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Rafael Roca (2): un perseguido

Segunda artículo dedicado a la vida de Rafael Roca. Se analiza su militancia en Barcelona, París y su viaje a Buenos Aires.

Roca en el llano barcelonés

Rafael Roca murió en Argentina, en donde fue uno de los anarquistas más destacados. Zapatero de profesión, oficio que destacó en la primera mitad de los ‘80 por ser bastión de federados proclives al ilegalismo y la continuación de la clandestinidad, fue entonces un activista próximo a los sectores disidentes de la Federación de Trabajadores de la Región Española y muy posiblemente militante de Los Desheredados de la AIT. Según su necrológica en el año 1885:

“él fue el que lanzó el primer manifiesto comunista anárquico en Barcelona; formaba parte del primer grupo organizado en aquella localidad, esplicando sus principios en varias conferencias”1.

Fue parte integrante de los primeros grupos anarcocomunistas en Catalunya y España, siendo junto a Emili Hugas, Jaume Clarà, Matí Borràs, Costa, Pedro Ceñito, el francés Luis Lalucat o Fortunato Serantoni, parte del primer entorno anarcocomunista barcelonés.

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Según lo encontrado en su momento (16/04/2012) en The Statue of Liberty – Ellis Island Foundation (el enlace está roto actualmente), el 10 de agosto de 1903 un tal Luis Lalucat llegaba a Estados Unidos desde Barcelona. Tenía entonces 40 años.

Roca fue un apasionado de las teorías de Diderot, especialmente las referidas al planteamiento del amor libre, por lo que resulta factible que las citas del enciclopedista aparecidas en las cabeceras de los primeros periódicos anarcocomunistas en el llano barcelonés, fuesen total o parcialmente iniciativa suya.

En su necrológica se afirmaba que debido a la presión policial y la ejercida por los mismos colectivistas legalistas, decidió emigrar a París, donde seguramente siguió colaborando con sus compañeros barceloneses, enviando artículos y favoreciendo contactos entre Barcelona y los diferentes grupos afincados en la ciudad del Sena, uno de los centros, por entonces, más activos en el debate agitador de las ideas anarquistas. Con alta probabilidad, se debió de relacionar, entre otros proyectos, con el grupo anarcocomunista parisino de hispanohablantes.

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Debido a problemas de salud, y ante la imposibilidad de volver a España, decidió emigrar a Sudamérica. Un viaje que se produjo en 1888, en un contexto en que las fronteras argentinas volvían a abrirse a europeos, puesto que durante la epidemia de cólera de mediados de los ‘80, permanecieron cerradas.

Teniendo en cuenta los comentarios de su necrológica aparecida en El Perseguido, de Buenos Aires, ese primer manifiesto anarcocomunista, mencionado también por Max Nettlau, el «Herodoto de la Anarquía», en varias de sus clásicas investigaciones, debió de editarse sobre 1885, y las conferencias que menciona, se deben de referir, entre otros actos, con el Congreso Cosmopolita de Barcelona de la misma fecha, en el cual los comunistas catalanes se enfrentaron públicamente a los colectivistas. Pese a lo afirmado en su necrológica, sobe que vivió muchos años en París, si en 1885 estaba en Barcelona, y en 1888 marchó hacia Argentina desde Francia, no sé si se pueden considerar muchos años, ya que ni llegaría a tres años, si sumamos su colaboración certera desde 1886 en La Justicia Humana, así como en el Tierra y Libertad entre 1888 y 1889, me hacen pensar que, si bien, entre 1885/6 y 1888 residió en París, quizá se refiera a otras épocas, como en los años de la clandestinidad de los internacionalistas entre 1874 y 1881.

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Cruzando el Atlántico

Siempre es más fácil historiar a un rico famoso que a un pobre hambriento, el primero tiene muchas más posibilidades de dejar rastro de su existencia en este mundo que cualquier desheredado de finales del s.XIX. En este sentido, tampoco se conocen las vicisitudes exactas del viaje de Rafael Roca al cono sur americano, pero por las fechas de la posible partida hacia Buenos Aires (1888), nos encontramos en las páginas del Tierra y Libertad una crónica firmada por un hispano vagamundo, en donde explicaba su viaje desde el puerto de Le Havre hacia su destino americano y sus primeros tiempos en la capital argentina.

Uno de los candidatos como autor de dicho escrito resultaría ser el mismo Roca, puesto que al inicio de la misiva se excusa de no haber escrito desde hacía tiempo al Tierra y Libertad, aspecto que podría ser resultado de los problemas de salud mencionados en su necrológica y porque las fechas posibles del viaje, en 18882, resultan coherentes. Aún así me inclino a pensar que otro posible candidato más factible sería su amigo y compañero Victoriano San José, otro destacado pionero anarcocomunista, puesto que también realizó su viaje al nuevo continente en 1888 y, desde Buenos Aires, en ese ejemplar del periódico hay referencias entre los suscriptores y corresponsales a “VS”, iniciales que utilizaba el susodicho anarquista en la correspondencia administrativa entre compañeros.

En cualquier caso, la crónica de dicho viaje resulta interesante, puesto que nos muestra el tipo de viaje transatlántico que entonces realizó Roca, al igual que otros muchos anarquistas y migrantes en general. Tampoco resultaría extraño pensar que tanto Roca como Victoriano San José hubiesen partido hacia Buenos Aires de manera conjunta, puesto que, a menudo, los viajes se hacían en grupo. Otro candidato a redactor que no se puede descartar, sería el caso del anarquista Manuel Reguera3, quien emigró a Argentina en fechas similares.

El viaje duró 27 días, en los cuales las “oleadas imprimían un balanceo á nuestro vapor que nos hacían de derecha á izquierda, al mismo tiempo que lo hacían cabecear de tal modo que completaba de hacernos perder el equilibrio” 4.

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Vapor Concordia. Pintura de E. Adam. 1890. Fuente: Historia y Arqueología Marítima

El autor del escrito reconocía que llegó a temer por su vida ante los azotes de la naturaleza. El viaje, afortunadamente, resultó exitoso tras casi un mes de travesía. El cronista reconocía que reflexionó tímidamente esperanzado sobre otras corrientes políticas, especialmente la republicana federal, en el sentido que activistas de esta última, a menudo, en debates con anarquistas o socialistas defendían la república de tipo federal como garante de la libertad individual y el bienestar general, poniendo como ejemplos a Suiza, Estados Unidos o Argentina. Sin embargo, la primera impresión que se encontró en Buenos Aires fue la de una miseria igualmente generalizada, recalcando que, mientras comía una manzana en la zona del puerto, observó que otros hombres le miraban, llegando a la conclusión que “lo que miraban aquellos hómbres era la manzana que yo estaba comiendo solo, cuando ellos todos tenian más hambre que yo y no tenían con que satisfacerla… Mala fué mi primera impresión de la República Argentina” 5.

La conclusión final de dicho migrante fue que, al fin de cuentas, entre la caciquil España de la Restauración y la república idealizada de Argentina no habían tantas diferencias:

“al internarme en la ciudad tropecé con cuarteles en que hay armas y soldados para ametrallar al pueblo (…) tropecé con iglesias en que hay curas que enseñan el Cielo al pueblo para ellos y sus acólitos tener el tiempo de escamotearle el bienestar en la tierra; tropecé con la policia, que con revolver y espada al cinto está de plantón en todas las encrucijadas de esta ciudad; (…) Por fin, en esta República Federal por excelencia, en todo y por todas partes se distinguen dos clases distintas y diametralmente opuestas como sucede en las repúblicas unitarias, en los reinos é imperios; una clase de explotadores y otra de explotados; una clase de ricos y otra de pobres” 6.

Como conclusión final en dicha carta enviada a sus compañeros del Tierra y Libertad, se constataba que pese a que los salarios eran más altos en Buenos Aires que en España, también el coste de la vida era mucho mayor y que, para los pobres, al fin de cuentas, se seguía viviendo en la miseria, advirtiendo a futuros migrantes que “este pais no es aquel soñado paraiso terrestre, sino el paraiso de los bobos” 7.

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Rafael Roca huyó de una Europa que le expulsaba por problemas de salud y por el peso de ser un perseguido político. Llegó a Buenos Aires, quizá como otros con esperanzas de cambio, aunque tras temer por su vida en un viaje de varias semanas por el Atlántico, llegó a un continente en que el Capitalismo y la sociedad de clases eran, al igual que en la vieja Europa, el ambiente en el cual la mayor parte de la población malvivía.

Citas

1 “Rafael Roca”. En: El Perseguido, 18/06/1893, p.1.
2 El autor llegó a Buenos Aires en 1888, seguramente en la segunda mitad del año. La carta citada se fechó en enero de 1889, describiendo los primeros tiempos en la capital argentina, con lo que pudo ser escrita en los últimos meses de 1888.
3 Conocido anarquista andaluz que destacó en Argentina por su militancia junto a su hijo José Reguera. En una carta enviada al Tierra y Libertad del 21 de octubre de 1888, fechada a 7 de septiembre y firmada por una tal Manuel Reguera,quizá el mismo que migró hacia Argentina, se explica que tuvo dos mellizas y que fueron inscritas en el registro civil con los nombres de Palmira y Luisa, el primer nombre, tanto en su versión masculina como femenina, bastante habitual entre anarquistas y el segundo, seguramente, en honor a Louise Michel. Este tipo de actos, por entonces, eran entendidos como una forma básica de propaganda por el hecho.
4 [SAN JOSÉ, Victoriano], “Correspondencias, Buenos Aires 27 de Enero de 1889”. En: Tierra y Libertad, 20/04/1889, p.3.
5 Ibídem.
6 Ibídem.
7 Ibídem.

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