Colonialismo

EL COLONIALISMO SE REINVINDICA: LA EXPOSICIÓN DE PARÍS DE 1931

El 6 de mayo de 1931, el presidente de la República Gaston Doumergue (Aigues-Vives, Languedoc, Francia  1863- 1937) del Partido Radical y el mariscal Liautey (Nancy, Francia- Thorey-Liautey, Francia, 1934), comisario general de la exposición colonial, proceden a su inauguración. La primera piedra de la misma había sido depositada, sin embargo,  unos años antes, en noviembre de 1928.

El 13 de mayo del mismo año, Doumergue es sustituido en el Elíseo por Paul Doumer (Aurillac, Francia, 1857- París, 1932) que cuenta con el apoyo del centro y de la derecha. El primer ministro es Pierre Laval (Châteldon, Auvernia. Francia,1883-Fresnes. Isla de Francia, 1945).

Varios millares de trabajadores, entre los cuales colonizados, fueron movilizados para la ocasión. El recinto ocupaba 110 hectáreas entre la puerta de Neully y el bois de Vincennes, varias decenas de pabellones además del Palacio permanente, adornado con un gigantesco fresco, obra realizada bajo la dirección del escultor Alfred Auguste Janniot. En la entrada de este palacio se encontraba expuesta una estatua dorada que representaba  a “Francia aportando la paz y la prosperidad a las colonias” (La France apportant la paix et la prospérité aux colonies.) cuyo autor era Léon Drivier.

El precio de la entrada era de 3 francos y un bono valía 20 lo que ponía la “diversión” por su costo al mismo nivel que  el de una entrada de cine.

                                      Palais de la Porte Daurée.. Fuente:  alamy.              

La Exposición tuvo una acogida casi unánimente positiva por parte de la prensa, especialmente de la conservadora. He aquí unos cuantos ejemplos de ello[1]:

Visión inolvidable […] La fecha del 6 de mayo de 1931 se mantendrá como símbolo de esta potencia eterna de renacimiento y de resurrección que Renan discernía a través de toda nuestra historia.

Le Figaro, 07/05/1931

La Exposición colonial representa la nueva Francia, la Francia de 11 millones de km2 -22 veces el territorio de la metrópolis-  la Francia de 100 millones de habitantes

RP, Louis Jalabert, Études, (20/06/31).

Las colonias deben ser para Francia lo que el Oeste significó durante tanto tiempo para América, el lugar del rejuvenecimiento, del crecimiento y del refugio.

André Maurois, Le Journal, 06/05/1931.

Hoy, nuestras colonias son vastas áreas intensamente explotadas. Todo un mundo creado por nosotros vive y actúa en la lejanía, bajo los trópicos. Las redes de vías de comunicación , aunque se extienden cada año, no dan abasto  todavía para satisfacer las necesidades que se intensifican en el transporte de las riquezas producidas […]

Gracias a la higiene, a una eficiente organización médica, la actividad humana se ejerce con una seguridad que parece milagrosa a los pioneros de los primeros tiempos.

La Croix, (21/08/1931).

¿Cómo estaba concebida la Exposición? El mariscal Louis-Hubert Liautey (Nancy, Francia,1854- Thorey, Francia, 1934) no quería que la misma se limitara a la obra colonizadora de la República. Para el militar de Nancy era necesario no desconocer el pasado y sus “glorias.” Por eso ya desde 1928 preparó una sección retrospectiva que preparase un verdadero histórico ilustrado de la colonización desde el tiempo de las cruzadas y, de hecho, la revista La Vie comentaba, en la misma línea, que las campañas coloniales no eran sino “nuestra décima y undécima cruzadas.”

Liautey pretendía, asimismo, que en el evento estuvieran representadas las principales potencias europeas, especialmente aquellas con más posesiones coloniales así como los Estados Unidos. Occidente, en su opinión, no debía renunciar a proseguir en el mundo su misión de civilización como preconizaba para el Reino Unido el escritor y poeta Rudyard Kipling (Mumbai, India, 1861- Londres, 1936) años antes. Sin embargo, Liautey no tuvo éxito en su empresa ya que la Gran Bretaña, invitada desde el año 1921 se hacía de rogar y multiplicaba sus objeciones centrada como estaba en la preparación de la British Empire Exhibition de 1924. Liautey insistió para obtener, al menos, la presencia del Imperial Institute, pero este rehusó. Finalmente, los británicos bajo el pretexto de las dificultades financieras debidas a la crisis económica anunciaron que se limitarían a abrir un estand comercial en la Cité des Informations de la Exposición, una especie de oficina de información. Alemania, por su parte, todavía humillada por la toma de su imperio colonial por franceses e ingleses a raíz del Tratado de Versalles, utilizó el mismo subterfugio.

Solamente cinco estados europeos participaron en la muestra con pabellones nacionales y coloniales: Dinamarca, Bélgica, Italia, Países Bajos y Portugal. Los Estados Unidos, las Filipinas y el Brasil  estuvieron representados por modestas construcciones.

En cuanto al país organizador, Francia, no escatimó en secciones y pabellones que distribuyó de la manera siguiente[2]:

  • Sección del África ecuatorial francesa (AEF) que era una federación de 4 colonias: Gabón, Congo medio[3], Oubangui-Chari [4]y Chad.
  • Sección del África occidental francesa (AOF), federación de 8 colonias: Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Dahomey[5], Mauritania, Sudán francés, Alto-Volta y Níger. Esta sección albergaba el Palacio del África occidental francesa, sede del gobierno general de la AOF, construido en tierra seca según la técnica sudanesa cuyo centro culminaba en una torre de 45 metros de alto.  Además había un pueblo sudanés, un pueblo indígena en la orilla del lago y un restaurante gastronómico.
Palacio del África occidental francesa en la Exposición colonial de 1931. Fuente:  Éditions Braun. fr.wikipédia.

                           

                               

  • Sección de Argelia. Presentaba una síntesis de la arquitectura argelina.
    • Sección de Camerún y Togo. Estaba compuesta por la reproducción de casas de jefes y de los indígenas Bamouns.[6]
    • El pabellón de laCôte Française des Somalis, la llamada Somalia francesa era una reproducción de la mezquita Ammoudy de Yibuti.
    • Pabellón de los Êtats du Levant (Estados del Levante), esto es, de Siria y Líbano. Se inspiraba en el palacio Azm de Damasco y en el palacio Beit-ed-Dine del Líbano.
Pabellón de Siria y el Líbano en la Exposición  colonial de 1931 . Fuente: Éditions Braun. En : fr.wikipédia.  

                                                             

  • Pabellón de Guadalupe. Reconstituía una playa de arena blanca y un faro de 23 metros de altura. En él se dio a conocer el beguine estilo musical y danza originarios de la Martinica.
    • Pabellón de la Guyana. Pequeña colonia de 47 000 habitantes. Presentaba en su recinto una exposición de maderas nobles.
      • Pabellón de las Indias francesas. Representaba una casa hindú de Pondicherry (SE de la India) y estaba precedida de elefantes de piedra del escultor Jean Magrou.
      • Sección de Indochina. La Unión Indochina era el resultado de la unión de una colonia (Conchinchina, actual Vietnam) con 4 protectorados (Tonkín, Annam, Laos y Camboya). Presentaba una ciudad indígena, jardines imperiales y un palacio de estilo anamita.
      • Pabellón de Madagascar. Se exhibían varios edificios: la casa real malgache, copia de la del rey Andrianampoïnimerina, la torre de los Bucráneos, el Taller de Artes Aplicadas, el pórtico de las islas Comores y el teatro malgache.
      • Pabellón de Marruecos. Tenía forma de un palacio sobrio, inspirado en el de Makhzen  y un canal de agua rodeado de jardines al estilo andaluz encuadrado por zocos
      • Pabellón de Martinica. Evocaba las mansiones de los ricos plantadores criollos.
      • Monumento de las Fuerzas de Ultramar. Estaba compuesto por una torre de bronce de 82 metros de altura, flanqueada por cuatro escudos de latón que era el soporte de un faro con banderas francesas.
      • Pabellón de Nueva Caledonia. Contenía tres naves. Albergaga también el de las Nuevas Hébridas y el de Wallis y Futuna.
      • Pabellón de Oceanía. Acogía una cabaña polinesia y estaba construido con troncos de cocoteros, juncos y bambús.
      • Pabellón de San Pedro y Miquelón. Presentaba una sencilla casa de pescadores con sus pequeñas barcas en el lago y un faro.
      • Sección de Túnez. Constaba de 4 unidades: el pabellón oficial del Protectorado de Túnez, los zocos con 45 tiendas, el minarete Sidi ben Ziad flanqueado por un morabito de estilo islámico y un café moro pintoresco al aire libre.

Para dar veracidad al conjunto las autoridades movilizaron a “indígenas” encargados de reproducir las escenas de la vida profesional-herreros, pescadores, zapateros, bordadores, etc- y artística-bailarines, músicos, joyeros, etc- y participaron también numerosos soldados. En total, eran un 2 500 figurantes.

Se programaron, además, 150 espectáculos – casi uno al día- que se exhibían con títulos como El hechizo africano, El mundo colonial que canta y baila o Las noches coloniales. Cada semana, asimismo,  el Théâtre du petit monde (Teatro de los niños) proponía  obras de inspiración colonial.[7]

Para el público ávido de exotismo se organizaron caravanas y carreras de camellos, paseos en piraguas malgaches en el lago Daumesnil  e incluso venta de cascos coloniales y también se tuvo en cuenta la gastronomía. Zocos marroquíes, restaurantes africanos o tunecinos, el “Café du Caméroun.” las pastelerías árabes o las bebidas exóticas daban buena cuenta de ello.

El “indígena” constituía en la muestra un espectáculo hasta tal punto que algunos de ellos fueron exhibidos por periodistas fuera del recinto de Vincennes en bares y restaurantes parisinos. Es el caso de Déodat H’Oumlouch, teniente del jefe supremo de las tribus guyanesas que fue llevado a Montmartre. Así lo contaba un reportero de France Soir:

Me habían entrado ganas de llevarme a uno de los huéspedes de la Exposición colonial y me puse a buscar. Tuve suerte. Mi vecino que responde al dulce apellido de H’Oumluch y al nombre más dulce todavía de Déodat es de alguna manera el primer teniente del “Gran Mau”. El “Gran Mau” es el jefe supremo de todas las tribus guyanesas. Cuando empecé  a hablar con él  vestía su  traje nacional,  es decir, un simple calembé o taparrabos cubría su  desnudez. A pesar del pintoresquismo de esta vestimenta  le hice entender que sería poco decente en los bulevares. Se puso entonces un pantalón kaki, un poco corto, por desgracia y una preciosa chaqueta negra..[8]

Liautey había pedido que se pusiera el acento en las realizaciones de la política “indígena” y en los progresos económicos debidos a la colonización. Eso explica que se subrayaran en cada pabellón las más modestas realizaciones sociales y los avances en materia de higiene y de salud pública.

El mariscal había exigido, igualmente, que tuviera un papel relevante en la muestra la evocación de la labor de los misioneros y de los los militares. Ello se materializó con la ocupación por las misiones católicas y protestantes de una plaza escogida en el centro de la “avenue des colonies françaises” que parecía conducir directamente hacia una torre de 82 metros de altura, el monumento al Ejército colonial.

Hay que subrayar que  la exhibición quería ser también- y a veces principalmente-un espectáculo de arte en el que la belleza y el color de las arquitecturas primara en ocasiones sobre el estricto realismo. En este sentido, varios pabellones de estilo local eran libres interpretaciones, no reconstituciones fieles. Por ejemplo el raro Palacio Rojo de Madagascar flanqueado, como hemos visto, por una torre-la torre de los Bucráneos- con cabezas de buey la cual no era más que una pura creación artística parisina.[9]

La Exposición era esencialmente francesa al haber fracasado las tentativas de Liautey por asociar a la misma al resto de potencias coloniales europeas. Se retornaba, pues, a la concepción del evento que inspiró el decreto del 18 de julio de 1928 el cual obligaba al Ministerio de las Colonias a presentar de forma sintética…

1º La obra realizada por Francia en su empresa colonial.

2º La aportación de las colonias a la metrópoli.

En abril de 1930, el Ministerio de las Colonias publicó una obra en la que se fijaban los objetivos de la muestra.

[…] Esta pretende materializar en suelo metropolitano la presencia lejana de todas las partes del Imperio. Será una justificación y una respuesta. Habrá que hacer que, por fin, el pueblo de Francia sienta en él emocionarse un legítimo sentimiento de orgullo y de fe.

El autor anónimo de este libro oficial no omitía ningún nombre entre los grandes colonizadores, pero no hacía alusión a la República ni a los grandes republicanos iniciadores. Quizás fuera por esta razón o porque se sabía que era bonapartista que el ministro de las Colonias, François Piétri (Bastia, Córcega, 1882-Ajaccio, Córcega, 1966) se vio en la necesidad de explicarse el 26 de abril de 1930

[…] El imperialismo francés, fórmula de libertad política y de fraternidad social. Pensar imperialmente significa mantenerse fiel a esta concepción que los hombres del 89 y del 93 se hacían de la patria. Es trasladar las fronteras de la República hasta donde pueden alcanzar su generosidad, su valentía, su amor de la justicia y de los hombres.[10]

Este discurso resulta sorprendente leído en nuestros días, pero hay que tener en cuenta el contexto de la época. En el país galo en las últimas décadas del siglo XIX los partidarios de “la Francia de las cinco partes del mundo” se agruparon en una especie de lobby, el “partido” colonial. Estaba formado por diputados, geógrafos, militares, hombres de negocios y ejercía una influencia decisiva, a menudo oculta sobre la política francesa. Robert Ageron considera, de hecho, que este grupo de presión fue el principal inspirador de la política exterior de París entre 1890 y 1911 e, incluso, hasta la Segunda Guerra Mundial.

Fue en 1883 cuando la Sociedad Francesa de Colonización (Société française de colonisation) que contaba con 800 miembros se planteó pedir el apoyo moral y político de los parlamentarios procoloniales y llegó a ofrecer a Jules Ferry (Saint-Dié, Vosgos, Francia, 1832- París, 1893) la presidencia de la asociación.

Ferry era un decidido partidario de la expansión, impulsó el protectorado de Túnez en 1881 así como la penetración francesa en África (Madagascar, Congo y Níger).

Jules Ferry que llegó a ser presidente del Consejo de Ministros entre 1883 y 1885 era un político republicano especialmente conocido por su labor al frente del Ministerio de Instrucción Pública donde extendió la gratuidad de la escuela hasta los 13 años y promovió una educación laica y obligatoria. Sin embargo, como apuntábamos anteriormente ello no fue óbice para que el político de los Vosgos mantuviera en la cuestión colonial una postura que podría parecer a priori contradictoria con su posicionamiento en materia educativa. Es muy elocuente, en este sentido, uno de los discursos que pronunció en la Asamblea Nacional el 28 de julio de 1885 poco después de la Conferencia de Berlín celebrada en 1884.[11]

[…] Hay que decir abiertamente  que, en efecto, las razas superiores tienen un derecho en relación  a las razas inferiores.

Repito que existe para las razas superiores un derecho porque hay un deber para con ellas.  Tienen el deber de civilizar a las razas inferiores. La verdadera cuestión, señores, la cuestión que hay que plantearse y hacerlo en términos claros  es esta: ¿Acaso el recogimiento que se impone a las naciones duramente puestas a prueba por grandes desgracias tiene que terminar en abdicación? ¿Es que, absorbidas por la contemplación de esta herida que sangrará siempre, permitirán que se haga cualquier cosa a su alrededor? ¿Van a tirar la toalla? ¿Permitirán a otros que no seamos nosotros establecerse en Túnez? ¿Permitirán a otros hacer de policías en la desembocadura del río Rojo[12] y cumplir con las cláusulas del tratado de 1874(Tratado de Saigón) que nos comprometimos a hacer respetar en el interés de las naciones europeas? ¿Acaso dejarán a otros disputarse las regiones del África ecuatorial? ¿ Dejarán también a otros regular los asuntos egipcios que, en tantos sentidos, son asuntos verdaderamente franceses?

El “partido” colonial estuvo más o menos activo en los primeros años del siglo XX, con momentos álgidos como durante la muestra colonial de Marsella de 1922. pero, fue al aproximarse la fecha de inauguración de la Exposición parisina de 1931 cuando los diarios que daban soporte a la causa aumentaron notablemente sus tiradas y su influencia política. Esto último quedó de manifiesto cuando se consiguió que la Asamblea Nacional aprobase el 18 de marzo de 1931 un crédito suplementario de 12 millones (en 1928 Liautey solo había destinado 5 millones al evento).

El ministro de Justicia, Paul Reynaud (Barcelonnette, Provenza,1878- Neully-Sur-Seine, Isla de Francia, 1966) declaró el 2 de julio de 1931 a los periodistas acreditados en la Sociedad de Naciones: “ La colonización es un fenómeno que se impone ya que está en la naturaleza de las cosas que los pueblos llegados a un nivel superior de evolución se inclinan hacia aquellos que están a un nivel inferior para elevarlos hasta ellos”

¿Hubo oposición a la celebración de la Exposición? Sí, pero muy minoritaria. Luego veremos que el gran éxito de que hablaban las autoridades no se correspondía tampoco con un aumento significativo de la adhesión a la causa colonial. 

La Ligue française contre l’impérialisme  fue la que organizó en París una exposición antiimperialista bajo el nombre de La vérité sur les colonies. Había sido fundada en 1927 y, tres años después, contaba solamente, con 200 militantes

Eso explica, quizás, el escaso éxito que tuvo, aunque también influyó en ello  el más que modesto despliegue de medios, más aún si lo comparamos con los que se  utilizaron en la muestra colonial. La exhibición se limitó, de hecho, a presentar en una vasta construcción de madera de dos pisos situada en un solar perteneciente a la CGTU (Confédération générale du travail unitaire), un conjunto de fotografías sobre las guerras coloniales, viejos dibujos satíricos de L’assiette au beurre[13] (que se puede consultar aquí).Estaba formada por 3 secciones. En la primera se ofrecía una retrospectiva de la colonización con los crímenes provocados por la misma, los soldados muertos de las tropas coloniales en 1914 y se presentaban los testimonios de André Gide y de Albert Londres sobre los trabajos forzados en el ferrocarril Congo- Océano y los miles de muertos que costó su construcción.

En la segunda sala, totalmente dedicada a la URSS, los organizadores oponían “ al colonialismo imperialista el ejemplo de la política de las nacionalidades aplicada por los Soviets. La visita terminaba con una presentación de los problemas culturales suscitados por el colonialismo. Una parte de la exposición estaba dedicada al “arte indígena” en la que se exhibían objetos procedentes de colecciones privadas, especialmente de surrealistas como André Breton o Paul Éluard. Como decíamos anteriormente, el éxito fue menor de lo que se esperaba ya que solamente 5000 personas acudieron al evento.

Cartel en contra de la Exposición Colonial parisina de 1931.   Fuente: Détours des Mondes.

                                       

Semanas antes, el 17 de abril, L’Humanité, órgano oficial del PCF se dedicaba a denunciar “las fechorías sangrientas de la colonización,” a fustigar “la apoteosis del crimen en Vincennes y no se perdía la ocasión de acusar a los socialistas de connivencia. Así, se ponía de manifiesto “la complicidad de los jefes de la SFIO (Section française de l’International ouvrière) de los cuales, previa financiación, el diario Le Populaire[14] hace una incesante propaganda.”

El partido movilizó a 12 escritores del grupo surrealista entre los cuales Aragon, André Breton, René Char, Paul Éluard y Georges Sadoul para redactar un folleto muy largo y “mediocre” -según Charles-Robert Ageron- titulado Ne visitez pas l’Exposition coloniale. En él se cargaban las tintas contra los entusiastas de la causa colonial, contra “el escandaloso partido socialista, la jesuítica Ligue des droits de l’homme, el inmundo Paul-Boncour (Saint-Aignant, 1873- París, 1972), diputado por el departamento del Tarn, cerca de Toulouse. Exigían, además, “la evacuación inmediata de las colonias y el juicio a los generales y funcionarios responsables de las matanzas de Annam (Vietnam), del Líbano, de Marruecos y del África central.”[15]

Colonias francesas entre 1919 y 1939. Fuente: fr.wikipédia


  Precisamente a la matanza de Annam se había referido Léon Blum (París, 1872- Joouy-en-Josas, Isla de Francia, 1950) el 7 de mayo en la portada del Populaire en estos términos:

En ocasión de las fiestas del 1º de Mayo en Annam diversas manifestaciones reinvindicativas han sido recibidas en todas partes a balazos.  Hay varios centenares de muertos del lado indígena. Ningún rasguño, sin embargo, del lado de las tropas. Gentes con corazón elevan sus protestas indignadas. Esperan otras medidas que no sean las masacres inútiles y reclaman el envío urgente de una comisión parlamentaria.[16]

La posición de Blum pone de relieve que el supuesto apoyo sin fisuras de la SFIO   a la Exposición denunciada por los comunistas no era tal aunque la gran mayoría de los miembros del partido no se manifestase en contra.

Poco se habló en los demás medios de los sucesos de Annam y una de las pocas excepciones,aparte del Populaire fue Claude Farrère en L’Illustration del 23 de mayo en un sentido muy distinto del de Blum.

Cuando nuestros estudiantes anamitas reclaman hoy con tanta aspereza su derecho a vivir libres , es decir, liberados de la nación protectora, no es su propia independencia la que reclaman , es la restitución de sus derechos hereditarios  de oprimir, acosar y masacrar a sus vecinos, menos numerosos, menos armados y menos agresivos.

Indochina para los indochinos significa la masacre y la esclavitud de todos los camboyanos, laosianos, los moï,[17] los muong[18]  y ¡Qué sé yo! Esto es lo que nadie tiene que ignorar, los pacifistas exagerados rechazan con la mayor de las obstinaciones a prever las oleadas de sangre que se desencadenarían si algún día la menor de sus utopías se realizara.

Por lo que hace referencia a la reacción mayoritaria de los escritores, su reflexión fue corta, raramente crítica y generalmente indiferente a la obra republicana. Así, Marcel Prévost hablaba del “milagro que se había cumplido entre la derrota de 1871 (ante Prusia) y la victoria de 1914” en la Revue de France. Paul Morand, por su parte, describía así la Exposición “esta clínica con un objetivo preciso donde se opera al pueblo francés de su indiferencia colonial.”

A Paul Valéry le parecía que “la Exposición, magníficamente organizada, había producido una impresión considerable en el país […]. La gran mayoría de los franceses no tenía de sus colonias más que una vaga idea si no completamente falsa que incluía la indiferencia y hasta un sentimiento poco favorable.”

El matiz crítico, como ya hemos visto lo aportaba Léon Blum que hubiese querido “menos festividades y más inteligencia humana”.[19]

Otros como Paul Vigné que había presenciado in situ la explotación colonial en Senegal o Maurice Delafosse que también había estado en la región eran de un parecer muy distinto. Hay que precisar, sin embargo, que ni ellos ni otros intelectuales citados anteriormente como André Gide o Albert Londres no cuestionaban los principios de la colonización sino las arbitrariedades cometidas por las autoridades con los indígenas. Eso explica que la denuncia de los trabajos forzados fuera unánimamente compartida  por surrealistas, socialistas y comunistas. De hecho, tres años antes Le Petit Parisien escribía al respecto:

“En 200 km de vía férrea, 17 000 negros han sido sacrificados”.[20]

¿Cuál fue el balance de la Exposición? Según el Rapport général (informe general) de los organizadores se vendieron 33 millones de billetes. Ahora bien, los domingos, los días festivos, las noches y ciertos días particulares se tenían que presentar para acceder al recinto varias entradas. El Rapport menciona, igualmente, 8 millones de visitantes, de los cuales 4 millones de parisinos, 3 millones de la gente de las provincias y 1 millón de extranjeros. Hay que tener en cuenta, asimismo, que se organizaron viajes desde las provincias y expediciones escolares.

¿Se consiguió, sin embargo, que el espíritu colonial penetrase en las masas? En las esferas gubernamentales se pensaba que sí. Es el caso, por ejemplo, del entonces  ministro de las Colonias, Paul Reynaud que afirmaba después de la clausura de la muestra: “El Imperio francés se ha convertido en un bloque indivisible y los franceses sienten el honor de ser sus ciudadanos.”

Marcel Olivier (Nîmes, 1879- París, 1945) gobernador general de las Colonias  y asistente de Liautey en la Exposición era del mismo parecer y declaraba en noviembre de 1931:  “En 6 meses la idea colonial ha ganado más terreno que en 50 años.”

Léon Bérard (Sauveterre-de-Béarn, SO de Francia- París, 1960), ministro de Justicia en la época, afirmaba por su parte: “ La vieja Francia de Europa y la joven Francia de ultramar se han ido acercando poco a poco, a pesar de la distancia, reciprocamente penetradas y mezcladas y se han convertido en inseparables.”

Sin embargo, con el paso del tiempo, tal entusiasmo se esfumó y la más potente de las asociaciones coloniales privadas, la Unión Colonial, afirmaba en 1932 en su informe anual que “ La Exposición colonial con todas sus maravillas que reflejaban la existencia real de nuestras riquezas de ultramar ha golpeado la imaginación. No ha fijado, no obstante,  en las mentes la importancia capital de nuestro Imperio. La colonización permanece incomprendida.”

El mismo Liautey en su prefacio al informe sobre la Exposición colonial declaraba que el éxito de la misma no era más que material: “ A un año de su clausura, se está en medida de constatar que si la Exposición ha producido su máximo de efecto y alcanza sus objetivos de educación en relación a las masas  y sobre todo de la juventud,  sin embargo no ha modificado en nada la mentalidad de los cerebros adultos o la de aquellos que no estaban convencidos de antemano.”[21]

En las elecciones legislativas que tuvieron lugar el 1 y el 8 de mayo de 1932 el colonialismo estuvo ausente de la campaña electoral lo cual evidencia que la Exposición, a pesar de la gran afluencia de visitantes, no consiguió que la población se sintiera más implicada con la causa imperial.

                                                    BIBLIOGRAFÍA

Ageron, Charles- Robert “L’Exposition coloniale de 1931. Mythe républicain ou mythe impériale?” en: Études Coloniales, 25/06/2006. Disponible en:

http://etudescoloniales.canalblog.com/archives/2006/08/25/2840733.html

Hodeir, Catherine;Pierre, Michel L’Exposition coloniale de 1931.. París: Ëditions Archipoche, 2021.

Ruscio. Alain L’Exposition coloniale de 1931, apogée du discours colonial” en

Histoire coloniale et potscoloniale. 13/05/2021. Disponible en:

https://histoirecoloniale.net/L-Exposition-coloniale-de-1931-apogee-du-discours-colonial-par-Alain-Ruscio.html#:~:text=Il%20y%20a%2090%20ans%2C%20en%20mai%201931%2C%20s’,quelque%208%20millions%20de%20visiteurs.

                                                     WEBGRAFÍA

Jules Ferry (28 juillet 1885).” En: Assemblée Nationale. Disponible en:

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 “Bamouns.” En: Wikipédia. L’encyclopédie libre. (consulta 23/08/2022) Disponible

 en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Bamouns

“Exposition coloniale internationale”. Wikipédia. L’encyclopédie libre.

(consulta 24/08/2022). Disponible en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Exposition_coloniale_internationale


[1] Prensa citada por Alain Ruscio L’Exposition coloniale de 1931, apogée du discours colonial” en

Histoire coloniale et potscoloniale. 13/05/2021. Disponible en:

https://histoirecoloniale.net/L-Exposition-coloniale-de-1931-apogee-du-discours-colonial-par-Alain-Ruscio.html#:~:text=Il%20y%20a%2090%20ans%2C%20en%20mai%201931%2C%20s’,quelque%208%20millions%20de%20visiteurs.

[2]  Información recogida en “Exposition coloniale internationale”. Wikipédia. L’encyclopédie libre.

(consulta 24/08/2022). Disponible en: https://fr.wikipedia.org/wiki/Exposition_coloniale_internationale

[3] Antigua provincia de la República Democrática del Congo (RDC).

[4] Territorio francés en  África central entre 1903 y 1958.

[5] Actual Benin entre 1864 y 1958.

[6] Pueblo del África central asentado en el oeste de Camerún , en la región de Grassland. Vivven

del artesanado, el comercio y la agricultura.

 “Bamouns.” En: Wikipédia. L’encyclopédie libre. (consulta 23/08/2022) Disponible en:

https://fr.wikipedia.org/wiki/Bamouns

[7]  Catherine Hodeir; Michel Pierre Décors er figurants.”  En:  L’Exposition coloniale de 1931.. París:

Ëditions Archipoche, 2021, p. 155.

[8]Ibidem, p.174.

[9] Charles-Robert Ageron “L’Exposition coloniale de 1931. Mythe républicain ou mythe impériale?”

en: Études Coloniales, 25/06/2006. Disponible en:

http://etudescoloniales.canalblog.com/archives/2006/08/25/2840733.html

[10] Ibidem.

[11]Jules Ferry (28 juillet 1885)” En: Assemblée nationale . Disponible en:

https://www2.assemblee-nationale.fr/decouvrir-l-assemblee/histoire/grands-discours

-parlementaires/jules-ferry-28-juillet-1885

[12] Se extiende a lo largo de 1 149km2  desde el SO de China pasando por el norte de Vietnam y con desembocadura en el golfo de Tonkín.

[13]Revista satírica ilustrada francesa de tirada semanal  de tendencia anarquista publicada entre

 1901 y 1912.

[14]Órgano oficial del partido socialista francés (SFIO).

[15] Charles-Robert Ageron “L’Exposition coloniale de 1931. Mythe républicain ou mythe impériale?”

en: Études Coloniales, 25/06/2006. Disponible en:

http://etudescoloniales.canalblog.com/archives/2006/08/25/2840733.html

[16]Citado por Catherine Odeir y Michel Pierre en “1931: apogée et rupture” L’Exposition coloniale

de 1931”. París: Éditions Complexe, 1991, p. 231.

[17]Etnia del sur del Vietnan que habitaba en las zonas montañosas.

[18]Es la mayor de las 53 minorías oficialmente reconocidas en el Vietnam. Viven las regiones

 montañosas del norte del país.

[19] Charles-Robert Ageron “L’Exposition coloniale de 1931. Mythe républicain ou mythe impériale?”

en: Études Coloniales, 25/06/2006. Disponible en:

http://etudescoloniales.canalblog.com/archives/2006/08/25/2840733.html

[20] Citado por Catherine Hodeir; Michel Pierre Nié, oublié, justifié,condamné: le travail forcé””  En:  L’Exposition coloniale de 1931.. París:Ëditions Archipoche, 2021, p. 223.

[21] Catherine Hodeir; Michel Pierre Curiosité, c’est l’ignorance”En: L’Exposition coloniale de 1931.. París: Ëditions Archipoche, 2021, p. 246.

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