidos el día de sublevación, y por ende de la débil resistencia ofrecida por los guardias civiles ante el que se suponía fue un constante hostigamiento de militares y paisanos sublevados.14

Resaltar también que no hubo más victimas por una casualidad, ya que en su informe el suboficial Acín reconoce a sus superiores por escrito que en las dos ocasiones que hablo con sus cercadores, fue con la intención de que Galán fuera al cuartel al tener pensado tomarlo como rehen para obligar a los militares a retirar el cerco. Y la segunda, cuando visitó el Ayuntamiento llevaba una pistola en el bolsillo con la intención de matar directamente Galán, pero como éste no apareció el asunto se quedó en una simple intención. De ser cierta la última historia, se demuestra la buena fe de los revolucionarios al no cachear al suboficial a la entrada, en previsión de un atentado.

La última aparición del suboficial Acín

Por concluir, proclamada la República el 14 de abril de 1931, el capitán Salvador Sediles regresó de su exilio transfronerizo, arribando a Barcelona con la intención de recibir el 19 de abril en el puerto al vapor que traía a sus compañeros militares recién salidos de la prisión militar de Mahón. A la llegada de los mismos la propia Guardia Civil fue la encargada de rendirles honores, y cosas del destino, la guardia de honor estaba al mando del recién ascendido a sargento Modesto Acín Jimenez que inutilmente intentó dar la mano a Sediles con la intención de felicitarle por su regreso a España, historia que éste recogió en su obra.

El sargento Modesto Acín junto a su familia, fotografiado en el cerco de Huesca. Archivo Pedro González

Durante la guerra civil Acín quedó en la zona republicana pasando a formar en las filas de la Guardia Nacional Republicana como alferez y destacado en el primer tercio de Barcelona, donde será jubilado el 8 de agosto de 1938 al haber cumplido más de 30 años de servicio.Curioso destino el suyo al apreciarse que combatió en el frente de Huesca.

Anexo

Trascripción literal (sic) del documento original y mecanografiado, redactado por el suboficial de la Guardia Civil Modesto Acín, jefe del puesto de Jaca a la muerte del sargento Demetrio Gallego, que en la actualidad está en poder de un particular. Gracias a él se pueden conocer todos los detalles inherentes a la intervención de aquel cuerpo el día de la sublevación de Fermín Galán, así como lo acontecido al día siguiente, tras el fracaso de la sublevación republicana. Se avisa que se ha mantenido la jerga oficial del documento, limitandose el autor a abrir párrafos en pro de la claridad, porque en el original no existen, resultando así un documento asfixiante y recargado, de igual modo se han mantenido las mayúsculas sobrantes al igual que aparecen en el original.

Parte de la Guardia Civil de Jaca del día 13 de diciembre de 1930 15

“Excmo. Señor.

Sobre las 7,15 horas de ayer oyó el que suscribe desde su domicilio próximo al Cuartel, varios disparos de arma de fuego disponiéndome acto seguido a salir con dirección al mismo y cuando lo verificaba, se me presentó el Guardia primero Francisco Olivan Estáun para darme cuenta de que una patrulla, del Regimiento de Infantería de Galicia al mando de un Sargento que se conoce con el apellido de Burgos, el que iba por las calles pistola en mano y de lo que momentos antes tuvo noticia el Sargento Comandante del puesto de esta residencia Demetrio Gallego López por un hijo del Guardia segundo José Arilla Villacampa llamado Vicente, soldado del Regimiento citado y cuyo Sargento Gallego acompañado del guardia segundo Lorenzo Álvarez Orós, salieron en dirección a una casa de prostitución donde suponía habían partido algunos disparos; dicha pareja regresó inmediatamente y cuando el que suscribe salía a la calle con el Guardia Olivan, vio perfectamente como la pareja citada era agredida con disparos de fusil, a cuya agresión respondían, y a su lado disparando una pistola reglamentaria del Cuerpo un hijo del Guardia Olivan llamado Francisco Olivan Estaún, Sargento del Regimiento Infantería de Galicia, poco antes de llegar a la puerta vio como el Sargento se desplomó herido mortalmente en la cabeza falleciendo instantáneamente pues el proyectil le había entrado por el ojo izquierdo con salida por la nuca; el que suscribe con el Guardia Álvarez en vista de que los agresores eran de la patrulla de Infantería antes citada, cogieron al Sargento por los tirantes del correaje y lo retiraron al patio del Cuartel, cerrando la puerta donde nos hicimos fuertes en espera del asalto y ataque cuya voz oyó el Guardia segundo Bernardino Calvo Solano y que iban a ejecutar.

En esta actitud de defensa pedí varias conferencias con la Central de Teléfonos para comunicar con mis superiores, pero siempre me fue imposible por negarse a hacerlo el Capitán Jefe del movimiento revolucionario como él se titulaba y que dijo llamarse Sr. Galán, el que entre otras exhortaciones que me hizo me dijo que se rindiera la fuerza a lo que contesté que no podía hacerlo por varias razones y la más esencial que necesitaba órdenes de mis Jefes y que mi deber era seguir la suerte con mis compañeros que había corrido el desgraciado Sargento Gallego; entonces le interese viniera el Capitán Médico para que reconociera al Sargento y que le rogaba viniese con él, pero que lo hicieran solos y sin acompañamiento de fuerza, pues de lo contrario me defendería, llegó solo el Médico que no pudo hacer más que confirmar la muerte y al retirarse le rogué interesara del Sr. Galán viniera como me había ofrecido por teléfono, pero tampoco lo hizo, al insistir el que narra para que el citado Capitán revolucionario viniese a la casa-cuartel, era con el exclusivo y único objeto de que una vez dentro retenerlo de rehén, para que respondiéndome con su vida y desde una de las ventanas de la falsa del edificio diese orden a sus soldados y ametralladoras que estaban emplazadas a la vista se retirasen a su Cuartel ya que creía que detenido el mentado Capitán el movimiento terminaría.

Sobre las 11,45 y a la llegada de los trenes expresos de Arañones y correo de Zaragoza me interesó telefónicamente el tan repetido Capitán que a las parejas de escolta de dichos trenes; que con los mismos se hallaban detenidos en la Estación férrea les ordenase (que) podían incorporarse al puesto, puesto que el encargado de la fuerza Corneta Auspicio Ansó Lisa ya había interesado del Jefe de dicha Estación les diera salida a los trenes a lo que se negó, por decir (que) solo tenía que obedecer al sargento del Ejército que con fuerzas ocupaban La Estación y que dada la actitud enérgica de dicho Corneta no los desarmaron como intentaron, ya que como entonces el Sargento, oyera al Corneta que interesaba más fuerza le comunicó permitiera comunicar con el Jefe revolucionario para entrar en comunicación con sus superiores del puesto de esta residencia, el cual llamó para ello a la Central, contestándole dicho Capitán que él dada la situación enérgica en que se había colocado, lo único que le permitía era que con la fuerza de dos escoltas se incorporase al puesto como interesaba, pero de manera alguna saldrían los trenes para sus destinos.

El que narra contestó a dicho Capitán que dichas parejas llevaban la misión de escoltar los trenes, y como estos estaban detenidos ordenaría a dicha fuerza se incorporasen a este puesto, siempre que lo hicieran con el completo de sus armamentos y sin acompañamiento de fuerzas, como oyera el citado Capitán que el que suscribe, que ignoraba lo que sucedía en la Estación, le decía lo sucedido en el Puesto y que viera el medio de dar aviso a la Comandancia, me cortó la comunicación diciéndome únicamente toleraba se incorporase la fuerza al puesto en la forma deseada, lo que verificaron, resolución que tomé con el fin de reforzar el puesto, al Corneta en cuestión, acompañaba el Guardia segundo D. Félix García Valdecasas Barrachina, pertenecientes al puesto de Ayerbe y al de Arañones Guardias segundos Ramón Vera Vadavid y Francisco Rodríguez Menes, más otro Guardia de la Comandancia de Lérida que viajaba en el tren correo, llamado Jerónimo Ferrer Ros, que en uso de permiso oficial se dirigía a Francia; y dos Guardias del puesto de Arañones llamados José Ferrandes Fito y Daniel Carrasco Arranz, que con permiso regresaban a su Puesto fueron desarmados de su pistola y sable, el primero por el Capitán revolucionario a su llegada en el automóvil de servicio público procedente de Echo y el segundo en la Estación férrea donde oculto entre los viajeros del tren se hallaba por si podía regresar al puesto para dar cuenta de lo ocurrido, los que fueron acompañados hasta esta casa-cuartel.

He de hacer constar la actitud correcta de un Oficial que conozco personalmente por ser aspirante a ingreso en el Cuerpo, que sobre las 16 horas, presentándose en una esquina que da vista al Cuartel acompañado de un Sargento que llevaba una bandera blanca me dijo que le abriese en la seguridad de que no haría fuego, diciéndole se acercase a una de las ventanas y me expusiera lo que pretendía, contestándome que si bien las ametralladoras estaban emplazadas para atacar la Casa-cuartel, su misión era interesarme toda la vez que el elemento del pueblo con armamento del Regimiento de Galicia quería atacar y asaltar la Casa a viva fuerza, y que el quería por amor al Cuerpo, y dada nuestra actitud evitar más derramamiento de sangre, y que permitiese que cuatro individuos y una clase viniera al Cuartel para que en unión a la fuerza del Cuerpo defendernos del ataque del paisanaje, lo que permití, haciéndole presente que bajo ningún concepto, caso de pretenderlo le entregaríamos el armamento, y en esta actitud permanecimos hasta las 20 o 21 horas que se presentó el Teniente Coronel Primer Jefe de la Comandancia de Carabineros, el cual me rogó a la vez que retiraba la fuerza por orden del Teniente, diciéndome que las tropas se retirarían a sus Cuarteles acuarteladas, que nosotros permaneciéramos en actitud de defensa, como hasta la fecha, que continuaremos, hasta que se presente fuerza del Cuerpo que con algún Jefe u Oficial resuelva, ya que estamos incomunicados y aislados completamente, no habiendo podido adquirir más noticias que dos Carabineros muertos y dos soldados heridos que se cree por nosotros, y que el Excmo. Sr. Gral. Gobernador Militar de la Plaza con varios Jefes y Oficiales se hallaban detenidos.

También he de hacer constar que el Sargento del Regimiento de Infantería de Galicia Francisco Olivan Estaun hijo del Guardia de este apellido y puesto, y de los hijos del Guardia José Arilla José y Vicente Cabo y soldado del mismo Regimiento respectivamente, desde los primeros momentos de la agresión con las pistolas de sus padres propiedad del Cuerpo, cooperaron a la defensa del Cuartel y muy particular el Sargento Olivan que al lado del Sargento Gallego y Guardia Álvarez en plena calle y con la pistola hizo frente a los revoltosos hasta la muerte del Sargento.

Que sobre las 20 horas se presentó el Sr. Juez de Instrucción del partido con su actuario los cuales levantaron el cadáver del Sargento Demetrio Gallego López conduciéndolo al Hospital Cívico Militar en una camilla con soldados desarmados; de la fuerza de la dotación del puesto faltan el capitán de la Compañía D. Félix Mínguez Vellón y Guardia segundo Vicente Hijos Barrios que en la tarde del día 11 salieron para Huesca con motivo de haberes y el Guardia segundo Guillermo Bueno Monreal que lo verificó en esta mañana de ayer para el asunto del servicio relacionado con el sellado de prendas y hoy he tenido noticia que dichos Guardias se habían incorporado al puesto de Biescas a los que ordené se incorporaran a su residencia por el medio más rápido que tuviesen.

También he de hacer constar que sobre las 15 horas se presentó el capitán Sr. Argüelles con el Teniente de que antes hago mención para invitarme a que desistiera de mi actitud ya que sólo conseguiría que hubiera más víctimas, y que tuviera en cuenta que S.M. el Rey (q.D.g.) se hallaba en prisiones, como igualmente el Gobierno y que mi deber era entregar el armamento y el cuartel, contestándole no podía hacerlo por las razones expuestas y le rogué me permitiera ir a la casa Ayuntamiento para comunicar con mis Jefes por teléfono o con el Gral. de la Plaza de quien únicamente acataría órdenes, pero con la condición de que regresaría al Cuartel, contestándome que si pero que probablemente no podría comunicar, como así sucedió, mi intención era de si me hallaba con el Capitán Galán y me negaba lo que pretendía, matarlo, pues en previsión llevaba la pistola en el bolsillo.

A mi llegada salieron al encuentro el Capitán Merri y otro que sólo sé que es aviador, los que me interesaban la entrega del armamento, me negué rotundamente, diciéndoles, “antes me pegaría un tiro”, y con el fin de regresar al Cuartel les dije que decidiría en él y al que regresé inmediatamente.

Sobre las nueve horas de hoy se presentó el Guardia Eugenio García Jiménez perteneciente al 14. Tercio que se hallaba en esta Plaza en uso de permiso y que ante la anormalidad de las circunstancias deseaba cooperar con sus compañeros en cuanto pudiera ocurrir, si bien en esta Casa cuartel se continuó la defensa como ayer preparados hasta que a las 10 horas de este día se presentó el Jefe de la Comandancia de Carabineros con un Oficial diciéndome que había fracasado el movimiento revolucionario y que podía abrir la puerta que ellos continuaban prestando los servicios propios de su cargo; sobre las 13,30 horas me entrevisté con el Excmo. Sr. Gral. Gobernador Militar de la Plaza, después de que el que suscribe con cuatro Guardias asistió al entierro de los Carabineros muertos ayer por los revolucionarios, poniéndome a las órdenes de dicha autoridad y dándole cuenta verbal y luego el atestado de lo ocurrido.

Sobre las 15 horas me ordenó dicho Gral. procediese a la detención de un sujeto que había en el Hotel de la Paz, como así se verificó y conducido con su equipaje al batallón de Cazadores de la Palma número 8 y entregado al Sr. Teniente Coronel Primer Jefe juntamente con un pasaporte expedido en 21 de agosto último que tenía escondido detrás de un cuadro para Francia y ocho Naciones más, llamándose dicho sujeto Santiago Casares Quiroga de 46 años, casado, Abogado, natural de La Coruña que dijo iba a Francia por enfermedad procedente de Madrid de donde llegó el viernes, habiéndose observado por el registro de la fonda, había dado el nombre cambiado y llegó a esta población con dos sujetos más, los que han desaparecido a raíz del suceso; sobre las 16 horas y después de quedar normalmente montado otro servicio ordenado por la misma autoridad, dejando fuerza en el Cuartel, concurrí con cuatro Guardias al entierro del Sargento Demetrio Gallego López al que asistieron un piquete de Carabineros armados, jefes del Cuerpo, autoridades y mucho público.

En esta refriega se han debido consumir unos 60 cartuchos entre la fuerza del puesto.

Lo que tengo el honor de participa a V. E. para su debido conocimiento.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Jaca 13 de diciembre de 1930

El Suboficial

(Modesto Acín, rubricado)

Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia de HUESCA”

Fuentes básicas referidas a la Sublevación de Jaca

Bibliografía

Arderius, Joaquín y Díaz Fernández, José: Vida de Fermín Galán, Madrid, 1931.

Graco Marsá, Antonio: La sublevación de Jaca-Relato de un rebelde, Madrid 1931.

Sediles, Salvador: Voy a decir la verdad!, Madrid, 1931.

Mola, Emilio: Lo que yo supe…, Madrid, 1933.

Mola, E.: El derrumbamiento de la Monarquía, Madrid, 1936

Mola, E.: Tempestad, calma, intriga y crisis. Memorias de mi paso por la Dirección General de Seguridad, Madrid, 1937.

Maura, Miguel: Así cayó Alfonso XIII, México, 1962

Ferrerons Ruiz, Ramón y Gascón Ricao, Antonio: “El Esquinazau”, perfil de un luchador; Zaragoza, 1981.

Azpiroz Pascual, José Mª y Elboj Broto, Fernando: La sublevación de Jaca. Zaragoza, 1984.

Gómez, Esteban C.: Lainsurrección de Jaca: Los hombres que trajeron la República, Barcelona, 1996.

Gascón Ricao, A.: Beltrán, el Esquinazau, Jaca, 2002.

Martínez de Baños Carrillo, Fernando: Fermín Galán Rodríguez. El capitán que sublevó Jaca. Zaragoza, 2005.

Publicaciones periódicas

De la Cierva, Ricardo: “La sublevación de Jaca”, Historia y Vida; nº 33, diciembre 1970.

Tuñón de Lara, Manuel: “La sublevación de Jaca” Historia-16, nº 1, mayo 1976.

Mantecón, José: “La Sublevación republicana de Jaca en 1930”: Fermín Galán; Tiempo de Historia, nº 47, octubre 1978.

De Mateo Sousa, Eligio: “El fracaso de Cuatro Vientos Historia-16, nº 56, diciembre 1980.

Doménech, Asunción: “Testimonio: José Rico Godoy. No pudimos convencer a Galán Historia-16, nº 60, abril, 1981.

Azpíroz, J. M. y Elboj, F.: “El mito de Jaca”, Historia-16, nº 95, marzo 1984.

Gascón Ricao, A.Los Hechos de Jaca y “el Esquinazau”. Historia y Vida, nº 204, Barcelona, marzo de 1985.

Ferrerons Ruiz, R.: “Jaca: Itinerario de una sublevación”, Historia y Vida, Extra nº 81, Barcelona, segundo semestre de 1986.

Gascón Ricao, A. “¿Por qué un viernes?” Trébede, Mensual Aragonés de Análisis, Opinión y Cultura, nº 20, diciembre 1998.

Notas
1 Publicado con el mismo nombre en: Cuadernos Republicanos, nº 75, Madrid, 2011, pero alterado su contenido con nuevas aportaciones.
2 Carlos Prieto: El pacto del capó: el apaño chapucero que une el 23-F con el ‘procés”, El Confidencial, 10-6-2019.
3 Emilio Mola: Memorias de mi paso por La Dirección General de Seguridad,1933.
4 Manuel Tuñón de Lara: “La sublevación de Jaca”, Historia-16, nº 1, mayo 1976.
5 Antonio Graco Marsá: La sublevación de Jaca-Relato de un rebelde, Madrid 1931; Salvador Sediles:Voy a decir la verdad! ,Madrid, 1931.
6 Antonio Gascón Ricao: “¿Por qué un viernes?”, Trébede, Mensual aragonés de Análisis, Opinión y Cultura, núm. 21. Zaragoza, diciembre de 1998: A. Gascón: “Fermín Galán y Antonio Beltrán, “el Esquinazau”, durante la Sublevación de Jaca”. Pág. sbhac.net/Republica, 2008.
7 Gonzalo Ugido, “El español que luchó por EEUU”, El Mundo, 5/1/2014.
8 El año 1978, el autor tuvo la suerte de tener en las manos un original, que poseía Juan Lacasa Lacasa, vecino de Jaca. Un conocido comerciante de la población.
9 Lucas Biscós, había sido el sastre que la había cosido, por ello y por portarla aquel día, a la conclusión de la sublevación fue apresado y procesado, salvándose de la condena al proclamarse la República en abril del año siguiente.
10 Sabino Ballestino y Manuel Montero.
11 Salvador Sediles, Voy a decir la verdad! ,Madrid, 1931.
12 Parte de la Guardia Civil de fecha 13 de diciembre de 1930, firmado por el suboficial Modesto Acín, dirigido al gobernador civil. Archivo particular.Ver en Anexo.
13 M. Tuñón de Lara, “La sublevación de Jaca”, Historia-16, nº 1, mayo 1976.
14 Parte de la Guardia Civil ya citado.
15 Publicado por Fernando Martínez de Baños Carrillo en la obra Fermín Galán Rodríguez. El Capitán que sublevó Jaca, Delsán, Historia, Zaragoza, 2005, pp. 383-388.

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