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Rafael Roca (3): propagador del anarcocomunismo en Argentina y Uruguay (1888-1893)

Último artículo relacionado con el anarcocomunista Rafael Roca. En este caso sobre su activismo americano entre 1888 y 1893.

El Manifiesto de Barracas

Con esta tercera entrada sobre el anarcocomunista Rafael Roca finalizamos los artículos relacionados con su persona. En el primero de ellos se trató sobre cómo su funeral se transformó en un acto político anarquista, mientras que en el segundo repasamos su pasado como pionero anarcocomunista en Barcelona, su estancia en París y su viaje transatlántico de Le Havre a Buenos Aires. En este artículo final, trataremos brevemente sobre su activismo en el cono sur americano hasta su muerte en 1893.

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Una vez establecido en Buenos Aires, Rafael Roca destacó como un catalizador de grupos anarquistas, como fue el caso del grupo Tierra y Libertad 1, en donde militó junto a su compañero Victoriano San José, con quien ya había compartido activismo en Barcelona y París. Según unos artículos aparecidos en el periódico La Protesta en enero de 1909, obra del anarquista José Reguera2, Roca fue el principal impulsor de las doctrinas anarcocomunistas en Argentina, aunque estos datos se tendrían que matizar, puesto que personalidades como Malatesta o Mattei años atrás de la llegada de Roca en 1888, ya habían fomentado el gremialismo anarquista desde una perspectiva comunista. Sin embargo, si nos centramos en la comunidad española en Buenos Aires y Argentina, a finales de la década de los ‘80 del XIX aún predominaban quienes se definían como anarcocolectivistas.

La importancia de individualidades como Roca o San José residió en ser artífices del viraje hacia el comunismo de muchos colectivistas peninsulares residentes en la región, como sería el caso de Sacaries Rabassa, quien desde hacía años, primero en Uruguay y posteriormente en Argentina, habían destacado por su perfil marcadamente colectivista.

Como recordatorio y de manera esquemática, los colectivistas anarquistas pensaban que cada trabajador debía de recibir el producto íntegro de su trabajo, mientras que los comunistas pensaban que dicho producto era un símil del salario, haría pervivir el dinero o un sucedáneo y que, en base a diferentes criterios, se establecerían nuevas jerarquías sociales. Propugnaban, parafraseando a Piotr Kropotkin, que cada cual aportase a la sociedad según sus capacidades y que recibiese de la misma todo lo indispensable para cubrir satisfactoriamente sus necesidades (alimentación, vivienda, ropa, salud, etc). Si pusiésemos un ejemplo práctico, en una sociedad colectivista, dos campesinos con terrenos similares en tamaño podían ser más o menos ricos, puesto que factores como podría ser el tener mejor o peor productividad en el terreno, establecería que el producto íntegro de cada cual fuese diferente y, por lo tanto, con jerarquías, mientras que en el comunismo libertario se planteaba que, sencillamente, cada cual trabajase en su terreno y que consumiese/recibiese lo que considerase oportuno.

Una de las primeras acciones que realizó Rafael Roca al llegar a Buenos Aires fue imitar la estrategia que se realizó en Barcelona a mediados de los ‘80, creando junto a otros compañeros lazos de afinidad y editando un manifiesto anarcocomunista, el conocido Manifiesto de Barracas (septiembre de 1889), el cual sufrió una persecución sañuda por parte de la policia y fué secuestrada una regular cantidad de ejemplares” 3. Como resultado de ello varios anarquistas destacados, tales como Victoriano San José, Indalecio Cuadrado4, Ettore Mattei5 o Émile Piette6 fueron detenidos y encarcelados, mientras que otros, como el mismo Roca, se vieron obligados a huir. En su caso a Montevideo, la capital de la vecina Uruguay.

Sobre dicho manifiesto, pese a citas en investigaciones clásicas como el libro imprescindible de Gonzalo Zaragoza sobre el anarquismo en Argentina, o en los estudios del ya fallecido Iaacov Oved, o incluso en documentación policial de la época, lo cierto es que no lo he logrado localizar en ningún archivo, lo que me hace sospechar que las citas del mismo son referencias indirectas por parte de periódicos o informes policiales. Sería una grata sorpresa que alguien lo encontrase, puesto que fue uno de los hitos de la implantación del anarquismo comunista en Argentina.

Si volvemos a la figura de Rafael Roca una vez asentado en Uruguay, sabemos que se integró en el grupo del periódico La Voz del Trabajador, un medio anarcocomunista nacido el 1 de diciembre de 18897. En el mismo entorno militaban otros anarquistas como Juan Rodríguez, Félix Vigliano8 y P. Amilcare.

El periódico fue una muestra de la unidad aún vigente entre anarcocomunistas, puesto que se pueden encontrar tanto noticias relacionadas con los planteamientos organizativos malatestianos, defensores de la necesidad de crear un partido anarquista, internacionalista y no parlamentaria, para asegurar así unos mínimos de unidad de acción, como otros más proclives a la informalidad organizativa, fundamentada en la acción dispersa e insurreccional de grupos diversos. De hecho,  incluso se publicaron extractos de artículos aparecidos en El Productor de Barcelona, por entonces el principal portavoz de las teorías antiadjetivistas, las cuales no se decantaban explícitamente por ninguna corriente anárquica y que, en el contexto de la propuesta de Malatesta de crear un partido anarquista, se sentían especialmente cómodas, puesto que después del ocaso de la FTRE en 1888, impulsaban iniciativas como la Organización Anarquista de la Región Española, la OARE, la cual compartía muchas similitudes con al propuesta malatestiana.

Del tiempo pasado por Roca en Montevideo no se conocen muchos datos, más allá de su implicación en dicho periódico o la certeza que mantuvo el contacto con alguno de sus compañeros detenidos por causa del Manifiesto de Barracas, editado en septiembre de 1889. Un artículo interesante para comprender ese periodo represivo que afectó a Roca y sus compañeros lo encontramos en el ejemplar del 16 de febrero de 1890, cuando se publicó una carta de Victoriano San José, entonces preso.

En la misiva explicaba que la solidaridad con los detenidos en Argentina estaba siendo muy alta y que varios compañeros desde Uruguay habían realizado visitas a los mismos o tenían contacto con ellos. Para San José la detenciones tras el manifiesto eran ilegales y un burdo pretexto del estado argentino de recaudar unos 2000 pesos en fianzas, para desgastar así económicamente al movimiento anarquista, por eso hizo presente á los compañeros en general, como se lo he hecho saber á alguno que personalmente ha venido á iniciármelo, que no se molesten en reunir dinero para mi fianza; pues rechazaré la libertad; ése proceso no ha de archivarse, ha de fallarse, porque así conviene á la Revolución Social; la burguesía Argentina mal que le pese fallará, y en el fallo demostraré, ó su torpeza, ó su irascibilidad, pero en uno y otro caso, habrá tenido que presentarse á la opinión pública, tal como es, estúpida, corrompida y inútil, y al autor del delito, esto es á mi, me habrá hecho un beneficio; pues que no viene mal un descanso después de 24 años de trabajo incesante9. De igual modo, mostraba los típicos planteamientos partidarios de la informalidad anárquica y lanzaba algún dardo contra determinados medios obreros de raíz marxista.

Paulatinamente los detenidos por el manifiesto consiguieron recuperar su libertad, y en ese mismo 1890, tanto Roca como su amigo e inseparable compañero San José volvieron a militar en el anarquismo bonaerense. Fueron entonces parte de los impulsores del periódico El Perseguido10, cuyo primer ejemplar apareció el 18 de mayo de 1890.

Rafael Roca y El Perseguido de Buenos Aires

Dentro de la comunidad castellanoparlante11,  figuras como Roca, San José, junto a otras personalidades también inmigrantes como Baldomer Salbans o Sacaries Rabassa, destacaron por su activismo en favor de la propagación del anarcocomunismo. En este sentido, Roca fue junto a otros uno de los impulsores del conocido periódico bonaerense El Perseguido y parte del grupo Tierra y Libertad, el cual destacaba especialmente por realizar reuniones de controversia, es decir, conferencias anarquistas abiertas a todo tipo de intervenciones, las cuales, de vez en cuando, podían ser reprimidas por las fuerzas policiales. 

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Páginas 1 y 2 de El Perseguido, nº8, 26/10/1890. En el artículo «Reuniones» se describen las peripecias de Roca y otros de sus compañeros, como Victoriano San José, tras recibir presiones de la gendarmería para no realizar una reunión de controversia.

En el plano propagandístico, más allá de sus propios escritos, Roca fue un habitual traductor de textos franceses destacando, por ejemplo, en dicha labor en las páginas de El Perseguido con diferentes textos del enciclopedista Diderot, los cuales teorizaban sobre el amor libre. Pero más allá de lo escrito, fue más bien recordado por sus habilidades oratorias.

Roca fue un habitual en gran parte de los mítines o reuniones de controversia en el área bonaerense, y sus discursos fueron recordados por su fuerza y formas directas. En uno de ellos, por ejemplo, realizado junto a José Vega Sánchez12, Gabriel Abad13 y Sacaríes Rabassa, nos permite descubrir algunos de sus planteamientos políticos. En aquel acto, celebrado en la calle Rodríguez Peña nº344 de Buenos Aires, los conferenciantes realizaron sus intervenciones con motivo de la celebración del 18 de marzo, en honor a la Comuna de París, una de las típicas fechas emblemáticas del imaginario político anarquista y obrero.

Empezó el turno de intervenciones José Vega Sánchez, anarcocomunista, quien sin estar previsto que hablase “tomó la palabra manifestando que, siendo aquella una reunión anárquica, él se tomaba la libertad de hacer uso de la palabra sin esperar órdenes de nadie” 14. Gabriel Abad, por su parte, habló y reflexionó sobre diferentes procesos revolucionarios, afirmando que, en fechas como 1789, 1793 y 1848 los trabajadores habían sido engañados por los intereses burgueses, mientras que en 1871 se empezaban a vislumbrar muestras de la experiencia adquirida por el pueblo. Rabassa, por su parte, relató los sucesos de París y comparó las condiciones de vida entre personas y animales, llegando a afirmar que los obreros vivían peor que éstos.

El plato fuerte de la jornada fue la intervención final de Rafael Roca, de tipo doctrinal puesto que “en vista de haber muchos individuos que concurrían por primera vez á nuestras reuniones, haría una esposición comunista anárquica, y de la manera de vivir después de la revolución social” 15. Al parecer, por los aplausos recibidos, debió de ser una intervención bastante memorable.

Afirmó que la clase política era inútil porque “todo lo hacían los trabajadores” 16, los patronos, al igual que los políticos y por motivos análogos, también lo eran y su destino era desaparecer. Defendió que nadie debería de pagar rentas por vivir en una casa y que tampoco “necesitaban del comercio para el cambio de productos por que los trabajadores sabían servirse de todo con solo tener la libertad para ello” 17. Apuntilló que los curas tampoco eran necesarios y que, en definitiva, ante este parasitismo social, existía la capacidad de la clase trabajadora para autogestionar una sociedad futura. Finalmente Roca aseguró que “para llevar á la práctica nuestros principios es indispensable emplear la violencia, único medio de convencer a la burgesia de que todos los hombres tienen derecho a la vida” 18.

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En el terreno organizativo y ante la polémica desatada por las propuestas malatestianas, Roca, junto a sus compañeros de El Perseguido se opusieron a ellas y alzaron el estandarte de la informalidad e iniciativa individual.

Este hecho, enmarcado en el contexto de la polémica organizativa entre anarcocomunistas, le comportó a Roca y su entorno el distanciamiento de otras figuras relevantes como fue Fortunato Serantoni, quien en 1892 se asentó en Argentina y se integró en la redacción del periódico bonaerense, tras años de militancia en el llano barcelonés, alguno de los cuales junto a Roca y San José.

Ante el cariz de la polémica organizativa Serantoni abandonó El Perseguido, puesto que era partidario de las propuestas de Errico Malatesta, difundidas mediante el Apello de Niza de 1889 (tras la llegada de Malatesta a Europa desde Argentina), y el Congreso de Capolago de enero de 1891, distanciándose así de antiguos compañeros como Roca o San José. Tras su marcha, se dedicó a la edición de periódicos, libros y folletos anarquistas, destacando la edición a partir de 1894 del periódico La Questione Sociale, continuador espiritual del homónimo proyecto fundado por Malatesta unos años atrás. Las polémicas entre La Questione Sociale y El Perseguido fueron habituales, tanto que recordarían las producidas en el llano barcelonés entre El Productor y publicaciones como el Tierra y Libertad o El Porvenir Anarquista en esos años.

La muerte prematura de Roca en 1893 fue muy sentida por sus compañeros, desapareciendo con él uno de los mejores oradores y propagandistas del primer anarcocomunismo bonaerense de raíz castellanoparlante. Con él se perdió una de las personas más queridas y respetadas de dicho entorno, así como uno de los propagandistas que con más fuerza lograron convencer a nuevos seguidores de la necesidad de acabar con el Capital, el Estado y otras jerarquías, para poder cimentar así una nueva sociedad libre y de carácter autogestionario.

Citas

1 También participó en el grupo Los Desheredados, principal impulsor del periódico El Perseguido.
2 Destacado anarquista en la Argentina de finales de los ‘80 y activo hasta las primeras décadas del siglo XX. De origen andaluz, posiblemente de Jerez de la Frontera, fue hijo de Manuel Reguera, otro destacado propagandista en Argentina. Padre e hijo se relacionaron con Roca, de quien recibieron honda influencia. Los artículos en cuestión aparecieron en diferentes ejemplares de La Protesta de enero de 1909. Estos artículos han servido como base de varias investigaciones sobre los orígenes del anarquismo en Argentina. Algunos estudios indican que los dos Reguera eran hermanos, aunque el mismo José Reguera afirma en dichos textos que Manuel era su padre.
3 REGUERA, José. “De ‘El Perseguido’ á ‘La Protesta’”. En: La Protesta, 23/01/1909, p.1.
4 Antiadjetivista y uno de los principales líderes de la FTRE en España. Residente antes de su marcha a Buenos Aires en Sant Martí de Provençals, Barcelona. Virará en Argentina hacia planteamientos marxistas primero, para abrazar finalmente planteamientos republicanos. Fue considerado por su excompañeros  como un traidor a la causa y un más que probable vividor de la misma.
5 Nacido en Livorno en 1851, desde 1880 residía en Argentina. Antes de llegar al continente americano residió en Barcelona. Fundador junto a Malatesta del Sindicato de Panaderos argentino, a finales de la década se distanció de la figura italiana. Fue uno de los mejores amigos de Francesco Momo, quien dentro del sindicato de panaderos formaba parte del ala más radical. Mattei fue un elemento activo del anarcocomunismo y el gremialismo anarquista argentino hasta su muerte, acontecida el 8 de junio de 1915.
6 De origen belga, residía en Argentina desde 1885. Activo en el grupo de belgas y holandeses afincados en Buenos Aires, fue el promotor de la Librería Internationale, centro de venta de propaganda anárquica, así como  local habitual de reuniones.
7 El periódico era trilingüe, encontrándose textos en castellano, italiano y francés. Como se indica en sus páginas, los italianos del periódico Il Socialista de Montevideo se unieron al mismo.
8 Según una nota aparecida en El Perseguido del 18 de enero de 1891, falleció en Buenos Aires el 4 de enero de ese año en el hospital de San Roque, siendo enterrado en el cementerio de La Chacarita dos días después de su muerte.
9 SAN JOSÉ, Victoriano. “Correspondencia”. En: La Voz del Trabajador, 16/02/1890, p.4.
10 El nombre venía dado, precisamente, por la persecución desatada contra los impulsores del Manifiesto de Barracas.
11 Y en muchos casos también catalanoparlantes.
12 Sobre Vega Sánchez se sabe que a inicios de la década de los ‘90 llegó a Barcelona, junto a Francesco Momo. Una vez en la península se trasladó a Valencia, en donde fue detenido y condenado a doce años de prisión por un manifiesto anarquista que realizó.
13 Sobre Gabriel Abad, alrededor de 1894 tuvo diferentes problemas con compañeros anarquistas, tras ciertos posicionamientos mostrados y rumores que se cernían sobre él y su honorabilidad.
14 “Reunión del 18 de marzo”. En: El Perseguido, 20/03/1892, p.4.
15 Ibídem.
16 Ibídem.
17 Ibídem.
18 Ibídem.

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