La Revancha
El 4 de septiembre de 1893 apareció en la ciudad tarraconense de Reus el primer periódico anarcocomunista de dicha provincia: La Revancha. Por entonces dicha ciudad era uno de los principales centros urbanos de Catalunya y cuna de muchos militantes destacados de la historia del anarquismo, como pudieron ser Josep Llunas, Joan Montseny, Joan Baptista Ollé o el faísta -y ministro- Joan García Oliver.
Detrás de dicho medio existía un nutrido grupo de militantes, tanto hombres como mujeres, en donde destacaba la figura de José Médico, quien por entonces era el popagandista más destacado de la zona, si exceptuamos el peso e influencia de Joan Montseny (Federico Urales), quien por entonces vivía en dicha ciudad y, desde el año 1891, dirigía una escuela laica junto a Teresa Mañé (Soledad Gustavo), su compañera.
En cualquier caso, José Médico Soto, nacido en la comarca burgalesa de la Ribera del Duero, fue en aquellos años y hasta los primeros años del siglo XX uno de los anarquistas más destacados en Reus. En 1895 editaría el folleto Al Pueblo, mientras que ya en el siglo XX destacó por ser el director del quincenal La Alarma (1901) y autor del texto ¡Mujer, lévantate! (¿1910?)1. En mi opinión, él fue la principal figura tras La Revancha y principal subscriptor y corresponsal de publicaciones libertarias durante esa década en la localidad de Reus. Un familiar directo de Médico, posiblemente una hermana o hija, llamada María, también formaba parte del entorno anarcocomunista de la localidad, confirmando el clima favorable a la implicación de las mujeres, puesto que junto a ella, Teresa Mañé o Antònia Cabré, se perfiló un activismo femenino activo y con un nivel de implicación en las luchas similar al rol masculino.
En las páginas de La Revancha también se encuentran aportaciones de Joan Montseny, quien por entonces y junto a Teresa Mañé eran conocidos en la localidad por ser los impulsores de una escuela. Ambos habían sido de los primeros antiadjetivistas que se reclamaron abiertamente como comunistas, de hecho él mismo lo había afirmado en las páginas de El Corsario de A Coruña. La familia Montseny-Mañé es interesante porque desde sus posicionamientos, se granjearon una buena fama y reconocimiento por casi todos los anarquistas, fuesen de la tendencia que fuesen, lo que significó que su relevancia y autoridad moral en el medio libertario fuese ya entonces muy importante. Sin ese reconocimiento, acrecentado por la edición de los folletos Consideraciones sobre el hecho y la muerte de Pallás en 1893 y El proceso de un gran crímen en 1895, ambos editados en el contexto represivo iniciado en 1893, difícilmente hubiesen tenido la posición privilegiada para convertirse, ya a inicios del siglo XX, en los propagandistas libertarios más destacados e influyentes de toda España.
Montseny en 1893, como tantos otros anarquistas que habían militado en ambientes colectivistas y antiadjetivistas, se dejaron llevar por el influjo de las tendencias ideológicas de entonces, en un contexto en donde el anarcocomunismo ya podía ser considerado también en España como el “caballo ganador” de las doctrinas anárquicas.
Cuando analizábamos la represión derivada de la bomba de 1896, apuntábamos a la posibilidad que, cara a las fuerzas represoras, existió una posible confusión entre los condenados Joan Baptista Ollé y Baldomer Oller, el primero de ellos relacionado con el anarcocomunismo y el segundo, pese a ser anarquista, más proclive a posicionamientos más sindicalistas y socialistas en general. En las páginas del periódico reusense nos encontramos quizá uno de los motivos que pudieron llevar a tal conclusión, puesto que entre los listados de suscriptores nos encontramos el nombre de “B. Ollé”, el cual seguramente correspondía al primero de ambos, puesto que era uno de los suscriptores afincado en Reus y él por entonces aún residía allí, pero este hecho pudo dar pie a que ambos apareciesen en las temibles listas policiales, las cuales solían ser una de las bases que fundamentaban las redadas contra el anarquismo y que, a menudo, se creaban en base a dichas listas de suscripciones.
El periódico fue un medio abierto a todo tipo de colaboraciones, pero destacó especialmente como un vocero oficioso de los planteamientos más informalistas surgidos del llano barcelonés. Por ejemplo, nos encontramos ya en su primer número, fechado el 4 de septiembre de 1893, con un escrito firmado por un “obrero manual” de Gràcia que podría ser Borràs o Hugas, y en donde se defiende, de manera similar a los planteamientos de Borràs publicados en el periódico La Controversia de Valencia, sobre la necesidad de medios en los que se pudiese debatir y polemizar abiertamente, aunque sin entrar en personalismos o estridencias:
“las cosas son siempre del ‘color del cristal con que se miran’, si por este defecto, no estuviéramos de acuerdo en ciertas apreciaciones y caminos á seguir, estoy dispuesto á contribuir con mi insignificante opinión á cambio de la vuestra, que habiendo buen deseo contribuirán á orientarnos y á que se haga la atracción, no ficticia, por componendas muchas veces hipócritas, sinó espontánea y verdadera”2
De igual modo, un recientemente liberado Paul Bernard, desde la misma localidad de Gràcia afirmaba en un escrito sus preferencias por la informalidad organizativa, afirmando que “la organización, está herida de muerte; su tiempo ha pasado; dejémosla dormir en paz, y no nos ocupemos ya de ella”3, al tiempo que defendía el fomento de la iniciativa individual como pilar de la praxis libertaria: “buscando los elementos que sean simpáticos á su idea, sin qué sea, por eso, necesario recurrir á la elección de comisiones, de estudios, etc. Cada cual obra como tiene por conveniente”4. De hecho, Bernard será uno de los principales colaboradores de un periódico que, pese a editarse en Reus, se nutrió básicamente de textos de destacados propagandistas de otras localidades, como Vicente García desde la localidad navarresa de Tafalla, Giuseppe Chiti desde Barcelona o incluso de alguna traducción de Piotr Kropotkin.
Como otros medios libertarios, tras el atentado de Paulí Pallàs, dejó de editarse por el peso de la represión, puesto que como todos los medios libertarios -a excepción de La Tramontana– editó un artículo reivindicando la figura del petardista de Cambrils5.
Finalmente, cabe mencionar que su red de contactos era muy similar a otras publicaciones de la época, lo que sería una nueva muestra de la estable (pero informal) red de propagandistas existente en España en esa década, la cual, entre 1891 y hasta 1896, apareció casi inalterada: Vicente García, Feliciano Cabo, Martí Borràs, Sebastià Sunyer, Giuseppe Chiti, los anarcocomunistas de Sestao, Valladolid, València, de diferentes localidades de Andalucía, etc.