Anarquismo Historiografía

La ignorancia historiográfica sobre el primer Anarquismo Comunista hispano

Nuestra historia poco o nada tiene que ver con la historia “oficial”; ésta se encuentra encuadrada en el estrecho marco que le proporciona el discurso del poder y a esos límites se atiene, convirtiendo en basura todo lo que toca (como el rey Midas). Entrar en competencia con la historia académica significa renunciar a todo aquello que realmente nos debería importar; porque lo que nos interesa es tratar de recuperar (si de ello somos capaces), el proceso autoorganizativo que los anarquistas de este país desarrollaron por medio de un movimiento en constante transformación”1 .

Francisco Madrid, «El anarquismo y la historia al revés. A propósito de Solidaridad Obrera», En: Solidaridad Obrera, mayo-junio 2008, p.9

¿Una historiografía libertaria?

Los estudios existentes hoy en día sobre la historia del anarquismo en Catalunya y España son bastante amplios, abundando en las últimas décadas estudios realizados desde diferentes perspectivas y ámbitos metodológicos.

Si analizamos históricamente los estudios sobre el anarquismo hispano, resulta sencillo observar como la producción historiográfica se ha fundamentado en estudios realizados por el propio anarquismo militante y también por los surgidos desde la propia historiografía académica, pese a que esa diferenciación no siempre ha resultado fácil de establecer. En estos últimos años, por ejemplo, entre las aportaciones más interesantes destacaría los estudios que aúnan ciertas simpatías hacia el fenómeno histórico del anarquismo pero que, pese a ello, no han perdido el esmero de ser estudios con una metodología cuidada, contrastada y abierta al debate. De hecho, no debe resultar sorprendente encontrarnos con este tipo de estudios cuidados y, al tiempo, filolibertarios, puesto que son forjados por personas licenciadas, graduadas y doctoras en Historia, así como algunos escasos profesionales universitarios.

En esta línea, nombres como los de Francisco Madrid y sus interesantes trabajos relativos al anarquismo, especialmente en el ámbito de la prensa y propaganda libertaria, o la labor de personalidades como Carles Sanz en instituciones como la Fundación de Estudios Libertarios y Anarcosindicalistas (FELLA) o el Ateneu Encilopèdic Popular (AEP), o las investigaciones de Xavier Díez en ámbitos tan dispares como el estudio del neomalthusianismo, las raíces de la violencia revolucionaria o la relación entre anarquismo y procesos nacionales, así como las aportaciones de Eduard Masjuan en ámbitos diversos, o las relativas al rol de la mujer de infinidad de autoras y autores, así como la labor enciclopédica de Miguel Íñiguez y otros, las de Julián Vadillo sobre la CNT o la FAI, Jordi Maíz y la editorial Calumnia, sin olvidar las aportaciones de diferente procedencia publicadas en este portal, nos ofrecen un rico conjunto de investigaciones que abren luz sobre el pasado libertario en estas tierras. En conjunto, ejemplos reales de una historiografía militante capaz de elaborar planteamientos interesantes y completamente válidos desde las perpectivas académica y metodológica. De hecho, estos estudios podrían ser considerados en su conjunto, y con matices, como parte de una misma escuela historiográfica2, si entendemos que, dentro de un abanico ideológico tan diverso como resulta ser el anarquismo (y no siempre las investigaciones son de personas libertarias), tienen incluso cobijo planteamientos contradictorios bajo un mismo techo.

Este tipo de historiografía, cuanto menos simpatizante con el anarquismo, no es un fenómeno nuevo. El anarquismo, como tantas otras ideologías y movimientos, ha tenido en su seno a estudiosos interesados en historiar. Los ejemplos son variados desde los albores del anarquismo y nos podemos encontrar multitud de obras y estudios realizados con dicha intención. Por ejemplo, en la Historia de la Revolución Francesa del mismo Piotr Kropotkin3 existía ese objetivo, al igual que diferentes estudios del ácrata ruso en el ámbito de las ciencias sociales que, históricamente, destacaban por resultar conformes a los estándares metodológicos y científicos de su época y, no por ello, dejaban de ocultar sus simpatías hacia las clases populares, los movimientos revolucionarios progresivos o hacia la misma idiosincrasia anarquista.

Siguiendo el rastro de personalidades como Kropotkin, mi mente evoca otros nombres dignos de ser recordados. Entre ellos tengo especial simpatía por los estudios de Augustin Hamon4. Durante la elaboración de mi tesis doctoral, concretamente coincidiendo con la segunda visita al International Institute of Social History (IISH) de Amsterdam, pude consultar directamente parte del fondo personal de este librepensador. Allí, entre innumerables recortes caóticos, carpetas, cartas desordenadas o apuntes con letra a veces casi ilegible, se podía respirar la efervescencia parisina de sus más que presumibles jornadas maratonianas de estudio: estando pendiente de las novedades de su correspondencia y de sus incontables contactos con el anarquismo internacional, respondiendo a numerosas misivas, anotando por aquí y por allá ideas y reflexiones, releyendo recortes minuciosamente recopilados, recortándolos o esquematizando sus ideas. En síntesis, me impresionó tanto ese material que, más allá de su mero valor historiográfico, en mi alcanzaron un cierto regusto arqueológico. Una sensación extraña pero fácil de entender, similar a lo que se siente cuando se vacían los objetos personales de un familiar difunto: esa sensación que evoca la pervivencia en el presente de una vida pasada.

Si entramos en el mundo de la intelectualidad alrededor de las ideas socialistas, el último tercio del siglo XIX destacó por el elevado número de figuras que abrazaron dichos ideales, especialmente las de corte libertario. En los ambientes académicos nombres como los de Karl Marx o Friederich Engels, en su momento, creaban escuela historiográfica y aún hoy en día, afirmar que fueron intelectuales de primer nivel no sería nada que rasgase las vestiduras de cualquier académico contemporáneo. Aunque si empezásemos a reivindicar en el mismo sentido a figuras de signo libertario, más de un colega de profesión comenzaría a arquear las cegas. Un grave error: en aquella época figuras como los anarquistas Piotr Kropotkin en el ámbito de la Biología o la Geografía, Élisée Reclus como pionero de la Geografía Humana, Tolstoi como escritor de obras maestras de la Literatura y pionero de la Pedagogía más avanzada, junto a otros nombres como Paul Robin y el orfanato de Cempuis, demostraban la existencia de una intelectualidad libertaria de primer nivel.

No es casualidad que a Kropotkin se le encargara entonces hacer la definición de “Anarquía” para la Enciclopedia Británica o que a Reclus, aún hoy en día, se le recuerde como a uno de los padres de la geografía moderna. Tampoco es casualidad que las aportaciones libertarias en el ámbito educativo fueron y siguen siendo, en muchos sentidos, parte de las teorías más vanguardistas.

Durante aquellas décadas encontrar personalidades libertarias en cualquier ámbito de conocimiento no era extraño. En ámbitos como la historiografía o la sociología, entonces dominada por unas ramas académicas positivistas o esencialistas que analizaban al anarquismo como una alteración o heterodoxia social, estudios como los del libertario Agustín Hamon deberían de ser considerados de los más creíbles y de mayor contrapeso a ciertas teorías de la sociología, la criminología y la historia que aunaban esfuerzos por la estigmatización de la causa libertaria. Y si mencionamos a Hamon, no debemos de olvidar a otra gran figura academicista en las formas y libertaria en los hechos: Max Nettlau, el conocido Herodoto de la Anarquía.

Max Nettlau. Fuente: Wikimedia

Nettlau nació en la localidad de Neuwaldegg, hoy en día parte de Viena, el 30 de abril de 18656. Estudió lengua y literaturas Celtas, obteniendo el grado de Doctor por la Universidad de Leipzig. Sin embargo, si por algo destacó intelectualmente, más allá de sus escritos militantes, fue por su labor como historiador. Alertado y consciente de la fragilidad de lo que hoy se llamaría memoria histórica del anarquismo, durante su vida recopiló abundante documentación y testimonios del anarquismo a escala internacional. En el caso del anarquismo hispánico, una de sus obras -editada y auspiciada en 1969 por la destacada anarquista Renée Lamberet-, titulada La Première Internationale en Espagne (1868-1888), es aún hoy en día referencia obligatoria para cualquier interesado en la historia del anarquismo en el territorio español del siglo XIX. Hay que leer y conocer dicha investigación para comprender que, después de 1969, casi todos los estudios académicos (y muchos de los no académicos) son deudores historiográficos de Nettlau, quien ya en vida esbozó muchos planteamientos historiográficos de peso.

Sin embargo, pese a la admiración personal que pueda sentir por la obra de Nettlau, debo reconocer que la lectura de La Première Internationale en Espagne (1868-1888) y el resto de su producción historiográfica, pese a ser de carácter “obligatorio” y útil en las primeras fases de mi tesis doctoral, finalmente se mostraron insuficientes para la correcta comprensión de la adopción del anarquismo comunista en Catalunya y España, siendo, en muchos sentidos, incluso verdaderos obstáculos para un buen conocimiento del objeto de estudio. Esto resultó ser así porque su análisis sobre los primeros anarcocomunistas fue, en general, bastante vago, impreciso y cargado de prejuicios.

Un primer motivo para entender la “poca” relevancia de Nettlau para mi tesis habría que buscarlo en su propio posicionamiento dentro del anarquismo, tal y como ya apuntó mi director Pere Gabriel en su propia tesis doctoral, analizando escrupulosamente ciertos condicionantes de la obra del austríaco o, en época más reciente, en autores como Antoni Dalmau, quien alrededor de su estudio biográfico del anarcocomunista Martí Borràs, ya valoró la existencia de ciertos prejuicios en la obra de uno de los padres de la historiografía libertaria.

¿Por qué erró Nettlau?

Nettlau estrechó lazos desde finales dels siglo XIX con correligionarios de corte malatestiano. Eso quería decir que era partidario de planteamientos anárquicos esencialmente comunistas pero abiertos a la convivencia con otras corrientes libertarias. También se mostraba partidario de una organización formal pero rehuyente de los vicios burocráticos que se habían presentado en organizaciones más o menos libertarias de antaño. Su posicionamiento ideológico quedó bastante reflejado en su producción historiográfica, especialmente en el terreno más valorativo de la negatividad o positiviad de ciertos hechos y actuaciones. En referencia a los primeros anarcocomunistas españoles, los cuales fueron básicamente partidarios de la informalidad organizativa, fueron tratados con mucho menos interés por el austríaco que no otras corrientes libertarias como el colectivismo sindicalista o el entorno que creará en 1888 la Organización Anarquista de la Región Española (OARE) y la Federación de Resistencia al Capital-Pactos de Unión y Solidaridad (FRC-PUS). Así pues, nos encontramos que Nettlau, posiblemente una de las fuentes más importantes e imprescindibles para entender el génesis del anarquismo en España, destacó en su producción historiográfica a una de las corrientes del movimiento en detrimento de otras.

Al desinterés de Nettlau habría que sumarle una mala orientación en las fuentes a consultar. De hecho, cuando intensificó sus estudios sobre el anarquismo hispano, en las primeras décadas del siglo XX, no pudo o no quiso consultar muchas de las cabeceras anarcocomunistas históricas existentes entonces por dos motivos: el primero es que quienes le podían facilitar muchas de ellas, básicamente el clan Montseny, pese a tenerlo en plantilla en sus publicaciones, mantener con él una relación de camaradería, amistad y complicidad continuada, no le pudieron proporcionar todas las fuentes disponibles o Nettlau, pese a conocer su existencia, no las consultó o lo hizo auspiciado por prejuicios. Otro motivo fue que, en otro lugar al cual Nettlau acudió en busca de fuentes, la Biblioteca Arús de Barcelona, posiblemente, después del IISH, el centro más importante de documentación relativa a la historia del anarquismo, el rastro que encontró de los anarcocomunistas fue casi inexistente. La estrecha vinculación de la Biblioteca Arús de Barcelona con el entorno anarcocolectivista del siglo XIX, especialmente con personalidades como Josep Llunas, Cels Gomis o Eudald Canibell, quienes entre todos los colectivistas fueron de los más contrarios a las doctrinas comunistas7, tuvo algo que ver para que, entre el importantísimo fondo de publicaciones que aloja la biblioteca, las de corte comunista brillasen y brillen aún por su escasez. Finalmente, a la sequía de fuentes documentales, tampoco parece que las fuentes orales y epistolares que mantuvo, en referencia a dicho entorno, fuesen muy numerosas o útiles. De hecho, pudo haber tratado de contactar entonces con personalidades que aún vivían de dicho entorno anarcocomunista, como podían ser Francesca Saperas o Sebastià Sunyer, pero no hay constancia ni tampoco sospecha que lo hiciese.

Pese a que mencionó y dedicó algunos capítulos y páginas en sus obras a los primeros anarquistas comunistas, no se explayó mucho más allá de teorizar sobre un supuesto y marginado “Grupo de Gracia”, en el cual destacaban únicamente dos personalidades: Emili Hugas y Martí Borrás. Para dificultar aún más la comprensión del fenómeno, describió a las dos personalidades más conocidas como sectarias, irascibles y muy pobre en argumentos. En síntesis, una descripción no demasiado positiva, breve, poco concisa y, hasta cierto punto, un poco sorprendente a tenor de la seriedad de las investigaciones de Nettlau. La relativa sorpresa por las carencias metodológicas de Nettlau, sin embargo, dura hasta que, leyendo entre la correspondencia de Max Nettlau en el fondo del IISH, nos encontramos con una misiva de un tal Joan Vives Terrades fechada en Tarragona el 10 de mayo de 1927, y en la cual responde a varias peticiones que le solicitaba el famoso austríaco.

Vives Terradas no tenía una relación directa con los primeros anarcocomunistas, puesto que se había relacionado más bien con el entorno del periódico El Productor, publicación en la cual colaboró en su administración y que, en aquellos años, tuvo bastantes polémicas con personalidades como los anteriormente mencionados Hugas y Borràs. Por la correspondencia mantenida con Nettlau se intuye que Vives guardaba información del Certamen Socialista de Reus del año 1885 y que era una fuente oral bastante colaboradora a los requerimientos del austríaco. En esa carta del 10 de mayo de 1927, Vives respondió en los siguientes términos al austríaco sobre esa corriente comunista y anárquica:

“En la época aquella de 1885 a 1890 recuerdo que, de vez en cuando se suscitaba alguna polémica entre ‘La Revolté’ de Paris y ‘El Productor’ de Barcelona, época en que se publicaban también ‘La Justicia Humana’ y ‘Tierra y Libertad’; ambos eran escritos por Borrás (zapatero) y Hugas (sastre) los cuales formaban un grupo comunista en Gracia (barriada hoy unida a Barcelona). Dichos camaradas recuerdo que conocían el francés”8.

Estos contactos y conocimiento del francés, según Vives, les sirvió para traducir textos y mantener contactos con otros anarcocomunistas europeos, especialmente francófonos. Vives reconocía en ellos a los primeros anarcocomunistas en España, al tiempo que los etiquetaba como sus rivales dentro del anarquismo local, con quienes los colectivistas mantenían disputadas polémicas. Esta información y otras dadas por Vives a Nettlau, sin ser demasiado detalladas o exactas, fueron la explicación genérica a la que se aferró Nettlau para describir y analizar dicho entorno. Por ejemplo, en La Anarquía a través de los tiempos, de manera mimética a lo escrito por Vives, Nettlau escribió lo siguiente:

“el foco de agitación estuvo en Gracia en torno a Martín Borrás y a Emilio Hugas. La Justicia Humana [y] Tierra y Libertad, en 1888-89 fueron las primeras hojas; hubo traducciones de folletos desde 1885. Esos primeros comunistas, como se ve por publicaciones y sus correspondencias en los periódicos franceses, tenían un gran desprecio por el colectivismo y la organización”9.

Así pues, se aprecia que Nettlau posiblemente ni leyó dichas publicaciones, ya que por ejemplo, la Justicia Humana apareció en 1886, aunque Tierra y Libertad sí que lo hizo entre 1888 y 1889 como afirmó en su investigación. En La Première Internationalle en Espagne, en contraposición, ni se molestó en parafrasear a Vives y directamente utilizó fragmentos de su epistolario para describir a los primeros anarcocomunistas.

Siguiendo con las misivas y su relación directa con su pobre análisis del anarcocomunismo, descubrimos en otra carta, fechada a 15 de junio de 192710, más datos para entender el análisis sesgado de Nettlau. En ella Vives afirmó lo siguiente:

“referente al grupo de Gracia, creo que Hugas (más viejo que Borrás) vivió algún tiempo en Paris. Ni uno ni otro pertenecieron á la Internacional11. Eran bastante recalcitrantes y mas apasionados que inteligentes.

Recuerdo que muy joven yo alternaba alguna vez con ellos y me extrañaba aquella ostilidad hacia mi y me daba pena al ver que no se demostraban francos y sinceros como los demás, y es que sabian que yo estaba metido en la administración de ‘El Productor’ y me tenían como contrario. (…) Las conversaciones con Borrás se hacían pesadas porque, ademas de ser algo sordo, era demasiado apasionado; peor, con todo, confieso que me gustaba mas el carácter de Borrás que no el de Hugas; éste me parecia mas insidioso y frio, mas cínico, si cabe la expresión”12.

Así pues, con las descripciones vagas, imprecisas (ambos formaron parte de la Primera Internacional en España) y con evidente antipatía de Vives Terrades, Nettlau configuró su interpretación de los primeros anarcocomunistas en Catalunya y España: reduciendo todo un entorno a dos supuestas figuras, aisladas en su pequeña villa de Gràcia, con su minúsculo grupo caracterizado por su fanatismo y pocas luces teóricas. De manera similar, buscando la senda del origen del anarcocomunismo, cuando Nettlau explica la vicisitudes del congreso de la FTRE de 1882 en Sevilla, mencionado el hecho que un militante llamado Miguel Rubio, delegado de Montejaque, afirmó ser anarcocomunista, Nettlau, de manera similar a la descripción utilizada para el grupo de Gràcia, describió a Rubio de manera bastante vaga y ponía bastante en duda el “comunismo” de dicho individuo. Durante el desarrollo de mi tesis, pude comprobar que ese supuesto e insignificante Miguel Rubio fue en su momento un activista importante y, para más inri, con bastantes contactos internacionales, especialmente con Italia, cuna del Anarquismo Comunista. Para Nettlau los ideales anarcocomunistas en España, más que fruto de la acción de grupos como el de Gràcia o de individualidades como Miguel Rubio, se habían de buscar casi exclusivamente en la influencia extranjera y, ya a inicios de los ’90 del siglo XIX, por la aceptación de los planteamientos por parte del antiguo anarquismo colectivista mutado en antiadjetivista, es decir, en figuras como Tarrida del Mármol, Pere Esteve, Anselmo Lorenzo, etc.

Así pues, entendiendo estos posicionamientos de Nettlau, y si valoramos la influencia del austríaco en la historiografía posterior, podemos comprender que, en su momento, la temática de mi tesis doctoral aún permaneciese prácticamente inédita y se considerase (y aún hoy en muchos aspectos) una temática difícil o imposible de estudiar, dada su escasa importancia y pocas fuentes, en teoría, a considerar. De hecho, antes de la tesis, si exceptuamos algunos artículos de Antoni Dalmau sobre figuras igualadinas relacionadas con el anarquismo comunista, o la meritoria tesina de licenciatura de Jordi Piqué i Padró, Anarco-col·lectivisme i anarco-comunisme. L’oposició de dues postures en el moviment anarquista català (1881-1991), ganadora en 1987 del Premi Salvador Seguí i Francesc Layret, y editada en 1989 por Publicacions de l’Abadia de Montserrat, no existía ningún estudio que analizase en profundidad el asentamiento y adopción en Catalunya y España de la rama teórica predominante del anarquismo internacional hasta nuestros días.

No sólo fue cosa de Nettlau

Combatir la sombra del principal historiador del anarquismo no es tarea fácil, y si a eso sumamos que otras personalidades pudieron pero no hicieron nada para mantener la memoria del legado anarcocomunista, podemos entender con más claridad ese desconocimiento existente. Anselmo Lorenzo, por ejemplo, en su conocida obra autobiográfica El Proletariado Militante13, apenas ofreció una o dos referencias a Hugas durante sus tiempos en la FRE-AIT en la década de los ’70, es decir, cuando ese conocido anarcocomunista recién abrazaba los postulados colectivistas. La misma familia Montseny sería otro ejemplo paradigmático, ya que, pese a que Juan Montseny y Teresa Mañé tuvieron estrechas relaciones con dicho entorno, especialmente con individualidades como Martí Borràs o el francés Paul Bernard, no destacaron especialmente por impulsar un recuerdo realista o positivo. La excepción entre los Montseny fue Federica, quien tímidamente reconocerá el legado y memoria de dicho entorno. Sin embargo, se fundamentó generalmente en una visión esencialista y romántica del pasado libertario y se focalizó en la figura de Francesca Saperas, destacando de ella su rol de mujer sufridora y su esencia maternal. En este sentido, tras la muerte de Saperas en 1933, escribió una necrológica que cuanto menos, no era negativa en la visión de dicho pasado y la conectaba con su presente:

“durante cuarenta años su nombre estuvo vinculado a toda la trágica historia del anarquismo en Cataluña. Antes de que el proceso de Montjuich le diese actualidad patética, Francisca Saperas ya era la madre de los anarquistas, el amparo de los perseguidos que sobre Barcelona caían. (…) Su compañero fue aquel Martín Borrás que formó parte del primer grupo comunista libertario de Cataluña; (…) Este grupo fué el verdadero fundador de ‘Tierra y Libertad’ (…) ella [Francisca Saperas] es símbolo del anarquismo diluido en la entraña popular, hecho vida y hecho tragedia”14.

Federica Montseny. Fuente: La Vanguardia.

Si paramos un segundo la vista en el caso concreto de la represión derivada de la bomba del Corpus de 1896, no cabe duda que el clan Montseny (o el antiadjetivista Fernando Tarrida del Mármol), se encargaron en gran medida de la elaboración de dicho recuerdo e interpretación, así como de tantos otros de la historia libertaria. Pese haber tenido contacto la familia Montseny con aquellos pioneros y conservado publicaciones de esta índole durante décadas, más aún cuando heredaron el fondo personal de Vicente García (disponible en el IISH de Amsterdam bajo el fondo Montseny), uno de los pioneros del anarcocomunismo en España, no se interesaron demasiado en rescatar entre las páginas de sus publicaciones la memoria de dicha corriente, más allá, quizá, de volver a utilizar el nombre del antiguo Tierra y Libertad desde inicios del siglo XX, pero ese posible recuerdo, básicamente anecdótico, fueron palabras como las anteriormente comentadas de Federica Montseny, en la cuales reconocía cierta conexión entre publicaciones, algo de reconocimiento como pioneros, pero en el fondo bastante pobre en cuanto a planteamientos y verdadero desarrollo de dicha corriente. Quizá intereses de mercado y competencia entre publicaciones -Sebastià Sunyer, anarcocomunista y pionero, se lamentó del vacío y boycot auspiciado por dicha familia en contra de su labor editorial, o en las cartas entre Vives Terrades y Nettlau se intuye algo de ello-, aunque esto sería otro tema a tratar, la posible relación entre supervivencia económica del proyecto familiar de los Montseny y la marginación de otras ramas anárquicas por dicha causa. De hecho, en general, la memoria legada sobre aquellos activistas, que difundieron con éxito el comunismo anárquico en España mediante periódicos como el Tierra y Libertad de 1888 a 1889, fue tan débil que se llegarán a producir casos como el de Renée Lamberet, quien los confundió con sus homónimos del siglo XX, tal y como apuntó ya en su momento Antònia Fontanillas, nieta de Martí Borràs y Francesca Saperas: “en sus ‘Mouvements ouvrie et socialistes; L’Espanel (1750-1936)’ (…) en la p.76 cuando cita el quincenal ‘Tierra y Libertad’ (1888) [de] Barcelona y pone como equipo de redacción: Antonio Apolo, Juan Montseny y Soledad Gustavo”15.

Conclusión

La Historia como disciplina se construye en base a los aciertos y errores de nuestros antecesores, en el caso de la historia del anarquismo hispánico, pese a la abundante obra existente, especialmente si pensamos en los años de la Guerra Civil, ha tenido y tiene aún numerosas lagunas por resolver. No es solamente que desde sus inicios existiesen estudios en contra de dicho movimiento y que ofreciesen interpretaciones más que dudosas, también hay que señalar que, desde las propias investigaciones libertarias, éstas han resultado algunas veces parciales, interesadas en resaltar una corriente sobre otras o, sencillamente, fundamentadas en metodologías pobres, especialmente en referencia en asumir fuentes secundarias como seguras (y a menudo sin tan siquiera citarlas), y sin tan siquiera consultar las fuentes primarias que, en el caso concreto del anarquismo comunista, sí que existen y son bastante abundantes. Desde la publicación de mi tesis en 2014, y siendo este escrito una adaptación de un fragmento de la misma, no creo que los errores y prejuicios de antaño se hayan diluido. Aún hoy consulto libros y artículos que tratan dicho objeto de estudio, los orígenes del anarquismo comunista en España, los cuales siguen ignorando dicha investigación, pese a estar disponible en la red, que parcialmente esté publicada en formato libro o en artículos en este mismo portal, una tesis que incluso desde la perspectiva académica obtuvo un premio extraordinario. Sin embargo, sigo leyendo lo mismo que encontré en su momento, refritos de lo aportado hace ya muchas décadas por Nettlau o la familia Montseny…

Se continúa leyendo que el «grupo de Gràcia» eran cuatro locos e ignorantes, cuando en la tesis se demuestra que eran varios grupos, no sólo en Gràcia, también en todo el llano barcelonés, con contactos en Catalunya, España e internacionales. También se demuestra que tenían una capacidad de análisis y planteamientos acordes con los estándares de la época y en concordancia a los debates teóricos y organizativos internacionales, pero se les continúa adjetivando como marginales y poco inteligentes. Incluso también se demuestra que a mediados de la década de los ’90 del siglo XIX, justo antes del Proceso de Montjuïc, se les podría considerar como la corriente mayoritaria anárquica en el ámbito local y regional, pero se sigue planteando lo que Nettlau aportó en su tiempo, que el comunismo anárquico fue sólo cosa de influencias foráneas y del entorno antiadjetivista y/o malatestiano. Pese a eso, parece que la pereza, la no consulta de fuentes primarias existentes o secundarias más recientes, entre otros factores, siguen dificultando la comprensión del pasado libertario. Incluso me he encontrado un caso concreto de un investigador francés supuestamente libertario que, durante un tiempo, estuvo directamente plagiando sin citar parte del contenido de mi investigación y, lo que es aún peor, con errores de traducción.

En síntesis, aún existen muchas puertas por abrir en referencia al pasado del movimiento libertario y, como consejo, no hay que dar nada por supuesto en base a investigaciones previas. De hecho, espero que en un futuro nuevas investigaciones mejoren lo que hice en su momento, que aporten datos y fuentes que hagan vislumbrar los errores que, como toda investigación, seguro he cometido en la tesis, aunque por el momento, me conformaría con su consulta cuando se indague en el anarquismo del último tercio del siglo XIX en España… Es algo básico de cualquier investigación, consultar lo que se ha trabajado previamente y estar al día de la historiografía.

Notas

1 MADRID, Francisco. «El anarquismo y la historia al revés. A propósito de Solidaridad Obrera», En: Solidaridad Obrera, mayo-junio 2008, p.9
2 Cabe hacer constar que no sería una “escuela” historiográfica bajo una concepción cerrada del término, puesto que más allá del objeto de estudio y sus simpatías hacia el mismo, las interpretaciones y planteamientos, a menudo, provienen de teorías interpretativas e idológicas dispares. Por ejemplo, en un tema tan destacado en la historiografía, como sería el referente a la aparición de las naciones y los nacionalismos, y en este caso concreto el papel jugado por el anarquismo, seguramente gran parte de dichas investigaciones partan, a mi entender, de principios historiográficos tendentes a considerar el fenómeno nacionalista como fruto de la contemporaneidad y al anarquismo como un movimiento internacionalista, cosmopolita y/o apátrida. Sin embargo, en historiadores como Xavier Díez, de ideología nacionalista catalana de izquierdas, si atendemos a sus planteamientos en libros como L’Anarquisme, fet diferencial català, entenderíamos que también existen componentes de dicha “escuela” que considerarían a las naciones como un fenómeno en donde el anarquismo configuró parte de sus esencias. Es decir, pese a existir similitudes en intereses, no existe un corpus teórico lo suficientemente definido como para afirmar rotundamente que existe una escuela historiográfica militante pero, al mismo tiempo, académica. Aunque eso no quita que se pueda interpretar su existencia como «escuela» o «corriente» historiográfica.
3 Una de las obras quizá menos conocida del famosos anarquista ruso. Existen numerosas ediciones de dicho estudio en castellano.
4 De orígen francés, nació el 3 de enero de 1862. Durante el transcurso de su vida militó en diferentes ramas socialistas. Durante las últimas décadas del siglo XIX e inicios del XX se le podría considerar anarquista. Avanzado el siglo XX y hasta su muerte, acaecida el 3 de diciembre de 1945, militó en las filas del marxismo. Fue miembro de organizaciones como la Bolsa de Trabajo de Nantes, la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera), la francmasonería o el PCF (Parti Communiste Français). A este librepensador se le considera, hoy en día, como uno de los padres de la psicología social gracias a sus estudios relativos a los anarquistas o la casta militar. Entre sus amplios y variados estudios destacan obras historiográficas como Le mouvement ouvrier en Grande-Bretagne, de 1919, diferentes estudios sobre internacionalismo proletario, como Patrie et Internationalisme, de 1896, sumando en total una veintena de estudios enmarcados en ámbitos tan dispares como el ensayo político, el estudio histórico, psicológico y/o sociológico. También destacó en colaboraciones escritas en un incontable número de publicaciones socialistas de todo el mundo y ser, al mismo tiempo, el promotor de periódicos y revistas.
5 En este sentido, destacaríans sus libros La psychologie du militaire professionnel, de 1894, y su Psychologie de l’anarchiste-socialiste, del año 1895. Entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, ambos o algunos de estos libros fueron traducidos al castellano, el alemán, el italiano o el checo. Otras obras suyas también aparecieron traducidas al inglés, el turco o polaco.
6 Murió el 23 de julio de 1944 en Amsterdam. En 1938, tras la anexión de Austria a Alemania, abandonó su residencia habitaul en Viena y se trasladó a la ciudad en donde murió. Formó parte del equipo del IISH de Amsterdam catalogando fondos del archivo. Su fondo persnal, concretamente en el año 1935, ya había sido donado a dicho centro.
7 Habría que sumar que la relación entre dichos “grupos” no fue especialmente cordial.
8 Correspondencia entre Nettlau y Vives Terrades. IISH.
9 NETTLAU, Max. La Anarquía a través de los tiempos, Madrid-Gijón, Júcar, 1977, p.153.
10 Correspondencia entre Nettlau y Vives Terrades. IISH.
11 Sin ánimo de precipitar acontecimientos, cabe mencionar que tanto uno como el otro, sí formaron parte de la Internacional. De hecho fueron miembros activos de la misma e incluso, hasta aproximadamente 1883 ó 1884, también lo fueron de la Federación de Trabajadores de la Región Española, su sucesora.
12 Correspondencia entre Nettlau y Vives Terrades. IISH.
13 De Emilio Hugas, al menos, le reconocerá ser uno de los primeros impulsores de la FRE-AIT en Barcelona y miembro de la Alianza bakuninista.
14 MONTSENY, Federica, “Francisca Saperas ha muerto”. En: Solidaridad Obrera, 29/08/1933.
15 FONTANILLAS, Antonia. “[Escrito memorialístico febrero-marzo de 1995]”. En: Papeles y recortes de Antonia Fontanillas. Se pueden descargar aquí.

2 comentarios

  1. En consecuencia, desde el primer anarquismo hubo incomprensiones, recelos y odios entre los mismos anarquistas. Entiendo que éstas confrontaciones existieron entre los que eran instruidos o muy leídos, además de ser los líderes y guías de sus propios Grupos de Afinidad o «capíllas y capillitas»¿ Los obreros de base que se adherían a unos y otros, o no, que papel tuvieron en este cafarnaúm?. Tengo la sensación de leer una Historia de fílias y fóbias.

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    1. Supongo que es una manera de verlo, sí. De hecho tras alguno de los debates teóricos, más que teoría, lo que separaba eran los personalismos o diferencias de carácter entre militantes. Sobre la pregunta en relación a las bases, me faltarían fuentes para poder expresar una visión argumentada, ya que si ya de por sí resulta difícil reseguir el rastro de las personalidades más conocidas del movimiento, normalmente a cargo de prensa y organizaciones libertarias, imagínate el caso del obrero atraído por las ideas anarquistas que militaba en el sindicato o local obrero… Ahora bien, lo que sí pienso, en base a lo que he estudiado, es que en líneas generales, la visión que hemos tenido del pasado libertario en estas tierras básicamente ha sido la plasmada por el entorno más legalistas de la FTRE en la década de los ’80, posteriormente el entorno antiadjetivista, y aquí los estudios de Nettlau tienen mucho peso y ya, a fines del siglo XIX y primeras décadas del XX, por la estructura propagandista de la familia Montseny. Sería interesante abordar las pugnas, alianzas y desencuentros entre esas estructuras propagandísticas ya que, al fin de cuentas, antaño, aquellos involucrados en España en la difusión de la cultura escrita libertaria (libros, prensa, etc), de una manera directa o indirecta, vivían a menudo de ello, y la competencia entre entornos diferenciados de propagandistas, significaba tener o no ingresos para sobrevivir.

      En mi caso personal, mi primera idea de tesis fue recabar información sobre la OARE y la FRC y su posible vínculo con los orígenes del anarcosindicalismo, aunque buscando fuentes, me topé con qué tenía material suficiente para intentar plantear un estudio del «anecdótico» grupo de Gràcia, que ni era tan anecdótico y tampoco un sólo grupo…

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