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CLASE OBRERA, LEVAS Y GUERRA EN ESPAÑA (1909-1912)

Imagen de cabecera: viñeta crítica con el militarismo aparecida en La Campana de Gràcia (24/09/1909).

En enero de 1912 se promulgó en España la primera ley que, en materia de reclutamiento fue aprobada a lo largo del siglo XX y cuyos principios básicos se mantuvieron vigentes hasta las reformas de Azaña durante la II República. Aunque el debate sobre el modelo de organización militar se remonte en el tiempo bastante más allá del trienio 1909-1912 vamos a centrarnos, sobre todo en esos años inmediatamente anteriores a la aprobación de la normativa y en los que la controversia, tanto en el Congreso (cuyos debates sobre la materia son el objeto principal de este escrito), como en la prensa, alcanzaría su punto álgido.

En España, tradicionalmente, los partidos progresistas habían mantenido en sus programas la implantación del voluntariado y la abolición de la quinta. Durante el Sexenio, sin embargo, incluso los demócratas y los republicanos abandonaron esta postura y en 1875, cuando aceptaron asumir la constitución canovista, se declararon partidarios de imitar el sistema alemán, esto es, servicio militar de reemplazo corto, más o menos generalizado según su posición en el espectro político.1

No obstante, a la hora de plasmarlo en las leyes, los conservadores falsearon dicho modelo para evitar el alistamiento de los miembros de su clase social. La izquierda dinástica, por su parte, mucho más comprometida programáticamente con su implantación, tuvo la habilidad suficiente para soslayar los intentos de universalización que algunos de sus ministros militares presentaron en en Parlamento. En cuanto a las nuevas formaciones políticas, al margen del sistema, que irían apareciendo durante el periodo de la Restauración podemos constatar una diversidad de posiciones. Así, los republicanos se mostraron favorables a la universalización del servicio con la excepción de los federalistas de Pi i Margall que se mantuvieron fieles al voluntariado. Los catalanistas reclamaron un convenio por el que el Principado cooperaría en el esfuerzo bélico con un ejército profesional circunscrito a su ámbito territorial. La AIT, a su vez, propugnaba una milicia de voluntarios. Por lo que respecta al PSOE, el partido de Pablo Iglesias defendió la instauración de un servicio universal hasta que en su primer congreso, celebrado en Barcelona en 1888, las bases del mismo votaron a favor de la supresión del ejército permanente, mientras que los grupos marginales escindidos del socialismo marxista, unos (los madrileños) se decantaron por la leva y otros (los catalanes), por el voluntariado.

Después del 98, regeneracionistas, conservadores y liberales se pronunciaron de forma unánime por la urgente promulgación de una ley que hiciera desaparecer las injusticias de la normativa de quintas “condenada por voz casi unánime del país”. Sin embargo, pasaron ocho años hasta que Canalejas se comprometiera a universalizar el servicio y otros seis para que la promesa se hiciera realidad.2

En los primeros meses de 1909 los territorios marroquíes bajo control español presentan un panorama inquietante. Los “Moros amigos” reclaman la protección de las autoridades de Madrid ante los ataques de otros rifeños que, en principio, deberían estar sujetos por la autoridad del Sultán con quien España estaba en paz. El gobierno de Maura, entonces, empieza a enviar tropas ante la desconfianza y recelo de la oposición, especialmente de la izquierda que sabe que los obreros serán los primeros en ser llamados y critica la política militarista del presidente del Consejo. A este respecto es particularmente significativo el editorial de El Socialista del 9 de julio de 1909:

En todas partes , lo mismo en las grandes ciudades que en los pueblos de corto vecindario, debe alzarse la voz de los trabajadores contra la guerra, no solamente para señalar los grandes males que esta ocasionaría a nuestra nación, sino para condenar a la vez que la gran injusticia que se cometería atentando a la independencia de otro pueblo, el tremendo desatino de gastar en pura pérdida lo que tanta falta hace para bienes, higiene y cultura.

Y ponía de manifiesto el sesgo clasista del intervencionismo militar:

Sirva de acicate para la protesta, el desahogo con que en asunto tan importante proceden nuestros gobernantes , y de otra la irritante desigualdad que se daría, caso de producirse la guerra, de que fueran solamente a ella los pobres, los que trabajan, en tanto quedarán en sus casas los hijos de los que explotan y esclavizan a aquellos (…) . ¡A protestar contra la guerra de Marruecos! ¡ A hacer viva campaña para que a dicho país no se manden soldados! Solo así lograremos que sea exacto que ni este Gobierno ni ningún otro piensen meterse en aventuras guerreras.3

Dos días después, el 11 de julio, se publica en la Gaceta de Madrid un Real Decreto que autorizaba al ministro de la Guerra para llamar a filas a los soldados de la reserva activa que se considerasen necesarios. Así reaccionaba el gobierno Maura al conocer el ataque por parte de unos rifeños en Sidi Moussa a un grupo de obreros españoles que construían un puente, con el trágico balance de la muerte de varios de ellos e hiriendo a otro. Ese mismo día, el PSOE organiza un mitin de protesta en el que su líder, Pablo Iglesias, se mostró categórico en la oposición expresada a la intervención militar: “Los enemigos del pueblo español no son los marroquíes sino nuestro gobierno. Hay que combatir al gobierno empleando todos los medios. En vez de disparar hacia abajo, los soldados deben disparar hacia arriba. Si es preciso, los obreros irán a la huelga general con todas sus consecuencias, sin tener en cuenta las represalias que el gobierno puede ejercer contra ellos.4

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Los soldados llegaron a Melilla el 16 y el 18 entraron en combate. Los enfrentamientos se trasladaron a las inmediaciones de esta ciudad el 22 y, para detener su avance se ordenó una carga de artillería sobre el núcleo atacante. Seguidamente, y como medida de prevención, el general Marina congregó a seis compañías de infantería y a una sección de obuses en las proximidades de la llamada plaza de soberanía. Al mando de las mismas se encontraba el coronel Álvarez Cabrera quien, por decisión propia y desobedeciendo órdenes superiores, decidió entonces realizar una marcha nocturna de reconocimiento hacia Ait Aixa. Durante dicha expedición los españoles se perdieron y amanecieron en el barranco del Alfer donde se encontraban los rifeños los cuales, a su vez, pillaron por sorpresa a aquellos. De resultas de ello, 25 militares perdieron la vida (entre ellos el propio coronel) y se contabilizaron 230 heridos por parte hispana.5

El descontento por la movilización de las Brigadas Mixtas de Madrid y Barcelona, así como el de otras unidades militares se extendió por muchas ciudades y los incidentes en las estaciones de trenes -donde los llamados a filas eran concentrados para ser enviados a África-, fueron numerosos, siendo los más importantes los que tuvieron lugar en la madrileña estación del Mediodía y en la de Zaragoza. Por supuesto, mención aparte, por su envergadura, merecen los que se produjeron en buena parte de Cataluña durante la denominada “Semana Trágica” desde el lunes 26 de julio hasta el domingo siguiente. Por citar solo unos ejemplos, en el pueblo de Anglès (Gerona), las mujeres se tumbaron sobre las vías para impedir el paso del tren de Olot que iba a la capital provincial cargado de reservistas. En Tàrrega (Lérida), una multitud hizo todo lo posible por evitar que subieran al tren tres licenciados pertenecientes al regimiento de Albuera.6

En Barcelona, El Progreso, periódico de Lerroux, describía así la marcha de los contingentes:

Ayer al embarcar tropas expedicionarias… la protesta que late en todos los corazones se exteriorizó de un modo unánime en gritos de ¡Abajo la guerra! ¡Abajo Maura…! en una formidable silba a la Marcha Real… Es el principio del fin porque el pueblo, convencido de su obra patriótica, seguirá adelante, ya que su protesta ha encontrado el eco que debía en el corazón de todos los hijos, de los que la burguesía insaciable pretende devorar en una guerra insensata7.

La derecha no dudó en calificar de traidores a la Patria a los que protestaban como lo evidencia este artículo aparecido en el ABC del 27 de julio:

Barcelona en estado de guerra, la vía férrea cortada por manos criminales…! Tristes, desoladoras son estas noticias que impresionarán el ánimo de todo buen español mucho más dolorosamente que las bajas sufridas en los combates de Melilla; porque los que allí caen nos dicen que aún hay españoles que saben morir por nuestra España, y estas indican que tiene hijos ingratos que contra ella atentan cuando tiene que luchar en tierra extraña; hijos que hacen causa común con las cabilas rifeñas. ¡Qué vergüenza! (…) Ahora , empeñados en una lucha exterior, es criminal todo español que se acuerda de que es conservador, liberal, republicano, socialista; criminal quien se preocupa de políticas luchas interiores; criminal quien provoque conflictos que distraigan a los poderes públicos de su primera y más sagrada atención, que es acabar con honra y rapidez el conflicto de Melilla.8

Uno de los elementos que más indignaban, dentro del llamamiento a filas de los reservistas, era el mantenimiento de la redención en metálico que hacía de los obreros y de la clase trabajadora fácil carne de cañón mientras que los pudientes eran eximidos de sus obligaciones militares. Tal circunstancia había sido denunciada incluso por diputados conservadores como Prudencio Rovira Pita, parlamentario por Lugo, en un debate en el Congreso el 22 de noviembre de 1907:

(…) Por eso digo que hay una gran tradición de horror y de temor al servicio militar, y esa tradición no está justificada; y yo me lamento y me he de lamentar siempre de que perdure en el seno de la clase media de la sociedad española esa educación sedentaria, mimosa, casi faldera, que mira con horror la vida militar, que la presenta como una vida llena de horrores y de quebrantos; y yo creo que toda esa educación, reforzada además con una enseñanza memorista y rutinaria, tiene encanijada física y moralmente a la clase media, y si no se corrige, preparará su bancarrota próxima en la dirección predominante que ahora tiene en los desenvolvimientos sociales.9

En Figueras, la población impidió la salida de los reservistas. De hecho, de los 600 convocados, solo se presentaron 2. En Valencia, una manifestación recorrió la ciudad el día 28 gritando “¡Muera Maura!” y “¡Abajo la guerra!”. En Reus, El Vendrell, Tudela y Calahorra se cortó el paso a los trenes que conducían las fuerzas del orden hacia Barcelona. En Sabadell, los obreros se apoderaron del cuartel de la Guardia Civil, cuyos números tuvieron que refugiarse en la estación y dos regimientos de dragones se negaron a a abrir fuego contra la multitud. Y esto por citar solo algunas de las muchas localidades en que se produjeron incidentes en aquellos días.10

La represión subsiguiente a las protestas fue brutal. Según La Correspondencia Militar, más de mil procesos fueron instruidos en dos semanas. El 25 de agosto comenzaron los fusilamientos. Entre ese día y el 13 de octubre fueron ejecutados los obreros José Miguel Baró, Antonio Malet y Ramón Clemente y el guardián de seguridad Eugenio del Hoyo que se había negado a disparar contra los revolucionarios. Ese mismo día era fusilado Francesc Ferrer i Guàrdia (Barcelona 1859-1909), director de la Escuela Moderna cuya participación en los sucesos nunca pudo ser probada.11

La gravedad de los desórdenes que se produjeron, la salida del gobierno del presidente del Consejo, Antonio Maura y la llegada al mismo de Canalejas (después de unos meses de gestión de Segismundo Moret) impulsaron la definitiva aprobación de una nueva ley. Ya en abril de 1909 se había presentado un primer proyecto por parte del entonces ministro de la Guerra Arsenio Linares (Valencia 1848- Madrid, 1914) mientras que el segundo lo fue en octubre de 1910 de manos de Ángel Aznar. (Totana, Murcia, 1847- Madrid, 1924). Era el llamado Proyecto de Ley de Bases para el Reclutamiento y el Reemplazo del Ejército.Este nuevo texto suponía un salto cualitativo en lo que hace referencia a la universalización del servicio militar, al convertirlo en un deber personal e intransferible y al abolir la redención. Sin embargo ello no implicó una absoluta igualdad de los mozos ya que se creó la figura del soldado de cuota, el cual podía ver reducido su tiempo de mili a cambio del pago de una cantidad en metálico, además de elegir destino y dormir fuera del cuartel.12

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Postal sobre Francisco Ferrer y Guardia [ca. 1910?]. Fuente: Archivo personal de Fran Fernández

Los debates en el Congreso sobre fueron acalorados en el año 1910 con intervenciones en la Cámara de Pablo Iglesias en las que denunciaba las injusticias de la quinta como, por ejemplo, en la del 14 de diciembre de aquel año:

(…) Ya he expuesto en otra ocasión con mayor amplitud que nosotros consideramos que la fuerza armada del país responde a principios de clase y S.S (se refiere al diputado republicano por Gerona Joaquim Salvatella i Gibert) ha venido a dar el argumento incontestable diciendo que hoy la característica de las guerras es la cuestión económica.

Pero, es que en las cuestiones económicas que se se producen en las Naciones lleva la voz el proletariado, o la lleva la clase patronal o capitalista? ¿ Es que en la cuestión de Melilla, en la cuestión de África, fue la clase proletaria la que pidió que se realizase esa campaña para ir a trabajar a aquella región o habían sido los que no iban a ir allí porque, después de todo, en nuestro país hay muchos sitios donde trabajar? ¿Es que en otros países cuando ha habido guerras las ha pedido el proletariado? No; las guerras las ha provocado la clase capitalista, que es la dueña del Poder. No tiene el proletariado influencia bastante para contener aquellas campañas de carácter económico, y es claro que estas guerras no se han podido verificar sin los brazos de la clase obrera, pero la resultante ha sido para la clase capitalista.13

Y se explayaba en ejemplos históricos para corroborar sus aseveraciones:

Si se examinara, desde la guerrra francoprusiana hasta la guerra rusojaponesa, nos encontraremos con que la cuestión económica ha sido la causa de que hayan sido provocadas. Yo no creo que el pueblo ruso fuera el que quisiera la guerra, como no creo que en Francia y Alemania hubiera tampoco quien la quisiera. Claro es que me refiero a la clase trabajadora. No: la que quería la guerra era la clase capitalista. De ahí que nosotros mantengamos este criterio.14

La respuesta de la prensa conservadora ante las denuncias en sede parlamentaria de Iglesias y la oposición de los socialistas, republicanos y de la izquierda en general al envío de reclutas a la guerra fue contundente. Valga como ejemplo este escrito aparecido en portada de El Siglo Futuro el 14 de octubre de aquel mismo año:

Al mismo tiempo que Pablo Iglesias tomando por tribuna de club tabernario la tribuna del Congreso prometía solemnemente hacer propaganda contra el Ejército español, entre los soldados, para encender el fuego de la indisciplina militar, circulaban en España unas hojas procedentes de Francia, de que El Ejército Español da estos pelos y señales (…).Con esto y las amenazas de la huelga general, se propone el socialismo español cumplir los compromisos que ha contraído con gentes extranjeras, de combatir a nuestra patria y al ejército español, empezando por fomentar la derrota de nuestras armas en Marruecos, si las circusntancias reclamasen una acción militar defensiva de las agresiones de las kabilas.

El periódico carlista denunciaba, asimismo, la supuesta laxitud de algunos sectores conservadores que no reaccionaban con la energía que se requería, según él, ante la magnitud de la ofensiva antimilitarista:

Pues en conjunción con estos elementos antimilitaristas están los republicanos españoles, que aplauden y se disponen a secundar los compromisos del socialismo español con los enemigos de la patria y del ejército. En este antimiltarismo anárquicosocialista se sostienen los republicanos españoles, con otros elementos que se dicen monárquicos , y que si no aplauden con el descaro de los republicanos las declaraciones de Pablo Iglesias, las reciben sin protesta ni censura en sus periódicos, y no dan síntomas de que tales declaraciones quebranten por el lado monárquico el bloque ferrerista que, junto con los elementos anteriores, formaron siempre.15

Es, pues, en este contexto, que se discute la nueva normativa sobre el reclutamiento. La indignación que suscitaba la redención en metálico obligó al gobierno a mover ficha al respecto si bien, como ya se ha comentado, persistió una discriminación de los conscriptos por motivos económicos. Aun asi, el ministro de la Guerra, Agustín Luque (Málaga, 1850-Madrid, 1935), defendía que la nueva ley venía a cambiar un sistema que había permanecido casi invariable desde la anterior de 1837, (aunque estuviera en vigor, en aquel momento una ley de 1885 modificada, a su vez, en 1896) tenía como principios doctrinales la igualdad y la equidad. Igualdad porque se universalizaba el servicio y justicia, por la supresión de la redención en metálico.

Así lo exponía en un discurso en el Congreso el 11 de mayo de 1911:

(…) A esa igualdad, Sres diputados, al precepto de que nadie se exima ni en paz ni en guerra de servir a la Patria, vamos nosotros, va encaminado este proyecto que discutimos, que yo, con la sinceridad que todos me reconocéis, os aseguro que es tan perfecto como la mejor Ley de Reclutamiento que rija en Europa (…). La Ley de Bases que discutimos llena cumplidamente el aspecto social y moral que en primer término hemos de atender y por compromiso del partido democrático liberal. Todos vendrán a las filas activas del Ejército; la redención a metálico ha pasado a la categoría de recuerdo triste, y los que por número se salven de prestar el servicio en primera situación activa, recibirán también instrucción militar.16

El Partido Conservador, sin embargo, se opuso al proyecto de ley no por la universalización que este recogía sino por carecer de la posibilidad de exención para aquellos mozos que ellos estimaban más útiles para la sociedad en otros ámbitos que el militar. Criticaba, asimismo, la improvisación que había caracterizado todo el proceso y la que estimaba insuficiencia de recursos económicos para el establecimiento del servicio militar. El diputado por Segovia Francisco Martín Sánchez lo exponía en estos términos el día anterior, el 10 de mayo:

Nosotros debemos hacer una ley de Reclutamiento en la que, por el sistema de selección eliminemos del servicio a cuantos podamos eliminar; debemos hacer algo parecido a lo que hacen Italia, Austria y otras naciones , las cuales establecen una serie de eliminaciones en favor de los pequeños agricultores, de los maestros de escuela, etc, en virtud de las cuales se llama al servicio solamente a los que son necesarios y no se molesta a los demás. Por ejemplo: fijémonos , como decía en los pasillos, en cuatro personas, dos hijos de duques y dos hijos de zapateros. Pues según la ley de Reclutamiento que discutimos hay que instruir a las cuatro; pero si no los necesitamos,¿por qué no hemos de instruir al hijo de un duque y al hijo de un zapatero, y que el hijo del otro duque y el hijo del otro zapatero se queden en casa?17

Otros parlamentarios derechistas como el monárquico independiente Julio Amado y Reingonbaud de Villebardet, elegido por Almería, apoyaban la leva y aplaudían las iniciativas del gobierno en la cuestión del reclutamiento. Amado denunciaba, sin embargo, que la nueva normativa podía ser discriminatoria para con los soldados de familias humildes:

Dentro del cuartel y en las tropas del ejército de primera línea nos vamos a encontrar con una cosa que me hace pensar a mí si no conoceré el verdadero significado de la palabra democracia; porque vamos a hallarnos con que no solo va a haber diferencias por razón de la cultura, que eso sería digno de aplauso, sino que se puede dar el caso de que quien tenga menos cultura que otro, por disponer de 1500 pesetas, sirva menos tiempo que aquel; y quien todavía tenga menos cultura, pero disponga de 3000 pesetas, sirva solo cinco meses; es decir, que el tiempo de permanencia en filas, aunque la Comisión dice que estará en relación con la cultura, también estará y principalmente, y esto no me parece que está conforme con los principios democráticos, en relación con el dinero de que disponga la familia del recluta18.

Los debates en la Cámara Baja habían tenido lugar pocos días después de que se celebraran, el domingo 7, manifestaciones convocadas por la conjunción republicanosocialista. Se trataba de actos en contra de la intervención militar en África, a favor de una revisión de las sentencias de muerte por los hechos acaecidos en Barcelona y en los que se exigía una reforma del Código de Justicia Militar.

La prensa derechista se oponía a la universalización del servicio y, particularmente a la supresión de la redención en metálico a la vez que proponía el mantenimiento de un sistema proporcional.

Todo lo que no sea aproximarse en lo posible al ejército permanente voluntario, será visto con indiferencia por la inmensa mayoría de los hombres de ideales progresivos o ciudadanos conscientes.

Para ello se impone por el pronto la redención a metálico sin ambages ni rodeos. Pero una redención a metálico más justa y equitativa que la actual: una redención a metálico que ponga en igualdad de condiciones a todas las clases sociales (…). Con la condición de aplicar los ingresos obtenidos por tal concepto [la redención en metálico], es estas tres atenciones preferentemente, que no creo estuvieran reñidas con la monarquía ni con la república, ni mucho menos con la democracia.

Primera. Pensión vitalicia a los inutilizados en el servicio de las armas.

Segunda. Premio al reenganche.

Tercera. Premio al voluntario colonial.

En lugar de ese equívoco de las clases proletarias, a las que tengo el honor de pertenecer, del servicio militar permanente, personal y obligatorio, tal como lo entiende el pueblo, ¿no sería más práctico y ventajoso para todos -defensa nacional inclusive- que a la llegar a los veinte años, después de establecida la redención proporcional, se distribuyeran los mozos en dos grandes agrupaciones?19

El modelo que propugnaban estos sectores conservadores era el servicio voluntario al considerar perjudicial e incluso anticonstitucional la conscripción universal

He aquí el informe presentado por el jefe retirado de artillería, Sr Piñal, ante la Comisión del Congreso que dio dictamen sobre el proyecto de ley de servicio militar obligatorio:

El servicio militar obligatorio, además de anticonstitucional, quebranta la ética, se burla de la ciencia, deforma la justicia, da vida al antimilitarismo, aviva odios y rencores, da un contingente horroroso de prófugos, desertores y suicidas y no produce los resultados apetecidos (…).

Sí, el Ejército debe ser voluntario y profesional. El voluntario no va por fuerza, va porque quiere, y no abriga rencor contra una profesión que él mismo ha elegido.20

Los partidos republicanos y de la izquierda oscilaron entre un apoyo crítico y una oposición frontal al proyecto de ley. Entre estos últimos se encontraban los radicales de Alejandro Lerroux que se declararaban partidarios del voluntariado admitiendo la leva únicamente en caso de guerra. Consideraban, además, que el patriotismo y las obligaciones que este conllevaba debía fomentarse en la escuela. Así lo expresaba, Emilio Santa- Cruz Chordi, entonces diputado de Unión Republicana de Salmerón (aunque se pasaría en 1914 a los radicales) por el distrito de Segorbe-Nules (Castellón):

Al mismo tiempo, manteniendo en la escuela esa educación, es como podremos conseguir que en nuestra juventud, en los elementos que constituyen la esperanza de la Patria, despierten los grandes ideales, y así no se podrá dar el caso de que la opinión española esté como ahora, de tal suerte desorientada y tan falta de preparación para hacerse cargo de los problemas que interesan a la vida nacional , que pueda decirse que está más en contacto y con más conocimientos del personal de las cuadrillas, del nombre de los toros y de los detalles del último crimen, que de todo lo que supone grandes acontecimientos que a la Patria pueden interesar. Y yo os digo, Sres Diputados, que, en cuanto se relaciona con el servicio militar, existen en España tales deficiencias, que algunas de ellas han revestido caracteres de perfecta iniquidad; y os digo, en síntesis, que a un pueblo que no tiene trabajo que le proporcione el necesario sustento y que no tiene la cultura necesaria a pesar de sostener un presupuesto de 1200 millones de pesetas, no se le puede exigir ideales, ni ese pueblo desarrollar ideales.21

Y ponía de relieve el sesgo clasista del sistema de reclutamiento vigente a la vez que denunciaba el falso patriotismo de los sectores acomodados:

He dicho que se ha cometido una verdadera iniquidad. Es verdad que, según el Sr Amado, existe desde 1885 servicio militar obligatorio y, según el Sr Armiñán, desde 1888; pero, de todos modos, existiendo una ley de Reclutamiento y reemplazo que solo permitía la redención a metálico para evitar el servicio militar en tiempo de paz, se realizaron dos campañas militares, las de Cuba y Filipinas, y a esas dos campañas no fueron las clases adineradas y privilegiadas; en esas campañas la intervención de estas clases estuvo sencillamente reducida a acompañar a los acordes de la marcha de Cádiz (que desde entonces, lo confieso, me es profundamente antipática), a nuestros reclutas, a darles unas cuantas cajetillas baratas, a proporcionarles vendas, antisépticos y unas cuantas bendiciones. Esta fue la acción de las clases pudientes de nuestro país. Este es el patriotismo que está en los labios constantemente, pero no en la acción de esas clases, que quieren ser las clases directoras de la sociedad española; dirección que acaso puedan tener por su cultura, pero que no merecen por su patriotismo. Su efectividad no la he visto jamás.22

Los republicanos de Melquiades Álvarez, por su parte, apoyaron inicialmente el proyecto de ley al estar de acuerdo con la universalización del servicio y con la prohibición de la redención en metálico. Censuraban, sin embargo, algunos apartados de la normativa que consideraban antidemocráticos y, ponían de manifiesto que no eliminaba completamente las desigualdades de clase en la incorporación a filas. José Manuel Pedregal y Sánchez Calvo, diputado por Oviedo, exponía la posición de su grupo con estas palabras:

¿Cómo habíamos nosotros de negar el aplauso a una ley que se propone acabar con la redención a metálico, con esa redención cuyo solo nombre decía elocuentemente el Sr Canalejas que le quemaba los labios, con esa redención que el jefe ilustre de esta minoría ha calificado tantas veces de una de las dos bofetadas que anualmente de dan al proletariado español? No podíamos, pues, dejar de prestar nuestra cooperación y nuestro voto a este proyecto.

El parlamentario expuso, seguidamente, el porqué de sus reparos, a pesar del acuerdo con los principios enumerados en el proyecto gubernamental:

¿Es que se cumple, en la ley, Sres diputados, el propósito de que soporten la carga militar todos los ciudadanos, sin distinción de clases? A mi juicio, no. A mi juicio la distinción de clases está, en este proyecto, manifiesta como lo estaba en los proyectos anteriores. Lo estará siempre, dice el señor presidente de la Comisión, pero si eso estaba más atenuado en otros, si hay modo de atenuarlo más, y ahora en lugar de atenuarlo se ha agravado, este proyecto será en este respecto censurable, y esa distición indudablemente existe y hay una falta de proporcionalidad grande en el sacrificio que como carga militar se pide a los ciudadanos españoles (…). En efecto, siempre habrá, como decía el Sr presidente de la Comisión, alguna diferencia, y como el dicho vulgar también repite mucho, siempre habrá ricos y pobres; pero bueno sería que ante las leyes se atenuase eso en tal forma que, si fuera posible, no se percibiese siquiera, que la ley fuese igual para todos y que la misión del Estado fuese, no la de hacer más gravosos los servicios y las cargas para los ricos, sino la de hacerles menos gravosos para los pobres, no la de igualarles en lo malo sino la de igualarles en lo bueno. ¿Cómo provee a esto, cómo trata de evitar la distinción de clases la ley actual? A mi juicio, de un modo muy deficiente, muy contradictorio con el propósito expuesto y, por lo tanto, muy poco democrático.23

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Melquiades Álvarez. Fuente: Biografías y Vidas

En cuanto a los republicanos federales, la oposición a la leva y la apuesta por el voluntariado eran taxativas. No faltaban tampoco entre sus argumentos contrarios a la conscripción los de la discriminación de clase como ya habían expuesto otros republicanos en la Cámara. Particularmente elocuente fue el discurso de Francisco Pi y Arsuaga, diputado por Madrid al respecto:

No nos hagamos ilusiones. No pretendamos engañarnos aquí con lirismos y con retóricas. Hay un hecho claro y manifiesto por el cual se manifiesta la repugnanacia que todos tenemos a pertenecer al ejército en clase de soldado. La prueba es que de cuatrocientos y pico de diputados de que se compone la Cámara, excepto aquellos voluntarios que han emprendido la honrosa carrera de la milicia, los demás nos hemos voluntariamente sustraído a este deber consignado en la Constitución y sustraeremos de él a nuestros hijos si podemos. De modo que siendo muy honroso, según se dice, y muy patriótico, según se afirma, verter la sangre por la Patria, nosotros somos tan modestos que dejamos a las clases humildes de la sociedad ese honor tan grande y esa honra tan extraordinaria. Por eso es evidente que el servicio militar obligatorio adolece de un gravísimo defecto, y es que a él se va forzado, se acata y se soporta una Ordenanza que tiene que ser rigurosísima; pero solo se la soporta porque no hay más remedio.

Por otra parte, el servicio militar obligatorio tiene una única ventaja, la de que cuando entren en él, cuando sufran algún perjuicio con él las clases altas, siempre directoras, tendrán más cuidado y prudencia en promover guerras, en proponerlas, en aceptarlas, en llegar a ellas. Pero no compensa, en verdad, esta lejana ventaja, ni otros muchos inconvenientes.24

La ley de 29 de junio de 1911 encargó al ministro de la Guerra la redacción del articulado de la Ley de Reclutamiento y Reemplazo en la que se habían de desarrollar sus bases. Esta se publicó en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra del 20 de enero del año siguiente. Constaba de 33 capítulos y de 339 artículos. En sus disposiciones generales se establecía que el servicio militar era obligatorio para todos los españoles aptos para manejar las armas y en el artículo 4º se estipulaba que la prestación militar, por su condición personal, no admitía la redención en metálico ni el cambio de número o de situación dentro del ejército.25

La Ley de Reclutamiento y Reemplazo (LRYR) contemplaba una serie de motivos de exclusión de los mozos si eran de talla inferior a 1’50, pesaban menos de 48 kg y, por primera vez, el presentar un perímetro torácico inferior a los 75 cm. Los fines de la conscripción expuestos en el capítulo I de la LRYR se resumían en estos cuatro puntos:

1º Nutrir las filas del Ejército y de la Infantería de Marina, según sus necesidades en la paz y en la guerra, constituyendo reservas que permitan elevar sus efectivos.

2º Instruir militarmente a todos los mozos útiles para el servicio del Ejército.

3º Preparar una pronta y ordenada movilización.

4º Constituir cuadros gratuitos de oficiales y clases complementarios de los profesionales retribuidos.26

El capítulo XXII estaba dedicado a las disposiciones penales. Así, el artículo 304 preveía un castigo de 250 a 500 pesetas para los que no se inscribiesen en el alistamiento y, si no tenían recursos, entonces tenían que hacerse cargo los padres y pagar de 500 a 1000. Los cómplices de la fuga de un mozo a quien se declarase prófugo, por su parte, incurrían en multa de 100 a 500 pesetas y, si carecían de bienes para satisfacerla, se les imponía la detención que les correspondiera conforme a las reglas generales del Código Penal. Además, los que, a sabiendas, hubieran escondido o admitido a su servicio un prófugo incurrían en una sanción de 50 a 200 pesetas o en la detención subsidiaria que correspondiera si fueran insolventes.27

A modo de conclusión, el servicio militar obligatorio, universal para la población masculina y sin redención en metálico, empieza su andadura en España en 1912. Las formas de reclutamiento anteriores no consiguieron implantar la leva tal como existía en países como Francia o Alemania por aquel entonces y la posibilidad de eximirse de la obligación militar (por renta económica), las hacía extremadamente impopulares entre la clase trabajadora. Esta era la que servía de carne de cañón en guerras como la de Marruecos lo cual fue el detonante de las manifestaciones en contra del envío de soldados a la zona del año 1909. La nueva normativa de 1912 no acabó con el sesgo clasista que tenía el servicio militar ya que los más pudientes gozaban de unas condiciones más ventajosas, que se traducían en la reducción de la prestación militar, el poder dormir fuera del cuartel y la elección de destino,) materializadas con la creación de la figura del soldado de cuota.

De los debates que se celebraron en el Congreso, se deduce que el interés por lo militar y el patriotismo tan en boca de algunos políticos (tanto entonces como en la actualidad), no suscitaban grandes adhesiones en la sociedad. También queda claro que el vector social, el de clase, fue el central en la controversia sobre la implantación de la conscripción y el que suscitó más polémica durante las discusiones parlamentarias.

BIBLIOGRAFÍA

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Notas

1 Fernando Puell de Villa “Germanización del reclutamiento.” En: El soldado desconocido. De la leva a la “mili”, Madrid: Biblioteca Nueva, 1996, capítulo IX, p.273.

2 Ibidem.

3 El Socialista, 09/07/1909, nº 1218.Disponible en: http://archivo.fpabloiglesias.es/index.phr=hemeroteca/ElSocialista

4 Manuel Taibo “Huelga general en la España de 1909.” En: Aporrea, 16/11/2013, (en línea), (consulta 28/02/2019). Disponible en: https://www.aporrea.org/internacionales/a177047.html

5 Álvaro González “El Barranco del Lobo. El Desastre que augura Annual.” En: Revista de Historia, 17/02/2017, (en línea), (consulta 27/02/2019). Disponible en: https://revistadehistoria.es/el-barranco-del-lobo-el-desastre-que-augura-annual/

6 Gemma Rubí “ Protesta. Desobediencia y violencia subversiva.La Semana Trágica de julio de 1909 en Cataluña.” En: Pasado y Memoria, 2011, nº 10, (en línea), (consulta 01/03/2019) .Disponible en: http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/24265

7 El Progreso, 19/07/1909. Citado por Fernando Díaz-Plaja en España, los años decisivos: 1909- Esplugas de Llobregat (Barcelona): PLAZA & JANÉS, S. A, 1970, p.59.

8 “Por la Patria.” En: ABC, 27/07/1909), (en línea), (consulta 01/03/2019).Disponible en: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1909/07/27/004.html

9 Discurso del Sr Rovira. En: Diario de Sesiones de las Cortes, 22/11/1907, nº100, p. 2821, (en línea), (consulta 01/03/2019). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones/

10Manuel Taibo “Huelga general en la España de 1909.” En. Aporrea, 16/11 /2013, (en línea), (consulta 03/03/2019). Disponible en: https://www.aporrea.org/internacionales/a177047.html

11Ibidem.

12Guillermo Rivilla Marugán “ La teórica universalización del servicio militar: la ley de 1912.” En: La guerra y el conflicto como elementos dinamizadores de la sociedad. David Bravo Díaz; Manuela Fernández Rodríguez; Leandro Martínez Peñas (autores).Valladolid: Aociación Veritas para el estudio de la Historia, el Derecho y las Instituciones, 2014.( en línea), (consulta 12/03/2019). Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4958410

13Discurso del Sr Iglesias. En: Diario de Sesiones de las Cortes, 14/12/1910 ,nº 88, p.2969, (en línea). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones/

14Ibidem.

15El Socialista, 09/07/1909, nº 1218.Disponible en: http://archivo.fpabloiglesias.es/index.phr=hemeroteca/ElSocialista

16 Discurso del Sr Ministro de la Guerra (Luque). En: Diario de Sesiones de las Cortes, 11/05/1911, nº 32, p.777,(en línea). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones/

17 Discurso del Sr Martín Sánchez. En: Diario de Sesiones de las Cortes, 10/05/1911, nº 31, p.745, (en línea). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones con que no solo va a/ l

18Discurso del Sr Amado. En: Diario de Sesiones de las Cortes, 11/05/1911, nº32, p.772, (en línea), (consulta 09/03/2019). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones/

19El Siglo Futuro,11/05/1911, (en línea),(consulta 05/03/2019). http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000297043&search=&lang=es

20El Siglo Futuro,13/05/1911, (en línea), (consulta 05/03/2019). http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000297090&search=&lang=es

21Discurso del Sr Santa Cruz. En: Diario de Sesiones de las Cortes, 12/05/1911,nº 33, p.813 (en línea), (consulta 06/03/2019). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones/

22Ibidem.

23Discurso del Sr Pedregal. En: Diario de Sesiones de las Cortes, 10/05/1910, nº 31, pp.750-751, (consulta 08/03/2019). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones/

24Discurso del Sr Pi y Arsuaga. En: Diario de Sesiones de las Cortes,12/05/1911, nº 33, pp.811-812, (en línea), (consulta 08/03/2019). Disponible en: https://app.congreso.es/est_sesiones/

25Articulado de la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército. En: Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, Sábado 20 de enero de 1912, nº 15, año XXV, Tomo I, p.179. (en línea), (consulta 10/03/2019). Disponible en: http://www.bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=9088

26Ibidem.

27Ibidem, p.200.

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