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LA PROSTITUCIÓN EN EL PROTECTORADO DE MARRUECOS

El Tratado de Fez firmado en esta ciudad el 30 de marzo de 1912 entre el sultán Moulay Hafid (Fez, 1876- Enghien-les-Bains, Francia, 1937) y la III República francesa establece el Protectorado francés en Marruecos que duraría hasta el 2 de marzo de 1956. La nueva entidad formaba parte del África francesa del Norte juntamente con la Argelia gala y el protectorado de Túnez.

Paralelamente era instaurado el Protectorado español el 27 de noviembre del mismo año según los acuerdos hispanofranceses firmados ese día.

Los protectorados francés y español en Marruecos. Fuente: Newseuropa.

En esa época estaba en vigor en Francia y en España un sistema reglamentarista de la prostitución. Según afirma la historiadora Christelle Taraud, autora de diversas obras sobre la colonización y la prostitución, entre las cuales La prostitution coloniale. Algérie, Tunisie, Maroc (París: Payot, 2003), afirma que la reglamentación en Francia se basaba en una idea binaria de mujeres “honestas” (esposas-madres) y “deshonestas” (las “trabajadoras” sexuales). En Europa se consideraba un “mal necesario” su existencia debido a la supuesta hipersexualidad masculina. Se trataba de algo necesario para mantener el equilibrio de la sociedad. Diferente era la situación en territorios de religión musulmana como es el caso del Protectorado de Marruecos. Allí los hombres tenían derecho a casarse con cuatro mujeres y existía, además, el concubinato legal, pero la prostitución tal como se entendía en Europa constituía un fenómeno muy minoritario. Esto era así porque los varones en las sociedades magrebíes precoloniales disponían de muchas otras formas de mantener relaciones sexuales y la mayoría de ellas eran lícitas.

Antes de la llegada de los franceses los focos de mancebía se centraban en las medinas, pero existía también una prostitución de más caché, normalmente de lujo, concentrada en las almées, palabra de origen árabe (alem significa saber), equivalentes a las cortesanas europeas. Había mujeres de letras, poetisas, cantantes y bailarinas y no trabajaban en un vulgar lupanar si no en casas acomodadas. Estaban integradas en la sociedad y un mecenas las mantenía.1

En una categoría intermedia se encontraban los uled nails y los azriats. Estaban formados por bailarinas y cantantes que participaban en un espectáculo cerrado y cuyos espectadores sabían que podían contratar sus servicios, no directamente a ellas, sino a través del patrón. Se consideraban indispensables en cualquier fiesta de postín. Su estatus, lógicamente, era diferente al de la prostituta de la casba ya que eran libres, no tenían un horario y no estaban sometidas a obligaciones. Entre ellas abundaban las repudiadas y las viudas.2

La edad de las mujeres oscilaba entre los 12 y los 25 años, aunque autores como Cecilia Molinero Flores elevan la edad máxima hasta los 35 y elevan la mínima hasta los 15. Al cliente autóctono (en su mayoría tiradores africanos miembros del ejército colonial) solo se le permitía la compañía de las trabajadoras marroquíes durante un breve lapso de tiempo.

Los únicos que solicitaban los servicios de prostitutas como en Europa eran los hombres que no tenían los medios para casarse con una mujer o bien de comprar una esclava así como los que estaban afectados por una deficiencia física o mental visible que pudiera manchar el futuro de la estirpe. 3

Con la llegada de los europeos la situación cambia. Tan solo una semana después de la toma francesa de Argel, el 13 de julio de 1830 se crea el primer servicio sanitario dedicado a la prostitución. Se trataba de regular el flujo de mujeres del Viejo Continente hacia los territorios conquistados a fin de evitar que los soldados acudieran a las indígenas, sospechosas de ser sifilíticas-amén de para evitar la mezcla racial- y vistas, de alguna manera, como un potencial caballo de Troya.

Con este objetivo, París delimitó áreas precisas en las cuales llevar a cabo estas prácticas, se organizaron visitas médicas y se implantó la tasa que se cobraría de ahora en adelante en las maisons de tolérance, casas de citas, a las que podían acudir solo europeos. Se crearon asimismo, los llamados quartier réservés (barrios reservados) en los que se concentraban los locales dedicados a esta actividad.

Como ya hemos comentado, en 1912 se establecen los protectorados francés y español en Marruecos. Aquí también, como antes en Argelia, se delimitan estos sectores en las medinas tradicionales ante el estupor de la población magrebí que no podía entender que se pudiera dar forma visible a lo que se consideraba como una desviación sexual.

En el territorio bajo control galo se crearon quartiers réservés en Bousbir (Casablanca), Moullay Abdullah (Fez), Oukassa (Rabat) y Bab el Khemis (Marraquech).

En el interior de estos barrios las prostitutas tenían que estar registradas y someterse a controles sanitarios regulares. Debían llevar siempre consigo la ficha de registro y solo les estaba permitido salir fuera del recinto con un permiso.

Había, a pesar de todo, mujeres que trabajaban fuera de estas zonas siendo frecuentes las acciones de policía contra ellas y, asimismo, eran obligadas a hacerse un examen médico.4

En 1914 los hombres que en Casablanca iban en busca de placeres carnales se desplazaban a Bab Marraquech, a poca distancia de la medina. Allí un grupo de chicas comerciaban con su cuerpo en las tierras de un francés llamado Prosper Ferrieur. Con el paso del tiempo se bautizó el lugar con el nombre de su propietario y así “Prosper” se convirtió en “Bousbir.”

El emplazamiento era demasiado céntrico para el gusto de las autoridades coloniales, además de un foco de insalubridad por la falta de higiene que favorecía la propagación de enfermedades. Es por estos motivos que en 1923 se tomó la decisión de trasladar tales “actividades” lejos de las miradas de la gente, a Derb Soltane, a un barrio especialmente construido a tal efecto y en donde la prostitución estaría fuertemente controlada.

Bousbir estaba asociado al plan de desarrollo urbano de Casablanca y fue diseñado por el arquitecto Edmond Brion (Soissons, Francia, 1885- Saint-Gervais, 1973). Se encontraba rodeado de murallas. Había una sola puerta por la cual se accedía que estaba vigilada por policías y militares, bayoneta en mano, que impedían a los unos de entrar y a las otras de salir. Las mujeres solo podían abandonar el recinto dos veces por semana a media mañana con un permiso previo del inspector de policía del lugar así como un examen médico. Según un informe del año 1951, el volante lo tenía que autorizar el patrón o patrona de la chica y, si estos se negaban, no podían abandonar el recinto bajo ningún concepto. El barrio contaba con un cine, un teatro, un hammam, cabarés, restaurantes, cafés, tiendas de souvenirs, una comisaría, una pequeña prisión además de un dispensario médico e incluso una mezquita. En total, tenía 160 metros de largo por 150 de ancho, 24 000 m2 y 42 comercios.5

Según el investigador Jean-Louis Cohen, el urbanista se inspiró en el de Yoshiwara de Edo en Tokio. El escenario era similar: una parte de la ciudad dedicada al negocio del sexo con sus respectivas tiendas, restaurantes y salas de música.

¿Cuántas mujeres trabajaban en Bousbir? Según el filólogo árabe novelista marroquí y especialista en resolución de conflictos Youssef El Maimouni habría más de 900 marroquíes musulmanas y judías a las que habría que sumar medio centenar de trabajadoras europeas e incluso una decena de travestis .

Vigiladas por las autoridades, sometidas a controles sanitarios, las prostitutas de Bousbir estaban a las órdenes de madamesque no les daban tregua. Tenían que estar disponibles a cualquier hora del día o de la noche, a pesar del cansancio y de las enfermedades. Las visitas médicas semanales se justificaban para evitar la propagación de la sífilis tal como sucedía en Bab Marraquech.6

En la misma línea se expresa Christelle Taraud que subraya que las mujeres no tenían ningún derecho y padecían una brutal explotación. Ellas no recibían directamente el dinero de los clientes sino que se les daban unas fichas que tenían que entregar a la madame y esta era la que decidía lo que cobraban, al margen de lo que hubiese pagado el cliente. Los establecimientos tenían que ser rentables costase lo que costase a pesar de que ello conllevase que algunas trabajadoras tuvieran que atender de 40 a 60 clientes por día.7

Las calles llevaban el nombre de la madame del burdel. Así nos encontramos con Chaoui (Chauoen), Mkenassia (Mequinez), Rbatia (Rabat). Las patronas llegaban de casi todas las partes de Marruecos. De esta forma, si alguna conseguía hacerse con un nombre, solo había que preguntar por la calle de tal ciudad.

En Bousbir las prostitutas no se mezclaban. Las árabes se encontraban en su sector y lo mismo sucedía con las europeas y las judías, estas últimas minoritarias así como las procedentes del África subsahariana.

Las casas donde se alojaban eran, en realidad, una habitación con un baño común Solía haber una fuente en medio del patio y una especie de hall de entrada donde se recibía al cliente. Las ventanas estaban provistas de rejas de hierro.8

La pequeña ciudad independiente recibía diariamente la visita de unos 1 500 turistas – además de militares residentes en Casablanca o alrededores-llegados en cruceros atraídos por campañas de promoción del lugar.

Incluso en la ya existente Guía Michelin aparecía Bousbir como lugar de interés.

Así se anunciaba en las guías turísticas el nuevo barrio:

Sobre una bella plaza rodeada de cafés se encuentran jóvenes danzantes, como si estuviéramos en Bizancio o Pompeya, también febos que portan su turbante, algunos con la cabeza rapada. Mientras que unos cantan canciones, otros, simplemente, miran a sus posibles clientes.9

El semanario L’Afrique du Nord Illustrée en su edición del 29 de septiembre de 1934 dedicaba su portada y un amplio reportaje al nuevo suburbio.

Entre 1924 y 1955 llegó a haber una media de 600 prostitutas, con picos bajos de 450 y altos de 700. El número de clientes por día oscilaba entre los 1000 y los 1 500. Entre estos menudeaban los marinos que atracaban en el puerto de Casablanca, militares residentes en la urbe así como algunos judíos.

Los lunes eran el día que la patrona hacía caja. Tras comprobar el montante obtenido descontaba los gastos de comida y alojamiento. La ropa que llevaban las mujeres la compraba ella en la ciudad y se la revendía por el doble del precio.

Si la chica no llegaba a una cierta cantidad, la madame retenía lo que había ganado.10

Vista aérea del barrio de Bousbir. Fuente: Alamy.

Jean-François Staszak, profesor de Geografía en la Universidad de Ginebra profundiza en las malas condiciones en que malvivían las trabajadoras.

Se sabe que el 95% de las mujeres consumían alcohol y cánnabis en grandes cantidades e incluso algunas de ellas reconocían al médico que no podían trabajar sin ir borrachas. Se sabe, igualmente, que muchas se quejaban de los maltratos que sufrían no tan solo por parte de los clientes sino también de la policía.11

Dentro del recinto, la segregación social y racial estaba a la orden del día. Así, por ejemplo, los trabajadores marroquíes que no gozaban de un buen estatus , o los de color, como los senegaleses que vivían en la ciudad solo podían visitar el barrio un día a la semana y no podían frecuentar a las -pocas- mujeres europeas o judías que había en él.

Bousbir cerró definitivamente en 1955 lo cual no supuso que la prostitución desapareciera de la ciudad, sino que solo cambió de lugar, se dispersó. El barrio pasó a ser lugar de residencia de los reservistas y veteranos de guerra que deciden quedarse en Marruecos.

¿Qué ocurría mientras tanto en el Protectorado español? La prostitución estaba allí legalmente prohibida. Aun así, obviamente eso no significaba que no existiera y las autoridades españolas en la zona, igual que ocurría, como hemos visto en el sector francés, estaban preocupadas por la propagación de las enfermedades venéreas entre el elevado contingente militar y los funcionarios desplazados a la zona.

Según Cecilia Molinero Flores, Madrid mantenía una posición más “dura” al respecto, pero, afirma igualmente la autora de Larache que solo era de cara a la galería. Las prostitutas eran constantemente multadas y el encargado de hacerlo era el bajá que vendría a ser el alcalde. Había frecuentes redadas durante las cuales se arrestaba a las mujeres, pero solían quedar en libertad dos o tres días más tarde sin que recibieran ningún justificante por haber pagado las sanciones que les habían impuesto, o sea, un dinero que se embolsaba la autoridad competente. Aparte había que dar una propina al resto de funcionarios, un duro al mejazni (gendarme) y otro al secretario del jalifa.12

Cabe poner de relieve la rapidez con que se promulgaron legislaciones y normativas como las correspondientes a las casas de lenocinio tanto en Tetuán, capital del Protectorado, ya desde 1914, Larache (1917) hasta una reglamentación más amplia que, en 1927, incluyó a todas las ciudades de la zona. Estas normativas sufrieron modificaciones en 1941 en plena dictadura franquista y entre las que se incluye un último intento de regular la prostitución en 1953 en la que se planteaba la necesidad de poner en orden las actividades ejercidas por las artistas de variedades, bailarinas de salón o entrenadoras de pista.

Según afirma Begoña Etxenagustia Atutxa, el minucioso estudio de esta normativa subraya la idea de que el negocio sexual contribuía, de alguna manera, financieramente, al sostenimiento del propio sistema. Las diversas disposiciones, entre las que destacaban el pago por la posesión de la cartilla, por las revisiones periódicas, las altas multas aplicadas, el pago efectuado por las inscripciones en las oficinas de intervenciones locales y los derechos que las casas de prostitución

pagaban mensualmente en concepto de patente, en función de si eran clasificadas como de primera, segunda o tercera categoría, “nos trasladan la imagen de una caja registradora en continuo funcionamiento, pero que en realidad aportaba unas ganancias modestas.13

Édouard Léon Michaux Bellaire y Georges Salmon en su obra El Qçar. Une ville de province au Maroc septentrional (Archives Marocaines. Nº 2, 1905) focalizan el estudio de la corrupción institucional en un expediente administrativo que se abrió


Campamento general en Alcázarquivir. Fuente: Universitat

Pompeu Fabra (UPF).

a funcionarios de la Oficina de Intervención Local de Alcázarquivir en 1925. La miseria estaba muy extendida en la ciudad y este factor resultó determinante para la expansión del lenocinio. En la urbe abundaban las habitaciones controladas por meretrices conocidas como misriya (egipcia) con una escalera independiente. Ya en 1905, el jalifa, predecesor del bajá contaba con una red de espías que estaba al corriente de las aventuras amorosas de la población. La finalidad de dicho espionaje no era solo moral sino también económica: el jalifa extorsionaba a la población percibiendo tasas y pagos de los afectados a cambio de evitar la cárcel.

La mayoría de las actividades se concentraban en el barrio de Mzebla, donde las practicaban mujeres viudas y algunas casadas. Este sistema lo mantuvo el bajá y, según Michaux-Bellaire y Salmon, se puede afirmar que dicha autoridad gubernativa y sus diferentes agentes ejercían indirectamente de auténticos proxenetas al percibir multas de las prostitutas que no figuraban en ningún registro (entre dos pesetas y un duro por semana). Este sistema de represión se basaba en la amenaza de encarcelamiento en una prisión especial. Antes del Protectorado esta misma cárcel estaba sita en casa de la arifa, una mujer generalmente de origen esclavo.

En el expediente también se detalla que los funcionarios españoles también tomaban dinero de las multas o lo recibían para evitar privaciones de libertad. Era esta una práctica habitual del bajá.

Sin embargo, eso no era todo. Los implicados de la Oficina de Intervención Local no solo mantenían un negocio de comisiones en torno a la prostitución, sino que participaban activamente en el ambiente nocturno de la ciudad lo cual incluía el mantenimiento de relaciones sexuales y de poder sobre las mujeres afectadas. Todo ello contradecía la política formal de frontera sexual entre colonizadores y colonizados y evidenciaba el sesgo hipócrita de la misma.

No resulta de difícil imaginar el grado de coerción al que estaban sometidas las mujeres ya que podían encontrarse con su “acreedor” incluso en el lugar de trabajo y en el momento más inesperado. Este fue el caso, precisamente, de la cantante Cheija Erouial Bent el Maati la cual mientras se encontraba en una velada festiva solicitada por uno de los hijos del bajá Ermiqui, uno de los funcionarios españoles se presentó junto a un marroquí y ambos abusaron de una joven aprendiz suya después de que la chica se negara a mantener relaciones sexuales. Así lo contó la artista:

[…] Le pegó Ignacio en la cara, la tiró al suelo y abusó de ella. El llamado Tribak primero y después Ignacio Pablos, estando ambos bebidos. Se marcharon después sin pagar. La declarante se quejó al bajá el cual le dijo que acudiese a la Intervención, pero ella no se atrevió a hacerlo porque al salir de la casa del dirigente se encontró con Ignacio que la amenazó diciéndole que si se le ocurría reclamar ante la Intervención, iría a su casa de noche y le ajustaría las cuentas.

La cheija declaró, además que ella misma había sido encarcelada en numerosas ocasiones por no avisar de que iba a cantar y por no pagar el duro que le exigía el antiguo jalifa. Afirmó, igualmente que, para ser liberada, tuvo que pagar quince duros y un pilón de azúcar. En la propia declaración de uno de los funcionarios españoles más enredados en el asunto de la prostitución y los abusos a mujeres, incurrió en abundantes contradicciones que delataban su implicación de manera burda.14

En la misma línea, Cecilia Molinero Flores subraya el carácter de “auténtico depredador en el sentido más amplio de la palabra” de Melali Ermiki, bajá de Alcázarquivir, el cual “ejerció una auténtica tiranía sobre la población local , expolió a viudas, huérfanos e incluso gente muy pobre que no tenía donde caerse muerta.”

En un estudio publicado el año 1939, el Dr.Joan Solsona Cunillera recoge una estadística de los cuatro años anteriores y encuentra el 54,42% de sifilíticos entre todos los enfermos que acudieron a los consultorios médicos de Yebala. El mismo Dr. Solsona, en Alcazarquivir, entre los ingresados en el Hospital y en el Consultorio calculaba que el 79% del total de la población, tenía lesiones visibles, las había tenido, o presentaba reacciones serológicas positivas. 15


Por supuesto que las prácticas corruptas no se limitaban a Alcázarquivir. Cecilia Molinero Flores, como hemos visto, se refiere también a Larache (donde el lenocinio se concentraba en el barrio de Nador, cerca de los cuarteles de regulares y se calcula que ejercían unas 70 u 80 mujeres), así como a Tetuán y Tanger, esta última, como es bien conocido, fuera del control colonial al tener un estatus de ciudad internacional. En dicha urbe había viudas y casadas que ejercían algunos días a la semana para redondear el mes. Los proxenetas, aquí,, eran hombres afines a la autoridad. Molinero pone de relieve que había toda una cadena que cobraba del trabajo de una chica. En Tetuán se dio el caso de una mujer de origen eslavo que encarcelaba a algunas prostitutas por orden de los gerifaltes políticos y que disponía, incluso, de una especie de prisión. Estas colaboradoras recibían el nombre de arifas.

Melali Ermiki, bajá de Alcázarquivir (derecha) junto al capitán Lopera

y su secretario. Fuente: ABC.

Entre las prostitutas hubo casos de prisioneras que fueron liberadas con la condición de que trabajaran en un burdel. Algunas de las que se vieron obligadas a hacerlo acababan de salir del hospicio.

En los lupanares había diferentes estratos según el color de la piel ya que no todos los colonos querían a mujeres de piel oscura sino que las preferían blancas y de su misma nacionalidad.16

BIBLIOGRAFÍA

Etxenagasia Atutxa, Begoña “La prostitución en el Protectorado español en Marruecos (1912

-1956).” En: Institut d’Història Jaume Vicens i Vives.Bulleti núm 19, septiembre de 2021, p. 19-21.

Disponible en: https://www.upf.edu/documents/7951176/8365374/Butlleti19_web.pdf/92d12425

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Harries, AlexanderFaire le bordel: The Regulation of Urban Prostitution in French Morocco. En: Frenchhistorysociety, p 17. Disponible en: http://frenchhistorysociety.co.uk/forms/Alex%20Harries%20Faire%20le%20Bordel.pdf

Ibnouzahir, Zineb Un quartier, une histoire: Bousbir, haut lieu de la prostitution casablancaise

sous le Protectorat. En: Le 360, 24/09/2018. Disponible en: https://fr.le360.ma/lifestyle/un-quartier-une-histoire-bousbir-haut-lieu-de-la-prostitution-casablancaise-sous-le-protectorat-174991

Mateo Dieste, Josep Lluís “Una antigua costumbre…Corrupción entre colonizadores y colonizados en Alcázarquivir (1925). Protectorado español de Marruecos.” En:

Illes i imperis, 2014, nº 16. p.159-160. Disponible en:

https://raco.cat/index.php/IllesImperis/issue/view/23922

Miret Cuadras, Pere “Memorias de un médico en el Protectorado español en Marruecos a

mediados del siglo XX.” En: Aldaba, nº 39, 2014, p.211. Disponible en:

https://revistas.uned.es/index.php/ALDABA/issue/view/1132

Molinero Flores , Cecilia “La prostitución en Marruecos y Casablanca.” En: La prostitución en

Marruecos bajo el protectorado español y francés. Madrid: La, 2019.

AUDIOVISUALES

Staszak, Jean-François “Le quartier réservé de Bousbir, à Casablanca.” En: Monumental, 7 de julio del 2022. Minuto: (29:30-29:58). RTS. Radio Télévision Suisse. Disponible en:

https://www.rts.ch/audio-podcast/2022/audio/le-quartier-reserve-de-bousbir-casablanca-25836590.html

Taraud, Christelle La prostitution coloniale.: Algérie, Tunisie, Maroc, 1830- 1962. En: Aula Mediterrània, IEMedBarcelona, junio 2022. (Minuto 51:52-52:24). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ctdPD-MXw1Q&t=1175s

1 Cecilia Molinero Flores“La prostitución en Marruecos y Casablanca.” En: La prostitución en

Marruecos bajo el protectorado español y francés. Madrid: La, 2019, p. 11-12.

2 Ibidem, p.12.

3 Cristelle Taraud La prostitution coloniale.: Algérie, Tunisie, Maroc, 1830- 1962. En: Aula Mediterrània, IEMedBarcelona, junio 2022. (Minuto 18:45-19:29). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ctdPD-MXw1Q&t=1175s

4 Alexander Harries Faire le bordel: The Regulation of Urban Prostitution in French Morocco. En: Frenchhistorysociety, p 17. Disponible en: http://frenchhistorysociety.co.uk/forms/Alex%20Harries%20Faire%20le%20Bordel.pdf

5 Cecilia Molinero Flores“La prostitución en Marruecos y Casablanca.” En: La prostitución en

Marruecos bajo el protectorado español y francés. Madrid: La, 2019, p. 32.

6 Zineb Ibnouzahir Un quartier, une histoire: Bousbir, haut lieu de la prostitution casablancaise

sous le Protectorat. En: Le 360, 24/09/2018. Disponible en: https://fr.le360.ma/lifestyle/un-quartier-une-histoire-bousbir-haut-lieu-de-la-prostitution-casablancaise-sous-le-protectorat-174991

7 Cristelle Taraud La prostitution coloniale.: Algérie, Tunisie, Maroc, 1830- 1962. En: Aula Mediterrània, IEMedBarcelona, junio 2022. (Minuto 51:52-52:24). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ctdPD-MXw1Q&t=1175s

8 Cecilia Molinero Flores“La prostitución en Marruecos y Casablanca.” En: La prostitución en

Marruecos bajo el protectorado español y francés. Madrid: La, 2019, p. 41-43.

9 Ibidem, p.40-41.

10Ibidem, p.47.

11 Jean-François Staszak “Le quartier réservé de Bousbir, à Casablanca.” En: Monumental, 7 de julio del 2022. Minuto: (29:30-29:58). RTS. Radio Télévision Suisse. Disponible en:

https://www.rts.ch/audio-podcast/2022/audio/le-quartier-reserve-de-bousbir-casablanca-25836590.html

12 Cecilia Molinero Flores “La prostitución en Marruecos y Casablanca.” En: La prostitución en

Marruecos bajo el protectorado español y francés. Madrid: La, 2019, p. 41-43, p.65-66.

13 Begoña Etxenagasia Atutxa “La prostitución en el Protectorado español en Marruecos (1912

-1956).” En: Institut d’Història Jaume Vicens i Vives.Bulleti núm 19, septiembre de 2021, p. 19-21.

Disponible en: https://www.upf.edu/documents/7951176/8365374/Butlleti19_web.pdf/92d12425

-7bc7-4965-9aaf-c3d7dd57c84e

14 Michaux Bellaire, Édouard-Léon ; Georges Salmon El Qçar. Une ville de province au Maroc septentrional (Archives Marocaines. Nº 2, 1905). Citado por: Josep Lluís Mateo Dieste “Una antigua costumbre…Corrupción entre colonizadores y colonizados en Alcázarquivir (1925). Protectorado español de Marruecos.” En:

Illes i imperis, 2014, nº 16. p.159-160. Disponible en:

https://raco.cat/index.php/IllesImperis/issue/view/23922

15Pere Miret Cuadras “Memorias de un médico en el Protectorado español en Marruecos a

mediados del siglo XX.” En: Aldaba, nº 39, 2014, p.211. Disponible en:

https://revistas.uned.es/index.php/ALDABA/issue/view/1132

16 Cecilia Molinero Flores “La prostitución en Marruecos y Casablanca.” En: La prostitución en

Marruecos bajo el protectorado español y francés. Madrid: La, 2019, p. 75-76.

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